Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Final: por la lealtad, el amor y los veinte años

Capítulo final

Por la lealtad, el amor y los veinte años

"Cada cosa que pierdes es un paso que das. Así que haz pulseras de la amistad, aprovecha el momento y disfrútalo. No tienes razones para temer.

Estás por tu cuenta."

You're on your own, kid; Taylor Swift

"Juntos, viviremos en la amargura, te amaré con toda la locura de mi alma; algún día, cariño, no sé cuándo, llegaremos a ese lugar, donde realmente queríamos ir, y caminaremos al sol...

Pero hasta entonces, los vagabundos como nosotros, cariño, hemos nacido para correr."

Born to run; Bruce Springsteen.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

No sabía si sus ojos estaban abiertos porque la oscuridad era abrasiva, al igual que el frío y la soledad.

El goteo se escuchaba a lo lejos, junto con un eco que le hacía compañía de manera intrépida. No habló porque no sabía si alguien más podría escucharlo, lo que le haría sentir inexistente.

Pestañeó un par de veces, breve, solo para rectificar que estaba despierto. Que aquel despertar no solo era parte de su sueño para confundirlo de la realidad con la fantasía, y de que haber despertado significaba que JiSung dejaba todas sus pesadillas atrás.

Mentira, no lo hizo. Dormir traía las pesadillas del inconsciente, y el estar despierto le llevaba las consecuencias del mundo tangible. De los gritos, de los llantos, de la muerte y de las heridas que le hacía sentir que estaba consumido desde lo más profundo de sus entrañas. Intentó modificar su vista a la de algún animal con sencillez de ver en la oscuridad, pero no pudo. Si la magia del lugar le suprimía la metamorfomagia, significaba que estaba en un calabozo para gente como él.

A medida que más convencido estaba de que se encontraba despierto, y de su vista adecuándose a la oscuridad, más se mermó en la idea de sus acciones cometidas en el Gran Comedor.

Asesinó al Ministro de Magia.

En su instante, JiSung había temido sobre lo que sería de él antes de hacerlo, porque la voluntad de querer matarlo era equiparada a que saldría muerto de ese duelo. La guerra continuaría, y todo nicho de criatura sería aniquilado para darle paso a los seres humanos perfectos: a los magos.

Y JiSung asesinó al Ministro de Magia, electo democráticamente en un plebiscito de su selección porque nadie más quiso ser candidato. JiSung debió de esperar el acontecimiento de alguien que intentara acabar con él, pero la idea de que un magnicidio fuese llevado a cabo bordeaba incluso de la fantasía dentro de la seguridad que contemplaba la magia. Independiente de cuán fácil era asesinar con una varita mágica, nadie lo había hecho contra DeLuca. Salvo a la gente desprotegida.

El dolor de la Magia Oscura en su espalda seguía latente; con su temblorosa mano la guio hacia el omóplato opuesto para poder tocarla bajo su ropa, con una herida abierta que no cicatrizaría jamás pero lo marcaría a que nadie lo matase por la espalda. Eso era bueno, creía JiSung, porque lo que sea que pasase en ese momento haría que mucha gente lo deseara muerto.

«Bueno, las runas me protegerán de los ataques —razonó JiSung, aun recostado en el suelo de la celda—. O tal vez Azkaban me protegerá.

»Mierda. Maté a DeLuca. Me iré a Azkaban».

¿Qué había sido lo que JiSung creyó? Tanto tiempo pensando en que él moriría para darle paso a que mataría a DeLuca, sin hacerle medir las reales consecuencias. No habría celebración en su nombre o amanecer clandestino cargado de esperanza en un futuro mejor. Solo generó una gran desestabilización política en el Reino Unido que deberá de ser intervenido por Asia o América en virtud de mantener el orden.

La profecía nunca fue explícita, solo decía que la muerte acabaría la guerra. Nadie habló del conflicto civil.

Se preguntó cómo se enjuiciaría a los condenados, a aquellos que mataron en la guerra. Quienes mataron a niños de Hogwarts que se quedaron a pelear, y quienes de la Compañía tuvieron que asesinar a políticos y aurores. Era una pelea legal tan imparcial que el próximo que tomase el rol de Ministro de Magia debería de regular, aun cuando el parlamento ahondaba el partido de Libertad Mágica.

Claro, los que quedaban vivos.

JiSung hizo el recuento en su mente: mató a DeLuca, mató a Daremia y Desmenia Stuart, y probablemente mató a más cuando se convirtió en dragón. ¿Qué harían con él y con la gente que también ha matado?

Los gritos estaban ahí todavía. Su grito desgarrado en su garganta, a los niños lanzándose del séptimo piso, la gente siendo hervida viva y el aullido del lobo. Todo poco a poco comenzó a colectarse en su cabeza que fue imparable en algún instante, tapándose sus oídos para no escucharlos.

Los gritos estaban afuera, y también adentro. Estaban en su estómago y en su garganta, y frente a sus ojos en la oscuridad estaba cubierto de sangre. Él estaba empapado en sangre, creía, porque continuaba con sus pantalones, su polerón chamuscado del sucio amarillo de Hufflepuff, y la llave del Hotel Índigo en su bolsillo.

Estaba solo en el calabozo, y solo podía pensar en si sus amigos estaban a salvo o estaban en el dormitorio de al lado.

Su percepción del tiempo se modificó mientras más pensaba, somatizando una vez más todo su terror en una catalepsia traumática que lo dejó sin descanso. Rememoró su vida desde el presente hacia el pasado, tal como enfrentó la muerte de Chan junto con su deseo inminente de haber muerto en las vacaciones de primavera del año pasado.

¿Qué habría sucedido ahí? Nunca habría recordado su vida en la Compañía, ergo tampoco a sus padres. No se habría sometido a juicio y no habría sido revictimizado, como tampoco se habrían generado bandos en Hogwarts y la Compañía no habría interferido en la escuela.

Hogwarts habría estado de luto, y la división entre de que se lo merecían o no sería un tema de discusión. La Sociedad Secreta no habría luchado con una resistencia, por ende, no habrían lanzado a nadie al Bosque Prohibido porque la final del campeonato de Quidditch no se habría celebrado.

Yeji habría estado sola, sintiéndose culpable por no haber ido a casa durante ese tiempo. ¿Habría sido mejor o peor que muriera? Daba lo mismo, porque tanto muertos en primavera como muertos en el presente, ella perdía a HyunJin.

Cada frase con sentido que formaba JiSung en su mente desencadenaba una ramificación emocional que lo dejaba perturbado. HyunJin estaba muerto, y pareciera que su destino de hacerlo de manera prematura estaba al instante; y si él hubiese muerto para la primavera, era probable de que Kang Mina no habría sido torturada en la estación de Epping luego de haber defendido a HyunJin de YeonJun todas las veces posibles.

Los caminos que se pudieron haber tomado eran obsesivos, y nada bueno traía consigo. El único elemento factible que se habría perdido en la primavera habría sido el romance entre JiSung y MinHo, pero él era lo suficientemente fuerte como para sobrellevar el fallecimiento de alguien quien en su momento no dejó en claro si es que le correspondía o no.

Pensando en MinHo, ¿dónde se encontraba él? ¿Por qué aun no lo había sacado de la celda? MinHo lo rescataría- así es que como ambos funcionaban: cubriendo sus espaldas, tal como vio con MinJu y JungWoo en el jardín de Hogwarts mientras buscaba a sus amigos. Ambos se estaban protegiendo, ¿por qué MinHo no estaba consigo?

¿Habría escapado? ¿O también habría sido detenido por los crímenes que cometió? Las personas que el Lobo mató no eran culpa de MinHo, y tampoco era del Lobo. JiSung conocía al Lobo, él solo hacía daño cuando estaba en peligro, y Hana lo había expuesto para que atacara.

«Hana».

¿MinHo confabuló con Hana para que JiSung matara a DeLuca? ¿Y por eso nadie venía a rescatarlo, porque la Compañía necesitaba de un señuelo o alguien que hiciera el trabajo sucio?

«Hana está muerta».

¿Y MinHo también, que él aun no lo rescataba?

—¿MinHo? —llamó.

¿También estaba muerto? ¿Lo habrán ejecutado por las cosas que hizo?

—¡¿MinHo?!

Se soltó de la catalepsia y se arrastró por la celda hacia las rendijas que pasaban entre sus manos; sus piernas chocaron con distintos potes de comida que él no había tocado, indicando que pasó más que un par de horas encerrado en ese lugar. Estiró lo más que pudo sus brazos entre los barrotes, pero ni fuera de ella era capaz de transformarse en algo.

—¡¿MinHo?! —volvió a llamar con más fuerza—. ¡¿Hay alguien?! ¡¡¡Felix!!! ¡¡¡SeungMin!!!

Le dijeron que no haría algo malo. Le dijeron que no era una mala persona. ¿Por qué estaba encerrado? ¿Por qué? ¿Por qué?

Las imágenes se repetían de la guerra, de la muerte de Chan, de la visión de Margarita, de la muerte de Callaghan, de la fotografía de Mina. Todo se repetía insistentemente, junto con la muerte de Hana y la visualización de pequeño cuando ella fue envenenada.

Pagaba el precio de su ignorancia y desinterés, del ser marginado de la sociedad. Condenado por ser hijo de alguien y de que su nombre estuviese escrito en las estrellas. Él jamás se convirtió en un héroe, y ahora pagaba el precio de ello.

Sollozó entre los barrotes, tal como el pequeño Ji lo hizo cuando sus padres salían de misión. Oh, cuanto desearía ser acogido por sus padres; con su madre arropándolo para que no pasara frío y con su padre cantándole porque era la forma en la que tenían para animarse.

—¡¿Erick?! —sollozó JiSung—. ¡¿Papá?! ¡Sácame, papá! ¡Por favor!

JiSung no había hecho nada malo. Solo hizo lo que las estrellas le dijeron. ¿Por qué no podían entenderlo? ¡Él nunca quiso matar a DeLuca! ¡Nunca quiso matar a toda esa gente! ¡¿Eran las consecuencias de la Magia Oscura en su espalda, aquellas que Cohan le dibujo?!

—¡¿Alguien?! —el eco de su voz lo acompañó—. ¡¿Nadie?!

Se acurrucó junto a los barrotes, sobre los potes de comida multiplicadas. Se abrazó a sí mismo y sollozo hasta quedar sin voz, hasta que el fuego le consumiera por dentro para matarlo. Debía de estar muerto. JiSung quería estar muerto. Deseaba que todos estuvieran muertos.

Rememoró su camino nuevamente, para pasar el tiempo que estuvo encerrado. Su presente, el día anterior y el día antes de ese. Cómo estuvo en el Departamento de Misterios, el cómo vio a Chan morir, el cómo cenó con sus personas favoritas bajo la vista de HyunSan en la mesa de maestros, el cómo hizo las cuentas económicas con MinHo, el cómo Victoria lo trató de una persona amable.

Y así, día tras día hacia atrás. Hasta el inicio de sexto año; quinto; cuarto; tercero; segundo; primero. Cuando conoció a SeungMin en el vagón de King's Cross; a HyunJin y a Felix en el dormitorio; sus cumpleaños en conjunto; en la única motivación que alguna vez pudo hacer un patronus.

El cómo eran los cuatro chicos de once años contra el mundo, sintiéndose invencibles y capaces de jugar con la magia bajo la lógica de las travesuras. Eran los cuatro chicos. Los cuatro idiotas para el resto de las personas, quienes les gustaba encantar el cielo mágico del Gran Comedor porque todo era más bello con aureolas coloridas.

Los potes de comida desaparecían y volvían, de tanto en tanto llegaban a cerca de treinta potes esparcidos por la celda. ¿Era uno por cada día, dos o tres? ¿O un pote cada tres días? ¿O tres potes cada dos? ¿Cuánto era el tiempo que pasaba fuera de la celda? ¿Fuera de Hogwarts? Porque JiSung estaba en Hogwarts, ¿no? ¿O acaso se encontraba en el Ministerio de Magia? ¿O en el espacio de reclusos peligrosos en Azkaban? Si él veía desde más lejos en Azkaban, y tenía un buen comportamiento, tal vez lo dejarían con los demás prisioneros y, así, buscaría a HyunSan entre ellos.

O tal vez estaba en un lugar que nadie conocía. O así era como se vivía la muerte.

Para la cuarta limpieza de potes, recordó que le gustaba cantar. Que tenía un walkman en su dormitorio, con un montón de casets que resultaba ridículo. No le gustaba The Weekend, pero gustaba de Aerosmith. Para diciembre escuchó mucho una canción de Set It Off, y estuvo con HyunJin buscando canciones románticas idílicas para Mina porque ella le había dedicado una donde lo necesitaba, donde lo esperaría, donde a pesar de que le gustaban las fiestas ella prefería quedarse a enamorarse de él porque no tomaría demasiado tiempo.

Pensó en San Valentín, y en Tracy Chapman. Con MinHo hacían el amor en la Sala de Menesteres mientras la voz melancólica de la cantante retrataba todo su deseo en un futuro con él, en uno donde pudieran ser felices.

Donde JiSung tenía el sentimiento de que había un lugar donde pertenecía, y ese era en la felicidad que era recibiendo ser amado por MinHo.

Ojalá él estuviera muerto, y en los potes que aparecían y desaparecían en la celda le aumentaron el deseo de que MinHo se acabase suicidando para que no sufriera con la culpa.

Un ruido aparece en la oscuridad, uno que recordó a JiSung que había perdido la audición en un oído. No tenía energías para levantarse aun cuando su estómago mostraba señales de haber comido. Él no lo recordaba, como tampoco levantarse. Solo creía que había pasado unas extensas horas desde que mató a DeLuca cuando dos hombres que él no conocía le lanzaron un encantamiento en la cabeza.

Cuando abrió los ojos de nuevo, la cama era pequeña. Demasiado, pero lo hizo sentir acurrucado. Las mantas que lo cubrían eran demasiado grandes porque caía a los lados de la camita, y por el tacto se sentían que eran ásperas; su nariz picó por el polvo, y despertó de su propio estornudo.

Era el dormitorio de una casa de madera, no tan colorido como para que alguien se sintiera cómodo, pero la presencia de juguetes, sábanas cubriendo algunos muebles del polvo y la lampara de Phineas y Ferb colocada en el tomacorriente lo urgió por completo.

Estaba en su antigua casa.

Sus piernas se flectaron cuando se dobló en la cama; demasiado pequeña para él, porque no se esperó que el pequeño Ji creciera en ese hogar. La alergia al polvo lo contuvo un instante para estornudar, solo para notar que su cuerpo estaba bastante adolorido.

Seguía sucio, con sangre y hollín. No se había cambiado de ropa desde el cuatro de junio.

Se levantó solo para recibir el mareo, y tropezó hacia un mueble para sostenerse ahí. El mundo giraba, y sus ojos se escocieron por la luz del día. Fue hacia la ventana del cuarto y notó que la madera que tapaba las entradas de luz fueron reemplazadas por cortinas oscuras, pesadas y nuevas; al abrirla, se dio cuenta que estaba en Londres, y que la ventana daba hacia un jardín interino que estaba rodeado de edificios, símil al jardín del Refugio de la Compañía.

Para recomponerse, se enderezó y alzó su barbilla, para ambas manos colocarlas en el pasador de la ventana y correrla, pero esta estaba trancada. Como estaba fuera de un calabozo, deseó transformarse en algún animal que le regalara la fuerza para abrirla, pero su cuerpo quedó congelado. No podía transformarse.

Ni siquiera pensó en la extrañeza. Al estabilizarse, caminó por la segunda planta de la casa. Si no podía salir de ahí, tal vez podría darse un baño; no tenía idea de qué día era, cuánto había pasado o por qué se encontraba ahí, pero su hedor ya se estaba volviendo insoportable.

Se bajó el cierre del polerón y se sacó la camiseta, solo para notar que era el clásico estampado de Quidditch que HyunJin usó para los entrenamientos. Sostuvo con ambas manos dicha prenda, intentando recordar cuándo fue la última vez que lo vio puesta en él, solo para caer en cuenta de que JiSung se la había robado en la primera oportunidad que tuvo.

En el baño estaba la tina, y la llenó de agua hasta el tope. Se sacó sus pantalones y su ropa interior, y se adentró en el agua sin importar el calor o el rebalse del agua; apoyó su cabeza en la pared, y cerró los ojos recordando el tacto de MinHo sobre su cuerpo cuando lo bañó.

Si MinHo estaba muerto, no podría hacerlo de nuevo. No lo volvería a cuidar ni sería cuidado por él, y JiSung no podía vivir en un mundo sin MinHo.

JiSung ya no podía vivir en ese mundo, no después de todo. Las imágenes que se mantenían en los momentos en que cerraba sus ojos lo acompañarían por el resto de su vida, por ende, el suicidio sería la única forma de escaparse.

¿Quién fue el inteligente de dejarlo en su antigua casa de infancia?

Con sus ojos cerrados, JiSung se adentró al agua. Rememoró toda su vida aguantando la respiración, en la espera de que sus pulmones ardieran y finalmente cediera para acabar con su sufrimiento. No obstante, dicha espera nunca llegó, y tal vez fue por su encierro en el calabozo que la percepción de su tiempo fue alterada y, después de diez minutos, JiSung abrió los ojos bajo el agua y solo encontró la mugre de su cuerpo desprendiéndose.

Sin importar si es que quedaba limpio o no, salió del agua y caminó desnudo hacia la primera planta; podía visualizar al final de la escalera la puerta que daba hacia el Refugio en Corea del Sur. No podía estar ahí porque todas las puertas del Dormitorio de las Apariciones habían sido selladas- todas salvo las que estaban en la oficina de Hana, donde llegaron los invitados de la boda en el Refugio de Londres. Si JiSung abría la puerta, ¿tal vez encontraría a Hana al otro lado?

No. Solo había un armario con viejos abrigos. Ninguno que él reconociera. La puerta que daba hacia la calle estaba totalmente sellada.

Con el pánico en su garganta, caminó hacia la cocina. Las cortinas estaban cerradas, pero no había madera tapando la entrada de la luz. Las ventanas también daban hacia el jardín, y casi se derrumbó al notar la nieve.

«No. No puede ser. No hay nieve en primavera».

La respiración se atascó, y buscó en las cajoneras de la cocina el servicio. Al encontrar un cuchillo de cocina, tomó el mango y posicionó la punta en el inicio de su muñeca, para enseguida hacer presión y rajar su brazo.

Nada. No hubo sangre. No hubo corte. No había nada.

Desesperado, encendió la cocina. Dio el gas y colocó el fuego, y posicionó su mano sobre el quemador. Nada. Inclusive dejando el paso de gas abierto por un tiempo el tóxico no apareció.

«No. No. No...»

Su cordura se rompió, y eso lo sentía desde su espalda baja. Se agarró con fuerza de la orilla del mueble y se hincó en frente, para tomar impulso con su cabeza hacia atrás y golpear su frente con la orilla.

Nada.

Tomó un tenedor y fue hacia el tomacorrientes más cercano. Nada. Buscó loza entre los muebles y lo destrozó todo contra el suelo, pero el tacto de sus pies descalzos en los escombros no le dañaron. Intentó romper las ventanas, y nada. Algún latón para cortarse, y nada. Fue hacia el armario en busca de alguna bufanda, la envolvió alrededor de su cuello y nada. Buscó cinturones, corbatas, sábanas, algo para amarrarlo en su cuello y acabar con su vida.

Nada. JiSung simplemente no podía suicidarse porque la casa de su infancia estaba encantada para proteger al pequeño Ji.

Y como no podía suicidarse, JiSung solo pudo esperar la muerte más lenta y efectiva: inanición. Si la nieve aparecía en primavera, él podía dejase caer en la cama de su niñez y esperar a que la muerte lo reclamara de una vez por todas.

No debí de nevar en primavera, porque eso significaba que el tiempo pasaba. Significaba que no pudo asistir al funeral de HyunJin, ni al de Hana, ni de todo aquel guerrero caído en la batalla. Significaba que los cambios políticos se estaban efectuando, que la intervención internacional al fin estaba existiendo, y de que JiSung al fin había desaparecido de la vista de todos.

¿Qué pasó con Felix? ¿Con SeungMin? ¿MinHo ya fue condenado a muerte? ¿Y de Erick? ¿Dónde estaba Erick?

Qué fue de sus maestros; de Cohan; de sus amigos en la escuela y del propio Hogwarts. ¿Alguien estará estudiando?

La ventisca representaba el invierno. ¿Era diciembre o era febrero?

¿Cuántas lunas llenas pasaron y JiSung estuvo ausente?

Pasó días recostado en la cama, muerto de hambre, de sed, con su abdomen duro de no haber ido al baño. Su cuerpo estaba asfixiado del calor bajo las mantas, y sus músculos le rogaban de que se moviera. Sus ojos los sentía secos, porque el brillo de la nieve cayendo por la ventana era encandilado.

Aun con hambre y sed, la muerte nunca llegó. Ni ella lo reclamaba, lo que dejó a JiSung en un nivel de soledad mucho más irreconocible cuando era consciente que ella siempre lo acompañaría.

Se levantó de la cama el veinte de febrero, y bajó las escaleras totalmente mareado. Revisó con cuidado la alacena de la comida y encontró frutas, verduras, legumbres y maíz; había un refrigerador funcional, también, uno que JiSung no reconoció porque la cocina en sus memorias era usado para las pociones de guerra. En ella estaban los lácteos, postres, acompañamientos y salsas, tan equipados que era imposible que una sola persona se acabase todo eso.

Engulló las manzanas y las uvas con rapidez, sin lavarlas. Sus dientes hicieron crujir las manzanas y le dio la misma sensación que cuando escupió fuego por primera vez y su boca quedó con secuelas de las llamas. Al tragar las uvas, se dio cuenta que no estaba herido- que el tiempo entre junio y febrero lo habría sanado corporalmente, o tal vez tuvo asistencia médica. Aun estaba sucio, y pareciera que la mugre jamás se iría de su cuerpo, tal como las cicatrices que condecoraban su historia.

La fruta no lo alimentó por completo, pero se sintió más estable. La mera fatiga apaciguada le hizo sentir culpable: él quería morir, necesitaba suicidarse para escapar del terror, la culpa y de la condena. HyunJin lo miraría desde algún rincón, decepcionado por no poder acabar con su vida y acompañarlo; de ser tan cobarde que solo encontraba limitaciones en una casa protegida para bebés.

Cuando la noche llegó, JiSung comió algo más contundente. Quesos, jamones, se preparó sándwiches con las verduras, y cocinó el arroz para comerlo caliente tan pronto como terminó de cocerse. Notó en el frigorífico del refrigerador que había chuletas de carne, y se preparó tres enseguida sin importar de que la llama alta casi quemara la cocina al lanzar el hielo en el aceite caliente. Lo acompañó con huevos, y también bebió demasiadas gaseosas tibias escondidas debajo del fregadero.

Al hacerse de mañana, una pequeña barriga acompañó a JiSung. Había olvidado el hambre y ahora estaba satisfecho.

Y al estar satisfecho, reapareció la energía. Rodeado de basura y restos de comida, JiSung finalmente se quebró y largó a llorar.

La muerte no lo acompañaba, por lo que su único amigo y enemigo era su imaginación.

Fantaseó con su muerte; con su salida de esa casa; con los ojos rojos de algún brujo asesino que lo mataría y le prendería fuego, lo desmembraría, lo desollaría vivo y luego repartiría sus partes por todo Reino Unido; que alguien lo ahogaría, también que alguien lo rescataría; que MinHo cruzaría la puerta de la casa y le diría que fueran juntos a ese hogar en el bosque que alguna vez soñaron, o que migrarían a Australia, donde Felix escondió a su madre, y junto a SeungMin estrían en un departamento cerca de la playa para disfrutar y llorar por HyunJin.

Erick les haría compañía de tanto en tanto, e inclusive MinJu se asomaría con JungWoo para presentar al bebé que ella tuvo- uno tan precioso como la ascendencia de veela de JungWoo en ella; JiSung miraría al pequeño varón y notaría que los veelas son iguales, y de que la inocencia en la mirada del bebé encontraría a HyunJin.

Fantaseó con HyunSan y con Callaghan, también con Hana. No sabía si ellos estaban vivos o era JiSung el que estaba muerto, pero la fantasía fue demasiado grande que pronto alucinaría con ellos alrededor de la casa.

—El calentamiento global hace lo suyo —comentó Mina, mirando por la ventana de la cocina hacia el jardín—, apenas estamos a marzo y ya hace calor. Nos iremos a la destrucción.

—¿Cómo pueden cambiar el clima? —HyunJin preguntó, sentado en el comedor de la cocina mientras bebía té—. Eso es un fenómeno muggle. Los magos no hacemos eso.

—Ni siquiera es de muggle, es un fenómeno de desgraciados —le discutió Mina.

—Nosotros escogemos a los políticos —opinó JiSung, sazonando una carne.

—Corrección: nuestros padres. Yo ni siquiera soy mayor de edad para votar —apuntó.

—Los muggles son unos desgraciados —bromeó HyunJin.

—¿Ah, sí? Si tan magníficos son los magos, ¿por qué no han hecho algo en contra del calentamiento global?

—No sé qué tan malo sea —se encogió de hombros para luego dirigirse a JiSung—. Hannie, ¿has salido al jardín para verificar si, efectivamente, hace calor?

JiSung dejó la chuleta de cerdo en el sartén, y miró hacia la ventana.

—No.

Él no había querido salir al jardín, ni mucho menos tener de nuevo una vida normal. No sabía nada del mundo exterior, y un jardín no lo animaría para estar estable.

Comió su almuerzo parado en la cocina, con la vista en el jardín. Ya no había nieve, y asumía que era marzo porque la luz era más clara. Pestañeó continuamente, sin presencia de algún ave o insecto que se asomara por ahí.

—¿No quieres ir a tomar sol? —HyunJin se le unió a JiSung, y le quitó una hoja de lechuga para metérselo en la boca.

JiSung negó. —No creo poder.

No sabía de donde provenía la comida, pero aparecía por arte de magia en los estantes. Se formó diversas teorías, porque si alguien le dejaba comida era porque alguien sabía donde estaba, el problema es que no podía ser visto por JiSung. Se preguntaba por qué, si es que él generaría algún daño o si aquello era clandestino. La vida se pasaba entre sus dedos y seguía sin entender la mayoría de las cosas del mundo mágico.

En abril notó que había un calendario, cuando estuvo buscando algún repuesto de galón de gas al preguntarse si es que era interminable dentro de esa casa. El calendario estaba en los útiles de jardinería, y había un montón de semillas para plantar flores y verduras que le hizo recordar a MinHo y a su trabajo con flores para el matrimonio de MinJu. Fue abril cuando JiSung recordó a MinHo, con su último pensamiento dedicado a él en una pesadilla.

MinHo. MinHo. MinHo.

Pensar en él lo rompió cuando vio el calendario. No sabía qué día era, pero abril estaba marcado; el veinticinco caería luna llena, y era importante porque MinHo era un licántropo, uno que para la guerra contra DeLuca atacó a gente.

DeLuca. Vaya. ¿Qué pasó con él? La mera pregunta intrusiva le hizo recordar que fue el asesinato suyo lo que llevó a que JiSung estuviese encerrado en su casa de la infancia.

¿A quién se le ocurrió la psicótica idea de encerrarlo en esa casa? JiSung vio a gente morir, y conoció a SaeJah por primera vez ahí. Machacó insectos para pociones de guerra, y esperó a que sus padres llegaran para consolarlo. Pareciera que dichos rastros continuaban presentes, porque de tanto en tanto miraba hacia la puerta del armario y la entrada principal.

El pensamiento de la luna llena en abril generó un destroce profundo en la psiquis de JiSung, y sus episodios de intento de suicidios regresaron. No se podía ahogar, cortar, ahorcar, presionar, lesionar o morir. Sus intentos hicieron que los fantasmas de los muertos y sus fantasías se evaporaran, y volviera a quedar solo.

En mayo, JiSung cayó en cuenta de que aquello era una casa, y que podía ver más allá de sus memorias. Fue para la quincena cuando salió al jardín a recibir el sol de primavera, como también la primera vez que ingresó al dormitorio de sus padres.

Era distinto al lugar donde se quedaban en la Compañía, porque ahí lucía un lugar familiar. Recordó el dormitorio matrimonial de HyunSan y SaeJah, tanto en la casa como en el Hotel Índigo, y cómo el amor estaba palpable ahí.

Y este cuarto era igual: fotografías, cama armada, armarios y restos de que una persona vivió ahí hace mucho tiempo. Al mudarse al Refugio daba la obviedad de que se fueron con lo necesario, pero, ¿los perfumes y pañuelos? ¿O las corbatas que a Erick pareciera que le fascinaba usar?

¿O el gran librero que usaba casi una pared, cargada de libros viejos y polvorientos? Al observarlos por primera vez en mucho se dio cuenta de que veinticuatro horas podía ser una eternidad. Tomó uno sobre la historia de las artes egipcias y su desarrollo de pociones como avance en la sociedad, y en cada palabra que leía escuchaba al profesor Binns de Historia de la Magia en Hogwarts explicar palabra por palabra.

Cuando llegó junio, él ya tenía cerca de quince libros leídos, con las uvas siendo su fruta favorita, sin alucinaciones a su lado, pero con un intento de suicidio cuando la fecha cayó tres y había pasado demasiado tiempo desde la última vez que vio a alguien.

Era inhumano pasar un año completo encerrado sin contactarse con alguien, pero viviendo la vida lo mejor que se podía para sobrellevar su propio desastre. Despertaba entre gritos llamando a gente que a veces tenía lapsus de olvidarlas, o imágenes frente a sus ojos que no sabía si son recuerdos o materialización de algún relato que alguien le contó alguna vez. Ya se confundía de su pasado, de las palabras, de su imaginación y de sus pesadillas. Poco a poco se olvidaba de lo que era real e imaginario.

Su tristeza por haber cumplido un año de haber matado a DeLuca lo consumió. Se había echado una manta de lanilla encontrada en el dormitorio de sus padres y se sentó en el mueble de la cocina direccionado a la cocina, y miró ahí por un tramo largo.

Una noche, a las tres de la mañana, cayó en cuenta que tenía luz eléctrica porque titiló, se apagó y se encendió. Su lectura sobre los híbridos entre gigantes y humanos se vio interrumpida, y los tomacorrientes tenían caminos hacia alguna parte. Hasta que, en la mitad de la sala, se dio cuenta que lo que estaba oculto bajo una sábana no era un mueble, sino un televisor.

No había visto uno desde que se quedó unos días en casa de Leela Danford luego del ataque en la casa Hwang.

Al enchufarla, la programación de la BBC lo hizo llorar ridículamente. Estaban repitiendo un programa agrónomo de alguna parte de Irlanda del Sur, pero el hecho de escuchar de nuevo la voz de alguien real: del periodista y sus entrevistados, situó a JiSung dentro de la realidad que se había olvidado de que también compartía. Había estado tan aislado de la sociedad que olvidó también ser parte de ella.

Compararse con otras personas lo hizo verse en el espejo y contemplarse por primera vez. Las cicatrices estaban selladas, pero presentes; su rostro estaba delgado y demacrado, con pérdida total de sus mejillas que alguna vez lo caracterizaron. Su cabello estaba largo, demasiado, tanto que pensó en Erick cuando se veía- él perdió su cabello, ¿no? No lo recordaba con exactitud, o no lo recordaba para nada. El cabello de JiSung estaba tan largo y tan seco que los colores estaban apagados, siendo una sombra del azul y del gris.

El baño portaba tijeras y hojas de afeitar (que claramente no podían hacerle daño a la piel de JiSung). Como el hombre reportero que entrevistaba a los agrónomos, JiSung se cortó su cabello y se afeitó la barba.

En septiembre, JiSung lloró todos los días.

No sabía cuántos años tenía, pero sabía que su cuerpo estaba emocionado. Su cuerpo le decía que debía de esconderse y encontrarse con gente a la media noche porque al día siguiente era... era Felix el que cumplía años- y unos días después lo haría SeungMin. Pero, mientras, JiSung sería cantado feliz cumpleaños en la cocina con los elfos domésticos, con Felix, SeungMin y HyunJin.

En un momento, un matinal, informó que era 2024. JiSung cumplía diecinueve años. A nadie le pareció importar, y nadie lo felicitó.

A veces pensaba que la gente con la que compartió su vida solo fue parte de un delirio, y que él nació en esa casa para morir de depresión.

Perdió su oportunidad en ir al jardín cuando el clima comenzó a hacer los días más cortos, e hizo la limpieza primaveral en Octubre. Sus pies estaban marcados en el suelo, y lo único decente que se encontraba era la taza del baño y los lugares donde deambulaba en la cocina. La comida nunca se podría, en verdad, porque esta cuando estaba a punto de caducar desaparecía para traer nuevas. JiSung se sentía culpable cuando no la comía toda, pero también lo hacía para mantenerse vivo.

En noviembre llevaba leído el 24% de los libros del librero de sus padres, y pareciera que la selección aleatoria nacía del destino porque poco a poco se olvidaba de lo que era la magia y que había una historia detrás de cada uno de los relatos retratados. La BBC era intocable en el televisor, y las noticias de manifestaciones, crímenes o reformas políticas mermaban a JiSung en el mundo muggle.

Le gustaba ser un muggle, porque así se olvidaba del Mundo Mágico.

Para diciembre, se preguntó cuánto tiempo estuvo en la celda y si es que se había saltado navidad. Era consciente de que las festividades aumentaban los suicidios, pero como JiSung no podía matarse, solo se quedó viendo películas navideñas de baja calidad mientras comía uvas caramelizadas.

Ya no tenía alucinaciones porque tenía un televisor y tenía libros. Así, la soledad se sentía falseada.

En febrero, algo extraño pasó. En la búsqueda de algún nuevo libro en el estante, encontró un libro falso- aquellos que simulaban el lomo de uno pero en verdad eran una caja para guardar cosas. JiSung pensó enseguida en Hana, porque eso era algo de una persona que tenía mucho que esconder, y se preguntó si era algún secreto familiar del que se trataba antes de notar que solo era una caja de recuerdos.

Una fotografía estática de su familia- de los abuelos de JiSung, cabellos coloridos y sonrisas abiertas puestas en el porche de una casa; Hana agarraba a una chica menor a ella, de cabello largo hasta la rodilla, de un aspecto mucho más occidental que asiática, y quien sonreía abiertamente a la cámara. JiSung giró la fotografía, y leyó la inscripción:

Seúl. Abril, 2000. Florecer.

Era una Hana totalmente distinta, inclusive la de sus recuerdos. El romanticismo ahondaba en ella junto con su inmadurez, porque tenía pequeñas notas escritas con la caligrafía de una chica de no más de once años que le hablaba a sus amigos; JiSung quiso creer que eran de Lucas y Daniel cuando estudiaron en Mahoutokoro. JiSung no podía entenderlos porque estaban en coreano, pero los dibujos que simbolizaban sus reacciones eran divertidas de analizar.

Encontró otro papelito de charla, esta vez escrita en inglés y con una caligrafía más prolija. Quiso reír al leer la primera línea.

"¿Por qué carajos escribes en inglés, Hana?" decía Daniel.

"¿Y por qué me contestas?" escribió Hana.

"Okey, trátenme de loco, pero el nuevo maestro de Defensas Contra las Artes Oscuras está para chuparse los dedos", colocó Lucas.

"¡Eso les quería decir! ¿Qué piensan de él?" escribió Hana.

"Que está viejo", opinó Daniel.

"Yo te apoyo, amiga. Pero creo que también sabe inglés", consideró Lucas.

Y un montón de rayones al final de la hoja que hizo a JiSung reír.

Encontró otra hoja, esta vez de un examen corregido de Defensas Contra las Artes Oscuras. JiSung no se sorprendió que Hana hubiese sido la calificación máxima, pero al ver la fecha del 2002, le llamó la atención la escritura en inglés al final del examen.

"¿Sabía usted de que está prohibido por la escuela el hablar en inglés? Dice que ofendemos a los estudiantes chinos. Razón por la que no tocamos canciones en inglés, pero mis padres son fanáticos de algunos grupos, y como usted es británico, ¿me recomienda algo? Porque yo siempre tarareo a Cranberries :)"

Y abajo estaba la letra apresurada de Erick.

"No tenía idea de que no se podía hablar en inglés. Ahora entiendo por qué la subdirectora me miró tan feo para el desayuno, ja, ja. Gracias por el consejo.

¡Y gracias por la recomendación! Me gusta Dreams de Cranberries, pero creo que es un poco cliché por mis tierras. Por lo personal me gusta The Bangles (no es esperable en mí, ¿eh?), el disco Everything es bueno, por si puedes escucharlo en las vacaciones.

Pd: tenemos los mismos apellidos :)"

Hana había guardado sus examenes de Defensas Contra las Artes Oscuras entre abril y diciembre, porque había conversaciones inscritas en cada final que pareciera ser la única forma que tenían de interactuar.

Una de las últimas, donde la calificación de Hana era más baja comparada con las otras, ella se excusaba.

"No se sorprenda. Tengo el corazón roto."

Erick le contestó:

"Lo escuché por los pasillos, algunos dijeron que tu ex fue bastante violento contigo. Tus amigos son un buen apoyo, pareciera, porque Daniel y Lucas llegaron con ojos morados por defenderte. Siempre es bueno tener amigos.

Cuando tengas la oportunidad, podrías escuchar Complicated Girl de The Bangles.

Además, Hana, no porque tengas un corazón roto significa que tus calificaciones deban bajar. Hay que aprender a perder personas."

Un fuerte golpe se situó en su pecho al leer eso. Rebuscó en la caja la última calificación que, por la fecha, pareció la más cercana a cuando Hana dejó Mahoutokoro.

Hana no le había escrito nada a Erick, pero él si lo hizo.

"No sé si los rumores son ciertos, aunque el profesor Sakamochi parece contento de que te vayas.

Eres una chica brillante, y espero que no te apagues con lo que digan los demás. Creo que nunca he conocido ha alguien con convicción de vivir como tú.

Ten una bonita vida en Inglaterra, y si es Londres es mucho mejor. Tal vez la ciudad se nos haga pequeña para toparnos e ir a comer algo."

JiSung era un año más viejo que Hana en ese instante cuando ella formó la Compañía, y JiSung fue un año más joven que Hana cuando mató a DeLuca. Pareciera que la vida hacía caer las cosas en su lugar de la manera más desagradable posible.

Esa noche, JiSung tiene otra pesadilla. Sus padres estaban en la cocina preparando el desayuno, la música sonaba con Dreams de The Cranberries. SeungMin, HyunJin y Felix eran invitados a almorzar ese día, y MinHo se asomaría por la tarde para celebrar el cumpleaños de JiSung.

Cuando despertó a las cuatro de la mañana, la canción aun sonaba en su oído. Lo más sano para pasar la pena de su corazón fue cantar a la par, con un sentido de canción que hacía mucho tiempo se había olvidado que podía hacer.

Cantó en las semanas siguientes. Al fin movió el canal de la BBC a programas más musicales, y por primera vez en abril, quince meses después de que llegó a la casa de su infancia, fue al jardín.

Eso era mejor que Azkaban, y volver a cantar le había dado un sentido a la vida. Recordó canciones que había olvidado, y algunas que también se quedaron grabados en su memoria que traía consigo el regreso del pasado.

Recordó a HyunJin con una canción que Mina le dedicó, y recordó a Felix con una canción de rock; recordó a SeungMin con un tarareo simultáneo, y recordó su vida con Dreams de The Cranberries mientras el nudo en su garganta poco a poco se acostumbraba en vivir ahí.

Leía en el jardín. Dormía en el jardín. Veía el cielo en el jardín. El tacto del césped en su cuerpo le hacía sentir humano. Y, cuando vislumbró una noche la luna llena arriba de él, más que desear a MinHo estando muerto, deseó que estuviese viviendo una vida perdonándose constantemente, con personas que pudiesen amarlo, y con alguien a su lado que lo cuidara de la misma manera que MinHo podía entregar cuando estaba enamorado.

Bang Chan pudo ser esa persona, consideró JiSung. Creyó que, cuando matara a DeLuca o él lo matara, Chan estaría con MinHo ya que era más merecedor que JiSung; no obstante, no se podía llevar a cabo. Chan estaba muerto.

Como HyunJin.

Como Mina.

Como Hana.

Como Callaghan y Margarita.

No dolía pensar en ellos, y la duda de qué hubiese pasado coexistía con su tristeza.

Ahora, solo era vivir con la muerte.

En agosto del 2025, JiSung se preparó el almuerzo. La música del televisor era de volumen débil, con una canción de McFly haciéndole compañía. Estaba tan concentrado en verter las verduras en el sartén caliente que se desconcertó al escuchar el ruido de unas ligeras campanas.

—¿Eh? —vaciló, y miró hacia el lado. Su mano accidentalmente tocó el sartén, y saltó del dolor—. ¡Mierda!

Ahí se formó algo que había olvidado por completo: dolor, dolor físico, un dolor que la casa le impidió sentir porque era a prueba de bebés. No obstante, el dolor de su mano al tocar el aceite caliente le hizo preguntarse por qué estaba así.

La puerta de la casa fue abierta, y JiSung tomó el cuchillo con el que cortaba verduras para caminar con rapidez. La puerta no podía ser abierta.

Y dicha arma cayó al suelo al ver a SeungMin y a Felix en el umbral, igual de sorprendidos de verlo en la sala.

—¡No! —soltó JiSung, y dio un paso hacia ellos.

SeungMin se aseguró de cerrar la puerta a sus espaldas sin que alguien los siguiera, y Felix ya se había abalanzado sobre JiSung, saltando para abrazarlo por completo y revolver su rostro en el cuello del chico.

—¡JiSung! ¡Oh, Hannie! —sollozó Felix.

SeungMin también lo abrazó de golpe, y JiSung se las tuvo que arreglar para poder abrazar a ambos. Desde la última vez que los vio, ambos habían crecido; estaban con espaldas más anchas, hombros marcados, con la ligera altura aun sostenida, y notoriamente más adultos. Lucían chicos sanos de diecinueve años.

Sin embargo, abrazarlos sacó desde lo más profundo de su memoria un bañado de realidad. El por qué se encontraba ahí, solo y encerrado, que estuvo incapaz de poder suicidarse por quien sabe cuánto tiempo. No podía decir exactamente cuánto llevaba viviendo ahí, de qué día o por qué había avanzado tan rápido el tiempo. Tampoco podía explicar por qué estaba más bronceado, de cabello opacado y teniendo de amigos sus propios recuerdos.

El reencuentro fue precioso aun cuando tenía demasiadas dudas que resurgían en cada mirada que les daba a Felix y a SeungMin, incapaz de poder digerir que ellos estaban ahí.

Les sirvió té con las manos temblorosas, y la verdura salteada se había quemado.

—Tu proceso de investigación ha terminado —informó enseguida SeungMin, mientras sacaba un sobre de su chaqueta y lo dejaba sobre la mesa de café junto a las tazas de té. Él estaba apretujado con Felix en el sofá extenso y JiSung usaba el individual.

JiSung intercaló su vista entre el sobre y sus amigos. —¿Qué?

SeungMin suspiró de decepción.

—No siguieron el conducto regular... —le murmuró a Felix.

—¿En serio creerías que lo hicieron? —Felix colocó sus ojos en blanco.

JiSung tomó el sobre entre sus manos y no lo abrió.

—¿Qué demonios sucedió? —preguntó.

Aunque Felix y SeungMin discutían por el desorden cronológico porque para ellos también todo fue confuso, se logró formar la historia entre sus palabras con MTV de fondo.

JiSung había sido detenido por hacer un magnicidio, y en vez de llevarlo a Azkaban, lo mantuvieron retenido en el área de máxima seguridad del Ministerio de Magia, trasladado por Aparición por uno de los aurores mientras que en Hogwarts la guerra por el cuerpo de JiSung y de DeLuca se desataba. No obstante, el consenso se realizó entre Erick y uno de los jefes del Congreso, en una detención cautelar a todo colaborador de la guerra mientras que los gobiernos internacionales intervenían en el catástrofe político.

Algunos escaparon, y otros se dejaron atrapar. La intervención internacional disolvió el congreso totalitarista de DeLuca y solicitó que las personas de los demás partidos mágicos se unieran, y se realizó una elección de emergencia entre ellos para ser el siguiente Ministerio de Magia. Alastor Moody fue electo. Fue de esperar que parte de la población no se viera simpatizados por la elección, pero la Compañía realizó una campaña para poder exigir justicia a manos de los políticos de Libertad Mágica y a los aurores participantes de la guerra, que acabaron con la vida de setenta y tres personas- entre miembros de la Compañía, colaboradores de las escuelas internacionales, Selkies y estudiantes de Hogwarts.

En paralelo, mantuvieron a JiSung en prisión preventiva mientras se realizaba la investigación del asesinato de DeLuca como medida cautelar, no obstante, por presión de ambos sectores políticos, a JiSung le cedieron un arresto domiciliario.

—Pero yo no tengo domicilio —dijo JiSung en la mitad del relato—, ¿cómo demonios terminé acá?

—Erick intervino, como representante de la Compañía —contestó SeungMin.

El proceso judicial del atentado, tipificado por ley, debía de demorar dieciocho meses desde la detención inicial; no obstante, los títulos y clausulas nacidas del gobierno de DeLuca, con las negligencias y el abandono legal en las poblaciones minoritarias, el proceso del congreso para perpetuarse y derogar dichas leyes se extendió demasiado. Habían enjuiciado a JiSung bajo los títulos de metamomrfomagia, aplazando su sentencia.

—Se quedaron con tu varita y la analizaron, y llevó demasiado tiempo sentenciar si es que habías asesinado o no a DeLuca —explicó Felix con lentitud. Era notorio que la información que JiSung estaba recibiendo era demasiada—. Al revisarla, se dieron cuenta que tu último encantamiento, el que le dio muerte, era un «protego»; algunos no les encontraron sentido, dijeron que había algo sucio contigo. Tuvieron que corroborar las leyes naturales mágicas para saber sobre este fenómeno.

—Le había salvado la vida a DeLuca horas antes —recordó JiSung—. Se lo comenté a Cohan, y me dijo que formé un vínculo con DeLuca. Al salvarle la vida, hice que me la debiera. No podía matarme porque iría en contra de...

—... De la ley natural mágica —concordó Felix.

—Dictaminaron tu sentencia. La primera es libertad condicional con marginación del Mundo Mágico hasta que el Congreso no te considere peligroso para la comunidad mágica —explicó SeungMin—, y el nuevo Ministro de Magia está jugando por el indulto de los peleadores de la guerra.

—¿Y quién es el nuevo Ministro de Magia?

—Erick. Fue seleccionado en agosto del año pasado.

JiSung también se enteró de que la persona que llenaba su alacena era la profesora Sprout, ya que la prisión domiciliaria debía de realizarse bajo el viejo encantamiento Fidelo: ella se ofreció como la guardiana de secretos del paradero de JiSung.

—¿Y SaeJah con Yeji? —consultó—, después de esto, ¿hubo señal de HyunSan?

—No —Felix contestó con lástima—. Y HyunSan no fue el único que desapareció. Se presume su muerte, pero no se sabe dónde se encuentra él. SaeJah..., quiero decir- Yeji lo dio por muerto- se le es más sano, pareciera, pero SaeJah no. Ella decidió quedarse en el Ministerio de Magia, y colaborar con la búsqueda de magos desaparecidos durante el período de Guerra de las Criaturas.

—¿Quieres decir que Yeji se fue?

—Sí.

JiSung arrugó el sobre que estaba en su mano, incapaz de leerlo. Su mirada se tornó borrosa por toda la información, como el sofocarse por hablar con dos personas fuera de su imaginación. Sintió cómo las lágrimas comenzaban a caer y el nudo en su garganta se deshacía poco a poco.

—¿Y MinHo? —preguntó, y pronunció su nombre como si fuese un hechizo—. ¿Qué hay de él?

El silencio bastó para que JiSung se tapara la boca y lanzara un sollozo. SeungMin tuvo que acercarse a él y posicionar una mano en su rodilla para contenerlo.

—Aunque lo busquemos, no sabemos donde se encuentra. Lo detuvieron después de que DeLuca muriera, pero nadie sabe dónde está. Creemos que quienes hicieron desaparecer a HyunSan también lo hicieron desaparecer a él. Han sido veintisiete meses de búsqueda.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

En los siguientes meses, SeungMin y Felix pasaron más tiempo en su casa. La visita recurrente hacía que comprendiera que el mundo funcionaba con un horario, y de que había tenido una vida antes de su detención.

—¿Puedes creer que estuve castigado? —SeungMin le contó a JiSung una noche, mientras Felix preparaba la cena—. Llego dos meses después a casa con mis padres- difícil de ubicarlos porque sabes que son unos nómades. Llego y me castigan. «Jovencito, ¿cómo es eso de que fuiste uno de los principales actores de la guerra? ¡¿Cómo que estuviste detenido todo este tiempo?!»

—Me parece lógico el castigo —concordó Felix.

—Tú no..., ¿no tenías la búsqueda de tu madre? —JiSung le preguntó a Felix.

Sintió terror por un instante, pero la sonrisa brillante de Felix al girarse hizo que su corazón se calmara.

—También me castigó una vez que se enteró.

ChangBin y JeongIn recibieron reconocimientos especiales hace unos meses atrás: ChangBin por su colaboración en la medicina de campo y uso de pociones (logro compartido con Madame Pomfrey y SaeJah), mientras que, gracias a JeongIn, se logró generar el reconocimiento de una guerra cesada el cuatro de junio, luego de haber liberado a los prisioneros.

Tener a SeungMin y a Felix a su alrededor era volver a cantar y recordar que las canciones estaban escritas para ser escuchadas. Ellos tenían sus propias responsabilidades, tanto SeungMin con la reconstrucción de Hogwarts mientras que Felix colaboraba con la búsqueda de los desaparecidos por sus habilidades de adivinación; ambos sin ser actividades que los mantuviesen apartados del otro y de JiSung, por lo que el duelo al fin comenzó a trabajar entre ellos.

Se sentaban en los escalones fuera de la casa durante las noches, con latas de cervezas, cigarros y marihuana, y charlaban desde la tristeza. A JiSung le dificultaba salir de casa, por lo que probaba sentarse ahí y ver a la gente pasar, aun perturbado de que en cualquier momento lo atacarían; no obstante, con Felix y SeungMin a su lado, nadie le haría daño.

Lloraron varias noches en conjunto, y fue difícil hablar de HyunJin con el sentido del humor que después lo retomarían. A veces se callaban entre ellos, y otras se discutían a gritos e insultos. SeungMin pasaría semanas sin pasar por la casa; JiSung los culparía de todo; y Felix les gritaría todo lo que sufrió era equiparable a los de ellos. Al final de la semana los tres regresarían, con JiSung esperándolos sentado en los escalones de la entrada, SeungMin cargando una bolsa de cerveza y Felix con su radiante sonrisa que hacía a ambos mejorar.

Al mes siguiente del reencuentro, pasaron sus cumpleaños juntos de nuevo. Lloraron en navidad, en año nuevo, en San Valentín y el 20 de marzo. Y en abril del 2026, los tres lograron visitar su tumba.

JiSung no podía visitar espacios que eran pertenecientes al Mundo Mágico como una de sus penas judiciales, por lo que no pudo ir a la escultura conmemorativa que quedaban de los caídos de la batalla de Hogwarts en la escuela, pero uno de los números de El Profeta tenía la lista de todos los fallecidos. Lo leyó en el número de conmemoración de tres años en el cuatro de junio.

De Hogwarts, eran chicos que reconocía por el nombre, con quienes compartió mesa en el desayuno, aulas, espacios comunes o fiestas. Lo consternaba demasiado que estudiantes hayan sido el mayor número de muertos, seguido por estudiantes de Beauxbatons y de Durmstrang. Su estómago se cerró al ver el nombre del profesor Cohan en una de las víctimas fatídicas.

Había menciones especiales que no fallecieron durante la guerra, pero que debían de nombrarse. HyunJin estaba de los primeros con una breve descripción de su vida, reconocido como un activista del movimiento estudiantil, excapitán del equipo de Quidditch de Hufflepuff, e hijo del desaparecido HyunSan. Chan era otro nombrado, reconocido como uno de los campeones de Hogwarts, cuasi ganador del Torneo de los Tres Magos, prefecto, colíder del movimiento estudiantil, gran hermano, hijo y estudiante, capitán del equipo de Gryffindor. Mina, con una breve descripción de haber sido fallecida por EunSang Choi, padre de YeonJun, y una de las motivaciones principales del movimiento estudiantil en la escuela, como bicampeona de partidos de futbol en la escuela. Los tres chicos tenían sus propias fotografías entregadas por la familia, y era doloroso ver las fotos móviles de cada uno como si tuvieran vida.

Paralelamente, el impedimento de JiSung en poder ir a los lugares de propiedad mágica fue bastante dificultoso cuando comenzó a salir de casa, porque eso significaba que los lugares donde podía buscar a MinHo se reducían a cero.

—El Colectivo de Búsqueda se ha puesto en contacto con las comunidades de más de cinco habitantes para poder saber algo, y nadie ha dicho que lo ha visto —Felix le entregó la información a JiSung, franco.

—¿Y Newt Scamander? Le dije que se fuera hacia allá si es que me pasaba algo...

Felix negó. —Newt fue de los primeros en notificar que no se encontraba en su comunidad.

JiSung se arrepintió de haber deseado la muerte de MinHo. Cuando dormía apenas podía respirar.

A finales de junio, caminando por Soho, alguien lo agarró del brazo con un grito de sorpresa.

—¡JiSung! —exclamó JeongIn, y lo abrazó enseguida.

JiSung quedó perplejo por un instante. JeongIn estaba ahí, vivo, y su sonrisa era incandescente. Llevaba una bolsa de compras en su mano, y a su lado estaba Yuna con una sonrisa confusa, con un ojo amarillo y uno café, mirando hacia distintas partes.

—¿JeongIn? —consultó ella—, ¿qué ha pasado?

—Es JiSung —JeongIn le informó a Yuna, emocionado. JiSung notó que una de las manos de él estaba con cicatrices grotescas de haber sido quemada, y con ella guio a Yuna hacia JiSung—. Está aquí.

JeongIn le dio una mirada a JiSung cuando él tendió la mano de Yuna, y JiSung la tomó. La sonrisa de Yuna se ensanchó.

—¡JiSung! —habló, emocionada—. ¡Hola!

JiSung ni siquiera se le había pasado por la cabeza las secuelas físicas de la guerra; para él, el trauma era tan viviente que no había otra cosa, pero ver a Yuna ser guiada por JeongIn junto con su mano de dificultosa movilidad hizo presionar su sonrisa con incomodidad. Maisie O'Shell le había arrancado un ojo con la varita, mientras que el otro le hizo perder parcialmente la visión, envenenado con magia; el café era notorio una prótesis.

Eran chicos jóvenes cuando se hizo la guerra, y cuando JiSung llegó a casa, lloró con amargura mientras resistía el impulso de querer acabar con su vida. Nada lo detenía en esa casa, y aun así sentía que no lo lograría. Tuvo que dormir dos días en la sala con el televisor encendido para intoxicarse de las noticias de la BBC y de la música para no caer en la locura.

En Julio, una tarde de jueves donde se encontraba solo en la casa, alguien tocó la puerta. JiSung no era de recibir otras visitas aparte de la de sus amigos, por lo que, al ver a SaeJah al otro lado, él la abrazó por los hombros mientras reventaba en llanto.

—¡Lo siento! ¡Lo siento tanto! —JiSung lloró en su hombro—. ¡No tuve que llevarlo conmigo! ¡En serio, perdón!

JiSung no sabía si SaeJah decía alguna palabra, pero sus brazos lo rodearon por la cintura y lo apegaron hacia él. JiSung lloró demasiado sobre ella, tanto que sintió que era injusto, pero abrazarla la hizo incapaz de poder separarse. La necesitaba de todas maneras posibles.

—Perdón por no venir a verte antes —disculpó ella, en el interior de la casa—, pero son bastante estrictos con tus visitas.

JiSung negó y se limpió sus lágrimas. —Está bien. En serio lo lamento tanto...

No había medición en su cabeza de que SaeJah hubiese superado las pérdidas; el tenerla ahí le hacía finalmente colectar sus piezas perdidas a lo largo de los años.

—¿Dónde está Yeji? —preguntó JiSung—. Quiero verla...

—Le diré que solicite un permiso. Celebraremos tu cumpleaños, ¿te parece?

Los veintiuno los sentía lejanos; no sabía si se sentía más inmaduro, o incapaz de creer que con todo lo que vivió recién tenía veintiún años. ¿Qué se supone que debía de hacer, aparte de esperar su sentencia final?

Su cumpleaños estuvo más animado, repitiendo la tradición de celebrarlo a medianoche para iniciar el quince de septiembre con el de Felix, del brazo de SaeJah y de Yeji.

En octubre, JiSung se dispuso su búsqueda de MinHo, la lenta y la única capaz de poder lograr algo: visitar bosques en lunas llenas.

La primera vez que fue, lo hizo solo. Tomó un tren hacia Wetton y fue al Parque Nacional del Distrito de los Picos para el atardecer, y, después de tres años, se convirtió en un perro.

No tenía contacto de su varita, pero sí de su magia interna. Convertirse de nuevo en perro y ladrar a todas partes en búsqueda de su compañero de juego era desgastante- concedido por la falta de práctica. En cada bosque que visitaba llevaba un bolso de comida y un saco de dormir para poder descansar de las transformaciones longevas. Había demorado demasiados años en perfeccionar la habilidad, y sentía miedo de perderla por su falta de práctica.

Correr entre las plantas, raíces y árboles fue una sensación revitalizante, por primera vez recordando quién era el real él y olvidándose del que perdió durante su encierro. El animal dentro de JiSung, las criaturas, las bestias y sus propios seres queridos; el ser un metamorfomago era todo lo que hacía a JiSung ser quien era, tan feliz y abrasivo consigo mismo que el odio que alguna vez se tuvo quedó lejos en el pasado. Amaba su metamorfomagia.

Demoró otras siete lunas llenas en poder acostumbrarse a estar como perro en los bosques, sin señales de MinHo.

En mayo del 2027, SeungMin llegó a la casa con otro sobre en la mano, totalmente emocionado.

—¡Te han notificado a una audiencia! —informó SeungMin—. ¡Probablemente te hagan firmar tu indulto!

Vivir como muggle, sin varita y como un metamorfomago era lejos de lo que él contempló en el instante en que la posibilidad de firmar un indulto se hiciera real.

Era la pérdida y reconstrucción. JiSung no sabía quien era él más que un metamorfomago, y la mención del indulto le recordó por qué él estaba en esa situación, en la profecía, en las pérdidas, en las muertes.

El recuerdo de HyunJin diciéndole eso una vez, en abril durante su pérdida de Mina. JiSung lo abrazaba en su cama mientras HyunJin hacía todo lo posible para no derrumbarse.

«—Tengo un irremediable miedo a crecer. Siento que olvidaré todo de ella. Como huele, como sonaba, como me... me agarraba cuando tenía frío, o como se burlaba de mí cuando decía algo ignorante para los muggles. Hay tantas cosas que, de facto, olvidaré, y no me siento preparado para llegar el día en que ella solamente aparezca en mi memoria de forma repentina. Aunque, no sé, tampoco siento muy bien despertando en las mañanas y recordar que está muerta. Por Merlín, ni siquiera puedo creer que está muerta. Aun siento que está esperándome en la sala común para ir a almorzar, y se siente tan incorrecto dormir sin haber recibido un beso de buenas noches de ella. Me siento tan incorrecto estar sin ella».

JiSung se sentía incorrecto el vivir sin ellos, de olvidarse paulatinamente de la sonora risa de HyunJin, de los sonidos confusos de Mina, de la voz de Chan. Vivía de una manera tan incorrecta el saber que no ha recibido besos de MinHo que, un indulto pareciera que borraría en él todas esas cosas que perdió en el camino.

Fue a raíz de eso que, para el cuarto aniversario de la muerte de DeLuca, JiSung se encontraba frente a la caseta telefónica que los mismos cuatro años y un día atrás estuvo parado junto a SeungMin, Felix y HyunJin, con la única diferencia de que HyunJin no estaba con él.

—¿Habrá más personas? —preguntó JiSung.

—Si los magos usaran televisión, créeme que sería televisado —confesó Felix.

—No ayudas —le recriminó SeungMin.

JiSung soltó un suspiro porque era esperable. Su cabello rubio, más vivo de lo que fue en el encierro, fue sacudido para quitar todo el gel que Felix usó para peinarlo.

—¿Van a estar ahí? —preguntó JiSung de nuevo, sin verlos a la cara.

Sobre las runas y la Magia Oscura, el tacto de su familia lo limpió.

—Siempre.

Los tres entraron a la cabina telefónica y marcaron los números. Bajaron hacia el subterráneo, y, desesperado, se aferró de las mangas de SeungMin mientras intentaba contener su respiración para no entrar en un ataque de pánico. Sin embargo, cuando llegó al extenso túnel que daba al vestíbulo, se dio cuenta que no había nada que temer.

En el atrio revisaron las varitas de SeungMin y Felix, y lo dejaron pasar con JiSung en el extenso pasillo. Montaron el ascensor hacia el primer piso, con su estómago agarrado y su cabello brillando en lo rubio. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, divisó una gran cantidad de personas en el pasillo.

—¡Ahí está! ¡Ahí está!

Flashes y personas se abalanzaron hacia él, pero SeungMin y Felix lo acompañaron y ayudaron a atravesar a las personas. El extenso pasillo se sintió claustrofóbico, tal como en el juicio de los cuatro chicos luego del ataque de Daremia y Desmenia Stuart. Al ingresar a la sala, el asiento rojo en el centro del parlamento lo hizo sentir mucho más pequeño. No solo había políticos y parlamentistas cuyos rostros JiSung ya no reconocía, sino también público como gente del Colectivo de Búsqueda o periodistas. El renombre de JiSung era más importante de lo que él mismo podía medir.

—Desde aquí estás solo, JiSung —SeungMin le informó—. Estaremos con los del Colectivo.

—Okey—susurró JiSung.

SeungMin y Felix subieron a las tribunas, y JiSung dio vacilantes pasos hacia la silla de terciopelo rojo. Los murmullos y las luces instantáneas lo dejaron desorientado, y casi tomó asiento cuando una voz femenina resonó.

—Por favor, levántense para recibir al Ministro de Magia: Erick Han.

Las personas en la tribuna se alzaron, y desde una puerta lateral Erick ingresó con una capa de color oro, aretes y, para su sorpresa, calvo. Erick tomó asiento en el centro de la sala, frente a JiSung, y sus ojos destilaron un verde menta que incluso JiSung pudo notar desde su lugar en el suelo.

Sin embargo, algo más le llamó la atención.

—¿Erick Han? —habló—. ¿Qué carajos? ¿Tienes el mismo apellido que Hana?

—Por dios, JiSung —Felix habló también—, te están enjuiciando.

—Pero tiene el apellido de mi mamá-

—Que sí, que sí, eres hijo de la endogamia —interrumpió SeungMin—, supéralo.

Erick golpeó el martillo del estrado para llamar la atención. Los tres chicos callaron.

—Orden en la sala, por favor —pidió Erick. Frente a él, desenrolló un extenso pergamino—. Audiencia de indulto del 4 de junio del 2027. Dentro del comité de Delitos de Ataques de Terrorismo, Delitos en Zonas de Catástrofes y Decreto Judicial Extraordinario de Magnicidio, se inicial la lectura de antecedentes compilados en la investigación realizada en los últimos cuarenta y ocho meses.

»Bajo el respaldo de la profecía realizada el 8 de junio del 2022, durante la tramitación del examen de Adivinación en los Títulos Indispensables de Magia Ordinaria, el ciudadano Felix Lee testificó el 24 de agosto del año 2024 que vio una presencia anómala en su examen, donde observó el conflicto de la Guerra de las Criaturas siendo concluidas por un duelo realizado entre los sujetos Hans DeLuca y JiSung Han, a consecuencia de su supervivencia del atentado en la residencia Hwang el 15 de abril del 2022. Dicha profecía fue requisada por el Departamento de Misterios por Lester Michigan hacia Marcus Harrington; ambos difuntos exmiembros del partido Libertad Mágica. Se presume que ellos le entregaron la información a Hans DeLuca de ella.

»El 31 de octubre del 2022 Felix Lee dice que él colocó el nombre de JiSung Han en el cáliz de fuego para el Torneo de los Tres Magos, el cual posteriormente fue seleccionado. Hans DeLuca presumió esto, estando presente como reemplazo del delegado internacional, trabajando colaborativamente con el ex jefe del Departamentos de Deportes Mágicos: HyunSan Hwang. JiSung Han queda electo como cuarto campeón, y realiza las pruebas con éxito. Para la tercera prueba, el primero de junio del 2023, Hans DeLuca no se encuentra en el estadio donde la prueba se llevaría a cabo. JiSung Han y Christopher Bang tocan la copa al mismo tiempo y son teletransportados a la mansión de Omerus Lee, donde asesinan a Christopher Bang con la maldición imperdonable. JiSung Han y Hans DeLuca se someten a un duelo que termina con la huida de JiSung Han.

»El 3 de junio, JiSung Han con Felix Lee, SeungMin Kim y HyunJin Hwang viajaron desde Hogwarts hasta el Ministerio de Magia para poder encontrar dicha profecía en el Departamento de Misterios. HyunJin Hwang fallece en la búsqueda, y JiSung Han se somete a un duelo con Hans DeLuca, donde reaparecen en el Bosque Prohibido, cerca de los límites de Hogwarts. Bajo el relato incongruente de Hana Han, ella informa que JiSung Han tuvo la posibilidad de asesinar a Hans DeLuca, pero a cambio le salva la vida del licántropo MinHo Lee, quien se había escapado del refugio donde pasaba las lunas llenas.

Las palabras que Erick decía prontamente comenzaron a hacer sentir brumoso a JiSung, recordando cada uno de los actos y de sus errores, y de cómo MinHo también era real. MinHo estaba ahí y su corazón se destrozaba porque aun no podía encontrarlo, y probablemente nunca lo haría.

»Hans DeLuca se contacta con Hana Han en la madrugada del 4 de junio informando que entregue a JiSung Han, y Hana Han se rehúsa. Hans DeLuca informa que irá a la escuela, para aparecer hora y media más tarde con políticos del partido de Libertad Mágica y aurores. Se intenta evacuar a la mayor cantidad de estudiantes posibles, sin embargo, algunos rehúsan a irse y se unen a la lucha. Hay más se setenta y tres fallecimientos en el conflicto, entre menores de edad, alumnos de Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons, profesores, gerentes de la Compañía, aurores y políticos de Libertad Mágica, sumado con más de cien heridos. Hans DeLuca y JiSung Han se someten a un duelo final donde, según la información compilada por testigos, Hans DeLuca pronuncia la maldición imperdonable y JiSung Han un encantamiento protector, para acabar con la maldición rebotando y asesinando finalmente a Hans DeLuca.

Frente a sus ojos, la historia se repitió. El dolor, las heridas, las muertes, todo pasó frente a sus ojos como una película rápida; ahí podía encontrar cada una de su vida despedazada y brindada para el resto, y del extenso camino que le tomó para llegar a ese lugar.

»JiSung Han es llevado enseguida al Ministerio de Magia sometido bajo una medida cautelar: los primeros siete meses los pasa en el calabozo del Ministerio de Magia, y los siguientes dieciocho meses en una residencia secreta en Londres como arresto domiciliario. Al cumplir la pena de dieciocho meses, se le prohíbe el ingreso a sectores en propiedad del Mundo Mágico bajo la consigna de su peligrosidad para la sociedad mágica, manteniendo contacto únicamente con breves personas. Hoy, 4 de junio del 2027, después de una exhaustiva investigación, se ha concluido que JiSung Han no cometió magnicidio, a causa de las leyes naturales mágicas hicieron efecto en el intento de asesinato de Hans DeLuca a JiSung Han luego de que él le haya salvado la vida. A raíz de esto, bajo la Comisión de Derechos Humanos y de Criaturas Universales, se realiza la firma de un indulto en virtud de los años en prisión.

JiSung vio a Erick a los ojos en el estrado, con el martillo en su mano y una sonrisa que intentaba suprimir. La seriedad del Ministerio de Magia estaba en su rostro, pero sus ojos aun destilaban ese color verde menta que JiSung conocía a la perfección.

—JiSung Han, es inocente y perdonado de los cargos —sentenció, y golpeó el martillo.

JiSung ni siquiera sabía cómo tomar aquel decreto, a tal escala de que sintió su oído tapado por la bulla que resonó en la sala. Pensó en los mismos vítores que aparecieron en el Gran Comedor, cuatro años atrás, y de cómo terminó en prisión. Estaba preparado a que alguien lo atacara.

No obstante, dicho ataque no llegó, aun cuando su cabello blanco lo manifestó. SaeJah fue la primera en llegar a él para darle un beso en la frente y llorar junto a él por el perdón, mientras Yeji murmuraba todas las cosas que no se dijeron en años. Felix y SeungMin también lo abrazaron, totalmente descansados de la cantidad de estrés que vivieron en años.

Y, entre el gran grupo, Erick bajó del estrado para ganarse frente a JiSung y tenderle su varita de cerezo que fue quitada cuando lo tomaron prisionero.

—Solo tú decides si quieres regresar o no —informó Erick—, no te obligo a nada.

¿A nada? ¿JiSung podía elegir si tomar o no la varita? ¡Qué burrada! ¿Desde cuándo JiSung tenía tantas posibilidades de elección? ¿Es que así era como funcionaba la vida? Podría tomarla y volver a ser el mago ordinario, o largarse y ser un muggle de cabello independiente y cuerpo mutable. Podía ser tantas cosas, y estaba tan ansioso de tener un futuro que, al recordar cuál era su posición, en vez de tomar la varita, tomó la muñeca de Erick.

—¿Puedo estar tranquilo? —pidió—, creo que quiero terminar la escuela. Y mudarme. Ya no me gusta esa casa, papá.

La calva de Erick mostraba las cicatrices del rasgado que DeLuca le generó, y la ausencia de su brazo le hacía verse mucho más débil y recorrido de todo el camino que él cruzó para estar ahí. Por más que JiSung quisiera vivir una vida tranquila con él como padre-hijo, consideraba que era una cosa que podía hacer más adelante, aun cuando en medio de la sala los periodistas se escandalizaron por el abrazo que le dio al Ministro de Magia.

—Encontraremos un nuevo lugar, bichito —Erick le susurró en el oído bueno—. ¿Okey? Aunque lo de la escuela demorará un poco.

Estaba bien. A JiSung no le importaba. De todas formas, y como a Erick le gustaba cantar: él había nacido para correr.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

—¿Y cuál es tu plan? —consultó SeungMin, en su tienda de campaña.

La vida remota de SeungMin era algo que a JiSung no le gustaba para nada, porque sus padres viajaban a todas partes y la comodidad de dormir como humano en el suelo era totalmente diferente a como animal. No entendía cómo sus amigos podían soportar eso.

—Newt me dio un trabajo en la comunidad de criaturas, así que reuniré dinero para costearme los viajes —contestó JiSung—. Es flexible- demasiado. Dice que está feliz estudiándome.

—¿No es eso ofensivo? —preguntó Felix, con su vista puesta en un jarrón de tubérculos que SeungMin tenía en su dormitorio—. Mierda- esta cosa se ve asquerosa.

—Deja ahí, que te come si lo sacudes mucho —le detuvo SeungMin.

Felix dejó el carrón en uno de los estantes de madera que colgaban de la tienda de campaña, y se recostó en el colchón inflable junto a SeungMin.

—Creo que estoy bien mientras me pague —continuó JiSung—, aunque Erick me dijo que podía pedirle dinero siempre que quisiera.

—Como mínimo. Te debe la pensión de alimentos.

—Róbale dinero —alentó SeungMin.

JiSung colocó sus ojos en blanco y se levantó del suelo, cruzándose el bolso sobre su hombro.

—Como sea. Infórmenme si saben algo de MinHo —pidió JiSung—. Nos vemos.

—Adiós.

JiSung abandonó la tienda de campaña que simulaba ser el dormitorio de SeungMin, para cruzar la presunta sala de estar al aire libre y despedirse de los padres de su amigo que inspeccionaban un insecto mágico extraño.

En el interior de la tienda de SeungMin, él y Felix miraban los móviles colgantes del techo en silencio.

—¿Y cuándo regresas a Hogwarts? —preguntó Felix a SeungMin.

—En unas semanas. Slughorn quiere hacerme un intensivo antes de septiembre. Dice que McGonagall es feroz con el rendimiento académico.

—Okey —Felix se giró y apoyó su mentón en el hombro de SeungMin—. ¿No te molesta si me quedo hasta que te vayas?

SeungMin no lo miró porque lo encontraba demasiado cursi, pero con su brazo malo lo abrazó. —Puedes quedarte el tiempo que quieras.

Junio del 2027. JiSung caminó cinco kilómetros hasta la estación de buses más cercanos para viajar por tres horas hacia el pueblo más cercano, donde Erick lo esperaba en un 7/eleven bajo las miradas de los comensales que intentaban beber café bajo la intimidante mirada de él.

—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó Erick a JiSung, rodeando su brazo alrededor de su hombro.

—Solo fui de sujetavelas. Nunca más voy —masculló JiSung, rascando su nuca colorada de rosa—. Bien..., ¿podemos irnos, por favor?

Por seguridad, Newt Scamander tenía su propia sala de apariciones- la cual constaba de un pequeño armario remoto cuya locación solo era sabida por el mismo Ministro de Magia y el subsecretario. Al llegar ahí, JiSung se golpeó su cabeza contra la puerta.

—Debes aprender a aparecerte, bichito —regañó Erick.

—Los padres normales aconsejan que hay que aprender a conducir.

—Debes aprender a conducir, bichito.

—Cállate.

La puerta del armario fue abierta, y Tina Scamander esbozó una sonrisa.

—¡Newt, ya llegaron!

La Sala de Apariciones se encontraba en la casona principal de la Comunidad de Criaturas, que de casona JiSung se dio cuenta no tenía nada. Era una pequeña casa de madera, más pequeña que la casa de Londres, y la cantidad de animales fantásticos pequeños que ahondaban en cada mueble y miraban a JiSung con curiosidad lo hizo sentir intimidado.

Tina Scamander ayudó a JiSung y a Erick salir, aunque se sintió incómodo ya que ella era notoriamente más anciana. Newt, por su parte, se encontraba en una de las mesas de pociones mientras atendía médicamente a un escarbato.

—¡Ah, JiSung! —Newt saludó con una sonrisa—. ¡Lindo tenerte aquí! Tina, mi amor...

Tina asintió y enseguida fue a la atención del escarbato, mientras Newt iba hacia su bastón y se acercaba a Erick y a JiSung.

—Salgamos..., debo mostrarte la Comunidad.

—Yo lo dejo aquí. Cumplí con mi misión de traerlo —informó Erick, palmeando la espalda de JiSung.

—¿No verás dónde me quedaré? —preguntó JiSung.

—Ya te quedaste con mi exesposa, ¿hay algo peor que eso?

—Ah, ja, ja. Eso fue tu culpa, hombre.

Erick se despidió de JiSung con un beso en los cabellos, y desapareció en el armario.

Como un recuerdo lejano, la Comunidad se formó como un lugar de refugio a las criaturas que el gobierno de DeLuca deseó esterilizar o marginar. Llegaron a montones, y cuando cayó su gobierno las familias estaban demasiados despavoridas como para poder regresar al Mundo Mágico urbano, decidiendo entablar una vida rural en paz.

En los últimos años, los asentamientos se perpetuaron, y más de quince familias vivían esparcidas en los bosques, trabajando en sus propios cultivos y autosuficiencia, viviendo en colaboración de los aportes del Ministerio de Magia.

Había caminos delimitados con piedras hacia distintas partes del bosque, e inclusive había carteles donde se apuntaban los apellidos de las familias.

—A veces les gustan hacer cenas en conjuntos —contó Newt, mientras caminaba a paso lento con JiSung por los caminos delimitados. JiSung le ofrecía su brazo de tanto en tanto, y Newt lo negaba—. No te sorprendas si hay pequeños niños colándose en tu jardín- algunos son bastante traviesos, como los hijos de veelas.

—¿Hay veelas?

—Sí..., ah- se encuentran unas tres familias de metamorfomagos, y ellos te ubican por tus transformaciones. Me dieron el mensaje de que no te transformes en un animal completo, porque sus hijos los verán y no podrán controlarlos.

—Los entiendo —murmuró.

—Las comidas son autosuficiente, por eso se les pide hacer cultivos. Cualquier proteína más exclusiva como carnes tendrás que venir a la casona para solicitarlo, y fichar tu ingreso y salida de acá cuando te aparezcas.

—¿Hay un límite de tiempo de visitas?

—Solo de confianza, muchacho.

JiSung asintió. Tal vez dentro de unos meses podría traer a SeungMin y a Felix.

Newt le habló de la cantidad de animales sueltos que había en el bosque, por lo que tendría que tener cuidado, asegurar bien sus puertas y ventanas, y no asustarse si es que las cosas se movían sola dentro de la casa.

Al llegar al final de un camino, frente a una casa de una planta que se veía más anaranjada por el atardecer, Newt agregó:

—Hay un recinto de dos kilómetros adentro del bosque, pasando por la familia Joggies, donde se realizan las transformaciones en las lunas llenas. En un par de días podrás conocerlo, si te acomoda.

JiSung le miró enseguida. Su cabello se tornó de un abrupto verde.

—¿Qué?

—Eso —Newt frunció el ceño, como si olvidara algo—..., creo que eso es todo. Cualquier cosa, estaré en casona. Acomódate.

JiSung estaba demasiado asustado, tanto que su cuerpo quedó paralizado a mitad de camino. Volvió a mirar hacia la casa, solo para darse cuenta de las pequeñas flores que decoraban debajo de las ventanas; eran flores bien cuidadas, que sobrevivían al fin de junio.

Camelias coloridas.

Apenas dio un paso en el camino hacia la casa cuando sintió el maullido desde la ventana abierta. Soonie saltó las flores y maulló hacia JiSung, cuando llegó restregó su cabeza en las pantorrillas, y se colocó en dos patas para poder ser cargado.

JiSung lo cargó enseguida, y caminó con velocidad hacia la casa. Quiso golpear la puerta de la casa, pero estaba tan ansioso que solamente la abrió. El tarareo proveniente de la cocina con el olor a dulce y el sonido de la radio con música muggle lo envolvió, paralizándolo.

Dos gatos dormidos en el sofá se despertaron, asustados. Uno de ellos, de color grisáceo y café, gruñó hacia JiSung. El tarareo calló.

—¿MinHo? —llamó JiSung.

El golpe de algo de vidrio siendo dejado en el mesón. MinHo se asomó por el marco de la cocina, y quedó ahí por un instante como si lo que vio de JiSung en el pasado fueron las mismas alucinaciones.

Pero estaba ahí, de pie. Su rostro condecorado de cicatrices, un ojo de distinto color, su cabello negro, corto, con su clásica postura altiva y, como siempre estuvo en él, bien vestido, aun cuando solo estaba en casa.

MinHo tomó aire, y dio un temeroso paso hacia adelante. JiSung tampoco sabía cómo moverse, solo sintió la corriente eléctrica en su nuca por el cambio de color. Los ojos de MinHo subieron hacia su cabello.

—Violeta —formuló MinHo, casi como un susurro.

—Berenjena —corrigió JiSung, antes de agregar—: o los dos.

JiSung no sabía cuál era la condición física de MinHo, él solamente se lanzó hacia él porque sus pies eran incapaces de quedar en la tierra. MinHo lo atajó, porque siempre lo atajaba, y escondió su rostro en su cuello antes de plantarle un beso detrás de la oreja. JiSung no podía apartarse de él.

—Mierda- mierda- mierda —MinHo habló con voz amortiguada—. Por Merlín- no puede ser, no puede ser...

JiSung tampoco lo creía real. Sus manos enredadas en el cabello de MinHo para sentirlo cerca y real, a punto de derrumbarse en sus brazos por la cantidad de bruma que tenía. Haría combustión en ese instante por el fuego que había encerrado hace cuatro años atrás.

—¿Dónde estabas? ¿Dónde estuviste? —preguntó JiSung, desesperado. Apartó de golpe la cabeza de MinHo de su cuello para verlo a los ojos—. Te busqué durante meses. Me dijeron que nadie sabía nada de ti. Que tú..., que te llevaron quienes se llevaron a HyunSan...

—Fueron unos... unos meses interesantes —admitió MinHo, tembloroso. JiSung le limpió una lágrima—. Después te cuento, pero involucran cárceles, manadas de lobos, un arraigo y severos intentos de suicidio.

—¿Intentos de suicidio? —JiSung no entendía muy bien por qué rio con eso, y soltó melodramáticamente: —Oh, dios. Cuéntamelo todo. Somos el uno por el otro.

—Oh, cállate.

—No, en serio —JiSung se colocó serio—. Te busqué. Y te iba a buscar el resto de las lunas llenas.

—¿No me dijiste que, ante cualquier cosa que te pasase, me debía de venir a la comunidad de Newt? —preguntó de forma retórica.

JiSung quedó sin palabras. Sus hombros cayeron, y mordió su labio para evitar llorar. Al notarlo, MinHo ahuecó una de sus manos en la mejilla de él.

—Lo lamento —dijo—. Me olvidé de ti por un tiempo.

JiSung le sostuvo la mano que lo ahuecaba, y negó. —Mientras me quieras ahora...

—Lo hago.

—Me conformo con eso.

—Hannie-

—Vamos, MinHo. Ámame.

Lo hacía. Lo hacía de locura y con el mismo motor de vida. Nada de muerte involucrado, nada de abarse y nada que pudiese limitarlos. Nada que no pudiese dejarlos en secreto cuando JiSung amaba tanto a MinHo que solo podía existir por eso. Una vida tranquila era corrompida por el amor, y eso le hacía valer la pena.

Mantenerse vivo, activo. Haber jugado con las propias reglas de la magia para no aturdir su consciencia. La única Magia Oscura que portaba en su sistema era aquel que lo ayudó a protegerse, y en sus manos cargaría con diversas muertes por las cuales rezaría en un futuro.

Mientras, MinHo estaba ahí, arriba de él. El dormitorio de madera de cama matrimonial donde por el simple olor JiSung supo que llevaba un largo tiempo viviendo ahí. A medida que le sacaba la ropa podía ver los rastros de su ausencia, de la nueva vida que tuvo, de los cuatro años separados que le bastaron para regresar a ese lugar.

Besarlo le hizo sentirse vivo, con un sentido de mantenerse ahí. Con las manos entrelazadas que sostenía el inconsciente unido de ambos. De un futuro próspero que JiSung deseaba desde lo más profundo.

Sería difícil, tanto que en la misma noche ambos despertaron por pesadillas. En los días siguientes hubo horas donde no se mirarían a los ojos, y días donde no podrían hablarse. Semanas después tuvieron problemas superficiales donde se bañaron en la tensión de ambos que terminó resuelto con la sencilles que su dinámica había sembrado. Fue difícil volver a tomar el ritmo, porque a los veintidós y veintitrés parecieran hacerlos sentir que tenían toda una vida por delante y que habían vivido una guerra en sus pasados.

MinHo cocinaba y jardineaba; en eso pasaba su tiempo y le ayudaba a tranquilizar su mente. JiSung estudiaba a su lado, leía cosas o simplemente dormía siestas cuando en las noches lo atacaban las pesadillas.

Para la primera luna llena de ambos, después de tanto tiempo, el Lobo sintió el alivio de poder ver a su compañero de juegos ahí, sano después de haberlo atacado. JiSung notó que el Lobo tenía ciertas compulsiones a causa del veneno de la plata, la cual se retrataría en la forma humana de MinHo y que JiSung no se daría cuenta.

Para la tercera luna llena, otro lobo apareció. JiSung había quedado totalmente desconcertado de quién se trataba hasta la mañana siguiente, cuando vio a Kim MinJu colectar una muda de ropa bajo la tímida mirada de JiSung.

—¿Qué? —espetó ella—. ¿Nunca viste una mujer desnuda?

—Bueno...

MinJu se vistió y sacudió su cabello, con la luz del amanecer reflectando en el anillo de bodas. Ella y MinHo no se dirigieron la palabra, solo se despidieron con un cordial movimiento de cabezas.

Esa noche, en la cena, MinHo le explicó:

—Viene de tanto en tanto, cuando se harta de los campos que cede el Ministerio —explicó MinHo, comiendo la comida de JiSung. El sabor desabrido hizo que le colocara sal sutilmente—. Su lobo con el mío están..., unidos.

JiSung esperó a que MinHo continuara, pero él no quiso seguir hablando de eso.

Las lunas llenas aumentaron en el calendario y en la compañía; el animal en la metamorfomagia logró acoplarse a la Comunidad, y el Lobo sentía las compulsiones con insistencia. JiSung consolaba a MinHo en las noches de pesadillas y en los días donde era incapaz de ingerir algo, y MinHo ayudaba con cuidado a JiSung en salir de sus episodios de catalepsia.

Se bañaban juntos, solo para asegurarse de que ninguno se pudiera ahogar. MinHo usaba la ropa de JiSung cuando él se iba por más días de los que contemplaba a Londres, pero siempre regresaba para la luna llena.

Hablaron del tiempo separados y de las muertes que dolieron. Irían a ver a sus amigos fallecidos cuando MinHo sea librado del arraigo.

—No creo que me quieran rondando en la ciudad. —había comentado MinHo un amanecer después de tener sexo, con sus dedos jugando con los de JiSung.

—Presionaré a Erick para que lo haga. No puedes irte sin haber visto lo mismo que yo en el mundo muggle —dijo JiSung, apoyando su codo en la almohada para acomodarse y verlo a los ojos.

MinHo miró sus dedos entrelazados, y esbozó una sonrisa.

—En mi tiempo con la manada, conocí a adultos —contó, y miró los ojos violetas de JiSung—. No creo llegar a tanto gracias a la plata, pero..., ¿a los cincuenta, tal vez? Es más optimista que los treinta o cuarenta.

—¿Cincuenta? —corroboró, y JiSung contó los años mentalmente—. Vaya..., incluso es más de la estima que me tengo a mí mismo.

—Una pena para ti vivir hasta los cincuenta.

—Bueno, puedo sobrellevarlo.

MinHo le sonrió, y atrajo la muñeca cicatrizada de JiSung hacia sus labios para dejarle un beso ahí.

—De todas formas, nos merecemos esto, ¿no es así? —murmuró MinHo, con su boca pegada en la muñeca—. Un futuro, y más si es con el otro.

Fue así como JiSung lo decretó el día de navidad de 2022.

Todo cambió, y lo único que quedaba era la luna llena y MinHo acariciando su cabello.

Estaba bien. JiSung cumpliría 23 ese año, teniendo toda su vida por delante. Y, aunque la de MinHo estuviese reducida a la mitad con un poco más de optimismo, JiSung consideraba que eso era suficiente para ambos.

Tenía habilidad para sacar alas. Podría irse volando.

Fin

Con 520.000 palabras en este libro. Con cuatro libros. Con más de 700.000 palabras acumulados en toda la saga, traigo el final de este AU de Harry Potter version minsung, el cual vendí inicialmente como la historia tierna y dramática entre un metamorfomago y un licántropo situado bajo la magia del universo de Harry Potter, y terminó siendo una historia densa y política sobre la posición del sujeto en la sociedad moderna. Nada facil sale de mí, ¿eh?

Probablemente no haya epílogo, pero sí capítulos extras (y espero demorarme menos en entregarlos que en Mr.Brightside ji), así que, coméntame, ¿cuáles fueron tus momentos favoritos de esta saga?

De todas formas, estoy agradecida porque me hayas acompañado en este camino, porque me hayan soportado mis dramatismos, mentiras, atrasos y bloqueos. Por soportar cada una de las palabras escritas porque, para alguien que lleva años escribiendo, la inseguridad aumenta cada vez por creer que solo sabes que nada sabes. En serio gracias por leerme.

Les amo, muchas gracias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro