4.21. Confrontación
Título Alternativo: Como (no) despertar a un Príncipe
[...]
Katsuki se negó a entrar en pánico, en cambio buscó por algún síntoma visible que indicara un envenenamiento parcial, pero no encontró nada especifico. Y estando inconsciente Denki no podía describirle sus síntomas a detalle por lo cual el único síntoma claro era una especie de fiebre debilitante. Entonces se acordó de lo que había dicho Shouto.
"El Emperador dice que está enfermo"
En su momento había creído que era una mentira, había pensado que era tan solo otra excusa del Emperador para ocultar algún otro ojo morado, pero...
¿Hace cuánto que está así?
No había respuesta y Katsuki decidió dejarla en paz pues tenía asuntos más urgentes que requerían su atención. Su plan de convencer a Denki, hacer que se vistiera con la túnica extra que llevaba encima, ayudarlo a escalar la pared y guiarlo por la ruta de escape que había trazado, requería que el muchacho se moviera por cuenta propia, así que Katsuki retomó su tarea de despertarlo.
Pero sacudirlo resultó inútil.
Irritado, Katsuki estudió los alrededores casi esperando que la respuesta estuviera a su alrededor pero no había nada; después fue hasta la ventana para calcular la distancia que lo separaba hacia el tejado. Tanteó con cuidado la posibilidad de cubrir a Denki con una de sus sábanas para sacarlo en brazos. Si lo hacía no iba a poder escalar por la pared con una persona inconsciente y siendo que su ruta de escape era por el tejado su plan se complicaba pues aún si lograba subir con Denki no creía que pudieran volver a bajar.
Si no puedes ir por arriba...
Miró hacia el jardín, envuelto en sombras y silencio. Había suficientes arbustos para mantenerlos ocultos de cualquier guardia que mirara por las ventanas, podía cruzarlo sin esfuerzo llevando a Denki en brazos hasta llegar al otro extremo del palacio donde sería fácil colarse en los pasillos, y aún si llevaba a Denki a cuestas tenía la certeza de que podía moverse lo suficientemente rápido para alcanzar la salida.
Era una idea. E iba a requerir que Denki se pusiera el uniforme negro. Volvió junto a la cama, terminó de apartar la sábana que cubría el cuerpo en la cama y se congeló al considerar que debía (des)vestirlo.
Es mejor si está despierto.
Por fortuna para él se acordó que tenía una jofaina de agua sobre el mueble a su lado dentro de la cuál había un paño flotando. Tomó el trapo, lo exprimió y después lo pasó por el rostro de Denki en un intento por refrescar su piel, repitió la operación en la planta de sus pies y después por sus brazos. La brisa fresca que entraba por la ventana alcanzó los tobillos húmedos y la sensación pareció sacudir a Denki que emitió un quejido bajito.
Tomando el sonido como una victoria Katsuki repitió su tarea. Como el cuerpo de Denki emitía un calor constante el trapo se calentaba en cuestión de segundos y la frescura se desvanecía sin dejar rastro, pero Katsuki persistió en su trabajo. Resultaba pesado girarse para humedecer el trapo mientras permanecía encorvado sobre el colchón y en una ocasión cuando éste se le cayó de las manos vio de reojo la otomana que tenía detrás de él –un mueblecito rectangular sin respaldo, con dos reposabrazos en los extremos–, estaba justamente en la posición y la altura perfectas para alcanzar la jofaina apenas estirando el brazo, bien podría sentarse con Denki en el regazo a fin de continuar con su tarea.
La idea lo hizo fruncir el entrecejo. ¿Dónde está el sirviente que debería estar vigilando la fiebre?
Era probable que el sirviente se hubiera retirado a comer o a dormir, y habría sido terrible que al volver encontrara a Katsuki en la habitación del Príncipe; esa idea lo hizo apretar los dientes. No podía postergarlo más. Humedeció el trapo una vez más y levantó a Denki de la cama hasta apoyar la cabeza sobre la curva de su brazo, lo hizo de manera que el pelo dejaba al descubierto la delicada nuca. Al colocar la tela húmeda en la base de su cráneo Denki se estremeció.
—...no —murmuró en voz bajísima. Un sonido que se habría perdido en la noche si Katsuki no estuviera justamente encima.
Vamos.
Cuando el trapo se calentó volvió a humedecerlo sin soltar a Denki, lo apretó con una sola mano y resultó inevitable que el exceso de agua corriera de las puntas del trapo a la piel de la nuca, empapando además la parte superior de la bata. El agua que se deslizo por la espalda logró sacudir a Denki, quien empezó a murmurar con más fuerza como si luchara contra el sueño.
