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3.33. Aliado

Título Alternativo: Hay preguntas y más preguntas y la respuestas nos dejan en duda.

[...]

—¿Quiere oírla?

—Uhm —balbuceó Denki luchando por devolver su atención al muchacho que tenía frente a él mientras su cerebro daba vueltas en pánico ante la idea de que el grupo del reino de Ame hubiera solicitado una reunión con su padre—. Estoy seguro de que es una idea interesante pero tal vez después. Lo siento, tengo que marcharme.

Ofreció disculpas y despedidas apresuradas mientras Hakamata aprovechaba el momento para dar por terminada la cena, disculpándose en nombre del Emperador por su repentina ausencia al tiempo que les agradecía su asistencia. También les recordaba que todas las actividades organizadas por el palacio terminarían al día siguiente añadiendo que el Emperador dedicaría los siguientes días a atender los asuntos oficiales pendientes.

Denki esquivó a medio mundo hasta alcanzar a Mitsuki y su hijo que se habían alejado de la mesa para charlar con otros invitados.

—Alteza —lo saludó alguien e intentaron integrarlo a la conversación, pero Denki se excusó.

—Muchísimas gracias pero tengo que retirarme, solo tomare un momento al Príncipe Katsuki y se los devolveré en un parpadeo.

—Por supuesto, Alteza

Denki no dejo de sonreírles mientras tomaba a Katsuki del brazo y lo arrastraba por el jardín hasta una sección alejada. Dándole la espalda a los invitados el Príncipe perdió su sonrisa y comenzó a murmurar furioso.

—¿Qué está haciendo Shouto?

—Ni idea.

—¿No te dijo nada?

—Nishiki nunca lo hace, pero si tuviera que suponer diría que tu aparición con el hijo de los Shigaraki ha sido su incentivo para actuar

—¿Eso que tiene que ver?

—¿No oíste lo que te dijo mi madre?

—Sí, pero-

—Los Shigaraki son chacales, o tal vez comadrejas, animales violentos que no sienten respeto por territorios, títulos o fama. Apenas apareciste oí a tres personas quejarse de ellos, y a otros dos protestar ante la idea de que tu padre te dejé hacerles compañía. ¿Ninguno de ellos te dijo nada?

—Tal vez lo mencionaron, pero no directamente. No como tu madre.

—Porque son unos cobardes. El punto es que a nadie le ha gustado verte llegar con esa escoria, ¿qué hacías con él?

—Fingir que nos llevamos bien.

—¿Fingir?

—No importa, necesito que vayas, busques a Shouto y averigües lo que está haciendo.

Katsuki se cruzó de brazos y lo miró fijamente.

—Lo haré si me dices tus síntomas.

—No tengo síntomas —la respuesta de Katsuki fue alzar una de sus cejas. Denki arrugó la nariz y se frotó las manos sin dejar de mirarlo. Finalmente, se rindió—. Bien. Me duele la cabeza, pero solo porque leo durante largos períodos de tiempo. Tengo hambre pero es porque no desayuno. Me siento adormilado pero es porque no he dormido bien y finalmente tengo un poco de ansiedad pero cualquiera la tendría si pasas tu vida temiendo lo que vas a comer o decir.

—¿Sed?

—A veces, pero es porque procuro no tocar el té.

—¿Bochornos?

—Estamos casi en verano, las noches a veces son cálidas.

—Cosquilleo en las manos.

—Uhg, no, creo que no.

—Pesadez en el cuerpo.

—Por el sueño.

—¿Lengua hinchada?

—No

—¿Tú ansiedad es continúa?

—Uhm, no, solo cuando voy a dormir. No puedo apagar mi cerebro.

—Pero tienes sueño.

—Como si tuviera arena dentro de mis ojos.

—¿Y estás seguro de que no has comido nada fuera de lo ordinario?

—Sí, creo que sí.

Katsuki asintió pensativo, parecía estar a punto de añadir algo antes de tensarse y mirar hacia un costado.

