1.26. Amenaza
Título Alternativo: Si Denki es como el sol, hay una nube que lo tapa.
[...]
Durante los siguientes días el Sistema permaneció callado, Denki espero con paciencia hasta que decidiera volver. Tenía que hacerlo y mientras tanto retomó sus clases y su paseos por la casa. El único inconveniente era que las noches de insomnio le estaban cobrando con creces su factura porque empezó a notar como el cansancio caía sobre él de forma absoluta.
Empezó a levantarse más tarde, a dormitar en las tardes mientras leía en el jardín, cuando el sol se alzaba en lo alto del cielo y el ambiente era fresco y agradable. Un día se quedó dormido ahí y cuando despertó lo hizo en su cama.
—¿Hitoshi? —murmuró somnoliento de forma inconsciente
—Aquí, Alteza, ¿tiene hambre?
—No —respondió Denki y era cierto. No tenía hambre—. ¿Qué hora es?
—La hora de la cena, ¿no quiere probar bocado?
—Tal vez mañana.
—No ha comido nada hoy, Alteza.
—Me tome el té de la mañana. Y los bocadillos.
—Alteza-
—Descansa, Shinsou. Te veré mañana.
—Como ordene, Alteza.
Denki cerró los ojos y se durmió, por alguna razón no conseguía recuperar el sueño que había perdido.
Aizawa volvió a visitarlo unos días después y Denki consiguió sacudirse la modorra para comer con él y compartir sus libros favoritos. En cuanto estuvo frente a la comida Denki volvió a sentir el hambre de la vez anterior pero su estómago no soportó demasiado y solo alcanzo a comerse la sopa. En esa ocasión ni siquiera el té con miel consiguió alegrar la comida, todos parecían mortalmente serios y Denki seguía esperando que el Sistema volviera.
Le resultaba más difícil mantener la atención en la comida y empezó a distraerse con mayor asiduidad. Sin embargo, gracias a esa visita, Denki se enteró que el Protagonista había vuelto, lo que significaba que su castigo había superado las dos semanas y no parecía que fuera a cambiar pronto.
Tal vez en verdad tenga que disculparme, pensó Denki con amargura mientras leía el libro que Aizawa le había llevado. Era un libro sobre la historia de la caligrafía y aunque estaba lleno de ejemplos Denki se durmió mientras lo hojeaba.
El encierro pareció finalmente surtir efecto porque Denki empezó a notar la pesadez del mismo, la sentía en los huesos y la cabeza.
<Sistema, ¿sigues enfurruñada?>
Pero la pregunta no conseguía respuesta y cada silencio provocaba que Denki empezara a dudar de su victoria. Era difícil mantener su confianza cuando no conseguía respuesta de la otra parte involucrada.
En la novela el Protagonista acudía a la casa del Príncipe al enterarse de que su salud se hallaba muy deteriorada, así que el día estipulado para su visita Denki se obligó a levantarse y bañarse; ordenó limpiar la casa y después hizo llamar a Toka.
—Prepara té y bocadillos.
—¿Tendremos visitas, Alteza?
—Tal vez.
Dado que había evitado morirse y estaba seguro de que la gente no estaba hablando de su salud, dudaba que el Protagonista se apareciera para visitarlo. Suponía que ese era uno de los cambios que la Trama había hecho y no le importaba.
Si el Protagonista no se presentaba confirmaría que la Trama había cambiado y le daría peso a su argumento contra el Sistema; así pues no esperaba visitas pero aun así cumplió con su papel y se sentó en el Salón de Té a esperar mientras picaba los bocadillos, los cuales hizo bajar con el té semiamargo al que se había acostumbrado.
Nunca había podía distinguir si el té tenía azúcar o no dado que nunca parecía tener suficiente. Había intentado que Toka sirviera su té con miel en cada comida, pero siendo la encargada de la administración era inevitable que cada mañana Ina o Saya se turnaran para preparar el desayuno.
Esa tarde transcurrió apaciblemente mientras Denki se daba a la tarea de retomar la lectura de su libro de caligrafía, aunque tampoco podía concentrarse.
—Es hora de la comida, Alteza —dice Shinsou tras un largo silencio.
Denki alza los ojos y se topa con su mirada preocupada.
—¿Tan pronto? —pregunta— Pero no tengo hambre.
Shinsou parece mortalmente serio cuando se arrodilla junto a la mesita.
—Alteza, tiene que comer.
—Me comí los bocadillos.
—No está comiendo apropiadamente.
—Pero no tengo hambre.
Y era cierto, no tiene hambre. Lo que tiene es sueño.
—Denki —dice Shinsou y es curioso como esa palabra consigue transmitir la urgencia que parece estar sintiendo— ¿qué pasa?, ¿qué puedo hacer?
La respuesta de Denki es parpadear.
—¿Hacer?, ¿de qué hablas?
—¿Desea que solicite una audiencia con el Emperador?, tal vez sea momento de pedirle que levante el castigo.
—Y lo hará, Shinsou —dijo Denki ofreciéndole una sonrisa—. No tenemos prisa.
Le dio una palmada en el brazo y devolvió su atención a la pesada lectura. Lo cierto era que no quería salir pues implicaba situaciones fuera de su control, peligros inesperados, y cualquiera de ellos podía ser el que activara el Sacrificio que le arrebataría a Histohi. No, Denki no tenía ganas de salir, primero tenía que conseguir que el Sistema aceptara ayudarlo.
Además, se sentía demasiado cansado para ir a cualquier parte.
El asunto con Shinsou lo estaba desgastando demasiado, la preocupación de la situación empezaba a dejarlo exhausto.
—Denki —murmuró Shinsou con voz frágil— por favor.
Lucía la misma expresión que cuando se arrodillo junto a su cama y le pidió disculpas. Al verlo Denki no pudo evitar ablandarse.
—Está bien —dijo— comamos. Prepara la mesa y vuelve cuando esté lista.
No tuvo que repetírselo dos veces, Shinsou se marchó de prisa.
<¿Sistema? Por favor, habla conmigo> cuando su ruego no consiguió respuesta, Denki se enfadó. <Maldita sea, Sistema, ¿tan mal perdedora eres? El Protagonista ya volvió, justo como la trama lo indica, y se supone que vendrá a visitarme hoy. Si no lo hace significará que tengo razón: La trama ha cambiado. Y si la cambiamos una vez podemos hacerlo de nuevo.>
Pero tampoco recibió respuesta y Denki empezó a sospechar que el Sistema estaba haciendo tiempo para que resulta imposible salvar a Shinsou.
<Sistema, si no me hablas ahora asumiré que te niegas a ayudarme y me iré directamente a visitar a la Corte entera para echar pestes del Protagonista>
Eso por fin consiguió una respuesta, pero no la que quería.
<No puede hacerse nada>
Denki rodó los ojos, estaba listo para contraatacar cuando Shinsou volvió llevando un platito con semillas. Nada de sopa, pan, o arroz. Solo semillas y un puñado de frutas frescas.
—Como precaución, Alteza —respondió Shinsou al ver la expresión asombrada de Denki.
Incapaz de entender el razonamiento de Shinsou, Denki comió en silencio acordándose sin querer de la primera vez que le había pedido a Hitoshi comida y de las circunstancias en las que se encontraba. El recuerdo lo hizo fruncir el ceño.
Se acabo el plato de semillas, todas las frutas y el té, y estaba listo para retomar su lectura cuando oyó la campanilla que anunciaba que había alguien en la puerta.
Un mal presentimiento sacudió a Denki.
—Ve a ver quién es, Shinsou —dijo apartando el libro—. Y no importa quién sea le dices que no quiero verlo.
Espero ahí con el corazón encogido notando por primera vez la delgadez de sus muñecas.
¿He bajado tanto de peso? No, he comido a mis horas.
Lo cual tuvo que admitir que era mentira. Solía comer los bocadillos que le servían para desayunar junto con el té, pero nunca le daba hambre en la tarde y solo ocasionalmente se sentaba a picar su plato. Y hace varias semanas que había dejado de cenar.
