4.16. Líder
Título Alternativo: Quienes ignoran el pasado condenados están a repetirlo.
[...]
Como cada mañana Shouta Aizawa se levantó a primera hora para oír el informe de los centinelas que habían cubierto el turno nocturno, después de eso presidió el desayuno matutino pese a que como líder contaba con un sirviente que podía llevarle la comida a sus habitaciones, pero él prefería sentarse en la mesa con el resto de los entrenadores y oficiales para oírlos intercambiar opiniones sobre los reclutas más jóvenes. La vida en las barracas del Clan era caótica y ruidosa, muy diferente de la existencia placida y esplendorosa que tenía lugar en el interior de la Ciudad, y eso era porque la mayoría de los reclutas eran adolescentes ruidosos que no sabían contenerse.
Si bien el Clan aceptaba a huérfanos de todas las edades, estos eran criados en el exterior y solo cuando alcanzaban el mínimo de edad eran trasladados a las barracas en la Ciudad para integrarse al riguroso entrenamiento que los moldearía en soldados capaces y leales al imperio. Shouta había visto a centenares de estudiantes entrenarse en el mismo campo y decenas de voces alzarse en los comedores comunitarios, y aunque algunos rostros resultaban más inolvidables que otros, cada uno de ellos representaba una hebra del intrincado tapiz sobre el que se erigía la base del imperio.
Para Shouta todos ellos eran irremplazables.
—Eraser, señor —lo detiene uno de sus mensajeros cuando se dispone a volver a su oficina para continuar con el trabajo pendiente—. Un visitante lo espera en el salón de invitados.
—¿Quién?
—Lord Yoarashi, señor. Insiste en hablar con usted.
—Muy bien, vamos.
Es demasiado temprano para lidiar con sutilezas y amenazas veladas, piensa. Siendo que las visitas de los nobles son un evento raro, Shouta no puede evitar preguntarse si han ido a buscarlo para invitarlo a otra de esas fiestas sociales que solo tienen como finalidad ganarse su favor.
Para su sorpresa quien lo espera en la pequeña y austera habitación no es Lord Yoarashi, no el severo hombretón de pelo cano que no suele sonreír. Su visitante es alto –altísimo– y fornido, con el pelo negro sujeto en una coleta alta y una túnica de color gris oscuro llena de pequeñas cuentas brillantes sobre la que brilla un águila dorada, el sello de la familia. Apenas lo ve llegar, el joven le sonríe y se levanta en un gesto tan desenvuelto que Shouta no puede evitar fruncir el entrecejo porque está seguro de que no conoce al muchacho en absoluto.
—Un placer conocerlo, Eraser.
—¿Lord Yoarashi? —pregunta Shouta aceptando la mano que le ofrecen.
—Tal vez en un futuro, por ahora ese es el título de mi padre y el que me asignan cuando me toca asistir a las sesiones del consejo. Fuera de él me gusta que me llamen Inasa.
—Claro —responde él aunque hace la nota mental de usar su título apropiadamente—, ¿a qué debo el honor de su visita, señor?
—Esperaba que pudiéramos tomar el té.
Shouta no puede evitar parpadear.
—Lo siento, Lord Yoarashi, pero por cuestiones de protocolo no suelo asistir a reuniones privadas con los integrantes del consejo.
—Oh —respondió el muchacho frunciendo el entrecejo—. No lo sabía. El Tercer Príncipe me dijo que podía venir a visitarte.
—¿El Tercer Príncipe te lo dijo?
—Sí. Me dijo que buscara a Eraser, que le dijera que soy nuevo en la Ciudad, que me gustaría practicar con los reclutas para mejorar mis tácticas de lucha, y que usted tendría un momento para charlar conmigo.
—¿Charlar contigo?
—Sí, bueno, aparentemente el Tercer Príncipe encontró que mis opiniones sobre el Clan carecían de sustento y me dio a entender que había más de que lo que se dice en la corte. Y creí apropiado venir a conocer a la persona a quien el Príncipe tiene en tan alta estima.
—¿Cuándo hablaste con el Tercer Príncipe?
—Hace un par de días, poco antes de que se anunciara su recaída.
Shouta no puede evitar fruncir el entrecejo, pero se sacude la parálisis para mirar al hombretón que sigue esperando por su decisión.
—Como te he dicho no suelo asistir a reuniones privadas con los integrantes del consejo, pero si realmente te interesa integrarte a las practicas con el resto de los reclutas puedo arreglarlo.
—Sería para mí un honor, Eraser.
Así que acompaña al grandote hacia el campo de entrenamiento para presentarlo con uno de sus oficiales y lo deja ahí tras una despedida breve. Al dirigirse hacia su despacho para continuar con su mañana no puede evitar dudar y al final decide tomar un descanso para visitar el palacio.
Desde que se convirtiera en líder, Shouta ha tenido muchísimo cuidado en no involucrarse en las cuestiones políticas del imperio, nada de reuniones sociales, invitaciones privadas con los nobles o con la familia imperial, pues cualquier señal de favoritismo hacia cualquiera podía representar un posible conflicto de intereses en su papel como mediador. Durante años había sido extremadamente cauteloso al tratar con el resto de la corte, hasta que el Tercer Príncipe se había materializado en su vida como una aparición.
Al principio había sentido pena por esa frágil criatura subyugada por una enfermedad terrible, y como el muchacho no formaba parte de la corte, había sido fácil acceder a sus visitas para tomar el té, algo que no permitía con nadie. Era obvio que el muchacho se sentía solo pues todo el mundo se había ido de vacaciones al Palacio de Jade, así que Shouta no había encontrado fuerza en su corazón para renegar de sus visitas, y antes de darse cuenta había empezado a tomarle un cariño que sabía sería problemático cuando la vida en el palacio retomara su curso normal.
Como Eraser él no podía mostrar preferencia por uno de los Príncipes, tampoco podía intervenir en las decisiones de la familia, y no era su deber intentar mediar en la vida de nadie. Sus responsabilidades no englobaban a una sola persona sino a todo un grupo de soldados que dependían de su imparcialidad, y por esa razón debía ser cuidadoso con sus simpatías pues su deber yacía con el pueblo. Y solo con ellos.
Con esa idea en mente Shouta se había negado a visitar al Tercer Príncipe desde que se mudara al palacio, y tampoco había enviado mensajes para él. Se había limitado a oír los reportes sobre su estado en general, reportes que también involucraban al Segundo Príncipe o al Emperador, también había oído los rumores que corrían en torno a él y el alboroto que parecía estar levantando. Cosa que no le sorprendía porque si algo había aprendido en los meses que le había tocado tratarlo era que el Tercer Príncipe poseía una personalidad única y absolutamente arrolladora.
En el pasado Shouta había tenido que lidiar con príncipes carismáticos, pero el Tercer Príncipe era un caso especial. Poseía la risa fácil de Hizashi, la generosidad de Mirio, la labia de Neito, y por supuesto la belleza de su madre, pero había algo en él que todos los demás miembros de su familia no poseían. Un valor en sí mismo que no dependía del dinero, la posición, o el poder, y un respeto tácito por todos, indiferente al título que ostentaran.
—Buenos días, Eraser —el saludo simultaneo de los dos guardias que custodiaban la entrada lo devolvió a la realidad.
—Buenos días. Estoy buscando Noche.
—Por supuesto, Eraser.
Shouta avanzó por el camino que conducía a la entrada del palacio mientras uno de los guardias se adelantaba para anunciar su presencia. En la entrada los guardias volvieron a recibirlo con un saludo coordinado junto con una reverencia antes de abrir la puerta para él. Sin perder tiempo Shouta se apartó de la zona principal dirigiéndose al pequeño despacho que se encontraba casi al final del primer pasillo a la derecha y de inmediato se arrodilló junto a la mesa a esperar.
La situación con el Tercer Príncipe resultaba incomprensible. No había pruebas reales de un envenenamiento –la prueba del veneno no era definitiva y no habían encontrado sustancias toxicas en la despensa de la casa–, y las incontables pesquisas sobre el personal demostraron que las dos sirvientas –Toka y Sayu, quienes salían de la Ciudad Imperial de forma regular– seguían una rutina perfectamente normal. No había caras nuevas, fortunas inexplicables, ni señal alguna de que algo hubiera cambiado en los últimos años de la vida del Príncipe. No había nada. Y la negación férrea del muchacho para hablar del asunto con su padre tan solo demostraba que él también era consciente de la falta de pruebas.
Que el Príncipe se mudara al palacio había hecho que Shouta emitiera un suspiro de alivio, después de todo la comida de la familia imperial era sometida al más estricto régimen de preparación y contaban con catadores especiales para garantizar su integridad. Resultaba imposible que alguien pudiera alterar la comida del Príncipe sin que los catadores lo descubrieran.
Shouta tenía la certeza de que el Príncipe se encontraba a salvo dentro de los muros del palacio; sin embargo, eso no había calmado su nerviosismo al oír sobre el nuevo declive de su salud. Y aunque era consciente de que su enfermedad era impredecible, tan solo quería confirmar que esa fuera la razón de que volviera a estar en cama.
Noche no lo hizo esperar demasiado, entró a paso marcial con su uniforme impecable y su pelo recogido, portando la misma expresión neutra de toda su vida.
—Buenos días, Eraser —saludo Noche arrodillándose frente a él—, ¿en qué puedo ayudarte?
—Tu informe.
El hombre entrecerró los ojos al mirarlo y Shouta comprendió que la petición le resultaba extraña pues si bien Noche solía enviar informes periódicos sobre la situación en el palacio las reuniones cara a cara eran un evento poco común. No obstante, el guardia no hizo preguntas y se limitó a responder de la manera más concisa posible.
—Sin cambios desde mi último reporte. Los altercados que hemos tenido en los pasillos del palacio son culpa de jóvenes ebrios con demasiado tiempo libre, por suerte la mayoría de los invitados tiene planeado marcharse en los próximos días y el resto estará fuera antes de que se acabe el mes.
—¿Los Shigaraki?
—Aún no tenemos la fecha exacta de su partida, todo parece indicar que solicitaran otra audiencia con el Emperador, pero pierde cuidado, mientras permanezcan en el palacio la guardia que les hemos asignado seguirá al pendiente de ellos.
—¿Algún cambio en los catadores del palacio?
—No desde tu inspección sorpresa de hace unos meses.
—Háblame de las patrullas.
Noche lo hace. Le ofrece un informe explicito sobre el número de guardias que se encuentran en el palacio, los turnos que siguen, las modificaciones que han hecho a causa de los invitados del Emperador, y también se toma la molestia de enumerar sus preocupaciones más inmediatas ante el inminente bullicio que se formará cuando decenas de carruajes empiecen a desfilar por las calles para salir. No es nada que no hayan discutido con anterioridad por lo que Shouta vuelve a ser consciente de que en realidad no tiene una razón válida para estar ahí.
—¿Qué te preocupa, Eraser? —pregunta Noche cuando la conversación finalmente languidece.
La respuesta de Shouta es un suspiro cansado. La perspicacia de Noche había sido una de las razones que habían instado al consejo de ancianos para apuntarlo como candidato al líderazgo. Entre el puñado de aspirantes el muchacho sobresalía por su juventud, su destreza, y su pulcra habilidad con la espada, aun antes de convertirse en Noche había demostrado poseer las aptitudes perfectas de un gran guerrero; sus habilidades habían sido tan excepcionales que a nadie le había sorprendido que el Emperador lo eligiera por sobre Shouta para ser su guardia, permitiendo así que él se quedara con el título de Eraser. En su momento Shouta lo había agradecido porque no se imaginaba viviendo bajo el mismo techo que Hizashi.
—Si no me lo dices, no puedo ayudarte —añadió Noche y Shouta se frotó el puente de la nariz rindiéndose a lo inevitable.
—Oí que el Tercer Príncipe tuvo una recaída.
—Tiene fiebre, sí.
—¿Qué ha dicho el médico?
—Que su condición es delicada, requiere descanso, líquidos, y baños continuos para mantener la fiebre a raya.
—¿Ha dicho algo más?
—No entiendo tu pregunta. ¿Quieres el informe completo del médico?
—No... quiero tu opinión sobre él.
—¿M opinión? ¿Mi opinión sobre el médico que fue asistente del doctor Yakumo? ¿El médico que Hakamata eligió sobre otra docena? ¿Para qué? Fuiste tú quién investigó su vida, sus contactos y su familia. Eres tú quien debería tener una opinión sobre él.
Y tenía razón. Como parte de su trabajo había enviado a sus hombres a elaborar un reporte completo sobre cada uno de los candidatos que Hakamata había sugerido. Gracias a ello sabía que el nuevo médico había servido en el palacio durante años, no tenía deudas, amistades peligrosas, ni mancha alguna en su expediente. Era un hombre que había escapado de la pobreza por sus propios medios y cuyos logros lo habían impulsado hasta la corte imperial. En el pasado Shouta no habría dudado de su expediente, pero tras todo lo acontecido lo único que podía hacer era repetir su pregunta.
—¿Qué opinas de él?
Noche inclinó suavemente la cabeza como si estuviera contemplando un enigma. Era probable que estuviera preguntándose por qué mostraba interés en el nuevo médico o quizá estuviera meditando su respuesta.
—Es un bastardo avaricioso —respondió tras una pausa sin alterar su expresión.
—¿Qué significa eso?
—Pediste mi opinión, te la estoy ofreciendo. Si me hubieras preguntado, '¿está haciendo su trabajo?', te habría contestado que sí. Si me hubieras preguntado, '¿confías en que hará lo que se le ha ordenado?', te habría dicho que sí. Confío absolutamente en que obedecerá al Emperador y demostrará que es apto para su trabajo. Es un hombre avaricioso que no arriesgará perder esta oportunidad. Esa es mi opinión de él. ¿Por qué te importa?
—Tal vez hayas visto algo en él que yo no.
Noche asintió muy lentamente, aunque seguía sin quitarle los ojos de encima, y tras una pausa añadió:
—Hablando de cosas que nadie más ve, ¿qué has pensado de la sugerencia de reemplazar a Suneater?
—No habrá reemplazo.
—Entonces he de suponer que hablarás con él sobre el protocolo.
—No es necesario.
—¿Estás seguro? Porque el Emperador no aprecia la familiaridad entre el Príncipe Heredero y su guardia. Un detalle que podría resolverse si el Clan decide reemplazar a Suneater.
—No habrá reemplazos. Suneater es un hijo del Clan y como tal sabe lo que está en juego, él sabe lo que es imposible. Y aun si él —sacude la cabeza a fin de sacudirse la sensación de deja vú—, no importa. El muchacho es consciente de sus responsabilidades y lo que se espera de él. Nunca se atrevería a dañar la reputación del Príncipe ni mucho menos arriesgar su futuro.
—...mmm... en resumen, es un cobarde.
—¿Lo llamas cobarde por cumplir con su deber?
—Cualquiera que renuncie a lo que desee por temor de un castigo es un cobarde.
—Nuestro juramento-
—"Mi nombre, mi vida y mi honor", el juramento de la soledad. ¿De verdad confías en que el muchacho se atendrá a él?
—Por supuesto, de la misma manera que cualquiera de nosotros lo haría. Y eso te incluye a ti, ¿no es así?
—Mientras el Clan exista el juramento nos ata a todos —respondió Noche con solemnidad—. Somos el escudo que protege el imperio y el pilar sobre el que se erige.
Shouta asintió.
—No obstante —añadió Noche—, te sugiero considerar la posibilidad de que el guardia del príncipe no posea la misma rectitud de espíritu que tú.
Shouta lo miró con dureza, pero como siempre Noche soportó su mirada sin alterar su expresión. En ocasiones se preguntaba si era posible que el guardia del Emperador supiera de su secreto, pero la idea era absurda porque las dos únicas personas que lo conocían habían evitado el tema durante años.
—Por cierto —continúo Noche—, ¿tenemos noticias sobre Fantasma?
—No.
—Bueno, cuando vuelva dile que se reporte al palacio. Le asignaré un horario de patrulla y entrenamiento como al resto.
—No es un soldado común.
—No, es un guardia, y encuentro francamente estúpido que se encierre en una habitación día y noche sin entrenar.
—Su deber es permanecer al lado del Tercer Príncipe.
—Su deber es protegerlo, y dudo que tras pasarse cinco años encerrado sea capaz siquiera de ofrecer un desempeño digno. ¿O acaso estás dispuesto a correr el riesgo?
A Shouta también le preocupaba saber que los años formativos de Fantasma los había pasado completamente aislado. Suneater, Sombra, Trueno, incluso Noche mismo habían recibido permiso de sus protegidos para practicar con los suyos a fin de perfeccionar sus habilidades; también les había permitido reforzar el lazo fraternal con el resto de su grupo, después de todo, cada miembro del Clan estaba destinado a no conocer la vida en pareja ni a disfrutar el calor de una familia.
—No. Tienes razón —respondió tras un suspiro—. Supongo que esto confirma que el Tercer Príncipe se instalará de forma definitiva en el palacio, ¿no es así?
—Así lo ha ordenado el Emperador.
—En ese caso me gustaría verificar las referencias de la servidumbre que le asignen.
Noche volvió a mirarlo como si estuviera buscando un secreto en su cara, cuando se aburrió de buscar –o tal vez tras encontrar lo que quería– inclinó la cabeza en un gesto solemne y claro.
—Como ordenes, Eraser.
Y eso fue todo. Noche se despidió para volver a sus tareas y Shouta avanzó hacia la salida donde se encontró con Hizashi, que le ofreció una respetuosa inclinación de cabeza.
—Eraser —saludó en su tono formal, un tono al que Shouta nunca se acostumbraría.
—Alteza, buenos días.
—Es demasiado temprano para una reunión del consejo, ¿qué te trae por aquí?
—Reunión con Noche, nada fuera de lo común —y tras dudar Shouta decidió arriesgarse—. Oí que el Tercer Príncipe está enfermo.
—El médico ha dicho que es normal.
Hubo una pausa en la que el silencio se extendió como un manto asfixiante.
—Por cierto —añadió Hizashi—, Trueno me habló de la demostración de combate que haría para los reclutas en estos días, pero nos vamos mañana así que te sugiero buscar un reemplazo.
—¿Vas a irte?
—¿Por qué te sorprende?
La respuesta lo puso de mal humor, algo que solía ocurrir cuando Hizashi y él conversaban por más de diez minutos.
—Shigaraki sigue aquí. Tu sobrino está enfermo. Un muchacho que dice ser el Príncipe de Ame ha solicitado casarse con él. ¿No son razones suficientes para quedarse?
—Mi hermano no me necesita para resolver esto —tú no me necesitas.
—Así que te largas —de nuevo.
Era sorprendente que pese a los años transcurridos fueran capaces de oír aquello que moría sin ser pronunciado; también era sorprendente que un simple intercambio pudiera crear reacciones tan intensas. A Shouta le resultó imposible ocultar el tono de ultraje, un tono que borró por completo la cordialidad y la falsa calma que había asumido al encontrarse con el que fuera el Príncipe Heredero. La reacción de Hizashi fue más tangible, su rostro se transformó en una mueca iracunda y sus ojos centellaron como dos bloques de hielo.
—Es curioso —dijo Hizashi con voz de acero—, a lo único a lo que nunca renuncie es lo único que renunció a mí. Y como tal no tiene derecho de opinar sobre mis decisiones, no tiene derecho a juzgar mi vida, y no le permito emitir juicios sobre mi. No estoy aquí para interferir en el gobierno de mi hermano, mi trabajo no es cumplir con tus expectativas, mi vida ya no busca complacerte. ¿No te basta? Bien. Shigaraki se va en unos días. Mi sobrino ha estado enfermo toda su vida. Mi hermano no tiene intenciones de casar a ninguno de sus hijos con el Reino de Ame. ¿Por qué debo quedarme en un lugar donde nadie me necesita?
Shouta fue incapaz de soportar su mirada.
—Buen día, Eraser.
Hizashi se fue sin que él encontrara las palabras para responderle, así que Shouta se alejo del pasillo vacío e hizo el viaje de vuelta a las barracas de los soldados de forma inconsciente. En el camino le tocó ver a los reclutas que se dirigían hacia el comedor para el almuerzo como ocurría diariamente, una escena que se había repetido durante meses y años sin falta. No pudo evitar pensar en cómo la historia tendía a repetirse como un bucle sin fin, y lamentó su incapacidad para enmendar los errores que seguían atormentándole.
[...]
NA/
Que levante la mano quien crea que Hizashi está siendo un necio.
Que levante la otra mano quien crea que Hizashi y Shouta necesitan hablar sobre el tema que no hablan.
En fin, gracias por leer y nos vemos en el que sigue. ¡Saludos!
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