2.15. Despedida
Título Alternativo: Y Denki se queda solo.
[...]
Shinsou lo esperaba en la entrada con su aspecto severo y pulcro. Llevaba el mismo uniforme de siempre con el broche en forma de rayo que Denki le había regalado pegado a su pechera, la misma coleta alta de pelo color violenta tan intenso que era inconfundible, la misma postura recta que hacia resaltar su estatura y la asombrosa constitución de su cuerpo. La única diferencia eran las dos espadas cortas que llevaba a la cintura y el hecho de que cuando Denki se paro a su lado, su guardia lo saludo con la fría cortesía que había abandonado meses atrás.
—Alteza —dijo en lo que parecía una repetición exacta a su yo anterior. La felicidad de Denki se desinfló como un globo agujerado—. Lamento la molestia-
—No es molestia —respondió él intentando hacer que lo mirara—, creí que vendrías más temprano. No hubo té de mediodía.
—Su Alteza no necesita mi compañía.
Fue como si el corazón de Denki se desplomara desde las alturas para estrellarse contra el pavimento. La sensación lo dejo sin aire y las manos heladas. En ese momento supo que Shinsou seguía enojado. Enojado porque Denki lo había enviado con Aizawa. Enojado porque la decisión había sido absolutamente repentina. Enojado... O tal vez no fuera enojo, tal vez Shinsou estaba herido. Después de todo Denki era consciente de que había utilizado la autoridad de Aizawa para conseguir que su guardia no se quedara en el palacio.
—Bueno —dijo Denki frotándose las manos—, tal vez no la necesite pero sí me gustaría tenerla.
Eso hizo que Shinsou finalmente lo mirara. La misma expresión indescifrable de siempre, dos ojos amatista que no revelaban nada en absoluto y cuya firmeza hacían creer que conocía todas las respuestas. Denki intentó no retorcerse ante su mirada y rogó que no se le notara el cansancio en la cara.
—¿Cómo ha estado su estadía, Alteza?
Denki pensó en la cajita estrellándose contra el suelo y en los sirvientes recogiendo los trozos. En el afilado silencio de su padre. En Noche entrando en su cuarto sin permiso. En los largos pasillos vacíos y en su cuarto que en realidad no era suyo. Pero no podía hablar sobre eso así que sonrió con lo que esperaba fuera una expresión de calma y seguridad. Solo una sonrisa y ni una palabra pues no quería mentirle.
—¿Puedo hacer algo por usted, Alteza? —pregunto Shinsou de pronto, perdiendo casi de inmediato la rigidez de su postura. Abierto y solícito, como si todo siguiera igual.
La sonrisa de Denki floreció, la sintió tironear de sus mejillas y aligerar el nudo en su garganta.
—Demos una vuelta por el jardín —respondió y eso consiguió que la expresión de Shinsou abandonara la frialdad transformándose en la serena expresión que Denki estaba acostumbrado a mirar.
Denki los guío de vuelta al exterior y se pasó casi una hora charlando sobre las flores que más le gustaban y aquellas que le gustaría plantar en el jardín de la casa mientras Shinsou le ofrecía sus propias recomendaciones en base de aquellas que requerían mucho cuidado. Cuando el tema de las flores se acabo siguieron con los libros, cualquier cosa que no hiciera a Denki pensar en su padre o en Noche.
—Prometo que mañana no hablaremos de flores —dijo apenas se acomodaron en el pabellón del jardín—. Estoy seguro de que alguno de los libros que conseguí tiene historias interesantes. Resulta difícil iniciar otra rutina cuando no te sientes cómodo con los alrededores, pero creo que sería agradable disfrutar de nuestra hora de té aquí, ¿no te parece?
—Me temo que no podrá ser, Alteza —respondió Shinsou y su expresión demostraba claramente que en verdad lo sentía
—¿Por qué no? ¿sigues enfadado? Te prometo-
—No, Alteza. Vine para informarle que me marchare.
Denki no pudo evitar la cara de espanto. Su reacción hizo que Shinsou se apresurara a explicarse.
—Lo siento, Alteza, me he expresado mal. Voy a tener que salir de la Ciudad por unos días.
—¿Por qué?
—Toka.
—¿La han encontrado?
—No, y su desaparición nos coloca en una situación difícil.
—¿Por qué? Que se marchara sin avisar sugiere que es culpable, ¿no es así?
—Es la explicación más lógica; sin embargo, tanto Izuku como Aizawa sugieren confirmar su culpabilidad. Les preocupa que haya desaparecido sin razón.
—Tal vez supo que sospechábamos de los sirvientes.
—En ese caso sugiere que el traidor que se encuentra en la corte sabe ahora que usted está enterado del veneno y lo ha estado evitando.
