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3.11. Sutileza

Título Alternativo: El segundo fallo de Denki (y otro puñado más).

[...]

Resultó que el salón de invitados estaba conectado directamente con el jardín y de hecho podía utilizarse como salida, pero como nadie se había tomado la molestia de instalar luces en esa sección se había convertido en una salida discreta para aquellos que quisieran marcharse sin llamar la atención. La idea hizo que Denki se acordara de la conversación que había oído antes, pero apartó con decisión el recuerdo porque si empezaba a pensar en Noche como la persona tras su envenenamiento el miedo lo paralizaba.

Vamos a conocer gente, a ser extremadamente amable, a ser un derroche de cortesía y... Joder

Al entrar en el salón y toparse con un montón de gente vestida de forma tan elegante que deslumbraba, Denki se olvidó de todas sus resoluciones. Mujeres hermosas y hombres imponentes, todos llevando broches brillantes, túnicas de corte exquisito y moviéndose por la sala con la misma desenvoltura de alguien que dictaba las reglas. Fue verlos y sentir pánico porque no se imaginaba siendo presentado ante todos ellos y menos aún convenciéndolos de apoyar a Eraser.

Quiso volver al jardín a tomar un poco de aire y al girarse descubrió que Noche volvía ya de su pequeño paseo. Al verlo el pánico que había decidido ignorar volvió a toda potencia, para distraerse se giró hacia Shouto solo para descubrir que el muchacho lo había dejado para ir a encontrarse con un hombre rubio que se encontraba cerca. Era un hombre pequeño, esbelto, y tan increíblemente hermoso que Denki tuvo que parpadear para asegurarse que no soñaba. Lo peor fue cuando ambos –Shouto y el hombre hermosísimo– se giraron en su dirección de forma simultánea dejando en claro que hablaban de él.

Adiós, pensó Denki escabulléndose entre la gente temeroso de que fueran a interrogarlo. Empezaba a sospechar que haber revelado el secreto del Príncipe iba a traerle problemas.

<Sistema, ¿conseguí que Shouto decidiera quedarse?>

<No, pero ahora tienes su atención>

<No es suficiente para hacer que se quede, ¿verdad?>

<No>

Está bien, no importa, mi explicación tal vez sea endeble pero es creíble, el adivinar que es el Príncipe puede atribuirse a mis dotes de deducción, que no tengo pero ellos no lo saben, solo tengo que buscar... oh, no, pensó al ver que el gigante que lo había toqueteado sin permiso se hallaba a metros de él charlando animadamente con un grupo de muchachos en el que se incluía la hija de los Hado. Apenas un segundo después el gigante se echó a reír con estruendo y el movimiento hizo que sus ojos terminaran cayendo en Denki. Contigo no, se dijo antes de desviarse a la derecha sin detenerse.

Avanzó entre la gente con resolución y se detuvo por tercera vez cuando vio que se dirigía hacia dónde Hizashi charlaba con el que pronto sería su suegro y el grosero de su prometido, fue verlos y torcer hacia la izquierda a fin de evitarlos. A este paso habré llegado al otro lado del salón sin hablar con nadie.

Su objetivo era encontrar a Neito, suponía que su tío Taehiro estaría con él y eso al menos lo haría sentir a salvo. Cuando finalmente vio a su hermano junto a la alta silueta de Hakamata el suspiro de alivio fue inevitable. O al menos lo fue hasta que descubrió que con ellos estaba su padre y como cereza del pastel vio a Noche enfilar hacia ahí. El instinto de Denki le gritaba correr y fue tan potente que se giro de prisa con intenciones de alejarse, lo hizo sin pensar y estuvo a punto de estrellarse con la persona que pasaba a su lado.

—¡Perdóneme! —exclamó ofreciéndole de inmediato una reverencia apenada.

—Ni aunque me ruegues.

Al oír la voz arisca, Denki alzó el rostro y suspiró.

—Ah, eres tú.

—Que cambio de tono —dijo Katsuki alzando una ceja cincelada y dotando a su rostro de una expresión burlona que no dejaba de ser atractiva. Y combinada con su túnica en tonalidades naranja y negro el conjunto se volvía positivamente letal. Denki maldijo porque ese baile parecía tener a toda la gente guapa de ese mundo reunida bajo el mismo techo y era francamente injusto pedirle además que intentara no avergonzarse frente a ellos—. ¿De quién huyes?

La pregunta lo hizo girar justo a tiempo de ver a Noche mirar en su dirección. El miedo cayó sobre él y no lo abandonó.

—De nadie —respondió tensándose en su lugar y mirándolo de vuelta—, pero si el tipo que está detrás de mí se acerca me dices.

—¿Qué tipo?

—El alto de uniforme negro. El que tiene una coleta alta de pelo oscuro y una sonrisa bastarda. Ese que está con mi padre.

—¿Una sonrisa qué?

—¿Lo ubicaste?

—Sí. ¿Quién es?

Un hijo de puta, pensó Denki con rencor aunque en voz alta se limito a sacudir la cabeza. Noche sabe de mi envenenamiento, ha dicho que había algo en la comida de esta mañana, agh... No pienses en eso, Denki, ahora no. ¡No!

—¿Sigue ahí?

—Está mirando hacia acá.

Mierda.

Había considerado a Noche como un loco abusivo, que sentía predilección maltratando a personas más débiles, pero el saber que sabía de su envenenamiento le daba sentido a su actitud y también lo convertía en alguien increíblemente peligroso.

—¿Qué te ha hecho?

Denki tensó la mandíbula listo para escupir unas cuantas verdades sobre la persona que lo había aterrorizado desde que llegara al castillo.

—Es... —escupió con ira antes de que el Sistema repiqueteara.

<Advertencia de restricción: No puedes hablar de las acciones del guardia Noche>

<Tú lo sabías. Tú sabías que Noche era la persona tras mi envenenamiento>

<Por supuesto. Está en la trama>

La respuesta lo hizo tragar en seco, entonces tomó aire con calma e intentó relajarse.

—Es el guardia de mi padre —dijo y se aseguró de cambiar el tema—. ¿Dónde está Kirishima?

—En el pueblo con el resto de los guardias, bebiendo y siendo un estúpido.

—Lo dices como si no pasaras tus noches haciendo precisamente eso —respondió Denki distraídamente pensando en la única vez que Izuku y Sho habían seguido al grupo de Katsuki hasta la villa más cercana solo para descubrir que los chicos iban a beber y luchar.

—¿Quién te ha dicho eso?

Denki parpadeó

—Ehhh... por cierto, ¿dónde está Hono?

—¿Quién te ha dicho que mi mascota se llama Hono?

Denki parpadeó una vez más.

—¿No fuiste tú?

—No

—Entonces la gente —respondió sin apartar los ojos de Katsuki porque algo le decía que si lo hacía el otro iba a darse cuenta de que mentía.

—¿Qué gente?

—Las personas —dijo y Katsuki frunció el entrecejo.

Estaban dando vueltas y lo sabía. A ver, Denki, enfócate, piensa, Katsuki Bakugou es un hombre malhumorado que sospecha de las intenciones de la gente en todas partes. Le gusta que le hablen con la verdad de frente aunque no siempre puede soportarla y especialmente no reacciona bien cuando lo confrontan. De acuerdo, vamos.

Dándose palmadas mentales Denki se sacudió el bochorno y tomo aire.

—¿Es que el nombre de tu mascota es un secreto real o qué?

—No

—Pues ahí está, la gente habla de él y yo escucho.

—¿Escuchas a la gente hablar de mí?

—Cuando estás acostumbrado a que la gente no te hable ni te haga caso desarrollas una habilidad para escuchar. Oyes toda clase de cosas. Desde los chismes hasta los rumores e incluso los pequeños detalles insignificantes. Sé incluso que tienes un cuchillo favorito que te regalo tu maestro.

Eso consiguió que Katsuki se callara aunque no dejo de mirarlo raro. Denki tenía otras cosas en mente. Muy bien, ahora tienes que hacer que este hombre no baile con la hija de los Hado sin decirle la razón.

—Entonces..., ¿te gusta bailar?