Empezaba a entender porque Shinsou y los otros se emocionaban cada vez que aceptaba comer.
Pero siempre como cuando viene con Aizawa.
Lo cual tampoco era demasiado.
De pronto Denki tuvo la necesidad de mirarse en un espejo. Abandonó el Salón de Té y se dirigió hacia su habitación donde su espejo de cuerpo entero había sido arrumado en una esquina porque nunca se tomaba la molestia de verse en él.
Al verse la cara se espantó. Sabía que tenía ojeras porque el médico se las había señalado, pero eso había sido semanas atrás y había supuesto que era por los desvelos de estar discutiendo con el Sistema. Pero ahora dormía a sus horas y ya no se había desvelado.
De hecho, ahora duermo mucho.
Con el corazón encogido, Denki salió de su habitación y fue interceptado por una voz estridente que hizo que todas sus dudas se disiparan.
—¡Ahí estas!
—Segundo Príncipe —dijo Shinsou con los dientes apretados—. Su Alteza, el Tercer Príncipe, necesita descansar.
Parecía querer interponerse en su camino, pero la mujer que iba con Neito no dejaba de cortarle el paso.
—Vaya, tienes mal aspecto —dijo Neito mirándolo de arriba a bajo
La respuesta de Denki fue automática.
—Es de agradecer entonces que los espejos no hablen o de lo contrario haría que Shinsou los tire por decirme semejante majadería.
Neito parpadeó, pero no lucía avergonzado en absoluto.
—Es bueno ver que al menos no has vuelto a tu manía de lloriquear en el rincón.
—Si decidiera lloriquear en un rincón me aseguraría de cerrar la puerta, aunque parece ser que eso no consigue detenerte.
—La puerta no estaba cerrada.
—Vaya, y sin embargo tenía entendido que los buenos modales dictan que debes esperar a que el dueño de la casa te conceda permiso para entrar.
—No si el dueño es de menor estatus que tú.
—Solo porque nacieras antes que yo tu estatus no es superior.
—No soy yo quien esta castigado como un niño pequeño.
—Y sin embargo eres tú quien viene a ver al niño pequeño.
—Porque el niño pequeño tiene amigos que quiero tener.
—Tal vez mis amigos no quieran ser tus amigos.
—Todos quieren ser mis amigos.
—Perfecto, entonces no me necesitas —se giro hacia Shinsou—. Tienes permiso para sacarlos de mi casa.
Eso hizo sonreír a Shinsou que apartó a la mujer de un empellón y cuando ella estaba preparándose para defenderse, la voz de Neito resonó con fuerza.
—¡No! —entonces suspiró y se giró hacia Denki—. Mira nada más, creo me está gustando esta nueva versión.
Denki le rodó los ojos.
—Me alegra ver que al menos ahora puedes seguirme el paso y no solo encogerte con tu puchero infantil.
—Todos crecemos.
—Y sin embargo sigues aquí, encerrado entre cuatro paredes.
—Eres consciente de que tu padre me castigó, ¿verdad? Estoy aquí por su culpa.
—No, estás aquí porque creíste que sería indulgente contigo por tu equivocación.
Denki resopló, pero no le discutió la situación.
—Shinsou, avisa a Toka que tenemos invitados y haz que prepare la comida. Y trae mi té preferido.
—No vine a comer—dijo Neito
—Puedes mirarme mientras yo como —respondió Denki y se encamino hacia el Salón de Té.
Entró, apartó su libro y se arrodillo frente a la mesita en el centro.
—Bonito —dijo Neito arrodillándose frente a él. La mujer Sombra que lo acompañaba se quedó atrás—. Aunque poco impresionante.
—Es una suerte que sea mi casa y no la tuya.
Neito sonrió, tenía una sonrisa sarcástica extremadamente afilada.
—¿Vuelves a estar enfermo? —preguntó
—No, solo cansado —respondió Denki mirándolo con calma—. Y aburrido.
Se contemplaron en silencio hasta que Denki chasqueó la lengua.
