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1.3. Petición

Título Alternativo: Denki decide buscar ayuda.

[...]

En su marcador de días aparece el número 181 y Denki sabe que tiene que hacer algo si quiere seguir vivo.

Tiene hambre, se ha saltado las últimas cinco comidas pese a las débiles protestas de la doncella, no ha querido tocar nada que ella le ofrezca y en su lugar se ha limitado a fingir que duerme, pero sabe que no puede seguir así.

Saltarse comidas no es una novedad, en su vida anterior había sufrido de ayunos largos, y en cierta ocasión había logrado sobrevivir un par de días solamente con agua y un poco de fruta, pero el cuerpo que ahora habita está demasiado débil para quedarse sin alimento durante mucho tiempo, aún si el veneno es sutil y solo disminuye centésimas de su salud con cada cucharada, terminarse las tres comidas diarias representaría perder un punto completo de salud por día, y no cuenta con suficientes puntos para ir desperdiciándolos de esa manera.

Necesito comida, pero cómo conseguirla cuando no puedo moverme y no hay nadie en quien pueda confiar.

Sabe que puede confiar en el protagonista – ¡es el protagonista! – pero en esas fechas Izuku sigue en la Academia y no volverá hasta meses después justo a tiempo de verlo morir si no consigue cambiar su destino.

Eso deja como única opción a la familia real.

Pero pedirle ayuda al Emperador estaba fuera de discusión, de acuerdo con la novela él hombre era inaccesible, y que él supiera su hijo predilecto era el Príncipe Heredero. Denki dudaba que el hombre se tomara la molestia en ir a verlo si lo pedía.

Después de él estaba el hermano del Emperador, Hizashi, un hombre extremadamente carismático que disfrutaba de los cotilleos de la corte. De él se decía que había dirigido el ejercito contra los invasores del este y que sus múltiples victorias en el campo de batalla habían hecho creer que eventualmente sería él quien ascendería al trono, pero el elegido había sido su hermano y Hizashi había asumido la tarea de ser su principal consejero. Era también la única persona que trataba bien a todos los hijos del Emperador, entre ellos Izuku.

La madre de Denki había muerto luego de dar a luz a su tercer hijo, el Emperador se había negado a tomar otra esposa y en su lugar disfrutaba de visitar a sus concubinas, pero con la excepción de Nemuri que era la favorita, ninguna de ellas había logrado conseguir un puesto de honor. Denki no se imaginaba pidiéndole ayuda a alguna de las mujeres que preferiría verlo morir con el objetivo de que su posición como Tercer Príncipe fuera asignada a alguno de sus hijos.

Las otras dos personas de su familia directa eran sus hermanos. El Príncipe Heredero, que actualmente se encontraba defendiendo la frontera suroeste de los intentos de invasión del Reino de Ame. Y el Segundo Príncipe, que era conocido por su lengua afilada, su actitud evasiva y su desconfianza. Ninguno de ellos había intentado visitarlo mientras se moría así que Denki no guardaba esperanzas de que su inminente muerte les quitara el sueño.

El Emperador tenía además otros cinco hijos, incluyendo a Izuku, todos descendientes de concubinas y ninguno poseía un titulo oficial, en la novela sus nombres se mencionaban apenas un puñado de veces y solo había un par de ellos que conseguían un papel menor, ambos tenían la mala suerte de enemistarse con Izuku. Era posible que alguno de ellos cobrara relevancia en los tomos posteriores, pero Denki no tenía forma de averiguar si alguno de ellos estaba tras el plan para eliminarlo.

¿Y por qué diablos quieren matarme?

No ha dejado de hacerse esa pregunta desde que su barra de salud descendiera, no es como si su personaje fuera importante, al final lo que había conmovido a Izuku había sido la falsa acusación de Fantasma, no la muerte de Denki en sí. Dudaba siquiera que en las novelas futuras su nombre volviera a mencionarse.

Había esperado que los recuerdos del príncipe Denki llegaran a él, ofreciéndole una pista sobre su posible envenenador, pero eso no sucedería. Su única fuente de información era el capítulo de la novela donde Izuku y el príncipe Denki convivían, pero no puede recordarlo con exactitud.

Recuerda que el capítulo se había sentido aburridísimo después de leer las aventuras de Izuku en la Cavernas de Aire mientras superaba su prueba de graduación. Lo había leído sintiéndose parcialmente enfadado con el príncipe Denki porque lo único que hacía era hablar sobre su prometido.

¡Y al final el estúpido prometido no aparecía por ningún lado!

[...]

Cuando la doncella se marcha con la cena intacta por segundo día consecutivo, Denki decide que ha sido suficiente.

No tengo a nadie a quién pedirle ayuda, a nadie más que al guardia que no se despega de mi lado ni de día ni de noche. Un guardia que tal vez sea el culpable de que el príncipe Denki esté muerto en primer lugar, y que tal vez sea la mente maestra detrás del envenenamiento, pero es lo único que tengo. Debo averiguar si esta de mi parte o no. Si no lo está esperaré a que Izuku venga para pedirle ayuda, solo espero que no sea demasiado tarde.

Lleno de resolución Denki toma aire.

—Fantasma.

Su voz es un sonido frágil que no consigue extenderse más allá del borde del colchón, pero en el silenció del cuarto el sonido viaja hasta su destino. Espera respuesta y cuando ésta no llega su ceño se frunce.

—¿Fantasma?

—Si, Su Alteza.

Se sobresalta y no puede contener su grito de sorpresa cuando la voz que oye está justamente a un lado de su cama. Gira el rostro y de inmediato se topa con el porte erguido y el atractivo rostro enmarcado por una oscuridad absoluta.

Traga saliva con esfuerzo y procura ahogar los latidos de su corazón.

—Ayúdame a sentarme y enciende una lámpara.

Aparta las mantas mientras el guardia rodea la cama y viene a cumplir con su orden. Una vez sentado Denki alisa el borde del cobertor tratando de controlar el temblor en sus manos, cuando alza los ojos el guardia sigue junto a la cama sin mirarlo.

¿Nunca me mira?

Ahora que lo piensa con excepción del primer día los ojos violetas nunca se han posado sobre él.

—Tengo hambre.

No puede evitar sonar infantil y se maldice por ello.

—Llamaré a la doncella, Su Alteza.

—¡No!... quiero decir, no hace falta, no quiero... comida...

Maravilloso, Denki, quieres comer pero no quieres comida, ¿qué carajos quieres entonces?

Lo que quiero decir es que... umh... verás...

No te rompas la cabeza, Denki, no pierdas el tiempo tratando de averiguar si sabe del veneno, solo... solo ve si puedes confiar en él.

—Tengo ganas de comer un durazno, mejor aún, un puñado de duraznos, ¿puedo pedirte que vayas a la cocina y me los traigas? Si no hay duraznos puede ser cualquier otra fruta, pero por favor no le digas a nadie que son para mí... no- no quiero causar un alboroto y sé que si vas podrás volver sin llamar la atención de nadie.

En el silencio que sigue a su petición, el corazón de Denki no deja de estremecerse.

—Como ordene, Su Alteza.

Casi no puede creerlo cuando el guardia hace una inclinación respetuosa y se marcha.

No cantes victoria aún, Denki, espera a ver si no vuelve con otro tipo de comida envenenada.

[...]

Fantasma vuelve trayendo una bolsita de melocotones. Denki sonríe mientras las piezas redondas ruedan en su regazo, la tersa cascara deja una sensación fantástica contra la punta de sus dedos y el aroma de fruta fresca es revitalizante. No puede evitar restregar los melocotones contra sus labios mientras aspira su dulce aroma.

El primer mordisco hace correr el delicioso jugo por su mejilla, y Denki termina manchándose las manos mientras se come la frutilla en cuatro bocados. De la emoción no puede evitar comerse las siguientes piezas con igual ansia. Se detiene para cuando en su regazo quedan tres pequeños melocotones.

La emoción de su tentempié nocturno ha hecho que se olvide de su barra de salud, rápidamente cierra los ojos y la ve. El número no ha cambiado.

Bueno, es lógico, estas frutas no me sanarán milagrosamente, pero al menos no descendió. No sé si pueda considerarlo como una prueba definitiva de la inocencia de Fantasma, pero algo es algo.

Dirige sus ojos hacia el guardia que se mantiene de pie junto a la cama mirando hacia las sombras del cuarto que la luz de las lámparas no alcanza a iluminar. Denki estudia su perfil con mucha atención. Sigue asombrado de lo guapo y joven que es, en la novela el autor siempre lo describe como alguien distante e inaccesible, más como un adulto inmisericorde que como el joven frío que parece ser.

Tiene claro que todas las doncellas y sirvientes que sirven al Tercer Príncipe le tienen miedo. Denki recuerda que Izuku había tratado de ser su amigo, sin éxito, lo único que hacía Fantasma era quedarse pegado a la pared como una estatua sin vida, comer cuando el príncipe lo hacía y dormir cada vez que sus deberes se lo permitían. Con excepción del único atisbo de desesperación que se relata en la novela, el guerrero nunca había dado señales de sentir emoción alguna.

Ahora que lo ha visto Denki siente lástima por el destino que le espera.

—Fantasma, ¿quieres uno?

Le extiende uno de los melocotones y mantiene su mano alzada aunque el guardia no da señales de haberlo escuchado.

Hmm.

—Fantasma. Acércate—cuando el guardia obedece, aún sin mirarlo, Denki añade—Ahora extiende la mano.

Esta vez la orden tarda más en ser obedecida, una mano con la palma hacia arriba se extiende hacia él. Denki coloca uno de los melocotones sobre ella asegurándose de cerrar los dedos sobre la fruta para evitar que se caiga.

Por primera vez desde su primer encuentro Fantasma lo mira y parpadea, una sola vez. Su expresión sigue siendo tan estoica como siempre y Denki es incapaz de leer sus ojos, pero aun así se asegura de sonreír y ser lo más transparente posible cuando dice:

—Gracias.

La repentina aparición del sistema lo distrae.

<¡Felicidades! ¡Has desbloqueado un atributo especial! Lealtad>

Cuando cierra los ojos descubre que hay otra barra vertical junto a la barra de peligro, solo que vacía.

¿Cómo puedes conseguir lealtad por un melocotón?, ¿y cómo afecta la lealtad a mi barra de objetivos?, y más aún, ¿significa esto que Fantasma no era leal en un principio? AHHGGG

Fantasma se aparta de la cama para volver a su lugar y Denki se desliza entre las sábanas calientes notando los parpados pesados. No consigue entender a su guardia, ¿no se supone que la lealtad está en su contrato?

Si Fantasma no era leal entonces... ¿era culpable del crimen del que lo acusaban? La pregunta da vueltas en su mente y cuando el cansancio lo vence Denki se encuentra una vez más sin respuesta.

[...]

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