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03

Esa mañana había despertado junto a JungKook, ambos estábamos unidos por un cálido y dulce abrazo. Podía escuchar sus suaves ronquidos y su respiración calmada, con cuidado giré mi cuerpo y quedamos frente a frente.

JungKook tenía los ojitos cerrados con sus pestañas acariciando suavemente sus mejillas, su boquita estaba ligeramente abierta y sus dientes delanteros de conejito se marcaban sobre sus labios inferiores.

Suspiré enamorado, amaba inmensamente a mi esposo y nada lo iba a cambiar.

Lentamente giré mi cabeza y observe el reloj en la pared, eran las cinco de la madrugada y JungKookie se despartaba a las ocho para comenzar su día.

Con mi mano acaricié su mejilla, su piel era suave y estaba ligeramente tibia, sonríe con dulzura. Mi esposo reaccionó sutilmente a mi tacto y busco el calor de mi mano moviendo su cabeza con cuidado. Lo amo.

Mientras acariciaba su mejilla comencé a recordar los viejos momentos donde JungKook y yo apenas éramos dos jóvenes e inexpertos que se conocían.

En ese momento él estaba saliendo de la universidad y yo ya había comenzado a trabajar en una pequeña cafetería como mesero, mi sueño era ser un gran escritor y publicar mi propio libro.

Recuerdo que conocí a JungKook en ese lugar, él solía ir seguido y pedir la misma bebida siempre. Tantas habían sido las veces que ya conocía su pedido de memoria.

La primera vez lo vi venía con dos amigos: SeokJin y NamJoon.

Ese día JungKook tenía una graciosa mueca viendo a sus dos amigos coquetear sin filtro frente a él.

Aún no habían ordenado, así que descaradamente preparé la bebida típica de JungKook y se la lleve con una sonrisa.

Recuerdo su mirada extrañada y con una sonrisa solo dejé una pequeña notita junto al batido de banana y me fui nuevamente a la barra "disfruta, y si no puedes, tienes permiso de tirarles las bebida a tus amigos encima".

Escuché su risa a mis espaldas y también las voces curiosas de sus acompañantes.

Ese fue el principio del fin, las próximas veces que el vino a la cafetería dejaba notitas junto a su bebida, cada vez, hasta que un día, en vez de dejar un cumplido o algunas palabras bonitas, dejo su número, y podría decirse que lo demás ahora es historia.

Siempre ha sido atento y amoroso, además de caballeroso y dulce. Probablemente eso fue lo que me enamoró de él.

Un dolor se instaló en mi pecho sacándome algunas quejas y lágrimas, JungKook se levantó preocupado y acunó mi rostro en sus mejillas preguntándome lo que sucedía.

Atiné a susurrarle que estaba bien y me miró más calmado, acariciando mi mejilla con cuidado.

No temas, todo está bien... Me repetí miles de veces aún sabiendo que no era cierto.

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