1.1 Reencarnación
Título Alternativo: Denki se muere
[...]
La campanilla de la puerta arranca a Denki de su burbuja, abandona la pequeña novela de pastas maltratadas y compone una sonrisa en su rostro cansado; pese a las ojeras en su cara sus luminosos ojos dorados siguen conservando la chispa de vitalidad que siempre lo ha caracterizado. Saluda a los recién llegados en voz alta y se alista para atender a los clientes que comienzan a llegar para comer.
Una vez que empieza no vuelve a tener un momento de descanso, va de una mesa a otra recibiendo clientes, atendiendo pedidos, sirviendo y limpiando. Para cuando llega la hora de cerrar el dolor en sus pies es un zumbido constante y su espalda una vara tensa.
—Buenas noches y gracias por todo.
—Buenas noches, Denki. Te veré mañana.
Se aleja del restaurante sin mirar atrás, corre hasta la parada del autobús justo cuando éste va llegando.
Emite un suspiro de cansancio cuando se acomoda en el asiento más cercano a la puerta, en lugar de retomar su novela cierra los ojos, apoya la cabeza contra el vidrio y se duerme durante la media hora que dura su trayecto.
Su cuerpo despierta de forma automática y salta del autobús antes de perder su parada. Ignorando la cola de gente que se forma frente a la discoteca, Denki rodea el edificio hasta la parte posterior y entra utilizando su llave de empleado.
—De prisa, Denki, estamos a punto de abrir.
—Voy.
Guarda sus cosas en su casillero semivacío; pasa un momento al baño para lavarse la cara, tomar algo para el dolor de cabeza, y después se dirige resueltamente a su lugar en la barra dónde comienza a preparar vasos y botellas.
Cuando la primera tanda de clientes cruza la entrada Denki los recibe con una sonrisa, muchos de ellos son regulares que cautivados por su carácter y sus bonitos ojos vuelven cada noche para conversar con él. Algunos se aseguran de dejarle propina y gracias a ello Denki puede comprarse pequeños gustos de vez en cuando.
Cuando termina su turno el dolor de sus pies se ha convertido en una sensación plomiza que se extiende a lo largo de sus piernas, le duelen las rodillas y su espalda es una bolsa de nudos. En lugar de sentarse a descansar, o de quedarse a charlar con el resto de sus compañeros, Denki toma sus cosas, sale, y corre por la calle hasta la parada del autobús.
Vuelve a dormitar durante el trayecto y solamente despierta cuando el conductor anuncia el final del viaje.
Avanza por su calle desierta con lentitud, la suave pendiente resulta insoportable para sus pies cansados, pero al final consigue llegar al pequeño edificio maltrecho dónde su apartamento lo espera en el segundo piso. En su pequeño cuarto rentado apila el correo en la única mesita que tiene apartando los recipientes de comida vacíos que se amontonan ahí. Pese al cansancio se obliga a bañarse con agua fría, se come las sobras que trae del restaurante y cuando empieza a cabecear apaga la luz y se mete a dormir.
Tiene turno a las seis de la mañana y debe que salir una hora antes para no llegar tarde.
[...]
Cuando Denki tenía seis años su padre había cometido el error de pedir dinero a los yakuza locales, él y su madre habían tenido que trabajar para pagar los intereses durante años. Su padre había muerto en una pelea de bar y su madre había trabajado incansablemente para pagar la deuda. Lo había hecho con tal dedicación que había caído enferma.
En un intento por salvarla Denki había tenido que solicitar otro préstamo y los yakuza habían accedido después de hacerle jurar que también pagaría el préstamo de su padre.
Al final su esfuerzo había sido inútil, su madre había muerto y él se había quedado solo pagando una deuda que mes con mes iba aumentando. Fue entonces que decidió renunciar a la escuela para trabajar a tiempo completo.