—¡Oh!
—También está la posibilidad de que Toka se haya convertido simplemente en un peón al cual responsabilizar.
Eso fue lo que hicieron con Fantasma.
—Eso significaría que ella es inocente. ¿Crees que se la han llevado para incriminarla? —solo necesita ver la expresión de Shinsou para entenderlo—. Crees que está muerta.
—Si no es ella quien ha huido, sí. Seguramente está muerta. Es más fácil inculpar a una persona que no puede defenderse.
—Pero eso significa que el envenenador sigue aquí. Podría ser Saya... Mizushima... O Ina.
—Cualquiera de ellos. Y siendo que han tomado las precauciones necesarias para garantizar que la culpa recaiga sobre Toka si decidimos exponer la situación ante el Emperador, debemos suponer que lo han hecho porque saben de nuestras sospechas.
—Así que sin importar si Toka es inocente o culpable, ellos saben que lo sé.
—Sí, Alteza. Es probable que intenten confirmarlo, o que ya lo hayan hecho, así que es importante mantenerse alerta y en guardia.
—De acuerdo, pero... Izuku y tú intentaran averiguar si Toka es culpable, ¿no?
—Así es. Si lo es, necesitamos información, y si no debemos evitar que el traidor la utilice para fingir que la situación se ha resuelto.
—¿Cómo lo harán?
—Los vecinos de su hermana nos han informado que la familia tenía planes para viajar por cuestiones personales, pero no está claro si Toka decidió irse con ellos de último minuto o si su desaparición es completamente incidental. Dado que Toka sirve en nuestra casa resulta menos sospechoso si soy yo quien va a buscarla a casa de sus familiares alegando que se marchó sin avisar. Mientras tanto Izuku intentara rastrear sus pasos y de ser posible, encontrar su cuerpo.
—¿Vas a ir solo?
—¿Es que Su Alteza no confía en mis habilidades? —preguntó Shinsou apartando los ojos de él mientras sus manos se volvían puños— Puedo garantizarle que independientemente de mis fallos no lo defraudaré. Y haré todo lo posible por recuperar su confianza.
La declaración lo hizo entender que Shinsou creía que lo había enviado lejos como castigo y la idea hizo que el nudo en su pecho volviera a apretarse. Denki extendió la mano y con mucho cuidado la coloco sobre el brazo de Shinsou, quien se giró para mirarlo con una expresión de sorpresa.
—Soy consciente de lo competente que eres, Shinsou —dijo—, por eso deje este asunto en tus manos. Izuku no conoce a Toka, pero tú sí. Aizawa no puede involucrarse en esta situación así que tú tienes que mantenerlo informado. No te traje conmigo no porque no confíe en ti, ni porque no te quiera aquí, sino porque eres el único a quien puedo confiarle esta tarea y sé que la cumplirás cueste lo que cueste. Esto no es un castigo, no lo tomes así, por favor. No me has defraudado ni tampoco me has fallado, ¿de acuerdo? Pero el hecho de que confíe en tus habilidades no evita que deje de preocuparme por ti. Lamento si mi pregunta te ha ofendido, tan solo quiero que vuelvas de una sola pieza.
Para cuando termino con su discurso su mano se había cerrado sobre la manga del uniforme negro sujetándolo como si eso pudiera ofrecerle alguna garantía. No se dio cuenta de la fuerza con la que estaba sujetándolo hasta que no sintió los dedos de Shinsou sobre sus nudillos.
—He jurado protegerlo —dijo Shinsou con una expresión tan calmada que casi parecía una sonrisa—, y cumpliré con ello. Volveré a su lado, Alteza.
El estómago de Denki tembló y de inmediato notó el rubor en las orejas. Ese es el problema de tener un guardia guapo que te mira como si fueras bonito. En un intento por recuperar la compostura recogió su mano, tosió y se frotó la nariz –lo hizo con la mano que Shinsou había tocado y en la que sentía el toque fantasmal de sus dedos–.
Y aunque quería confiar en que Shinsou cumpliría con su palabra temía que su guardia se olvidara de su promesa si él no estaba cerca, así que en un súbito momento de iluminación Denki se desprendió del cascabel que llevaba encima para dárselo.
—Para que te no olvides de que debes volver.
Shinsou miró el cascabel que le ofrecían y lo levantó, solo para abrir el broche y colocarlo de vuelta en la ropa de Denki.
—Es suyo, Alteza. Cuidará de usted mientras yo no esté.
No, el rubor no se iba y las manos habían empezado a sudarle; era imposible mantenerse tranquilo teniendo a Shinsou tan cerca y siendo tan amable y atento. Denki se aclaró la garganta bajando la mirada hacia la mesa como si ahí pudiera encontrar su entereza; nervioso, se rasco la nuca. Entonces se acordó del broche que traía en el pelo. Sin detenerse a considerarlo siquiera, Denki se quito el pasador y se lo prendió a la manga del uniforme de Shinsou, rozando brevemente sus dedos e intentando no pensar en la sensación.
