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4.3. Incertidumbre


Título Alternativo: Razones para no iniciar una guerra: No soportas la sangre.

[...]

Tras una noche terrible Neito abandonó la cama a primer hora de la mañana, se lavó la cara que sentía pastosa y cansada antes de recibir a las sirvientas que le ayudarían a vestirse y mientras desayunaba té con bocadillos secos se puso a repasar la lista de pendientes que tenía. Y como tenía la firme intención de visitar a su hermano antes de comenzar con su rutina matutina llamó a su palanquín que lo llevó de vuelta al palacio.

Gracias a la hora los pasillos estaban vacíos evitándole la molestia de tener que parar cada cinco minutos para saludar o charlar con los invitados de su padre. Además de los sirvientes, los únicos que parecían despiertos eran él y Sombra que trotaba detrás de él con el mismo estoicismo de siempre.

Esa mañana las emociones de Neito se mantenían quietas a fuerza de voluntad. Su furia –ante la idea de que su hermano hubiese guardado secretos de la familia, su horror –ante la idea de tener que atender y recibir a la familia Shigaraki en el palacio–, su resentimiento –ante las deferencias que su tío Taehiro le había mostrado a su hermano–, y por supuesto su confusión –ante el comportamiento de su padre–, se hallaban bien sujetas bajo el control que Neito había perfeccionado tras años de educación y control.

Su misión era clara: Hacer que Denki se disculpara y devolver las cosas a como eran antes. Y por eso fue altamente perturbador cuando encontró un cuarto inmaculado, limpio y absolutamente vacío. Su hermano no estaba ahí y por la cama hecha y la limpieza general todo indicaba que se había levantado hace rato.

Ligeramente irritado Neito buscó al mayordomo del área, quien le contó que el Tercer Príncipe solía desayunar con el Emperador.

—¿De verdad? —su extrañeza era genuina porque le sorprendía que su padre nunca hubiera mencionado el hecho y al mismo tiempo experimentó un alivio momentáneo ante lo que suponía era el inicio de un entendimiento por ambas partes.

—Así es, Alteza.

Así que Neito cruzó el palacio hasta el ala del Emperador para participar en lo que esperaba fuera una reunión de reconciliación.

—Buenos días, Alteza —lo saludó uno de los guardias al verlo llegar—. Me temo que el Emperador sigue durmiendo.

—¿Y mi hermano?

La pregunta hace que los guardias intercambien una mirada de confusión.

—¿Mi hermano no suele desayunar con mi padre?

—Oh, así es, Alteza, el Tercer Príncipe suele venir temprano para pasar un momento en privado con el Emperador, pero en este día no lo hemos visto.

Neito suspira. Al pensar en el cuarto vacío y en la ausencia del guardia, no le cuesta trabajo suponer que Denki ha salido a despejarse la cabeza antes de desayunar con su padre y con suerte arreglaran el asunto sin interferencia alguna, y como él tiene otros pendientes decide iniciar su día prometiéndose buscar a su hermano antes del almuerzo para obligarlo a bajar.

Su mañana incluye un reunión con Hakamata para escoger los asuntos más urgentes que le presentaran al Emperador en su reunión vespertina –aquellos que Neito ha fallado en resolver–. El administrador del palacio le pregunta muy sutilmente sobre la reunión entre los embajadores de Ame y el Emperador tras la cena de la noche anterior, pero Neito le da largas y en cambio lo deja para reunirse con sus asistentes que lo ayudan en organizar las actividades para los invitados del Emperador, entonces debe centrar su atención en supervisar el arreglo de lugares para el banquete de esa noche, la confirmación de los bailarines y músicos, además de arreglar cualquier otro inconveniente que pudiera haber.

Siendo que es el último gran evento antes de que la mayoría vuelva a casa Neito sabe que su padre espera un gran espectáculo, comida abundante, y detalles esplendorosos. Por eso se irrita cuando en su reunión con el tesorero del palacio este le informa que los gastos de los banquetes han excedido el presupuesto inicial. Lo irrita porque le tocara sentarse con Hakamata para discutir como cubrir el exceso sin afectar el resto del presupuesto destinado al palacio.

Para cuando llega el almuerzo Neito se siente drenado. La tensión de cuidar hasta el último detalle y de asegurar la perfección en cada evento, añadida a sus actividades diarias, es desgastante. Solo un día más, se dice, y después seguirá teniendo trabajo pero al menos no tendrá que preocuparse por alimentar y mantener a decenas de invitados.

El almuerzo de ese día es exactamente igual que los anteriores, solo que en esa ocasión su acompañante –el Patriarca de los Torikin– se lanza de inmediato a un monologo interrumpido sobre las ventajas de invertir en los campos de arroz, los beneficios que puede obtener y los tiempos de producción. Es una conversación absolutamente fuera de lugar porque Neito no tiene ni interés en los campos de arroz ni en nada que se relacione con la agricultura, pero deja al hombre desahogarse ofreciéndole una sonrisa cortes y un 'hm' ocasional.

—¡Ah! —dice el hombre al terminar ofreciéndole una inmensa sonrisa—. Estoy tan emocionado por trabajar con usted, Alteza.

La taza de té que sostiene Neito se paraliza en el aire.

—¿Cómo?

—Los registros de mi administrador están a su disposición para que pueda estudiarlos con calma, consideramos que su primer aporte económico le ofrecerá ganancias de un veinte por ciento, aunque seguramente el Tercer Príncipe le ha informado que eso llevará tiempo. Al menos seis meses. Sé que tal vez no sea una ganancia atractiva a primera vista pero le aseguro que el riesgo es mínimo y por supuesto puede mejorar.

—Uhm, Lord Torokin, lamento interrumpirlo, me temo que mi hermano no ha sido muy claro al explicarme la situación. ¿Le molestaría repetirla para mí?

Y es así como Neito se entera que, en algún momento y sin aviso alguno, su hermano le ha hecho promesas a Lord Torikin de que él invertirá en sus campos para reponer las pérdidas causadas por la plaga que asola el norte de la región.

¿Qué has hecho?, piensa con ira mientras sigue oyendo al patriarca enlistar los riesgos y las ganancias. Pero esa frase sacude su ira y la reemplaza con la imagen de su hermano aterrado pidiéndole que se esconda, solo entonces se acuerda de su intención de ir a buscarlo para obligarlo a bajar.

Se me olvido.

"¿Te das cuenta de que nunca habla de él?"

Las nauseas vuelven y Neito se obliga a respirar antes de mirar a su acompañante.

—Necesito consultar con mi administrador personal la liquidez que podemos usar en este proyecto y agradecería que me enviara los registros de su administrador esta misma semana.

Acuerdan una cita para reunirse a considerar cifras y eso zanja el asunto con el patriarca Torikin aunque no calma la repentina ansiedad que se instala en Neito.

Como es día de consejo, todos los integrantes de la corte disfrutan de una pausa breve tras el almuerzo antes de reunirse para una sesión cerrada. En esa hora Neito suele ir de un lago a otro ultimando los detalles con sus conocidos a fin de garantizar que no haya votaciones inesperadas, ese día sin embargo sigue a su padre a sus dependencias privadas.

—Tendré dos reuniones consecutivas, Neito, ¿necesitas algo?

Decenas de preguntas destellan en su mente como estrellas en cielo: ¿Has hablado con Denki? ¿Arreglaron el malentendido? ¿Se ha disculpado? ¿Qué paso anoche?

Traga saliva, se retuerce las manos y se arma de valor.

—Hey —le dice su padre y Neito alza los ojos para mirarlo—, no te he dado las gracias por el magnifico trabajo que has hecho atendiendo a todos los invitados, he oído alabanzas y felicitaciones por la comida y los espectáculos. Lo has hecho muy bien, hijo mío.

Es como si una cortina de agua fresca corriera por su garganta, como un soplo de aire fresco en sus pulmones, la ansiedad se disuelve y toda la tensión abandona sus hombros. No puede evitar sonreír.

—Gracias, padre, es un orgullo para mí saber que he logrado complacerte.

—También quiero pedirte una disculpa, entiendo que la presencia de la familia Shigaraki representa una ofensa al recuerdo de tu madre, pero no podemos dejar que las ofensas del pasado nos impidan crecer ahora, ¿verdad?

—Pero, padre-

—No —una sola palabra y toda protesta se ahoga—. Tal vez no entiendas por qué estoy haciendo esto, pero necesito tu apoyo, Neito. Necesito que veas más allá de sus apellidos. Necesito que dejes de torcer la boca cuando entran en la habitación y dejes de huir como si tuvieran la peste, todos notan tu reprobación y no es bueno para nuestra familia que vean tus muestras de desprecio cuando tu hermano hace justamente todo lo contrario.