—¿Qué quieres?

—Hablar con Su Alteza —dijo una voz enérgica y vibrante. Al girarse Denki se encontró con la torre humana más ruidosa del mundo, a quien había saludado casi al principio de la cena.

—Uhm, hola Inasa, ¿necesitas algo?

—Cinco minutos de su tiempo, Alteza.

—Tal vez en otra ocasión, ahora mismo...

—Seré breve, Alteza, se lo prometo —insistió Inasa con una expresión grave que resultaba tan rara en él que Denki terminó asintiendo—. Por favor —añadió dirigiéndose a Katsuki—, busca a Shouto. Y asegúrate que no se mete en problemas.

Katsuki rodó los ojos antes de dar media vuelta desapareciendo casi de inmediato entre las sombras que poblaban el jardín. Denki lo vio marchar antes de que Hakamata se materializara junto a él.

—Alteza, el Emperador me pidió acompañarlo a su habitación.

—Voy para allá —respondió Denki de inmediato—, pero Inasa se ha ofrecido a venir conmigo así que te libero de tus obligaciones.

Aunque Hakamata parecía dispuesto a protestar Denki no le hizo caso, en cambio le hizo una seña a Inasa para que caminara con él de vuelta hacia el palacio. Las sombras en el jardín eran impenetrables, aunque las luces que habían colocado en los caminos ayudaban a guiarse con relativa facilidad y el clima tibio la convertía en una noche perfecta para estirar las piernas bajo el cielo estrellado. La mayoría de los invitados del Emperador se habían marchado y solo un puñado seguía disfrutando de una relativa calma mientras seguían charlando entre ellos. Inasa se unió a Denki en su camino hacia el castillo con los brazos detrás de la espalda y la misma expresión grave de antes.

—Entonces —dijo Denki con calma dirigiéndole una mirada al gigante—, ¿cuál es la urgencia? Hablamos hace tan solo un momento y no tuve la impresión de que hubiera algún pendiente.

—Eso es porque el Príncipe mantuvo toda su atención en mi padre y no en un servidor.

—Eras tú quien estuvo callado durante nuestro intercambio, pensé que no tenías ganas de hablar conmigo. Tus padres, en cambio, fueron encantadores.

—Lamento si mi silencio lo ha ofendido, Alteza, no supe como abordar el tema con anterioridad.

—Bueno, espero que puedas hacerlo ahora porque una vez que lleguemos al palacio me temo que tendrá que despedirme de ti.

Se lo dijo con una sonrisa y en un tono divertido, pero en lugar de reírse y bromear como había hecho en el palacio, Inasa asintió con seriedad y volvió a guardar silencio. Era obvio que el tema parecía molestarle, o al menos le resultaba lo suficientemente incómodo para no saber por donde empezar. Denki tuvo que apartar a Shouto de su mente para centrarse en la conversación que tenía con él y a fin de facilitar las cosas se detuvo e Inasa se detuvo con él.

—¿Te resultaría más fácil si te prometo que esta conversación quedará entre nosotros y que no repetiré nada de lo que me digas?

Eso hizo que Inasa le sonriera por primera vez antes de emitir un suspiro pesado, su rostro volvía a exhibir la misma expresión grave tan inusual en él.

—Alteza, no estoy en posición de solicitarle nada, soy yo quien está en deuda con usted por su magnifico regalo y las atenciones que ha tenido para con mi familia; sin embargo, sería cobarde de mi parte guardar silencio.

—¿Qué es lo que te molesta?

—Sé que está más allá de mi poder el aconsejarle sobre sus amistades, Alteza-

—¿Esto es por Shigaraki?

Ese nombre consiguió que Inasa se sacudiera la renuencia.

