5. SeungMin y Felix, sentados en un árbol
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso.
Capítulo 5
SeungMin y Felix, sentados en un árbol
Agosto 22, lunes en la mañana
MinHo pensó que ese día fue particularmente despertar, pero todos en la mansión actuaron con una ordinaria cotidianidad que él quiso convencerse de que no había de qué preocuparse.
Quizá él habría tenido esa reacción antes de todo lo que pasó en su quinto año. Su yo de once años probablemente estaría contento de que Hans DeLuca fuera Ministro de Magia aun cuando él no sabía lo que eso conllevaba. Tener a alguien que beneficiaba a su familia en el poder era exquisito y lo dejaba en una posición social sobre todas las personas. Nadie le faltaría el respeto. Todos le temerían.
MinHo no era como su yo de once años. Tras aparecer en una calle desolada de Londres y caminar hacia la entrada de trabajadores del Ministerio de Magia, notó como en las calles había magia.
Rastros de magia.
Las personas caminaban con normalidad; la ciudad funcionaba como siempre. Nada parecía fuera de lo común pero MinHo podría apostar que cualquier mago que pasaba por ahí podría sentir la gran cantidad de magia que había en la calle. MinHo alzó su mirada hacia los edificios, con los ventanales intactos; nada fuera de lo común.
Sin embargo, tras llegar al Ministerio, MinHo reconoció el caos en el interior.
Entre puntos que celebraban la victoria de Hans DeLuca como grupos que estaban en contra; los panfletos volaban por la cabeza de todos y los murmullos de insistencia no eran más que bochornos que desconcertaban a MinHo. Él decidió ir hacia el departamento de periodismo sin darle una mirada a alguien- en especial para cuando lo agarraron de los brazos para compartir la emoción; felicitarlo; alabar el financiamiento de la campaña; recordar la alianza que Hans DeLuca tenía con los Lee.
«Esto es una pesadilla», pensaba MinHo ante cada mago que le sonreía abiertamente. MinHo solamente se involucró en su papel.
Una vez que llegó al departamento de periodismo, el funcionamiento de El Profeta era tan intenso que grandes fardos de papel se trazaban en las maquinas con la tinta mágica. La imagen de Hans DeLuca estaba por todas partes, y la portada como "¡VICTORIA!" bombardeaban todas partes. MinHo sentía su estómago darse vuelta por el asco.
El señor Michigan, en su despacho, conversaba con dos trabajadores (un hombre y una mujer) con una botella de wiski de por medio. MinHo esbozó una ligera sonrisa de cordialidad mientras se instalaba en su pequeño escritorio para trabajar, pero el señor Michigan lo llamó con un cantarín tono de voz que hizo creer a MinHo que ya se encontraba borracho.
—¡Dime, muchacho! —exclamó él, mientras le cedía un vaso de wiski—. ¿Orgulloso de la victoria? ¡¿Quién diría que lo lograríamos?!
—No hay que subestimar los buenos candidatos —concordó MinHo mientras hacía sonar su vaso con el de los otros dos invitados—. Falta de participación política en el Mundo Mágico es lo que hace que sucedan cosas como esta.
—¡Vaya, que eres inteligente! —halagó la mujer. Una maga de túnica refinada que rondaba los treinta y llevaba su segundo vaso de wiski—. Debes ser el primer lugar en Hogwarts.
—No me gusta fanfarronear de otras cosas.
El señor Michigan rio a carcajadas y el otro hombre palmeó con fuerza la espalda de MinHo, también entre risas. MinHo se sintió un poco incómodo, por lo que dio un trago al vaso.
—Se restituirán los valores —comentó el otro hombre—. Los últimos treinta años no han sido más que catastróficos.
—Por lo que tengo entendido... —habló MinHo—, el modelo político que el Ministro DeLuca quiere hacer está inspirado en el de Corea del Sur. ¿No?
—¿Tu pasatiempo es ver cómo es la política en otros países? —preguntó de nuevo la mujer, totalmente asombrada—. No sabía que el hijo de los Lee fuera tan aplicado.
«Esto realmente me enferma», pensó MinHo, mientras daba otro trago a su vaso.
—Yo no diría que es una inspiración —contestó el señor Michigan—. Creo que es más una alianza. Reino Unido aliándose con Asia. ¡Sobre potencia mágica! DeLuca gobernará al otro lado del océano, también. Si seguimos así, probablemente haya una expansión en los territorios europeos de esto.
—Francia estará totalmente en contra —dijo la mujer—. Mi hija está en Beauxbatons. Dice que hay una gran cantidad de personas tan diferentes a ella que le hacen sentir incómoda.
