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8. Libertad Mágica y la Compañía, parte 1

Guía de colores de Han JiSung

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso.

¡Nuevo color desbloqueado! Fucsia: excitado.

Capítulo 8

Libertad Mágica y la Compañía, parte 1

Tw- demasiado contenido político e histórico

30 de agosto, martes en la noche

La cena habría sido menos incómoda si el cabello de JiSung no ahondara, incluso en su vello corporal, el color fucsia- dándole así, un aspecto físico que era más parecido a una criatura del Bosque Prohibido.

—Un gremlin —opinó Felix, mientras todos comían en silencio.

JiSung se atragantó a mitad de camino con la cuchara en su boca; el caldo casi salió por su nariz, y MinHo no levantaba la mirada de su propio plato porque era más interesante antes de querer ver a los otros chicos a la cara.

—Total falta de respeto —murmuró HyunJin, ofendido.

Con sutileza, JiSung tomó la copa de jugo de naranja y, a medida que lo acercaba a su boca, masculló: —¿Y cómo descubriste la Sala de Menesteres?

HyunJin se atragantó con su comida.

—Actúan como un montón de inmaduros prepúber que nunca han tocado un genital en sus vidas —atacó Yeji enseguida, notoriamente cansada de la bizarra defensa que se formó alrededor de los chicos. MinHo solamente quería que lo tragara la tierra, y el color de JiSung se tornó a uno rosa—. Dejen que tengan sexo, por amor de dios.

—No es necesario que nos defiendas —pidió JiSung.

—El problema no es el acto —SeungMin, por su parte, discutió con Yeji bajo el mismo deje de solemnidad—. El problema es lo que viene después.

—¿El cariño después del sexo? —cuestionó Felix.

—Lo que viene después con JiSung —y, burlescamente, SeungMin apuntó a JiSung—, es decir- él demoró cerca de año y medio en meterse en los pantalones de MinHo. Incluso yo quiero saber cómo fue la experiencia.

—Fue un logro de grupo —comentó HyunJin.

—Tienes razón —Felix palmeó su brazo, concordante. Indiscriminadamente, se giró hacia JiSung—. Es decir- este ha sido tu sueño húmedo desde que sacaste colores. Recuerdo que siempre llegabas con tonalidades violetas con nosotros después de Eric Sohn, pero siempre te rehusabas a hablar de él. En cambio, con MinHo pareciera que cada detalle cuenta.

—Creo que podríamos saltarnos la introducción de todos los acontecimientos y que nos cuente enseguida —concluyó HyunJin.

Antes de que JiSung pudiera hablar, HyunJin, SeungMin y Felix lo miraron detenidamente, y preguntaron a la par: —¿te corriste?

—¿Por qué hablan como si yo no estuviera acá? —murmuró MinHo para sí mismo.

JiSung sabía que todo era una confabulación en su contra. Lo reconocía a la perfección. Sabía cuáles eran los momentos puntuales en donde los chicos se aliaban en su contra para humillarlo por lo-que-sea que había hecho. JiSung jamás había sentido tanto remordimiento y vergüenza por hacer algo con alguien.

—Solo son ociosos —terminó por excusar JiSung, mientras los otros tres chicos junto a Yeji reventaban en carcajadas.

—Logro de grupo —los tres chicos volvieron a levantar sus vasos—. ¡Salud!

—Salud —coincidió Yeji.

—No les avives el chiste —regañó JiSung.

—¿Tanto hablabas de mí? —consultó MinHo a JiSung.

—Ni te imaginas —con confianza, SeungMin golpeó el brazo de MinHo—. Él lloraba sieeempre por ti.

—La vez que le preguntamos si era novio con MinHo porque se escabullía con él, y todo su cabello apareció de repente —recordó Felix entre risas.

—Pero hay que darle crédito a JiSung —dijo SeungMin—. ¿U olvidan cuando nos metieron en el Bosque Prohibido los otros sociópatas? No confiaban en MinHo porque él hablaba de JiSung con SooJin.

—Aw~ —el cabello de JiSung se tornó berenjena, y picó las costillas de MinHo—. Eres un sol.

—Nos habríamos ahorrado un trauma, eso sí —murmuró HyunJin.

—¿Nos metieron en el Bosque Prohibido porque MinHo estaba caliente? —cuestionó Yeji, incrédula—. Jódeme.

La puerta del departamento se abrió, y los seis chicos giraron su cabeza hacia allá. HyunSan nuevamente entró al departamento, más cansado que en la mañana, y con su semblante tan agotado que fue inevitable que Amery se aproximara hacia él.

—¿Qué sucedió? —preguntó HyunJin—. ¿Te hablaron del Ministerio o de la Compañía?

—Ambas —dijo HyunSan. Se sacó la capa de sus hombros y el sombrero. Amery comentaba de las cosas que podría cenar—. Capturaron a la mujer que hizo el atentado.

