3.0
Intentó todos los días durante un largo tiempo volver a encontrarlo en el local. Nada. Y Jaemin, tan idiota como era, no tuvo una mejor idea que volver a su vida de antes, pues por alguna razón el sentimiento de abandono volvía a tomar parte de él. Era estúpido, se dijo, porque nunca intercambió más que simples palabras con Jeno.
¿Entonces por qué sintió que este lo abandonó? Ni siquiera amigos podían llamarse.
Cuando realmente dejó de sobrepensar en ello, se encontraba una vez más en la pista de un horrible bar, demasiado descubierto para su propio gusto y lo suficientemente guapo para atraer miradas de diferentes personas. Algunas veces lo detestaba, sentir respiraciones por su cuello y manos recorriendo su cuerpo cuando solo deseaba bailar.
Aunque habían momentos... tan vacíos para su propia cabeza que se dejaba guíar por estos, embrujado con la simple idea de acabar con el hueco en su pecho. Buscando un cuarto o una simple esquina oscura en la cual dejar o tomar toques y besos, porque la emoción del momento e incluso el sexo desvanecían lo que su consciente mente no dejaba olvidar.
Esa es la razón del por qué aceptó unos huesudos dedos en su cadera, moviéndose en sus costados para acariciar la estrecha cintura. El perfume del desconocido atrapando su atención. Jaemin no quería presumir de su increíble habilidad, sin embargo, él podía asegurar que aquel aroma era el mismo que usaba Jeno.
¿Cuántas posibilidades habían...?
Con miedo volteó a ver, asombrado de realmente encontrarse una vez más con esa mirada profunda y lunar atractivo. Apoyó ambas manos sobre los hombros del chico, boqueando sin saber qué decir al respecto de la situación. Tenía al hombre que buscó durante semanas por fin frente a él. Nada comparado con lo que alguna vez notó de este; ropa oscura, mallas y podía inferir que traía unas botas por los centímetros que le llevaba.
Jodidamente caliente.
Sinceramente Jaemin estaba demasiado perdido para preguntar a dónde se lo estaba llevando. Tomado y posiblemente drogado no servía de nada intentar siquiera decir algo coherente, aceptando irse del bar con una fuerte mano en su cintura que le permitía no caerse, aunque los tropiezos y risitas no faltaron.
No hubo palabras que le aseguraran a Jaemin que este chico a su lado era realmente ese Lee Jeno del que tanto hablaba su mente, conociéndose lo más probable es que esté vomitando en uno de los baños del bar mientras imagina al hombre a su lado.
Perfectamente podría estar sucediendo así.
Aunque bajó de su nube al momento de escuchar una vez más esa rasposa voz, pidiendo su dirección con un tono que no debería ser legal para alguien como él.
En el taxi a su hogar tampoco hubo mucha interacción, ni siquiera besos le dejó, pero difícil fue ignorar los dedos en su muslo, simplemente sujetándolo como si estuviera a punto de escaparse. Estúpido, no lo hará hasta que Jeno por fin le haga lo que su mente imaginó repetidas veces en ese corto trayecto.
Al llegar, sin una pizca de vergüenza, Jeno recorrió su cuerpo con fuertes toques, levantando su camiseta con una facilidad que le erizó por completo. Después de tanto tiempo se encontró bajo los efectos del placer, anhelando la pasión que sus anteriores parejas sexuales nunca lograron darle.
¿Qué tenía este hombre de diferente? Se preguntaba.
Ignorando a la razón cuando se halló desnudo a la par de Jeno, manos traviesas tomando la pálida piel que deseaba marcar y sin sentido su inconsciente temió por ello. Marcar su territorio, pero él no era suyo, lo sabía y aún así lo atrajo hasta sí para lamer con fervor su cuello.
No se detuvieron hasta que los jadeos inundaron el cuarto, por parte de Jaemin gemidos que trataba de callar mientras era preparado por los dedos del pelinegro, rápido, sin una sola pizca de preocuparse en hacerlo bien mientras empujaba al cuerpo contrario contra la pared. Confundido o no por la nube de excitación que se hallaba en su cabeza, podía notar que ese Lee Jeno no estaba muy interesado en algo más que un buen sexo de una sola noche; no llevarle a la cama, sin besos en los labios y ni una sola palabra se lo dejaba muy claro.
Mucho más cuando se situó entre sus piernas, levantando su cuerpo con una facilidad aterradora. Presionaba sus muslos, fuertemente afirmado a ellos por su estupidez de no llevarle a un lugar más cómodo.
─ Mi habitación está detrás de esa puerta─ apuntó con la barbilla hasta el final del pasillo. Recibió una mirada... extraña, asumió que fue por detenerlo justo antes de entrar en él y realmente Jaemin no le tomó demasiada importancia con la poca consciencia que le quedaba. Le observó paciente, un poco incómodo al depender de unos brazos para no partirse el culo contra el suelo. ─ Jen...
Él simplemente asintió.
Y por alguna razón un temeroso cosquilleo se esparció en su pecho cuando las sábanas de su cama le acariciaron, arrugadas alrededor de su cuerpo cuando la acción realmente comenzó, llevándole a un largo viaje entre las estrellas que Jeno le presentó con cada embestida.
Jodidamente bueno, tanto que ni siquiera fue consciente al acabar entre sus estómagos, mucho menos de lo que ocurrió luego de eso. Sinceramente le encantaría recordar los detalles de su noche, pensaba a la mañana siguiente, desorientado, con su cabello y rostro hechos un desastre mientras intentaba descubrir dónde se encontraba.
Grande fue su alivio al saber que se hallaba en la comodidad de su habitación, decepcionante al caer en cuenta que la pasada presencia a su lado se había ido hace ya un rato.
─ Al menos dejó una nota...─ balbuceó, tomando el pequeño papelito con una despedida anotada y suponiendo que el número en la parte inferior era su teléfono, el cual minutos después ya estaba anotado en sus contactos.
Jaemin pasó un largo tiempo esperando una llamada del azabache, cayendo en un dañino círculo vicioso por tercera vez en busca de aquel hombre que le quitaba el sueño, esperanzado de encontrarlo en los bares cercanos o mínimo en el café que empezó su obsesión con Lee Jeno.
Nada.
Otra vez nada.
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