59. La caída de Hogwarts
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado. Índigo: celos nacidos específicamente por culpa de Seo SooJin.
Capítulo 59
La caída de Hogwarts
Felix escuchaba las explosiones desde fuera del castillo, con los temblores del techo, la ceniza cayendo de las vigas, y con su vista pegada en la puerta de la Sala de Menesteres sin estar muy seguro de con qué comenzar en ese instante.
—¡Protege el pasillo oeste! ¡Tú, ve hacia las ventanas!
Como si de esa forma saliera de su ensoñación, Felix se tomó su cuarzo en el pecho y buscó con su mirada hacia todo los extremos en busca de las voces. Los menores de SeungMin habían llegado al séptimo piso, más él no estuvo con ellos.
—¡Se perdió en uno de los pisos! —había informado un menor.
La voz de órdenes le llamó la atención, y se asomó por el pasillo, solo para retroceder enseguida cuando un encantamiento rojo pasó cerca de su cabeza.
—¡Soy de acá! —gritó Felix—, ¡soy alumno!
Asomado enseguida por el pasillo, Erick suspiró de alivio. —Carajo, pensé que estarían más abajo.
—Eran demasiados chicos para dejarlos todos en un mismo lugar —informó Felix, asustado. Su mano temblaba sobre el collar en su pecho—. ChangBin se llevó un grupo, y SeungMin y yo subimos con otro.
—¿Y dónde está?
—No tengo idea.
Erick esperó a que Felix hiciera otra reacción, pero el chico continuaba ahí plantado, más cercano a estar muerto del miedo, mientras miraba a todas partes totalmente desorientado. En sus ojos había una captación de los brillos de encantamientos y maldiciones que propulsaban dicha desorientación. Todo hasta que las manos de Felix se soltaron de su cuello.
—Te unes a nosotros —informó Erick entre tanto que Felix vagaba en su mente—, algunos estarán por las ventanas, y otros por las escaleras. Colócate en la ventana y ataca desde arriba-
—Tenemos algo más con lo que trabajar- unas pequeñas bolitas mágicas —informó Felix, a la par que la puerta en el muro se asomaba de manera mágica.
Erick pareció sorprendido a primera instancia, incapaz de escuchar los demás gritos que pedían órdenes. Felix abrió la puerta y, con los pufs, los libros, las mesas de pociones y los recuerdos, todo fue una muestra del trabajo del último tiempo.
—Hicimos unas pelotitas con los tubérculos de las plantas de la profesora Sprout porque tienen propiedades mágicas aleatorias —informó Felix, yendo hacia la mesa de pociones para recoger todas las Merodeadoras que quedaron de su comercio—, inicialmente las gastábamos en bromas los tubérculos- disolvíamos en agua y el que lo bebía tenía alguna secuela mágica. Después, generamos estas pelotitas que, al mero contacto con el agua, explotan en algo contraproducente —informó Felix, entregándole un par a Erick—. Supongo que podemos repartirlas y usarlas como armas-
—Un encantamiento de crecimiento y direccionalidad ayudará demasiado al interior del castillo —reconoció Erick—. Así, no usamos todas las balas de cañón de Durmstrang está cediendo.
Otra explosión se escuchó afuera, y una fuerte sacudida azotó el castillo. La respiración de Felix se atascó, pero no quiso centrar sus temores en eso.
Erick se dirigió y repartió entre las personas que estaban en el séptimo piso, cerca de la ventana, las pequeñas Merodeadoras anunciándolas que su uso sería únicamente provisional. Felix también se quedó con un par de ellas, y se quedó cerca de la ventana, protegiéndose de los encantamientos, en la espera de que en algún momento todo aquello se acabara.
Porque frente a sus ojos, por primera vez, había incertidumbre. Y, desde su punto de vista, aquello era lo que más mataba.
Mientras, desde la primera planta, el aullido del lobo había dejado a JiSung incapaz de moverse desde el Comedor. El Lobo, quien tendía a llamar cuando perdía de vista a su compañero de juego, gritaba un enunciado que él no sabía cómo interpretarlo.
Se subió a las ventanas del Comedor para ver desde afuera. Los cañones apuntaban hacia el suelo, y los escombros de tierra eran soltados como también atacaban a personas que estaban en duelo. E, impasible y desinteresada del caos alrededor, Hana, con su túnica rosada, sostenía con un lazo invisible al Lobo frente a ella, siendo netamente agarrado por la varita de cerezo.
El Lobo como arma destrozó el corazón de JiSung, e intentó ir hacia él para acudirlo, pero JeongIn ya lo había tomado del brazo para apartarlo de ahí.
—¿Qué debemos hacer? —JeongIn le preguntó a JiSung—, no podemos seguir escondiéndonos acá.
—No le pidan ordenes a él —Moody le reclamó—, ustedes están acá, auxiliando. El resto debe evitar que la gente de LiMa y los aurores entren a castillo.
—Pero MinHo se los comerá —discutió JiSung, mirando al viejo—. Hay que hacer que todos entren al castillo- así habrá mayor control de pelea.
—¡Solo harás que haya más muerte!
—¡Ellos no buscan entrar al castillo, me quieren a mí! ¡Hay que ceder que me busquen!
—¡Matarán a cualquiera que se les interponga en el camino! Hay que hacer una retención para que no invadan la escuela.
«¡Pero la escuela ya está invadida!», pensó JiSung con frustración, sin querer ver por la ventana. Los primeros heridos ya estaban ingresando al Gran Comedor a arrastras de sus compañeros- la mayoría, por supuesto, con polerones de sus casas de Hogwarts o pijamas.
Madame Pomfrey ordenó recostar a los heridos en las mesas del Gran Comedor y comenzó a sanarlos, pero había algunos que a primera vista ya estaban fallecidos. Compañeros de JiSung estaban muertos en las mesas donde desayunaban, almorzaban y cenaban, y eso generó aun mayor dolor de estómago junto con la comezón infernal que llevaba en su espalda. La magia oscura lo envenenaba. JiSung presentía que debía de pagar un precio por su uso.
Aunque cayó en el razonamiento de que para rescatar a MinHo debía de usar su varita, las ganas de querer apartar a todos del jardín para que no sufrieran dicho daño estaban tercamente en su mente. Necesitaba un plan para sacarlos a todos de ahí y reunirlos en el castillo.
—Ni siquiera los cañones los asustan —JiSung le dijo a JeongIn—, ¿cómo los sacó del jardín?
—¿Por qué quieres juntarlos a todos acá? —preguntó JeongIn—. No tiene sentido lo que dices. Quieres que no hagan daño a MinHo.
—¡¿No te parece suficiente?!
La idea no se desprendía, pero más allá de un acto egoísta JiSung no sabía muy bien cómo apartar a la gente del jardín. La otra opción que tenía era abordar a Hana por su propia cuenta, pasando de MinHo, y, si tenía suerte, tal vez el Lobo lo reconocería y no le haría daño.
Eso era demasiado optimista.
—¿No hay señales de DeLuca? —JiSung le preguntó a Moody—, la voz que sonó-
—Nadie lo ha visto, y él no pasará sospechoso dentro de Hogwarts.
—¡Si traemos a todas las personas en Hogwarts, él podrá ingresarse! ¡Se acortarán los lugares donde pueda estar! —ideó JiSung—. Si está en el jardín, será visible. Si está dentro de la escuela, también será visible. ¡Se me será más fácil matarlo!
El plan quedó al aire en el instante en que el pie del gigante se ganó cerca de las ventanas del Gran Comedor, se hincó, y adentró su mano quebrando los vidrios y pilares de los ventanales. Las personas al interior gritaron, y enseguida comenzaron a sacar a los heridos sobre las mesas para llevarlos hacia la sala detrás del comedor.
JiSung ayudó a carrear a una chica de catorce de la casa de Ravenclaw, que estaba totalmente desvanecida en sus brazos y con un corte profundo en su cabeza que le hacía gotear sangre y materia cerebral. No sabía en qué calidad se encontraba, pero al instante en que la recostó en el suelo en la sala de trofeos, fue atendida por Madame Pomfrey.
Moody convocó diversos patronus para hacer un comunicado a los líderes de los grupos que estaban distribuidos por Hogwarts, y JeongIn se encontraba con Yuna y BeomGyu custodiando el ingreso al Gran Comedor de los escombros y los golpes que el gigante daba. Un cañonazo golpeó la parte posterior de la cabeza del gigante, y se derrumbó enseguida. El Gran Comedor estaba totalmente destruido.
«¡¿Quién es el maniático que pensó que era una buena idea hacer eso?!», pensó JiSung, aterrado. Sin embargo, al ver que el espacio de ingreso era mucho más amplio, por ende, la evitación de que los aurores y militantes de LiMa ingresaran disminuyó considerablemente, supo que todo debería de ser llevado al interior de la escuela.
Y para eso, él debía de saltar de un lugar muy alto.
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—¡¿Cuántas veces has estado acá que te sabes la contraseña?!
—¡Más de lo que me gustaría!
Habían vertido esencia de díctamo en la herida de SeungMin de la alacena especial de Dumbledore, y ahora buscaban en todos los cajones y muebles para encontrar dicho mapa de Reino Unido. Yeji no entendía muy bien, en especial porque SeungMin tenía el Sombrero Seleccionador bajo su brazo. Pero estaban ahí, acompañados totalmente vacilantes, cayendo al suelo ante cada ruido de explosión que pudiesen sentir.
Se detuvieron de manera abrupta el llamado de DeLuca con una voz acaparadora e imponente sobre sus oídos, y se miraron para convencerse si es que lo escuchaban de la misma forma.
—Tengo un objetivo real, y mataré todo aquel que se interponga.
—¿Por qué buscamos ese mapa? —preguntó Yeji.
—Porque de esa forma vemos cuántos quedan en la escuela. Hay un encantamiento identificatorio que usamos cuando Felix se fue de la escuela para ver a su madre para verlo —explicó SeungMin con rapidez.
Yeji dejó caer una gran cantidad de pergaminos que ofendieron a los retratos de los antiguos directores, y al divisar el brillo colarse entre el material, llamó.
—¡Aquí! ¡Aquí!
Tomaron el mapa y buscaron donde extenderlo. Sobre el escritorio, pacíficamente y su cabeza sanada, Dumbledore yacía muerto y en calma. SeungMin sentía que eso era lo más cercano a profanar la tumba del director, y el nudo en su garganta aumentó cuando extendió el mapa en el suelo y la cantidad natural de luces de veelas encendidas había disminuido.