—Deberá acostumbrarse, si ella viajará a Hogwarts —mencionó el hombre.
El señor Michigan lanzó una carcajada mientras intentaba callar al hombre. MinHo no entendió a lo que se refería. —¿Eh?
—Ash —se quejó la mujer, con su mano apoyada en su frente—. ¿No conoces las reglas, Max?
—Se me escapó —enfatizó Max en la o, mientras una sonrisa se mostraba en su boca—. Lee pequeño, ¿en qué año de Hogwarts estás?
—Séptimo.
—¡Ah, sí podrás participar!
—¡Calla! —la mujer golpeó a Max. El señor Michigan, por otra parte, rebuscó algo debajo de su escritorio—. Siempre se especificó que los estudiantes no deben saber de eso.
—¿Creen que el muchacho es idiota? —preguntó Max, con su mano en dirección a MinHo—. Dime, Lee. ¿Sabías o no del Torneo de los Tres Magos?
MinHo casi desencajó su mandíbula ante eso. «¿Por eso pedían traje de gala?»
—¡Mira, que él no sabía! —insistió la mujer.
—MinHo... —El señor Michigan le llamó. MinHo lo vio con una botella nueva de wiski en la mano, y la guardó en una bolsa de cuero. —Hazme el favor y ve a dejarle esto a la señorita Davies- la del departamento de Registro Civil.
MinHo tomó la bolsa con rapidez para salir huyendo de ahí; abandonó la oficina con los adultos charlando sobre las cosas que MinHo no debía saber. «¿Torneo de los Tres magos? ¿En serio es una buena idea hacerlo ahora?», pensó MinHo.
Él había escuchado sobre ese Torneo. Cuando estaba en primer año, chicos de quinto, sexto y séptimo año viajaron hacia uno de las tres escuelas cedes del evento. A final de año, regresaron sin la copa pero ubicados en el segundo lugar, y para su segundo año fue de lo único que se habló hasta que la moda pasó.
Y si ahora se volvía a realizar el torneo, ¿qué escuela sería cede?
Estaba primero la Academia Beauxbatons, ubicado en Francia. Era característico de ellos que los estudiantes fueran finos y refinados- con clase naturalizada en ellos. MinHo sabía de esa escuela porque su papá había asistido, y de tanto en tanto se le escapaba el acento francés cuando hablaba con sus hermanos.
Y después se encontraba el Instituto Durmstrang, ubicado en Noruega. MinHo tenía un profundo respeto hacia ellos porque era una escuela especializada en las Artes Oscuras y al pureza de sangre. Se preguntó cómo tendrían estudiantes si es que todas las sangres se encontraban mezcladas.
MinHo no quería pasar su séptimo año, estudiando para los Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas.
Como siempre, MinHo cruzó el ministerio evadiendo a la gran cantidad de personas que celebraban y trabajaban. Saludó con cordialidad a alguno de los rostros conocidos y, al llegar, se encontró con la señorita Davies moviendo su varita sobre un podio; las hojas de archivo se movían de un lado a otro sobre la cabeza de todo los trabajadores.
—Señorita Davies —le llamó MinHo. Ella, al notar su presencia, se bajó del podio—. El señor Michigan le manda esto.
La señorita Davies, con su cabello enredado en un tupé y con túnica corta, tomó la bolsa de cuero con inseguridad. Tras abrirla, bufó con descaro.
—Bah —masculló ella—. ¿Qué está celebrando este idiota?
—La victoria del ministro DeLuca.
—¿Qué victoria? Dile de mi parte que no se acomode demasiado. Se corre el rumor de que nos sacarán a todos los jefes de los departamentos para renovarlos —la señorita Davies chasqueó sus dedos—. DeLuca no quiere en su gabinete a nadie del gobierno anterior.
Eso era un problema para MinHo porque despedirían a su jefe, pero el ingreso a Hogwarts estaba cerca. No había que preocuparse.
Al seguir viendo los archivos volar sobre sus cabezas, MinHo preguntó: —¿Qué son esos?
—¿Hm? Ah —la señora Davies continuó con su varita sobre su cabeza, y la movió por todas partes—. Ayer hubo caos en el departamento judicial del Ministerio. Hubo manifestaciones después de las votaciones y se llevaron a casi todos detenidos. Solo archivo los nombres de ellos para que queden en su registro.
—¿Alguno interesante?
—Varios metamorfomagos y veelas. También fueron detenidos los hijos del jugador Hwang —contó ella con normalidad.
El estómago de MinHo cayó al suelo al caer en cuenta de lo que ella dijo. Si HyunJin y Yeji fueron detenidos anoche, eso significa que JiSung también estuvo con ellos.
—¿Estuvieron ellos tres- dos en las manifestaciones? —preguntó MinHo—. ¿O toda la familia? —«El señor HyunSan debería de estar en Corea del Sur ahora».
—Ellos dos, solamente —contestó, antes de fruncir el ceño—. Creo que estuvieron con un tercero- no lo sé. Sabes que los Hwang les encanta ser altruistas —murmuró lo último con rencor—, ayudando a los más necesitados...
MinHo le dio la razón. JiSung debió de haber sido detenidos con ellos.
—¿Y fueron todos liberados? —preguntó.
—Todos. Toditos —asintió ella.
Un soplo de alivio se ganó en el corazón de MinHo.
Sin embargo, antes de que MinHo se despidiera de la señorita Davies para irse hacia el departamento de periodismo, notó algo que le llamó la atención.
En un muro, sobre el mapa de Reino Unido, había hileras de números que iban contabilizando algo. Algunos ascendían y descendían con velocidad, mientras que otros estaban estáticos.
MinHo se acercó un poco a ellos. —¿Señorita Davies?
—¿Sí, hijo?
—¿Qué es eso?
La señorita Davies alzó su mirada para ver lo que MinHo apuntaba. —Ah, unas cosas que el psicópata de DeLuca quiso que tuviéramos. Es un registro numérico a tiempo real de las otras especies.
—No hay tantas...
—Claro que no. Solo están los registrados —la señorita Davies apuntó y nombró respectivamente—. Los primeros son los veelas, luego los duendes, luego la gente del agua, luego los licántropos registrados y, finalmente, los metamorfomagos.
Los conteos ascendían y descendían. Los pelos de MinHo se pusieron en punta al reconocer el registro, y ver en la hilera de licántropos registrados cómo solo había un total de 78 registrados- el grupo que tenía menor cantidad de habitantes. MinHo deseaba creer que era porque los licántropos no se registraban, y no de que los mataban.
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Agosto 29, lunes en la mañana
—¡Limpia, limpia, limpia! —ordenó SaeJah en la cocina—. ¡He intenta no morir en el proceso!
—Mamá, si me estiro más, me voy a matar —advirtió HyunJin, mientras se inclinaba un poco más hacia afuera para intentar limpiar el exterior de la ventana—. ¿Cómo es que lograste ensuciar afuera de la ventana?
—Cállate o yo te tiraré por ahí —amenazó SaeJah, mientras intentaba quitar con su varita la grasa pegada en el techo—. A estas alturas, es un milagro que tu padre haya extendido sus días de reunión, pero..., uh, HyunSan se va a enojar. ¿Yeji?
—¿Cómo es que las papas se pegaron acá? —Yeji rayaba con una espátula la comida que estaba pegada bajo el comedor de la cocina—. Mamá, ¿cómo hiciste eso?
—¡No sé! —SaeJah estaba desesperada. HyunSan había avisado que estaría pronto en casa, pero desde la tarde del día anterior que, luego de que SaeJah intentara hacer la cena para la familia sin la ayuda de Amery, toda la cocina había explotado en una gran cantidad de puré y carne asada.
Sintieron la puerta golpear. HyunJin dejó de limpiar la ventana y caminó lo más rápido posible hacia la entrada, mientras que Yeji le seguía gritando a su madre cuán imposible era limpiar las cosas.
Al abrir la puerta, HyunJin soltó un corto grito de emoción.
—¡Ah! ¡SeungMin!
SeungMin ni siquiera pudo decir algo cuando HyunJin se abalanzó sobre él para presionarlo en un abrazo. SeungMin correspondió con el mismo ímpetu- incluso soltó una risa nerviosa.
—Hola... —SeungMin sonaba avergonzado—. El sistema de seguridad de este hotel es como una mierda.
—¿Por qué no nos dijiste que estabas acá? ¿Estuvo muy largo el viaje? —preguntó. HyunJin asomó su cabeza por el pasillo para ver si alguien más estaba—. ¿Y tus padres?
—Me dejaron abajo. Les dije que podía subir las escaleras solo —jadeó—, aunque no pensé que era tan arriba.
—¡Mamá! —llamó HyunJin, mientras cerraba la puerta de un portazo. Con dificultad, tomó de las maletas de SeungMin para arrastrarlas por el departamento—. ¡Llegó SeungMin!
SaeJah se apresuró de salir de la cocina y, más que saludar a SeungMin, le lanzó una esponja. —¡Ponte a limpiar!
JiSung, por otra parte, se había logrado librar de las ataduras de la limpieza con su trabajo en la tienda de M&Ms. Sin embargo, él no consideraba una victoria total el tener que enfrentarse a lo-que-sea que se enfrentó la madrugada del domingo.
En el local, con su cuerpo cambiado, miraba hacia toda persona que entraba con sus defensas elevadas. El hombre con el que se había topado no era más que un bicho raro que lo había aterrado por completo y atrapado en un momento de vulnerabilidad.
Es que, ¡¿un metamorfomago?! ¡¿Un metamorfomago que conocía a JiSung?! ¡El mundo era un pañuelo! JiSung no podía pensar en los de su especie sin encontrarlos raro, y tener a uno abrazándolo como si hubiesen sido reencontrados tras años de separación solo hacía a JiSung aterrarse para saber de dónde demonios ese viejo había salido.
En un momento, él intentó hacer memoria. ¿Lo vio de alguna parte? ¿Era conocido? Recordó la cabeza colorida que vio en el andén 9 y ¾ cuando el tren se estacionó en King's Cross, una vez que MinHo se había despedido de él. ¿Qué tal si era el mismo mago que vio ahí?
La cantidad de preguntas e inseguridades que JiSung comenzó a enfrentar en ese instante lo dejaron abatidos. Su sistema inmune sentía de a poco como se drenaba en sus propias venas para agotarlo ante cada transformación. ¡¿Acaso un metamorfomago lo había abrazado?!
Él había deseado contarle lo que pasó a HyunJin, pero para eso debería de hablar sobre sus padres sin vomitar de por medio. MinHo también era el más lógico para hablare, pero desde las elecciones que el gato no ha aparecido en su casa.
Le gustaría hablarle a MinHo, en especial porque no mucho supo de él (si es que nada) desde su cita. Le gustaría hacerlo, pero considerando que habían interceptado sus cartas, temía que también interceptaran a la snitch dorada. La primera vez que la mandó para concordar la cita, pareció ser suerte que le hubiese aparecido MinHo en el parque y no otro seguidor del partido Libertad Mágica.
«¡Dios!» ¿En qué se metió JiSung? Sería un poco dramático darle más vueltas al asunto, pero si JiSung nunca hubiese aceptado la carta a Hogwarts cuando tenía once años, eso jamás habría pasado. ¡Jamás!
»Pero ya no puedes arrepentirte —se atajó, con rabia—. Esto es lo que te pasa al querer ser parte de algo.»
—Ugh... —con pena, JiSung se recostó sobre el mesón de atención al cliente—. ¿Por qué soy tan imbécil?
—Considero que no deberías de tratarte de imbécil —su compañera de trabajo a su lado le habló—. Las palabras construyen realidades- si lo haces, serás imbécil.
—Es que lo soy.
—No te maltrates, Peter.
JiSung no estaba en condiciones de querer mantener una conversación con alguien más. Solamente quería que su cabeza se incrustara en su propio trasero y no tener que enfrentar la vida real. ¡MinHo ni siquiera le había enviado el gato! JiSung consideraba que lloraría en cualquier momento.
Tras terminar su turno, a las seis de la tarde, se encaminó rápidamente hacia el Hotel índigo sin ver si es que estaba o no el extraño hombre esperándolo. Cruzó la recepción y se fue hacia el ascensor, donde tras cerrarse las puertas él pudo suspirar de alivio.
—¿Cómo te fue? —preguntó HyunJin, cuando las puertas del ascensor se abrieron. Él se encontraba sacando dos bolsas de basura y las dejó en el ducto del basurero.
—Bien, bien —contestó JiSung, mientras se transformaba en él mismo de nuevo—. ¿Tu papá aun no llega?
—Nah, pero llegó alguien más.
Eso fue lo único que pudo animar a JiSung en ese instante. Corrió hacia el departamento y entró abruptamente. Encontró a SeungMin en la cocina, quien con SaeJah y Yeji evaluaban si era mejor o no reemplazar la mesa.
—¡SeungMin! —saludó JiSung, antes de abalanzarse sobre la espalda de él para abrazarlo.
SeungMin dio unos pasos hacia adelante para poder estabilizarse. JiSung, con afecto, restregó su rostro contra la nuca de SeungMin mientras prometía no volver a soltarlo jamás. Estaba aliviado de tenerlo ahí.
Con una sonrisa, SeungMin revolvió el cabello de JiSung. —Mírate..., está más largo.
—Nadie me dice que lo corte.
—No bromees con tus traumas.
—Necesito su atención acá —SaeJah aplaudió para capturar a los dos chicos. HyunJin se les sumó enseguida—, su padre llegará en un rato y no tengo idea de qué hacer con la cocina.
—Insisto que la repongas con magia —dijo Yeji, quien tenía su cabello atado en altas coletas y vestía solamente de un vestido corto. Estaba aburrida de estar ahí—. Solo un... ¡ZAZ! Y la cocina queda como antes.
—Debo aprender a sobrevivir sin su padre... —exclamó ella, horrorizada.
—No me asesines antes de tiempo, por favor.
«¿Por qué todos entran sin permiso?» pensó JiSung por un instante, antes de girarse y ver a HyunSan con su valija elegante y con un traje de muggle, parado en la mitad de la sala.
SaeJah, totalmente rendida y apenada, hizo un mohín que la hizo ver más joven de lo quera, y caminó hacia HyunSan con los brazos extendidos. —Perdón~
HyunSan dio un paso hacia atrás e intentó evitar que SaeJah le abrazara, pero ella ya lo había capturado con su notoria pena de vergüenza.
—¿Qué te dije de los saludos rápidos? —preguntó él—. Debes hacer la pregunta de-
—Pregunta de confirmación. Sí, sí... —ella no parecía agraciada. HyunSan miró hacia los cuatro chicos en la cocina y les frunció el ceño hacia ellos.
—¿Cuándo llegó SeungMin?
—Hace una hora —contestó HyunJin. JiSung aun no se soltaba de su amigo.
—¿Y le hicieron la pregunta?
—¿A todos hay que hacerle la pregunta? —cuestionó HyunJin, disgustado.
—Yo se la hice a MinHo cuando lo vi —contó JiSung.
—No me interesa —murmuraron HyunJin y SeungMin. Ambos chocaron cabezas.
Las preguntas de confirmación continuaban siendo una experiencia ligeramente extraña para algunos quienes no han tenido que verificar a la persona que tenías al lado. JiSung pensó en la noche que lo liberaron de la detención de las manifestaciones, el lunes en la madrugada, y de cómo Leela lo fue a buscar.
«Ugh». El pensar que un extraño lo abrazó le hizo revolverse el estómago. Tenían sentido las preguntas de confirmación.
No obstante, HyunSan pareció no respetarlas al final. Yeji y HyunJin se abalanzaron hacia él para también saludarlo y preguntarle sobre el extenso viaje.
Totalmente desistidos, SaeJah llamó a Amery, quien limpió la cocina e hizo un gran banquete para que todos cenaran. Entre conversaciones se habló de las vacaciones de SeungMin y lo que hizo a las faldas de una de las colinas donde él vivía.
Como sus padres eran investigadores naturalistas, ellos tendían a mudarse de tanto en tanto de acuerdo a si la zona les beneficiaba o no a la investigación. En ese momento, vivían cerca de un pueblo muggle, quien junto con los conocimientos que JiSung y Felix le habían entregado, SeungMin pudo sobrevivir ahí y adaptarse con normalidad.
Omitieron el tema de Felix por un instante. Era mejor no mencionarlo. SeungMin contó de cómo se encontraron con tubérculos que hacían el mismo efecto que los tubérculos de la profesora Sprout y que robó semillas de uno para plantarlos clandestinamente. Solo bastó un contacto visual con JiSung y HyunJin para idear el plan para vender esas gloriosas bolitas platónicas que usaron el ciclo pasado.
Ya para el postre, con un mousse de chocolate (JiSung se comió el suyo y el de HyunJin), la conversación cayó en HyunSan.
—¿Y bien? —preguntó HyunJin—. ¿Todo bien en Corea?
—Hm mh —HyunSan asintió—. Todo tranquilo. Los jugadores de allá son demasiado rápidos.
—¿Y la Compañía?
—Yo no dije que iba por efectos de la Compañía —aclaró.
—No te creo —desafió HyunJin—. Es Corea del Sur..., la cuna de lo que sea que pasa ahora, ¿no? No pudiste ir solo por algo como el Quidditch.
—HyunJin- trabajo del Quidditch.
—¿Cuántas veces debo recordarte que aún tienes dieciséis? —le dijo SaeJah a HyunJin. Las mejillas de HyunJin se incendiaron de repente—. No vas a saber de esto aun cuando preguntes. Ninguno de ustedes va a saber de la Compañía.
—No nos puede dejar en la ignorancia —SeungMin se atrevió a involucrarse en la discusión. HyunJin asintió dándole la razón—. Nosotros fuimos afectados por los ataques.
HyunSan miró a SaeJah, pareciendo no creer que los dos chicos habían formado alianza. Yeji mantenía su mirada tímida en el plato, y el cabello de JiSung se tornó de color rubio cenizo; nervioso por no saber si aportar en la conversación.
SaeJah, al notar cómo la conversación tornaría un ambiente más denso, contó:
—Yeji, HyunJin y JiSung fueron detenidos por los aurores.
—¡¿QUÉ?!
Lo que recibieron después los tres chicos fue un gran regaño por parte de HyunSan, para luego dejarle el mando a SeungMin porque él también los consideró estúpidos, irresponsables y tenía la competencia para insultarlos sin que fuera abuso verbal. JiSung se sintió avergonzado ante el regaño, pero lo aceptaba. De todas formas, él seguía con el hombre que se hizo pasar por Leela rondando en su cabeza.
JiSung le cedió el dormitorio a SeungMin. En retrospectiva, el dormitorio de JiSung era el de visitas, así que era lo más correcto que él lo cediera para irse a dormir con HyunJin. De todas formas, SeungMin había comentado cuán emocionado estaba por pasar la semana de vacaciones de verano que le quedaba en algo que no fuera investigación de herbología.
Para cuando la noche cayó, SaeJah fue la encargada de esperar a Felix fuera del Hotel índigo con su varita en mano. Mientras, HyunSan continuaba regañando a los tres chicos que fueron detenidos por los aurores en la sala.
—Me hablan a mí de que debo decirles cosas, pero ustedes no se comportan —continuó HyunSan. El cabello de JiSung había tornado rosa por la vergüenza, y tanto HyunJin como Yeji evitaban todo contacto visual con su padre—. ¡Detenidos, por Merlín! ¿No piensan en su madre? ¡Era de madrugada, y DeLuca había ganado el plebiscito! ¡Eran consciente de lo peligroso que era eso!
—Ya pasó una semana de eso... —alegó HyunJin, mientras pasaba perezosamente una mano por su cara—. Ya nos regañaron. Incluso a mamá le salieron plumas de lo enfadada que estaba.
—Además, estamos a salvo. No pasamos más de dos horas encarcelados —opinó Yeji, siendo optimista.
—Y a ti —HyunSan se dirigió a JiSung— supuestamente tu madrina te fue a buscar, ¿no es así?
JiSung sintió un dang de peligro en su cabeza, y asintió rápidamente. —Sí, sí. Ella me vino a buscar y me soltó en la calle. No quería saber más de mí,
—Pudo haber sido peor. Para todos ustedes. —HyunSan tomó asiento en un sofá- junto a SeungMin, y lo miró de pies a cabeza. —¿A ti tampoco te llevaron detenido?
—A esa hora debo estar a la cama —se excusó.
—Un hombre que propaga la idea de que los magos como ustedes deben de estar muertos ha tomado el poder. ¡¿Saben lo que pudo haber pasado, si es que a DeLuca le daba la gana por querer cambiar la ley?!
—En retrospectiva, él no asumía el cargo hasta el lunes al mediodía —aclaró Yeji. HyunSan le dio una mala mirada—. Perdón.
—Y esto no es un consejo de acá. Es un consejo para cuando regresen a la escuela —dijo HyunSan con los mismos rasgos de seriedad que JiSung vio cuando, durante la primera semana de vacaciones, el trío le contó a los adultos sobre lo que pasó en el Bosque Prohibido—. Manténganse al margen. Hay un grupo que los odia- y si no los hacía por ser veela o metamorfomago, lo harán porque son ustedes. No se metan en problemas y tengan un perfil bajo- ¡Por las barbas de Merlín! ¡Si pueden, nunca salgan de su sala común!
—Yo no voy a limitar mi andar en la escuela solo porque YeonJun y su grupo de sociópatas nos detesta —HyunJin se levantó de su asiento para discutir—. ¡No voy a dejar que me intimide!
—Mira, HyunJin. Lo más que quiero es que ustedes tres sean libres, pero también quiero que estén seguros. Ganó un racista- supérenlo. No me interesa si pierden toda su adolescencia en estar encerrados en sus dormitorios, pero si ellos los mandaron a ustedes cinco —apuntó a SeungMin y a la puerta del departamento— al Bosque Prohibido solo por un malentendido, sabemos que con intenciones será peor.
—¡Pero no nos va a pasar nada! —insistió JiSung, también. Más retraído que HyunJin—. Dumbledore dijo-
—Dumbledore no es más que un borrego en esta situación. No puede defender a nadie —discutió Yeji, con desagrado.
—Pero también está MinHo —opinó SeungMin, mientras miraba a HyunSan vacilante—. Él es de la Compañía a espaldas de su padre. Él puede... cuidarnos.
JiSung sintió su corazón batir a la mención de MinHo como alguien que estaba de su lado. Todos lo miraron para cuando su cabello se volvió violeta.
—Oh, Merlín... —HyunJin puso sus ojos en blanco.
—Perdón, perdón... —murmuró JiSung, mientras sacudía su pelo para regresar a su café normal—. Pero SeungMin tiene razón.
—MinHo no es suficiente —dijo HyunSan.
—También está Bang Chan —recordó HyunJin.
—Seo ChangBin, también —opinó Yeji—. Aunque él no sirva mucho.
—Y Yang JeongIn, que también quiere ser de la Compañía —dijo SeungMin.
—Si quieren irse a guerra con sus compañeros, prefiero yo enseñarles encantamientos de ataque —HyunSan dio un aplauso para llamar la atención de los chicos, hartado—. Solo les pido que mantengan un perfil bajo.
De repente, la puerta del departamento fue abierta. Al entrar, SaeJah cargaba un bolso sobre su hombro. —¿Por qué discuten? —preguntó ella—. Desde afuera se escuchan sus gritos.
Junto a ella, de forma tímida, Felix apareció. Portaba una playera y pantalones cortos, y a pesar de que pasaba por unos pocos centímetros a SaeJah de altura, se veía mucho más delgado, moreno, y con su rostro más pecoso.
También se había tintado el pelo rubio.
—¡Ay!
JiSung fue el primero en abrazarlo, al estar más cerca. HyunJin le siguió rodeando sus brazos alrededor de su cuello y darle besos en la cabeza. SeungMin, por último, lo abrazó con la misma fuerza. Todos aliviados de verlo así.
—Nuestro pequeño loquito... —arrulló HyunJin—. No sabes cuánto te eché de menos.
—¿Te hicieron hacer collares con pasta? —consultó JiSung.
—No —respondió Felix, ahogado por tanto abrazo—, pero hice cuadros con cartones.
—Eso es esclavitud.
Finalmente, lo soltaron. Yeji saludó a Felix con un beso en la mejilla y HyunSan le palmeó la espalda con tanta fuerza que casi cayó hacia adelante.
—¿Quieres postre? —ofreció HyunSan—. ¿Cenar? ¿Una sopa? ¿Algo frío?
—No, me encuentro bien, pero... —Felix miró al resto de sus amigos, quienes con ojos brillosos dejaban su mirada en él, tan anhelantes como preocupados—, no porque fui internado significa que deben tratarme con cariño. Estoy bien.
—Te creemos —mintieron los tres muchachos.
El regreso de Felix hizo que la conversación con HyunSan pasara a segundo plano y se destinara a que Felix contara de sus vacaciones (o lo bueno de ellas). Comentó que fue a la playa y pasó un fin de semana con su padre, como también estuvo practicando adivinación con las tazas de té del lugar donde fue internado.
Más adentrada la noche, a la familia le dio sueño. SaeJah informó que al día siguiente irían al Callejón Diagon en la mañana para realizar las apresuradas compras de los útiles escolares, así que, luego de que se lavaran sus dientes, todos se fueron a sus respectivos dormitorios.
Hasta las tres de la mañana, donde los cuatro chicos se escabulleron al dormitorio de Yeji.
Tal como la madrugada del 19, Yeji corrió su mueble de noche junto a la ventana, y con SeungMin sentado frente a ella y Felix en el suelo, ambos la vieron moler la marihuana.
—A ninguno nos gustó, pero sé que ustedes si le dan a esto —comentó Yeji—. Mamá siempre revisa lo que llevaremos durante el año, y no quiero que se tope con esto.
—Tu mamá luce como alguien que también fuma —opinó Felix, mientras veía cómo dejaban caer los residuos de marihuana en la pipa.
—Es mi mamá. No digas esas cosas —le regañó.
SeungMin, con un cerillo, comenzó a quemar la hierba y colocó su boca en la boquilla. Exhaló todo lo que pudo inhalar, y rápidamente se la entregó a Felix para que también lo hiciera; sin embargo, JiSung lo detuvo.
—¿No estás con medicamentos? —preguntó JiSung. Felix asintió—. Entonces- no lo hagas. Será una pésima idea.
—Hace tiempo que no fumo —se quejó Felix. SeungMin soltó un suspiro, pero le quitó la pipa a Felix. Él tomó de la pierna a SeungMin y, como un niño, comenzó a moverla. —SeungMin~, por favor~.
SeungMin negó. —Si JiSung dice que no, es no.
—¿En serio le harás caso a JiSung?
Buen punto. JiSung chasqueó su lengua, ofendido, pero SeungMin no le cedió la pipa a Felix- al contrario, fumó un poco más. Felix se veía bastante deseoso por querer fumar un poco, por lo que, para cuando Yeji se levantó del mueble para ir a su cama, Felix tomó su lugar y se inclinó hacia delante- más cerca de SeungMin.
—Vamos —insistió Felix, mientras apuntaba su propia boca—. Entonces, pásamelo de tu boca.
«Uh». JiSung sintió como su propia respiración se atoraba. Miró a HyunJin disimuladamente para saber si él había escuchado y, por su rostro, lucía como alguien quien no quiso hacerlo.
—¿De mi boca? —SeungMin no entendía—. ¿Cómo en el dormitorio de SooBin?
Felix se inclinó un poco más hacia adelante. —Sí.
JiSung miró a HyunJin, preguntándole con la mirada si debían de opinar algo al respecto. HyunJin hizo una mueca con sus labios y, solamente, dejó que los otros dos chicos siguieran en su mundo.
«¿Qué demonios?», se preguntó JiSung, mientras veía a SeungMin fumar de la pipa y, con el humo en su boca, la pasaba hacia la boca de Felix con tanta normalidad que lo aterró. JiSung miró a Yeji, y ella solamente parecía divertida al ver el pánico en la cara de los otros dos chicos.
Sin embargo, su concentración no se quedó ahí. De la ventana, un pequeño avión de papel sobrevoló la cabeza de SeungMin y Felix, lo que hizo que se desconcentraran. El avión entró al dormitorio y navegó sobre ellos hasta que, declinando, chocó con el ojo de JiSung.
—¡Ay! —se quejó él—. ¿Qué es esto?
Con la luz de la calle, JiSung notó cómo las alas del avión de papel tenían una inscripción.
"¿Cuál es mi color favorito?"
—¿Color favorito? —HyunJin leyó sobre el hombro de JiSung—. ¿Quién demonios te lo envió?
En otro contexto, tal vez JiSung ni siquiera sabría lo que se refería. No obstante, la caligrafía detallada y perfecta solo podía indicar que era una carta de MinHo.
—Violeta —dijo JiSung.
El avión de papel se desarmó en una perfecta hoja lisa. SeungMin y Felix emitieron una arcada desde la ventana.
"Querido JiSung:
Tuve que robar los encantamientos y hojas del ministerio para que nadie la interceptara, y tuve que mandarlo desde otra localización para que mi madre no la atrapara. No tengo mucho para escribir, así que solo seré conciso.
¿Recuerdas el tema de tus padres, el ciclo pasado? El Registro Civil ha abierto un conteo cuantificado de las personas de cada especie- saben si están vivos y si están muertos. Para los metamorfomagos hay al menos una población de 105, y si uno de esos eres tú y al menos cinco son de la familia del profesor Callaghan, ¿crees que los siguientes 99 sea uno de ellos?
También me comentaron que te llevaron detenido. ¿Eres idiota?
En otras noticias: mi madre tuvo retenida tanto mis cartas como las tuyas.
No he podido mandarte el gato porque..., bueno, con todo esto, incluso tú como mi felicidad no es suficiente para lo que se nos viene. Mi jefe celebró la victoria de DeLuca, y yo solo me siento enfermo del estómago.
Dumbledore también me nombró premio anual. Ahora puedo mandarte.
De todas formas, espero que te hayas alejado de los problemas. Quiero verte el primero de septiembre.
MinHo."
JiSung sentía que la felicidad de recibir una carta de MinHo lo dejaba sobre las estrellas, tanto que ni siquiera podía pensar en el malestar de que ganara DeLuca. Sin embargo, sus manos comenzaron a temblar de a poco al leer el segundo párrafo. Él había deseado tanto comentarle a MinHo sobre el hombre extraño que lo sacó de la cárcel que, en su estupidez, no teorizó quién podría ser.
«Buscar a sus padres» decía la carta, ¿pero si uno lo había buscado a él?
¿Y si ese hombre era, efectivamente, su padre?
Ante la realización, los ojos de JiSung se volvieron aguosos y el olor a marihuana lo acabó. Colocó una mano en su boca y, sin alcanzar a que HyunJin le preguntara qué sucedía, corrió hacia el baño para poder vomitar toda la cena.
[1] MinHo o JiSung se va a morir al final de la historia solo porque son muy empalagosos y necesito un shot de insulina cada vez que los escribo.
[2] Muchas gracias por leer y votar, no saben cuán feliz me hacen. Nos leemos el domingo (o lunes).
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