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4.8. Culpa

Título Alternativo: Razones para discutir con tu hermano: Insiste en tomar el control.

[...]

El Emperador se masajeó las sienes esforzándose por recordar el comportamiento de su hijo durante su conversación matutina. No le extrañaba que Neito no hubiera tocado el tema directamente pues aunque el Segundo Príncipe era conocido por su genio afilado y vivo, con él era el ejemplo de buenos modales y educación. Era su hijo después de todo.

—Había pensado que la actitud esquiva de Neito era por el estúpido compromiso y la presencia de Shigaraki —sacudió la cabeza—, aunque si esto consigue que Mirio vuelve lo considerare una victoria... O tal vez no... ah... mi hijo se pondrá furioso si sabe que Shigaraki estuvo aquí. Este plan se está convirtiendo en una pesadilla —miró al guardia con ira y lo despidió con un gesto de mano—. Vete, Noche, hablaré contigo más tarde.

Su guardia le ofreció una reverencia antes de salir. El Emperador esperó un momento sin dejar de pensar en sus hijos y en cómo abordaría el tema del compromiso con ellos, había creído que el asunto se tocaría hasta después de la malograda boda, para entonces su tercer hijo se convertiría en el chivo expiatorio de tan terrible decisión y sería fácil volver a meterlo en su casa sin llamar la atención.

O la boda se hace antes de que Mirio vuelva o tendré que obligar a Denki de convencerlos en aceptarla.

También tenía que convencer a Shigaraki de apegarse al plan original.

Es un bastardo convenenciero.

Frustrado ante la falta de ideas el Emperador salió de la sala de reuniones y dejo que el sirviente y el guardia que esperaban fuera lo escoltaran de vuelta a sus habitaciones. Tenía que arreglarse para la cena de esa noche con sus invitados, tras la cual asistirían a la obra de teatro que se había organizado en el anfiteatro y tenía planeado sentarse con Noche para discutir el desastre que estaba suponiendo el compromiso con los Shigaraki.

Estaba ocupado pensando en las concesiones que podía ofrecerle a Kotaro Shigaraki a cambio de que renunciara a su estúpida petición cuando un sirviente le informó que su hermano esperaba en el pasillo para hablar con él.

—Dile que lo veré en la cena.

—Lord Hizashi insiste que es urgente, Majestad.

El Emperador suspiró.

—Hazlo pasar a mi salón privado y prepara un poco de té.

—Lord Hizashi no viene solo.

—¿Quién está con él?

—El Segundo Príncipe, Majestad.

Mierda.

—Hazlos entrar.

Al terminar de arreglarse, el Emperador se reunió con ellos. Su hermano vestía con sobriedad, desde siempre había preferido vestirse con el uniforme del imperio que usar las suntuosas túnicas que lo identificaban como alguien de la Familia Imperial, junto a su hijo Neito –quien había abandonado su túnica de día por otra pieza de noche en color gris perla– lucía casi como un soldado común en lugar del que una vez fuera el Príncipe Heredero del Imperio de Taiyou.

—¿Qué es tan importante que no puede esperar? —preguntó el Emperador apenas se arrodilló junto a la mesita donde lo esperaban.

—Denki no va a casarse con Shigaraki —dijo Hizashi apenas se quedaron solos.

El Emperador se tomó un momento para mirar a su hijo, quien tuvo la sensatez de mostrarse abochornado.

—Esa no es decisión tuya o mía —respondió mirando una vez más a su hermano—. No puedo hacer nada si mi hijo se ha encaprichado con Shigaraki.

—No lo creo, la última vez que hable con Denki de este compromiso...

—¿Sí? ¿Cuándo fue eso?

—El día del baile, él dijo-

Hizashi se detuvo abruptamente con la expresión de alguien que ha dicho de más.

¿Qué te dijo mi hijo?, ¿qué ha hecho a mis espaldas?

Creía haber sido claro en su orden de no hablar sobre el compromiso, pero era claro que Denki era incapaz de seguir ordenes al pie de la letra. No solo es estúpido, también es un estorbo. Se obligó a respirar y los miro a ambos.