—Bueno, a ver, haz que me muera de envidia. ¿Cómo es la vida fuera de estas cuatro paredes?
Eso le arranco una risa a Neito que se enfrascó en un monólogo sobre su última fiesta, sus invitados y los últimos chismes de la corte. Denki se limitaba a formular una pregunta que conseguía que Neito mantuviera el silencio a raya.
Cuando trajeron la comida Denki se obligó a comer, prestando mucha atención a cada platillo y escogiendo lo mismo que Neito se servía; acompañaron el banquete con el té endulzado con miel que Toka solía preparar.
Denki se aseguró de comer a conciencia, pese a que no sentía hambre.
—Suena divertido —dijo casi al final de la comida cuando se aburrió de escuchar a su hermano—. Ahora repíteme eso de que quieres ser amigo de mis amigos.
—Eraser —respondió Neito apartando sus palillos y mirándolo fijamente—. Es tu amigo, ¿no?
—¿Por qué lo crees?
—Uno: Ha venido a visitarte. Y dos fue con el Emperador para abogar en tu favor.
—¿De verdad?
—Escucha, no sé qué habrás hecho para que Erarser se ponga de tu lado, pero su apoyo es valioso. Demasiado valioso. Es amigo de nuestro tío y por tanto cuenta con su favor. Y el Emperador lo escucha.
—Así que quieres que le hable a Aizawa de ti, del buen hermano que eres, ¿es eso?
—Tal vez que lo convenzas de asistir a alguna de mis reuniones. Si la gente lo ve ahí ayudará a mi reputación.
—Pero solo porque la gente va a creer que cuentas con su apoyo, ¿no?
—Tal vez consiga su apoyo.
—A Aizawa no le gusta involucrarse en la vida de la Corte.
—De eso me encargaré yo, él solo necesita venir a saludarme.
—Escucha, puedo decirle que viniste a verme y ya, pero no voy a pedirle que sea amable contigo si tu no eres amable con él. ¿Quieres que te tome en cuenta? Ve tú y háblale.
—Él nunca tiene tiempo para mí.
—Si te pones a hablar de las fiestas que haces y de toda la gente que te admira, dudo que conserves cinco minutos de su atención.
—¡Es lo que te digo!
—Pero es que no entiendo para que quieres ser su amigo.
—No me estas escuchando. Aizawa es el líder del Clan Sombra, su apoyo es invaluable. Y tú lo tienes.
—¡Claro que no!
—¡Te estoy diciendo que sí!
—AHG
—¿Hablaras con él? —pregunto Neito después de guardar silencio un momento.
—¿Sobre qué? ¿qué quieres que le diga? ¿le insinúo que quieres ser su amigo y no sabes cómo pedírselo?
—Dile que le conviene juntarse conmigo.
Eso provoco que Denki se riera.
—Lo pensaré —dijo cuando consiguió controlarse.
—Pero-
—Voy a pensarlo, pero tú tienes que empezar a ser cordial con él. Cada vez que lo veas salúdalo y sé amable.
—Yo siempre soy amable.
—MÁS amable. Tan amable que termines con la cara adolorida de sonreír. Y no, no se vale tu sonrisa ladina.
—¡¿Sonrisa ladina?!
—Sí, nada de sonrisitas confianzudas.
Neito pareció perplejo y ofendido, pero en lugar de disculparse Denki se rio de su expresión.
—Si lo invito a una de mis fiestas y le digo que tú vas, ¿crees que vaya?
—¿Cuándo me invitaste?
—No lo he hecho.
—Mentir no te ganará puntos con él.
—¡BIEN! —Neito resopló, rodó los ojos y dijo en tono fastidioso— ¿quieres venir a mi fiesta?
—Estoy castigado.
—Por ahora, pero la fiesta será hasta dentro de varias semanas.
—¿Qué celebras?
—¿No lo sabes? Los emisarios del Reino de Ame han aceptado venir para discutir los términos de la tregua y he convencido al Emperador de hacer una recepción en su honor. Las festividades están programadas para durar varios días.
Al oírlo el corazón de Denki se congeló.
—Ahora —añadió Neito— ¿puedo decirle a Eraser que vienes?
Denki se sacudió el espanto.
—Todavía no decido si voy.
Neito le sacó la lengua y Denki oyó superficialmente el resto de sus quejas, demasiado aterrado para prestar atención; pero una de ellas lo devolvió a la realidad.
—...así que no hables con él.
—¿Qué?, ¿quién?
—Agh, con el bastardo. No hables con el bastardo. Acaba de volver de la Academia y trae los humos hasta el techo.
—¿Hablas de Izuku?
—¿Cómo sabes su nombre? Para mí todos son iguales.
—Bueno, pero por qué querría hablar conmigo. Ni siquiera me conoce.
—No necesita conocerte para aprovecharse de ti. Estaba presente cuando Aizawa intercedió en tu nombre, y como seguramente quiere camelarse a Aizawa te buscará.
—¿Cómo tú?
—¡Tú eres mi hermano!
—Solo cuando te conviene. Y él también es hijo del Emperador.
—AGH, es imposible hablar contigo. Me voy. No sabes apreciar lo que hago por ti.
—¿Y que has hecho? —pregunto Denki al verlo levantarse
—En primera venir —respondió Neito desde la puerta—. Y en segunda echar a ese bastardo de tu puerta.
—¡EH! —replico Denki levantándose de prisa, tan de prisa que se mareó pero consiguió salir a tiempo de alcanzar a Neito— ¿De qué hablas?, ¿estuvo aquí?
—Me lo encontré cuando venía —respondió Neito con expresión furiosa—. Pero lo eche de aquí.
Denki lo miró sin decir nada.
—Aún no terminamos —añadió el Segundo Príncipe—. Así que volveré.
Dio media vuelta y se fue, atrás se quedó Denki y su espanto.
MIERDA
—¿Qué pasa, Alteza? —pregunto Shinsou y Denki tuvo que morderse la lengua para no decirle lo que estaba pensando.
—Nada, estoy cansado. Y he comido demasiado. Me acostaré un rato.
Se encaminó hacia su cuarto, cerró la puerta corrediza, apretó los puños y pensó con mucho cuidado.
El Protagonista estuvo aquí. Los emisarios vienen. Todo sigue igual que en la novela original.
De reojo vio el espejo en la esquina y se acordó de su cara, de sus muñecas flacas, del cansancio y el sueño constante. Contuvo su deseo de destrozar muebles y emitió un grito hacia su interior.
<¡SISTEMA! ¡Me has engañado! Están envenenándome otra vez, ¿no es así? ¿Estás intentando matarme?>
<No>
<¿Es porque amenacé a tu precioso Protagonista?, ¿es eso?, ¿la Trama intenta deshacerse de mí?>
<No>
<¿Entonces qué?, ¡QUÉ!>
<Ya te lo dije. La Trama no debe cambiar>
<Pero ha cambiado>
<Solo lo concerniente a tu muerte, el resto se mantiene igual>
Y entonces Denki entendió la verdad y supo que el Sistema se había callado para no darle más poder del que ya tenía.
<¿Voy a morir?>
<No> respondió el sistema con voz clara <Tu muerte ha sido evitada>
<Pero me están envenenando>
<...>
La falta de respuesta era la única confirmación que necesitaba. Cerró los ojos y reviso su pantalla, pero todas las barras se habían congelado porque había cumplido con sus objetivos y había asegurado su supervivencia.
Denki tomó aire y preguntó:
<Juras por la preciada vida de tu Protagonista que no voy a morir>
<Mientras te apegues a las reglas y no alteres el Destino del Protagonista tendrás una vida cómoda y apacible>
La respuesta hizo sonreír a Denki, que aflojó los puños y se enderezó.
<Muy bien, Sistema, Hitoshi y yo disfrutaremos de una vida cómoda y apacible>
<...>
Pero Denki no se molesto en añadir nada más. No quería prevenirla, no ahora que sabía cómo iba a morir Hitoshi.
[...]
Gracias a todos por sus magníficos y bonitos comentarios.
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