3.9 Salida II
Título Alternativo: Denki sale del palacio.
[...]
—Lo siento —dijo Denki al apartarse de su tío mientras se limpiaba los ojos con movimientos apresurados.
—No pasa nada, muchacho —respondió Taehiro con expresión benevolente—. Es obvio que necesitabas desahogarte.
Temeroso de que su tío comenzara a indagar sobre las razones tras su llanto, Denki decidió cambiar el tema.
—Espero no haber arruinado el esfuerzo que Neito hizo por hacerme ver presentable.
Taehiro se rio.
—Sobrinito mío —dijo tocándole la nariz con su regordete índice—, eres demasiado bonito para que eso suceda.
Su comentario lo hizo enrojecer, y no pudo evitar arrugar la nariz.
—Vaya, hasta abochornado eres encantador, si creyera que tu padre es un hombre de familia sospecharía que su recelo contigo es el gesto de un padre que teme que vayan a robarse a su hija favorita.
—¡Tío! —protestó Denki sintiendo que el calor se extendía hasta su cuello—. No soy una chica.
—La belleza no tiene género, muchacho.
—Pues yo preferiría tener la seguridad de Neito y su desenvoltura.
—Eso se puede aprender —respondió su tío—, pero lo bonito no te lo quita nadie.
—¡Tío!
Taehiro se carcajeo con fuerza echando la cabeza hacia atrás y sujetándose la barriga inmensa.
—Veo que hay sangre en ti, muchacho, lo cual es muchísimo mejor que la actitud servicial y dócil que vi esta tarde. La cortesía está bien pero solo hasta cierto punto, después de todo eres un Príncipe y tienes que comportarte como tal. No quiero volver a verte como conejito asustado, ¿de acuerdo? Esta noche es para divertirse.
—Mi padre se enfadará si molesto a alguno de sus invitados.
—¿Mmm? Bueno, no podrá decir nada si soy yo quien te presenta ante el resto, de esa forma no estarás rompiendo sus reglas y en cambio te limitaras a saludar a las personas que te hablen.
Denki no puedo contener la sonrisa que floreció en su rostro ante la idea, porque eso le permitiría interactuar con el resto de los nobles sin temor a provocar a su padre. El gesto hizo que su tío lo mirara con renovado afecto.
—Sobrino —pero el resto de su discurso se perdió cuando un guardia llegó para informarle que su carruaje estaba listo.
—¿Carruaje? —intervino Denki
—Por supuesto, llegar a pie sería una locura.
—Creí que iríamos a cenar.
La respuesta de su tío fue echarse a reír una vez más, tras lo cual se giró hacia el guardia para despedirlo; es ahí donde Denki tomó nota del uniforme que usaban los sirvientes y los guardias, apostados cerca de la entrada. Los acompañantes de Taehiro exhibían túnicas en colores suaves –cobre y blanco–, muy diferente del negro reglamentario que utilizaba el Clan Sombra. El recuerdo lo hace pensar en Fantasma y casi de inmediato se acuerda de Sombra.
—Es raro —dice para sí— que Neito se apareciera sin Sombra.
—No hay nada de raro en eso —responde Taehiro al oírlo—, yo le pedí que no la trajera.
Denki lo miró de reojo recordando que la ficha del gorrión que apareció en su tablero era de color rojo.
—¿No te gusta el Clan Sombra, tío?
—No.
—¿Por qué?
—Porque nunca se debe confiar en un clan de asesinos.
—¡Ellos no son asesinos!
—Escucha, Denki, los rumores corren y lo que se dice del clan haría que cualquier hombre inteligente se lo pensara dos veces antes de relacionarse con ellos.
—Los rumores son rumores.
—No es rumor que el grupo tiene el poder para oponerse al Emperador y la capacidad para tomar el control del ejército, esa clase de autoridad es peligrosa.
—Pero su juramento...
—Los juramentos pueden violarse y los hombres pueden corromperse; aunque ahora sirven al Emperador existe la posibilidad de que algún día decidan rebelarse.
—Aizawa no haría eso.
—¿Aizawa? ¿Lo llamas por su nombre?
—Él es un hombre honorable, tío.
—Todos los hombres lo son hasta que dejan de serlo.
Antes de que Denki pudiera responder su tío comenzó a repartir obligaciones para sus sirvientes, enlistando una serie de instrucciones con el fin de agilizar su partida del siguiente día –entre las cuales se incluía rehacer los baúles, preparar los carruajes y tener todo listo para salir tan temprano como fuera posible–. Denki aprovechó el momento para sumergirse en sus propias cavilaciones.
La gente tiene miedo del Clan y desconfían de él; en la novela acusan a Shinsou de la muerte del Príncipe, un evento que sin duda deja a Aizawa en una posición comprometida y que seguramente muchos usarían para minar su autoridad..., malo habría sido que lo culparan del asesinato de los emisarios, mmm, si la gente encuentra una excusa plausible tal vez quieran removerlo de su puesto... si él pierde el liderazgo, los ancianos o el grupo de maestros del Clan escoge al siguiente candidato, eso me dijo Shinsou, pero mientras tanto todo parece indicar que es Noche quien se queda a cargo del grupo.
La idea lo hizo estremecer porque algo le decía que si Noche asumía el cargo nadie iba a poder quitárselo.
No cabe duda de que Noche es quien más se beneficia con la caída en desgracia de Aizawa, pero no tiene sentido que sea él quien este esparciendo rumores en contra del Clan. La gente sospecharía de él si empezara a murmurar quejas contra los suyos, ¿no?
—¿Estás listo para irnos?
—Por supuesto.
Cuando abandonaron la habitación guiados por los hombres de Taehiro, Denki siguió considerando sus opciones.
—Te has quedado callado, sobrinito, ¿en qué estás pensando?
—En lo que me has dicho, tío —fingió pensar y añadió—, intento entender por qué desconfías del Clan. Toda la gente que conozco los aprecia muchísimo... pero solo conozco a un puñado de personas, así que no vale. Creo que lo más sensato sería preguntarte por qué no te gustan.
—Ya te lo dije, son peligrosos.
—Sí, sí, pero a lo que me refiero es, ¿has hablado con ellos?, ¿los conoces?, ¿o tu opinión se basa enteramente en los rumores que oyes?
—No sería sensato basar mi juicio en los rumores de la corte, sobrino.
—Tienes razón... pero tampoco creo que te hayas tomado la molestia de conocer a nadie del Clan, especialmente porque ellos viven aquí y tú casi no vienes de visita así que... ¿alguien de confianza ha conseguido convencerte de que el Clan es peligroso o hay algún evento en particular que te ha hecho desconfiar?
—Ninguno de ellos me ha ofendido si es lo que estás insinuando, solamente creo que confiar en que Eraser será leal sin importar lo que sea es un ideal infantil terriblemente peligroso porque en principio nunca sabes qué persona será elegida para llevar esa carga.
—En eso te equivocas, tío, la elección del Eraser no se deja al azar. Eraser es aquella persona que demuestre lealtad y honor, y esté dispuesta a defender la paz del Imperio.
Su tío sonrió, pero su sonrisa parecía ser el gesto condescendiente de un hombre frente a un niño crédulo y supo que iba a necesitar algo más que una alabanza para hacer que su tío cambiara de opinión. Decidido a no rendirse optó por cambiar el enfoque.
—Bueno, si no te gusta lo que hace Aizawa, ¿a quién sugieres para reemplazarlo?... ¿Noche?
—¿El guardia de tu padre?
—Sí. ¿Qué opinas de él?
—Tiene carisma y es un hombre sensato, posee el carácter perfecto para lidiar con tu padre. Una tarea nada fácil eso te lo puedo garantizar, pero pertenece al Clan así que tampoco es bueno fiarse completamente de él.
—¿Tampoco lo apoyarías a él?
—Yo no tengo porque apoyar a nadie.
—Pero no confías en Aizawa.
—No sigamos con el tema, por favor.
—¿Por qué no?
—Porque este asunto no te incumbe.
Me incumbe si es algo que involucra al Clan Sombra, pensó Denki con enfado, pero en su lugar se limitó a suspirar.
—Solo quiero entender tu postura, tío.
—Está bien, te haré una pregunta y quiero que consideres sus implicaciones, ¿de acuerdo? Si la paz del Imperio depende del Eraser de turno y no del Emperador, entonces quién tiene el poder.
—El Emperador —respondió Denki de inmediato porque se acordaba perfectamente de lo que había dicho Neito—. Porque el trabajo del Clan es asegurarse que las decisiones del Emperador no sean-
—Lo entiendo. Ellos vigilan al Emperador... pero te has preguntado quién los vigila a ellos.
Denki no respondió, no sabía que decir. Y su tío no insistió en ello, apenas salieron a la entrada principal los guardias sostuvieron la puerta del carruaje, el cual partió tan pronto ambos estuvieron sentados. Se internaron por las callecitas vacías de la Ciudad Imperial, y para sorpresa –y sobresalto– de Denki, el carruaje se alejó del palacio con rumbo a uno de los puentes que conectaban con los pueblos vecinos. La idea de abandonar la isla sin permiso puso a Denki en guardia.
—¿A dónde vamos? —preguntó inclinándose sobre la ventana y aferrando el marco con dedos rígidos.
—A cenar —respondió su tío ocupado en desenvolver un par de caramelos.
—No tengo permiso para alejarme del palacio —respondió Denki considerando seriamente en pedirle al conductor que se detuviera.
—Sobrino —respondió Taehiro tras una pausa y el tono amable hizo que Denki se girara para mirarlo—. No necesitas permiso. Ahora comete un caramelo.
Denki no le discutió, tomó el dulce que le ofrecían y como no quería arruinar su noche preocupándose por la conversación que eventualmente tendría con su padre dedico su atención a mirar por la ventana. Tras cruzar las grandes puertas de la Ciudad Imperial, el carruaje avanzó por un puente amplio de roca maciza, desde el cual podía verse el lago que rodeaba la ciudad. Denki quedó fascinado.
La única vez que había salido de la Ciudad Imperial había sido durante el Festival, cuando había viajado en su palanquín hasta el anfiteatro del pueblo para bailar, pero en esa ocasión había viajado con las cortinas corridas y por eso no había tenido oportunidad de apreciar el espectáculo. Ahora se aseguró de memorizar cada detalle y de mirar el bellísimo atardecer: Las aguas teñidas de naranja y las incontables farolas que iban encendiéndose en las casitas del pueblo.
Se sorprendió cuando el carruaje se detuvo justamente frente al anfiteatro.
—¿Vamos a cenar aquí? —preguntó
—Así es. Después de la cena hay una presentación musical así que Neito ha organizado el evento en el salón principal de esa forma aún con los impuntuales la obra iniciará a tiempo.
El primero en bajar fue su tío porque tenía problemas para cruzar por la puerta, y para cuando Denki bajó del carruaje descubrió que había otros dos esperando detrás, pero su tío no espero para ver quienes eran, despidió a sus guardias y se encaminó por el pasillo principal –adornado con decenas de farolas que parecían señalar el camino–. Denki lo siguió acordándose del miedo que había sentido justo antes de subirse al escenario, aunque en esa ocasión había tenido a Shinsou con él.
Pensar en Shinsou lo hizo recordar el cascabel perdido. Tendría que haber ido a buscarlo, pero había sido un día larguísimo y extenuante y lo único que podía hacer era confiar en que alguno de los sirvientes lo encontrarían por él.
—¡Lord Toyomitsu! —saludó alguien y Taehiro saludo de vuelta.
—Es Lord Matsura —murmuró Taehiro girándose hacia él—. Un incordio, no te lo voy a presentar porque nos arriesgamos a que no nos deje ir. Ve adelante y te alcanzaré en un momento.
Denki asintió y se alejó, no pudo evitar mirar hacia atrás para ver a su tío charlar con el famoso Lord Matsura. Recuerdo que Neito también se quejaba de él. Como iba distraído no se percató de la sombra que emergió de uno de los pasillos laterales y por lo tanto no pudo evitar estrellarse contra él. Dicha persona poseía una constitución solida –un tabique, pensó Denki– que lo hizo rebotar como si fuera una pelota de goma. No terminó en el suelo porque el extraño extendió la mano y logró sujetarlo del codo.
Al mirar al frente Denki tuvo que alzar los ojos para ver el rostro del recién llegado porque dicha persona era inmensa, además de guapa.
—Oh —dijo el extraño mirándolo a la cara—, ¡eres preciosa!
Del susto Denki le arrancó su codo y retrocedió, podía sentir el bochorno subiéndole por las orejas.
—Disculpa —murmuró con vergüenza—, pero no soy una chica.
El extraño parpadeó, inclino la cabeza hacia un costado y después –en un movimiento rapidísimo– puso ambas manos sobre los hombros de Denki y los masajeó.
—Estás muy flacucho para ser un chico.
—¡Hey! —gritó Denki intentando zafarse sin éxito, entonces sin meditarlo siquiera le dio un puntapié y eso al menos consiguió que el extraño lo soltara—. Cuidado con esas manos, ¿quién te ha dicho que puedes tocarme?
—Tus patadas dan pena.
Denki terminó por ponerse rojo.
—Y tus modales son horrendos —respondió pero su comentario ni siquiera inmuto al extraño.
—¿Estás seguro de que eres un chico? Eres demasiado bonito para ser uno.
—Y tu eres demasiado boquifloja para tu propio bien.
La respuesta del extraño fue reírse. —¡Eres gracioso!
—¡Y tú un espanto! —gruñó Denki justo antes de escabullirse por un costado y correr. Ignoró el grito de vuelve y en cambio apresuró el paso. Como se había apartado de las farolas que iluminaban el camino terminó adentrándose en los pasillos secundarios y solo se detuvo cuando se quedó sin aliento.
Bueno, esperemos que mi padre no se entere que he pateado a uno de sus invitados.
Tomó aire y se acomodó la túnica, después comprobó con fastidio que los pasillos secundarios comenzaban a oscurecerse por falta de luz.
Genial, ¿y ahora como vuelvo?
[...]
NA: Gracias por leer y comentar, por darse una vuelta para ver que ha pasado. Seguimos por aquí y esperemos traer más novedades pronto. Para los lectores nuevos, bienvenidos, siempre yes un placer encontrar nuevos avatares.
Extra: Seguro que se imaginan quien es el grandote sin verguenza alguna que no parece conocer lo que es espacio personal, ¿verdad? Ya me dirán.
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