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3.30. Desvelo

Título Alternativo: Denki no quiere ser paranoico, pero todos a su alrededor lo regañan por no serlo.

[...]

Durante un par de días la rutina fue la misma: Levantarse temprano, arreglarse para ser guiado hasta las habitaciones de su padre donde le tocaba desayunar con Noche y como había descubierto que ignorar a Noche no funcionaba –contestarle era peligroso– así que había asumido una actitud cortés y seca cada vez que el guardia le dirigía la palabra.

—¿Tampoco comerás hoy, pajarito?

—Me temo que mi estómago sigue sin acostumbrarse a probar bocado a esta hora de la mañana.

—Pareces cansado.

—Las desventajas de leer hasta tarde.

—¿Qué libro puede ser tan interesante?

—El tercer compendio de un saga que habla sobre la instauración al reino anterior al imperio y los conflictos políticos que siguieron a él.

Esa respuesta le había ganado una sonrisa de Noche, un gesto incrédulo que parecía dudar sobre su afirmación así que Denki le recitó uno de los pasajes del libro –uno especialmente uno aburrido–. Siendo que leer era lo único que hacía mientras seguía encerrado en su habitación tenía una lista larguísima de detalles preparados para distraer a Noche.

Tras el desayuno el guardia lo dejaba dar una vuelta en el jardín para estirar las piernas y despejarse, pero como se levantaba tan temprano –una hora en la que el palacio entero seguía durmiendo– lo que Denki hacia al volver a su alcoba era dormir antes de alistarse para recibir a la hija de los Hado, que llegaba acompañada de alguno de sus conocidos –por suerte sin sus hermanos– con una actitud menos altiva aunque Denki seguía tratándola con muchísima cortesía pues no quería arriesgarse a ofenderla. Denki procuraba dejar que ellos llevaran la conversación porque así se evitaba acabarse las curiosidades que tenía en sus libros y le resultaba más fácil hacer preguntas que mantuvieran el tema.

Tras esas reuniones con bocadillos en las que Denki se aseguraba de tocar solamente la comida que los otros probaban, le tocaba sentarse a escribir misivas para los invitados de su padre. Había empezado a recibir notas de agradecimiento por los regalos que había enviado e incluso uno de ellos le había obsequiado un bonito pasador de pelo así que Denki se vio obligado a responder ofreciéndoles un poco de conversación y alguna pregunta vaga para mantener la correspondencia. Tenía intenciones de asegurarse que la gente no se olvidara de él.

Al terminar con su correspondencia le tocaba preparar el cuarto para recibir a Katsuki y Shouto que llegaban juntos sin dejar de discutir. De alguna forma Katsuki había logrado convencer a Shouto de entrenar con él a mediodía y de invitar a Keigo a ser el juez imparcial de sus pequeños enfrentamientos amistosos. Eso les daba una excusa para sentarse en los jardines a luchar mientras Ina les servía té y bocadillos, y siendo que Keigo tenía una veta curiosa se entretenía charlando con la mujer que solía mostrarse tímida ante tanta atención. Además de esas reuniones ambos se las arreglaban para seguir asistiendo a los eventos organizados por el Emperador.

—Pero en lugar de buscar posibles sospechosos entre los invitados —se quejó Shouto una noche mirando a Katsuki con enfado—, él insiste en sentarse en la mesa del Emperador para charlar con sus invitados. Almuerzos. Comidas. Y cenas. Siempre en su misma mesa.

—Bueno —respondió Denki en esa ocasión mirando a Katsuki fugazmente—, es justo que el Príncipe Katsuki se tome un momento para descansar.

Shouto insistía en el tema, lo que demostraba que Katsuki se había mantenido fiel a su palabra y no había dicho nada sobre posibles sospechosos, algo que Denki agradecía porque temía que Noche se sospechara si esos dos empezaban a rondarlo como aves de rapiña.

Además de las noticias sobre sus actividades diarias, las reuniones de medianoche también servían para mantener a Denki informado sobre cualquier avance en el veneno. De hecho, Shouto le confirmó que el té medicinal era completamente inocuo algo que Denki encontró reconfortante. Shouto y Katsuki también intentaron enseñarle las técnicas que conocían para detectar venenos comunes, discutían mucho en los detalles y cuando se sumergían en explicaciones complicadas Denki los miraba sin decir nada. Era obvio que intentaban prepararlo para detectar cualquier otra alteración en su comida, y aunque él se los agradecía le resultaba imposible memorizar todo lo que decían, aunque se esforzaba mucho por prestar atención en los detalles importantes.

Cuando Shouto le sugirió aprender defensa personal Denki le dijo que no y se rio cuando Katsuki le ofreció un cuchillo para esconder en su cuarto.

—Existe alguien que intenta matarte —dijeron ambos con la misma expresión severa y semiescandalizada. Denki les sonrió.

—Una persona con un arma debe estar dispuesta a usarla, el que la tenga no cambia el hecho de que si un asesino entra estará más capacitado y entrenado que yo. Lo único que haré al empuñar un cuchillo en su cara será darle un arma para que acabe su trabajo más rápido. Y sobre la defensa personal, podría ser una opción si mi condición física no fuera tan lamentable. Si le pego a alguien lo más probable es que termine haciéndome daño. No, nada de armas para mí, pero no se preocupen, si no puedo ganarle a alguien hablando, puedo distraerlo lo suficiente para salir corriendo.

—Eso no te funcionó antes —dijo Katsuki con sarcasmo mirando su moretón que había perdido la hinchazón, aunque algunas secciones seguían viéndose violetas.

—En esa ocasión ni un cuchillo ni nada habría podido salvarme. Además, mi guardia se encarga de los cuchillos y los puñetazos, no yo.

—¿Y dónde está él? —preguntó Shouto

—Con Izuku, y ambos volverán cuando termine con su trabajo.

Al ver su resolución ni Katsuki ni Shouto insistieron en el tema. Mostraban una tolerancia infinita para cada una de sus decisiones y si bien parecían desaprobar algunas, en general respetaban mucho su punto de vista. Además, cada uno de ellos tenía cuestiones importantes de las cuales preocuparse. El interés de Katsuki por colarse en la oficina del médico había sido puesto en pausa dado su repentino interés por sentarse en la mesa del Emperador para conocer a Noche; por su parte, Shouto no se había revelado como el Príncipe de Ame pero tampoco le había dicho la verdad a Keigo lo que parecía sumergirlo en una batalla interna continua.

El hecho de que ambos estuvieran ocupados en otros detalles hacia suspirar a Denki de alivio porque eso garantizaba que no habría nada que pusiera en peligro el destino del Protagonista; además, el hecho de que ambos Príncipes conviviera diariamente le daba la esperanza de conseguir que se hicieran amigos.

Todo avanzaba con normalidad, pero a casi una semana de haber iniciado con las visitas nocturnas Denki empezó a notar el desgaste que suponía perder horas de sueño. Si en su vida anterior los desvelos eran una cosa normal que le permitían funcionar sin problema, su nuevo cuerpo no parecía ser capaz de llevar el ritmo que Denki quería imponerle. Los dolores de cabeza se volvieron continuos –especialmente por las tardes cuando se sentaba a escribir–, tenía hambre a todas horas y su estómago no dejaba de revolverse de incomodidad. Denki achacaba ambos síntomas a su ayuno prolongado –seguía negándose a tocar nada en presencia de Noche– y conseguía deshacerse de ellos conforme pasaba el día.

Y aunque ambos eran una incomodidad terrible, ninguno se comparaba con la ansiedad que parecía asaltarlo cuando se tendía en la cama a dormir, no conseguía apagar su cerebro repasando todo los detalles y notas que había escrito, o las novedades que Shouto y Katsuki traían. Su incapacidad para cerrar los ojos y dormir se convirtió en una carga que no sabía cómo combatir. Tenía sueño a todas horas, no dejaba de sentir los ojos pesados y arenosos, e incluso empezó a dormitar sin darse cuenta. Una noche se despertó sobresaltado solo para descubrir que se había quedado dormido mientras Shouto y Katsuki discutían. Ahora lo miraban.

—Lo siento —dijo tallándose los ojos que sentía pesados—, ¿en que estábamos?... Cierto, el mensaje de Kirishima, ¿qué decía?

Katsuki se lo repitió con voz monótona aunque Denki ni siquiera le prestó atención, empezaba a dormirse otra vez. Al darse cuenta sacudió la cabeza, se pellizco las mejillas agradeciendo el leve malestar al tocarse el moretón en la cara y suspiró con fuerza como si eso pudiera apartar el sueño.

—¿Quieres que pospongamos la reunión? —preguntó Shouto en tono preocupado sin dejar de mirarlo.

—No, claro no, solo perdí la noción del tiempo. Lo siento —no pudo evitar bostezar. Al hacerlo su dolor de cabeza emitió un latigazo de atención, como si él también estuviera despertando.

—¿Qué te duele? —preguntó Katsuki de pronto

—¿Qué? Nada

—¿Qué síntomas tienes?

—¿Síntomas? Ninguno. Tengo sueño.

Denki tomó aire, sacudió la cabeza una vez más y parpadeó con fuerza para despertarse.

—Pareces cansado —dijo Shouto con calma.

—Así me siento, pero solo tengo que dormir.

Ellos se miraron y empezaron a interrogarlo sobre su comida, bocadillos y bebidas. Denki respondió lo mejor que pudo pero el sueño le impedía pensar en lo que había desayunado tres días antes. Y la insistencia de los Príncipes solo consiguió ponerlo de mal humor.

—Solo tengo sueño —farfulló Denki con cierta irritación—. Me levanto temprano diariamente, me desvelo y apenas si consigo dormir un par de horas a lo largo del día. Reviso cuidadosamente todo lo que me llevo a la boca y no he probado nada que sepa raro. Lo único que tengo es que no he dormido, eso o voy a resfriarme..., aunque también podría ser mi enfermedad volviendo como acostumbra.

—No puedes hacer eso —respondió Katsuki con enfado

—¿Hacer qué?

—Minimizar los síntomas.

—Pero no me duele nada.

—¿Cuáles son los síntomas usuales de tu enfermedad? —preguntó Shouto con evidente preocupación y Denki empezó a frotarse los ojos con enfado. No era justo que solo porque estuviera desvelado y tuviera sueño la gente asumiera de inmediato que había cometido un error permitiendo que volvieran a envenenarlo, especialmente cuando sabía que no había sido así. Había tenido cuidado.

—Estás irritado —dijo Katsuki

—Quiero creer que el veneno no controla mi vida, que puedo pasar una semana por mi cuenta sin miedo a ser envenenado.

—Necesitas ver a un médico —dijo Shouto.

Denki echó la cara hacia atrás obligándose a respirar. Sabía que su irritación era infundada y tenía que ahogarla si no quería empezar a gritar.

—Mañana llamaré a mi médico —suspiró al final—. Lo siento, no tendría por qué irritarme con ustedes. Es solo... tengo sueño y eso me pone de mal humor. Siempre lo ha hecho. En mi vida... en otras circunstancias sé que no me preocuparía por un dolor de cabeza o por tener sueño, son cosas normales.

—Pero en tu situación no puedes ignorarlas.

—Lo sé, lo entiendo, es solo... no quiero vivir creyendo que cada dolor de cabeza es resultado de algo más. No quiero...

Dejo que la frase muriera y emitió otro suspiro largo. Se sentía cansado, exhausto incluso... y también tenía miedo. Miedo de que Noche hubiera conseguido continuar con su envenenamiento sin que él lo detectara.

—Hablaré con mi médico —repitió Denki con más firmeza—, pero también necesito dormir así que lo mejor será posponer nuestras reuniones un par de días al menos. En dos noches nos reuniremos de nuevo. Tal vez podamos hablar un poco más temprano y no esperar hasta medianoche.

Shouto y Katsuki estuvieron de acuerdo y se marcharon sin hacer más preguntas aunque ambos portaban la misma expresión severa y preocupada que Denki había visto en el rostro de Shinsou cuando los síntomas habían surgido.

No es igual que antes, antes no tenía ganas de comer y dormía todo el tiempo. Ahora es todo lo contrario.

Despidió a los dos príncipes en la ventana y se marchó a su cama a dormir sin mirar atrás, pero pese al cansancio apenas apoyó la cabeza en la almohada la ansiedad volvió a toda potencia y no pudo dejar de pensar en todo lo que había comido y lo que había tocado. Empezó a repasar cada palabra intercambiada con el guardia buscando alguna inconsistencia y cuando finalmente consiguió dormirse su sueño fue cortísimo y ligero.

A la mañana siguiente no pudo evitar dormitar mientras le arreglaban el pelo, pero se pellizco las mejillas y tomo aire en grandes bocanadas a fin de despertarse lo suficiente para el desayuno con Noche.

Como cada día Denki tomó asiento en su lugar acostumbrado, frente a un pequeño cuenco de arroz que incluía además una porción de verduras encurtidas y otro platillo de sopa. Se sentó con las manos en el regazo y la mirada al frente, decidido a no dormirse ni tocar nada que hubiera en la mesa –no lo había hecho en todos esos días y no iba a empezar ahora–.

—Buenos días, pajarito —saludo Noche apenas entró.

—Buenos días —respondió Denki y lo miro sentarse esperando oír alguno de sus comentarios sarcásticos tan usuales en él, pero en lugar de ello el guardia estudió su cara durante un momento antes de empezar a comer sin decir nada.

Denki parpadeó, asombrado. Al final se obligó a centrar su atención en las luces, las paredes, y cualquier cosa que le permitiera distraerse y no dormirse.

—¿No tienes hambre? —pregunto Noche y fue el tono, cuidadosamente neutral, desprovisto del famoso apelativo y su tono condescendiente lo que hizo que Denki desviara sus ojos hacia el guardia que lo miraba fijamente.

Denki tenía hambre, podía a sentir a su estómago rugir, pero él se había prometido no tocar nada que Noche hubiera tocado.

—No —respondió con firmeza pese al vacío en su estómago—. Estoy bien.

Noche no insistió y Denki se asombró de la repentina seriedad que inundó sus rasgos mientras terminaba de comer. De hecho, se sorprendió de verlo acabar en casi la mitad de tiempo que solía ocupar cuando prefería dedicarse a interrogarlo sobre sus gustos de lectura.

—Tu padre ha arreglado una cita con tu prometido hoy en la tarde —dijo Noche mirándolo—, para discutir el compromiso, pero tal vez sea apropiado moverla para otro día.

—Mi padre no lo aceptará.

—Yo hablaré con el Emperador.

—No —respondió Denki con firmeza pese a la confusión que esa conversación le estaba generando—. Veré al joven Shigaraki hoy en la tarde.

—Si no te sientes bien-

—Estoy bien. Una reunión de té no cambiará nada.

Noche asintió y no añadió nada más. Al ver que había terminado de comer Denki se puso inmediatamente de pie listo para salir al jardín, pero el guardia volvió a sorprenderlo al llevarlos de vuelta a su recamara.

—¿Hoy no saldremos? —preguntó temiendo haber hecho enfadar al guardia.

—Tal vez mañana.

Noche lo llevo de vuelta hasta su habitación donde ordeno que le preparan un baño, que le llevaran un servicio de té medicinal y que lo dejaran descansar el resto del día, incluso ordeno que le enviaran bocadillos y fruta para comer, y al despedirse utilizo la rara cortesía que fingía frente a todos. Denki no dejó de mirarlo.

Parece preocupado, se dijo y fue esa idea la que disparó su ansiedad.


[...]




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