Trabajaba dieciocho horas al día, y se pasaba casi tres horas viajando de un lugar a otro; aunque dormía en casa aprovechaba cualquier momento para recuperar el escaso sueño que podía permitirse. Comía siempre las sobras que la dueña del restaurante le daba y la complementaba con fideos instantáneos o suplementos alimenticios.
El trabajo y la dura vida que llevaba eran una larga prueba de resistencia que Denki tenía planeado superar. Tenía un día a la semana para lavar la ropa y descansar, y de vez en cuando podía darse el lujo de comprar algún libro de segunda mano que lo mantenía entretenido durante sus descansos laborales. Y su esfuerzo estaba dando frutos, su deuda había comenzado a disminuir y si bien aún le tomaría algunos años poder pagarla por completo, Denki tenía la certeza de que eventualmente conseguiría recuperar su vida.
Y entonces se había muerto.
[...]
Todo había sucedido demasiado rápido.
Él corriendo hacia el autobús y de pronto un estallido de luces que iluminan la noche. Un destello de dolor, una sensación cálida que se difumina hasta desaparecer.
Un silencio absoluto.
[...]
Cuando vuelve en sí de inmediato comprende que sigue siendo él, si bien no puede ver su cuerpo y no parece tener control sobre él. Solo existe su conciencia, el resto del mundo está oscuro y quieto, no siente dolor.
Hay un tintineo y una voz femenina y mecánica cobra vida.
<¿El Visitante acepta el traslado?>
<¿Traslado?, ¿cuál traslado?>
<El intercambio de almas>
<Espera, qué, ¿qué traslado?, ¿qué almas?, ¿de qué estás hablando?>
<El alma del Visitante ha sido elegida para transmigrar al mundo de Yuuei>
Transmigrar. Denki conocía el término, había leído suficientes novelas de transmigración para saber lo que significaba. Tras morir el lector era trasladado a un mundo fantástico para ocupar el lugar de alguno de los personajes... era un tema interesante, aunque nunca hubiera creído que podía llegar a ser real. Las veces que había fantaseado con esa idea se había imaginado como el héroe que salva el mundo, como el rey benévolo o el guerrero incansable.
<¿El Visitante acepta el traslado?>
<Espera, a quién voy a reemplazar>
<Denki Kaminari>
Denki tarda un momento en ubicar de quién están hablando. La novela que había estado leyendo antes de morir era el primer volumen de una saga titulada "Balada de Dos Espadas" y había sido escrita por Toshinori Yagi. La novela había sido todo un éxito y la única razón por la que Denki había decidido leerla era porque compartía nombre con uno de los personajes. Había sido toda una decepción descubrir que el susodicho solo aparecía en un capítulo de la novela.
<Pero Denki Kaminari se muere>
<...>
<Espera, espera, ¿voy a morirme?>
<Ya estás muerto>
<Agh, ¿voy a morir de nuevo?>
<En seis meses>
<¿Seis meses?, ¿quieres decir que me estas enviando seis meses antes de que el personaje Denki Kaminari muera?>
<En efecto>
<¡Waaaa!, no, no, no, en la novela dicen que los últimos meses de Denki son horribles, se queda en cama sufriendo un montón y cada vez que el protagonista va a verlo lo describe como alguien que se consume poco a poco, ¿por qué voy a querer pasar por eso?>
<¿El Visitante niega el traslado?>
Denki guarda silencio. Está muerto, ha dejado de existir y todo lo que alguna vez quiso hacer se ha esfumado antes de que pueda siquiera planearlo. Se ha pasado años preocupado por pagar una deuda, ha dejado de vivir concentrado en trabajar y sobrevivir. Negarse ahora... sería lo mismo que rendirse.
Pero no quería pasar seis meses muriéndose entre cuatro paredes.
<¿No existe algún modo de que puedan cambiar su destino?>
<...>
<Por favor, no voy a cambiar la historia, no pondré en peligro al protagonista, solo quiero una oportunidad para vivir. Quiero tener una vida>
<...tal vez exista una forma>
<Sí, sí, ¿qué tengo que hacer?>
<...computando cambios, un momento por favor>
<...>
<Para conseguir que Denki Kaminari siga vivo después de seis meses se deben cumplir tres condiciones: Mejorar su salud. Adquirir relevancia. Aumentar sus niveles de popularidad. Cuando se consigan los tres, el personaje Denki Kaminari podrá formar parte de la trama natural. Sin embargo, para no alterar el rumbo de la historia es importante que estas condiciones se cumplan sin romper las tres leyes que enuncio a continuación: No revelar información del futuro a ninguno de los personajes. No permitir que nadie sepa la verdad de tu origen. No alterar el destino del protagonista. Romper cualquiera de estas leyes traerá como consecuencia que el Visitante sea devuelto a su mundo original>
<Pero ahí estoy muerto>
<...>
<Oh, ya, bien. Me queda claro>
<¿El Visitante acepta el traslado?>
Denki toma aire.
<Si>
Una repentina presión cae sobre él y aunque no tiene cuerpo la siente estrujándolo. Como si atravesara un túnel muy pequeño y todo su ser fuera arrastrado a la deriva.
Su instinto fue luchar.
[...]
Se revuelve con fuerza, brazos y piernas en todas direcciones, es consciente de su cuerpo maltratado aun cuando éste no le responde pese a que intenta levantarse. Abre los ojos y el mundo es un manto negro; la idea de que pueda estar atrapado en una oscuridad insondable lo llena de pánico. Denki lucha por erguirse y de pronto el mundo sufre un cambio brusco cuando la superficie en la que esta recostado se acaba, pero no alcanza a caer. Dos tenazas se cierran sobre sus muñecas y lo sostienen antes de que se desplome al suelo.
Alguien ha encendido una lámpara y su luz revela que la oscuridad insondable es en realidad un cuarto oscuro y que él se encuentra al borde de la cama. Parpadea cuando descubre el rostro de la persona que lo sostiene, aquel que ha evitado su caída. Lo que ve es un rostro inclinado sobre él.
Un rostro desconocido de facciones afiladas, pómulos altos, nariz recta, cejas oscuras y dos ojos de un color violeta intenso. Su mirada posee una intensidad paralizante y le confiere a su cara un aura de misterio y elegancia difíciles de describir.
El único pensamiento que acude a Denki es:
—Vaya, pero que hombre más guapo.
La expresión del rostro frente a él cambia de golpe, sus ojos se abren, sus cejas se alzan y toda su cara es la viva imagen de la sorpresa. Al verlo Denki vuelve a la realidad y se da cuenta de que ha pronunciado esas palabras en voz alta.
<¡Waaaa!, no, retrocede, retrocede, ¿dónde está el botón de deshacer?>
Le responde la misma voz femenina de la vez anterior.
<No puedes retroceder, esto no es un videojuego>
<No, por favor, esa no puede ser la primera impresión que doy>
<...>
<¿Qué hago ahora? Me sigue mirando, me sigue mirando, ¿lo empujo?>
<...si lo haces terminarás en el suelo>
<¿Qué hago?, ¡¿qué hago?!>
<...¿desmayarte?>
El extraño lo mira y Denki parpadea incapaz de apartar sus ojos de la intensa y paralizante mirada violeta. Entonces cierra los ojos, afloja el cuerpo y finge estar muerto.
Durante un momento se queda colgando, sujeto únicamente por sus muñecas, después su cuerpo es trasladado de vuelta a la cama. El movimiento es extremadamente cuidadoso, el cuerpo de Denki se hunde en un colchón excesivamente suave, cubierto por una pesada colcha que lo hace sudar.
No se mueve aun cuando quiere frotarse las muñecas, Denki permanece quieto con los ojos cerrados. Y eventualmente el shock lo hunden en un descanso sin sueños.
[...]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro