3.34. Discusión
Título Alternativo: Aquí inicia la noche y la pesadilla.
[...]
<¿El Príncipe está listo para oír los cambios en la Trama?> insistió el Sistema cuando el silencio se mantuvo.
<No ahora, deja vuelvo a mi habitación>
—¿Alteza?
Denki suspiró arreglándoselas para componer una sonrisa antes de mirar a Inasa.
—Una vez más me disculpo, creo que estoy demasiado cansado para mantener una conversación apropiadamente. Es mejor que me retire.
Inasa asintió y juntos retomaron el camino hacia el palacio mientras el hombretón volvía a agradecerle por el regalo que le había enviado. Tras los agradecimientos le contó que su padre –el Secretario de Agricultura- le había propuesto quedarse en las dependencias de su familia, dentro de la Ciudad Imperial, a fin de aprender como desenvolverse mejor en la corte.
—Usualmente es él quien se queda mientras mi familia se encarga de atender nuestras tierras, pero creo que su intención al dejarme aquí es ayudarme a encontrar una esposa.
—En ese caso te sugiero asistir a las fiestas del Segundo Príncipe, sin duda encontraras una doncella en edad casamentera que se deleite con tu tamaño y tus atenciones.
—¿El Príncipe me permite ser honesto?
—Por supuesto.
—Dudo encontrar un rostro más hermoso que el que me hace compañía ahora.
Denki se puso rojo.
—Honestidad no es lo mismo que atrevimiento. Te permito la primera, pero no la segunda. Y si realmente quieres una esposa te sugiero no hacer comparaciones que no tienen nada que ver.
—Me disculpo, Alteza, espero que mis terribles modales no vuelvan a ahuyentarlo.
—No me ahuyentaron antes.
—¿Y por qué tuve que sufrir una semana entera de su ausencia?
Denki se echo a reír.
—Temo que mi salud es la principal razón de mi desaparición —respondió mientras se detenían en la entrada al palacio, la cual se hallaba iluminada por las decenas de luces flotantes que colgaban de los arcos sobre ellos, y junto con los postes altos que sostenían lámparas de papel lograban mantener las sombras a raya. Denki alzó el rostro para mirarlo puesto que la diferencia de sus alturas lo requería y le ofreció una sonrisa amable mientras añadía—. Pero te prometo que cuando retome mis tardes de té me acordaré de invitarte, eso si prometes mantener tu atrevimiento a raya. ¿Qué dices?
—Sería para mi honor.
—Está dicho, entonces, mientras tanto espero que tu estadía en la Ciudad Imperial sea provechosa.
—Lo será.
Inasa le ofreció una reverencia y Denki decidió arriesgarse.
—¿Sería demasiado presuntuoso de mi parte pedirte un favor?
—En absoluto, Alteza, ¿qué puedo hacer para ayudarlo?
—Dices que reemplazaras a tu padre en la corte, ¿cierto? Eso significa que te tocará participar en las votaciones del consejo y estarás presente en las reuniones de los nobles de la corte
—Así es.
—¿Puedo pedirte que me avises si alguno de ellos discute contigo algún tema que se refiera al Clan Sombra? Claro que si te incómoda repetir una conversación privada lo entenderé.
—¿Por qué alguien discutiría conmigo sobre el Clan Sombra?
—Solo si llega a ocurrir, es una posibilidad.
—¿Por qué el Príncipe se encuentra tan interesado en este tema?
—Porque Eraser es mi amigo y no me gusta que corran rumores sobre su desempeño.
—Lo siento, Alteza, pero eso suena increíble. Todos tachan al líder del Clan de ser un hombre altanero que nunca se ha molestado por relacionarse con los nobles a los que sirve.
—De hecho, el Clan Sombra sirve a la Familia Imperial, al igual que los nobles. Si Eraser no quiere relacionarse con ellos no está en su obligación hacerlo, pero no es por orgullo sino tal vez practicidad. Te apuesto que si lo conoces tu opinión de él mejoraría muchísimo —un repentino golpe de inspiración hizo que Denki diera una palmada—. ¡Eso es! Necesitas conocerlo. ¿Puedo pedirte otro favor?
—Su Alteza puede pedir todo lo que desee.
—¿No hemos hablado de que no debes ofrecerte en bandeja de plata sin detenerte a pensar en las consecuencias?
—Recuerdo nuestra conversación en el baile, sí, y recuerdo que yo no me oponía a la idea de que fuera el Príncipe quien se aprovechara de mí.
Denki sacudió la mano en el aire.
—No empecemos de nuevo, lo que quiero es cuando te instales y tengas tiempo vayas y busques a Aizawa, dile que el Tercer Príncipe te envía, que eres nuevo en la Ciudad y que te gustaría practicar con los reclutas para mejorar tus tácticas de lucha. Los muchachos estarán encantados, tú podrás distraerte y sé que Aizawa tendrá un momento para escuchar alguna de tus muchas ocurrencias. Así verás que es un hombre honorable que se entrega de tal forma a su trabajo que no tiene tiempo para asistir a los eventos sociales.
—Si recibe semejante halago de parte de Su Alteza, ahora más que nunca-
El resto de la frase murió cuando la expresión de Inasa paso de una mueca amable a una mirada severa. Por instinto Denki se estremeció cuando una mano ajena apareció de la nada junto a su cara, sintió el roce de esos dedos contra su pómulo y supo de inmediato lo que había borrado el gesto bonachón de la cara del hombre.
—¿Qué pasó? —pregunto Inasa en voz baja y Denki quiso aligerar el ambiente.
—Conté la historia de las verduras a la persona equivocada.
—¿El hijo de los Hado hizo esto?
—¡No! Claro que no, solo estaba bromeando. No es nada.
—Alteza, me he liado a golpes las veces suficientes para saber que esto es algo.
—¿Te parece que soy la clase de gente que tira puñetazos sin razón? No. Esto es... fue un accidente. Me desmayé en las escaleras y me caí al suelo. Es todo. No quiero hacer un alboroto, no quiero tocar el tema, solo quiero dejarlo en paz, ¿puedo contar con tu discreción?
—Alteza-
—¿Puedo?
—Por supuesto.
—Gracias —le ofreció una reverencia y le sonrió—. Visita a Aizawa, te prometo que no te arrepentirás.
Se alejo antes de que Inasa pudiera seguir insistiendo en el tema. Cruzó entre los Guardia Sombra que custodiaban las entradas y recorrió los pasillos hasta llegar a la parte más desierta del palacio, allá donde quedaba su habitación. Subió al segundo piso y encontró al guardia de siempre haciendo ronda en su pasillo, a quien saludo con una inclinación de cabeza. Al entrar no le sorprendió encontrarse con Katsuki y Shouto esperando por él cerca de la ventana, pero sí le extraño verlos discutir con vehemencia en susurros bajos.
—¿Qué pasa? —preguntó acercándose hacia ellos
—No quiere decirme qué ha hecho —dijo Katsuki con expresión irritada señalando a Shouto.
—¿Qué pasó?, ¿de qué hablaste con mi padre?
—Hice lo que habías sugerido. Envíe a Keigo a casa y dije que tomaré el control de las negociaciones.
—Eso significa que... saben quién eres.
—Así es.
Denki emitió un suspiro de alivio.
—Eso es bueno, ¿no? Ahora no tendrás que preocuparte por Keigo.
—No es todo —añadió Shouto mirando a Denki y a Katsuki alternadamente con expresión incómoda.
—¿Qué más le dijiste?
Shouto sacudió la cabeza fijando los ojos en Denki.
—¿Qué? —insistió este.
—Te pedí en matrimonio.
Hubo un silencio larguísimo o así le pareció a Denki que ni siquiera reaccionó cuando Katsuki aferró a Shouto del hombro y lo hizo girar.
—¡¿Qué hiciste qué?! —siseó el Príncipe en voz bajísima pero igualmente mortal.