—¿Y la conocías? —consultó Yeji.

HyunSan mantuvo una mirada vacía hacia ellos, transmitiendo el gran desgano y ganas de no conversar sobre ese tema. Hizo un movimiento de manos bastante penoso y se giró hacia la elfina. —Dame algo ligero, Amery. Tendré que salir a la noche.

A JiSung no le sorprendía que HyunSan hubiese conocido a la mujer que realizó el atentado. De todas formas, eran del mismo grupo, ¿no?

—Hubo muchos encantamientos durante el ataque —MinHo se atrevió a comentar—. ¿Ella resultó herida?

—La estuvieron atendiendo desde los calabozos del ministerio. La llevarán directamente a Azkaban, sin juicio previo —HyunSan emitió una mueca. Con su varita, duplicó una de las sillas del comedor y tomó asiento entre Yeji y Felix. El plato rápidamente llegó sobre su puesto, lo que hizo que HyunSan comiera con rapidez—. No más preguntas.

—No tienes derecho a decirnos eso —acusó HyunJin—. Les pasó algo tétrico. Debemos saber.

—HyunJin, ya hemos hablado de esto-

—Es- es contra produciente —opinó MinHo. HyunJin lo miró como si hubiera dicho una atrocidad- cuestionando mentalmente quién le había dado el derecho a opinar sobre su mesa. Sin embargo, MinHo no se dejó intimidar; al contrario, continuó con la característica postura solemne que él tendía a tomar—. Digo- no quiero ser el abogado de los duendes-

—¿Me dijo duende?

—Pero estas situaciones son demasiado densas para nosotros —continuó. HyunSan pareció no querer escuchar lo que venía—. Hay cosas que son difíciles para mí, por lo que se lo cuento a JiSung, ya que es mi pareja —el cabello de JiSung se tornó potentemente berenjena—, y es probable que él cuente a sus amigos porque, queramos o no, ellos han sido uno de los principales damnificados del Partido Libertad Mágica y de la Compañía, tanto como consecuencias directas o efectos colaterales.

No solo fue JiSung quien quedó impresionado, pero tanto HyunJin, Yeji, SeungMin y Felix desencajaron sus mandíbulas por la sorpresa a causa de la gran cantidad de mentiras perfectamente expresadas por MinHo. Él no le decía nada a JiSung, nunca por voluntad de él, y mucho menos JiSung les ha dicho a sus amigos sobre lo que siente o pasa por MinHo. Como un partido de tenis, giraron sincrónicamente sus cabezas para esperar la respuesta de HyunSan, quien, con calma, se preparó un té negro en la mesa mientras cenaba.

HyunSan meditó su respuesta por un largo tiempo- más de lo que éticamente correspondía. JiSung vio cómo MinHo continuaba con su postura de espalda recta, barbilla levantada y una humildad que era clásica de la aristocracia. Aunque sus defensas eran sus palabras y su elocuente labia , JiSung sentía un verdadero temor de esa versión de MinHo.

Una vez que HyunSan sorbió de su té, bufó con cansancio. —No puede ser que me convencieras de esto.

—Solo quiero decir que —se apresuró a decir HyunSan, antes de que alguno de los chicos hablara—, aunque ustedes crean que pueden manejar información, no pueden hacer nada con ella. Es información estrictamente confidencial, y los pondría en un gran peligro en la escuela si es que dicen algo.

—No tenemos más amigos —dijo Felix.

—Si ustedes son parte de una sociedad marginal, las cosas van a ser de raíz mucho más difíciles —explicó HyunSan, a primera instancia—. Tal vez mis hijos provengan de una familia adinerada y de renombre, pero tienen los genes veelas en sus sangres. Ellos serán discriminados tanto positiva como negativamente, pero a pesar de existir esta discriminación, habrá una opresión.

»Hay un teórico brujo que habla sobre las opresiones y los oprimidos en la sociedad mágica, tal vez uno de los principales aliados o enemigos de la filosofía de Libertad Mágica: cada que se contenga una divergencia corporal dentro de una casta prácticamente mágica, habrá algún tipo de opresión por parte de esa divergencia; es decir, todos en esta mesa somos magos, pero en ventaja serán las personas como Yeji, HyunJin y JiSung. No obstante, desde la filosofía de Libertad Mágica, ellos considerarán a sí mismo como oprimidos de estos magos- aunque, irónicamente, han de considerar a personas como Felix más inferiores por nacer y criarse en entorno muggle.

»La existencia de esta filosofía es la normalidad. En un mundo que se puede hacer todo lo que imaginas, la normalidad se extiende demasiado, y de que se llegue a considerar lo que es anormal es porque es sumamente raro. Es por eso de que, con esto dicho, quiero que sepan que en esta mesa todos somos iguales- ¿a qué me refiero con igualdad? Iguales a vivir.