Yeji pareció comprenderlo igualmente, porque tocó las pocas luces que la representaban, cerca de Escocia. Pareció que aquello la hizo traer a la realidad, porque la misma mano con la que tocó las luces la posó en su boca para poder ahogar un sollozo y esconder su rostro entre sus rodillas para llorar.
SeungMin no intervendría en eso, pero tampoco podía llorar a su lado. Posicionó su varita en el sector de Escocia y, con murmullos y diversas fórmulas que aprendió en aritmancia para desarrollar el Mapa del Merodeador, nuevas luces de color negro emanaron durante una zona específica: desconocidos que estaban interviniendo en Hogwarts.
—Bien, bien... —SeungMin susurró, sin querer felicitarse a él mismo.
¿Cuál era el plan de Hana? No podía ubicarla- pero sí divisó a JiSung junto a MinHo por sus luces representativas. También encontró a Felix, vivo, lo cual lo alivió enseguida. La tentadora idea de también lanzarse al marco de la muerte sería demasiado impulsiva. Necesitaban un plan de ataque...
Su dedo golpeó las luces con decisión, a la par que Yeji continuaba en sus sollozos. Alguna forma fácil y factible serviría para eso.
«Dragón».
No. Imposible. SeungMin no podría dejar que JiSung se convirtiera en dragón para atacar a los políticos y aurores. Sería demasiado desconsiderado de su parte, y no podría darse el lujo de perder a otro amigo más.
Sus dedos dejaron de tamborilear en un grupo de puntos negros. SeungMin se levantó y cogió hacia la ventana del despacho de Dumbledore para ver el barco de Durmstrang defenderse de los gigantes, y de cómo el mantener a raya a los aurores y políticos en los jardines de Hogwarts le generó otra idea radical en su cabeza.
—Vamos al barco de Durmstrang antes de que se hunda —ideó SeungMin—, y hagamos estallar la torre de Astronomía.
Salieron del despacho de Dumbledore con el mapa en brazos y con el Sombrero Seleccionador en la cabeza de Yeji. Corrieron tomados de las manos hasta la primera planta, donde se detuvieron abruptamente cuando un encantamiento les rozó el rostro.
—¡Glacius! —gritó SeungMin hacia un auror, y el encantamiento lo dejó congelado enseguida.
Corrieron hacia el jardín y se escondieron detrás de unos pilares cuando uno de los cañones golpeó el suelo. Algunas armaduras se desarmaron, pero el encantamiento de la profesora McGonagall logró que se movieran de manera autónoma cada extremidad perdida, pateando las patas sueltas y las manos ahorcando los cuellos de los aurores.
En las entradas del castillo, aquellos grandes marcos de piedra que daban hacia los pasillos, el vestíbulo y el Gran Comedor, la profesora Sprout ordenaba al club de herbología lanzar bebés mandrágoras hacia los políticos que lograban adentrarse, mientras que SooBin se veía demasiado contento dirigiendo una planta carnívora que agarró del pie a un auror y no estaba a gusto de soltarlo.
—¡Ataca, ataca, ataca! —chilló él con alegría.
—¡Petrificus Totalus! —gritó Yeji a un auror que los apuntó. Ambos encantamientos de varitas hicieron que salieran desplomados a lados contrarios, arrasando con SeungMin.
Sin embargo, antes de que el auror los atacara, una fuerte explosión resonó con una gran masa violeta aferrándose a los pies del auror. Un encantamiento lo noqueó, y cayó de golpe con el fuerte ruido de una fractura en sus piernas. Atrás, el profesor Slughorn miraba con orgullo una de las Merodeadoras que los cuatro idiotas hicieron tiempo atrás.
—Son bastante buenas para estos momentos —notó Slughorn, bastante orgulloso.
—¡Necesitamos que aparten a la gente de la torre de astronomía, y que junten a los de LiMa ahí! —ordenó SeungMin.
Tomó a Yeji de la mano y se dispusieron a correr con varitas alzadas hacia el jardín, para quedar totalmente expuestos de la gran batalla.
Era una visión horrible para SeungMin, y probablemente lo sería igual para todos aquellos que crecieron en el castillo. Los encantamientos y maldiciones volaban de izquierda a derecha, arriba hacia abajo, con el olor a azufre, polvo y tierra mojada esparcida por todas partes. Los maestros y chicos de la Línea Integradora peleaban en díadas o tríadas con las personas de LiMa, e incluso SeungMin vio a JungWoo pelear con dos aurores a la vez mientras que MinJu le protegía su espalda peleando con una bruja.
Logró divisar a JeongIn en la entrada del castillo, atacando y ocultándose entre los pilares con la misma velocidad que lo caracterizó por ser el Diablo Rojo de Gryffindor. El chico, logró desviar un encantamiento que convertía su cuerpo en oro, e hizo rebotar una maldición de otro auror para que este perdiera las extremidades. La cantidad de voracidad que tenían las maldiciones hacía a SeungMin temer de cuán cercana estaban teniendo la muerte en ese instante.
Un encantamiento sobre su cabeza voló, y golpeó a una chica de la Línea Integradora. La maldición produjo que su respiración se acortara y, cayendo en cuatro, comenzó a vomitar una gran serpiente que la dejaba intoxicaba, cuyo animal se comenzaba a enredar en su propio cuerpo. Los gigantes, incapaces de mirar hacia abajo por estar concentrados en derribar la seguridad de Hogwarts, pisó a dos brujos que estaban en un duelo, y SeungMin apartó la mirada enseguida sin querer ver cómo eran los cadáveres aplastados.
Desde el último piso, Merodeadoras llovían activadas enseguida, con humo y grandes masas violáceas para atrapar a los magos. SeungMin y Yeji se movían con agilidad para desviarlas.
SeungMin vio cómo un político de LiMa lanzaba en dirección a ellos un cerebro del Departamento de Misterios, y vio las imágenes de los tentáculos acercarse a su rostro.
—¡Inmovilus! —defendió Yeji enseguida, con su mano aferrada a la de SeungMin—. ¡Vamos!
Llegaron hacia el Lago Negro, donde los gritos desde arriba del barco pirata eran ensordecedores. Los gigantes pisaban el Lago, no llegando hasta un poco más de la rodilla para poder ir hacia el barco. Mientras algunos cañonazos iban dirigidos hacia el jardín de Hogwarts, otros iban hacia las mismas criaturas.
Se lanzaron al lago enseguida para nadar hacia el barco, e inclusive el Sombrero Seleccionador se aferró a la cabeza de Yeji. Los estudiantes de Durmstrang daban órdenes e indicios de ataques, junto con sus varitas apuntando desde lejos y con Karkarov aun berreando para que dejaran el conflicto de lado.
Bajo ellos, SeungMin sintió el grueso tentáculo del calamar gigante alzarlo junto a Yeji hacia la proa del barco, y los dejó entintados sobre la madera.
—¡No se les permite estar acá! ¡Lárguense! —les gritó Karkarov.
—¡Victoria Krum! —llamó SeungMin—, ¡te tengo una propuesta!
El área de artillería se encontraba abajo, pero algunos cañones eran expulsados desde la cubierta principal. La altura en la que se encontraban daba la imagen de los dos gigantes mucho más cercano y temeroso. En uno de los cañones, Igor (o Trotsky) cargaba con balas y Victoria Krum apuntaba enseguida.
—¡Victoria! —le llamó SeungMin—. ¡Te tengo una idea! ¡Apunta hacia la Torre de Astronomía!
—¡¿Ah?! —masculló ella.
—¡Despejen!
Victoria e Igor apartaron a SeungMin y Yeji del cañón para expulsar la bala. Esta se estrelló directamente en el cuello del gigante, haciéndolo caer atrás, con parte de su cabeza y cuello en la tierra del jardín.
SeungMin apuntó hacia la Torre de Astronomía. A sus pies, la cantidad de magos que se encontraban era lo suficiente como para acabar con ellos, pero SeungMin sentía el terror de pasar a llevar a gente de la Compañía y de Hogwarts. Las peleas eran tan difusas que le dificultaba distinguir de quién se trataba de qué.
Victoria pareció capturar el mensaje, e intentó mover con SeungMin y Yeji el cañón para direccionarlo a la par que Igor buscaba otra munición. No obstante, el siguiente gigante se acercó a la proa del barco, arrasando con sus manos las velas y los mástiles- haciéndolos caer sobre ellos.
—¡Mierda!
—¡Carajo!
Victoria salió bajo las velas, y tomó su espada blandiendo hacia adelante. No pensó ni dos veces en saltar de la cubierta principal hacia la proa, para enterrar su espada en el brazo del gigante.
Igor le gritó a SeungMin para que se apresurase en otro idioma, y SeungMin apuntó hacia la Torre de Astronomía; Igor cargó el cañón y encendió la pólvora.
No obstante, con los gritos de Victoria y su lucha con el gigante, SeungMin pudo sentir el silencio en el jardín cuando se escuchó el lobo aullar a la luna llena.
Yeji se aferró a SeungMin.
—¿Ese es...?
Entre el humo y el polvo, SeungMin logró divisar en el medio del jardín a Hana con dos varitas en mano: una atacaba y protegía de las maldiciones que le llegaban, y la otra servía para tener controlada al gran Lobo imponente frente a ella.
Y, con un simple encantamiento, el Lobo dejó de estar dominado por Hana. La furia natural y el olor a sangre humana lo volvió loco enseguida, y corrió hacia los dos primeros brujos que observó para poder atacarlos. Era imposible, desde el punto de vista de SeungMin, ese Lobo no podía ser MinHo; JiSung no lo permitiría, si es que se encontraba en Hogwarts. Estaba en el Mapa junto al Lobo. El metamorfomago no podía ser Hana.
Antes de que al lobo le llegase maldiciones, Hana ya lo protegía con una de las varitas, mientras que con la otra se cuidaba a ella misma. El Lobo saltaba de presa en presa, rasguñando, mascando, sin entretenerse con ninguna de las personas que lograba atacar. SeungMin sintió el horror de la dominación y de cómo en sus propios ojos se estaban formando toda una nueva manada de licántropos si es que no eran asesinados de ahí hasta el amanecer.
—¡SeungMin, el cañón!
Salió de su ensoñación, y con Yeji movieron de lado el cañón para desviarlo de la Torre de Astronomía. Sería riesgoso, demasiado el lanzarlo para que cayera sobre el Lobo. SeungMin se preguntó si es que, si el Lobo estaba ahí, entonces, ¿dónde estaba JiSung, si no fue él el metamorfomago que vio en el Mapa de Reino Unido?
La bala salió del cañón y se perdió en otra parte del castillo, estrellándola y haciéndose añicos. Karkarov lanzó otro insulto, e Igor se lanzó enseguida para ayudar a Victoria con el gigante.
SeungMin no podía, él estaba impresionado.
El Lobo- ese no era el Lobo. Era la bestia. Era una criatura imponente dentro de los demás que trabajaba en función del miedo ajeno para poder vivir. Los encantamientos solo rebotaban en él gracias a su magia licántropa, y poco a poco su hocico se empapó de sangre humana que saboreó a gusto.
—Hana tiene a MinHo —soltó SeungMin a Yeji—. JiSung no habría permitido esto. Él estaría loco si lo hubiese dejado.
—¡¿Entonces?! —preguntó ella, frustrada—. ¡¿Dónde está?!
Hana estaba ahí con MinHo. Abrieron el mapa de Reino Unido y buscaron las otras luces de metamorfomago. Si Hana estaba con el licántropo, solo deberían de quedar dos luces más.
Mientras una estaba más lejana, junto con los «muggles con magia», otro estaba a metros de las luces de Hana y MinHo. Unas nuevas luces comenzaron a adoptarse en el mapa ante el gemido colosal que el gigante con el cual Victoria e Igor peleaban, y los temblores incluso llegaron hacia el barco destrozado: desde más allá del Bosque Prohibido, más gigantes llegaban.
Cuando Hana notó eso, alzó una de las varitas hacia el cielo y chispas azules salieron de ella, alcanzando el cielo. Se protegió de un encantamiento que le iba a golpear la cabeza, y con su otra varita direccionó al Lobo para que atacara al que osó a tomarla.
—¡¿Dónde está DeLuca?! —gritó Hana.
Cerca del carruaje de Beauxbatons, sus alumnos montaron los grandes caballos alados de dos en dos y comenzaron a sobrevolar Hogwarts para atacar a los gigantes que iban hacia la escuela. Los encantamientos aturdidores eran difíciles tanto de esquivar como efectuar, a la par de que los chicos de Durmstrang se les dificultaba girar los cañones hacia ellos. Los chicos de Beauxbatons que iban detrás portaban arcos y carcaj, que solo implementaron cuando se dieron cuenta de que los encantamientos eran inútiles.
SeungMin volvió a ver el mapa, y miró hacia el castillo. Buscó en desespero sin querer ver al Lobo convertido en bestia la presencia del otro metamorfomago. Los temblores se hicieron cada vez más potentes, y los rugidos de los gigantes por las flechas enterradas en ojo, nariz y manos solo les generaba más ganas de querer desquitarse con alguien.
Hasta que, finalmente, notó al metamorfomago asomado. SeungMin posó su mirada en la Torre de Astronomía, aquella que quería derrumbar, con JiSung aferrado al otro lado del barandal como si considerara que la caída libre no lo mataría al llegar al suelo.
—¡SeungMin! —chilló Yeji, asustada se agarró el Sombrero.
Pero SeungMin confiaba en él. Ni Hana ni el Lobo lo vieron venir, como mucho menos los gigantes. En alguna parte debería de estar DeLuca, consideró SeungMin, porque sería una lástima perder el increíble espectáculo que JiSung dio al saltar de la torre para, en medio de su caída libre, convertirse en el dragón que fue para el Torneo de los Tres Magos.
—¡¡¡JiSung!!! —SeungMin gritó—. ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Carajo!!!
Los vítores de la Compañía y alumnos de Hogwarts no se hicieron esperar, y los políticos de LiMa con los aurores solo quedaron distraídos por la aparición del gran reptil. El dragón voló sobre ellos y, de picada hacia los gigantes, escupió fuego para quemarles la cara. Victoria e Igor incluso se apartaron del gigante para que este se prendiera fuego, como parte del barco de Durmstrang y, tal era de esperarse, el Bosque Prohibido.
Los caballos alados evadieron las llamas, y el rugido del dragón antes de regresar a escupir fuego hizo que todos evacuaran con rapidez dentro de la escuela. Hana, quien se plantó fija en el suelo, observó a JiSung incendiar los bosques y a los enemigos en conservación de la causa.
Los enemigos se mantuvieron en el jardín, aun impresionados. El dragón se dirigió hacia ellos y escupió el fuego.
Hana se protegió a ella y al Lobo con un encantamiento, aun sin moverse. El Lobo sintió el olfato de su compañero de juego, del animal ya muy cerca, y todo el instinto de caza desapareció al momento en que las llamas se apagaron y del césped salió olor chamuscado.
El Lobo aulló a la luna, y el dragón se distrajo.
—¡JiSung! —gritó SeungMin.
Uno de los gigantes que quedaba tomó al dragón de la pata y lo lanzó en dirección a la escuela, con una fuerza y a su vez lentitud impresionante que todo era visto en cámara lenta.
—¡Regresen a la escuela! ¡Adentro! —se escuchó el grito de BamBam.
SeungMin vio cómo el dragón extendía sus alas para evitar el choque, y voló de regreso hacia los gigantes. Escupió fuego sobre sus cabezas, y alzaba la cola lo suficiente para que no lo agarraran. El incendio a los gigantes hizo que poco a poco se derrumbaran y quemaran por goteo los árboles del Bosque Prohibido. Incluso con una oreja afinada podía escucharse las escapadas de los centauros en el interior.
La gente de la Línea Integradora y algunos estudiantes ingresaban a montones hacia la escuela, evadiendo las pisadas de los gigantes, el fuego y los escombros. Mientras que algunos de los aurores y políticos se desviaban hacia el Bosque Prohibido, otros corrían detrás de los estudiantes para capturarlos. Los agarraban de las cabelleras e invocaban cadenas para atarlos con fuerza y dejarlos de rehenes.
—¡Capturen! —ordenó BamBam—. ¡Háganlo!
Los encantamientos brotaron desde ambas partes, con los chicos saltando los escombros y escondiéndose. BamBam lanzó una maldición hacia un político de LiMa y lo agarró con cadenas de plata, para esconderlo enseguida en una de las aulas protegidas. Era ir, capturar y huir, y los que eran capaces de poder evadir las cadenas que brotaban, no podían evitar al Lobo saltar sobre ellos.
—¡Expeliarmus!
MinJu lanzó un grito de terror cuando un hombre de LiMa la desarmó y la ató enseguida en cadenas. La velocidad del hombre al ir hacia ella fue inmedible para que JungWoo la buscara con la mirada, y, cuando divisó sus berridos de ayuda, fue directamente hacia ella.
—¡Depulso! —gritó JungWoo al hombre—, ¡Sectumpempra!
El hombre usó a MinJu de escudo humano, y los cortes profundos junto con las líneas sangrientas debajo de su ropa se hicieron más grandes hasta que los chorros cayeron por gotas entre sus piernas. Antes de que JungWoo le lanzara el encantamiento sanador, el hombre ya había lanzado una maldición de color gris. JungWoo se detuvo a mitad de camino, y cayó de rodillas; lanzó un terrorífico grito al ver sus manos y comenzó a sentir cómo sus huesos eran picados de a poco en su propio cuerpo.
El hombre arrastró a MinJu entre el suelo chamuscado, escombros y barro. Los encantamientos volaban sobre la cabeza de todos y, con ayuda de otro auror, cargaron el cuerpo hasta el interior del Bosque Prohibido, perdido entre el humo y el fuego.
El Lobo, por su parte, estaba fascinado del olor a sangre. Saltó en la primera persona que vio y devoró su rostro por completo, para seguir en la espalda de otra persona y jugar un instante con sus brazos antes de ir a la siguiente víctima. El Lobo nunca había probado la sangre, y ahora se sentía como vampiro.
Mientras, el dragón sobrevoló la cabeza de todos para volver a escupir fuego. Las llamas no se apagaron al contacto con el suelo, y Hana protegía al Lobo con fuerza en ambas varitas. Cuando ella divisó al dragón sobrevolar de cerca, apuntó una varita hacia él.
Diversas cosas pasaron sincrónicamente. La presencia de DeLuca entre las llamas hizo que Hana detuviera todo movimiento; la impresión de la sangre de MinJu arrastrada por el patio hizo que el Lobo agudizara sus sentidos y desviara su atención; y DeLuca, con la varita de sauco, apuntó a JiSung.
—Desmaius.
El dragón desvió el primer encantamiento, para volar temerariamente hacia DeLuca; acopló el fuego en su garganta y lo escupió en una limpia línea contra él, sin embargo, DeLuca aplicó el encantamiento de congelamiento con su varita, enfriando todas las llamas hasta el escupitajo del dragón para evitar congelar su interior.
Hana intentó tomar al Lobo con la varita de cerezo, pero él estaba más interesado en los hombres que arrastraban a MinJu. Saltó sobre ellos y, evitando los encantamientos, mascó el hombro de uno hasta arrancarle su brazo mientras que al otro le abrió la barriga con sus garras, divertido de que sus presas quisieran huir.
MinJu gemía de dolor y se desangraba, con su cuerpo convulsionando por la hemorragia. Al sentir la respiración del Lobo en su nuca, cerró los ojos por completo; la lamida de su espalda para degustar su sangre la dejó totalmente condenada.
El Lobo utilizó su hocico para empujarla de costado y voltearla, y sus filosos dientes mascaron su cintura en reiteradas ocasiones. No logró arrancar el pedazo de carne a MinJu cuando Hana había modificado su voz para poder aullarle.
—¡Confundus! —encantó Hana la cabeza del Lobo.
El Lobo se confundió por completo, de boca empapada de sangre, pero al divisar a DeLuca cerca de él, reconociéndolo como su potencial presa, corrió hacia él. YuGyeom, de la Línea Integradora, aprovechó la distracción del Lobo para correr hacia MinJu y cargarla al interior del castillo mientras le generaba encantamientos de curación.
La varita de sauco era poderosa para todo mago que la poseía, pero la habilidad era lo que requería el entrenamiento necesario en el duelo. Los políticos no eran duelistas, por más que se dedicaran a la política, y Hana tenía a dos varitas en mano y un lobo de su lado, junto con el dragón que los sobrevolaba quien iba direccionado a matar a DeLuca.
Desde el barco incendiado, SeungMin y Yeji miraron la escena boquiabiertos. Los ojos de SeungMin se intercalaban nerviosamente entre la pelea y el dragón, incapaz de poder pensar en algún plan o estrategia de combate. Se veía en el interior de Hogwarts los brillos y maldiciones volar entre cada piso, junto con explosiones de Merodeadoras mucho más potentes cerca de los pasillos del primer piso.
—Hay que derrumbar la torre —repitió SeungMin, como si la idea se hubiese quedado en el aire y nadie la había tomado—. Con metralla. Que caiga por partes.
—¿Crees que eso los detenga? ¡Están demasiado lejos! —insistió Yeji, mirando reiteradas veces hacia el incendio del barco.
Las flechas de los alumnos de Beauxbatons intentaron alcanzar a DeLuca. Él expulsó a Hana y al Lobo, y encantó a Beauxbatons para que todos quedaran congelados a gran altura del suelo por unos extensos segundos antes de estrellarse contra el suelo.
Hana lanzó un látigo con una varita, y transformó los escombros con la varita de cerezo en plomo para golpear a DeLuca con ellos. El encantamiento que él invocó lo protegió, pero el lobo le mordió la pierna. Maldijo al lobo para que se apartara, pero el animal fue más rápido y se movió tan pronto como Hana atrajo una corriente de llamas para incendiarlos vivos. DeLuca lanzó un «protego» al instante, y las llamas se transformaron en humo.
El dragón mantenía a raya a los gigantes que renacían del fuego, y aunque escupía con insistencia, más fuego no aumentaba la cantidad de daño, e ir hacia DeLuca para poder mascarlo era dificultoso si es que él tenía la habilidad para detenerlo.
Fue así, el dragón aterrizó entre las llamas y galopó direccionado a DeLuca, distraído en el duelo con Hana.
Los brillos rojos, verdes, grises y azules chocaban en magia entre Hana y DeLuca, y el Lobo se acercaba a él para poder mascarlo. SeungMin tuvo que aguantar su respiración cuando notó al Lobo moverse erráticamente, incapaz de ver en el alba la asunción de colores cálidos gracias al incendio.
Fue así, cuando el dragón llegó a DeLuca, lanzó un encantamiento no verbal que generó que todas las llamas del jardín se agruparan alrededor del dragón y lo hicieran prisionero en un huracán de llamas. El rugido del dragón dejó a SeungMin con los pelos de punta, sin notar que se aferraba con aun más fuerza a Yeji.
—¡No puede! ¡No puede! ¡No puede! —SeungMin se dio cuenta de que estaba repitiendo a gritos—. ¡Carguemos esto!
—¡¿Cómo?! —cuestionó Yeji, igualmente aterrada.
SeungMin se balanceó hasta la orilla del barco para ver el agua del Lago Negro, y con su varita convocó pequeños chorros de agua. Su concentración estaba demasiado dispersa.
—¡Ayúdame! —le rogó SeungMin a Yeji.
Ambos convocaron el agua y lo trasladaron lo mejor que podían hacia el torbellino de fuego. Las llamas no se apagaban, pero brotaba más humo de ellas y del dragón ahogado. SeungMin se estaba quedando sin ideas.
Hasta que, cuando el huracán de llamas acabó, SeungMin y Yeji notaron que el dragón ya estaba evaporado.
Antes de que SeungMin lanzara un grito de horror, con Yeji miraron el Mapa de Reino Unido enseguida: el licántropo estaba ahí, y las dos luces de metamorfomagos también. SeungMin sollozó de alivio.
—¡¿Cómo los llevamos a la Torre?! —insistió Yeji, enrollando el Mapa de Reino Unido—. ¡JiSung se transformó en algo pequeño, seguro!
Necesitaba ayuda colaborativa de aquel que pudiese ser símil a JiSung, y capaz de generar una transformación igualmente imponente. SeungMin cerró los ojos y se aferró a su varita, recordando los besos de Felix y los gritos de JiSung y HyunJin cuando la alfombra mágica ascendió más allá de la torre de astronomía, y gritó:
—¡Expecto Patronus!
«Por favor. Por favor. Por favor. Por favor», rogó. Convertir el duelo en nostalgia en una breve separación de horas era doloroso, y SeungMin debía de tragar el veneno de que HyunJin no iba a regresar; no podía darse el lujo de perder sus oportunidades.
Para el tercer intento del conjuro, el cachorro brotó de su varita. Uno platinado y fantasmagórico, de orejas grandes y rostro caído, pero presuntamente optimista por la manera en la que sacudía su cola. Era un cachorro demasiado hiperactivo.
—¡Erick, necesito que te transformes en algo y guíes a Hana con DeLuca cerca de la Torre de Astronomía! —informó SeungMin al patronus—. ¡Y, si tienes una mejor idea, hazlo!
El cachorro corrió en el aire hacia el Castillo, y el Lobo aulló. Hana y DeLuca continuaban con su pelea entre las llamas, y las protecciones poco a poco se iban evaporando. Haber realizado un patronus en su estado lo dejó con brazos tiritones y piernas débiles, incapaz de mantenerse fuerte por la mirada que Yeji daba.
El barco dio una fuerte sacudida. SeungMin y Yeji se agarraron del cañón para evitar caer, pero Karkarov ya estaba ordenando a los estudiantes que evacuaran el barco. Algunos se lanzaban directamente al Lago Negro, mientras que otros soltaban los botes de emergencia para poder carrear algunas reliquias de la escuela. Victoria e Igor se habían perdido en el fuego.
—¡¿No saltaremos?! —preguntó Yeji, aterrada.
Desde el séptimo piso, un encantamiento masivo convocó a ocho lazos de color verde direccionados con velocidad hacia DeLuca. Los látigos afirmaban las piernas y los brazos, y a pesar de que se deseaba que el comportamiento del Lobo estaría mucho más animado por tener a su presa quieta, su movimiento era cada vez más errático.
—¡Avada Kedavra! —chilló Hana, con ambas varitas direccionadas a DeLuca.
—¡Protego! —gritó DeLuca, y la protección era inversamente proporcional a la intensidad de la maldición asesina, haciendo que Hana y el Lobo volaran metros hacia atrás, para también desprenderse de los látigos.
En las ventanas del castillo se apreció una nueva lechuza volar desde el marco hacia el suelo, desviando los hechizo y maldiciones direccionadas hacia ella. En uno de los gigantes que peleaba con el lazo del diablo de la profesora Sprout, la lechuza se ganó en su hombro y Erick se transformó en persona.
El equilibrio que el hombre tenía impresionó a SeungMin, ya que solo se mantenía de pie en su hombro mientras que con su única mano enterraba su varita en el oído del gigante y murmuraba un par de cosas que, con la fuerza mágica, este comenzó a moverse bajo las órdenes de Erick. El gigante caminó hacia el Lago Negro, y con el agua en sus rodillas se dirigieron a SeungMin y a Yeji.
—¡Carguen el cañón y direcciónenlo a la torre! —ordenó Erick—, ¡convoquen una pared de agua, y atraigan a las Merodeadoras!
—¡¿Qué encantamiento alza demasiada agua?! —preguntó SeungMin.
—¡Cualquiera si lo haces efectivo!
—¡Qué consejo de mierda! —insultó Yeji.
Pero ya era bastante impresionante ver a Erick en el hombro de un gigante, agarrado bajo el mismo efecto de la gravedad. Sus grandes pasos direccionados hacia el duelo hacían que la desconcentración fuese más y más fuerte.
SeungMin y Yeji comenzaron a recordar las clases del profesor Flitwick para drenar gran parte del Lago Negro y hacer una gran pared de agua. SeungMin, aterrado, terminó por convocarlas.
—¡Accio Merodeadoras!
Bastaron solo tres segundos para que las grandes bolas platinadas tuvieran contacto con el agua y explotaran en diversas masas, humos y ácidos pegajosos. El agua estalló, apagando parcialmente el incendio del barco y lanzando a los gigantes hacia lados contrarios por la intensidad. El barco se desniveló hacia atrás, produciendo que la gente que se mantenía aun a cubierta cayera de lado amenazante a caer en el agua.
SeungMin y Yeji se golpearon con los barandales opuestos, y fueron golpeados por otros cuerpos y objetos que no se habían desprendido de la cubierta hasta ahora. Los cañones seguían intacto, y subieron apenas por el suelo de madera para poder alcanzarlo.
Mientras, los efectos de las Merodeadoras cayeron sobre DeLuca, Hana y el Lobo. Hana dejó de mover sus pies por las masas violáceas que se aferraban al césped quemado, mientras que el Lobo gemía de dolor por sus heridas y por el nuevo contacto de la materia. DeLuca, por su parte y gracias a la varita de Sauco, logró protegerse. Erick, con ayuda del gigante, logró desprender a Hana del suelo y ella junto al Lobo corrieron por la colina, espacio idílico para que SeungMin y Yeji hicieran funcionar por última vez el cañón.
DeLuca cortó los pies del gigante, y Erick cayó hacia el suelo. Hana lanzaba maldiciones a DeLuca con desespero, mientras que el Lobo subía lo que más podía con la sensación de incomodidad en todo su cuerpo; poco a poco él estaba retomando la consciencia, y tenía dificultades para transformarse en humano.
«No. No. No».
Y cuando el Lobo con Hana quedaron a los pies de la Torre de Astronomía, con DeLuca frente a ellos, el cañón explotó.
La bala voló con velocidad, y se estrelló junto en el medio. El temblor vino primero antes de que los escombros cayeran de a poco. La huida no evitó a que la torre cubriera a los tres magos bajo ella.
Fue un lapsus de silencio extenso, a tal nivel que SeungMin creyó que incluso al interior de la escuela la guerra se había acabado. La caída de la Torre de Astronomía sobre DeLuca, Hana y el Lobo los debió de haber matado a los tres, y el Mapa de Reino Unido ya se había perdido a esas alturas como para comprobarlo.
El barco se volvió a ladear, pero SeungMin y Yeji se aferraron con más fuerza del cañón. La respiración estaba estancada, y la realidad fragmentada. MinHo aun era el Lobo, él podía soportar eso. Él podía...
Una fuerte explosión resonó entre los escombros de la Torre de Astronomía, desplazando todo material en una gran cápsula roja. En medio de todo, DeLuca se encontraba de pie, intacto, sin señal de la líder de la Compañía.
El plan de SeungMin fue en vano.
Erick se levantó del gigante y, con un grito desgarrador, corrió en dirección a DeLuca para lanzar encantamientos hacia su espalda, pero con un simple movimiento de varita él lo detuvo, alzó a Erick a metros del suelo y, con una sonrisa, murmuró una maldición que lo dejó inconsciente.
—Hay gente que se divertirá contigo —murmuró DeLuca, antes de posicionar la varita en su garganta—. ¡Compañeros! —su voz resonó con fuerza—. ¡Enjáulenlos a todos!
[1] según mis cálculos, solamente quedan de dos a tres capítulos para que acabe la historia PERO ANTES DE QUE SE ALTEREN, PROBABLEMENTE TENGA EPÍLOGO, según los recursos temporales y narrativos que use, se verá si es que será epílogo o un capítulo final bien final, pero eso, jaja.
Y, otro agradable recordatorio de que JiSung aun no sabe de que HyunJin está muerto *llora*
¡Gracias por leer!
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