—Es una familia terrible, Alteza. Ni mi padre ni sus amigos entienden por qué el Emperador lo ha invitado a su casa, no después de todo lo que aconteció en la última guerra. Es suficientemente malo que tengamos que sentarnos en la misma mesa que él, verlo recibir una de sus sonrisas-

—No es nada —respondió Denki sacudiendo la cabeza—. La cortesía nunca le ha hecho mal a nadie.

—Ofrecerle cortesía a ese hombre es como ofrecer dinero a las bestias salvajes.

—De acuerdo, entiendo lo que dices, pero no tienes nada de que preocuparte. Pese a sus defectos Tomura Shigaraki es un hombre que entiende de civilidad, hasta el momento no ha sido grosero conmigo —no demasiado.

—No solo es eso, Alteza. Han empezado a correr rumores sobre su presencia aquí.

—¿Qué rumores?

—La familia Tsukiyama ha dicho que en el pasado el Emperador tanteó la posibilidad de un matrimonio entre una de sus hijas y el primogénito de los Shigaraki a fin de acabar con las disputas tras la guerra, algo que el Patriarca Tokoyami consideró absurdo dada la historia entre ellos y nosotros. Sin embargo, algunos han empezado a sospechar que tal vez sea la familia Hado quien esté considerando la propuesta. Si bien los Shigaraki no poseen un título ni forman parte del Imperio, cuentan con un patrimonio aceptable para desposar a la hija de una de las familias más ricas de la región.

—De acuerdo, pero qué tienen que ver los rumores de la casa Hado conmigo.

—Otros opinan sobre lo extraño que resulta que el Tercer Príncipe haya salido de su reclusión a tiempo de tratar con la casa Shigaraki. A quien no se le conoce prometida alguna.

—Es una coincidencia asombrosa, no cabe duda —murmuró Denki luchando por borrar toda emoción de su rostro.

—Por favor, Alteza, todos lo vieron subiendo al carruaje de los Shigaraki. Lo vieron bailar con el padre, asistir a la cacería con el hijo, y por lo que hemos visto hoy sus atenciones no parecen ser inusuales. Sin mencionar que algunos han oído hablar sobre una posible visita del Tercer Príncipe a la casa de ese hombre.

—Tomura Shigaraki solamente es amable.

—Amable no es una característica que lo describa. Eso puedo garantizarlo.

—Muy bien, tomó nota de tu preocupación, ¿algo más?

Inasa lo miró con tristeza, la expresión de un cachorro apaleado.

—¿Es cierto?

—¿Cierto qué?

—Los rumores.

Denki apartó los ojos de él. Suspiró y observó los alrededores con calma. La familia Inasa se había convertido en uno de sus "aliados" o al menos así lo marcaba el tablero en su cabeza. La ficha del águila se había iluminado de color amarillo poco después de baile, y aunque Denki no estaba seguro de cómo eso podía ayudar a Aizawa había enviado una misiva tras otra a fin de que no se olvidaran de él. Y sin querer eso había provocado que la gente empezara a tomar nota de todas las situaciones en las que participaba. Dudaba que eso fuera a gustarle a su padre. Al pensar en él a Denki se le ocurrió una idea.

—¿Qué podría obtener mi padre de casarme con la casa Shigaraki? —preguntó alzando los ojos hacia Inasa.

—¡Nada! —dijo Inasa como si la idea fuera horrorosa, después hizo una pausa como si lo meditara con calma—. Bueno, tal vez un ejército.

—Pero ya tenemos un ejército, ¿por qué querríamos otro?

—Los ejércitos nunca están de más —respondió Inasa sin que eso aclarara la duda de Denki. Se negó a rendirse.

—¿Quién se beneficia de que me case con la casa Shigaraki?

—Sin duda ellos.

—¿Quién podría obligar a mi padre a casarme?

—Nadie.

—¿Y si mi padre decidiera casarme quién podría oponerse a su decisión?

—Yo

Denki le sonrió.

—Me refiero a quién podría hacerle cambiar de opinión. ¿Hay alguien que pueda impedirle tomar decisiones así?

—El líder del Clan Sombra puede ejercer su derecho al veto según entiendo, pero todos sabemos que no dirá nada.

—Porque el veto solo puede ejercerse en cuestiones de estado, no en asuntos relacionados con la familia imperial.

—Aún si no fuera así es poco probable que se oponga al Emperador.

—Pero no hay una razón especifica por la cual mi padre pueda querer que me case con la casa Shigaraki, ¿verdad?

—No, ningún padre que ame a sus hijos lo alentaría a casarse con Tomura Shigaraki, a menos que su intención sea enfadar a todo el mundo.

—Dudo que la gente vaya a enfadarse por ese asunto.

—Tal vez así fuera antes, Alteza, pero no ahora que lo hemos conocido.

—Eres muy amable.

—Entonces... ¿los rumores no son ciertos?

—No sé que decirte, no suelo hacer caso de los rumores porque ciertos o falsos hay detalles y matices que no solemos apreciar. Lo único que puedo garantizarte es que yo no tengo decisión en ese asunto. Y como bien has dicho el Emperador es quien tiene la última palabra.

<¡Felicidades! Has logrado completar una de tus subtramas: El Príncipe Shouto ha revelado su identidad. El objetivo te permite: Sobrevivir al ataque del asesino. Los parámetros de la subtrama han modificado este encuentro y las ligeras ramificaciones de este evento están siendo registradas. Favor de esperar hasta que el Sistema termine de computar los cambios>

—¿Alteza?

—Uhm, lo siento, me distraje.... Ah, gracias por tu preocupación, me gustaría seguir discutiendo este tema pero tendremos que posponerlo porque tengo... debo... es hora de que vuelva al palacio. Ah...

Denki avanzó y se detuvo cuando su cerebro consiguió reaccionar como una lucecita que se enciende mientras el caos corre a su alrededor. Se giró hacia Inasa una vez más para preguntarle:

—Cuando dijiste que el líder del Clan Sombra no se opondría al Emperador, lo hiciste sonar como... no se explicarlo. Me pareció entender... ¿No te gusta el Clan Sombra?

—No tengo nada contra ellos.

—Pero sí contra su líder.

—No exactamente.

—Entiendo que Eraser no es muy popular entre los nobles.

—Es un hombre reservado.

—¿Eso es todo? ¿No lo quieren porque no le gusta asistir a eventos sociales?

—Hay rumores.

—Lo supongo, ¿y qué dicen?

—Que tal vez sea tiempo de escoger a otro líder.

—Ya —dijo Denki aferrándose las manos—. ¿Cuántos nobles apoyan está idea?

—No lo sé.

—¿Tú lo haces?

—Eso no importa, no tengo opinión en el asunto, nadie la tiene. Ese asunto le corresponde al Clan mismo.

—Es decir que ni siquiera el Emperador podría escoger a un nuevo líder.

—No, puede sugerirlo pero no significa que el Clan lo acepte.

—Es decir que solo el Clan puede elegir al nuevo líder y obviamente no escogerían a un traidor o algo así para ser su líder, ¿verdad?

Inasa frunció el entrecejo, confundido por las preguntas.

—uhm, ¿no?

—Entonces... es imposible que el líder actual sea sustituido arbitrariamente.

—No.

—Se te ocurre algún caso extremo o absurdo en el que el Clan pueda sufrir un cambio de líder.

—No realmente. Aunque el más obvio es la muerte de Eraser, ¿no?, en ese caso creo que se instala un sustituto temporal mientras el Clan escoge al siguiente.

—Y este sustituto temporal no podría apropiarse del Clan, ¿verdad?

—¿Un hombre contra todo un ejército?, lo dudo.

Denki emitió un suspiro de alivio. En ese momento el Sistema tintineó:

<Cambios en la Trama listos, ¿el Príncipe está listo para escucharlos?>

Fue oírla y sentir que su dolor de cabeza volvía. Todo parecía indicar que sería una larga noche. 


[...]



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