—SeungMin y MinHo son los opresores —decretó HyunJin.

—Irónico —comentaron MinHo y SeungMin a la par.

Inconscientemente, SeungMin acercó su cabeza hacia MinHo. Por su parte, MinHo lo quedó viendo.

—¿Qué haces? —le preguntó, con su guardia baja.

—Cuando dices algo al mismo tiempo que el otro, te pegas en la cabeza —explicó SeungMin, mientras acercaba su cabeza hacia él—. Vamos, golpéame.

MinHo, vacilante, se acercó a SeungMin y le dio un pequeño cabezazo. JiSung rio por debajo.

—Como decía —continuó HyunSan—, bajo esta premisa, se desarrolla un movimiento en Asia- específicamente en Corea del Sur, en la cual ellos, al ser conservadores, han impulsado esta filosofía para proteger a los suyos- es decir, son más poderosos que los muggles, ¿por qué alguien debe de estar sobre ellos? Estarían rompiendo la normatividad de la independencia y auto-regulación de la magia; ellos no tienen derecho. Esto ha sido un conflicto de no más de veinte años, pero durante los 2000 comenzó a llegar al poder personas que- que eran peligrosas para estas especies. Uno de los enemigos armados más poderosos que tuvo el Ministro de Magia de Corea del Sur fueron los metamorfomagos.

»Muchos migraron durante los años siguientes, y se eliminó todo lo que los pudiese ayudar- desde varitas que ayudaban a las transformaciones a los metamorfomagos, bombas de aire para ayudar a la gente del agua, pociones para calmar los dolores a los licántropos o reprimir a los duendes. La población veela no era lo suficientemente grande como para hacer algo al respecto. Entonces, durante los 2000, hubo un intento de golpe de estado en el ministerio de Corea del Sur- no lo lograron, obviamente, y mucha gente migró a Gran Bretaña o fueron forzosamente exiliados políticamente. Sin embargo, personas poderosas con ideales fuertes de Corea del Sur también migraron- la mayoría de ellos por crímenes políticos.

—Mi abuelo —intervino MinHo. La mesa se sucumbió a un silencio por la sorpresa. Hasta donde JiSung sabía, el abuelo de MinHo no era partícipe de ello—. Durante mi militancia en la Compañía, me di cuenta que había cosas que no coincidían en lo que yo sabía- así que, indagando un poco más, me di cuenta que no eran sus amigos los que hacían las cosas, y que mi abuelo se exoneró políticamente para no cumplir con las condenas que le dio el ministerio.

—¿Tu abuelo fue uno de los que propulsó la ideología? —preguntó HyunJin.

—Fundó el partido en Corea del Sur, en realidad —admitió—. Y por cuatro meses fue el Ministro de Magia.

JiSung resistió el impulso de tomar la mano de MinHo para darle apoyo, porque su semblante mantenía la dureza y, un gesto tan gentil solo haría que su personaje se rompiera tal como sus emociones. «Su abuelo un Ministro que ha hecho daño..., y su nieto un licántropo- Mierda, MinHo...».

—Es por eso que, la historia es repetida acá en Inglaterra —continuó HyunSan; parecía agradecido por la información que dio MinHo—. La Compañía también se repite acá. En Corea del Sur fue una fuerza potente que impidió algunas leyes se promulgaran, pero fue una guerra violenta que perduró cerca de cuatro años- con tantas pérdidas de magos, muggles y aliados que, por como se construye esto, va por el mismo camino.

—Por el mismo camino —interrumpió HyunJin—. Esto no es una irrupción del mismo camino- esto es-

—Los niños que no les gustan sus juguetes tienden a que sus demás amigos no los usen —dijo Yeji; indiscriminadamente, le quitó el té a su padre para dar un sorbo—. Si hay personas que migraron imponiendo sus ideales en una cultura tan ridícula como la nuestra, no me sorprendería.

—A los Británicos les gusta colonizar —dijo SeungMin.

—Dímelo a mí —Felix comentó con sarcasmo—. Yo soy australiano.

—¡¿Eres australiano?! —le gritaron los cinco.

—¿De dónde creen que saqué el acento? —les preguntó Felix, horrorizado.

—De algún personaje del League of Legends, o Discovery Kids —respondió JiSung, incrédulo.

—Es por eso de que no quería comentárselos todavía —habló HyunSan hacia MinHo.

—Excúselos. Tienen déficit atencional —defendió MinHo.

—La Compañía ha tenido un trabajo durante los últimos tres meses los cuales constaron de evitar de todas formas la campaña de DeLuca —continuó HyunSan, una vez más—. Como pueden saber, no ha funcionado. Se trabaja con un método que, personalmente, no estoy de acuerdo, pero como los líderes son del mismo surcorea- supongo que hay que seguir con su plan.

—¿Y cuál es el plan? —cuestionó Yeji—. DeLuca es Ministro, y hoy intentaron matarlo. ¿Así se vivirá desde ahora en adelante?

—Hasta cuatro años más, donde acabe su mandato —dijo MinHo.

—En cuatro años puede haber un genocidio —opinó SeungMin—. Y si no lo mataron ahora-

—La mujer que hizo el atentado será llevada a Azkaban, y ahora probablemente se desate una sobreprotección a DeLuca, como también un aumento de estos ataques.

—¿Y qué sucede si a ti o a mamá le piden que hagan esto? —fue ahora quien HyunJin preguntó, con cólera en su voz—. ¿Si eres tú el que deberá matar a DeLuca?

—Es ridículo —intervino JiSung. La mesa lo miró abruptamente—. Es decir- es DeLuca, ¿no? ¿Qué importa si se muere? La idea no mata al hombre.

—La mayoría de las ideas han de perdurar con el tiempo —coincidió HyunSan—, pero sí puede haber un atentado ante ello. Algo que lo delimite como una condena.

JiSung no se convenció con las palabras de HyunSan. Él no se consideraba un pacifista, no obstante, era seguro que algo como una violencia interpuesta arcaicamente como el ojo-por-ojo no era una forma lícita para hacer soluciones.

MinHo se veía convencido, especialmente porque él quería hacer algo práctico para poder salvarse. JiSung se veía en una disyuntiva de mantenerse enajenado de todo el problema, apolítico, del cual no quería apelar si actuar por su propia situación individual o por un colectivo. Por más que JiSung negara su magia o su vida como metamorfomago, él se sentía presionado a hacer algo.

O ser algo.

La puerta del departamento fue una vez más abierta, y SaeJah entró con sumo cansancio. HyunSan se levantó enseguida para recibirla, mientras que, sutilmente, Felix tomó la taza del hombre y la dejó en su regazo.

—¿Cuál fue nuestra primera cita? —preguntó HyunSan al instante. JiSung no notó que él tenía su varita debajo de la manga de su camisa.

—La peor de todas: me llevaste a volar cerca de los dragones de Rumania —contó SaeJah, mientras dejaba con dolor su maletín médico en el suelo y se sacaba su capa médica—. ¿Por qué quisiste tú llevarme a ver dragones?

—Porque me dijiste que te gustaban —HyunSan guardó la varita, y pasó una mano por su cara—. ¿Por qué no haces buenas preguntas?

—Los heridos subieron a sesenta y tres, y a cuatro fallecidos —contó, y se encaminó hacia el comedor. HyunSan duplicó otra silla más entre él y Yeji, y ella tomó asiento—. Chicos, hola.

—¿Muy caótico todo? —preguntó Yeji. Tuvo el amago de levantarse para hacerle un té a su madre, pero ella le tomó la mano para que se sentara—. ¿Cómo estás con-

Con afecto, SaeJah besó la mano de Yeji, y miró a todos los chicos de la mesa con sumo afecto y pena. La mesa quedó en un extenso silencio que solamente era irrumpido por el tronar de los platos cuando Amery servía la cena a SaeJah. Ella tomó una gran bocanada de aire que solo soltó cuando la comida llegó.

SaeJah comió en todo el silencio de la mesa, y el tiempo pasó. JiSung aprovechó esa instancia para extender su mano bajo la mesa y acariciar el muslo de MinHo, el cual fue correspondido por una tomada de manos.

Cerca de las once treinta de la noche, una vez que todos bebieron su taza de té y SaeJah terminara de comer, MinHo fue al dormitorio donde JiSung dormía para poder cambiarse de ropa.

—¿Estás seguro con querer ser partícipe de la Compañía? —preguntó JiSung ahí. A diferencia del otro dormitorio, esta vez el resto de los chicos les hacía compañía, extendidos o sobre la cama o en el suelo.

—Ya milito en ella —contestó MinHo. Él se aseguró que ninguno de los chicos le estaba prestando atención para hacer el cambio de ropa lo más rápido posible.

—¿Y esto ya lo sabías? —preguntó SeungMin, desde el suelo.

—Hay castas dentro de la Compañía. Yo tampoco soy muy de fiar —ironizó—. Los señores Hwang son superiores, pero nadie se compara a los líderes- ni idea de quienes son ellos, la verdad, pero parecen ser lo suficientemente importantes como para ocultar su identidad.

—¿Tú qué haces? —preguntó HyunJin a Felix, quien estaba con un libro en su regazo mientras inspeccionaba la taza de té de HyunSan.

—Intento predecir algún futuro al señor HyunSan —explicó él, con un ligero giro en la taza para analizar algo—. Con todo lo que pasa..., no lo sé, es para quedar tranquilo.

—¿Estás seguro de que seguir con la adivinación te hará bien? —preguntó SeungMin—. Para los TIMOs del ciclo pasado quedaste inconsciente durante tu examen.

—¿No quieres que te lea tu mano? —ofreció Felix, con un tono juguetón.

SeungMin le sonrió y alzó el dedo del medio. MinHo vio la interacción de los dos, y apuntó a Felix con su dedo.

—ChangBin me dijo que le contestaras las cartas —avisó.

HyunJin y SeungMin se sorprendieron, y se dirigieron a Felix. —¡¿Te mandó cartas?!

—¿Y a ustedes qué les importa?

—Podrías ver un futuro con él, y ver si tienen hijos —ideó HyunJin.

—¿Puedo ser el padrino de uno? —pidió JiSung.

—¿Llegarás a los veinte, aunque sea? —bromeó HyunJin.

—No, pero es lindo saber que me tuvieron en consideración.

Felix no contestó, pero con una sonrisa se dedicó a seguir analizando los residuos de las hojas de té de la taza de HyunSan.

JiSung, cansado, se recostó junto a Felix en la cama y mantuvo sus ojos en MinHo- totalmente absorto en él y en la idea del abuelo de MinHo siendo un propulsor de lo que pasó en Corea del Sur. Una fuerte presión en su pecho le hizo querer pensar demás.

—Tienes pájaros en tu cabeza —comentó Felix a su lado.

—Y tu igual, idiota.

Una vez que MinHo terminó de colocarse su limpio traje de trabajo de ese día, con la capa sobre sus hombros. —Me voy, entonces —se dirigió hacia HyunJin—, gracias por recibirme acá, y darme comida.

—Hablas como si fueras un perro de la calle —contestó HyunJin. JiSung carraspeó—. Pero..., admito que fue genial tu movida con mi padre. Él jamás nos dirá algo- ni aunque tengamos diecisiete, ni aunque salgamos de Hogwarts.

—Sería muy triste si esto siguiera cuando salgamos de Hogwarts —mencionó SeungMin.

MinHo pareció esbozar algo-como-así una sonrisa hacia HyunJin.

—Cuando nos veamos el primero de septiembre, no me dirijan la palabra —pidió MinHo—. Es mejor para todos- debo comprarme a la Sociedad Secreta de alguna forma, porque lo que yo haga se lo dirán a sus padres, y por defecto...

—... Se lo dirán a tus padres —concluyó JiSung—. Eso es lindo.

Con un ademán, MinHo se inclinó cordialmente ante los chicos. —Me iré, entonces.

—Te dejaré abajo —avisó JiSung.

—Okey. SeungMin, hasta luego.

SeungMin, totalmente perplejo, alzó su mano y la sacudió. —Bye.

Una vez que JiSung y MinHo se fueron del dormitorio de HyunJin, tanto él como Felix giraron bruscamente su cabeza hacia SeungMin, totalmente extrañados.

—¿Por qué te habló? —preguntaron a la par. Ambos se dieron un cabezazo.

De forma cómplice, SeungMin se encogió de hombros. —Tal vez porque, a diferencia de ustedes, yo soy agradable.

Al llegar a la sala, SaeJah y HyunSan se encontraban en la sala de estar. Cuando MinHo se iba a despedir de ellos, SaeJah le tendió una hoja a MinHo.

—¿Qué es esto? —preguntó MinHo, echándole una hojeada.

—Es una verificación médica —explicó SaeJah—. Hubo un grupo que auxilió a personas en el mismo Ministerio que no permitió que las personas se acercaran. Tú tuviste una contusión y estuviste inconsciente por ocho horas, ¿entendiste?

MinHo pareció agradecido con eso. Inspeccionó una vez más la hoja, y asintió. —Sí, okey. Muchas gracias.

SaeJah no sonrió ni se despidió, pero HyunSan dio un sorpresivo abrazo a MinHo. JiSung lo encaminó hacia el ascensor en silencio, y ambos llegaron a la recepción sin emitir una palabra.

—Ten cuidado cuando vayas a casa —pidió JiSung—. Nos vemos el jueves.

—Tú deja de meterte en problemas, por favor —MinHo tomó la mano de JiSung y le besó los nudillos. Ese gesto volvía loco a JiSung—. Te llevaron detenido, ¿no?

—¿Cómo supiste?

—Trabajaba para el ministerio, idiota.

JiSung esbozó una sonrisa, y le dio un corto beso en la boca.

—Nos vemos el jueves —repitió.

—Nos vemos el jueves —se despidió MinHo, antes de salir del Hotel índigo.

JiSung se quedó un momento ahí, parado, sin apartar su mirada de donde debía de hacerlo. Tan triste y desesperanzado por querer volver a abrazar a MinHo, que solo le permitió dar verlo hasta perderse fuera del Hotel.

Suspiró, melancólico. Prontamente regresarían a la escuela y todo cambiaría.