—Denki ha cometido muchos errores —dijo el Emperador tomando nota de como Neito se tensaba al otro lado de la mesa—. Ofendió a la casa Hado contando una historia terrible sobre uno de sus hijos. Ha estado hablando de un compromiso que no estaba destinado a existir como un hecho inevitable provocando que Shigaraki mismo considere estar en posición de exigir su mano. Es él quien ha ido a tontear con Tomura Shigaraki a cada oportunidad que tiene... pero su falta imperdonable es saber del Príncipe de Ame y hacer tratos a su nombre sin decirle a nadie. ¿Es la clase de actitud que debo tolerar en mi hijo?

—Todo eso debe tener una explicación. Hablemos con Denki, este malentendido tiene que arreglarse ahora.

—No hay malentendidos, Hizashi, las acciones de mi hijo son claras. Y por desgracia no he reaccionado de la mejor manera.

—¿Qué sucedió?

—Ayer, él y yo tuvimos una discusión, en la cual fui excesivamente duro con él, pero me he disculpado.

—¿De verdad? —preguntó Neito con la esperanza brillándole en los ojos.

—Por supuesto, hijo. Por desgracia la tensión ha sido excesiva para tu hermano, y su salud se ha resentido. Denki tiene fiebre y no está en condiciones de hablar con nadie.

—¿Denki tiene fiebre?

—Sí, hermano, el Médico Imperial lo está tratando.

—¿Has elegido un reemplazo para Yakumo?

—Por supuesto, también me he reunido con el supuesto Príncipe de Ame que ha tenido la osadía de exigir la mano de mi hijo a riesgo de declarar una guerra. Supongo que tampoco lo sabías, pero bueno, no hay mucho tiempo para aprender lo que sucede en el Imperio cuando te preparas para marcharte con la comitiva de la Reina Mitsuki al Reino de Ka, ¿verdad?

Hizashi se mostró debidamente avergonzado, pero el Emperador no quería violentarlo demasiado pues contaba con que su hermano se marchara sin alboroto.

—Puedo solucionar esto, Hizashi, soy el Emperador y es mi deber lidiar con este asunto.

—Pero Denki...

—Es mi hijo. Mío. Y soy yo quien decide lo que es mejor para él. Debo considerar su salud, ¿lo entiendes? Si una reacción negativa a sus caprichos lo ha puesto en cama, ¿cómo esperas que le niegue su deseo de casarse con quien quiera?

—Pero, padre-

—Neito, no voy a discutir el compromiso de tu hermano contigo. No insistas. Ahora vete, espero ver al Príncipe de Ame en la obra de esta noche.

—De acuerdo, padre.

Con eso Neito le ofreció una reverencia antes de marcharse no sin antes mirar a Hizashi con esperanza.

Uno menos.

—Esto no tiene sentido —dijo Hizashi una vez que se quedaron solos—. En el baile no me dio la impresión de que Denki quisiera casarse.

— El baile fue hace más de una semana, hermano, muchas cosas han pasado desde entonces, puedo asegurarte de que su petición también me ha tomado desprevenido.

—Hablaré con él.

—Claro, cuando el médico lo autorice. ¿O quieres imponer tu presencia en su lecho de enfermo?

—No me gusta cuando me hablas en ese tono.

—¡Y a mí no me gusta que intentes imponer tu voluntad en asuntos que involucran a mis hijos!

—¿Sigues enfadado por lo de Mirio?

—Por tu culpa mi hijo se fue.

—No. Fue decisión suya.

—Una decisión que tomó siguiendo tu consejo.

—Si él no quiere casarse-

—¡Mirio no es como tú! —no pudo evitar levantarse impulsado por el enfado que había ido burbujeando casi desde el principio— ¡Mi hijo no va a renunciar a la corona por un estúpido capricho como tú lo hiciste!

—¡Pero no será feliz!

—¡¿Y acaso tú lo eres?!

Hizashi lo miro con la boca abierta y una expresión de incredulidad, un momento después se recuperó y al hacerlo la ira se hizo presente. El Emperador supo que iban a discutir.

Vamos.

—No estamos hablando de mi vida.

—No, discutimos la de mi hijo y te agradecería que no metieras la nariz en ese asunto.

—Si al menos te sentaras a escucharlo.

—¡Deja de ordenarme lo que tengo que hacer!

—¡Alguien tiene que hacerlo!

—¡Renunciaste a tu derecho cuando renunciaste a la corona!

—¡Sigo siendo tu hermano!

—¡¿Cómo podría olvidarlo si es lo único que repites?!

—¡Intento ayudar!

—¡O tal vez intentas usurpar mi trono! ¡Tal vez estás cansado de vivir miserablemente! ¡Tal vez quieras recuperar lo que crees que te pertenece!

—¡Pues tal vez yo haría un mejor trabajo que tú!

—¡Por supuesto! ¡El soldado que prefirió la libertad y el amor por sobre la guerra y el imperio! ¡El vagabundo que prefiere recorrer el mundo antes que tratar los asuntos de estado! ¡Tú no quieres las responsabilidades del trono pero te atreves a exigir cuentas sobre mis decisiones!

—¡No lo haría si no temiera tus decisiones! ¡Eres irascible y necio!

—¡Y tú un infeliz!

De ahí la conversación tan solo descendió. Insultos viejos y nuevos, las mismas replicas amargas que habían intercambiado a lo largo de los años y que se avivaban con cada nuevo desacuerdo. El rencor latía entre ellos con la misma ferocidad de siempre y no parecía que fuera a desaparecer.

El hermano menor se limitaba a lanzarle los errores de su hermano a la cara, su desprecio por las decisiones que había tomado y el resentimiento que le guardaba por haberse largado a luchar en la guerra –huyendo de su corazón roto– dejándolo a cargo de un imperio siendo apenas un adolescente. Eran verdades que el hermano mayor no podía enfrentar, que despreciaba oír pues le recordaban todas sus malas decisiones así que respondía lanzándole los errores que su hermano cometía en su palacio, su falta de juicio y su irascibilidad.

Eran verdades que el Emperador detestaba oír.

—¡Eres tan ciego que no puedes distinguir a la gente que solo quiere ayudar!

—¡¿Cómo me ayudaste con Ayana?! —gritó el Emperador y esa pregunta fue la que puso final a la conversación. Siempre lo hacía.

El nombre de la Emperatriz tenía poder aún en la muerte.

—Eres injusto —murmuró Hizashi apenas se recupero del último embiste verbal—. Me he disculpado una y otra vez por eso. Fue un error.

—Un error al que llamamos Neito, ¿verdad?

—Estaba ebrio y estaba —Hizashi sacudió la cabeza con expresión miserable—. Neito es hijo tuyo.

—Todos lo son. Los tres son míos. Míos. Pero entenderás por qué me resulta alarmante que intervengas en el derecho al trono de Mirio, el Príncipe Heredero. Alguien podría creer que quieres quitarlo para que Neito ocupe su lugar. Neito, a quien siempre has favorecido.

—Sabes que no es así.

—En ese caso no intervengas en la educación o las decisiones que involucran a mis hijos. Son míos y yo decido lo que quiero para ellos.

—Solo quiero lo mejor para todos.

—Entonces vete, como siempre lo has hecho, y deja que yo arregle esto.

Supo que había ganado cuando su hermano dejo de mirarlo con su expresión herida para fijar los ojos en el suelo. A Hizashi nunca le había gustado el conflicto y nunca había logrado sobreponerse a la culpa, gracias a ello el Emperador había gobernado sin su ayuda.

—No insistiré en el tema, pero por favor, no tomes decisiones precipitadas.

—No soy como tú, Hizashi.

Su hermano se marchó balbuceando apenas una despedida vaga. La cena de esa noche resulta ser incomodísima, al menos para Hizashi que procura mantenerse alejado de él –y de Neito– durante toda la velada. Su hijo en cambio vuelve a ser el cachorrito de siempre, ávido de atención y reconocimiento, es quien se materializa junto a él para vigilar su consumo de alcohol siempre con un comentario inteligente o una curiosidad lista para compartir con él.

En el pasado su favoritismo por Mirio había sido evidente, y eso había provocado que Neito se esforzara por convertirse en alguien de valor. Era agradable oír los logros que conseguía, la devoción que le ofrecía; había momentos en que podía verse reflejado en esos ojos azules y se convencía de que sí, Neito era suyo, pero también había ocasiones, cuando su hijo hacía despliegue de sus habilidades sociales, donde veía una copia de su hermano, su carisma y agudeza listas para herir sin mover ni un solo dedo.

Esa idea siempre conseguía hacerle daño.

—¿Te sientes mal, padre? —murmuró Neito apenas se alistaron para trasladarse al anfiteatro para ver la obra de teatro.

El Emperador le palmeó el brazo con calma.

—Estoy cansado, me retiraré temprano. Por favor atiende a nuestros invitados y ofrece disculpas en mi nombre.

—Por supuesto, padre.

Con eso se alejó del grupo que se disponía a salir del palacio y dejo que uno de los guardias lo escoltara a su habitación. Como Nemuri tenía permiso para asistir a la obra llamó a otra de sus mujeres para relajarse, pero el ejercicio tan solo avivó su inquietud y no pudo evitar permanecer despierto mientras su mente divagaba, reviviendo sus conversaciones del día y las dificultades que parecían aguardar en el futuro.

Eventualmente se hartó de dar vueltas en la cama, así que abandonó a la mujer dormida, se vistió con una bata y salió al salón privado para llamar a un sirviente.

—Trae vino —ordenó antes de reclinarse en un diván a mirar el techo.

No mucho después la mujer volvió llevando una bandeja con una jarra, una copa y trocitos de fruta fresca, la dejo encender todas las lámparas de la habitación y después la despidió sin mirarla. En la soledad de la noche, el Emperador pensó en su plan.

El repentino cambio de actitud en Shigaraki ponía en peligro todo, habría sido fácil renunciar a su ayuda y simplemente esperar, pero no podía hacerlo cuando su hijo Mirio corría el peligro de seguir el mismo camino que su hermano; y aunque él había sido incapaz de impedirle a Hizashi cometer la estupidez de renunciar a la corona por un simple capricho, nunca permitiría que su hijo tomara ese camino indignante y absolutamente desgraciado.

Todo habría sido diferente si Hizashi no hubiera hecho valer su autoridad en el pasado para hacerle jurar que nunca intentaría destruir la autoridad de Shouta Aizawa, el actual líder del Clan Sombra. Hizashi lo había defendido, pese a que al hombre lo había repudiado y humillado. Aizawa había sido la razón de que su hermano hubiera renunciado a todo bajo falsas pretensiones, y solo por eso merecía morir. Pero no bastaba solo con él. El Clan era una plaga en su imperio y debían desaparecer, tenían demasiado poder sobre el trono, el hecho de que no pudiera declarar una guerra en libertad, que no pudiera subir los impuestos a su gusto, y que se viera obligado a considerar su posición ante todo resultaba humillante.

Él era el Emperador.

Y Mirio sería su sucesor. No Neito, pese a que el muchacho era toda devoción y afecto, no podía ser él.

"Todos son tuyos"

Aún podía oír su voz, la súplica en su tono; pero el recuerdo no consiguió hacerlo sentir mejor tan solo lo hizo anhelar volver a ese momento. Eso le dio una idea. Se bebió de golpe el vino que había en la copa y se llevó la botella con él, entonces abandonó el diván para salir por la puerta privada que se encontraba al otro lado de la salida que custodiaban los guardias.

El pasillo era corto con tres puertas en la pared lateral. Una de ellas conducía a su despacho, otra a la recamara de su guardia y la tercera era un pasaje secreto que conectaba directamente con las habitaciones de la Emperatriz. Hacía años que no había utilizado ese pasaje, pero no necesitaba una luz para guiarse porque era un camino directo sin escalones o pendientes.

En el pasado esa habitación había sido tan ostentosa como la suya, pero el tiempo había opacado el tapizado de los muebles y la pálida luz lunar que se colaba por la cortina transparente solo resaltaba lo viejo de todo el lugar.

Guiado por su memoria, el Emperador se desplazó por la habitación hasta llegar a la cama donde encontró a su hijo encogido inmerso en un sueño intranquilo. Tenía el ceño fruncido con mechones rubios adheridos a su frente humedecida, todo su pelo se dispersaba sobre las sabanas como hilos de oro que parecían absorber la luz de la luna. Era una visión delicada y brillante pese a los labios secos y las mejillas extremadamente rosadas.

Había una otomana junto a la cama y una palangana de agua a los pies de esta con un trapo flotando en su interior, el Emperador tuvo cuidado de no patearlas cuando se dejo caer sobre la otomana para beber directamente de la botella a sorbos largos sin dejar de ver a su hijo.

—Es extraño —dijo en voz alta—, pero cuando decidí tu destino no pensé que fueras a parecerte a ella. No tienes nada mío pese a que tu nana afirmó lo contrario, no que eso hubiera hecho una diferencia —bebió y se inclinó hasta apoyar los codos en las rodillas—. Ahora me pregunto, cuando te mueras, ¿rogarás como lo hizo ella?

—Majestad —se giró hacia la voz y vio a Noche de pie al otro lado de la cama con su pelo suelto y su túnica abierta. Muy diferente del aspecto imponente y pulcro que solía llevar a todos lados.

—¿Me oíste al salir?

—El crujir de la puerta, salí a investigar, revisé sus aposentos y después vine aquí. ¿Necesita algo?

—Nada de ti, puedes irte.

Pero Noche no se movió y el Emperador siguió bebiendo sin prestarle atención.

—Majestad-

—Estuviste ahí, ¿verdad? —murmuró el Emperador sin dejar de beber—. El día que ella murió.

—Así es, Majestad.

—Recuerdo haberte visto escondido en una esquina.

—¿Y Su Majestad recuerda lo que me dijo entonces?

—No.

—Su Majestad señaló al bebé que berreaba en los brazos del Médico Yakumo y dijo: Tómalo, es tuyo.

El Emperador se rio.

—¿Lo dije?

—Lo hizo, Majestad, y después añadió: Sácalo de aquí y tíralo en el pozo.

—Me sorprende que lo recuerdes, ¿cuántos años tenías entonces?

—Seis, Majestad. Fue justo antes de que el Clan me aceptara en sus filas.

—¿De verdad? No me acuerdo de nada de eso.

—Y cuando yo no me moví le dio la orden al Médico Imperial y después la repitió para Noche.

—...fue entonces que Yakumo empezó a suplicar, sí, me acuerdo de eso.

Golpeado por la ola de recuerdos el Emperador bebió en silencio sin dejar de mirar a la persona en la cama. Solo que no veía a su hijo sino a la mujer que había convertido su vida en un infierno.

—¿Te he contado cómo conocí a mi esposa, Noche?

—Por supuesto, Majestad, todo lo que sé es lo que he oído de su boca.

Pero el Emperador no le hizo caso.

—Cuando lo vi en el Festival pensé que era ella. Ayana también bailaba, también disfrutaba de ser el centro de atención, y también tenía hombres arrastrándose a sus pies.

El Emperador bebió una vez más y dejo que su mente viajara al pasado.

[...]

N/A

Para celebrar la entrada 100 les traigo otro capítulo. Además aprovecho para compartir el fanart que me enviaron por Twitter de Denki. 

https://twitter.com/joker312123/status/1321997482302164992?s=20

Entonces, sí, los secretos siguen, mucho de los cuales no involucran a Denki y por tanto son dificiles de tocar desde su punto de vista. Pero ahora sabemos cuántos años tiene Noche, por qué el Emperador no quiere al Clan, y por qué Hizashi es tan permisivo.

Pero es tiempo de un breve salto al pasado, ¿estamos listos para verlo? Nos veremos en el que sigue. Buen fin de semana y disfruten Halloween o el Día de Muertos. Los quiero.

l


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