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OO8 : Entre pétalos y silencios

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Los días se convirtieron en semanas, y aunque Seonghwa seguía con su rutina, era evidente que su estado empeoraba. Su cuerpo estaba cada vez más frágil, y los pétalos que tosía eran más oscuros y húmedos, mezclados con sangre. La enfermedad lo consumía lenta y dolorosamente, y no había manera de detenerla sin una respuesta que no parecía llegar.

Hongjoong lo observaba desde la distancia, atrapado en un torbellino de emociones. La culpa, la impotencia y el afecto lo carcomían, pero no sabía cómo ayudar a Seonghwa. Cada vez que intentaba acercarse, la barrera emocional entre ambos parecía más alta.

Una tarde, después de un ensayo con el grupo, Hongjoong llegó al apartamento y encontró a Seonghwa sentado en el suelo junto a la ventana, con un libro abierto en sus manos. Pero no estaba leyendo. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, y su expresión era una mezcla de agotamiento y resignación.

—Hyung —llamó Hongjoong suavemente, cerrando la puerta tras de sí.

Seonghwa no respondió de inmediato. Pasaron varios segundos antes de que finalmente hablara.

—¿Alguna vez te has preguntado cómo sería simplemente... desaparecer?

Hongjoong sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—No digas eso.

Seonghwa dejó escapar una risa amarga.

—Es difícil no pensarlo cuando cada día se siente como una lucha inútil.

Hongjoong cruzó la habitación rápidamente, arrodillándose frente a él.

—Hyung, no puedes rendirte.

—¿Rendirme? —Seonghwa lo miró con ojos cansados—. No es cuestión de rendirse, Hongjoong. Es cuestión de aceptar lo inevitable.

—¡No es inevitable! —exclamó Hongjoong, su voz cargada de desesperación—. Hay algo que podemos hacer, tiene que haberlo.

Seonghwa negó con la cabeza, esbozando una sonrisa triste.

—Sabes tan bien como yo que no hay solución.

—Entonces dime qué puedo hacer —dijo Hongjoong, su voz quebrándose—. Dime cómo puedo ayudarte, hyung.

Seonghwa lo miró durante un largo momento antes de susurrar:

—No puedes.

La respuesta fue un golpe directo al corazón de Hongjoong. Quería protestar, quería encontrar una forma de contradecirlo, pero las palabras no llegaban.

Esa noche, mientras Hongjoong intentaba dormir, las palabras de Seonghwa resonaban en su mente. "No puedes." No podía aceptar eso. Tenía que haber algo que pudiera hacer, algo que pudiera decir para aliviar el dolor de Seonghwa, aunque fuera solo un poco. Esos días había insistido en dormir en el apartamento de Seonghwa para cuidarlo, aunque el mayor se rehusara.

Finalmente, se levantó de la cama y fue hasta la habitación de Seonghwa. La puerta estaba entreabierta, y dentro, Seonghwa estaba sentado en el borde de la cama, sosteniendo un pañuelo empapado en sangre.

—Hyung... —Hongjoong lo llamó suavemente, pero su voz estaba llena de angustia.

Seonghwa levantó la vista, sorprendido de verlo allí.

—¿Qué haces aquí?

—No puedo dormir —admitió Hongjoong, avanzando hacia él—. No puedo dejar de pensar en ti.

Seonghwa intentó sonreír, pero la tristeza en sus ojos lo traicionó.

—Deberías descansar. No tienes que preocuparte tanto por mí.

—¿Cómo no voy a preocuparme? —Hongjoong se arrodilló frente a él, tomando sus manos frías entre las suyas—. Hyung, no quiero perderte.

El contacto y las palabras de Hongjoong hicieron que Seonghwa sintiera una punzada en el pecho, pero esta vez no era solo la enfermedad. Era el peso de sus emociones, de su amor no correspondido.

—Hongjoong... —murmuró, su voz temblando—. No sé cuánto tiempo más podré soportar esto.

—No digas eso —rogó Hongjoong, sus ojos llenándose de lágrimas—. Por favor, hyung. Tienes que luchar.

Seonghwa cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a escapar.

—¿Por qué tendría que luchar, si al final no importa? —preguntó, su voz rota—. Te quiero, Hongjoong. Te quiero más de lo que puedo soportar. Pero eso no cambia nada.

Hongjoong lo miró con desesperación, sin saber qué decir. Finalmente, lo abrazó, envolviéndolo en sus brazos como si eso pudiera protegerlo de todo el dolor que estaba enfrentando.

—Yo también te quiero, hyung —susurró, su voz temblando por la emoción.

Seonghwa se congeló. Por un breve instante, pensó que tal vez, solo tal vez, esas palabras podrían significar algo. Pero antes de que pudiera responder, un espasmo lo recorrió, y comenzó a toser violentamente.

Hongjoong lo sostuvo mientras Seonghwa se doblaba en dos, llevándose las manos a la boca. Cuando finalmente dejó de toser, abrió la mano y encontró pétalos oscuros empapados en sangre.

El silencio que siguió fue ensordecedor.

Seonghwa miró los pétalos, su corazón hundiéndose aún más.

—Tus palabras... no son suficientes —murmuró, sin mirar a Hongjoong.

Hongjoong sintió que el aire se escapaba de sus pulmones.

—Hyung... yo...

—No importa cuánto intentes convencerte a ti mismo —interrumpió Seonghwa, su voz llena de tristeza—. No puedes forzarte a sentir algo que no sientes realmente.

Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Hongjoong, mientras Seonghwa se apartaba de su abrazo.

—Es mejor que lo aceptemos, Hongjoong. Esto... no tiene solución.

Hongjoong negó con la cabeza, incapaz de aceptar esas palabras.

—No voy a rendirme contigo, hyung. No importa lo que digas.

Pero Seonghwa solo lo miró, con los ojos llenos de una mezcla de amor y resignación.

—Ya es demasiado tarde.

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