MinHo, por su parte, sentía toda su sensibilidad a flor de piel. Sus manos continuaban con el ligero temblor de la adrenalina gastada durante el día, y mientras caminaba por las calles de Londres, pensó en todo lo que sería de él una vez que regresara a Hogwarts.

No obstante, a mitad de camino, su oído se agudizó. Un pequeño maullido le llamó la atención a tal nivel que pensó que era un producto de su imaginación. Entre callejones, cerca de un basurero, había una bolsa que se movía.

«¿Qué?» MinHo se dirigió dentro del callejón, e intentó capturar el sonido. El pequeño maullido de a poco se hizo más potente, al menos hasta el nivel de notar que no era producto de su imaginación.

Se acercó a una bolsa de basura, y con su varita le hizo una apertura. Cerca de una lata de comida abierta, papeles y varias cáscaras de plátano, un pequeño gato de tonalidad naranja sucia se encontraba ahí.

—Oh, mierda... —MinHo lo tomó del lomo, con su corazón estrujado.

El pequeño gato maulló con fuerza. No debía de tener más de dos meses, y MinHo no tenía idea de cuánto tiempo pasó encerrado ahí porque, junto con algunos papeles, dos gatitos fallecidos le habían hecho compañía.

MinHo presionó sus labios, asustado. ¿Qué hacía con el gato? No podía dejarlo ahí botado, y él...

Él siempre quiso tener una mascota.

Miró a todas partes por si había algún muggle o alguien que pudiera ayudarlo. ¿Qué comen de los gatos? ¿Dónde podía llevarlo?

«A casa», concluyó. Después se las arreglaría.

Escondió al pequeño gato en la manga de su túnica, y se apareció frente a la mansión Lee. Su madre no debía de enterarse, pero tal vez algún elfo doméstico sabría qué hacer.

Por otro lado, antes de girarse hacia el ascensor, JiSung sintió una corriente eléctrica en su nuca, pero se tapó su cabeza antes de que su cabello cambiara de color. El blanco estaba ahí.

«¿Qué mierda?» Dio una barrida visual por toda la recepción, y su mirada quedó plantada en una mujer anciana que leía el periódico- o, bueno, intentaba, porque los ojos viejos de ella estaban posados en él.

»Y el jodido periódico está al revés.»

Con velocidad, JiSung se aproximó hacia ella.

—¿Qué quieres? —preguntó JiSung.

La anciana sonrió gatunamente, e intercaló su mirada hacia la salida del Hotel. —¿Ese era tu novio?

JiSung no tuvo piedad. Tomó a la anciana del brazo y la llevó fuera del Hotel índigo. Él no se dio cuenta hasta una vez que llegaron a una esquina, fuera de un local de una tienda de convivencia, que la anciana había regresado a ser el hombre que lo había sacado de la cárcel.

—¡Ay! —JiSung se asustó, y lo soltó de repente—. ¡No hagas eso!

—Estoy tan asombrado de que tengas tanta fuerza —comentó el hombre, mientras se sobaba su brazo con total admiración—. ¿Cómo lo haces? Te ves tan flaco- ¿te alimentan bien esa familia?

—¡¿Quién demonios eres?! —chilló JiSung, desesperado—. ¡Y no me vengas con babosadas!

—¿Sabes? Temo ligeramente por mi integridad física —admitió el hombre—. ¿Me golpearás? ¿O te transformarás en animal para comerme? Aunque sería canibalismo-

—¡Por favor! —¿cómo demonios alguien podía tenerle paciencia a ese hombre? ¡Estaba chiflado!—. ¿Qué tanto te dificulta decirme por qué mierda me acosas? ¡Primero en King's Cross, y ahora me sacas de la cárcel! ¡Habla!

El hombre, un poco sorprendido por el desbordamiento de JiSung, apagó su gran risa para mantenerla en una sonrisa de total orgullo. JiSung se sentía vomitivo bajo esa mirada.

—Vamos... —el hombre le palmeó el hombro—. Dejemos de juegos, mi bicho. No es necesario que me trates con tanto odio.

—¡Es que no hay otra forma de tratarte, si no me contestas! —insistió. «¡¿Qué mierda con ese "mi bicho"?!»—. ¡Detén el misterio!

—Entiendo que no me reconozcas, pero deberías tener una idea de qué cara tenía tu padre —mencionó, mientras se tocaba la piel de su mentón y se la estiraba—. Sé que estoy más viejo y destruido, pero no he cambiado demasiado. En cambio, tú..., estás tan grande-

JiSung dio un par de pasos hacia atrás, y su cabello se tornó en un intenso blanco. Su mente gritaba que huyera y no mirara hacia atrás, pero las palabras de «padre» se sostenían con tanta fuerza que lo dejaron inmovilizado.

—No estoy grande —dijo JiSung, y golpeó la mano del hombre cuando se acercó a tocarle el cabello—. Y yo no- yo no tengo...

