4.7. Coaccionar
Título Alternativo: Razones para odiar a tu hijo: Todo es su culpa.
[...]
El Emperador se obligó a tomar aire, la persona al otro lado de la mesa no pertenecía a su corte y por lo tanto no estaba sujeto a su voluntad y a diferencia del muchacho pretencioso que decía ser el Príncipe de Ame, Kotaro Shigaraki no estaba obligado a soportar sus desplantes. Lo único que podía hacer era apelar a su autoridad y sus habilidades de negociación.
—Nuestro acuerdo estaba hecho y no tiene sentido cambiarlo ahora.
—No se trata de un cambio drástico, Majestad, tan solo estamos sugiriendo que la boda se lleve a cabo pues esa es la idea que el Tercer Príncipe ha conseguido venderle a mi hijo.
—Tú y yo sabemos que esa boda no estaba destinada a suceder.
—Pero el Príncipe no lo sabe, ¿verdad?
—No necesita saberlo, mi hijo hace lo que se le ordena.
—En ese caso no veo inconvenientes en formalizar este compromiso.
—El único inconveniente es que yo no acepto esta boda.
—Entonces no hay razón para que mi hijo y yo sigamos aquí.
—¿Qué te hace pensar que puedes imponer tu voluntad en mi palacio?
—Le hago una petición, Majestad, suya es la decisión.
—Pues no la acepto.
—Así sea —y dicho eso se levantó de su lugar como si la charla hubiera terminado—. No olvide, Majestad, que fue usted quién me buscó. Es usted quien desea eliminar a la plaga que vive en su casa. Habrá quien vea al Clan como el escudo que protege al Imperio. Habrá quien los vea como los afilados cuchillos que se clavan en el corazón de los enemigos de la Familia Imperial. Habrá quien los vea como los perros leales que sirven al palacio. Pero yo he tenido tiempo de pensar por qué el Emperador desearía eliminarlos... ¿por qué su dueño ya nos lo quiere? Y la respuesta es fácil, la respuesta está en el origen del Imperio. El Clan es todo lo anterior, pero también son las cadenas que controlan al Emperador, quienes le impiden gobernar de forma absoluta. Ellos pueden destituir Emperadores, pueden paralizar la voluntad de su gobernante, y son autónomos, así que no es fácil chantajearlos ni coaccionarlos. Ellos tienen poder sobre el trono y es algo que usted no puede soportar. Usted me necesita. Y yo necesito que mi hijo se case.
El Emperador tembló mientras la ira burbujeaba dentro de él.
—Resulta curioso —dijo una voz detrás de ellos. Una voz sedosa que solo podía pertenecer a Noche. Su tono era frío y controlado algo que se apreciaba porque el Emperador no estaba en condiciones de mantener la calma—, que Tomura Shigaraki esté dispuesto a casarse cuando su comportamiento para con el Príncipe ha sido deficiente. El Emperador no aprecia el poco esfuerzo que el pretendiente ha hecho para alimentar los rumores de este compromiso.
—¿El Príncipe se ha quejado de mi hijo?
—No necesita hacerlo. Sin embargo, el punto no es la descortesía de Tomura Shigaraki, sino las intenciones tras su repentino cambio de actitud.
—No estoy seguro de entender lo que insinúa su guardia, Majestad.
El Emperador guardó silencio luchando contra la ira, lo que debía ser una reunión corta para informarle sobre la fiebre de su hijo y un posible retraso en sus planes se había convertido en algo completamente distinto. En una molestia inesperada y terrible. Habría preferido cancelar todo y despedirlo, pero estaba tan cerca de conseguir su objetivo que no se atrevía a retroceder. Decidió esperar.
—Esta conversación se quedará en pausa —respondió levantándose de su lugar para mirar al anciano a la cara—, debo meditar sobre este cambio inesperado y discutiremos sus implicaciones más tarde.
—Como Su Majestad desee, solo le recuerdo que mi hijo y yo nos marcharemos en dos días junto al resto de sus invitados si no recibimos una respuesta satisfactoria a nuestra petición.
Apenas la puerta se cerró tras de él, el Emperador pateó la mesita que tenía enfrente lanzando al aire lo que había en ella antes de ponerse a dar vueltas por la habitación para ahogar la frustración.
—Dime de nuevo, ¿por qué no puedes simplemente asesinar a Eraser?
—Su Majestad ya lo sabe.
El Emperador se rio.
—Corta la cabeza y otra más ocupará su lugar, ¿as así?
No hubo respuesta aunque no la esperaba, una de cualidades de Noche era que sabía cuando abrir la boca y nunca perdía el tiempo con estupideces.
—Nunca debí apoyar este plan. Sabía que nada bueno podía salir de involucrarlo, pero tú dijiste que era un mocoso insoportable. Dijiste que no causaría problemas. ¡Dijiste que lo controlarías y que no tendría que verlo o soportarlo!
—Lo siento, Majestad, me temo que el informe que recibí sobre el carácter de su hijo fue inexacto. El Tercer Príncipe ha demostrado ser...
—¿un dolor de cabeza?
—...un encanto inesperado.
El Emperador se detuvo y lo miro.
—Mi hijo no es nadie. No será nadie. Y no tendrá nada. Esa fue la condición que puse al aceptar este absurdo plan, ¿lo recuerdas?
—Por supuesto, Majestad.
—Tu dijiste que podíamos deshacernos de la plaga usándolo como señuelo. Tu plan fue esta boda. Y cuando te dije que no iba a dárselo a nadie, tú prometiste que eso no sucedería. Ahora tengo dos pretendientes para él, oigo su nombre repetido en cada comida, tengo una reunión privada con su nuevo médico para discutir su salud, y tengo a Neito preguntando por él —emitió un suspiro de frustración listo para continuar con sus quejas cuando el sirviente de la puerta entró para notificarle que el nuevo Médico había llegado para su reunión privada—. No te vayas, continuaremos con esto después —entonces se giró hacia el sirviente que esperaba en la puerta para ordenarle recoger el desastre que había en el suelo.
Cuando todo estuvo en orden el Emperador ocupo su lugar al otro lado de la mesa para recibir al hombrecillo fornido que había servido como asistente del doctor Yakumo durante diez años y que tenía las credenciales necesarias para ser considerado un sucesor adecuado. Hakamata lo había elegido de una lista de veinte potenciales candidatos, incluso había escrito un reporte detallado que incluía los éxitos profesionales y una breve descripción de personalidad de cada uno. En el suyo Kane Kobayashi era descrito como un hombre energético y decidido que además de anhelar la aprobación de las figuras de autoridad deseaba disfrutar de la riqueza que le había sido negada en su juventud.
—Majestad —saludó Kane, ofreciéndole una reverencia pronunciada y exageradamente formal apenas se arrodilló frente al Emperador—, he terminado con mi examen general del Tercer Príncipe, y aunque no esta claro cuál es el origen de la fiebre creo que podemos descartar ciertas causas.
El Emperador lo dejo parlotear sobre la fiebre, lo que sabía de los tratamientos que el doctor Yakumo había intentado con el Tercer Príncipe a lo largo de los años, y por supuesto con lo emocionado que estaba por tener la oportunidad de asumir el cargo de Médico Imperial.
—Para mi será un honor servir en su casa, Majestad —añadió el hombre ofreciéndole otra reverencia.
—En realidad todavía no tomo una decisión —respondió el Emperador con calma provocando que la excitada expresión en el rostro de Kane se desvaneciera como si acabaran de apuñalarlo.
—Creí-
—Antes de hacer un anuncio oficial quiero conocerlo, mi estimado doctor. Después de todo como Médico Imperial tendrá acceso a mi harem, a mi familia y a mí. Me gustaría oír sobre sus aspiraciones al servir en mi casa.
La pregunta saco completamente de balance al hombrecillo que durante un momento se limito a mirar al Emperador con los ojos de cordero, antes de recuperarse y balbucear una respuesta vaga sobre servir a la Familia Imperial. El Emperador le hizo otra pregunta.
Su interrogatorio fue breve e incómodo y al terminar quedo claro que Kane Kobayashi no contaba con propiedades a su nombre, un apellido respetable, o contactos fuera del palacio. Era un hombre que se había hecho a sí mismo y cuya única fortaleza era su habilidad en la medicina.
