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1.10. Riqueza

Titulo Alternativo: Denki y su nueva ropa.

[...]

En la novela dejaban claro que el príncipe se había negado a instalar un reloj en su pabellón, así que Denki se había pasado un mes dividiendo sus actividades en los tres periodos de su día: Mañana -el tiempo comprendido entre el desayuno y la comida-, tarde -el tiempo entre la comida y la cena-, y noche -el tiempo que conseguía mantenerse despierto antes de que el sueño terminara por vencerlo-.

Siendo que el príncipe estaba excesivamente débil, Denki había tenido que rendirse ante los hechos: Su cuerpo estaba acostumbrado a despertarse tarde y a dormir apenas el sol desaparecía del cielo; y por mucho que Denki había tratado de luchar contra el hábito había sido imposible d cambiar.

Denki había tenido que conformarse con organizar sus actividades mientras hubiera luz, el problema era que en invierno los días solían ser más cortos reduciendo el tiempo que Denki dedicaba a sus horas de estudio y limpieza.

Como su alma estaba acostumbrada a levantarse temprano para ir a trabajar Denki estaba seguro de que una vez que su salud mejorara podría despertar antes de que tuviera que desayunar. Por ello se alegra mucho cuando un día abre los ojos mientras el cielo sigue estando oscuro.

Emocionado, Denki aparta las mantas y procede a encender el candil que tiene junto a su cama. Lo primero que hace es prender un incienso y mientras se consume Denki procede a ejecutar su rutina de estiramientos para fortalecer sus músculos.

Dos inciensos después, Denki da por finalizada su sesión de ejercicio, lo siguiente en su lista es su pelo que requiere cepillado continúo. Ya no se escandaliza por el montón de pelo que se queda en el cepillo y sus trenzas van mejorando día con día, solo que en esa ocasión opta por sujetarlo con una cinta hasta que pueda arreglarlo apropiadamente.

El siguiente paso es buscar ropa, vuelve a su armario a revolver el contenido del baúl de la vez anterior pero las pocas prendas que hay ahí o le quedan muy grandes o huelen chistoso. Frustrado Denki saca pieza por pieza tratando de escoger el mejor atuendo con las poquitísimas opciones que tiene.

Es así como lo encuentra Fantasma: Sentado en el suelo, rodeado de un montón de ropa que huele a guardado.

—¿Qué hace, Alteza?

—Buenos días, Fantasma—dice Denki sin mirarlo—estoy tratando de encontrar ropa que ponerme, pero me doy cuenta que hace muchísimo tiempo no salgo porque no parece haber nada aquí.

—Alteza, su ropa está guardada en el pabellón de la servidumbre.

—¿Oh?, cierto, lo había olvidado, ¿puedes traerla?

—¿Tiene en mente un atuendo en específico, Alteza?

—No, no estoy seguro, trae todo lo que haya.

—¿Todo, Su Alteza?

—Eeeeh... ¿la que pueda usar en este clima?

—Muy bien, Alteza.

Fantasma se marcha y Denki vuelve a meter todas las piezas al baúl, cuando termina el cielo empieza a clarear. Se entretiene con su libro hasta que Fantasma vuelve cargando un baúl, tras él se alinean las tres doncellas que lo cuidan, cada una llevando una caja, y por último entra el mayordomo con otro baúl.

Fantasma y el mayordomo se marchan mientras las tres doncellas abren los baúles. Denki se queda mudo al ver la pila de túnicas que las tres mujeres van sacando y desdoblando, todas se ven grandes y densas, algunas exhiben extensos y complejos bordados que van desde paisajes hasta animales fantásticos, otras exhiben patrones brillantes de piedras preciosas. Cada una de esas túnicas es una muestra de riqueza, gala y ostentación.

Dentro de las cajas hay largos trozos de seda y algodón en toda clase de colores y con patrones a juego. Denki ni siquiera ha terminado de verlos cuando Fantasma y el mayordomo vuelven trayendo otros dos baúles que al abrirse revelan más túnicas, pantalones, ropa interior y calcetines. Tienen que hacer otros dos viajes para traer hasta el último de los baúles. 

Dentro de uno de los baúles también hay una caja de madera que Fantasma coloca en la mesita de centro, dentro de la caja hay un montón de piezas para el pelo, pasadores de madera con grabados exquisitos o pintados con una delicadeza excepcional, hay ornamentos altos que destellan con piedras preciosas, broches de oro puro y otras cosas que Denki no sabe que son ni para que sirven.

La cantidad y opulencia abruman a Denki que de pronto siente las rodillas débiles, no ayuda que las doncellas sigan sacando ropa sin hacer ni una sola pausa.

Las dificultades de su vida anterior lo habían preparado para un montón de imprevistos y situaciones difíciles, en ninguna se encontraba la de verse rodeado de un montón de ropa de corte exquisito con cinco personas de pie esperando por una palabra suya.

El pánico se revuelve con fuerza dentro de él; el bochorno le calienta las orejas y la nuca.

¿Qué voy a hacer con esta ropa?, ¿cómo voy a saber llevarla?, ¿cómo sabré qué ponerme?, voy a parecer mono vestido de seda.

Agradece estar sentado porque de lo contrario se habría caído de culo ante tantísima ropa.

Es más ropa de la que he tenido en mi vida. Es más dinero del que he visto en mi vida. ¿Qué es esa cosa que tiene las joyas colgando?, ¿se supone que te pongas esa cosa en el pelo? Parece de oro. Rayos, creo que es oro, ¿a nadie le da miedo ir vestido así por la calle?, ¿qué pasa con los ladrones?, ¿y los asesinos?

—¿Alteza?

Se fuerza a tomar aire, le tiemblan las manos y el hueco en su estómago no deja de crecer.

—Sí, quiero decir, ¿es toda mi ropa?

—La de invierno, Alteza.

¿INVIERNO? Joder, ¿hay más?

—¿Toda mi ropa está guardada?

—Como usted ordeno, Alteza—responde una de las doncellas

—Ah, sí, eh, lo que quiero decir es, sigue en buen estado, ¿verdad?

—Por supuesto, Alteza.

—Hm, bueno, supongo que no puedo tener todo aquí regado, escogeré algo y pueden llevarse el resto... bueno, mejor escogeré varias cosas y podremos guardarlas en el armario que hay aquí... o tal vez sea mejor acomodar todo...

Pero entre más estudia cada pieza más díficil resulta elegir. Denki no encuentra forma de saber qué dejar y qué enviar de vuelta. La idea de enviarlos a guardar cosas después de que las trajeron sin razón le provoca urticaria.

—Necesito decidir—dice cuando el silencio se alarga demasiado—salgan, vayan y terminen con sus actividades, decidiré... tomare una decisión y... necesito pensar.

Las doncellas y el mayordomo se despiden y Denki se queda ahí rodeado de ropa que no entiende, que no quiere y que ciertamente esta muy por encima de su zona de comodidad.

¿Dónde están mis jeans y mis camisetas?

En su armario había tres jeans desgastados, dos pantalones deportivos, dos chaquetas -una buena y otra cómoda- y un montón de playeras tan viejas que sus etiquetas eran de un blanco inmaculado. Las prefería mil veces a ese montón de ropa que sin duda dejaría en evidencia lo inadecuado que era.

Esto no puede ser ropa para quedarse en casa, piensa mientras examina una de las túnicas que tiene bordado un precioso dragón dorado.

—¿Alteza?

La voz de Fantasma lo devuelve a la realidad.

Basta, Denki, respira, no puede ser que te estés quejando por tener ropa bonita y decente. ¿Y qué si es más bonita que tú?, es ropa. No importa que sea más esplendorosa de lo que tú jamás serás, es la ropa de un príncipe y aunque tú seas un tarado que no sabe vestirse, ahora te pertenece y tienes que hacer que funcione.

Lleno de resolución Denki suspira y se levanta.

—Hace mucho que no salgo, Fantasma, y me había olvidado de toda esta ropa, ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que la usé.

—No estoy seguro, Alteza.

—Pues bien, voy a necesitar me ayudes aquí.

—Por supuesto, Alteza, pero tal vez sea conveniente llamar a Toka; después de todo es ella la que esta entrenada para asistirlo con su guardarropa.

—Excelente sugerencia, ¿puedes llamarla?

En cuanto se queda solo Denki se obliga a respirar hasta que su corazón vuelve a estar en calma, entonces empieza a ordenar sus ideas. Para cuando Fantasma vuelve llevando a dos de las doncellas con él, Denki está listo para empezar a tantear el terreno.

—Quiero que guarden toda la ropa de eventos especiales, cenas, reuniones y cosas así. En un baúl las que pueden usarse de día y las de noche en otro. Guarden también los—señala a las cajas con los trozos de tela largo dándose cuenta en que no sabe cómo se llaman—separen aquellos que coordinen. Solo quiero quedarme con las piezas que puedo usar aquí o que son aptas para salir. Lo mismo con, eh, los adornos, las joyas, y todo lo que hay en el tercer baúl.

Las doncellas obedecen y rápidamente empiezan a separar las túnicas. Denki las ve trabajar con cuidado y pronto repara en los detalles que antes se le habían pasado por alto. Toda la ropa que vuelve a los baúles es la más llamativa, todas aquellas en tonos dorados, rojos, y verdes, las que deslumbran por su bordado y presencia; afuera se quedan todas las demás, que si bien son más sencillas que las otras siguen poseyendo ese aire de riqueza que provoca temblores en Denki.

—Bien—dice una vez que ellas terminan—ahora quiero que guardemos esas túnicas en el armario separando aquellas que puedo ocupar aquí de aquellas que son más aptas para salir.

Mientras Fantasma se lleva de vuelta los baúles uno por uno, las doncellas ordenan el resto de las piezas. La caja con las joyas va a su mesita baja, el resto de la ropa toma lugar en su closet aunque las túnicas son dobladas y guardadas en sus envoltorios con un cuidado que no deja de asombrar a Denki.

Una vez que su habitación vuelve a estar inmaculada, Denki toma aire y examina con cuidado la pila de túnicas envueltas que se apilan en su armario. Escoge una al azar y una de las doncellas se apresura a sacarla y extenderla mientras su compañera hace lo propio escogiendo lo demás.

Vestirse, descubre Denki, es un ritual tedioso y sorprendente. No solo involucra embutirse en sus pantalones o en la camiseta que usa debajo, requiere quedarse quieto mientras las dos mujeres colocan la túnica sobre sus hombros y la envuelven alrededor de su cuerpo como si fuera una venda. Lo sorprendente es que bajo la túnica bordada lleva otra más gruesa y ambas deben quedar exactamente alineadas. Denki tiene que mantener los brazos extendidos mientras ellas terminan de colocar el trozo de tela que rodea su cintura y mantiene todo en su lugar.

Ahora me siento extremadamente vestido.

Sus manos se ven más pequeñas sobresaliendo de entre las mangas amplias de la túnica. Se distrae cuando una de las doncellas se aleja para ir por el cepillo y Denki procura fingir naturalidad mientras la sigue hasta la mesita donde están todas las joyas. La vestimenta no estorba, lo deja caminar perfectamente pero la sensación de tener todo el cuerpo envuelto es bastante curiosa.

Me siento como un burrito.

El siguiente reto que se presenta es sentarse.

No puede ser que tengas que practicar para sentarte con esta cosa, piensa mientras lucha por acomodarse en el taburete frente a la mesita.

Voy a necesitar un espejo aquí.

La doncella cepilla su pelo con muchísimo cuidado y finalmente lo arregla en lo que Denki supone es una media coleta. Le dan a escoger entre dos broches, ambos excesivamente llamativos, y Denki procura no fruncir el ceño al sentir como se lo pone en el pelo.

Madre, ¿alguna vez creíste que tu hijo se pondría cosas en el cabello?

Para terminar las dos doncellas preden a su cinturón un bonito cascabel plateado adornado con una borla azul que combina con el color de la túnica.

Ahora mismo mataría por un espejo.

—Traeremos su desayuno, Alteza—dice una de las sirvientas inclinándose respetuosamente.

—No, espera.

Fantasma y las mujeres lo miran, Denki se traga las ganas de retorcerse.

Voy a desayunar más tarde, ahora... ahora mismo quiero salir.

—¿A dónde quiere ir, Alteza?

Al oír la pregunta, Denki parpadea.

Esa es una excelente pregunta, Fantasma.

Una para la cual Denki no tiene respuesta. 

Su única intención había sido ponerse algo que no fuera su ropa de cama o la ropa que le quedaba grande y olía raro, pero ahora que estaba vestido con ropa que nunca se habría imaginado usar suponía que era importante salir.

—Vamos a dar una vuelta, Fantasma.

Vayamos a conocer qué hay allá afuera.

[...]

n/a

Para la ropa de este mundo he considerado como base al hanfu, que es la ropa tradicional china, , es como una túnica de mangas amplias que envuelve el cuerpo por completo y usa un cinturón (sash) cubriendo los pantalones casi por completo aunque algunas tienen aberturas a los costados para que sea fácil moverse. El sash es una larga pieza de tela que se usa para atar la túnica.

Estoy considerando que el pueblo usa versiones bastante simples en tela común, pero entre mayor es el estatus los patrones, adornos y bordados se van haciendo cada vez más complejos. En el caso de Denki, cuyo estatus como príncipe lo diferencia del resto, sus túnicas están bordadas con hilos de oro y plata además de que todas y cada una de esas piezas es una obra de arte individual.

También hay diferentes versiones, aquellas que están hechas de materiales pesados y aquellas que aunque son de buena tela están hechos para viajar o luchar (como el que usa Fantasma, que es completamente negro)

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