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58. La caza

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado. Índigo: celos nacidos específicamente por culpa de Seo SooJin.

Capítulo 58

La caza

El golpe era demasiado fuerte, tanto que bombeaba la cabeza de SeungMin. Su cabeza, agotada, estaba apoyada en el hombro de Felix mientras forzaba su brazo izquierdo a alzar la copa de poción que SaeJah le había dado. Su otra mano estaba aferrada a la de Felix con fuerza, sin reconocer quién realizaba más presión.

Era lo más cercano a como si el mundo se hubiese detenido. Como si la presión fuese el cable a tierra. Ni siquiera el disgusto sabor de la poción para recomponer la hemorragia le hacía creer que estaba vivo.

Porque HyunJin estaba muerto.

La presión en su garganta impedía que emitiera palabra, lo que le hacía cuestionar qué sucedía a su alrededor. Tal vez eso pensó JiSung cuando vio a Chan fallecer, o cuando HyunJin se enteró de Mina: el aire dejaba de ser correcto, y ya no querías utilizarlo.

—El traslador te será complicado, ¿está bien? Serás mejor revisado en Hogwarts —informó Erick a SeungMin y Felix—, ¿okey? —corroboró una vez más.

—Okey —murmuraron los dos.

SeungMin miró hacia su izquierda. SaeJah atendía una de las heridas de Saerom a su vez que Brian intentaba incorporarse. Erick le siguió los ojos.

—Nos iremos todos ahora —informó Erick, está vez a la Compañía—. Acérquense.

SaeJah ayudó a Saerom incorporarse y a caminar hacia ellos. Erick sostenía un pergamino viejo de oro, el presunto traslador, y todos colocaron una mano sobre ella.

«¿No podemos llevarnos a HyunJin?», pensó SeungMin, antes de que todo se tornara confuso.

Al caer, los seis salieron desparramados del traslador. SeungMin no soltó a Felix, por lo que ambos rodaron por el césped durante unos metros hasta que la cabeza de SeungMin quedó pegada al suelo y su vista al cielo. Sabía que debía de moverse con velocidad, pero la poción se había escapado de sus manos y su pierna volvió a doler.

Fue un tramo de silencio importante y extenso, o así lo sintió él. Ver las estrellas débiles a causa de las luces del castillo y de la imponente luna llena que poco a poco se iría a esconder en el horizonte fue una renegación a lo que sucedió. Su garganta no podía soltarse.

SaeJah se levantó enseguida del suelo y fue en atención de Saerom, mientras Brian y Erick se encaminaban hacia SeungMin y Felix.

—¿Están bien? Levántense. Ahora —ordenó Erick, extendiendo su mano.

Sin embargo, SeungMin no quería. Entendió la catalepsia de JiSung, al fin. Moverse de ese lugar cómodo y de esa vista solo hacía real todo los acontecimientos, como también la angustia que estaba situada en su pecho ante la extraña particularidad de haber logrado llegar a los jardines de Hogwarts.

El ambiente estaba extraño, y de a poco afinó su oído para escuchar los gritos y órdenes desde los pasillos. Erick, igual de confundido, miró hacia el interior.

—¿Por qué hay tanto movimiento? —preguntó a su vez que levantaba a Felix.

Cuando SaeJah terminó de componer a Saerom, fue directamente hacia SeungMin para ver su pierna.

—Deja que el tejido se recupere de a poco. Sigue con tu poción —ordenó SaeJah, y sacó de su bolso médico la misma botella que SeungMin perdió en el traslado—. La recomposición será dolorosa, así que, reposo absoluto.

—Tía...

La voz de Felix salió débil, igual de desorientado como SeungMin se sentía ahora. El rostro de SaeJah tenía manchas de sangre, y su ropa estaba rasgada gracias al duelo con el Primer Ministro; la particularidad y belleza de su rostro por fin sucumbió al dolor, ante el demuestro acabado y adolorido. Yen sus ojos claros, ella no manifestaba vida.

SeungMin esperaba la conversación, porque, según lo que Felix relató, era médicamente imposible. Lo esperaba de SaeJah en su momento- la explicación. No obstante, la médica de guerra era madre cuyo marido desapareció hace no más de dos días. En dos días perdió a su esposo y a su hijo.

Ante eso, el temple del luto fue acompañado por una caricia en el cabello a ambos chicos.

—Iré con Yeji —susurró SaeJah—. Ustedes vayan a la enfermería.

Felix pasó el brazo de SeungMin por sus hombros y lo ayudó a andar al interior del castillo, mientras Brian cargaba a Saerom y SaeJah se perdía en una caminata rápida hacia la sala común de Slytherin. Erick, aun de pie, continuaba igualmente extrañado.

Felix y SeungMin compartieron una mirada al andar, vacilante. No sabían qué hacer.

Hasta que un gato platinado llegó a ellos, plantado frente a Erick. En un instante, ambos pensaron que se encontraba de MinHo, pero cuando la voz femenina emanó y la luna llena se encontraba preciosa, descartaron la idea.

—Por favor, todos diríjanse al Gran Comedor. Es de urgencia.

De las columnas de las ventanas, las estatuas y armaduras que decoraban cada pasillo del castillo comenzaron a salir. Impasibles y hostiles. Como muñecos de cemento que fueron encantados. Iban mucho más allá de la diversión que traían cuando los cuatro idiotas se dedicaban a encantarles para mover sus brazos o cantar; estos solamente iban con una disposición en mente.

De diferentes tamaños y formas, con el peso de las esculturas y el chirrido de las armas de hierro de las armaduras. La seguridad con la que iban al andar era de un encantamiento de protección. ¿Por qué estaban protegiendo? Incluso, al dar una mirada hacia el Lago y la entrada del Bosque Prohibido, algunos estudiantes de Durmstrang y Beauxbatons se asomaban con curiosidad aun cuando era tan tarde.

Aquellas se dividieron en algunos sectores en los jardines, y en las otras partes de la escuela las armaduras comenzaron a tomar lugar en los puentes de ingreso que conectaban al castillo de Hogwarts.

—¿Qué mierda pasa? —preguntó Felix entre dientes.

—Vamos al Gran Comedor —indicó SeungMin, cojeando hacia allá.

—Tienen que ir a la enfermería, deben de tratarse —les dijo Erick.

Pero la convicción de Erick para convencerlos desapareció. Se vio cómo un grupo de estudiantes en pijama, de la casa de Ravenclaw, caminaban con total desoriento hacia el Gran Comedor. Divisaron a la Premio Anual MinJu liderar la caminata, por lo que SeungMin le chifló.

—¡MinJu! ¡MinJu!

Junto a Erick los tres se acercaron evadiendo a las estatuas. MinJu lucía bastante consternada, vestida de manera rápida con un jean y una camiseta grande de manga corta; su palidez y ojos enrojecidos daban malas señales.

