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1.8. Insomnio

Título Alternativo: Denki toma una decisión.

[...]

Envuelto en la manta cuyos bordes se arrastran a sus pies, Denki cruza la puerta de su habitación; lo primero que ve es un pasillo oscuro que se curva en ambas direcciones. Frente a él hay una puerta corrediza y al abrirla encuentra el jardín con forma de círculo en cuyo centro un árbol desnudo se alza imponente en el blanco escenario.

El aire huele a nieve fresca y el viento frío lo hace temblar.

Denki sonríe; se arrodilla en el suelo con la manta sobre sus hombros y las manos en el regazo. Tiene que ahogar el impulso de salir corriendo a revolcarse en la nieve porque no quiere volver a enfermarse, no tiene zapatos, y su cuerpo debilucho no soportaría el esfuerzo, así que se contenta con sentarse ahí a ver el mundo cubierto de nieve.

No hay mucho que ver ya que todo parece una sábana blanca, sin embargo resulta indescriptible la sensación de aspirar aire fresco después de días de quedarse encerrado envuelto en el aroma del encierro.

El silencio de la noche es tal que le permite detectar hasta el más pequeño susurro, el viento contra las puertas, las ramas que se agitan, el roce de un cuerpo contra el suelo y algo semejante a un maullido.

¿Un gato?

Denki mira a su alrededor, perplejo, tarda un momento en entender que el sonido proviene de algún punto bajo el suelo. Se inclina hacia al frente para espiar por encima de los dos escalones que conducen hacia el jardín, puede ver que la casa está sostenida por macizos postes de madera que la elevan a varios palmos del suelo permitiendo que la nieve que cae no se acumule junto a las delicadas puertas.

Y justo en el espacio que hay bajo la casa algo se mueve.

Con la mitad del cuerpo afuera Denki apoya las manos en el primer escalón estremeciéndose ante la sensación helada de la nieve contra sus dedos, tiene la cabeza inclinada sobre el borde con la trenza cayendo sobre su hombro. Su mirada recorre la zona bajo la casa hasta encontrar lo que busca: Dos pequeños ojos negros que parpadean al mirarlo.

—Hola—susurra Denki observando con fascinación a la criatura.

El animal sale de su escondite y Denki retrocede un poco para no espantarlo. Se limpia las manos en la manta con mucho cuidado mientras el animalito se acerca a los escalones. Es más pequeño que un gato común y muy parecido a una salamandra, su cuerpo está lleno de escamas rojas que relucen cuando se mueve y su cola larga se agita barriendo la nieve-

¡No la barre, la está derritiendo! ¡Oh! ¡Ya sé quién eres!

Denki no había leído más que el primer tomo de la trilogía "Balada de Dos Espadas", pero sabía que el autor Toshinori Yagi había escrito varios libros que enriquecían su mundo. Entre ellos estaba: "Cronología del Clan Sombra". "Historias de los Asesinos Negros". "Cuentos del Reino de Ka". "Bestiario de Yuuei". Y el más reciente "Dos Llamas Entrecruzadas", que era el spin-off sobre la familia Todoroki que actualmente el autor estaba terminando.

Muchos de esos libros se habían popularizado, incluso el "Bestiario de Yuuei" se había usado como base para un videojuego. Denki había visto los promocionales en las paradas de autobús, la publicidad incluía una salamandra roja con los ojos negros, era uno de los animales favoritos de la saga porque era la mascota oficial de Katsuki Bakugou; además la novela explicaba que la gente solía criarlos para calentar sus hogares durante el invierno pues sus cuerpos eran capaces de regular la temperatura del espacio que habitaban. Los llamaban kaji y solían vivir bajo las casas para caldear los hogares durante la época fría.

Sin dejar de sonreír Denki extiende su mano con lentitud, el animalito se acerca para olfatear sus dedos, es una cosilla preciosa con escamas brillantes que relucen a la luz de la luna y un pequeño triangulo al final de su cola; si tuviera alas parecería un dragón pequeñito.