Sus rodillas temblaron y su cuerpo se doblegó hacia adelante, para vomitar toda la cena que había comido minutos atrás. Cuando se reincorporó, el hombre lo esperaba con un pañuelo y una copa con agua que quién sabe de dónde había sacado.

De forma vacilante, JiSung lo aceptó. Se limpió la boca y bebió un poco de agua mientras que el hombre, con su varita, limpiaba el vómito del suelo. JiSung jadeaba de tanto en tanto, asustado, pero sus pies estaban más sujetos en el suelo.

—Solucionaremos eso de a poco —dijo el hombre. JiSung, temeroso, dejó que él le hiciera círculos en la espalda con afecto—. Ahora, solo intenta no decirlo en voz alta.

«Entonces, ¿es un efecto real?», pensó JiSung.

El hombre se encontraba con una vista bastante calmada, tanto que su cabeza se encontraba de color turquesa.

Padre. Papá. Familia. Una persona de lazo consanguíneo.

Por el extenso silencio que acompañó a JiSung, el hombre dejó de a poco que su mirada de felicidad cayera a una concerniente. —Asumo entonces que Leela no te habló de nosotros, ¿cierto?

«Nosotros». La palabra retumbó de nuevo en la cabeza de JiSung.

»Papá y mamá.»

JiSung recordó la carta de Callaghan, quien le mencionaba a su madre, y a pesar de que esa noche en la enfermería con MinHo, después de lo sucedido en el Bosque Prohibido, ambos habían concluido que JiSung tenía dos: un padre y una madre. No obstante, tener uno al frente era..., era totalmente..., realmente...

Con torpeza, JiSung negó.

—Está bien, ella tenía sus motivos —el hombre se veía resignado—. Al menos- ¿sabes mi nombre? —de nuevo, JiSung negó—. Soy Erick, un gusto.

JiSung, sin saber qué decir, se quedó ahí. Su mirada de sorpresa y sin querer creer lo que sucedía era más fuerte que poder digerir todo; en especial cuando su cabello se tornó un fuerte azul.

—Oh... —Erick hizo el amago de acariciar el pelo de JiSung, pero él se corrió—. ¿Por qué estás triste, mi bicho? No sabes cuánto me alegras que estés con una familia afectiva...

—Leela me odiaba —logró formular JiSung, con su tono mucho más tembloroso—. Por- ¿Por qué me dejaron con ella? ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué volviste?

—Bichito-

—¿Y qué mierda con el apodo? —JiSung dio más pasos hacia atrás—. No me trates con afecto- ¡Mierda! ¡¿Qué necesitan de mí?! —gritó. Algunas personas de la calle les quedaron mirando—. ¡No tengo dinero! ¡Y los señores Hwang no me cuentan nada! ¡¿Qué demonios quieres?!

—JiSung, solo quería saber cómo estabas —se apresuró en decir Erick—. Sé que Leela no era la mejor opción, pero no podíamos seguir negligiéndote como lo hacíamos-

—¡Cállate! —vociferó con rabia. Su cabello azul se tornó en un potente color rojo—. ¡No hables ni mierda! ¡Déjame en paz y no me vuelvas a buscar!

—Está bien, está bien —Erick habló con calma, y movió sus manos de forma inofensiva—. Por favor, no grites- sé que tienes muchas dudas, y si me dejas explicarte que-

—¡No te quiero oír!

—Lo hicimos por tu bien, mi bicho —interrumpió. Erick lo tomó de ambos brazos e hizo ligera presión en ello, lo suficiente para que JiSung no saliera corriendo—. No lo vas a entender ahora, pero si me das el tiempo en un futuro cercano, entenderás que te amábamos-

—¡¿Muestra de amor?! —JiSung se zafó con rabia—. ¡Deja de joderme, hombre! ¡Vete a la mierda!

JiSung no quiso escuchar más- no podía hacerlo. Enfurecido, se fue directo hacia Leicester Square, lo más alejado que podía de Erick.

Sin embargo, al llegar al Hotel índigo, notó que él no le seguía.

«¡¿Padres?! —JiSung farfulló en su mente, aun enrabiado. Tomó el ascensor y presionó con fuerza los botones—. ¡Ja! ¡No importa lo que diga MinHo, yo no tengo padres! ¡Él es solo un loco que cree que somos familia solo por nuestro cabello...!»

Su mente se apagó. Al llegar al piso, caminó fuera del departamento donde, en la puerta, observó los números que decoraban con cobre. Los señores Hwang lo habían recibido en ese lugar luego de que JiSung hubiese explotado su casa, todo como una muestra de amor. Y ahora, hace una hora y media atrás, él había cenado con las personas que más le importaban.

«Yo ya tengo familia», decretó.

Tras abrir la puerta, notó que todos en la casa habían ido a sus respectivas habitaciones, por lo que él se fue al dormitorio de HyunJin para colocarse su pijama.