—¿Qué pasa? ¿Por qué sacan las estatuas? —preguntó Felix.

—Dumbledore- él ha muerto —informó, trastocada.

SeungMin casi cayó cuando Felix aflojó el agarre, pero lo sostuvo con más fuerza. El cabello de Erick tornó una fuerte palidez del color naranjo, con su mano puesta en su frente mientras lanzaba una grotesca maldición entre dientes.

—¿Cómo que está muerto? —preguntó Erick—. ¿Estás segura?

—E-Esa fue la información que me dio el profesor Flitwick —respondió, seria. Bastante nerviosa—. Que el profesor Dumbledore está muerto, y que- que McGonagall nos quiere a todos los estudiantes en el Gran Comedor ahora.

Al notar finalmente el estado en que ellos se encontraban, frunció el ceño.

—¿Qué les pasó a ustedes?

—Larga historia —murmuró SeungMin.

MinJu lanzaba gritos hacia los chicos de su casa a la par que acompañaba a SeungMin, Felix y a Erick ha su lado. SeungMin se topó con sus compañeros de casa, y divisó a TaeHyun y a Minnie igual de no tener idea qué era lo que sucedía.

—Dumbledore murió —susurró SeungMin—. ¿Cómo? ¿Cómo es eso posible? ¿Qué demonios sucedió? —¿Es que sería posible seguir sin la persona más poderosa a favor de ellos? SeungMin no quería ahogarse en la desesperanza.

—La pregunta no es esa —contestó Erick, quien ayudaba a SeungMin también a andar con la poca ayuda que podía otorgar gracias a su brazo—. La pregunta es: ¿quién tiene su varita ahora?

—¿Por qué esa es la pregunta? —preguntó Felix—. Su varita debe de estar con...

—Con el que lo asesinó.

—¿Y por qué es importante?

—Pregúntale a cualquier chico de Durmstrang, la varita que tenía Dumbledore era de las más poderosas alguna vez creadas en el mundo. —El énfasis en no ser puesto en el «mundo mágico» hizo que SeungMin y Felix tragaran de los nervios. —Y es normal que, cuando se desarma a una persona, la varita cambia de dueño. Aquel que haya desarmado a Dumbledore ahora es, en su defecto, un mago poderoso.

—¿Quién demonios pudo hacerlo? ¿Cómo es posible? —continuó Felix, aterrado—. Es Dumbledore de quien hablamos. ¿Cómo alguien fue capaz de matarlo?

—¿Qué va a pasar ahora? —SeungMin le preguntó a Erick—. Dumbledore está muerto, y ahora están protegiendo el castillo. ¿Qué pasa?

SeungMin se sentía un tonto estar preguntándole esas cosas a Erick, a sabiendas de que debía de saber lo mismo que ellos gracias a lo que pasó en el Ministerio de Magia. No obstante, la mirada de incertidumbre en sus ojos lo dejó más intranquilo.

—Oigan —MinJu se les unió—, si ustedes están acá..., ¿dónde están JiSung y HyunJin?

Porque era raro ver a dos de los cuatro.

El rostro de MinJu decayó gracias a las muecas que SeungMin y Felix tenían, notoriamente damnificados. SeungMin no tenía idea de cómo contestar a las preguntas.

—Perdimos a JiSung, no sabemos dónde está —informó SeungMin—, y HyunJin- él..., él murió.

MinJu se detuvo abruptamente, pero ni SeungMin ni Felix pudieron acompañarla. El desconcierto de los demás estudiantes a viva voz era mucho más importante que..., que...

SeungMin no tenía idea de cómo la gente podía perder personas, y se sintió intimidado por el color de cabello que cambió Erick cuando mencionó a JiSung.

De pronto, entre el tumulto de personas, apareció el profesor Flitwick. Era tan pequeño que ni siquiera podía verse, y SeungMin tuvo que afinar sus oídos cuando él se acercó a un grupo de estudiantes.

—Pedimos por favor que los menores evacúen-

—¡¿Por qué debemos de evacuar?! —preguntó un chico de catorce en voz alta—. ¡¿Qué es lo que pasa?!

—¡¿Dónde iremos?!

—Por el momento, deberán de ir a los despachos de los jefes de sus casas y-

—¡No! —alguien interrumpió al profesor Flitwick—. ¡¿Qué pasa?!

Cuando llegaron al Gran Comedor y Felix dejó a SeungMin sentado en una de las sillas de Hufflepuff, notaron cómo el desconcierto era masivo. Cómo chicos tanto de la Línea Integradora como de la Compañía también se encontraban ahí. Cómo la profesora McGonagall lanzaba órdenes a diestras y siniestras a todos los profesores. Y de cómo en el podio de Dumbledore se encontraba Hana.

—¿Qué está haciendo esta loca? —murmuró Erick, y dejó a los dos chicos para ir hacia ella.

Desde lo que fue el primer día de clases hasta ahora, la cantidad de estudiantes presentes disminuyeron considerablemente, sin embargo, con la cantidad de personas convocadas dentro de la Compañía, casi pareciera equiparar con una considerable igualación.

Felix se levantó en el asiento junto a SeungMin para poder identificar a alguien.

—¡ChangBin! ¡JeongIn! —llamó entre gritos para hacerse notar entre el desconcierto—. ¡ChangBin! ¡JeongIn!

Para cuando la casa de Slytherin llegó al Gran Comedor, Felix aleteó sus brazos. Divisó a ChangBin entre los alumnos, pero no a Yeji.

—¿Qué les sucedió? —ChangBin les preguntó cuando se acercó a ellos, preocupado—. ¿Qué les-

—Hay una profecía —le explicó Felix con rapidez, mientras SeungMin bebía de la poción a su lado—. Y fuimos a verla. Nos atraparon los de LiMa pero la Compañía nos rescató. ¿Por qué Hana está acá?

—Ella estuvo acá —les recordó ChangBin—. Lleva días- desde la muerte de Cha-an. Lo que no entiendo es por qué demonios-

—Por favor —la profesora McGonagall volvió a hablar con imposición, esta vez dirigida hacia la casa de Gryffindor—. Deben ir a mi despacho enseguida para evacuar.

—¡Ni un demonio! —Al fin ubicaron a JeongIn, quien se subió a su silla—. ¡No nos iremos! ¡¿Qué clase de Gryffindors seríamos si abandonáramos la pelea?!

—El Ministro del Mundo Mágico: Hans DeLuca, se encuentra en camino al castillo. —Callando a todos en el Gran Comedor, Hana habló. La calva hacía brillar las velas del castillo, y sus flores denotaban una belleza mucho más jovial de la experiencia que ella cargaba encima—. En este instante, luego del fallecimiento del Director Albus Dumbledore, Hogwarts se encuentra desprotegido. —Pareciera que varios alumnos aun no eran conscientes de la noticia, por lo que graznaron con impresión y miedo—. Solicitamos a todos los voluntarios mayores de edad a unirse a nosotros, y a los menores de diecisiete por favor seguir las indicaciones de los jefes de casa.

—¡¿Por qué DeLuca viene?! —espetó JeongIn a Hana—. ¡¿Por qué quiere atacar a Hogwarts?!

—Porque él tiene un conflicto de interés en este instante —informó—. Y nosotros nos encargaremos de proteger a Hogwarts y a sus estudiantes.

—¡¿Con quién?!

SeungMin contuvo el aire ante la agresividad de JeongIn, convencido en querer llegar a las dudas hacia el final. Hana, determinada, contestó a tal nivel que SeungMin quiso derrumbarse sobre Felix.

—JiSung Han, de Hufflepuff —contestó Hana.

Primero cayó el silencio de preguntarse de por qué era él, qué era tan importante como para que el propio Ministro de Magia lo buscara. La asociación de ideas con la participación de él en el torneo y de lo que pasó en la última prueba hizo a SeungMin creer que la voluntad de los chicos por querer ayudar se disiparía.

Hana continuó hablando:

—Solicitamos a los menores de edad retirarse hacia los despachos de los jefes de casa en este instante-

—¡No! —gritó JeongIn, como si la información la hubiese tenido que digerir junto con el resto de los murmullos de los alumnos—. ¡Hemos vivido el mismo conflicto que ustedes! ¡No pueden ser tan diligentes en dejarnos a un lado! ¡¿Cómo nos largaremos?! ¡¿Qué pasará con aquellos que sí se quieren quedar?!

—Menores de edad no pueden quedarse —insistió Hana—. Esto no es un tema de discusión.

—¡Podrán quedarse si es que así lo desean! —MinJu discutió desde abajo.

Hana quedó perpleja por la irrupción.

—¿Qué?

—¡Estudiantes de Hogwarts hemos mantenido una detención estudiantil en este lugar! —espetó MinJu, alzándose sobre su silla. SeungMin era consciente que ella era mucho más racional que la rabia de JeongIn, pero pareciera al fin dejarse abrazar por el coraje—. ¡Un mes y más nos hemos sostenido, y no caeremos ahora! ¡Cualquier enfrentamiento con DeLuca también es enfrentamiento nuestro! ¡Porque él jamás tuvo piedad con nosotros!

Alumnos aplaudieron hacia sus gritos, ante MinJu quien severa sostenía su varita. Hana sostuvo su mirada desde la tarima.

—¡Disculpe que se lo diga, señorita Hana! ¡Pero tal como lo dijo mi compañero! ¡Mientras ellos legitimen la violencia contra nosotros, entonces nosotros legitimaremos la desobediencia! ¡Y tu autoridad no es lo suficientemente fuerte para detenernos!

De la misma forma en la que fue la cena conmemorativa de Mina, los estudiantes golpearon sus puños contra la mesa entre gritos de soporte.

Hana, con su labio fruncido, se adelantó al discurso que la profesora McGonagall deseaba dar.

—Como sea de su voluntad —dijo ella—, pero aquellos que se queden, no estarán solos. Y los demás se retirarán en este instante.

Sin embargo, en ese momento, la puerta del Gran Comedor fue abierta. Todos los estudiantes sacaron sus varitas, y la contención se mantuvo cuando un grupo de treinta alumnos de Durmstrang y cuarenta de Beauxbatons ingresaban, liderados por sus campeonas representativas.

Felix, impresionado, se dejó caer al lado de SeungMin; sus manos se volvieron a aferrar cuando la presencia de Nadine Delagé se impuso ante todo los chicos.

De repente, un pensamiento amargo se puso en la mente de SeungMin.

—¿Por qué, espontáneamente, quiero protegerla? —consultó SeungMin a Felix.

«Porque es la novia de Yeji», pensó Felix al mirar a SeungMin, y ambos soltaron unas risas cargadas de un destrozo emocional importante.

—¿Y HyunJin y JiSung? —ChangBin les preguntó.

SeungMin y Felix volvieron a mirarse, y otras risas soltaron entre lágrimas. Estaban perdiendo la cabeza.

¿Por qué HyunJin tuvo que morir? ¿Por qué JiSung tuvo que desaparecer?

—Espera —SeungMin se limpió una lágrima al mirar a Felix—. ¿Hana dijo que debía de proteger a JiSung? ¿Eso significa que está acá?

Sin embargo, la atención no estaba en ellos mismos. Nadine Delagé y Victoria Krum caminaron con imposición hacia el frontis del Gran Comedor, con Hana mirándolas como si no supiera qué es lo que eran ellas o por qué estaban ahí.

—¡Krum, Krum! —Karkarov la llamó, apresurándose hacia ella, con tono tosco—. ¡No seas loca! ¡Sale de ahí!

—Nadine, pog favog —habló Madame Maxime—, no hagas-

—Como representantes de la escuela de Durmstrang y Beauxbatons —habló Victoria Krum, con su acento marcado—, otorgamos nuestra voluntariedad a la protección del castillo Hogwarts, quienes nos han recibido durante este año.

Felix miró a SeungMin, impresionado y pareciente incapaz de poder digerir lo que sucedía. JiSung había contado cómo, a pesar de la rivalidad, Victoria Krum era una chica bastante cercana a sus convicciones. Nadine Delagé, por otra parte, tenía todas las de perder y nada por la que sacrificarse, y aun así estaba ella ahí. SeungMin no sabía si decir si era por Yeji, por la diligencia, o por la causa.

Sea como sea, continuaba siendo increíble.

Las escuelas parecieron tener un índice de aprobación que nadie respetó, porque Erick, temerario, se ganó junto a Hana para hacer callar los vítores.

—Entonces —retomó él, con una seriedad fuera de personaje—, mientras los alumnos que no quieren estar se retiran en los despachos de los jefes de sus casas, la Línea Integradora estará en los jardines de Hogwarts junto a los profesores. El equipo C-A —apuntó a un grupo de la Compañía—, irán a las torres más altas. El grupo C-D —apuntó a otro grupo—, irán a los pasillos. Alumnos menores de edad que decidan quedarse, cada integrante de la Compañía tendrá como misión paralela la protección de ese estudiante.

SeungMin se impresionó por la convicción de la Compañía al acceder a las normas de Erick en ir a los lugares donde fueron pedidos, mientras que Hana solamente se quedaba callada. Se le era difícil poder adecuar a esos dos como los padres de JiSung, en especial cuando interactuaban; era obvio, pero difícil.

Hasta que una idea se le posó de repente.

—¡Será riesgoso que los alumnos evacúen por los despachos de sus profesores! —gritó SeungMin, levantándose. Felix tuvo que sostenerlo para que no cayera—. ¡Deben ir a Hogsmade, es la zona más segura!

—¿Cómo irían, SeungMin? —consultó Erick.

—¡Conocemos un pasadizo! —informó—. ¡Llega a Honeydukes!

Erick, aunque no parecía convencido, asintió. —¿Serán capaces de llevarlos hacia allá?

—¡Sí! —SeungMin y Felix salvarían a los necesarios. ChangBin los vio, perturbado.

—¿En serio? —consultó él, entre dientes.

—Iremos —informó SeungMin—. ¡Chicos que quieran evacuar, síganme!

Los demás chicos de Durmstrang y Beauxbatons se encontraban en conflicto, sumado bajo una discusión con la profesora McGonagall. Madame Maxime y el director Karakarov estaban en contra de todo lo que pudiese involucrar a sus estudiantes con Hogwarts, pero Nadine Delagé y Victoria Krum estaban convencidas de querer estar ahí.

—¡¿Estás loca?! ¡¿Chiflada?! —le gritó Karkarov a Victoria—. ¡Debemos largarnos en ese instante!

—Si consideras como justo un acto de cobardía, entonces no limitaré a que usted se vaya —espetó Victoria con rencor—, pero yo me quedaré. Compensaré a JiSung Han, director Karkarov.

Al escuchar eso, Madame Maxime miró con lástima a Nadine Delagé.

—Él no te debe nada... —comenzó.

Nadine, bastante insegura y aun así sostenida de pie, asintió. —Lo sé, pego dejagía muy mal visto que nuestga escuela se magchaga en la mitad de una batalla.

—Encuentro que es pertinente de que si son mayores de edad puedan decidir lo que quieren hacer —intervino la profesora McGonagall, mirando con seriedad a los dos directores—. Yo no estoy a favor de que mis estudiantes se sacrifiquen por una pelea, y tampoco deseo que salgan dañados. Pero no bastará nada conque se los prohíba. Debo de estar con ellos.

Victoria ni siquiera esperó a que Karkarov hablara para dirigirse hacia sus compañeros.

—¡Saquemos los cañones! —ordenó ella.

SeungMin, Felix y ChangBin, aun en el comedor, reunieron a los chicos que deseaban evacuar. La mayoría eran menores de quince años, pero el resto que se había quedado pareciera estar ansiosos de la batalla, tal vez por lo que les trajo desde la pelea con los aurores.

Sin embargo, cuando ChangBin lideró el grupo de estudiantes fuera del Gran Comedor con SeungMin y Felix atrás, se dieron cuenta de algo:

¿Dónde estaba el profesor, el más importante en ese instante, de Defensas Contra las Artes Oscuras?

—¡Por favor, evacúen lo más rápido posible! —ordenó Erick—. ¡Y los alumnos que se queden, tenemos como misión protegernos entre nosotros y a la escuela!

—No es esto lo que quiero —masculló Hana.

—Nada es lo que quieres —repuso Erick, enojado—. Ya tuviste tu oportunidad de hacer que chicos vayan a la guerra, y era lindo porque tenían tu edad. Ahora, ellos morirán más jóvenes de lo que tú desertaste de la escuela.

La mirada enrabiada de Hana habría concedido un duelo ahí mismo, pero Alastor Moody carraspeó para evitar que la tensión aumentara y dirigieran al resto de los grupos.

—Escolares —Hana llamó—, cuidarán las torres más altas: Gryffindor, la de astronomía, y los séptimos pisos. Atacarán desde arriba y, si es posible, usen todo el material que puedan.

—Iré con ustedes —informó Erick.

—¡¿Y nosotros qué?! —preguntó JeongIn, aun alzado sobre la silla.

—¡Se quedarán conmigo, acá! —gritó Moody—. ¡Auxiliarán a los heridos!

—Estoy aterrado —admitió Felix—, ni siquiera sé dónde está Yeji...

—Evacuemos a los chicos y la buscamos, ¿sí? —SeungMin estaba atrofiado por el temple que se forzaba a tener—. Deberá de estar con SaeJah o con los otros chicos.

Sin embargo, antes de que SeungMin diera un paso para seguir al grupo y a ChangBin, Felix lo tomó de los cabellos y le dio un beso en los labios, con sus ojos cerrados con tanta fuerza y sus manos temblando en su cabeza.

—Te quiero —susurró Felix sobre su boca.

SeungMin le tomó de las manos para apartarlos, y asintió.

—Sí, lo sé. También yo.

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JiSung no tenía idea hacia donde Cohan lo dirigía, pero confiaba plenamente en él.

Pronto, de camino, se dio cuenta de que era dirigido hacia la sala donde impartió todo el curso Defensas Contra las Artes Oscuras, en el tercer piso de alguna torre. JiSung estaba lo suficientemente desconcertado como para poder decir algo. No creía que dicha despersonalización era causada por el temor que sentía en sus venas.

Al llegar a la sala de Defensas Contra las Artes Oscuras, Cohan cerró la puerta a su espalda.

—Bien —como si él pareciera querer mantener la calma pero estaba de todo menos calmado—, ¿qué demonios pasó?

JiSung, con sus sentimiento estancados, comenzó a vomitar toda la información que tenía- que era, en su mayoría, todo lo que sucedía.

Con la puerta cerrada con llave y la confusión, Cohan miró a JiSung.

—¿Qué demonios?

—Me da igual el resto —le dijo JiSung—, ahora- ahora yo quiero saber qué mierda con MinHo. Lo usarán de- de arma. No quiero eso. Necesito ir con él.

—JiSung- me dijiste que DeLuca te debe matar por la profecía que fuiste a buscar con tu equipo hace unas horas atrás. ¿No te preocupa eso?

—¡MinHo será usado como arma! —insistió JiSung, asustado—. ¡Sé como termina eso! ¡Y yo ya- ya le dije! ¡No puedo dejar que MinHo muera!

—¡JiSung! —Cohan lo tomó de los hombros—. ¡Cálmate, por favor! Háblame de la profecía.

—¡Ya le dije!

—¡No! ¡Me dijiste lo de DeLuca, no lo del resto!

JiSung palideció. —¿Qué «resto»?

Como si Cohan empatizara con él, también se colocó en blanco. —¿Cómo no sabes?

—¿Qué no sé?

—Las estrategias. Los ataques. Los encantamientos-

—¡No, no sé!

—¡JiSung!

—¡Debo matar a DeLuca, e impedir que él mate a MinHo! —exclamó JiSung—. ¡Necesito llegar a él! ¡Hana lo convocó antes del amanecer!

JiSung ni siquiera sabía qué hora era, por lo que buscó con desespero algún reloj en todo el aula. Se topó con uno, junto al mueble de sus suministros, y la hora marcaba las cuatro quince de la madrugada. Evitó sollozar de impresión ante eso porque- ¿acaso todo había pasado tan rápido.

Para evitar caer en pánico de nuevo, tomó aire con lentitud mientras Cohan lo esperaba, igualmente expectante, a que hablara.

—La profecía dice que debo matarlo, y no tengo idea de cómo hacerlo —admitió JiSung—, pero sé que debo. Y tengo que llegar antes de que Hana le lance el lobo a DeLuca para así evitar que MinHo muera.

Era claro en su cabeza, un plan sencillo. Ni siquiera sabía lo que pasaba afuera como para poder concordar las dinámicas de acción, pero tampoco estaba interesado en eso. JiSung tenía solo dos metas: salvar a MinHo, y matar a DeLuca.

Cohan pareció vacilante ante las decisiones arriesgadas de JiSung, sin embargo, no vaciló ni lo cuestionó. Fue hacia su armario de armamento y, al abrirlo, sacó un viejo libro de ahí.

—Sácate la camiseta y recuéstate sobre el escritorio —ordenó Cohan—, te escribiré un par de runas.

De la misma confianza nacía la valentía y el querer, como hacía despojar a todo del miedo. JiSung se sacó su camiseta y polerón de Hufflepuff, lo dejó en el suelo y se recostó en el escritorio de Cohan, en la espera de que él buscase lo que debía encontrar.

Mientras, modificó su oído bueno a uno con mejor audición para poder percibir algo del exterior. Aunque el salón no estuviese alejado de la acción, era importante reconocer que era un aula especializado para el trabajo de las Artes Oscuras, por lo que la magia se percibía diferente, a su vez que el caos no estuviese bien centralizado como para hacerlo sentir miedo.

—¿Dijo que los vio en el Gran Comedor? —preguntó JiSung—. ¿A quiénes? ¿Qué hacían?

—La Compañía —informó Cohan. Junto a su libro, sacó una daga de piedra que desinfectó con magia—. Evacuarían a los alumnos menores y organizaban proteger el castillo. Convocaron a las esculturas y armaduras para ganarse en los limítrofes de los jardines.

—¿La de los pasillos?

—Sí. Protegerán a Hogwarts.

—DeLuca me quiere a mí, y Hana dijo que se interpondría entre ambos —insistió JiSung—. Todos terminarán muertos.

—JiSung, la gente que queda en la escuela no son lo mismos que viste en tu primer día de clases —le recordó—, ahora son otros. Y más gente dedicada a la Compañía. Nosotros, como maestros, no podemos hacer más que también proteger a los estudiantes.

—Pero vienen por mí.

—Quien, coincidentemente, también eres un estudiante.

JiSung sintió cómo un trapo húmedo se pasaba por toda su espalda, y se forzó a guardar toda potencial escama que pudiese llegar a aparecer.

—Dijiste que viste a mis amigos. ¿En serio están ahí?

—Sí, están ahí.

—¿Y están bien?

—Algo heridos, en realidad. SeungMin tiene el muslo perforado, y Felix está con él.

—Eso es genial —JiSung pegó su frente en el escritorio—. ¿Y HyunJin?

Cohan negó. —Ni idea. Pero vi a su madre. Una belleza.

—Entonces, debe de estar con Yeji —razonó JiSung, y de a poco sintió sus dientes apretarse—. Bien..., haz lo que tengas que hacer.

La punta de la navaja de piedra se posicionó en el omóplato izquierdo de JiSung, mientras que su otra mano hacía presión en la piel desnuda. JiSung cerró los ojos para recibir el impacto del dolor.

—JiSung, será magia oscura la que tallaré —advirtió Cohan.

—Está bien. Está bien —insistió sin paciencia.

—Nadie te podrá atacar por la espalda, lo que significa que deberás ir de frente con las maldiciones.

—¡Bien! ¡Hazlo ya!

La posesión de la magia oscura en el tallado lo hizo gritar en agonía. Su cuerpo se sacudió, pero su mente se concentraba en que las escamas de dragón no aparecieran. Su frente fue golpeada en reiteradas ocasiones mientras Cohan tallaba en sus omóplatos y espalda baja dicha runa.

La magia oscura aparecía como si le inyectasen sangre, un nuevo fluido entre los tajos que iban hacia sus huesos para paralizarlo momentáneamente. Intentaba situar su imaginación en otro escenario, en alguno mucho más optimista o fantasioso donde podía ganar la pelea gracias a eso. Algo debía de servir las runas que le hacían arder en su espalda, como la maldición que DeLuca le echó en el Bosque Prohibido o Victoria Krum durante la prueba en el laberinto.

—¿Sigues consciente? —consultó Cohan.

—Sí, ¡sí! —gritó, golpeando una vez más su frente—. ¡Agh! ¡Puta mierda!

—Pasará, pasará.

—¡Por mierdas como estas debo pasar para matar a DeLuca! —maldijo JiSung—. ¡Carajo!

Una de las runas talladas cerca de su cintura fue desprendida por una fuerte sacudida en el techo. JiSung se aferró en el escritorio para no caerse, y Cohan se levantó enseguida para tomar su varita e ir hacia la entrada del aula.

—¡¿Qué sucede?! —preguntó JiSung, adolorido.

Cohan se detuvo a mitad de camino para regresarse hacia su armario y, de ahí, sacar el baúl donde estaban escondidos sus boggarts y los grindylows. Lo arrastró por todo el aula y, tras abrir la puerta, los lanzó para exclamar una maldición a punta de su varita para abrir el baúl.

Rápidamente se encerró con JiSung en el aula.

—Supongo que no nos tomará demasiado tiempo —bromeó Cohan. Tomó de nuevo la navaja de piedra y continuó tallando—. Falta poco, JiSung.

—¡Mierda! —chilló—. ¡Si hubiese matado a DeLuca, no estaría pasando por este dolor del infierno!

—Bueno- siempre tuviste esa punzada correctamente.

—¡Era verdad! Carajo —masculló—. Todo el año lo supe. Siempre dije la verdad.

La mano de Cohan, ahora ensangrentada, se apoyó con fuerza sobre su piel como si aquello fuera una especie de consuelo. —No quise creerte, JiSung, lo siento.

JiSung escupió.

—Da igual. No debía por qué. —Una vez más, colocó su frente en el escritorio, urgiéndose—. Debí... matarlo. Tuve la oportunidad.

—Estabas cansado por el torneo-

—No. Ahora, Cohan. Cuando mató a Dumbledore... —JiSung se golpeó con más fuerza su cabeza. El ardor de la carne dentro de él era venenoso—. ¡Mierda! ¡Pude matarlo y no lo hice!

—JiSung-

—¡No lo hice porque MinHo lo mataría con el lobo, y no podía permitirlo! —JiSung volvió a chasquear su lengua—, ¡e incluso lo salvé de los Selkies! Dios mío, ¡soy un imbécil!

De repente, el corte dejó de trabajar. La otra mano que estaba sujeta a JiSung comenzó a temblar, y Cohan bajó su cabeza para estar cerca de la JiSung.

—¿Qué me estás queriendo decir? —susurró Cohan, como si los murmullos de afuera y las sacudidas que sentían del techo tuvieran prohibido escucharlos—, ¿le salvaste la vida a DeLuca?

Y aunque JiSung se sintiese estúpido por eso, el recuerdo de Victoria hablándole sobre su amabilidad siendo su defecto fatídico se hizo presente. —¡Sí!

JiSung esperó el regaño, la burla o el grito de furia. Los temblores en el techo se hicieron mucho más intensos, a tal punto que polvo caía sobre ellos. Los gritos desde fuera del pasillo también estaban presentes, casi lejanos como para ser un desvío, pero el encantamiento patronus al parecer de ver al boggart generó que su columna volviese a urgirse.

Después del silencio, JiSung sintió como Cohan le agarraba la cabeza y le daba un beso entre sus cabellos.

—Eres... un genio- ¡Un puto genio!

JiSung no entendió. Una gran cantidad de agua lo bañó su espalda, limpiando toda la sangre y magia oscura que Cohan le implantó. Se sintió más debilitado cuando el agua lo chorreó, y se secó con ayuda de Cohan antes de incorporarse en el escritorio.

—¿Qué...? —JiSung estaba desorientado—. ¿Por qué?

—¡Eres un genio! —repitió Cohan, como si aquella fuese la primera vez que estuvo sinceramente orgulloso de JiSung—. ¡Creaste un contrato con DeLuca! ¡Un vínculo!

—¡No entiendo!

—JiSung, le salvaste la vida a DeLuca —Cohan lo tomó de los hombros—, eso significa que él te debe su vida. La única forma en la que él pueda librarse del contrato es salvándote la vida, sin o, él estará eternamente condenado a hacerlo. Está imposibilitado a acabar con la tuya.

Entre dejar de superar el veneno de la magia oscura, los gritos ajenos desde fuera el pasillo y el ruido de las explosiones, JiSung intentó traer consigo su memoria de cuándo había escuchado eso. Aquellas palabras se le eran familiares, sin saber de quiénes. Alguien le había plantado la misma mierda en una línea compensatoria.

Hasta que lo recordó, con Chan escondido bajo uno de los mesones de la cocina de Hogwarts, mientras compartía una botella de alcohol con JiSung luego de haber sido rescatado de la casa de los Yeh.

«—Tú me rescataste, y quedé en deuda contigo. —Había dicho Chan, con la botella alzada sobre sus cabezas. —Ahora, ninguno está en deuda con el otro. Podremos morir en paz.»

Y DeLuca no quedaría nunca en paz si es que mataba a JiSung.

El mundo fingió que se detenía ante dicha realización, y su cabello se tornó blanco en contacto del veneno de la magia oscura; el desgarro de su alma era tan atrofiado que incluso la ambivalencia le hacía creer que estaba en el mejor estadio de su vida, porque con él la realización trajo algo que hace tiempo no había sentido en su cuerpo:

Esperanza.

JiSung podría detener la guerra, independiente de si él moría en el intento. Aquello terminaría cuando él lo dijera.

El ruido de las explosiones fue mucho más cercano junto con los gritos. Cohan miró a JiSung con ojos en alerta.

—Vístete y sale por la ventana. Yo retendré a cualquiera —ordenó.

JiSung hizo caso. Se colocó de nuevo su camiseta y su polerón con el logo de Hufflepuff, cuya sangre de lobo y propia teñía algunos sectores. Cuando las explosiones se hicieron ensordecedoras y el aula tembló, Cohan se posicionó cerca de su escritorio con su varita en mano.

Aunque JiSung no quisiese ver atrás, abrió la ventana y se dirigió a Cohan una vez más.

—Profeso —le llamó—, fue un honor haber sido su estudiante este año.

Cohan no le retribuyó su mirada, pero le regaló su sonrisa sarcástica.

—El placer fue mío, Han.

Para cuando la puerta del aula fue abierta, JiSung ya se había lanzado por la ventana. Su cuerpo mutó con facilidad a dicha lechuza café que sobrevoló el jardín, y se apresuró entre explosiones y maldiciones alcanzar algún lugar alto para poder hacer su planificación, llegando a la torre de Gryffindor.

No obstante, con la hora perdida y sus heridas, visualizar el jardín de Hogwarts.

La gente del Ministerio ya había llegado a través del Lago Negro y los limítrofes del Bosque Prohibido donde la protección del castillo no alcanzaba. Algunos inclusive caían en escobas mágicas y en la presencia de gigantes que dejaron a la lechuza boquiabierta, agregando así a aquellas esculturas y armaduras que comenzaron con el ataque de armamento.

La visualización era asombrosa, para no decir terrorífica. Los olores de la magia ahondaron en todas partes como la propia batalla, de las esculturas blandiendo sus espadas hacia los políticos que ingresaban con encantamientos y maldiciones. JiSung no sabía si era demasiado la gente de la Compañía como para mantener la pelea. El terror de ver el lugar que consideró su hogar por los últimos seis años era destrozado con una sencillez increíble que resultaba casi capaz de borrarse, como la ceniza que llevaba el viento de ese instante.

Desde el Lago Negro, se escuchó los bramidos del director Karkarov a su vez que el gran barco de Durmstrang se alzaba. Visualizó desde el suelo a JungWoo, con su varita alzándose sobre su cabeza entre gritos.

—¡Entren a la escuela! ¡Ingresen ya!

JiSung ni siquiera podía reconocer quiénes eran los de la Compañía y quiénes eran los políticos de LiMa, pero uno de los grandes tumultos reunidos a mitad de jardín fue disipado por una bala de cañón expulsada desde el mismo barco pirata de la escuela.

«Los chicos están acá —recordó JiSung—, debo buscarlos. Debemos hacer un plan para ir por MinHo».

Pero encontrarlos en todo ese caos sería imposible, por lo que se dirigió volando durante la segunda explosión caía en el suelo hacia la casa de Hufflepuff. Y vio volar una bala de cañón desde el barco hacia el cuarto piso de la escuela, donde arrasó con el piso de abajo: el aula de Defensas Contra las Artes Oscuras.

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Guiar a un montón de estudiantes, presos del pánico, era una misión simplemente dificultosa. Pero SeungMin, Felix y ChangBin no darían su brazo a torcer entre los gritos histéricos.

Era alrededor de ochenta menores, quienes intentaban dirigirse hacia sus propios dormitorios para ir en busca de sus cosas. Los tres muchachos intentaban mantenerlos a todos cerca de la estatua de la bruja tuerta en el tercer piso, pero la cantidad de estudiantes hacía peligroso que todos llegaran a un mismo lugar.

—El otro está en el Sauce Boxeador, pero será casi imposible llegar hacia allá —dijo SeungMin a Felix—, y tampoco queremos un asado de niños a causa de un lobo.

—¡¿Qué?! —chillaron un par, entre ellos Tommy Tom Thompson y Sunniva Shaftoe.

—¿Qué hay de la Sala de Menesteres? —ideó ChangBin—. Si se transforma en lo que quieres, ¿cómo no puede ser una jodida salida del castillo?

SeungMin y Felix abrieron la boca, impresionados. Ninguno se había esperado ese plan.

—¡Bien! ¡Curanta-y-cuarenta!

ChangBin tomó el grupo para entrar por el extenso pasadizo de la bruja tuerta, mientras que SeungMin y Felix lideraron a los otros cuarenta chicos hacia el séptimo piso. Sus varitas, desfundadas, poco a poco se alzaron más cerca de sus hombros cuando llegaron a las escaleras móviles de mármol.

—¡Vale! —SeungMin, una vez más, sacó su voz de prefecto para llamar la atención a los cuarenta estudiantes atemorizados—, ¡sin importar lo que pase, suban hasta el séptimo piso! ¡Felix, ve al inicio!

Felix tomó de la mano a Tommy Tom Thompson y a Sunniva Shaftoe antes de comenzar a subir los escalones de dos en dos, aferrando su propi cuerpo entre escalones para no perder el ritmo y así los cuarenta estudiantes pudieran subir con rapidez. SeungMin se derrumbó un instante en los escalones, con el ruido de las explosiones más cerca provenientes del jardín.

Un fuerte estallido de bomba hizo de que las escaleras se sacudieran y perdieran la continuidad. SeungMin subió enseguida detrás de ello, y ayudó a levantarse a los chicos que quedaron separados entre los escalones. Tras llegar al cuarto piso, las escaleras que ascendían fueron destrozadas por un potente encantamiento «Bombarda», haciendo que varios rodaran escalones abajo.

SeungMin alzó su cabeza del aturdimiento, y el grito desesperado de los alumnos hizo que volviera a mantenerse en guardia enseguida. El proveniente del ataque de bomba era un político de LiMa, de traje y ojos rojos inyectados de sangre.

DeLuca ya debía de estar ahí.

—¡Vayan por el pasillo! —ordenó SeungMin.

Los estudiantes se ayudaron a levantarse y correr por el primer pasillo que las escaleras le cedieron. Deberían de rodear toda la escuela para llegar a la siguiente torre para alcanzar la Sala de Menesteres.

—¡Lleguen allá! —gritó, y lanzó un encantamiento al político.

Más polvo comenzó a desprenderse del techo, y a través del rabillo de su ojo podía ver a través de los ventanales la cantidad de luces que brotaban de las varitas en los duelos del jardín. El político lanzó una maldición a SeungMin que desvió, y su hombro ardió del propio miedo que se le era incapaz de expresar.

—¡Desmaius!

—¡Diffindo!

Ambos encantamientos chocaron. SeungMin sacó en su mente todo lo que aprendió ese año, y de que algo debe servir estar en la casa de Ravenclaw.

Fue así como el temblor bajo sus pies le hizo encantar un «protego» para ver por la ventana: el barco de Durmstrang atacaba el jardín de Hogwarts.

—¡Accio bala de cañón!

SeungMin corrió en dirección contraria ante el fuerte estruendo en su espalda cuando la bala atravesó las ventanas y chocó con el cuerpo del político, dejando solo sus pies en el suelo. La bala y el cuerpo chocaron en el muro, haciéndolo estallar y destrozar el aula en su interior.

Habría sido fascinante si el suelo no hubiese sucumbido a sus pies.

—¡No, no, no!

Corrió todo lo que pudo, optimista en que los estudiantes habrían llegado al séptimo piso para encontrarse con Felix frente a la Sala de Menesteres. Corrió con suma velocidad hasta que sintió sus pies poco a poco perder lo sólido, y comenzar a caer hacia el piso de abajo sin esperanza.

—¡Levicorpus!

El chillido desesperado de Yeji hizo que SeungMin se sintiera azotado por un fuerte látigo que lo levantó hacia el techo y lo lanzó con fuerza sobre la cabeza de ella, caer al suelo, y rodar por un par de metros con sus pulmones atrofiados. Yeji le hizo compañía enseguida para ayudar a levantarlo, y entre su desoriento, SeungMin notó que varios de sus compañeros se encontraban reunidos frente a la biblioteca.

Los ojos de Yeji estaban enrojecidos, tal como su nariz, cubierta de mugre, y preciosa como siempre. Estaba aferrada a los brazos de SeungMin y temblaba por completo, mientras a su espalda SooBin, Kai, su amiga Lia, Minnie y TaeHyun miraban con el mismo escepticismo y vacile.

—¿Qué sucede? —preguntó SeungMin.

—No sabemos qué hacer —admitió Yeji—, nunca nos prepararon para esto.

—Hay una vía de escape en el tercer piso, detrás de la bruja tuerta. Y hay otro en el séptimo.

—No. Queremos pelear —insistió SooBin—, y no sabemos cómo.

SeungMin sostuvo la presión en su pecho tal como Yeji en sus brazos, con unas inminentes ganas de querer abrazarla. Su mirada se dirigió hacia afuera, a los jardines, de cómo los políticos y aurores peleaban con las personas de la Compañía. Si Durmstrang lanzaba cañones hacia los jardines, todos entrarían a la escuela, y la pelea sería mucho más limitante y sangrienta, por lo que los gigantes que LiMa había reclutado cambiaron sus direcciones hacia el gran barco.

Divisó en la orilla del Bosque Prohibido a la carroza de la escuela de Beauxbatons, cómo un grupo de estudiantes se acercaban a los grandes caballos alados y los montaban, pero no despegaban.

—¿Qué hacen? —le preguntó SeungMin a Yeji.

Ella limpió la sangre de su nariz, nerviosa. —Son órdenes de Hana. Se alzarán cuando ella lo indique.

SeungMin pensó en sus padres, como una clarividencia.

—¡¿Y si usamos las plantas del invernadero?! —ideó, y apuntó con su barbilla a SooBin—, a ti te intentó comer una, una vez.

—¡Ah, sí! —recordó—. ¡Las plantas de la profesora Sprout!

El grupo corrió hacia el invernadero, pero cuando Yeji quiso unírseles, SeungMin la aferró del brazo antes de derrumbarse sobre ella. Su herida no estaba siendo tratada.

—Mierda, mierda, mierda —Yeji se asustó—. ¿Qué hago? ¿Qué hago?

—¿Ahora? Debemos ir al despacho de Dumbledore —informó SeungMin—, llévame allá. Seguro me puede cuidar la pierna y- y tiene el jodido Sombrero Seleccionador.

—¡¿Por qué lo quieres ahora?!

—Porque estoy seguro de que alguien le dará un buen uso a esa basura.

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La buhonera fue destruida, y la cantidad de aves que brotaron dejó desconcertado a todos. JiSung desvió la gran cantidad de lechuzas para entrar a la recepción y sobrevolar los duelos que había en el suelo para poder llegar a la sala de Hufflepuff.

Los temblores de las balas de cañón eran insistentes, y los gritos también. Frente a los barriles, JiSung se transformó en humano y golpeó el ritmo para ingresar y correr hacia adentro. Toda la Sala Común estaba vacía, y tenía rastros de juegos de ajedrez, cartas, la llama de la chimenea apagándose de a poco; corrió hacia el dormitorio, y, tras abrir la puerta, sintió el maullido atemorizado de Soonie romperle el corazón.

—¡Estás bien! ¡Estás bien! —dijo, hincándose para tomarlo. Soonie maulló de desespero y enseguida apegó su cabeza al hombro de JiSung—. Okey- okey..., ¿dónde demonios te dejo? ¡Accio Mapa!

Entonces, lo recordó:

No tenía su varita.

—¡Puta mierda!

¡¿Cómo demonios enfrentaría a DeLuca sin su varita?!

«¡Bien, que no cunda el pánico!»

Soonie se aferró al hombro de JiSung, y dio vuelta el dormitorio por completo para buscar los pergaminos. Los encontró en el lado de SeungMin, y, tal como fue con el libro de la Compañía, transformó su pulgar en una garra de dragón para tajear su índice y dibujar una runa de apertura sobre el pergamino.

Las letras salieron tintadas de roja, manchadas por todo lo que sería Hogwarts. JiSung, sin interesarse, comenzó a buscar el nombre de sus amigos en todo el castillo- pero pareciera funcionar demasiado incorrecto o extraño por la presencia de tantas personas invasoras al castillo.

Encontró el nombre de SeungMin con el de Yeji, yendo hacia el despacho del director. Encontró a Felix en el séptimo piso, desapareciendo y apareciendo de tanto en tanto. También vio el nombre de ChangBin aparecer por el pasadizo de la bruja tuerta. Y divisó a JeongIn en el Gran Comedor con Yuna, BeomGyu, y a Alastor Moody con ellos.

No podía encontrar a HyunJin entre tantos nombres.

Antes de que pudiera concentrarse con mayor calma para buscarlo, un fuerte ruido retumbó en las paredes de Hogwarts. Sintió que perdía una vez más la audición de su oído bueno ante la aguda voz que lo penetró. Por un instante, incluso la pelea había acabado afuera.

Comprendo que no sea de tu agrado mi presencia en este lugar, pero es mi deber informar que, en tierra segura, puedo acreditar que ha habido mejores momentos para enfrentarnos.

JiSung corrió hacia la ventana del dormitorio, e intentó visualizar algo. Desde lo más lejano, una gran ola expansiva de luz verde acaparó la mayor parte del jardín, y grandes gritos se soltaron.

Antes del amanecer, como he prometido. Pero cabe aclarar, señorita Hana, que mi objetivo no es usted —la voz amable de DeLuca retumbó con tanta fuerza que JiSung debió de taparse su oído bueno—. Como fue advertida- mi búsqueda se encuentra centrada. Tengo un objetivo real...

Enseguida, JiSung regresó hacia el Mapa del Merodeador para poder buscar a Hana ahí. Ella tenía su varita. Debía de ir antes de que se enfrentara a DeLuca, sin embargo, fue inútil; ella no fue estudiante de Hogwarts, por ende, no tenía forma de identificarla en el mapa.

Pero su cabeza también estaba en alerta. ¿Dónde demonios estaba HyunJin?

... Y mataré todo aquel que se interponga.

JiSung tomó a Soonie de la barriga y lo llevó al baño para encerrarlo ahí. Divisó su mesa de noche, donde las camelias se iluminaban como si fuera la propia música sin concordar con el cabello de JiSung, y se fue de la sala de Hufflepuff.

Sin embargo, al llegar al vestíbulo, su cuerpo se paralizó al instante. La gente aun peleaba y se enfrentaba entre ella. La vista de los gigantes derrumbando el barco de Durmstrang le aterró, junto con el grupo de la Línea Integradora más alumnos de Hogwarts forzaban a los aurores y políticos dejarlos fuera de la estructura. Una de las balas de Durmstrang voló hasta uno de los pilares de primer piso, cayendo los escombros sobre varios que JiSung no podía diferenciar el bando. Se escondió detrás de uno de los muros, desesperado, y giró de lado a lado su cabeza.

—¡Ahí está!

El llamado de la mala suerte fue lo que le dejó paralizado, y dos encantamientos chocaron hacia él. Instintivamente se giró para darles la espalda, y sintió cómo una corriente eléctrica punzaba en los lugares donde debería haberle llegado las maldiciones, funcionando las runas de magia negra que Cohan había inscrito en él.

JiSung se giró, y escupió fuego como la única arma que tenía para defenderse.

Corrió pasillo abajo para desviar a aurores y políticos de LiMa, aunque la dificultad fuese alta. Tropezaba e intentaba buscar algún arma para defenderse porque correr y escupir fuego era una actividad agotadora. Debía de encontrar a Hana si es que quería lograr algo.

Sus pies lo direccionaron hacia el Gran Comedor, y tropezó con la puerta justo a tiempo que Alastor Moody aturdió a los magos que lo seguían.

—¡¿Qué demonios haces acá?! —Moody le gritó—. ¡¿Quién te sacó?!

—¿Dónde está mi varita? —apresuró JiSung a él—. Entrégamela.

Moody le miró como si fuera un ridículo, y su ojo mágico se volvía loco al mirar en todas partes.

—Hana la tiene.

—¡¿Hana?!

—¡¿JiSung?!

JiSung se asustó ante el grito, solo para notar que JeongIn lo había llamado. No entendió mucho de qué iba la situación, pero pareció su corazón calmarse cuando JeongIn saltó sobre él para abrazarlo por los hombros.

—¡Estás bien! —JeongIn le gritó en su oído—. ¡Por dios! ¡No alcancé a hablarles, pero vi a SeungMin y a Felix! ¡Estaban tan mal que no sabía si tú y HyunJin...!

—¿SeungMin y Felix? —JiSung se apartó de JeongIn—. ¿No has visto a HyunJin? ¿Aún no?

—¡Creo que está con Yeji, porque tampoco lo he visto!

—¡¿Y dónde está SaeJah?! ¡¿Y Erick?! —Esta vez las preguntas iban direccionadas hacia Moody.

—Ni idea con SaeJah. Erick dijo que iría a ver el séptimo piso y-

Una explosión se escuchó fuera del Gran Comedor, y Moody con JeongIn prepararon sus varitas. JiSung corrió hacia dichos marcos gigantes que el comedor tenía para observar hacia el jardín, en la espera de ver algo en la batalla.

Hasta que su pelo se volvió en punta de un escalofrío cuando el aullido del lobo retumbó más fuerte que los cañonazos.

Les juro que esta historia me tiene muy nerviosAAAAAAAAAAAAAAA

Igual, agradable recordar que en este capítulo JiSung aun cree que HyunJin está vivo *llora*

¡Gracias por leer!

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