—¿Quieres bailar? —fue la pregunta que recibió de vuelta con otro fruncimiento de cejas más pronunciado y una expresión de sorpresa y medio espanto. Como Denki no se esperaba esa respuesta parpadeó, estaba a punto de soltar un ahogado ¿Qué? cuando llegaron a salvarlo.

—Pero vaya, solo te ha tomado veintitrés años hacer esa pregunta —irrumpió la voz de una mujer acompañando la afirmación con una risilla encantada. Denki se vio frente a frente con un rostro andrógino y bello, con marcas alrededor de la boca que la señalaban como alguien de risa fácil. Los ojos cobrizos le chispeaban con alegría y había algo en su semblante que a Denki le resultaba sumamente familiar. No pudo evitar mirar fijamente—. Disculpe a mi hijo, Alteza, es guapo pero las galanterías no son lo suyo.

Denki volvió a parpadear, no por la afirmación sino porque acaba de entender que la mujer era Mitsuki Bakugou, monarca absoluta del Reino de Ka, y que de ahí venía el aire familiar que veía en su rostro. Intentó no retorcerse de ansiedad; si lo que había leído en los libros era cierto esa mujer podía romperle el cuello de un golpe... aunque era difícil compaginar las historias con la imagen en carne y hueso especialmente porque ella no dejaba de reírse mientras su hijo rechinaba los dientes.

—¿Es cierto que su grupo soportó un asedio durante sesenta días cuando solo tenía diecisiete años?

La mujer lo miró un momento con sorpresa y entonces se echó a reír.

—Historia vieja, muchacho, y en realidad solo fueron cuarenta y cinco.

—Y no eras tú quien estaba a cargo —masculló Katsuki con evidente fastidio.

—No entiendo por qué te enfadas si tú también presumes de esa historia —respondió Denki y entonces se acordó que sabía eso porque en la primer novela Katsuki la contaba al revelar su identidad—. Quiero decir, es tu madre, estoy seguro de que tú también presumes esa historia, pero bueno... ¿han probado los bocadillos?

—No sabía que era amigo de mi hijo, Alteza.

Katsuki dijo: —No es mi amigo.

Y al mismo tiempo Denki dijo: —Estamos en ese proceso.

Se miraron un momento hasta que Denki volvió a dirigirse a su madre.

—Majestad —le dijo—, si su hijo no baila no deberíamos obligarlo.

—Pero si es él quien te ha invitado a ti.

Denki parpadeó, sin comprender.

—Majestad Bakugou, —dijo una voz cantarina materializándose junto a ellos. Al girarse descubrió que el recién llegado era el bellísimo hombre que había estado hablando con Shouto—, luce hermosa está noche.

Sonreía con un gesto de absoluta cortesía, un gesto tan brillante que Denki se quedó sin palabras como un venado frente a las luces. Y mientras él miraba, el guapo hombre se giró hacia Katsuki.

—Príncipe Bakugou, quería felicitarlo por su excelente cacería de hoy.

Katsuki le respondió en tono aburrido, pero eso no amilanó al extraño que siguió charlando con calma indiferente a las parquedad de las respuestas que recibía. Denki no le quitó los ojos de encima; de cerca era aún más hermoso, con pestañas larguísimas a juego con su pelo color caramelo. Vestía una túnica de oficial de corte sencillo, pero bien podría haber llevado una pieza de colección dada la elegancia con la que se desenvolvía. No llevaba joyas ni pasadores llamativos, llevaba el pelo largo suelto como una cascada sedosa, con una delicada trenza rodeando su cráneo evitando así que los mechones sueltos le cubrieran la cara. Sorprendentemente eran casi de la misma estatura, pero su porte y actitud lo hacían ver muchísimo más imponente.

Denki se sintió pequeñito y un poquitín acomplejado, por eso no reaccionó hasta oír el comentario aparentemente inofensivo.

—...tan galante, la hija de los Hado está sin duda emocionada de poder bailar con usted.

¡NOOOO!

—¿Qué baile? —dijo Katsuki

—¿Alguien ha probado los bocadillos? —dijo Denki en un desastroso intento por cambiar el tema—. Mi hermano ha dicho que están deliciosos.

—Los he probado —dijo Mitsuki con intención—, son verdaderamente deliciosos.

—¿Qué baile? —insistió Katsuki

—Los tres vencedores se han ganado un baile con la joven y bella Nejire —respondió el hombre guapo.

—Al Príncipe no le gusta bailar —aseguró Denki—. Y no es obligatorio.

—No lo es —respondió Mitsuki abandonando toda pretención—, pero nuestra reputación está en juego.

Denki se dio de topes mentales apenas vio que Katsuki se giraba hacia la mujer con el entrecejo fruncido y ella empezaba a susurrarle cosas a toda velocidad. Tenía planeado intervenir cuando el hombre guapo se interpuso en su camino y le susurro.

—Alteza, ahora que se ha desocupado, tal vez me permita cinco minutos de su tiempo.

Lo miraba a la cara con unos ojos del mismo tono de su pelo, tan penetrantes que se sintió como una mariposa acorralada.

—¿Eh? —fue todo lo que Denki atinó a decirle.

—Alteza —dijo Shouto por primera vez tras todo el intercambio—, quiero presentarle...

—Keigo Takami —lo cortó Denki—, un placer. Yo soy Denki.

—Lo sé, Alteza, es un placer finalmente conocerlo. Quería hablar con usted porque me temo que tenemos un malentendido.

Denki no tenía tiempo para sutilezas, no cuando la discusión entre el Príncipe Bakugou y su madre se convertía en un intercambio de susurros furiosos.

—No hay malentendidos, ya le he dicho a Sho —y pronunció el nombre con intención—, que no voy a decir nada. Solo quería hacerle entender que su responsabilidad en esta situación era quedarse. Todos conocemos lo delicado de este tratado.

—Por supuesto —susurró Keigo y tras comprobar que nadie en los alrededores oía continuó—, solamente me resulta curioso su iniciativa, especialmente si consideramos los rumores que indican que su padre está negociando una alianza con la familia Shigaraki y que usted se encuentra en el centro del intercambio.

Denki parpadeó. ¿Ha mencionado el compromiso? 

—¿Dónde has oído eso? —respondió olvidándose por completo de Katsuki y su madre.

—Lo siento, Alteza, mi trabajo es reunir información no explicar su origen, aunque por su reacción supondré que ya lo sabía. Debo admitir que me sorprende, especialmente conociendo la historia que su familia tiene con los Shigaraki, pero no está en mi naturaleza juzgar simplemente debo ser precavido. ¿Comprende ahora por qué su repentino interés por Sho me resulta curioso? Tal vez su padre lo haya convencido-

—Mi padre no sabe de esto.

—En ese caso algunos podrían pensar que su iniciativa es un intento por evitar las responsabilidades de su familia.

—¡He dicho que no! —estalló la voz de Katsuki y minutos después se marchó sin despedirse. Hubo murmullos y ojos que siguieron a Mitsuki mientras iba tras él, en el alboroto Keigo aprovechó para acercarse aún más y susurrar.

—Estoy seguro de que entenderá, Alteza, que Sho es una persona privada que no le gusta llamar la atención, y será mejor que lo dejemos así pues para él sería terriblemente incomodo que este asunto saliera a la luz... aunque tal vez no tan incomodo como se sentiría su padre si sus intenciones se hicieran públicas, ¿verdad? Sugiero que nos olvidemos de este asunto y dejemos que Sho haga su voluntad.

Cuando Keigo se apartó, Denki parpadeó, y cuando a su lado se materializo el sequito de su padre –que incluía a Neito, Taehiro, y Noche–, Denki permaneció callado mientras ellos charlaban. Repasaba su fracaso de esa noche sin dejar de pensar. Era obvio que se le había olvidado que a los aliados del Protagonista no se les podía chantajear ni coaccionar. Iba a tener que encontrar otra razón para convencer a Katsuki y a Shouto de que se quedaran en el Palacio y en ese momento no se le ocurría nada.

[...]

Denki: Voy a ser amable y encantador.
Also Denki: *evade a toda la gente*

Hola muchachxs!

Gracias por seguir leyendo. Y gracias a quien recomienda la historia por Instagram y por Tiktok, siempre llegan nuevos lectores cuando eso sucede. Así que les mando un abrazo y mi agradecimiento eterno. T

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