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4.19. Ataque


Título Alternativo: Como (no) presionar a un hombre irascible

[...]

No fue exactamente un impulso incontenible el que llevo a Shouto a declarar en medio del anfiteatro que había solicitado casarse con el Tercer Príncipe. Suponía que la mejor manera de presionar al Emperador era demostrándole que sus intenciones eran serias, además también era posible que los nobles que se oponían a la guerra presionaran al monarca de aceptar el trato. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr y por eso soporto estoicamente el silencio larguísimo que siguió a su declaración mientras decenas de ojos lo miraban como si acabara de perder la cabeza.

—El intermedio está por terminar, será mejor volver a nuestros lugares —dijo Neito tras recuperarse de la sorpresa para después llevarse a Shouto de vuelta a su palco. Apenas se alejaron los murmullos estallaron como decenas de abejas furiosas— ¿Por qué has dicho eso?

—Porque es la verdad.

Neito sacudió la cabeza, por su expresión era claro que la idea de casar a su hermano seguía siendo una cuestión absurda, pero poseía el suficiente sentido común para no desafiar al Príncipe del reino en conflicto. Lo que hizo fue inclinarse hacia él apenas estuvieron solos para susurrarle.

—¿No te importa arruinar la reputación de mi hermano?

—Me importa más sacarlo de aquí.

Eso consiguió que Neito se enderezara como si acabaran de abofetearlo y el resto de la obra transcurrió sin incidentes. Al día siguiente las invitaciones para el té llegaron en montones numerosos, y Shouto estudió los nombres con calma intentando recordar aquellos a los que Denki había anotado en una lista. Recordaba haberla visto en una de sus visitas olvidada sobre una hilera de libros viejos, pero solo un puñado de nombres se había quedado con él. A esos los coloco al inicio de su lista y el resto los ordenó al azar, esa habría sido una tarea que bien podría haberle encargado al mayordomo asignado por el Emperador pero prefería mantener su itinerario lejos de ellos, especialmente de Ina. Así que durante los siguientes días Shouto hizo lo que no había hecho en toda su vida: Actuar como un Príncipe y sociabilizar con los nobles.

Era una ventaja que el tutor asignado por su madre le hubiera taladrado el protocolo real a muy temprana edad porque desde que abandonara el palacio de su padre no se había preocupado por los títulos, las sutilezas, la ceremonia del té, y la perfección. El trato que recibía ahora era muy diferente de la cortesía que había recibido antes, ésta había sido un reflejo de la cordialidad dirigida a Keigo y se inclinaba más a la tolerancia y la indiferencia. La cortesía que recibía ahora desbordaba entusiasmo, mucha corrección y demasiadas zalamerías.

El único que no había cambiado en su manera de tratarlo era Katsuki, que seguía insistiendo en mantener al mínimo sus intercambios los cuales se reducían a entrenar en el campo a primera hora de la mañana.

—¿Has visto a Denki? —esa solía ser la primer pregunta susurrada tras intercambiar en voz alta los saludos protocolarios. Y es que el número de curiosos que rondaban el patio de entrenamiento a esa hora había aumentado drásticamente desde que todo el asunto con el teatro. De hecho, los rumores y el escandalo habían logrado que muchos de los invitados que tenían planeado marcharse en esos días decidieran, repentinamente, alargar su estadía.

—Sigue enfermo —era la respuesta de Shouto y Katsuki liberaba su frustración tirándolo al suelo.

—¿Y le crees?

—No importa si es mentira —repetía Shouto en cada ocasión—, en algún momento tiene que ceder.

Katsuki se reía de su ingenuidad por supuesto, y esa era la diferencia entre ellos. Una de muchas.

—Estás atrayendo demasiada atención —murmuró Katsuki un día al notar a los curiosos que vagaban por ahí.

—Me pondré a gritar de ser necesario. Así no importará si el Emperador se tapa las orejas.

—Pues ten cuidado —murmuro Katsuki—, cuando tienes una multitud a tu alrededor es difícil saber de dónde vendrá el cuchillo.

—Suena como un consejo sensato. ¿De quién lo aprendiste?