El kaji apoyó la nariz contra sus dedos, al no percibir amenaza frotó la cabeza contra su pulgar y emitió el sonido que se asemejaba a un maullido.

¡AHHH!, ¡que monada!, esta calientito, se siente como una esponjita tibia. ¡Quiero uno!

De pronto y sin razón el kaji alza la cabeza, sacude la cola y se escabulle de vuelta a su escondite.

—Alteza, ¿qué está haciendo?

Denki se sobresalta, espía sobre su hombro y ve a Fantasma de pie mirándolo.

—Hola—sonríe—¿terminaste de limpiar el jarrón?

—Iba a devolverlo ahora, ¿por qué está aquí?

—Me desperté y salí.

—Es tarde, Alteza. Debe descansar.

—Me paso horas en esa cama, estaré bien si me quedo un rato aquí. Ve y descansa, o si tanto te molesta—palmea el lugar que tiene junto a él—ven y siéntate.

Con muchísimo cuidado Fantasma deja el jarrón en el suelo y se arrodilla junto a él para mirar el jardín.

—No te oí llegar—dice Denki tras un momento de silencio—nunca te oigo moverte. Eres muy silencioso. Le haces honor a tu nombre.

—Gracias, Alteza.

¿Por qué lo haces sonar como si te acabara de escupir la cara, eh?

—Es tarde, Alteza—añade Fantasma

—Lo es, y sin embargo tú también estás despierto. Siempre que te veo estás despierto, ¿es qué nunca duermes, Fantasma?

—Duermo lo suficiente, Alteza.

—Eso no responde a mi pregunta, a qué hora duermes.

—Después de mi ronda nocturna.

—Y te levantas temprano.

—Así es, Alteza.

—¿No debería haber rotaciones o algo así?, otro guardia que se coordine contigo para el turno nocturno.

El silencio de Fantasma es toda la respuesta que necesita.

—Ya. Supongo que no tiene sentido mantener un alto nivel de vigilancia sobre un moribundo, ¿cierto?

No puede evitar sonar amargado; el suspiro que emite cuando recuerda el súbito aumento en su barra de Desastre es hondo y cansado. Arrodillado frente al jardín blanco y el árbol sin hojas, Denki experimenta el amargo sabor de la tristeza. La ha sentido antes, en su pequeño cuarto después de un largo día de trabajo y a las puertas de otro exactamente igual; la sensación desconcertante de que no hay escapatoria y todo es una repetición exacta de su infierno personal.

En la novela cada vez que el protagonista visitaba al Tercer Príncipe mencionaba lo triste que parecía su hogar. Triste y apagado. Ahora podía ver por qué, su casa decaía al mismo ritmo que él.

Todos creen que voy a morir, todo parece indicar que así será.

Las doncellas cuidaban de él por obligación y era imposible ignorar su expresión compasiva y resignada cuando limpiaban su habitación. Su casa solo tenía un puñado de sirvientes, los cuales procuraban mantenerse alejados del cuarto donde el Tercer Príncipe se moría dejando a su único guardia trabajar en un horario casi continúo.

Fantasma es el único que habla conmigo.

Ni una sola visita del palacio, ni un solo mensaje de ánimo, ni una sola muestra de interés o apoyo.

Estoy seguro de que el asesino es el único que se interesa por mi salud, apuesto que... espera, Denki, retrocede un momento, ¿el asesino sabrá de mi recuperación?

—No importa si este guardia es el único aquí, Alteza—parpadea cuando la voz de Fantasma pone un alto a sus pensamientos—mi deber es protegerlo.

Lo dice con una seguridad férrea y un compromiso ciego.

Ah, Fantasma, eres un buen hombre, no mereces morir siendo inocente.

—No te rindas, ¿eh, Fantasma? Si me muero tienes que prometer no rendirte.

—No morirá, Alteza.

—No ahora. Viviré para ver la primavera—se frota los dedos helados dirigiendo su mirada al suelo cubierto de nieve—veré el pasto verde y las primeras hojas de este árbol.