—Te hará compañía —dijo apartando las manos, sin dejar de sonreír—, así no te olvidarás de tu juramento. Y cuando lo hagas volveremos a casa.
El anuncio del Sistema <Felicidades. Logro desbloqueado: Dulzura> se vio opacado por la voz de Shinsou, quien alzó los ojos para mirarlo mientras se llevaba la mano –la que tenía el broche– al pecho.
—Así será, Alteza.
Parecía sonreír. Una expresión tan dulce que Denki agradeció la repentina brisa que le alboroto el cabello porque así tuvo algo en lo que ocupar las manos. Como empezaba a refrescar fue Shinsou quien sugirió volver y Denki lo acompañó hasta la entrada ambos sumidos en un silencio que no resultaba incómodo.
—Volveré pronto, Alteza —se despidió Shinsou ofreciéndole una reverencia formal antes de marcharse.
Denki se quedó en la puerta como cachorro abandonado hasta que encontró el ánimo para volver a su habitación. Ahí, se dejo caer en su cama extendido en todas direcciones sin dejar de agitar el cascabel que tintineaba, así lo encontró la sirvienta que subió para preguntarle si quería cenar en el comedor o en su cuarto.
—Comeré con el resto —respondió Denki ligeramente confundido.
Entonces se enteró que usualmente las cenas eran eventos que reunían a oficiales y nobles bajo el mismo techo. Los invitados del Emperador se congregaban para comer y asistir a alguna presentación artística.
—Entonces tengo que cambiarme —dijo Denki con espanto
—No, Alteza. El Emperador lo ha excusado.
—¿Excusarme?, ¿es decir que no tengo que asistir?
—No, Alteza. Puede quedarse a descansar.
—Pero quiero ir.
—Alteza, el médico ha recomendado reposo absoluto.
—Pero estoy bien.
—Las ordenes del Emperador han sido claras —dijo otra voz y Denki sintió que la bilis le subía a la garganta. Se levanto de la cama y al acercarse a la puerta vio que Noche se encontraba apoyado indolentemente contra el marco de esta.
¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—Son claras —repitió Noche y Denki se acordó de la pluma dentro del libro—, ¿verdad?
—Sí —respondió cruzando las manos frente a él.
—¿Su Alteza bajará al comedor o prefiere comer aquí? —preguntó la sirvienta una vez más aunque Denki no le quito los ojos de encima a Noche.
—¿Alguien más comerá en el comedor?
—Solo usted, Alteza.
—Entonces no hay necesidad de bajar.
—Como ordene, haré enviar su cena.
—No —repitió Denki aferrándose los dedos—, estoy cansado y no tengo hambre.
—Pero, Alteza-
—Estoy cansado. Quiero dormir. Salgan.
La sirvienta obedeció, le ofreció una inclinación respetuosa y se marchó. Noche se quedó un momento más, apoyado en la puerta con su sonrisa sarcástica, al final se enderezó con mucha lentitud –el movimiento hizo que el interior de Denki se enroscara– y fue él quien cerró la puerta.
—Buenas noches, pajarito —murmuró, burlón, antes de desaparecer por completo.
Apenas la puerta estuvo cerrada, Denki corrió hacia la entrada y empotró otra vez la silla. Sentía las manos heladas y el corazón en la garganta. Parecía que incluso estando prevenido Noche conseguía ponerlo nervioso.
Se arrodilló junto a la entrada y contó hasta cien despacito, después pegó la oreja a la puerta y cuando estuvo seguro de que no se oía nada quito la silla antes de abrir lentamente. Dio un paso hacia afuera y el movimiento hizo que el guardia que permanecía quieto a mitad del pasillo –al que no había visto– girara el rostro hacia él.
—¿Necesita algo, Alteza?
—No —respondió Denki con calma antes de volver a su cuarto y empotrar la silla otra vez en su lugar.
Denki apretó los dedos contra sus parpados cerrados e intentó convencerse de que prefería quedarse a dormir que bajar a charlar con un montón de gente que no conocía. Eventualmente consiguió reunir la suficiente voluntad para desvestirse, trenzarse el pelo y ponerse el batín para dormir. Esa noche volvió a revolverse en la cama incapaz de conciliar el sueño y cuando finalmente se cansó escogió la cobija más gruesa y se arrellano en el diván junto a la ventana abierta. Durmió mal sin dejar de aferrar el cascabel que tenía entre las manos.
[...]
n/a
Nos veremos en el próximo. Buen fin de semana.
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