—...¿quién? —murmuró Denki frunciendo el entrecejo como si no lograra entender.
—Tienes que despertarte —ordenó Katsuki remojando el trapo una vez más.
Un momento después los ojos finalmente se abrieron y parpadearon ante él.
—...¿Katsuki?
—Te sacaré de aquí.
— ...¿qué?
—Tengo una túnica extra parecida a la que usan los guardias, podremos cruzar el palacio sin que nos vean, pero necesito que te sujetes de mí mientras escalo la pared. Solo será un momento, después volveré a cargarte. Vas a tener que cambiarte y después saldremos.
—...¿qué?
—Mírame, Denki —el muchacho obedeció y Katsuki tomó nota de su mirada nublada y confusa—. Tienes que sujetarte, ¿lo entiendes? Necesito que te sujetes para salir de aquí.
—...¿salir?
—Sí. Es hora de irse.
Denki volvió a fruncir el entrecejo como si no lograra entender, entonces hizo una pregunta que Katsuki no esperaba para nada.
—...¿shouto?
Katsuki procuró ahogar la irritación, era obvio que la fiebre no lo dejaba pensar con claridad.
—Voy a levantarte, necesitas cambiarte.
—...no
—No voy a soltarte.
Apoyó una rodilla en el colchón y enderezó a Denki hasta dejarlo sentado, estaba listo para apartarse cuando las manos de Denki cobraron vida propia, lo aferraron con una fuerza inesperada –una en su brazo y la otra de la pechera de su uniforme– donde apretaron con saña.
—...erto...
—¿Qué? —Denki gimió como si luchara por apartar la neblina que lo consumía—. ¿Puedes vestirte?
La respuesta de Denki fue absolutamente inesperada.
—...matarán a Shouto.
—¿Qué?
—...por favor... —respondió Denki alzando su cabeza que se tambaleó como si el cuello ya no tuviera fuerza para sostenerlo antes de caer hacia atrás, sobre el brazo que seguía sujetándolo— salva a Shouto...
—¿De qué estás hablando?
—evita... —se atragantó y apretó los ojos. Cada palabra parecía costarle demasiado— ...sálvalo
Era obvio que la fiebre lo estaba lo estaba haciendo delirar así que Katsuki intentó calmarlo.
—El bastardo está bien, ahora mismo está en una fiesta.
Denki sacudió la cabeza, gimió, lo oyó tragar y sus dedos se tornaron blanquecinos al aferrarlo con la poca fuerza que había logrado reunir. Había dolor en su voz, pero también una chispa de determinación que luchaba contra la fiebre.
—...no entiendes.
—Shouto está bien.
—...lo matarán.
—Nadie le hará nada.
—...tienes que salvarlo.
—Shouto puede cuidarse solo.
La mano que sujetaba su brazo lo soltó para aferrarse al cuello de su túnica, podía sentir la piel caliente rozar su clavícula. La ansiedad, determinación y miedo que burbujeaba en los ojos dorados era tan clara como la luna en un cielo negro.
—Ve por él —ordenó con una firmeza inamovible—. Llévatelo.
—Nos vamos —respondió Katsuki con firmeza listo para sacarlo por la ventana—. Primero te sacaré a ti y entonces volveré por Shouto.
La respuesta de Denki fue soltarlo como si tuviera intenciones de alejarse.
—Vete.
—Él estará bien —repitió Katsuki apartando de forma inconsciente a Hodo que saltó a su brazo tras subirse al colchón.
—...no lo entiendes.
—¿Qué?
—...lo matarán —frunció el entrecejo como si no supiera qué más decir.
Tenía la misma expresión que esa noche en la posada cuando había intentado pedir su ayuda, había un secreto ahí que no podía decir en voz alta. Katsuki decidió que era suficiente, deslizó el brazo izquierdo bajo las piernas de Denki e hizo ademan de arrancarlo de la cama pero el muchacho se giró para aferrar las sábanas con la poca fuerza que le quedaba.
—Suelta.
—...si se muere todo termina.
—¿Terminar qué?
Entonces Denki se volvió para mirarlo, la misma expresión decidida que batallaba con la mueca de dolor que parecía querer instalarse en su rostro. Duro un latido y luego otro, entonces Denki le sonrió débilmente –una disculpa clarísima– que paralizo a Katsuki por completo.
—Vete —susurró y Katsuki supo que no iba a permitir que lo sacara de ahí.
La bilis se sacudió en su garganta. No había hecho ese maldito plan para arrepentirse a la mitad del camino, había considerado las consecuencias y cada maldita posibilidad, una de ellas había sido sacar a Denki en contra de su voluntad, ponerle una mordaza y sacarlo aun si tenía que hacerlo pataleando. Con esa idea en mente sacó el brazo de debajo de las piernas de Denki y extendió las manos para sujetarlo de la cintura y arrancarlo de la cama, pero no lo consiguió porque un momento después su cuerpo se movió guiado por un reflejo condicionado –su periferia había captado un súbito destello a su izquierda de algo que se aproximaba–, y se apartó de Denki a tiempo de evitar la daga que cruzó frente a él y se clavó limpiamente en la cabecera de la cama.
—Esa ha sido una advertencia —respondió una voz calmada en un timbre sedoso que estremeció a Katsuki. Al girarse no vio nada pues el intruso se mantenía más allá del círculo de luz que los rodeaba y le resultaba imposible identificar su posición exacta—. No se toca.
¿Cuándo ha llegado? Pensó y entonces se acordó de su mascota, pero estaba seguro de no haber oído una puerta o el sonido de sus pisadas.
—Me temo que ha traspasado un pabellón privado, Príncipe Bakugou —continúo la voz y Katsuki entrecerró los ojos al percibir como las sombras se sacudían más allá de la luz—, mi sugerencia es que se aparte de la cama.
—Deja que se vaya —dijo Denki girando el rostro para mirar hacia las sombras.
—¿Hmm? —respondió la voz y el silencio se alargó un momento.
Cuando Noche emergió de las sombras para detenerse en la esquina inferior izquierda, Katsuki no pudo evitar tensarse pese a que los separaba la inmensa cama. Noche no lo miraba a él, tenía los ojos puestos sobre el Príncipe en un gesto de concentración absoluta. Era una expresión que hizo a Katsuki querer ponerse enfrente, elevar un muro o simplemente empujar al guardia fuera. No le gustaba esa expresión. Para nada.
—Deja que se vaya —el por favor estaba implícito y el estómago de Katsuki se encogió. Notó dolor en la parte alta de su mandíbula, ahí donde sus muelas se apretaban con tanta fuerza que empezaba a sentir calambres en la cara.
—Si Su Alteza lo pide es imposible negarse —el susurro complacido hizo que la ira de Katsuki volviera a sacudirse como si fuera lava. Tenía ganas de asesinar algo.
La respuesta le arrancó un suspiro a Denki que dejo caer la cabeza como si acabara de gastar el último destello de energía que le quedaba, el pelo rubio se extendió sobre la cama como un manto dorado que parecía cambiar de color gracias a la ondulación de la luz que provenía de la lámpara. Encogió las piernas parcialmente desnudas y aferró las sábanas húmedas cuando el dolor volvió a él, los dedos de sus pies también se encogieron y un débil murmullo de agonía quedó ahogado contra el colchón.
—Es momento para que nuestro no-invitado se marche —dijo Noche y eso arrancó a Katsuki de su burbuja pues ni siquiera se había dado cuenta del momento en que había apartado sus ojos del guardia para posarlos en Denki.
—No me iré con las manos vacías —respondió él y la respuesta de Noche fue mover las manos hacia el frente dejando a la vista las dos dagas cortas que sostenía entre ellas y cuyo filo relució en la amarillenta luz de la habitación.
—Sugiero no desperdiciar la generosidad del Príncipe, de lo contrario me veré obligado a matarlo.
—Quiero ver que lo intentes, estúpido.
Se midieron en silencio durante lo que parecieron horas. Resultaba imposible ignorar el aura asesina que provenía del guardia, pero al ver su postura Katsuki comprendió que Noche no lo atacaría a menos que él atacara primero así que empezó a considerar sus opciones. Entendió que no había posibilidad de cargar a Denki y correr hacia la ventana –darle la espalda al guardia habría sido dibujar un blanco en su espalda–, podía luchar contra él, pero algo le decía que no iba a ser un enemigo fácil.
"Vete"
Katsuki sacudió la cabeza, no iba a irse sin Denki aún si en ese momento no conseguía pensar en cómo deshacerse del guardia sin alertar al resto de sus compañeros.
[...]
NA/
La conversación entre Katsuki y Noche es algo que se salió de control así que tuve que dividir este capítulo en dos. Sorry.
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