Ahora es el momento, pregunta por Denki, pregunta por lo que sucedió anoche, pregunta por lo que dijo.

Pero está contento. Está calmado. No queremos irritarlo. Y va a decepcionarse si sabe que estuve ahí.

—Neito —añadió su padre acercándose a él para mirarlo a los ojos, entonces apoyó las manos en sus hombros en esos raros momentos en que compartían un secreto—, necesito tu ayuda.

—¿En qué padre?

—Tu hermano se ha encaprichado con Tomura Shigaraki.

—¿Qué?

—Y me temo que el sentimiento es mutuo.

—No.

—En un momento voy a reunirme con su padre y todo parece indicar que pedirá formalmente casarse con tu hermano.

—No

—Neito —y las manos de su padre masajearon sus hombros, tenía la misma expresión grave que había usado cuando le pidió que hablara con Mirio sobre su súbita abdicación a su título—, tú y yo sabemos que la posición del imperio es delicada. Nuestras arcas no soportarían otra larga guerra, las bandas que habitan las Tierras Libres han comenzado a cruzar a nuestro territorio confiados en que estamos lidiando con el ejército de Ame en el suroeste, y la plaga que asola el norte amenaza con desatar una ola de hambruna en toda la región. Tú lo sabes porque has estado conmigo en cada una de las reuniones del consejo. Sabes lo que esta guerra significa para nosotros.

—Pero la paz...

—La paz está en la mesa, sí, pero ya oíste lo que él pide. Quiere casarse con tu hermano. Ahora, mientras no comprobemos sus credenciales, su petición se mantendrá en pausa, pero una vez que su identidad sea confirmada será imposible rechazarla. Así que tu hermano se casará con el Príncipe de Ame a menos que tú puedas encontrar una sustituta apropiada. Su comitiva se quedará aún después de que todos los demás se vayan, y quiero que organices tus reuniones sociales y lo invites a fin de que conozca a todas las mujeres solteras disponibles. Tu trabajo será hacer convencerlo de que no vale la pena casarse con el inútil de tu hermano.

Hay algo, una mezcla entre náuseas y acidez estomacal, que se agita en su interior. Lo siente en la garganta, amenazando con salir sin permiso.

—Él no es...

—Lo siento, Neito, pero es la verdad, en términos de matrimonio tu hermano no tiene nada que ofrecerle. ¿No crees que es raro que quiera casarse con él? No podemos confiar en sus intenciones.

—¿Y Shigaraki?

Y la pregunta hace a su padre torcer el gesto y sacudir la cabeza. Se aparta de él y Neito se arrepiente de haber provocado que el gesto sombrío vuelva a la cara de su padre.

—Si tu hermano quiere casarse con él, ¿qué puedo hacer yo?

—Denki nunca...

—No vamos a discutir esto, tratemos con un compromiso a la vez, ¿de acuerdo?

—Por supuesto, padre.

Ahora. Pregunta por Denki. Hazlo.

Pero no queremos decepcionarlo.

"¿Te das cuenta de que nunca habla de él?"

Neito traga en seco. Abre la boca y se fuerza a escupir una simple pregunta.

—¿Has hablado con Denki?

—¿Sobre qué?

¿Sobre la discusión de anoche? ¿Sobre las cosas que dijiste?

Pero cuando su padre lo mira las palabras se le atoran en la garganta y no puede. Simplemente no puede decirle que estuvo en el armario, no se atreve a pedirle una explicación por todo lo que le escucho decir.

—Es que fui a verlo esta mañana —dice en cambio— y no estaba en su habitación.

—¿Y?

Si Neito fuera un gato se erizaría ante el tono pero no lo es, en cambio se estremece como si acabaran de bañarlo con agua fría.

—Tal vez —dice y se aturulla con la bola que siente en la garganta. Tiene que tragar, humedecerse los labios e intentar de nuevo—. Sería agradable que tuviéramos una cena familiar para aclarar este malentendido.

Su padre suspira frotándose el puente de la nariz.

—No quería decirlo, Neito, pero tu hermano ha tenido una recaída.

—¿Qué?

—Noche, explícaselo.