HyunJin terminaba de hablarle a la snitch dorada, y JiSung lo vio irse por la ventana hacia donde Mina vivía. En silencio, JiSung se cambió de ropa sin querer dirigirle la palabra; estaba enrabiado y quería escupir todo. No obstante, HyunJin carraspeó.

—Estás rojo —apuntó él.

JiSung farfulló mientras sacudía su cabello. Este se tornó en su café neutro.

—¿No que no querías saber de la Compañía? —preguntó HyunJin—. ¿Estás enojado por eso?

—Tú eras el que quería hacerlo, y MinHo te ayudó —le recordó JiSung, mientras desviaba sus pensamientos hacia la discusión con HyunJin—. ¿Por qué te esmeras en que te desagrade?

—No me desagrada —se defendió—. Ya te dije, amamos a MinHo.

—No lo demuestras.

—Insisto- no sabemos dónde y termina su lealtad. No sabemos cuál es su bando. —JiSung se recostó junto a HyunJin y se apoyó sobre su hombro para verlo. —Y lo de seguir al señor del ministerio..., ¿por qué no me contaste? —preguntó de nuevo. Esta vez, JiSung se quedó callado—. Oye...

¿Cómo JiSung podía soportar el silencio y la lealtad, de algo tan ambiguo como lo eran los secretos? Él conocía sus mecanismos de defensas y la forma en la que afectaban a los que los rodeaban, y el secretismo de su actuar solamente haría que su relación con HyunJin se fracturara. Esa fue la primera vez que JiSung consideró en la lealtad de él, y de quién era más importante.

¿Eso tenía alguna relación con sus padres? Demasiado.

—No lo sé... —contestó JiSung, finalmente. Su voz sonaba más lejana de lo que esperaba—. Son cosas mías...

—No solo tuyas.

—Pero sigue siendo mías.

—El ciclo pasado llegaste varias veces herido, e incluso llorando. Nunca me contaste nada de eso —recordó, e imitó la posición de JiSung para verlo—. ¿Cómo quieres que le tenga respeto a MinHo, si soy consciente de que él te produce todo eso?

—No es solo eso, HyunJin. —Las palabras se encontraban en la punta de su lengua, a casi de ser moduladas; pero JiSung era consciente que, con la mera intención del pronunciamiento, sus náuseas aumentaban. No quería vomitar de nuevo, y la presencia de Erick lo volvía loco. —Es solo que..., ugh...

Eran tan coincidentes que no parecía ser casualidad. Si JiSung solamente cerraba sus ojos, él...

—Vomito cada vez que lo hablo —admitió JiSung, con el vómito subiendo por su garganta—. No lo sé, solamente..., pero fue MinHo quien tocó el tema primero. No es nada grave, HyunJin, en serio, es solo que tengo- tengo esta extraña reacción que no puedo decirlo.

Desesperado, JiSung se tapó sus ojos mientras tomaba bocanadas de aire. HyunJin se silenció un momento para concluir lo que él intentaba decir.

—Es sobre tus padres, ¿no? —consultó HyunJin. JiSung asintió—. Y MinHo te ha ayudado con eso —JiSung volvió a asentir. HyunJin se calló por otro rato, durante la instancia que JiSung quería calmarse. Esperó pacientemente hasta que, con un hilo de voz, JiSung dijo:

—Ha sido un poco difícil todo eso.

No quería que hubiese demasiada emotividad de por medio, así que JiSung le dio la espalda a HyunJin y se forzó a quedarse dormido.

Sin embargo, cerca de las tres de la mañana- con HyunJin roncando a su lado, JiSung sintió su corazón estrujarse un poco más como él sentía que se volvía pequeño en la cama. Se tomó el pecho de su pijama al notar la falta de respiración, y de a poco comenzó a soltar lágrimas.

No soportó demasiado, por lo que se levantó rápidamente hacia el baño. Tan pronto como cerró la puerta a su espalda, tomó una toalla y se la colocó en la cara para amortiguar sus sollozos y jadeos de desesperación. Le dolía un infierno todo lo que estaba sucediendo.

Bajo el techo, SeungMin y Felix dormían en la cama que fue destinada para JiSung, mientras que Yeji probablemente estaba en su mundo en su propio dormitorio. HyunSan y SaeJah continuaban juntos, tan estresados y asustados por el día de hoy que JiSung asumía que ambos saldrían temprano para proteger a su familia.

JiSung los quería a ellos- eran lo más cercano a lo que él podría alguna vez llegar a tener o merecer. Pero ser consciente de que hay un hombre afuera, un padre quien carreaba el apellido al igual que el amor, era JiSung quien sabía cuán solo se sentía.

[1] Felices fiestas atrasadas, como también la publicación del capítulo; fue un fin de semana movido.

[2] Gracias por las lecturas, votos y comentarios, les amo


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