Si no lo arruino llegare hasta el verano.

—¿Crees en eso de las segundas oportunidades, Fantasma?,—no espera respuesta, toma aire y continúa—quiero aprovechar que estoy de pie otra vez. Quiero hacer las cosas que no hice. Quiero vivir hasta el final del verano, disfrutar de sus días largos y sus noches cálidas. Me gustaría llegar al otoño para ver a los árboles perder sus hojas. Y sería maravilloso volver a ver otro invierno, la primera nevada y una mañana despejada. Quiero vivir otro año, y los que siguen después de ese, hay muchas cosas que quiero hacer. Me he pasado la vida...

Se traga el resto de su queja aterrado de haber dicho demasiado y al mismo tiempo incapaz de expresar la magnitud de su decepción.

—Alteza—la voz de Fantasma es firme y decidida, y cuando Denki lo mira solo encuentra estabilidad—ahora que está de pie puede hacer lo que quiera. Nadie le hará daño.

Mira bien a este hombre, Denki, morirá si no consigues cambiar su destino. No olvides que no eres el único que corre peligro.

—Gracias, Fantasma, y a cambio de tu servicio yo te prometo esto: No voy a rendirme. Y quiero que tú tampoco lo hagas, no importa lo que pase, ¿de acuerdo?

Te juro, Fantasma, aun si muero no dejaré que ninguna acusación caiga sobre ti.

—Por supuesto, Alteza.

—Entonces hagamos que este lugar deje de parecer una tumba. Quiero abrir las puertas y que el sol entre por las ventanas. Quiero limpiar cada rincón hasta que todo el aire a muerto desaparezca. Quiero tener mi propia biblioteca. Quiero ver qué otras habitaciones hay y que podemos hacer con ellas. Quiero correr descalzo por la nieve. Quiero sentarme a leer comiendo bocadillos, ¿es pedir demasiado?

—No, Alteza.

Denki sonríe y vuelve a mirar el jardín.

No tengas miedo, Denki, y no dejes que eso te impida vivir. Ya arruinaste una vida, no arruines esta también.

Un rato después una mano viene a invadir su campo visual y al girarse descubre que Fantasma se ha levantado. Está inclinado junto a él, con la palma hacia arriba y los ojos fijos en el suelo.

—Necesita descansar, Alteza, si quiere hacer todo lo que quiere hacer.

Denki toma su mano y la usa como apoyo para levantarse, después la aprieta una y otra vez hasta que los ojos de Fantasma se alzan hacia él.

—Así está mejor—dice Denki mirando fijamente los ojos violetas—ahora vamos.

Fantasma cierra la puerta corrediza y con muchísimo cuidado lo ayuda a desandar todo el camino hasta su cama. Es asombroso lo atento que es, se ajusta a su paso y es excesivamente cortés. Su mano esbelta es áspera y fría, pero transmite firmeza y calma.

—Fantasma—murmura Denki a medio camino—¿crees que si mejoro el asesino vendrá?

Se detienen y Fantasma lo mira.

—No dejaré que nadie le haga daño, Alteza.

Oh, por dios, si me miras así y me dices eso harás que me dé un ataque, Fantasma, ¡por favor!

Denki sonríe y reemprende la marcha luchando por no enrojecer. Ya en su cama Denki se acomoda entre los almohadones viendo a Fantasma devolver el jarrón. Está seguro de que su Sombra se marchará, pero se equivoca. Se queda cerca de la ventana vigilando la puerta.

¿Espera a que me duerma?

La idea le resulta vergonzosa, especialmente por la forma como se siente seguro al considerarla. Tan seguro que cierra los ojos y se duerme sin darse cuenta. Esa noche ninguna pesadilla viene a perturbarlo y ni siquiera el recuerdo de los 855 puntos consigue llenarlo de pánico.

[...]

N/A

Lo siento, Denki, pero enamorarse de Fantasma es casi inevitable. Tenemos actualización doble y nos veremos hasta finales de la proxima semana. Saludos.

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