—Por supuesto, Majestad —dice una voz tras él y Neito se gira para ver al guardia en al puerta—. Alteza, me temo que la tensión de los últimos días ha sido excesiva para el Tercer Príncipe, ha pasado toda la noche con fiebre y ha empezado a vomitar esta mañana. Por cuestiones de comodidad lo hemos trasladado a otra habitación más cerca de su padre.

Una vez, cuando se peleó con su hermano, este le lanzó un puñetazo al esternón que lo dejo sin aire, así se siente ahora al pensar en cómo dejo a Denki pese a lo delicado de su condición.

—Quiero verlo.

—Neito —dice su padre—, el médico está con él y tiene sirvientas que lo atienden. Tu hermano no necesita que la gente se apile a los pies de su cama. ¿O acaso no confías en el cuidado que le ofrecemos?

—Pero-

—¡Neito! —y al oírlo no puede evitar envararse porque es el tono definitivo, el que le dice que su padre ha terminado de hablar de ese asunto—. Tienes cosas que hacer, no permitas que la enfermedad de tu hermano te impida hacerlas. Tu hermano no te necesita, nunca te ha necesitado, pero si insistes podrás verlo cuando este mejor y la fiebre se haya ido. Es todo.

Neito se despide en voz baja de él y sale de sus aposentos sin dirección. Le toma un rato reaccionar, solamente cuando de los sirvientes de Hakamata le dice que la sesión cerrada del consejo está por iniciar.

—Que empiecen sin mí —responde Neito antes de dar media vuelta para encerrarse en el pequeño despacho que tiene en el palacio.

Lo primero que hace ahí es hacer una lista de candidatas posibles para el Príncipe de Ame, y después intenta hacer una lista con los atributos que considera atractivos para el Príncipe Shouto.

Belleza es el primer punto de su lista (Aunque hay pocas personas más bonitas que mi hermano). Carisma (Cuando quiere Denki puede ser encantador). Carácter (Eso lo tenemos en la familia)

"no vale la pena casarse con el inútil de tu hermano."

Neito se detiene, apoya los codos en la mesa y se encorva hacia adelante mientras las nauseas vuelven.

¿Por qué dijo eso?

Quiere preguntarle. Quiere oír a su padre disculparse. Quiere entender por qué. Pero en ese momento entiende que nunca podrá formular esas preguntas en voz alta. Simplemente no puede. Pero tampoco puede fingir que no escucho a su padre gritar aberraciones que lo hacen sentir enfermo. No puede fingir que todo sigue igual.

Así que Neito aparta las listas, toma una hoja blanca y empieza.

Querido hermano.

Sé que discutimos la noche antes de que te fueras...

Se detiene, duda, lo tacha y descarta la hoja en una bola que termina en la esquina.

Mirio

Sé que estas enfadado con papá por la presión de tener que casarte...

Vuelve a dudar y el papel termina en otra bola que le hace compañía a la primera.

Neito respira, concentra la duda y la incertidumbre y vuelve a intentarlo.

ERES UN UROBI GIGANTESCO Y ESTUPIDO QUE PREFIRIO LARGARSE ANTES QUE ASUMIR SUS RESPONSABILIDADES. SIGO ENFADADO Y DECEPCIONADO Y ABSOLUTAMENTE FURIOSO.

PERO NECESITO QUE VUELVAS.

NECESITO QUE TOMES UN CABALLO Y NO PARES HASTA QUE LLEGUES.

VUELVE, MIRIO.

VUELVE.

POR FAVOR.

Dobla la hoja y la sella antes de que pueda arrepentirse de lo que ha escrito. Escribe el nombre clave de su hermano en el sobre y se lo entrega a Sombra.

—Envíalo por mensajería urgente.

La mujer obedece y se marcha para cumplir con su cometido mientras Neito se pasa una mano por la cara. Tal vez él nunca ha sido capaz de oponerse a la palabra de su padre, pero Mirio es un experto en el campo. Solo espera verlo llegar antes de que su hermano se case.

[...]

N/A,

Nota random de otro evento que Denki provoca sin darse cuenta. En el capítulo de baile, mientras Denki está divagando y bailando le toca hacerlo con un muchacho que está preocupado por una plaga que asedia los cultivos de su familia y necesita un inversor, cuando le pregunta si cree que el Segundo Príncipe esté interesado en el proyecto, Denki le dice que sí. De ahí sale la conversación que Neito tiene con el Patriarca de los Torikin durante el almuerzo.

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