Igual que el difunto Haru Yakumo.
—Me alegra mucho oír el compromiso que veo en ti y tras leer los informes que he recibido sobre tu desempeño y credenciales creo firmemente que eres digno de portar el título y la posición de Médico Imperial.
—¡Majestad, yo-!
—Solo me queda un detalle por comprobar y es la obediencia que me mostrarás.
—Soy su leal-
—El Tercer Príncipe está enfermo —lo cortó el Emperador rebuscando la bolsita de tela que guardaba entre sus ropas. La colocó en la mesa frente al Médico antes de devolver las manos a su regazo—, y esta es su medicina.
El hombre tomó la bolsa donde encontró un rollo de papel diminuto que leyó con cuidado.
—Tu deber será memorizar la receta y preparar la medicina del Tercer Príncipe. Cuando la tengas se la entregaras a Noche, solo a él y a nadie más. ¿Queda claro?
El hombre lo miro, leyó la receta de nuevo gesticulando cada ingrediente mientras su ceño iba frunciéndose.
—¿Qué es-?
—Como Médico Imperial —lo cortó el Emperador—, tendrás una pensión mensual, una casa en la Ciudad Imperial y otra en el Palacio de Jade donde podrás quedarte cuando viajes con nosotros durante las vacaciones —y al decirlo empujó en su dirección el papel que enlistaba la cantidad de dinero que recibiría y las propiedades que pasarían a pertenecerle además de la promesa de una hacienda cuando decidiera retirarse—. Las oficinas del doctor Yakumo serán tuyas, así como su laboratorio y sus viejos contratos con los herboristas para la compra de ingredientes. Tienes absoluta autoridad para mantener a los sirvientes del Médico anterior o disponer de nuevos, en cuyo caso deberás entregar una lista a Hakamata que se encargará de ese asunto.
Las manos de Kane temblaron mientras iba leyendo el contrato que habían puesto frente a él.
—Al firmarlo asumes absoluto control sobre las posesiones del finado doctor Yakumo, todo lo que fuera de él ahora es tuyo —el Emperador empujó la pluma y el tarro de tinta en su dirección—, tendrás permiso para conducir tus investigaciones sin queja alguna o intervención de mi parte mientras cumplas con tu deber. Sé que como Médico estás atado por el código de tu profesión para mantener los secretos de tus pacientes, pero como Médico Imperial esa regla se extiende para todo miembro de mi familia, eso quiere decir que cualquier detalle privado sobre la salud de mis mujeres, mis hijos o mía que resulte expuesta ante el resto será considerado traición y recibirá un castigo mortal. No concedo segundas oportunidades ni permito que las lealtades de los míos se pongan en duda. ¿Queda claro?
Ante la pregunta el médico apartó los ojos de la hoja para mirar al Emperador.
—Tendrás todo lo que quieras y lo que necesites. Lo único que tienes que hacer es preparar la medicina de mi hijo tal cual se indica en la receta, sin variaciones ni cambios, deberás visitarlo ocasionalmente, tal vez ofrecerle remedios simples que lo hagan sentir mejor, pero te prohíbo investigar sobre su enfermedad, sobre los detalles de su condición o sobre la medicina que tienes en mano. Fuera de eso todo lo demás no importa. ¿Puedes hacerlo?
El hombre miró una vez más el contrato, los ojos fijos en la pequeña fortuna que correspondía a su salario donde además se añadía costo de transporte, comida y alojamiento cuando viajara con la familia Imperial. Después miró la pequeña receta. Sus ojos fueron de uno a otro en movimientos erráticos, finalmente centró toda su atención en la descripción paso a paso del medicamento. Al terminar devolvió la receta a su bolsa que dejo en la mesa para después firmar con su nombre y apellido en la última línea del contrato que tenía frente a él.
—Excelente decisión —dijo el Emperador entregándole de inmediato una caja de madera que contenía un bono de la tesorería del palacio, las llaves de todas sus propiedades, y un adelanto de su sueldo. Mientras el médico inspeccionaba el contenido, el Emperador recogió la bolsita con la receta para entregársela a Noche—. Si en el futuro tienes dudas sobre la receta habla con mi guardia, yo no quiero reportes sobre el asunto.
—Sobre la fiebre-
—Haz lo que puedas, tu mayor urgencia es preparar la medicina del Príncipe.
El hombre asintió y miró al guardia brevemente antes de levantarse con rigidez cargando con su caja bajo el brazo.
—Una cosa más —añadió el Emperador—. Tus asistentes son responsabilidad tuya, escógelos con cuidado. Tus sirvientes son responsabilidad tuya, vigila lo que dices frente a ellos. Te hago responsable por cualquier fuga de información en mi palacio y por cualquier alteración, cambio o desperfecto en la medicina del Tercer Príncipe.
—Entiendo, Majestad.
El Médico le ofreció otra reverencia antes de marcharse y solo entonces el Emperador recogió los papeles, los cuales entregó a Noche.
—Dile a Hakamata que he elegido al nuevo Médico Imperial, que se encargue de los detalles.
—Como ordene, Majestad.
—Y realmente espero que la vigilancia a nuestro estimado Kobayashi sea mejor que la de Yakumo.
—Por supuesto, Majestad.
—Debo alistarme para la cena de esta noche pero tenemos una conversación pendiente sobre el desastre que supone Shigaraki. Otra cosa, ¿por qué Neito no asistió a la sesión del consejo de esta tarde?
—El Segundo Príncipe estuvo en su despacho redactando una misiva que envió por mensajería urgente. Después de eso salió del palacio.
—¿Misiva para quién?
—Mis fuentes me indican que la carta estaba marcada con el nombre clave del Príncipe Heredero.
—¿Le escribió a Mirio? Creí que estaba enfadado con él, ¿por qué escribirle ahora?
—No me atrevo a hacer conjeturas sobre las intenciones del Segundo Príncipe, Majestad.
—¿Desde cuándo? Deja de perder el tiempo y dime lo qué pasa. ¿Qué tiene Neito?
Noche acomodó las hojas en sus manos antes de mirarlo, solo con su expresión el Emperador supo que la respuesta no le iba a gustar.
—Me temo que el Segundo Príncipe fue testigo del desafortunado incidente de anoche.
—¿Qué?
—Neito estaba en la habitación del Tercer Príncipe.
Al oírlo el Emperador no experimentó vergüenza –de enterarse que su hijo lo había visto actuando de ese modo– sino ira. La ira de saber que el Tercer Príncipe volvía a ser la causa de otra de sus humillaciones.
En momentos como ese deseaba realmente meterlo en una celda y olvidarse de él.
[...]
N/A
Hola de nuevo.
Esta es la entrada número cien de esta historia e intento no entrar en pánico porque, bueno, esto se siente larguisimo. Y no puedo terminar de agradecerles por seguir conmigo y por leer y por comentar.
Me gustaría hacer algo para celebrar pero no estoy segura de que, especialmente porque me agarra tan en curva que no tenía nada planeado pero ya pensaré en algo. Y se me había pasado mencionar el hilo de Hikari sobre Noche donde ella se tomo la molestia para recolectar las frases más memorables de este guardia.
https://twitter.com/Slania_JM/status/1314984966036561920?s=20
Si pueden dense una vuelta, y de paso envienle mucho animo porque tiene un examen importante y la pobre no deja de dar vueltas de puro nerviosisimo.
Ahora, leí un comentario que me preguntaba cuántos capítulos tendría este arco y cuando intente responder la app de Wattpad me saco error, lo deje y se me ha ido acumulando. Tenía programado que el tercer arco solo tuviera quince capítulos pero ya saben como son las cosas conmigo, lo único que puedo confirmarles es que al menos tendrá quince capítulos. Y sabrán que se acaba cuando lleguemos al capítulo de Noche, en eso al menos estoy cien por ciento segura.
Capítulos que tengo programados de escribir. Otras dos entradas del Emperador. Aizawa. Kirishima. Katsuki. Dos de Izuku (o tal vez tres no sé). Shigaraki. Y por supuesto Noche.
Creo que eso sería todo. En fin, nos vemos la siguiente semana y por favor cuidense mucho.
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