—De la misma persona que he aprendido todo.

Shouto descubrió entonces que la reina Mitsuki ya no estaba entre el grupo de curiosos, una ocurrencia que se había repetido invariante desde la mañana posterior a la obra de teatro.

—¿Tu madre se ha ido?

—Por fin.

—Creí que habías dicho que se negaba a marcharse.

—Al final logré convencerla.

—¿Cómo?

Katsuki lo ignoró, un detalle que Shouto había aprendido era la respuesta a las preguntas que consideraba impertinentes.

—Por cierto —añadió mientras se sacudía el polvo de su ropa de entrenamiento al final de la sesión—, Neito vuelve a invitarte a la reunión de té esta tarde.

—Ya te dije que no, y espero que no estés hablando de mí con él.

—No hablamos de ti, pero a él le gustaría charlar contigo.

—No me interesa. Tras rechazar todas las invitaciones y mensajes que me ha enviado habría supuesto que mi respuesta era clara, pero es un necio aún peor que su hermano.

—¿Por qué no hablas con él?

—¿Y qué va a decirme? Me dirá que no hable de lo que vi, que no tome juicios precipitados o alguna estupidez parecida.

Shouto no dijo nada. Lo primero que Neito le había dicho cuando se atrevió a tocar el tema había sido decepcionante: "El Príncipe no debe juzgar a mi padre por un momento de debilidad".

—Si su intención fuera ayudar a su hermano —continúo Katsuki— habría dicho algo, pero es obvio que no podemos contar con él así que no tengo tiempo ni interés en escuchar sus excusas.

Shouto suspiró con tristeza antes de retomar su práctica matutina. Al terminar se despidió de Katsuki para volver a sus habitaciones a darse un baño antes de iniciar con su itinerario social. Mientras se remojaba no dejo de pensar en el último comentario de esa mañana.

En ciertos aspectos Neito se parecía a Fuyumi, ambos mostraban una lealtad férrea a una figura paterna peligrosa casi al punto de justificarla o incluso defenderla. Su hermana también había mostrado reticencia en condenar las acciones de su padre y solo había intervenido cuando la amenaza de la guerra civil había puesto en peligro la posición de su padre. Al final había sido por el bien de Enji y por nadie más.

Y así como su hermana había cambiado de opinión por cuenta propia, Neito necesitaba enfrentar la verdad sobre su padre solo, pero tras verlo insistir en mencionar y celebrar los logros del monarca a cada oportunidad, era claro que el Príncipe creía que lo ocurrido esa noche en la habitación de Denki había sido un evento aislado. Eso lo había hecho pensar en el golpe que le había tocado presenciar la noche del baile.

"Nadie más que Keigo y yo lo vimos"

No hubo rumores sobre el incidente y nadie se había quejado de la ausencia del Príncipe; de hecho, Denki había permanecido encerrado el tiempo necesario para que el horrible moretón en su cara desapareciera.

"Como si nunca hubiera existido"

¿Cuántos más de esos eventos habían ocurrido en la privacidad del palacio entre Denki y el Emperador?

La pregunta solo cimentaba la resolución de Shouto de sacarlo de ahí y con esa idea en mente seguía asistiendo a las reuniones sociales para enfatizar lo mucho que esperaba la oportunidad de llevar al Tercer Príncipe a conocer el reino de Ame.

Su plan de obligar al monarca a prestarle atención estaba teniendo éxito. Si bien su identidad aún debía "comprobarse" el imperio de Taiyou estaba obligado a tratarlo con la cortesía y la deferencia adecuada, y considerando que los emisarios que habían acompañado a Keigo habían respaldado su identidad de forma unánime resultaba imposible negarle un puesto en la mesa de discusión aun si el Emperador se negaba a concederle otra audiencia privada. Ahí donde ellos se habían negado a recibir a Keigo, no había excusa para no aceptar a Shouto.

Gracias a ello las negociaciones se habían reanudado pese a que el Emperador había intentado retrasarlo, y siguiendo las anotaciones y consejos de Keigo había sido fácil redactar un tratado que beneficiara a ambas partes. El éxito en la empresa había puesto a Neito de muy buen humor, y no era el único. El detalle que seguía causando conflicto era el compromiso, un punto que el Emperador seguía rechazando de forma tajante y aunque al principio había recibido un apoyo mayoritario de parte de sus consejeros conforme Shouto negociaba la dote y las concesiones que pretendía ofrecer el monarca iba quedándose solo en su negativa.

Lo que era decepcionante era que quienes abogaban por rechazar el compromiso se dividían en dos fracciones independientes: Aquellos que deseaban elegir a la esposa de Shouto y aquellos que tenían los ojos puestos en Denki para casarlo con alguna de sus hijas. Y si bien Neito no formaba parte de ninguno de estos dos grupos no tenía en reparos en ser el anfitrión de un montón de reuniones llenas de mujeres solteras.

A Shouto no le importaba, asistía a ellas como correspondía a la etiqueta pero se aseguraba de hablar de Denki a la primera oportunidad y mantenía el tema hasta que la velaba terminaba, no le importaba que la gente pensara que era un simple enamoradizo que se había infatuado con la belleza del Tercer Príncipe, lo importante era que habían logrado componer un tratado de paz que satisfacía a todos. Shouto estaba listo para firmarlo y cuando el Emperador quiso negarse sus consejeros le pidieron un momento en privado por lo que Shouto accedió a salir.

Para su sorpresa fue Noche quien lo acompañado de la cámara del consejo hasta la salita contigua a ella y en lugar de marcharse se quedo en la puerta a esperar con él.

—¿No tienes que volver?

—Los consejeros del Emperador no suelen apreciar que un miembro del Clan esté presente mientras intentan convencerlo de hacer su voluntad, además Su Majestad me ha pedido que le transmita una pregunta.

Shouto le dio la espalda y fue a sentarse a uno de los divanes de la sala, desde ahí miro a Noche. Las advertencias de Katsuki resonaban altas en su mente aunque era difícil hacerles caso cuando lo único que había visto de él era silencio, obediencia y calma.

—¿Cuál es la pregunta?

—¿Qué se necesita para eliminar el compromiso de la mesa?

A Shouto le sorprendió la cuestión. Había pasado días asegurándose de dejar en claro que ese era el único punto en el que no haría concesiones y que el Emperador se negara a entenderlo solo reforzaba su imagen de hombre intransigente.

—No voy a renunciar a él.

Noche inclinó la cabeza en un gesto de reconocimiento.

—El Emperador lo sabe —respondió el guardia sin cambiar el tono de su voz como si hubiera esperado esa respuesta.

—Si lo entiende por qué insiste en cambiar el tema.

—El Príncipe debe entender que Su Majestad no aprecia la idea de tener que casar a su hijo.

—Así que dejará la decisión en manos de Denki, ¿es eso?

—¿Decisión? ¿Qué decisión hay que tomar aquí?

—Permitir que me case con él o casarlo con Shigaraki.

Noche se encogió de hombros desinteresadamente.

—Desde mi punto de vista ambas opciones son igualmente probables.

—Entonces aceptas que originalmente el Emperador planeaba aceptar la propuesta matrimonial de la casa Shigaraki.

—¿No era ese el rumor que el oficial Takami compartió con nosotros?

—Pues yo estoy harto de los rumores y las mentiras. Tan solo quiero la verdad, ¿es pedir demasiado?

—mmm —el sonido fue bajo y musical, un contraste muy diferente de su tono protocolario. Al parecer la conversación tocó algo en el guardia porque cuando miró a Shouto su expresión se había transformado de fría indiferencia en curiosidad—, los nobles tienen un interesante concepto de la verdad. Hay verdades convenientes, verdades aborrecibles y las no mentiras, las primeras son las que se presumen en las fiestas, después están aquellas de las que todos huyen y por último como su nombre lo indica hay afirmaciones que no son mentira pero solo expresan una fracción de la verdad absoluta. ¿Qué clase de verdad está buscando el Príncipe?

—Dame una de cada una.

Los ojos de Noche relucieron como si estuviera a punto de sonreír, pero se contuvo y en cambio miro hacia la ventana como si considerara la cuestión. Tras una pausa volvió a mirar a Shouto.

—Tres verdades entonces y dejaré en manos del Príncipe la tarea de clasificarlas —alzó la mano con el dedo índice apuntando hacia el cielo—. Su Majestad no cederá voluntariamente a su hijo —extendió el dedo medio formando una 'v' con ambos—. La paz no se encuentra entre las prioridades de la corte —y por último alzó el dedo anular sujetando el meñique con su pulgar—. El Imperio no se atendrá a los caprichos de un Príncipe enamorado.

—Mi ofrecimiento es justo.

—Pero me temo que ni siquiera el Emperador posee potestad sobre el Tercer Príncipe.

—No es mi intención reclamar a Denki como si fuera un objeto.

Una sutil inclinación de cabeza fue la reacción de Noche al oírlo.

—Es la segunda vez que el Príncipe usa una familiaridad inesperada para referirse a Su Alteza.

—A Denki no le importa.

—¿Sí?... El Emperador se sorprendería de semejante afirmación considerando que sus interacciones con el Tercer Príncipe se limitan a tres encuentros desde su estadía en el palacio.

—¿Los has contado?

—Mi deber es saber lo que sucede en el palacio que gobierna el Emperador.

Shouto asintió.

—Aunque claro —añadió Noche en voz más alta mirándolo con intención—, no cuento las visitas nocturnas a la habitación del Príncipe.

La advertencia de Katsuki permitió que Shouto permaneciera completamente inmóvil. Katsuki dijo que el guardia sabía, pero... ¿sabe que estuve ahí o tan solo está tirando un anzuelo?

—Quien haya esparcido ese rumor no siente aprecio por la reputación del Príncipe —dijo Shouto con muchísima calma mirando a Noche hasta que se vio obligado a apartar los ojos. Era cierto lo que se decía de la mirada de un guerrero sombra.

En ese momento llamaron a la puerta y el sirviente que se apareció en ella le dijo a Shouto que el Emperador requería su presencia en la Sala del Consejo. Al pasar junto a Noche, que no mostró intenciones de acompañarlo, el guardia lo interceptó.

—A cambio de las tres verdades que le he dado, tal vez el Príncipe esté dispuesto a tomar una sugerencia de este sirviente.

—Adelante.

—Un hombre sensato entiende cuando debe avanzar y cuando debe retirarse.

—Entonces esperemos que el Emperador sea un hombre sensato.

Y tras decir eso se marchó con el sirviente para reunirse nuevamente con el Emperador cuya irritación volvía a ser clara.

—Pese al consejo de todos los presentes no puedo aceptar el matrimonio de mi hijo sin antes hablar con él, pero estoy dispuesto a imponer el plazo de un mes para finiquitar este asunto. Si en un mes el Tercer Príncipe se ha recuperado entonces el asunto quedará en sus manos, en caso contrario aceptaré este compromiso sin dilatación alguna. ¿Está el Príncipe dispuesto a esperar el mes que le solicito?

—Por supuesto.

Los miembros del consejo celebraron lo que consideraban una victoria inminente mientras el Emperador se retiraba a sus habitaciones. Shouto aprovechó esa tarde para descansar, planear y escribir misivas informativas que envió a Keigo en mensajería urgente. Pese a la aparente concesión del Emperador, Shouto mantuvo su presión sobre el asunto asistiendo regularmente a las reuniones del té organizadas por el resto de los nobles, pero cuando la corte se enteró que el compromiso del Tercer Príncipe se resolvería en un mes muchos retomaron sus preparativos de viaje; algunos con intenciones de volver después para averiguar el desenlace de la situación.

Los días transcurrieron con normalidad mientras la actividad en la Ciudad Imperial alcazaba su punto más alto. Decenas de carruajes se alistaron en las calles mientras otro incontable número de sirvientes organizaban el equipaje. Entre el caos Neito encontró tiempo y energía para organizar una última reunión en la tarde anterior a la partida de su grupo más cercano, y no dudo en invitar a Shouto para despedirse de las doncellas que había ignorado durante todos esos días.

Esa mañana Shouto entregó la invitación de Neito pero Katsuki volvió a rechazarla sin contemplación alguna. El resto del día transcurrió sin novedad y poco antes del atardecer Shouto se encontró una vez más en el hogar del Segundo Príncipe donde paso horas charlando con los invitados, cuando se aburrió salió al jardín a disfrutar de la brisa fresca mientras el artista que tocaba la flauta iniciaba otra melodía a petición de su pequeño público.

Shouto suponía que el alcohol, el calor del cuarto y la suave música lo habían adormilado más de la cuenta y esperaba que el aire lograra sacudirle la pereza; en cambio lo único que hizo fue hacerlo bostezar hasta que los ojos se le empañaron.

—¿Cansado? —preguntó Neito que se materializo a su lado.

—No demasiado.

En ese momento oyeron una carcajada altísima, un comentario ininteligible y la música de la flauta cambio a un ritmo más infantil mientras las risas estallaban.

—Por eso prefiero las reuniones de té —murmuró Neito con reprobación.

—Aceptaría té ahora.

—Vamos.

Se apartaron del salón de invitados y avanzaron por el pasillo circular que rodeaba el jardín hasta el otro lado de la casa. Ahí Neito los condujo hasta un saloncito privado en una terraza alta que miraba hacia las murallas donde se sentaron a esperar al sirviente que les llevaría el té.

—He pensado —dijo Neito de pronto con los ojos fijos en la lejanía y las manos en el regazo—, en lo que dijiste, sobre llevarte a mi hermano. Y no entiendo por qué —se aferró las manos y frunció el entrecejo aún sin mirarlo—. Si haces esto por lo que paso esa noche... si esta es tu respuesta... no es... mi padre no es... mi padre estaba ebrio y alterado... cometió un error... fue un momento único-

—No ha sido el único.

Neito lo miró —¿Qué?

—Tu hermano se pasó más de una semana con un ojo negro tan hinchado que se veía aborrecible.

—No es cierto.

—Tenía la cara roja y lo primero que hizo cuando lo levantamos del suelo fue disculparse por el alboroto.

—¿Cuánto fue esto?

—Tu padre lo pateó, lo escuchaste gemir y lo viste sujetarse el costado.

—No hables de eso.

—Y aún si no le hubiera puesto la mano encima no encuentro excusa para permitir que un padre le hable de esa forma su hijo.

—No fue-

—A mi hermana también le costó mucho trabajo oponerse a la voluntad de mi padre, lo hizo cuando toda la casa quedo vacía y era casi demasiado tarde. Yo me había ido. Mi hermano también. Mi madre con él. En ocasiones huir es la única alternativa que tenemos así que no voy a ceder en esto, no después de oír lo que tu padre dijo esa noche. Me llevaré a tu hermano antes de que padre lo mate, no hay alternativa.

Neito se levantó de golpe y lo miró con una expresión que mezclaba miseria y agonía, un momento después dio media vuelta y huyó como si fuera incapaz de enfrentar el juicio en ojos ajenos. Shouto suspiró e inmediatamente después dejo escapar otro bostezo larguísimo. Se frotó los ojos que sentía arenosos e intento pararse solo para descubrir que se le habían dormido las piernas y el súbito cambio de posición lo envió de vuelta al suelo.

¿Qué? Estaba seguro de que no estaba tan ebrio como para no poder pararse.

Al oír que la sirvienta llegaba con el servicio de té Shouto la miro con intención de pedirle agua, solo que no era la sirvienta y eso que llevaba en la mano relucía con el filo del acero. 


[...]

n/a

Espero que tuvieran un excelente fin de semana y esten disfrutando sus vacaciones (si lsa tienen) porque se acerca navidad. 

En otras notas Joy nos regala un fanart que encuentran aquí:

https://twitter.com/joker312123/status/1341448645346934784?s=20

Y me entro curiosidad por el artbreeder así que intente crear a Noche. Aquí esta:

Y este es el Hitoshi que conseguí hacer:

En fin, gracias por leer y nos veremos en el que sigue. Y si no los alcanzo "Feliz Navidad"


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