1.5. Alboroto
Título Alternativo: Denki prueba sus dotes de actuación.
[...]
Cuando despierta está en su cama y solo le toma un segundo comprobar que no hay nadie más con él.
Genial, es probable que Fantasma se haya ido a chivarse con el emperador, ¿y luego qué, uhm?
Tiene hambre, le duele el cuerpo de estar acostado y la sensación de que cada día que pasa se acerca su muerte lo pone frenético. Ni siquiera se anima a inspeccionar su contador de días por temor a ver cómo van disminuyendo.
La siguiente vez que la sirvienta aparece con su comida no lo hace sola, la acompañan otras dos, todas vistiendo la misma ropa, un simple y sencillo kimono blanco con las mangas bien sujetas por cintas blancas. La bandeja de la comida se queda en la mesa junto al sofá en el centro de la habitación mientras las tres mujeres se dan a la tarea de abrir las cortinas, sacudir los cojines, limpiar la bacinilla, recorrer los cortinajes de la cama y encender los inciensos.
Con mucho esfuerzo Denki ha logrado asumir una postura semisentada y puede verlas ir de un lado a otro. No le toma demasiado comprender que su visita no es igual que las anteriores. Siente amargura al pensar en lo ingenuo que fue al confiar en Fantasma.
Y como si lo hubiera convocado con el pensamiento Fantasma se materializa en la puerta y tras una rápida inspección asume su postura de firmes junto a la pared de siempre. El necio ni siquiera se toma la molestia en mirar a Denki para ver cómo éste lo fulmina con la mirada.
De la nada la puerta de su habitación vuelve a abrirse y mientras las sirvientes se apartan para asumir una postura de dócil servilismo, Fantasma se desliza sutilmente hasta acercarse a la cama.
El recién llegado es un hombre robusto, con un rostro redondo y cejas delgadísimas. Viste exquisitamente con una túnica amarilla con adornos dorados que no logra ocultar del todo su abundante barriga. El pelo canoso está sujeto en una trenza floja que mantiene la frente y las orejas descubiertas.
Junto a él llega otro grupo de ayudantes y un puñado de hombres mayores con arrugas y diferentes niveles de calvicie.
Denki descubre entonces que lo bueno de ser un príncipe enfermo es que no necesita ponerse en vergüenza fingiendo que sabe quiénes son, simplemente puede quedarse quieto sin decir nada.
Se hunde en los almohadones y pone la mejor cara de enfermo que tiene en su repertorio.
Pronto la identidad de los hombres queda revelada cuando se acercan a la cama y comienzan a picarlo, auscultarlo, moverlo y en general a toquetearlo por todas partes. Denki se queda flojito mientras los hombres lo revisan de pies a cabeza, obedece cuando le exigen abrir la boca, tose a pedido y procura mantenerse erguido cuando alguien insiste en oír sus pulmones.
El circo dura una eternidad, en opinión de Denki; los médicos insisten en tocarle las rodillas, el estómago y... más. Si no hubiera un círculo de hombres viejos alrededor de su cama, Denki se enderezaría para gruñirle un par de maldiciones a Fantasma.
Todo termina cuando una de las sirvientas saluda:
—Hakamata-sama.
Tras ella el resto de las sirvientas repiten el saludo y el nutrido grupo de médicos se abre como una cortina dejando a la vista a un hombre altísimo y rubio con una expresión de afilada frialdad en sus rasgos. Su pelo es una cascada amarilla sujeta con un elegante tocado que lo hace parecer más alto, viste una túnica gris de algodón con amplias mangas que le cubre todo el cuerpo, el cinturón es de un verde claro bordado con hilo de color plateado, bajo la túnica se dejan ver sus pantalones blanquísimos y sus mocasines de tela color negro. Tiene el aspecto sobrio y elegante de alguien que está acostumbrado a ser obedecido.
Si Denki no hubiera oído el nombre habría creído que se trataba de alguno de los miembros de la familia imperial dado su porte majestuoso y lo exquisito de su ropa, pero el único Hakamata que recordaba era el asesor y administrador del Emperador. El autor solía describirlo como un tipo altísimo que siempre tenía una cara de limón agrio.
Feo no es, no veo por qué le dicen limón.
Denki estudia con mucho cuidado al administrador, es asombroso lo majestuoso de su presencia. En ese momento toma verdadera conciencia del hecho de que es un príncipe, que vive en un palacio y que la gente ahí es extremadamente rica y elegante. Hasta el momento solo le ha tocado ver a la servidumbre y ellos no poseen ese aire de autoridad que despide la persona que está frente a su cama.
—¿Es cierto?
Denki parpadea, descubre que los médicos han terminado de dar su informe y que Hakamata lo mira.
Err, ¿puedes repetirlo?
Pero el resto guarda silencio.
Bien, Denki, intenta no meter la pata.
—Esa es una pregunta con trampa, si sabes la respuesta no tiene sentido que te responda.
Sabe que se ha equivocado cuando ve la expresión de sorpresa en el rostro de todas personas en el cuarto.
Genial, ¿qué estuvo mal?, ¿demasiado duro?, ¿mi voz no es la misma?, ¿han descubierto que no soy el príncipe?
—Su Alteza—dice Hakamata después de un momento—ha llegado hasta mí la noticia...
Denki dirige sus ojos acusadores hacia Fantasma que ni siquiera lo mira.
—...de que se niega a comer.
¿Ah?, espera qué.
—¿Qué?
—La comida, Alteza, ¿cómo espera mejorar si no come?
—¿Quién te dijo-?
—El mayordomo de esta ala, Alteza. Mizushima tiene orden de notificarnos cualquier cambio en su dieta y cualquier detalle en su recuperación. Si se niega a comer tenga por seguro que Mizushima notificará al palacio.
¿no fue Fantasma?
Lo mira aunque Fantasma sigue con su postura de poste inmóvil con la mirada fija en el frente.
—Ahora, Alteza, no perdamos tiempo.
Una de las sirvientas pone la bandeja con el plato de sopa frente a él.
Empiezo a odiar esta cosa.
—Debe comer, Alteza.
La mirada de Denki recorre al grupo de personas que lo observan en silencio.
Curioso que Fantasma sea el único que no me mira.
Denki toma aire y se concentra en la sopa.
Si como esta sopa mis puntos de vida bajarán y cada vez que deje de comer este tío volverá para darme lata. Es el momento de salir de esta cama. Muy bien, Denki, más te vale dar un buen espectáculo.
Aprieta los dientes y empuja la bandeja con toda la fuerza que tiene provocando que ésta caiga hasta estrellarse en el suelo, antes de que alguno de ellos pueda reaccionar Denki empieza a gritar.
—¡No quiero!,—procura utilizar el tono más infantil, estridente y malcriado que se le ocurre. La imagen perfecta de un niño haciendo una pataleta—¡Estoy harto de comer lo mismo todos los días! ¡Estoy harto de tener que quedarme encerrado en este cuarto! ¡Estoy harto del aroma a incienso! ¡Si voy a morirme quiero hacerlo al aire libre! ¡Quiero salir! ¡Quiero ver el sol! ¡Quiero ir al jardín!
Se queda sin aire y tiene que jadear mientras todos lo miran con diferentes expresiones de asombro. Hakamata es el único que se muestra francamente indignado.
Ahora sí tiene cara de limón, piensa Denki con sorna.
—¡Alteza!,—exclama Hakamata—¿qué clase de comportamiento es este?
Espera que apenas estoy empezando.
—¡Soy un prisionero!
—¡Alteza!
—¡Fuera!,—lanza su almohada que alcanza el borde de la cama y se queda balanceándose ahí—¡Largo de aquí!
—¡Alteza!
—¡Déjenme morir en paz!
Sin fuerza para lanzar, sus almohadas van a parar en los bordes de la cama, algunas alcanzan a caer al suelo.
—¡Denki Kaminari!
Escuchar el nombre en labios de Hakamata consigue detener su escándalo.
Muy bien, Denki, no dejes de mirarlo, pon tu cara más fiera. Y uno, dos yyyy...
—¡Diles que se vayan!
Tras un momento de duda Hakamata repite la orden y todos los sirvientes, incluidos los médicos, se marchan.
—Fantasma, tú también sal.
—¡Fantasma se queda!
Silencio.
—Muy bien, Alteza, ¿podemos hablar ahora como personas civilizadas?
Calma, Denki, sigues haciendo berrinche, espera, espera... ahora toma aire y rechina los dientes:
—Habla.
—Este no es el comportamiento de un príncipe.
—¡Estoy harto de estar en esta cama!
—¡Alteza!
—¡Quiero salir!
—Está enfermo, Alteza, y no mejorará si deja de comer.
—¡Odio esa sopa!
—Es la receta especial indicada por el Doctor Imperial Yakumo para fortalecer su cuerpo.
O sea que no voy a poder deshacerme de ella, bueno, no perdamos tiempo insistiendo.
—¿Y tengo que comerla todos los días y a todas horas?
—Es por su propio bien.
—¿No puedo comer frutas y semillas también?
—Eso-
—Me comeré la sopa, pero estoy harto de comer lo mismo. Me gustaría tener un tazón de arroz de vez en cuando, o fruta fresca, incluso aceptaría un puñado de semillas, ¿está mal?
—Tendré que discutirlo con el médico, pero puede arreglarse.
—También quiero salir al jardín.
—Alteza, estamos en mitad del invierno, afuera solo hay nieve.
Oh, maldita sea.
—Bueno pues entonces quiero ir a la biblioteca.
—Alteza, la Biblioteca Imperial está en otra ala y el consejo del médico es no forzar su cuerpo moviéndose innecesariamente.
¡Carajo! ¡no te rindas, Denki!
—Estoy harto de quedarme mirando el techo, ¿no podría tener un libro para leer?
¿Por qué me miras así? Oh, dios, ¿me he salido del personaje? ¿está sospechando?, ¿es que el príncipe no leía?
—Alteza, cualquier esfuerzo-
—¡Me volveré loco si me quedo aquí sin hacer nada!
—...muy bien, enviaré algunos libros para usted, ¿algo más?
Ya que preguntas deja te doy mi lista.
—También quiero un baño, no uno de esponja como el de ayer. Quiero un baño con agua caliente y una tina. Y jabón. Y un espejo. Y quiero que durante el día me ayuden a recostarme en el diván, ya sé que no debo hacer esfuerzo pero quiero salir de esta cama aun cuando sea para moverme a ese sillón.
—Muy bien, Alteza, ¿es todo?
Bueno, ya que lo pides me gustaría saber quién esta tratando de envenenarme, pero supongo que no te lo puedo preguntar.
—Estoy harto de que las doncellas me miren mientras estoy comiendo.
—Están ahí para asegurarse que se termine su medicina.
—Pues es raro e incómodo y me molesta. Quiero que me dejen comer en paz.
—Muy bien, hablaré con ellas, ¿tiene alguna otra petición?
Creo que no, de momento no, espera, Denki, finge que lo estás pensando.
—Estoy bien.
—De acuerdo, Alteza, enviaré a las doncellas a limpiar este desastre, después traerán otra porción de sopa y espero que cuando retiren el plano esté limpio.
—Así será.
Se despide, pero Denki no presta atención porque en ese momento la voz del sistema vuelve a sonar en su cabeza.
<¡Felicidades! ¡Has desbloqueado un atributo especial! Voluntad>
¿Qué?
Con mucho cuidado Denki inclina la cabeza y finge rascarse la frente mientras cierra los ojos. Esta vez no hay una barra nueva, pero su barra de peligro se ha transformado. El 80% ha desaparecido dejando un contador que dice 800/1000 y su etiqueta Peligro se ha cambiado por Desastre, ahora es una bonita barra con el mismo color rojo sangre.
<¿Qué es esto?>
<Actualización del sistema>
<Genial, ahora explícame cuál es la diferencia entre la antigua barra de Peligro y la nueva que dice Desastre>
<Al ejercer tu Voluntad estás participando activamente en la historia, por lo tanto la trama corre el riesgo de ser modificada. La barra de peligro solo medía el riesgo que tenía tu cuerpo de morir antes de los 182 días, ahora también contabilizará el riesgo de que la trama se desvíe completamente de su curso>
<Pero mientras respire y exista seguiré afectando la trama, es imposible de evitar>
<La barra únicamente subirá cuando tus acciones afecten irremediablemente el destino del protagonista, hay eventos en su historia que no deben cambiar, lecciones, acciones y logros que debe conseguir para cumplir con su destino. No debes interferir en ellos>
<¿Puedo saber cuáles son?>
<Lo sabrás cuando alguno se encuentre en peligro>
<Es decir que cuando salga al mundo y tome decisiones no sabré exactamente si la barra se está llenando porque estoy en peligro inminente o porque estoy trasteando con el futuro del protagonista, ¿es eso?>
<La diferencia será clara, y una vez que la barra se llene por completo el Desastre será inevitable, la trama se corregirá a sí misma y tú morirás>
JO-DER
Y mientras Denki está enumerando maldiciones mentales las sirvientas entran para recoger los trozos de porcelana rota, limpiar la mancha del suelo y devolver las almohadas a su lugar; cuando ellas se marchan otra llega con un nuevo plato de sopa cremosa.
La sirvienta titubea un momento antes de despedirse y una vez que están solos Fantasma se aparta de la pared para acercarse a la cama. Denki estudia el plato de sopa durante largo rato, después lo levanta con mucho cuidado y se lo entrega a Fantasma, quien lo lleva hasta el mueble de la esquina donde vacía su contenido en uno de los jarrones ornamentales que hay ahí. Cuando vuelve a dejar el plato vacío le entrega a Denki una bolsita llena de melocotones y otra con un pequeño bollito cubierto con semillas de sésamo, después se queda cerca de la cama con la vista al frente y posición de firmes.
Así que andabas en la cocina, ¿eh?
Se siente culpable por haber dudado de él así que procura no mirarlo. Se come los melocotones en silencio y esconde la bolsita cuando la sirvienta vuelve para llevarse el plato vacío.
Está bien, piensa mientras la mujer entra, limpia y se marcha, no importa que la barra haya cambiado, sé que no debo afectar el destino del protagonista y de esta forma sabré cuando lo esté haciendo, es una ayuda. Si la barra empieza a subir dejaré de hacer lo que esté haciendo y después me preocupare por lo demás, así que seguimos igual. Aún no tengo idea de cómo aumentar los puntos de la barra de Lealtad, pero al menos ahora sé que puedo confiar en Fantasma.
Saca su bollito y tras un momento de duda decide dividirlo a la mitad y le tiende una parte a Fantasma aunque éste se limita a ignorarlo.
—Toma.
—La comida es suya, Alteza.
Denki lo mira, Fantasma tiene una manía muy rara de nunca verlo a la cara, esa y la de esforzarse por pasar desapercibido. Hasta su nombre le queda como un guante.
—Pero quiero compartirlo.
—La comida es suya, Alteza.
Denki suspira. Aunque este hombre sea guapo tiene que aprender a no sonar como una grabadora rota.
Está a punto de decirle que extienda la mano para darle la mitad del panecillo cuando recapacita. Sabe que Fantasma obedecerá, está obligado a, hasta el momento ha cumplido con todas sus demandas.
Uh, ahora me siento mal.
—Fantasma, ¿puedo pedirte algo?
—Lo que sea, Alteza.
—Sé honesto conmigo. Entiendo que estés obligado a seguirme la corriente porque ese es tu trabajo, pero me gustaría saber que sin importar lo que suceda podré contar con tu opinión sincera y a cambio yo te prometo respetarla. Por ejemplo si te ofrezco comida y no te apetece puedes decirme no. Yo sé que la comida es mía y estoy queriendo compartirla contigo, no voy a enojarme si no te apetece, pero se honesto y yo entenderé.
—...muy bien, Alteza.
¿Tan fácil? Veamos.
—Dime, Fantasma, ¿me crees?, ¿de verdad crees cuando te digo que alguien me está envenenando?
La respuesta que recibe es un silencio largo.
Aja, supongo que la verdad no necesita ser vocal.
Se inclina sobre el borde del colchón y extiende la mano hasta tironear con suavidad la manga de color negro, lo suelta cuando Fantasma finalmente gira el rostro hacia él aunque sus ojos se mantienen pegados al suelo.
—Gracias por tu honestidad y está bien si no me crees. Tal vez estoy siendo paranoico, no sé, pero te agradezco que guardes mi secreto y que lo tomes en serio aún si no crees en él. Gracias por apoyarme.
Le sostiene la mirada cuando los ojos de Fantasma abandonan el suelo. Ojos de un violeta intenso, enmarcados por pestañas tupidas y oscuras; su expresión es indescifrable.
—Sé que es un riesgo dejar de tomar mi medicina y tal vez mi decisión te cause conflicto, tal vez sientas la necesidad de ir a contárselo a alguien, si llega a ser así por favor dímelo. Quiero probar esta teoría durante unos días, si ves que mi estado de salud empeora puedes ir corriendo a decirle a todos, pero mientras tanto aprecio la ayuda que me brindas, ¿puedo confiar en que serás honesto conmigo, Fantasma?
Fantasma responde asintiendo lentamente; al verlo, Denki sonríe. Una mueca inmensa que levanta sus mejillas y lo hace tener esperanza. Fantasma parpadea y esta vez cuando Denki le extiende la mitad del bollo, empuja su mano de vuelta en un gesto suave sin dejar de mirarlo.
—Usted necesita comer, Alteza.
Denki hace honor a su palabra y se come las dos mitades.
[...]
n/a
Palacio: 0
Denki: 1
Sistema: 100
¿Por qué todo es tan difícil? Porque Denki va a cambiar su destino y a los destinos no les gusta cambiar.
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