1.6. Identidad
Título Alternativo: Denki toma un baño, ¡por fin!
[...]
Hakamata cumple con su promesa y esa misma tarde el mayordomo se aparece para cargarlo hasta el cuartito que está junto a su habitación. Han colocado un bonito y colorido biombo en tonos amarillos y rojos tras el cual hay una bañera vacía.
Una sirvienta lo ayuda a quitarse el camisón blanco que le cubre el cuerpo, después lo hace sentar en un banquito de madera y cuando ella intenta bañarlo, Denki la aparta. Con la cubeta de agua caliente, un jabón y una esponja comienza a lavarse, estudiando, por primera vez, el cuerpo que le ha tocado habitar.
Todo él está compuesto de palos: rodillas huesudas, brazos enclenques, costillas que casi se ven a través de la piel. La imagen clara de un paciente con sus horas contadas.
Vamos a tener que ponernos en forma, esto es inaceptable.
Le gustan sus pies, tienen el tamaño justo y sus dedos hacen una bonita escalera de uñas transparentes. También le gustan sus manos, son delgadas de dedos largos sin las marcas de quemaduras y cortes que había coleccionado en su vida anterior. El cuerpo del príncipe está cubierto de una piel blanca e inmaculada, demasiado pálida en su opinión.
En cuanto salga el sol vamos a tumbarnos en el jardín a tomar color.
Lo que más lo aturde es el cabello largo, hasta el momento lo ha llevado en una trenza suelta que evita los nudos, pero en cuanto empieza a lavarlo toma conciencia del tamaño que tiene.
Madre mía, este pelo es interminable y se cae un montón, ¿es normal o es porque estoy enfermo?
Aunque su pelo sigue siendo rubio es de un tono muchísimo más claro del que tenía antes, también se ve más quebradizo y desgastado, pero no cabe duda de que se verá mejor cuando su dueño deje de morirse.
Se lava lo mejor que puede y el esfuerzo lo deja agotado. Las sirvientas han terminado de llenar la tina con agua caliente así que Denki acepta su ayuda para sumergirse en ella.
Ahhhh, ¿hace cuánto que no me baño con agua caliente?
Sus duchas siempre habían sido cortas y con agua fría, durante el invierno tenía que calentar agua a tandas para poder bañarse después de volver del trabajo. Era una tarea lenta, pesada y sin mucha satisfacción, ahora podía reclinarse contra el borde de la bañera de madera mientras el agua caliente conseguía relajar sus músculos.
Poco después llega el espejo que había pedido, una pieza de cuerpo completo en un marco de metal adornado con avecillas plateadas. Las mujeres lo colocaron junto a la bañera y Denki se inclinó hacia él para poder conocerse por fin.
Su primera impresión fue que parecía un cadáver.
Rayos, parezco uno de esos vampiros antiguos todo blanco y sin vida.
Su cara está compuesta de ángulos pronunciados enmarcados por mechones interminables de pelo rubio, y sin embargo bajo esos rasgos afilados tenía un rostro que podía llegar a ser bonito, si conseguía quitarse ese aire de muerto. La forma de su cara era un diamante con una barbilla delicada, pómulos amplios y frente estrecha; la completaba una delicada nariz y una boca que armonizaba con el conjunto. Descontando el hecho de que su piel estaba demacrada y que sus labios no tenían color, no había sorpresas desagradables.
Feo no soy, necesito ganar peso y cuidarme, si pudiera quitarme algo serían esos ojos de mapache.
Sus ojos tenían forma almendrada bajo los cuales había unas ojeras pronunciadas, eso junto con la extremada palidez causada por su enfermedad, los hacían parecer más grandes de lo que eran en realidad. Era como si ocuparan toda su cara, la viva imagen de una muñeca de proporciones dudosas.
Vaya, mis ojos siguen teniendo el mismo color.
Eran los ojos de su madre, dorados y brillantes, con pequeñas motitas pardas. En esa cara sobresalían un montón y era lo único que no parecía enfermo o deslucido.
Bueno, al menos conservo algo que fue mío.
El pensamiento lo sacude.
Oye, espera, ¿no se supone que el príncipe tenía los ojos azules?
Intenta recordar si en la novela lo describen, pero por más que se esfuerza no consigue recordar.
<Oye, Sistema, mis ojos son dorados>
<¿Y?>
<El príncipe tenía los ojos azules, ¿no?>
<...>
<¿Sistema?>
<Los tenía>
<...entonces por qué mis ojos no son azules>
<...>
<Sistema, si tengo los ojos de otro color, ¿no representa eso un peligro para mí?>
<...>
<¡Maldita sea, Sistema, habla!, ¿cuál es el peligro de que no tenga los ojos del príncipe?>
<Estoy computando>
<...>
<Calculo completo. Mi estudio indica que el cambio en el color de tus ojos no representa un riesgo catastrófico, realmente no debería ser un problema. En caso de que la cuestión se presente tendrás que usar tu ingenio para mantener el engaño. Debo recordarte que una de las leyes que rigen tu presencia aquí es que absolutamente nadie sepa la verdad de tu origen. Si ésta llegara a saberse te enviaremos de vuelta, ¿queda claro?>
<Sí, sí, lo entiendo, pero es injusto, ¿sabes?, no fui yo quien puso en riesgo toda mi estancia aquí>
<...>
<Y ya que no fue mi culpa, ¿no deberías compensarme?>
<¿Cómo?>
<¿Qué tal si me dices quién me está envenenando?>
<No, nada de información que afecte la trama>
<En ese caso voy a guardar mi pase libre y lo ocupare después, ¿está bien?>
<Como quieras>
Cuando se harta de mirar su nueva cara, Denki vuelve a reclinarse en la bañera, el cansancio lo invade y el agua caliente lo hace sentir somnoliento, así que no tarda en cerrar los ojos y dormir.
Después de un rato una de las sirvientas se acerca a despertarlo y Denki toma su mano para salir, como no puede estar de pie sin ayuda se apoya en el borde de la bañera mientras se viste con un camisón blanco que huele a limpio. En cuanto está vestido el mayordomo aparece para cargarlo de vuelta a su habitación.
—No en la cama—dice Denki—En el diván.
Las sirvientas se apresuran a llevarle una manta gruesa junto con varios almohadones hasta que Denki está cómodamente sentado mientras ellas se dan a la tarea de cambiar las sábanas de la cama.
No negaré que es bueno tener tanta gente que te ayude, pero es horrible sentirse inútil.
Denki despide a las sirvientas sin dudar, después se gira hacia la persona que parece un poste sin vida.
—Pásame el cepillo, Fantasma.
Se endereza con cuidado y con el cepillo en mano se da a la extenuante tarea de desenredar su pelo. En su vida anterior se contentaba con pasar un peine para acomodar su peinado, pero el cepillo que tiene ahora está lleno de cerdas suaves que se enredan en su pelo a cada rato.
Jesús, a este paso voy a quedarme calvo, mira nada más cuánto pelo se me cae. No puede ser normal, mierda. ¡Voy a ser calvo!
Cuando su pelo está completamente liso, y su cuero cabelludo pica, Denki observa con horror la bola de pelo que ha ido quitando del cepillo. Suspira y la pone en la mesa cuando no encuentra un bote de basura.
Muy bien, ahora la trenza, supongo que podría llamar a una sirvienta para que me ayude, pero no puede ser difícil, a ver, veamos. Sé hacer pulseras con cuerdas, trenzar el pelo no puede ser muy distinto.
Pero resulta que lo es porque tiene que hacerlo sin ver y con los brazos alzados. Termina con los antebrazos adoloridos y con el pelo suelto.
Joder.
Se acomoda el pelo sobre el hombro y lo intenta de nuevo; consigue una trenza floja con mechones sueltos, es todo un éxito cuando mueve la cabeza de lado a lado y su peinado se queda donde esta. Sonríe, victorioso. Está limpio y peinado, y lo mejor de todo es que por fin ha conseguido salir de la cama, aun si lo hizo para ir a recostarse en un sillón.
No menosprecies las pequeñas victorias, Denki.
Está acomodándose en el diván cuando las sirvientas aparecen con su cena, ellas se marchan y Fantasma vuelve a poner la sopa dentro del jarrón de la vez anterior.
—¿Qué harás con él?,—pregunta Denki al verlo regresa con el plato vacío.
—Lo vaciaré una vez al día y lo traeré de vuelta.
—¿Nadie se dará cuenta?
—Lo haré en la noche cuando haga mi ronda nocturna.
—Muy bien.
Junto a la sopa cremosa Denki recibe un tazón diminuto de arroz y una papilla amarilla, además Fantasma le comparte la mitad de sus verduras. Comen en silencio hasta que las sirvientas vuelven para llevárselo todo.
Entonces Fantasma se levanta con intenciones de volver a su lugar en la pared.
—Eh, espera, Fantasma, ven.
—¿Qué sucede, Alteza?
—Me da grima tenerte parado como una lámpara de piso. Si estoy durmiendo puedes hacer lo que sea, pero si estoy sentado aquí me gustaría que estuvieras cerca, ¿de acuerdo?
—Como ordene, Alteza—dice Fantasma antes de avanzar hasta el silloncito más cercano donde se queda de pie.
—Siéntate, Fantasma.
—No es necesario, Alteza.
¿Conseguiré que alguna vez se siente?
—Bueno—dice Denki acomodándose en su lugar—ahora dime, si la teoría del envenenador fuera cierta, ¿cómo lo encontraríamos?
Fantasma parpadea, sigue insistiendo en no mirarlo y parece verdaderamente incómodo en medio del salón aunque cuando responde lo hace con la misma formalidad y sequedad de siempre.
—Acudiríamos a la cocina para investigar.
—¿Me equivoco al suponer que ya lo hiciste?
—No, Alteza.
—¿Encontraste algo?
—Me temo que no; si existe, esa persona ha cubierto sus huellas de manera excepcional.
—¿Por qué lo dices?
—En la cocina no se han recibido nuevos aprendices desde hace un año y hay poco personal ya que esta ala no recibe visitas; además del mayordomo que ha servido al palacio durante quince años hay un puñado de sirvientes que trabajan exclusivamente para atenderlo, todos ellos han trabajado aquí casi toda su vida. También estuve presente en la preparación de la sopa y no he detectado sustancias invasivas o peligrosas en ella. Si el veneno está en la sopa tendría que estar en el remedio que proviene del Médico Imperial.
—¿Y el doctor es de fiar?
—El Doctor Yakumo ha servido al palacio desde hace años, ha sido el médico de cabecera de la familia imperial desde el principio de su carrera. Asistió al parto de los Tres Príncipes e incluso del mismismo Emperador. Es difícil de creer que pueda arriesgar su posición de esta forma.
Denki se remueve incómodo.
—Tal vez no sea él, ¿alguno de sus asistentes?
—Para comprobarlo tendría que hablar con mi superior.
No dice su nombre, pero Denki sabe de quién habla.
Si mal no recuerdo, el actual líder del Clan Sombra se hace llamar Eraser, aunque su nombre real es Shota Aizawa, quien ha servido a la familia imperial desde que el anterior líder fuera muerto en servicio; pero hablar con él es poner al palacio en alerta máxima, y ciertamente no quiero hacer eso, se supone que no debo cambiar la trama.
—Hjum, bueno, supongo que entonces tendremos que esperar.
—¿Esperar?
—Ya te dije, necesitamos asegurarnos que la amenaza es real. No sirve de nada decir que existe un asesino si no tenemos pruebas, además es probable que todo sean producto de mi imaginación, ¿no?
Fantasma lo mira con una expresión cuidadosamente neutra.
—Como ordene, Alteza.
Denki asiente y bosteza.
Maldita sea, necesito mejorar pronto, detesto pasarme el día durmiendo.
Trata de mantenerse despierto, sin éxito. Eventualmente se duerme y supone que en algún momento el mayordomo vuelve para llevarlo a la cama porque a la mañana siguiente Denki despierta ahí.
[...]
n/a
Sí, Denki será bonito cuando consiga subir de peso y pueda poner su carisma a toda potencia. Paso uno: Dejar de dormirse a todas horas.
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