Denki se metió entre ellos y los miró, primero a Katsuki.
—Nada de peleas aquí —después a Shouto—, ¿por qué?
—Porque si tu padre insiste en casarte con Shigaraki teniendo una propuesta de matrimonio más ventajosa, eso demostrara que sus intenciones de paz no son reales.
Katsuki le discutió, Shouto respondió y Denki dejo de prestarles atención.
<Sistema, ¿Keigo sobrevive?>
<¿El Príncipe está listo para escuchar los cambios en la trama?>
Denki se abstuvo de decirle que sí porque tenía a los dos Príncipes discutiendo en su habitación.
—Cuando dijiste que ibas a casarte con él —gruñó Katsuki mientras clavaba sus ojos en él—, no creí que hablaras en serio.
—Esto no te incumbe —dijo Shouto.
—Vamos a calmarnos y a pensar con calma. Creo que sería apropiado-
—¡Denki! —dijo una voz y el susodicho dio un salto ante el sonido de la puerta azotándose contra la pared.
Al girarse se encontró con Neito en la entrada mirando con sorpresa a las tres personas en la habitación. Su expresión se congeló un momento, una cara preciosa con la boca abierta y los ojos inmensos, antes de transformarse frente a sus ojos en un gesto furioso. El Segundo Príncipe avanzó hacia ellos con el cuerpo tenso y las manos hechas puños.
—¡¿Qué están haciendo ustedes aquí?! ¡Está es la habitación de mi hermano! ¡Y tú! —dijo señalando a Shouto y enfocando toda su ira en él mientras pasaba frente a un Denki anonadado—, ¡¿cómo te atreves-?!, ¡¿qué te ha hecho creer-?!
No conseguía acabar sus frases dada la ira que parecía inundarlo. En cuanto Denki se sacudió el espanto corrió hacia la puerta solo para descubrir que el guardia del pasillo había desaparecido. Cerró de nuevo y volvió hacia donde Neito seguía apuntándole a Shouto con el dedo, aunque este último no parecía ni mínimamente impresionado. Su hermano ni siquiera reaccionó cuando Denki gritó su nombre, su ira estaba enfocada en una sola persona.
—¡Dices que eres un Príncipe! ¿qué pruebas tenemos? ¡Solo tu palabra y la de tus aliados! ¿y quieres casarte con mi hermano? ¡Jamás!
—Vaya, Nishiki, espero que tengas tu corona a la mano para aclarar este asunto —se burló Katsuki.
—¡Neito! —gritó Denki colgándose de su brazo para llamar su atención hasta conseguir que los ojos azules se enfocaran en él. En lugar de tranquilizarse Neito siguió gritando.
—¡¿Por qué están aquí?!, ¡¿sabes lo que han hecho?! ¡¿sabes que este ha pedido tu mano?! ¡Dice ser un Príncipe pero-!
—¡Neito! Deja de gritar, contestare tus preguntas, pero solo si dejas de asustar y amedrentar a mis huéspedes.
—¡Tus-!
—¡No más gritos! Me recuerdan a mi padre —al oírlo Neito se tragó el grito que estaba a punto de escupir, fulminó a los otros dos invitados con ojos feroces y miró a su hermano una vez más en completo silencio. Denki suspiró—. Gracias, ahora dime, ¿qué pasó con el guardia de la puerta?
—Le dije a Sombra que lo distrajera así que se inventó una excusa y lo mando al otro lado del palacio.
—¿Por qué? —preguntó Denki
—No recibes visitas después de que anochece.
Denki parpadeó soltando a su hermano lentamente para después retroceder. Sabía que el guardia estaba ahí para evitar que saliera, pero no se había imaginado que también tenía ordenes de no dejar que nadie más lo visitara.
—Aunque es obvio que hoy fue la excepción —añadió Neito dirigiendo su atención hacia Katsuki y Shouto.
—Nadie puede saber que ellos están aquí, Neito —dijo Denki—. Por favor. Nadie puede saberlo.
Su petición, hecha en el tono más suave y lastimero, hizo que su hermano volviera a mirarlo, la ira se leía en él con tanta claridad como si fuera un estanque. Había rabia y dolor, y una pizca de algo que solo podía leerse como traición.
—¿Es lo que haces ahora? Mentir y ocultar verdades.
—No es así, Neito.
—Vine aquí y te hable... te dije... después de lo que dijo Taehiro —sacudió la cabeza con una expresión dolida y furiosa—, ¿sabías que era un Príncipe? —añadió señalando a Shouto.
—Lo siento.
—Lo sabías y no dijiste nada. ¡De nuevo!
—Lo siento.
—Yo no quería que nadie... —intervino Shouto pero Neito lo cortó con brusquedad.
—¡Cállate! Serás el Príncipe de Ame pero en está discusión no tienes opinión, especialmente no cuando esparces rumores acerca de mi hermano y Shigaraki.
El tema hizo que Denki se sacudiera la pena y en lugar entrara en pánico.
—¿Qué rumores? —preguntó
—Díselo —rugió Neito mirando a Shouto—, vamos, ¡habla!
—Keigo solamente dijo que un compromiso conmigo es mucho mejor que uno con Shigaraki.
—¿Mencionó el compromiso? —preguntó Denki con voz ahogada y pudo sentir como el miedo le afloró en la cara como si fuera una huella de tinta—. ¿Qué más dijo?
—No lo sé —dijo Shouto—, nos hicieron salir y él se quedó.
Denki parpadeó, empezó a tomar aire sin soltarlo y cuando finalmente lo expulsó notó que su corazón le latía en los oídos.
—Tienen que irse —les dijo con voz aterrada—. Tienen que salir de aquí.
—¿Qué sucede? —pregunto Shouto
—¿Qué pasa? —pregunto Katsuki
—¿Qué tienes? —pregunto Neito
En ese momento oyeron un grito y algo que podía ser el sonido de cristales, los tres se miraron.
—¿Qué fue eso? —preguntó alguien pero Denki no perdió tiempo, se movió por instinto y lo hizo tan rápido que los otros apenas si alcanzaron a reaccionar.
—¿Qué estás-? —dijo Katsuki al ver que Denki corría hacia la puerta para cerrarla empotrando una silla contra ella.
—Neito, al armario —susurró Denki con terror visceral apresurándose hacia su hermano para sujetarlo del brazo y arrastrarlo hacia la puerta del pequeño armario que estaba en la pared junto a su cama—. Ustedes, fuera. Salgan de aquí —de la sorpresa Neito se dejó arrastrar aunque se opuso a meterse al armario; los otros dos ignoraron sus órdenes y lo siguieron con expresiones llenas de consternación
—¿Qué pasa? —preguntó Shouto
Denki lo sujeto del brazo y empujó otra vez hacia el armario, pero el muchacho ni siquiera se movió.
—Por favor —rogó Denki sintiendo que los ojos le crecían por momentos.
Fue Katsuki quien tuvo la iniciativa de moverse, empujó a Shouto al armario, sujeto a Neito de los hombros y lo arrastró dentro. Lo hizo en el momento en que oyó pasos en el pasillo y justo antes de que un golpe cayera sobre la puerta.
—No dejes que salgan —susurró Denki mirando a Katsuki mientras la cerradura de su puerta giraba sin éxito y los golpes se hacían más vehementes. Alguien empezó a gritar—. Por favor.
Denki cerró el armario, se alejó de él, y estaba a medio camino de la puerta cuando Noche la derribó. Dos segundos después oyó la inconfundible voz de su padre.
—¡¿Qué has hecho?!
El miedo paralizo a Denki.
[...]
NA
Voy a ser malvada y lo voy a dejar aquí porque así alistaran los pañuelos y los osos de peluche para abrazar.
Espero que tuvieran un excelente fin de semana. Nos vemos en el que sigue.
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