OO7 : Entre el amor y la desesperanza
; 〨 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 〨 ;
La madrugada se había colado en el apartamento de Seonghwa, pero el tiempo no parecía avanzar. Se sentía atrapado en ese instante, un momento que no podía borrar ni ignorar, donde la cruda realidad había arrancado cualquier esperanza que quedaba.
Hongjoong estaba sentado al borde del sofá, sus manos entrelazadas mientras miraba el suelo con los ojos enrojecidos. No se había atrevido a irse después de lo ocurrido, aunque tampoco se había atrevido a acercarse a Seonghwa de nuevo.
Seonghwa estaba recostado contra el respaldo, su cuerpo cansado y debilitado, mirando al techo como si ahí encontrara alguna respuesta. Pero no había respuestas, solo el eco de lo que ya sabía.
—No puedo quedarme aquí —dijo de repente, rompiendo el silencio.
Hongjoong levantó la vista de golpe.
—¿Qué?
—No puedo seguir aquí, en este apartamento, en este estado... —Seonghwa cerró los ojos, sintiendo cómo la presión en su pecho aumentaba—. Necesito salir, necesito... respirar.
Hongjoong lo observó con preocupación.
—Hyung, no estás bien. ¿Y si te pasa algo?
Seonghwa soltó una risa amarga, una que no tenía rastro de alegría.
—¿Y qué importa? —murmuró, su voz llena de resignación—. ¿Qué diferencia hace si me pasa algo aquí o en otro lugar?
Las palabras golpearon a Hongjoong como un puñetazo. Sabía que Seonghwa estaba al borde del abismo, pero escucharlo decir algo así lo hacía sentir impotente.
—No digas eso. —Su voz sonó más firme de lo que esperaba—. Por favor, hyung.
Seonghwa lo miró, y por un momento, Hongjoong vio el dolor reflejado en sus ojos, un dolor que parecía no tener fin.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó Seonghwa con amargura—. ¿Que siga aquí, fingiendo que estarás conmigo de una manera en la que nunca podrás estarlo?
—¡No estoy fingiendo! —replicó Hongjoong, levantándose del sofá.
Seonghwa lo miró con incredulidad.
—Claro que no estás fingiendo —dijo con ironía—. Porque ni siquiera sabes lo que sientes.
La tensión en el aire era palpable. Hongjoong abrió la boca para responder, pero las palabras se atascaron en su garganta. No podía contradecirlo, porque en el fondo, sabía que era verdad.
—No quiero hacerte daño, hyung... —susurró finalmente, su voz cargada de culpa.
—Demasiado tarde para eso —respondió Seonghwa, volviendo a recostarse contra el sofá.
El silencio volvió a apoderarse de la habitación, pero esta vez era más pesado, más denso. Hongjoong quería decir algo, hacer algo, pero no sabía cómo acercarse a Seonghwa sin empeorar las cosas.
Horas más tarde, cuando el sol comenzaba a asomarse en el horizonte, Seonghwa finalmente se puso de pie.
—Voy a salir —dijo simplemente, sin mirar a Hongjoong.
—¿A dónde? —preguntó este último, alarmado.
—A cualquier lugar. No te preocupes, volveré... eventualmente.
Antes de que Hongjoong pudiera protestar, Seonghwa tomó su abrigo y salió por la puerta.
El aire frío de la mañana golpeó a Seonghwa como un balde de agua, pero no le importó. Caminó sin rumbo fijo, dejando que sus pasos lo llevaran por calles vacías y parques desiertos.
Se detuvo en un pequeño puente que daba vista a un río congelado. Allí, dejó que las lágrimas que había estado conteniendo cayeran libremente, mezclándose con el aire helado.
—¿Por qué tenía que ser así? —susurró al viento, su voz temblando de dolor.
Sabía que amar a Hongjoong no era un error, pero tampoco podía evitar sentirse castigado por ello. Cada pétalo que tosía era un recordatorio de lo imposible de su amor, un recordatorio de que, por mucho que deseara lo contrario, su corazón no era correspondido de la misma manera.
Se llevó una mano al pecho, sintiendo el peso opresivo que parecía crecer con cada día que pasaba. No sabía cuánto tiempo más podría soportarlo.
Mientras tanto, Hongjoong estaba en el apartamento, luchando con sus propios pensamientos. Quería correr tras Seonghwa, decirle algo que pudiera aliviar su dolor, pero no sabía qué.
—¿Por qué soy tan cobarde? —murmuró, golpeando la mesa con frustración.
Sabía que lo que sentía por Seonghwa era especial, único, pero también sabía que no era el tipo de amor que Seonghwa necesitaba. Y esa realización lo desgarraba por dentro.
Cuando Seonghwa finalmente regresó al apartamento esa noche, encontró a Hongjoong dormido en el sofá, rodeado de papeles y notas desordenadas.
Se acercó en silencio, mirando el rostro de su amigo mientras dormía. A pesar de todo, no podía dejar de amarlo.
—Te quiero —susurró, su voz apenas audible—. Aunque me mate, siempre te voy a querer.
Y con esa confesión silenciosa, Seonghwa se retiró a su habitación, sabiendo que el amor, aunque hermoso, también podía ser una carga insoportable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro