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49. El príncipe de la luna llena

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 49

El príncipe de la luna llena

Mayo 1, lunes.

Felix no pudo dormir en esa noche. Él tenía pesadillas, y no sabía a quién acudir.

HyunJin dormía en su cama y, como lo hacía desde que regresaron de las vacaciones de primavera, tenía sus cortinas cerradas y un encantamiento insonoro por si lo atrapaba una pesadilla con Mina. Por otra parte, en el otro lado del cuarto, junto a la cama de JiSung, SeungMin dormía en su propia cama transportad desde la torre de Ravenclaw; en otras circunstancias, Felix habría estado feliz de haber tenido a SeungMin tan cerca como lo tenía ahora, sin embargo, el contacto de la lejanía era demasiado grande como para ignorarlo.

Felix era el único que tenía sus cortinas corridas, y se entretenía con ver el mapa detrás de la puerta. Las luces del metamorfomago con los dos veelas en Hogwarts estaban intactos, con la sumatoria de un nuevo metamorfomago que ahora dormía en el sofá de la sala común con forma de gato. Los colores formados en lo extenso del Reino Unido seguían siendo una incógnita para Felix, sin saber lo que estas significaban; ellas solamente estaban ahí, con un brillo lindo ocupándose cada parte del mapa que pudiesen mirar.

Era una calma, porque sus pesadillas trataban de las luces apagadas; de su propio nombre en el mapa, y de su madre desfallecida en alguna parte del continente.

Su estómago hizo presión. Estaba aterrado.

Se levantó de su cama con cuidado y hurgó en su baúl. Entre el texto del «Estatuto Legal de Transportes Mágicos» y «La teoría detrás de Disney. ¿Realmente usan la magia?: un análisis hecho por Pomery Dawson», encontró su libro-objetivo, cerró las cortinas y comenzó a hojearlo.

Felix estaba asustado, y leyó su libro hasta que amaneció.

Esa mañana, como todas las mañanas, Felix y ChangBin caminaron por los jardines de Hogwarts mientras veían el rocío levantarse y entrar la calidez de la primavera. Esa mañana, una gran cantidad de estudiantes menores paseaban por los jardines a sacar flores de los arbustos, y Felix no pudo evitar sentirse contagiado por eso.

—¿Y si le hago un canasto a mi madre? —pensó Felix en voz alta.

ChangBin, con sus ojos pegados en las flores, mugió. —¿Hm? ¿Por el May Day?

—Antes de venir, lo celebrábamos —contó—. Como venimos de una provincia pequeña, las tradiciones eran más latentes. Me gustaba celebrarlo, porque iba con ella hacia la plaza, y ahí nos reuníamos con todos los vecinos a... ni siquiera sé por qué celebramos el May Day.

—En otras partes, este día es el día del trabajo, y para nosotros es un día de celebración.

—Arriba las costumbres. Abajo el Estado.

ChangBin y Felix quedaron en silencio. Divisaron a los tres chicos de primer año de la casa de Gryffindor: a Lucas Bang, a Tommy Tom Thompson y la amiguita Sunniva Shaftoe. Los tres, tal como el primer día de clases, andaban pegados juntos y colectaban flores mientras parecían contarle a sus otros compañeros mágicos qué era lo que hacían.

Felix quería contarle a ChangBin sobre su pesadilla, tal como todas las pesadillas anteriores. Quería contarle y de cómo le destrozaba no poder soñar con las cosas que a él le encantaba soñar por temor de estar sometiéndose a un peligro real; de cómo todo era un peligro. No obstante, Felix sentía que, al hablarlo, un distanciamiento se generará en ambos; ChangBin no podría entenderlo.

—Hazle la canasta a tu madre —alentó ChangBin, finalmente—, y la mandas con alguna de las lechuzas.

—Sí, de hecho... —Felix se sintió repentinamente nervioso—, iré un par de días a casa.

—¿Oh? ¿Dumbledore te dejó?

—Aprovechando que las clases se paralizaron lo tomé como una buena oportunidad —explicó—. ¿Crees que pueda hacer una canasta con raíces?

—Seguro, pero recojamos las flores ahora. Los de primero parecen bastante emocionados. —Y apuntó a un dúo que intentó acercarse al Sauce Boxeador para tomar una de sus ramas, solo para recibir un manotazo que los sacó volando a los dos.

La pared invisible que rodeaban a Felix y a ChangBin era en conjunto como también separatista, porque, desde que lo besó después del Gran Duelo, no han vuelto a hablar de eso.

Tampoco han tenido la oportunidad- con la paralización de estudiantes, las vacaciones de primavera y el fallecimiento de Mina, no han sentido que haya sido la situación más idílica para dejar en claro algo.

Aunque Felix sintiese una presión fuerte en su pecho al pensar en todo lo que conllevaba largarse una semana.

Con ChangBin armaron una canasta con una de las raíces que encontraron en el invernadero de la señorita Sprout, y los caramelos que él guardaba en su dormitorio fueron usados en decoración. Pasar el día con ChangBin habría sido lindo en otro contexto.

A la hora de la cena, Felix se les unió a SeungMin y a HyunJin. Pocos chicos se encontraban en el cena por ser demasiado temprano, y la mayoría que estaban eran alumnos menores sin uniformes y vestidos de formas coloridas, tal como en la mañana. Se topó con los chicos con cada uno con un libro distinto: uno de la función del objeto locomotor y SeungMin con un libro de aritmancia que explicaba las funciones de la levitación. Aunque ninguno le prestaba atención al libro.

Ambos tenían sus ojos pegados con cautela al gato de tres patas cenando pollo asado con arroz sobre la mesa.

—¿No es malo para su sistema digestivo? —preguntó HyunJin en voz baja.

—Ni idea. Yo nunca he visto a Soonie comer arroz —concordó SeungMin.

Felix se les unió con la canasta.

—¿Qué les parece estas flores? —Felix consultó a sus amigos, para mostrar dos claveles mágicos—. ¿Pueden sobrevivir sin ser destruidos en la comunidad muggle?

Los dos chicos fueron desconcentrados del gato para mirar a Felix.

—Está linda —halagó HyunJin—, y..., ¿esos no son mis dulces?

—Les robé los dulces a todos —contestó Felix, antes de agregar—: salvo a ti, SeungMin, para que no te preocupes.

Por su parte, Erick usaba su pata para sostener el pollo asado, mientras con sus dientes jalaba el cuero para comer el pollo. Entre tanto rugía por la frustración, y HyunJin tuvo que hacerle el favor de desmenuzar la comida para que el gato lo comiera con mayor sencillez.

En eso, Felix volvió a ver al pequeño trío de Gryffindor: Lucas Bang, Tommy Tom Thompson y Sunniva Shaftoe, quienes portaban coronas de flores igualmente coloridas que Felix decoraba en el canasto, las que colectaron dicha mañana.

—¿Quieren una corona? —consultó Sunniva Shaftoe.

HyunJin y SeungMin, dubitativos, las tomaron. Felix recibió una de Tommy Tom Thompson y se la colocó enseguida en la cabeza.

—No entiendo —terminó por decir SeungMin—. ¿Qué demonios pasa?

—¡Es el May Day! —exclamó Lucas Bang con una ingrata felicidad—. Damos la bienvenida a la primavera.

—Una festividad muggle británica —explicó Felix con más paciencia.

—¿Por qué nunca te hemos visto celebrarla? —cuestionó HyunJin, para colocar también la corona de flores en su cabeza.

—Porque hasta el año pasado, las costumbres muggles no estaban en peligro bajo el gobierno dictatorial de los seres mágicos.

Los tres menores asintieron con optimismo ante Felix.

Ni siquiera podían decir que era o no depresivo la postura de Felix, porque solo lucía como un chico que mantenía su vida colectada desesperadamente, independiente de cómo su estrés y ansiedad le generaban ganas de arrancarse la piel.

Para cuando Erick terminó de comer, usó su única pata para limpiarse la cara. Los chicos lo habrían encontrado adorable si es que no fuese porque era el jodido padre de su amigo.

—He terminado —anunció Felix, y mostró la canasta a sus amigos y al gato—. ¿Cómo está?

—¿Qué se supone que harás? —HyunJin le consultó a Felix—. Debemos hablar con la gente de la Compañía si es que queremos proteger a tu madre-

—Oh, eso está bien —Felix le restó importancia—, con todo este tema de la detención estudiantil y estas cosas, Dumbledore y la señorita Sprout me dejaron ir un par de días a mi casa. Donde vivo es una comunidad demasiado pequeña, por lo que, si alguien ve a cualquiera de la Compañía con mi madre, sería mucho peor —explicó, antes de agregar en voz baja—, y no quiero que le pase nada malo.

HyunJin y SeungMin no pudieron darse unas miradas incómodas, sin saber cómo abordar a Felix de la mejor manera. SeungMin no tenía esa problemática, creía él; a diferencia de sus amigos, él pertenecía a ese sector de los magos donde eran completamente ajenos a las problemáticas: no era hijo de muggles o era mestizo, y como ellos se dedicaban a las investigaciones de herbología, eran nómades que viajaban por las faldas de colinas.

De todas formas, él aun se tentaba de querer enviar una carta a sus padres, aunque el terror de delatar su posición también lo alteraba.

—Eso sí, debo de hablar con el tío HyunSan —informó Felix—. ¿Creen que ya llegó a Hogwarts?

—¿Por qué tendría que haber llegado? —cuestionó HyunJin, mientras daba una gran bocada a su almuerzo.

—Por el tema del torneo. Es un mes antes de la tercera prueba —les recordó—: el día en que dirán las instrucciones de la tercera prueba.

El gato Erick pareció interesado en eso, que con un suave maullido ladeó su cabeza. Felix asintió en su dirección.

—Ya se acaba el torneo.

—Hannie va en primer lugar —SeungMin murmuró, asombrado—. Vaya- no pensé que llegaría tan lejos.

—Ni yo. Aun creo que él es un holograma y en verdad se murió cuando el dragón le escupió fuego —admitió HyunJin.

Vaya, la mención de los recuerdos hizo que sintieran que el tiempo desde la primera prueba fue hacía años atrás. Cuántas vidas vivieron en esos meses.

Un aire de melancolía se posó en los tres chicos, lo que descolocó a Erick. HyunJin dejó el tenedor en su plato y lanzó un suave suspiro de pena, perdió por completo el apetito.

Felix se levantó de su asiento, y tomó la canasta en sus manos. —¿Me acompañan en dejarlo al dormitorio y luego buscamos a JiSung a la enfermería? Quiero ver cómo está MinHo.

—Me parece bien.

—Bueno, vale...

A la hora de levantarse, los tres omitieron por completo al gato bajar de la mesa y seguirlos; no obstante, a causa de su discapacidad, su andar era más lento. No sabían si aquello entraba en el cuadro de lo raro o lo normal, pero, luego de jugar piedra-papel-o-tijeras, HyunJin cargó al gato.

Las pancartas estaban intactas, y el clima daba a que los chicos de costumbre muggle estuviesen más animados sin ser contagiados por la pesadez del castillo. Los alumnos menores iban con ropas casuales y coloridas, y los chicos mayores algunos ni siquiera se sacaron la pijama. Los pasillos estaban usualmente más vacíos, pero alrededor de las casas era donde la bulla mayoritariamente se concentraba.

Aunque la detención estudiantil en la escuela fue detenida, un número no menor de alumnos mayores quedaron frustrados ante la indecencia de las decisiones junto con sus causas. Los chicos de la Sociedad Secreta eran quienes vociferaban más ante eso, carreando con ellos un grupo de chicos igualmente desagradados.

MinJu los había intentado calmar con sesiones de estudios, y Chan la ayudaba a plantear soluciones prácticas cedidas en colaboración con los profesores. No era suficiente, y la ausencia de MinHo era notoria por la complejidad de interacción con los alumnos.

Aun con la presencia de aquellos, los estudiantes que apoyaban la causa ahondaban. Tal como en sus memorias, grupos pequeños se organizaban para hacer petitorios o explicar a los estudiantes menores qué era lo que sucedía y por qué la escuela se detenía. Los secretismos de las casas fueron completamente revocados, para el disgusto de todos los jefes, ya que, una vez que los tres más el gato ingresaron a la sala común de Hufflepuff, chicos con corbatas, chalecos, capas o polerones de las otras casas nadaban por todas partes.

Entre los pilares de los túneles y sobre chimeneas colocaron hamacas mágicas que levitaban por sí solas, donde de forma individual, dúos o triadas se alzaban para poder pasar el rato. Otros grupos, entre casas, hacían torneos de cartas, o ajedrez, o simplemente se dedicaban a escuchar la radio en sus propios mundos. La música altanera de los reproductores análogos chocaba entre sí.

En el cuarto, los ojos gatunos de Erick quedaron pegados en el mapa detrás de la puerta. La cantidad de colores habían aumentado, lo cual era extraño; luces de aumento que parecieron ocupar los lugares que antes poco a poco se iban apagando. Los chicos no podían decidir si aquello era un efecto de las inscripciones, o que buscaron a todos los que migraron para regresarlos al Reino Unido.

SeungMin notó la mirada, y respondió:

—Herencia de Callaghan Stuart —contó—. Eso y el libro.

—¿Cómo Callaghan recibió el libro? —cuestionó Erick.

—¿Usted no sabía de la creación de ese libro? —Felix preguntó, al dejar el canasto sobre su mesa de noche.

—No. Supongo que alguien capaz de poder retratar la historia de la Compañía ha sido el más grande traidor —replicó, dudoso.

—No hay más copias —aclaró SeungMin.

—¿Cómo lo saben? —el gato los miró, serio—. Fue increíble en su momento, pero que un hombre como Callaghan...

—¿Lo conoció?

—No, solo hablo de la vulgaridad de su presencia. —Ninguno de los chicos creyó alguna vez haber visto a un gato fruncir el ceño. —¿Por qué alguien como él habría tenido un libro de la Compañía?

—Siempre creí que alguno de sus hijos eran parte de la Compañía —respondió HyunJin—, bueno- salvo las locas que nos quisieron matar. Adelántense ustedes a la enfermería- que quiero usar el baño.

«Fantástico». Ni Felix ni SeungMin sabían que debían de tomar en consideración la problemática que surgía entre ambos; era un pacto tácito de no pasar tiempo solos, no toparse y seguir frente a sus amigos como si nada hubiese pasado en los últimos días.

Fue el turno de SeungMin cargar a Erick, y los dos chicos se dirigieron a la enfermería sumidos en un silencio sepulcral, con seriedad en sus rostros e incapacidad de decir algo para hacer el ambiente amable. Era tentador discutir una vez más el tema que los ahogaba, y aunque Felix considerara ese un instante perfecto, le avergonzaba hablarlo frente al padre de JiSung.

Incluso notar que sus pensamientos iban más direccionados a SeungMin que a ChangBin lo entristecía demasiado. Felix debía de darle una respuesta a él, también.

No quería pensar en eso, y tampoco creía que había cavidad para algo tan banal como lo era un noviazgo. Si no lo sembró antes, previo al caos, no lo haría ahora.

Por otra parte, la enfermería continuaba teñida de naranjo.

—Bien- aprieta, fuerte.

El rostro de MinHo volvió a estar vendado, pero el sueño se le esfumó tan pronto como abrió los ojos por segunda vez. Su mano derecha aprisionaba la zurda de JiSung y, bajo su orden, lo hizo.

—¡Ay, ay, ay! —JiSung chilló enseguida. Tan pronto como MinHo lo soltó, sacudió su mano—. Santa mierda. Menos mal que estás desvalido, porque la fuerza que te cargas... —MinHo se encogió de hombros—, ah- cierra la boca, figurativamente. Seguro haces flexiones de brazos en tu tiempo libre.

MinHo volvió a encogerse de hombros, esta vez un poco más vanidoso. JiSung se alegraba de que no perdiera por tanto su sentido del humor.

Para cuando la puerta de la enfermería fue abierta, escucharon el potente «¡Largo!» de Madame Pomfrey, con su sucesivo suspiro de lamento al saber que nada detendría a Felix y a SeungMin de cruzar la cortina y dirigirse a ellos.

—¡Sigues vivo! —exclamaron, contentos. Erick maulló.

—¿Por qué la corona de flores?

Los hombros de MinHo bajaron en decepción al notar el gato roñoso en los brazos de SeungMin. JiSung esbozó una sonrisa sarcástica.

—Él quería a su gato —les explicó JiSung.

—Te traemos a tu suegro, que es mucho mejor. —SeungMin dejó a Erick sin cuidado sobre la cama, antes de acercarse a la cara de MinHo. —Carajo, ¿qué demonios te pasó?

—Lo atacaron con una navaja en la última reunión del partido —contó JiSung.

Los rostros burlescos de Felix y SeungMin cayeron de golpe, y enseguida se acercaron más a MinHo con una carga de preocupación. JiSung notó a MinHo colocarse cómodo por el afecto espontáneo, y por los insultos que ambos chicos lanzaron al aire por su impresión y maldiciendo a la gente de Libertad Mágica. Madame Pomfrey tuvo que llamarles la atención por el lenguaje.

—¿Cómo mierda? —dijo SeungMin—. ¿Y ahora qué...?

MinHo volvió a encogerse de hombros. JiSung tenía miedo de que su novio volviera a romperse, aun cuando gracias a la presencia de SeungMin y Felix parecían ser bajas.

—¿Con qué te atacó? —Felix consultó—, se ve demasiado grotesco. ¿Qué tenía la navaja?

—Plata —respondió JiSung.

—¡Plata! —exclamaron los dos chicos a la par. No hubo cabezazo de por medio.

—Puta mierda...

—Carajo.

—¡Caballeros! —Madame Pomfrey volvió a reclamar—. Si van a utilizar lenguaje soez, que sea fuera de mi despacho o cuando yo no esté presente.

—Lo lamentamos.

—¿Y te sientes bien? ¿Por qué no puedes hablar? ¿Por qué no puede hablar? —Felix se terminó por direccionar a JiSung.

Le incomodaba tener que hablar por MinHo y mencionar de a poco todo lo que sufrió en la reunión. —La navaja también le tocó la lengua y la comisura de su labio, pero fue en la mejilla donde la herida empeoró.

MinHo asintió con letanía sobre la cama.

—Espera —Felix le habló a MinHo—, si te atacaron con plata, eso significa que...

Una vez más, MinHo asintió; su movimiento fue mucho más enlentecido, y sus manos jugaron con la orilla de su sábana.

—Lo siento —lamentó—, a-aunque el mapa no ha..., no ha sacado más colores.

—¿Cómo eso? —interrogó JiSung.

—O sea, tiene más colores, pero los que me imagino que son de licántropos, no ha aparecido ninguno en Hogwarts —aclaró Felix.

JiSung vio a MinHo considerar algo en su cabeza, y tendió sus manos hacia él. JiSung le aproximó enseguida el lápiz con el pergamino para dejarlo bocetear.

«De nuevo, si es el mapa que está en el Ministerio, significa que editaron el de allá y han aumentado a los habitantes. No obstante, no me han agregado porque seguramente aun no quieren exponerme. DeLuca me toma a su tiempo».

—Es ridícula la idea de que no quieran exponerte —discutió JiSung—. Lo que DeLuca quiere ahora es perjudicar lo más que pueda. No se va a ensuciar las manos- él mandará a otros detrás de ti.

—¿Y si no quieren que otros vayan tras él, sino...?

SeungMin no completó la idea. Apuntó sutilmente con su barbilla a Erick, quien se acicalaba la espalda.

MinHo frunció el ceño ante la idea de SeungMin, y negó antes de escribir.

«Él no toma decisiones apresuradas. Seguramente quiere que me vuelva loco acá, creyendo que en cualquier momento me dispararán con plata en la espalda. La mejor idea que puedo colaborar es que, tal vez, me quiera como su lobo personal».

Como los otros dos chicos no entendieron a lo que MinHo se refería, rebuscó entre los pergaminos que se comunicó antes con JiSung y encerró en una oración:

«Mordí a DeLuca».

—Puta mierda...

—¡Lenguaje! —volvió a regañar Madame Pomfrey, desde lejos.

—Eso es bueno —susurró SeungMin. Todos lo miraron con horror—. Eso nos deja con una ventaja, ¿no?

—Mi novio ha mordido a DeLuca a días de la luna llena, ¿cómo eso tiene una ventaja? —cuestionó JiSung en voz baja.

—Porque DeLuca no está teniendo aliados licántropos. Si los tuviera, habría denunciado la misma noche a MinHo- incluso en el comunicado que dio, ayer por la tarde. Lo habría expuesto, pero no tiene aliados, y como no tiene, el único licántropo en el que confía para las secuelas es en MinHo.

Un terror pasó por la columna de JiSung, que le hizo enderezarse y tintar su cabello de blanco.

—¿Qué tal si te pide que vayas con él para la luna llena? —preguntó a MinHo, aterrado.

MinHo negó, incrédulo.

«No está mal de la cabeza».

—Para el ojo público, MinHo es un aliado del Ministerio. —Finalmente, luego de acicalarse la barriga, Erick habló. Los cuatro chicos miraron impresionados al gato, quien se las arregló para acercarse a ellos. —DeLuca puede venir este viernes a solicitar una reunión con MinHo, que lo necesitan con urgencia en alguna parte fuera del castillo. Dumbledore no podrá evitar que él se vaya porque MinHo es partidario de DeLuca, porque es mayor de edad y, por supuesto, hay política involucrada. Dumbledore no sacrificará su posición de director por MinHo- él debe de proteger a más niños. Se llevará a MinHo y, tras notar que la luna llena no le afecta a él y a MinHo sí, lo asesinará.

—Oye, viejo de mierda —JiSung lo tomó enseguida desde el pellejo—, ¿qué te pasa? ¿Quieres que te cocine?

Erick no contestó. En cambio, quedó congelado en la posición alzada. MinHo escribió con velocidad y le mostró el pergamino a JiSung.

«Los gatos se paralizan si los agarras de ahí».

JiSung bufó y dejó al gato sobre la cama.

—¿Qué plan tenemos contra ese plan? —interrogó JiSung—, ya que tú eres un experto en estrategias.

Erick intentó darle un manotazo, pero no alcanzó; cuando volvió a apoyarse en su pata izquierda, JiSung lo empujó para que se cayera.

—Simplemente no dejar que mi yerno se vaya con DeLuca —obvió—. Quiero decir- meow, meow.

MinHo colocó sus ojos en blanco- como si aquella hubiese sido la respuesta más obvia de la habitación. Mientras, JiSung solo intentó apaciguar su cabello blanco.

—Ah- ¡Ah! —Felix se dirigió a JiSung—, tienes tu reunión del torneo.

JiSung le miró, desentendido. —¿Qué reunión?

—La de la tercera prueba, idiota.

Los ojos de JiSung se agrandaron. Su preocupación por MinHo le hizo olvidar por completo que la tercera prueba se realizaría en un mes exacto más, ergo, ese día le darían las instrucciones.

Erick maulló desde la cama, y JiSung lo tomó desde la barriga antes de dirigirse a MinHo.

—Regresaré enseguida —anunció, y le dio un beso en la frente. Enseguida su cabello se colocó rosa ante la acción, pero decidió irse en silencio de ahí bajo el maullido burlesco de Erick.

Felix lo volvió a seguir fuera de la enfermería, y ambos caminaron a paso rápido hacia la sala detrás del Gran Comedor.

—¿Por qué me acompañas? —consultó JiSung.

—Quiero hablar con HyunSan de algo —contestó Felix—. Y- ah, me largaré por unos días a mi casa.

—¿Por lo de...? —ululó su mano libre en el aire.

Yep, quiero saber cómo va a estar mi madre.

Al llegar al salón detrás del Gran Comedor, Felix esperó en la puerta. JiSung intentó dejar a Erick en el suelo, pero el gato se aferró con garra a su brazo. ¿Por qué demonios debía de cumplirle los caprichos a un viejo idiota?

Su burla hacia Erick terminó por apagarse al divisar a los otros tres campeones en la sala, y a HyunSan Hwang, más esquelético que antes.

«Carajo», soltó JiSung en su mente, preocupado. La última vez que lo vio fue para la cena-homenaje de Mina. No pudo envejecer tanto en tan poco tiempo. ¿Qué demonios le estaba haciendo DeLuca?

Los pasos de JiSung se direccionaron enseguida hacia él, y lo rodeó con su brazo libre sin importar si aplastaba o no a Erick. HyunSan, a pesar de que intentó tomar su distancia, palmeó con temblores la espalda de JiSung.

—Me alegra verte —dijo HyunSan. Su mirada bajó con curiosidad hacia el gato, y tuvo que repetir su vista y centrarla con más seriedad—. ¿Qué demonios?

—Nada —JiSung abrazó al gato con más fuerza.

Tomó asiento enseguida entre Chan y Nadine Delagé. Los ojos de Victoria lucían filosos y cautelosos en la interacción entre HyunSan y JiSung, lo que era obvio que pudiese aumentar las teorías. JiSung no podía preocuparse con su posición en el Torneo, aun cuando el ambiente en la sala estaba mucho más tenso que antes. Chan no hizo reacción ante su llegada, y Nadine Delagé le esbozó una sonrisa amable.

Faltaba un mes exacto para la tercera prueba, que se realizaría al atardecer. Entre la competencia que se podía visualizar, JiSung era el campeón peligroso al cual deberían de destronar.

Lo cual, como siempre, dejaba a JiSung con una perspectiva distinta de las cosas.

—Es la última reunión, ¿eh? —sonrió HyunSan—. Entiendo sus nerviosismos- créanme, yo también lo estaría si estuviera en su lugar. Hasta el momento, ustedes cuatro han hecho un muy buen trabajo.

—¿Pero? —intervino Victoria.

—Se viene la tercera prueba. El campo de Quidditch será intervenido gracias a la ayuda de Hagrid, quien está haciendo crecer setos que midan más de seis metros para cubrir el espacio suficiente de todo el campo. La última prueba será buscar la Copa de los Tres Magos en un laberinto.

Los cuatro chicos no contestaron. Todos parecían estar sumidos en la ligereza de la tercera prueba: sacarle el huevo a un dragón, rescatar a gente en el fondo del Lago, ¿qué era recorrer un laberinto?

—¿Y el truco? —volvió a preguntar Victoria.

—Habrá obstáculos —explicó HyunSan—. Tendrá criaturas y las plantas tampoco serán de fiar. Romperán encantamientos y esas cosas. Los que ingresen al laberinto primero será quien lleva el puntaje máximo... —aludió a JiSung—, luego, la señorita Delagé con el señor Bang, y al final la señorita Krum. No importa la posición en la que entren al laberinto, lo que importa son las habilidades para poder conseguir la Copa. ¿Les parece?

Entre ellos se dieron miradas incómodas y vacilantes. Si eran obstáculos diversos, eso significaba que JiSung tendría que practicar aun más, ¿no es así?

Él miraba a sus contrincantes: Victoria era terrorífica, y Nadine Delagé tenía su habilidad de las veelas furiosas; Chan ha estado entrenando físicamente desde que su nombre salió del Cáliz del Fuego. JiSung ha sido el único que depende de sus propias habilidades como metamorfomago.

Era una sensación extraña, porque él podía retractar su participación. Aún estaba a tiempo...

«No —se dijo, con su mente en la enfermería—. Necesito el dinero».

»Oh, vaya. Al fin tengo una causa para ganarme ese dineral. ¿Dónde estará la casa? ¿En algún pueblo o en el medio de la nada? He escuchado que el Valle de Godric es lindo...

Su mente dejó de divagar cuando salieron del salón y HyunSan notó a Felix en su espera. Con timidez, el chico lo tomó del brazo y le susurró:

—¿Puedo hablar con usted, tío?

HyunSan asintió, y ambos se alejaron hacia los jardines. JiSung quedó un momento plantado en ese lugar, junto a la puerta, un poco atemorizado y con su cabeza en el Torneo.

—Vaya cacho —Chan comentó a su lado—. Más de qué preocuparse. Te dije que no participaras en el duelo de Cohan.

—Mejoré mi posición de combate —se defendió, reacomodando al gato en sus brazos—. Y soy bueno.

—Te distrajiste con un patronus.

—Sí- bueno, era un gato —y mostró el gato a Chan—, ¿cómo no te distraen estas ternuras?

Erick maulló. Chan solo colocó sus ojos en blanco.

—Como sea, ¿y MinHo? —preguntó por él—. Aun le quedan un par de responsabilidades y yo no puedo estar cubriéndolo todo el tiempo- considerando que él es el Premio Anual.

—Ah, sí... —JiSung encontraría injusto no informarle a Chan sobre lo que pasó. Aunque le daba una punzada de celos la preocupación que tenía por su novio, también pensaba en, si JiSung estuviese en la posición de Chan, también estaría enfermo de preocupación. —Está en la enfermería-

—Dicen que es por la fiebre de dragón.

—Ajá- te recomiendo que lo vayas a ver sin MinJu —agregó con rapidez—. Solo para estar seguros. SeungMin debe de estar con él ahora.

Chan le dio una mirada suspicaz, bastante indeciso de si hacerle caso o no. JiSung se encogió de hombros ante su vacile, y al final Chan solo asintió con resignación.

—Vale.

—Yo esperaré a Felix...

JiSung tampoco quería ver la reacción de Chan.

Chan se largó, y JiSung esperó a Felix con paciencia. Su rostro quedó con comisuras bajas y un cabello que volvía a ondear el azul profundo. Erick pestañeó.

—Bang Chan es un buen chico —comentó Erick.

—Sí, lo es. Oye- viejo, ¿no quieres enseñarme encantamientos contra las artes oscuras?

—¿No tienes un profesor para eso?

—Sí, pero es parte del trato que los maestros no te ayuden —aunque sus ojos buscaron a Cohan en la mesa de maestros, donde su puesto se encontraba vacío—, aun cuando no se hacen casos a ellos mismos.

Erick maulló con desagrado. —Debo regresar al Refugio. Ya estoy con mejor ánimo.

—Viejo, necesito tener dinero. Agradece que no te estoy pidiendo a ti que me indemnices la violencia emocional que me generaste por años.

—¿Cómo te pude generar daños? Ni siquiera estuve ahí.

JiSung colocó sus ojos en blanco. Le estresaba Erick.

No obstante, la charla en la enfermería rondó por un tiempo aun más prolongado en su mente, y, con su dedo izquierdo, se tocó la palma derecha.

—¿Qué haces? —Erick preguntó.

—Nada —JiSung se desconcentró—. Regresemos a la enfermería. De ahí, te vas.

—No puedo volar tan de noche. Tengo astigmatismo.

—Eres el peor gato que he conocido en mi vida.

Meow.

Su cabeza quedó cargada de pensamientos que rondaron las diferentes decisiones que podía tomar, como las distintas oportunidades que podría optar si es que hacía algunas cosas para su mejora. Aunque la tercera prueba lo tomara como una meta al final del camino, le perturbaba y se dedicaba a pensar en salidas alternas para que MinHo no fuese afectado por el mundo mágico.

Mientras, en la enfermería, MinHo se preguntó cuándo otra persona lo habría ido a ver. Esperó a ChangBin, sinceramente, aunque él también tenía cosas que hacer. No le sorprendió la llegada de HyunJin, para nada, porque donde estaba SeungMin prontamente aparecería alguien más.

Y, aunque no debía de hacerlo, sí le sorprendió Chan.

Sus ojos que esbozaban su cotidianidad bajaron apenados de manera abrupta, al igual que sus hombros. El vendaje a la mitad de su cara no era sutil, y tenerlo ahí solo significaba lo que no debía de hacerlo.

Algo se removió dentro de MinHo, algo que podía considerarse culpa. Él no había hecho un buen trabajo ocultándose ante DeLuca, y Chan, quien era uno de los que seguía el plan de más cerca, le había recalcado una última vez cómo es que no hizo nada para la Compañía.

Y era verdad. MinHo ni siquiera podía verlo a la cara.

—Supongo que esto no te da la fiebre de dragón —comentó Chan al aire.

—¿La gente cree que tiene fiebre de dragón? —HyunJin le susurró a SeungMin, a los pies de la cama. Su amigo asintió, sin querer moverse o apartar los ojos de la presunta discusión.

MinHo, avergonzado, bajó su mirada. Al notar que no había respuesta, SeungMin agregó:

—Le atacaron con plata, y le tocó parte de su boca. Es mejor que no hable por un rato —dijo SeungMin.

Chan no respondió enseguida. Sus ojos escaneaban con demasiada detención en MinHo y en su rostro, como también, al notar lo rojez, ir hacia la parte de su espalda.

—Al menos..., ¿fue DeLuca? ¿Fue en la misión? —consultó Chan, con más sinceridad en su lástima. MinHo asintió—. ¿Él sabe...?

MinHo asintió. Le estaba enfermando contar la misma historia varias veces.

Estaba avergonzado, porque los ojos de Chan expresaban lástima y MinHo solo podía pensar en lo penoso que era toda esa situación. De cómo no fue lo suficientemente cuidadoso; de haber sido débil; de mostrar vulnerabilidad. MinHo no colaboró con nada para la Compañía, y de cómo prontamente todo se destrozaría.

Todo estaría acabado, y MinHo fue gran parte de la culpa.

Como no podía ver a Chan a la cara, se terminó por recostar de lado. Su espalda ardía con los fantasmas de la quemadura, y creyó que esa vista grotesca haría que Chan se alejara. Aunque no lo hizo.

—MinJu quiere saber cómo estás —informó Chan—. ¿Quieres que la traiga?

MinHo se las arregló para negar con su cabeza.

—Está muy preocupada, MinHo. Además, las responsabilidades de Premio Anual la están alterando. Ella quiere saber si tú-

MinHo volvió a negar.

Él solo quería hundirse solo en su desesperación. Ya no quería ver a nadie.

—Bien, chicos- es mejor que lo dejemos dormir —Madame Pomfrey, como si le leyera la mente, fue hacia los tres chicos para levantarlos de la cama—. Regresen mañana temprano, si quieren.

—¿Qué le decimos a JiSung? —consultó HyunJin.

—Que regrese mañana.

Toda la moralidad de MinHo estaba en el suelo, con la palabra «fracaso» tallado en su frente. Cuando dejó de escuchar a los chicos, Madame Pomfrey le acarició su cabello.

—¿Quieres un poco de Suelo Sin Sueño, hijo? —consultó Madame Pomfrey. Él volvió a asentir.

A la mañana siguiente, el grupo estaba en el alba a las cinco de la mañana. JiSung tenía una edición de Encantamientos Locomotores en sus rodillas mientras acariciaba a Soonie, aunque sus pensamientos continuaban bastante alejados del trabajo de varita. El estar todos despiertos hizo que colocasen la radio muggle desde temprano, con la primera transmisión de las rutas y cortes de tránsito de la ciudad de Londres con música de interludio.

—... Se sigue continuando el caso de investigación de la desaparición de Ester Douglas con sus dos hijos. Las autoridades presumen de que se ha fugado, aunque su esposo ha negado los hechos... —informó el interlocutor muggle.

—¿Ester Douglas? —Felix habló—. ¿No fue la Premio Anual de cuando estuvimos en primer año? ¿La Slytherin?

Nadie quiso contestar ante eso, solo pudieron sentir su rugir de estómagos.

—¿Cómo demonios te irás en medio de esto? —SeungMin le preguntó a Felix, de una forma grotesca y defensiva símil a una pelea.

—¿Quieres que deje a mi mamá sola? —repuso Felix.

—Quiero saber qué pasa por tu cabeza como para-

—Alguien de la Compañía me irá a ver —terminó por cortar él, sin paciencia—. No estaré solo, estaré- ajá, acompañado.

Ni siquiera tuvieron ánimos de lanzarle algo.

La cadena del baño sonó, y luego de un momento, Erick salió de ahí. Su cabello estaba peinado en una coleta, y aplastó sus cabellos sueltos con agua. Los otros chicos solo miraban con ojos grandes al mayor.

—Bueno, muchas gracias por recibirme —agradeció Erick con cordialidad—, los sofás de acá son demasiados cómodos. No tenía idea de que tenían demasiada clase.

—¿Usted no fue a Hogwarts? —preguntó SeungMin.

—Mahoutokoro.

—Olvidé que usted fue el degenerado que se involucró con una estudiante.

Erick le dio una ofensiva mirada a JiSung. —¿Cómo le cuentas eso a tus amigos?

—¡¿Fue verdad?! —chillaron los otros tres.

—Intenta llegar completo, esta vez —pidió JiSung, ignorando al resto—, que, si te falta una extremidad más, te darán de baja.

—No me darán de baja. Les sirvo más de lo que crees.

Los cuatro chicos soltaron una risa burlesca. Erick se encaminó hacia la ventana con sus ojos puestos en blanco.

—Me acosan un montón de chicos de doce años —se quejó, antes de convertirse en lechuza e irse de ahí.

Para cuando Erick se fue, JiSung sintió el dormitorio más silencioso. O tal vez no más silencioso, a lo mejor quedó callado por la ausencia de Erick y el afecto de tenerlo por un par de días.

Dicha distinción hizo a JiSung vomitar un poco en su boca.

Entonces, como fue de esperarse, habló:

—Tengo un plan.

—¿Respecto a qué? —cuestionó HyunJin.

—En el mapa se ven los licántropos, pero no ha aparecido ninguno en Hogwarts. Erick teoriza de que no saldrá nada hasta que pase la luna llena de este mes, solo para rectificar si es que la mordedura de MinHo fue o no letal para él.

—¡¿MinHo lo mordió?!

—Sí, y se me ocurrió un plan —JiSung dejó unos segundos de suspenso antes de decir—: me haré pasar por MinHo, e iré con DeLuca a la luna llena.

Los tres chicos quedaron callados, y JiSung pensó por un instante de que fue una buena idea. Antes de que SeungMin dijera algo colaborativo a ella, HyunJin negó.

—Olvídalo. Debes ser un sumo imbécil si quieres hacer eso.

—¿Y ese insulto de gratis? —cuestionó JiSung.

—Estoy con HyunJin. Es un plan demasiado arriesgado para algo que no lograrás nada —opinó Felix mientras se levantaba de la cama para poder hacer su maleta. El canasto continuaba en su mesa de noche—. Solo harás que te maten.

—Es una buena idea —defendió SeungMin—, podemos inventarnos cualquier tipo de historia para justificar el veneno de la plata en MinHo, y hasta lo que sabemos, él nunca le dijo a DeLuca que estaba en lo correcto. Limpiaremos el nombre de MinHo.

—No sé si piensan con sus cabezas, pero DeLuca quiere matar a MinHo. Solo bastará un par de pasos de JiSung dentro del Ministerio antes de que le den un tiro en la nuca —argumentó HyunJin, para luego mirar a JiSung—, y dudo mucho de que MinHo esté de acuerdo.

—Debo irme la noche de la luna llena. MinHo estará ocupado transformándose en lobo en la Casa de Los Gritos —insistió JiSung—, e incluso antes he estado en posiciones de peligro. No me va a pasar nada-

—Bien, estás ahí. ¿Qué le dirás a DeLuca? —cortó HyunJin—. ¿Le hablarás sobre que los Lee carrean una enfermedad milenaria que los hace alérgicos a la plata? ¿Teniendo al jodido Omerus Lee cerca?

—El padre de MinHo es adoptado por Omerus. No es su hijo- podemos decir que ahí-

—¿Crees que DeLuca no corroborará la información? ¡Piensa con la cabeza! —gritó HyunJin. JiSung calló enseguida, incapaz de replicar. La vena se destacó en la garganta de HyunJin, e incluso él se levantó de la cama—. Hogwarts es el lugar más seguro que MinHo tiene en este instante, y una vez que salga lo van a cazar. Tú solamente te enfrentarías a DeLuca solo para limpiar su nombre, pero solo será cuestión de segundos antes de que él se de cuenta de que no está hablando con MinHo- sino contigo, y mientras tú no tengas un plan para asesinarlo, él te matará. Y tú sabes lo que significa que te mate.

JiSung no pudo contestarle a HyunJin por el enojo que cargaba en su mirada. Felix y SeungMin tampoco opinaron sobre el tema, solo esperaron a que HyunJin bajara sus defensas para cuando volviera a hablar.

—¿Felix? —llamó HyunJin.

—Eh..., es mejor de que no te enfrentes a DeLuca —Felix le dijo a JiSung—. Por el tema de la Profecía que tienes..., es mejor que no lo hagas. Sabes lo que será si se encuentran de nuevo, y ahí sí que pasará... eso.

—O sea que, ¿no puedo ir a ver a DeLuca porque me matará? —cuestionó JiSung.

—O te matará a ti —repuso Felix—. Tú mismo lo dijiste, JiSung. Me dijiste que estabas resignado.

—Ninguna de estas mierdas tiene sentido —JiSung se levantó de su cama, enojado—. ¡Yo no quiero matarlo! ¡Solo quiero limpiar el nombre de MinHo y-

—Por amor a Merlín, ¡¿acaso te escuchas?! —volvió a gritar HyunJin—. ¡¿Piensas con la cabeza?! ¡¿O me has visto todas estas semanas?! ¡Te va a matar, JiSung, y el problema no es tu muerte, sino todo lo que viene después! ¡¿Cómo es posible que hayas intentado proteger a MinHo a costa de tu muerte?! ¡¿Cómo puedes ser tan egoísta?!

—¡¿Por qué mierda ahora soy egoísta?!

—¡Porque tú te librarás con la muerte! ¡Pero el resto estaremos condenados porque, según lo que nos dijo Felix, la única manera que podemos sacar a DeLuca del trono es matándolo! ¡Si tú te mueres, nadie más podrá hacerlo, y viviremos en la jodida dictadura que tenemos ahora!

El cansancio golpeó a HyunJin, lo que le hizo sentarse en la cama para jadear un poco antes de volver a hablar.

—No puedes ir sacrificando tu vida por cualquier persona, JiSung. Es tu vida. Y creo que ya hemos pasado por demasiadas mierdas como para perder a alguien más, y para saber que el mínimo acto de amor que todos nosotros nos podemos tener es mantenernos con vida.

Aunque toda la rabia acumulada en dicha discusión no se esfumara en lo más mínimo, JiSung solo pudo sentir sus hombros bajar y asentir con una pesada resignación.

Con el pasar de los días, dentro de la ausencia de Felix, la concentración de JiSung se basó en obsesionarse con el mapa, leer cada cosa que tocara su regazo, evitar salir mucho del castillo, escuchar las señales de radios muggles e ir a la enfermería para pasar horas y horas en ese lugar, entre el aburrimiento del estudio y el tener charlas unilaterales porque la lengua de MinHo continuaba en dolencia.

Para el jueves en la tarde, cuando MinHo pudo volver a vocalizar, se escuchó un estruendo en la enfermería.

—No- MinJu-

—¡Déjame, Christopher!

JiSung recordó el enojo de MinJu durante la práctica del baile de navidad, por lo que rápidamente guardó todas sus cosas esparcidas en la cama de MinHo en su mochila para huir de ahí, pero MinHo lo tomó de la muñeca.

—Ni te muevas —amenazó él.

—No quiero estar-

—¡MinHo Lee!

Madame Pomfrey se encontraba haciendo el inventario con el profesor Slughorn y la profesora Sprout, y a la hora de inventario normalmente la enfermería se encontraba cerrada. MinJu tenía el poder suficiente del uso de la enfermería en situaciones de emergencia que le hizo entrar al ala con dicha furia hasta enfocarse en MinHo, seguida por Chan.

Dio un paso hacia atrás por la sorpresa, y el enojo pasó por la preocupación antes de regresar a la ira. Con sus manos sobre su cadera, con la falda lisa y formal, y una blusa rosada de etiqueta, vociferó:

—¡¿Se puede saber qué demonios te pasó?!

JiSung iba a contestar, pero MinHo se sentó en la cama, cansado. MinJu logró ver la espalda del chico y, una vez más, su boca se abrió de asombro.

—¡MinHo!

—¿Puedes silenciarte un rato? —pidió él—. ¿Qué quieres que haga?

—¡¿Cómo que...?! ¡Dime qué te pasó!

—No. Yo me refiero a que quiero que me digas qué hago con la escuela. No he estado muy al tanto.

—¿Qué es eso de "no estar al tanto"? —hizo comillas en el aire—. Yo tuve la suposición de tu jodida fiebre de dragón, pero no tienes eso. ¡Carajo! ¡Se nota que no tienes eso! ¡¿Qué demonios te pasó?! ¡El jefe del Departamento de Educación vendrá en estos días...!

—No te voy a decir-

—¡¿Y a mí qué mierda?! ¡Desapareces por días y este jodido idiota no quería que yo viniera porque tú se lo pediste! —aludió a Chan—. ¡¿Qué te pasa?!

JiSung nunca había visto a MinJu tan enfurecida como a MinHo tan desinteresado. Los dos tenían un contacto visual que rondaba por un cargado desafío de acecho, casi como si se tentaran a que alguno diera el primer paso para gritarse.

Antes de que MinJu hablara, MinHo la interrumpió.

—Voy a volver lo más pronto posible a mis responsabilidades de Premio Anual, pero hasta el momento, necesito esta semana para recuperarme —aclaró MinHo con una frialdad en su tono de voz que hizo las uñas de JiSung colocarse verde—. Lo mejor que tú puedes hacer es no meter tu nariz donde no te compete, y seguir con el jodido rol y consecuencias que tú misma te has dedicado a sembrar. Deja de joderme y lárgate de acá, MinJu.

JiSung notó cómo los ojos de MinJu se llenaban de lágrimas cargadas de impotencia, las cuales la limpió con rapidez con su misma mano que deslumbraba el anillo de bodas.

—Jodido carajo —bramó MinJu con ira—. Eres una puta bestia.

MinJu salió de la enfermería con su cabeza en alto y a velocidad. Chan miró a la chica antes de ver a MinHo, y con su ceño fruncido tanteó la conversación.

—¿Por qué no le dijiste que tú eres-

—No me vengas con mierda ahora. Ni siquiera tengo interés de discutir contigo —cortó MinHo. Con lentitud logró colocarse de pie, y JiSung temió que en cualquier momento él caería—. Lárgate de acá. No te pedí que vinieras.

—MinJu y yo estamos preocupados-

—Y me jode.

—Estás tan cagado de miedo por el tema de tu licantropía que pareces incapaz de poder abrirte a más personas. Estás cagado de miedo —insistió Chan—. Es MinJu- no te va a hacer daño.

—No hablo del daño que me va a hacer, hablo de la funcionalidad. Y no me vengas a joder conque no tema con la licantropía si tú no sabes ni un carajo de las cosas que hablas. ¡Que la mitad de mis temores es por tu puta culpa! —terminó por gritar MinHo—. ¡Tú siempre has jodido y jodido! ¡Desde primer año que no me has dejado en paz con estas mierdas de ser un Lee, de ser un Slytherin! ¡Siempre molestándome por estupideces! ¡Y de repente sabes de mi licantropía, y eres bueno conmigo! ¡Y luego, yo hago algo por la Compañía, y tú me dices que no he hecho nada! ¡¿Puedes dejar de joderme?!

—MinHo —JiSung intentó intervenir—, no le hables as-

—¡Yo solo estoy preocupado por ti! —gritó Chan de vuelta—. ¡¿O acaso crees también que, solo por ser un hombre lobo, puedes tratar al resto como la mierda?! ¡¿Qué tus arrebatos de la luna llena son excusables?! ¡Tú también fuiste un maldito conmigo, MinHo!

—Entonces, ¡¿por qué te preocupas por mí?! ¡¿Por qué puta-mierda has querido seguir molestándome cuando tuviste la oportunidad no solo de decirles a todos, pero también de al fin dejar dirigirme la palabra?!

—¡Porque yo-

El corazón de JiSung se detuvo enseguida, y su respiración se estancó. MinHo ni siquiera frunció su rostro de ira ante la espera de que Chan completara la frase, para solo quedar en el vacío de la enfermería.

—¿Porque tú qué? —repuso MinHo—. ¿Qué mierda tienes tú?

Finalmente, con toda la repulsión que un corazón roto podía tener, Chan escupió:

—Nada.

Y se largó de la enfermería, bajo el mismo roce prepotente y enfurecido con el que se largó MinJu.

JiSung tuvo que pasar una mano por su cara y su cabello para que no manifestara sus colores y volviera al rubio que decidió en un momento tener como color permanente. MinHo, dentro de su furia, se terminó por sentar en la cama y jadear con cansancio.

—Mierda- me duele la cara —dijo MinHo, mientras se tocaba su parche.

JiSung se levantó y se ganó a su lado. —Ve al baño y lávate la cara. Luego, te recuestas.

—¿Por qué me lavaría la cara?

—Porque estás con un humor de la mierda para mañana —explicó JiSung—. ¿Te olvidas del lobo?

—¿Qué tiene que ver el lobo? —contestó, enojado.

—Mañana es luna llena, y el sábado probablemente saldrá en primera plana tu licantropía en El Profeta —dijo—. Ahí, te disculparás con MinJu y Chan.

MinHo tomó aire. —¡¿Por qué me iré a disculpar?! ¡Yo no-

—Escúchame. Ellos están preocupados por ti, y tú no puedes hacer nada contra eso —atacó JiSung enseguida—. Sufre con eso todo lo que quieras, pero mientras más te enrabies ahora, el lobo manifestará todo, y a él no le podrás esconder nada porque sabes que, para esta luna llena, tendrás que pasarla en la Casa de los Gritos.

Los ojos de MinHo manifestaron rabia intensa, y todo direccionado al querer atacar a JiSung. Él, sin mucho poder de decisión, terminó por tomar a MinHo del brazo para levantarlo con cuidado.

—Hazme caso —ordenó JiSung—. Mientras, yo me largaré por un rato. Regresaré a la noche.

—Tú no vas a volver-

—Haré la mierda que quiera —discutió—, y vendré porque te quiero, como toda la gente que ha venido. Tú eres el único que decide si sufrir por eso o no.

JiSung notó cómo MinHo peleó consigo mismo en refutarle, solo para ir en silencio al baño y encerrarse con un portazo. Apenas JiSung soltó aire para intentar calmarse cuando el miedo volvió a apoderarse de él.

«Puta mierda. Chan casi se confiesa, y probablemente lo habría hecho si yo no hubiese estado acá», razonó.

No obstante, al salir de la enfermería, se topó con Seo SooJin yendo hacia ella.

Ambos quedaron detenidos a mitad de camino, con los ojos sorpresivos puestos en el otro. JiSung se movió a la izquierda para darle el paso, pero ella lo imitó. Ambos bailaron alrededor del otro por cerca de treinta segundos antes de que JiSung se hartara.

—Por la jodida..., ven.

Tomó a la chica de la muñeca y la llevó cerca del muro. SooJin no dijo nada, solo caminó con él antes de que JiSung la acorralara contra la pared.

—¿Por qué demonio estás...? Mierda, ¿usas tacones? —JiSung le miró a los pies.

—Ya que no se han vuelto tan exigentes con el uniforme... —SooJin se encogió de hombros.

—Como sea- ¿qué haces acá?

—¿Tú qué haces acá?

—MinHo tiene fiebre de dragón —dijo automáticamente—. Vine a ver cómo estaba.

—Yo también —SooJin sacó de su bolsillo un frasco con hierba en su interior—. Traje hierbas del buen dormir.

«¿Hierbas del buen dormir? ¡Una estupidez! ¡Tan estúpido como el chaleco para Soonie que le hizo para invierno!»

—¿De qué es el índigo? —consultó ella al notar el cambio de color de pelo.

—¡De nada! —JiSung intentó que este se eliminara—. Puedo darle las hierbas yo.

SooJin negó. —También quiero hablar con MinHo.

—MinHo ahora está en el baño. Yo le dejo las hierbas.

—Pero tengo que hablar con MinHo.

—¿Qué tienes que hablar con MinHo?

—Algo que solamente MinHo y yo sabemos.

—MinHo me lo contará de todas formas.

—Pero MinHo no es tan estúpido como para-

—Por Merlín —Madame Pomfrey los interrumpió, asombrada—, nunca he escuchado una conversación demasiados «MinHo»s hasta ahora.

JiSung y SooJin se sonrojaron de la vergüenza, y se inclinaron cordialmente ante Madame Pomfrey que ingresó a la enfermería.

Con un suspiro vago, JiSung se pasó una mano por su cabello índigo. —MinHo está bien —repitió—, yo le daré la hierba.

Sin embargo, SooJin no contestó. Ella tenía sus ojos pegados en JiSung, como si fuese capaz de leer su mente o analizar algo que él emanaba sin darse cuenta. Solo pasaron unos momentos antes de que SooJin asintiera con razón.

—Tienes razón —replicó SooJin con suavidad—, lo que sea que le diga a él, te lo dirá a ti.

JiSung no supo muy bien por qué se avergonzó de eso, así que, asintió con un rebote de su cabeza. —Sí, algo así...

—Entonces, ¿tú me contarás la razón por la cual MinHo ahora no es querido en el partido?

—No sé por qué no lo es —se sinceró JiSung—, ¿tú sabes si es por algo...?

SooJin miró hacia el suelo por un instante, incapaz de querer seguir con esa conversación. —Sé algo, y los chicos no. Hay cosas que no le agradan de lo que dijeron sus padres.

—¿Los suyos?

—No, mentí. Mis padres me mandaron una carta y los chicos la leyeron. No están contentos y dudan de MinHo porque mis padres me dijeron que DeLuca informó que MinHo es aliado de la Compañía, y solo fue un distractor para el ataque terrorista del Callejón Diagon.

El concepto de «ataque terrorista» revolvió en el pecho de JiSung, aunque no podía restarle la impresión porque era SooJin quien decía aquello. Era esperable que siguiera del lado de LiMa.

Ante sus dichos, JiSung asintió. —Algo así pasó.

—Por ende, no tiene fiebre de dragón —razonó—. Él está herido.

—Ajá...

A veces, JiSung olvidaba que MinHo confiaba en SooJin, e incluso era capaz de considerarla como una amiga.

«Si la amiga de mi novio es mi amiga..., ugh».

Los dos callaron y quedaron parados en la mitad del pasillo. Con el regreso de Madame Pomfrey, los alumnos heridos comenzaron a llegar de a montones, y por los encantamientos usados, JiSung asumió que debió de haber un duelo o una riña masiva para el instante que la profesora McGonagall entró enfurecida a la enfermería.

—MinHo está demasiado sensible —JiSung terminó por ceder—. Le ha gritado a quien lo ha visitado. Te recomiendo que vengas después de la cena- recién ahora podrá comer algo sólido.

—¿Recién ahora?

—O mañana, después del desayuno. Aunque también te recomendaría el sábado después de la cena —JiSung se rascó su nuca, incómodo—. O, en su defecto, puedes darme las hierbas. Se la daré a la noche, lo prometo.

SooJin lo miró, escéptica. No parecía confiar en JiSung como él no confiaba en ella, pero ambos estaban ahí por la misma razón. Era difícil hacerla ceder, por lo que JiSung se sorprendió cuando ella sacó el frasco y se lo dejó en la mano.

—Espero que se recupere —dijo SooJin—. No sé el resto, pero yo lo echo de menos.

JiSung esbozó algo-así-como una sonrisa para corresponderle mientras le agradecía. Sin embargo, cuando ella dio media vuelta para irse, un nombre apareció en su cabeza.

—¿SooJin? —la detuvo. Ella se giró—. De tu círculo raro..., EunSang Choi es el padre de YeonJun, ¿no es así?

SooJin asintió, aun escéptica. —Sí, ¿por qué?

Con su cabeza enferma, JiSung hizo un movimiento con su mano para restarle importancia antes de largarse de ahí.

Su cuerpo fue automático, y ni siquiera se dio cuenta de los dos chicos de segundo año que se despedían porque uno era retirado de la escuela. Tampoco notó un cartel que pasaba con un pequeño avión de papel que recargaba el nombre de la resistencia, y mucho menos el papeleo en el diario mural donde amenazaban de muerte a los hijos de muggles y el profesor Slughorn desencantaba los papeles.

En la sala común, cayó una pieza de ajedrez de las hamacas flotantes, y saludó con la mano a Kai y a SooBin, quienes fumaban cerca de la ventana con HyeYeon.

Al llegar a su cuarto, un sollozo prepotente resonó en las cuatro paredes; la puerta del baño estaba entreabierta, y JiSung se apresuró en alcanzarla y abrirla para notar a HyunJin con su cabeza pegada en el retrete, con restos de vómito en el interior y en la orilla de su boca. JiSung quedó congelado por un largo tramo para pensar en todas las posibilidades: enfermedad, intoxicación, fatiga...

Pero solo bastaron a que HyunJin lo reconociera, lo viera con sus ojos llenos de lágrimas, y estancar un sollozo mientras intentaba tapar el retrete.

—No- no mires... —pidió HyunJin—, lar-lárgate...

«O bulimia», terminó por completar JiSung.

Enseguida humedeció una toalla y limpió el rostro de HyunJin, mientras él se destruía en sollozos. JiSung intentó alcanzar la cadena, pero HyunJin abrazó su brazo para aferrarse a algo, con intenciones de buscar el aire que le faltaba.

—No..., no... —murmuró—, no mires- no mires...

El peso de HyunJin debilitó a JiSung, lo que le hizo caer también al suelo. HyunJin se abrazó sus propias rodillas y jadeó compulsivamente en la búsqueda de aire.

JiSung tomó otra toalla y la humedeció, y forzó lentamente a que HyunJin se separar de él mismo para, finalmente, caer derrumbado en su regazo. Con calma, JiSung peinó su cabello rubio y humedeció toda la zona de la frente.

—¿Por qué la mataron? —lloró HyunJin—. ¿Por qué a ella? ¿Qué hizo Mina? ¿Por qué tuvieron que matarla? ¿Por qué tuvieron que hacerla sufrir...?

Era cuestión de tiempo que HyunJin viera las fotografías que rondaron en su momento por El Profeta, y por más que los prefectos hubiesen intentado esconderlas, era inevitable.

Tan inevitable como su llanto, dolor y cólera; tan inevitable como las mismas acciones de Mina que, bajo la ignorancia del muggle, ella terminó muerta. JiSung solo podía apartar sus propias lágrimas de su rostro para que HyunJin no notara que también le lastimaba saber que el padre de YeonJun fue quien la mató.

En un momento, JiSung miró hacia el dormitorio. El mapa seguía intacto, así que lo que le llamaba la atención era un baúl nuevo ubicado al lado de la puerta. El dormitorio de pronto se vio más pequeño de lo que fue a inicio de año, y aunque a JiSung le gustaba sentirse lleno de seres queridos, también estaba cargado de herencias.

—HyeYeon... me pasó sus cosas —terminó por sollozar HyunJin, luego de un extenso llanto. Su respiración era ligeramente agitada, pero mucho más controlada—. Sus padres no la querían, y las chicas del cuarto no sabían qué hacer con ellas. No querían botarlas, así que me la pasaron...

—Podemos enterrarlas —ideó JiSung—, y hacer algo simbólico.

HyunJin no contestó, solo se volvió a meter en una bruma de tristeza tan potente que JiSung, en ese instante, solo pudo contenerlo hasta quebrarse él mismo.

Horas más tarde, la cama de Felix era usada por ChangBin, quien hablaba con HyunJin en su propia cama sobre comentarios de la canción que sonaba en ese instante en la estación muggle de radio. Mientras, JiSung intentaba concentrarse en su texto «Wingardium Leviosa: ¿hasta dónde llegan los límites de nuestra mente?», aunque su mente se distraía en cada instante que la canción terminaba. Los ojos de JiSung iban hacia el mapa, y esperaba pacientemente a que el locutor terminara de hablar.

SeungMin se aproximó a su lado. —He tenido una idea.

—Dime.

SeungMin dejó el libro sobre Magia Egipcia a un lado y miró hacia el mapa. —¿Y si colocamos a los hijos de muggles en esto?

—¿En el mapa? ¿Con los demás?

—Mi idea era colocarlos con los de la Compañía, pero asumo que solo podremos hacerlo con los hijos de muggles. Podemos usar el registro de McGonagall de los que ingresan y..., y fusionarlos.

—¿Ah, sí?

Dentro de la copia del libro, SeungMin sacó un pergamino con un montón de indicaciones, el cual apuntó con su temblorosa mano. —Solo hay que ver la lista, y hacer un encantamiento fusión. Deberemos sacar a McGonagall de su despacho- lo cual será fácil, después de la pelea de hoy. Quitamos la lista y la fusionamos, así...

La voz de SeungMin quedó en el aire, con rastros en su labio de haber sido mordido compulsivamente. JiSung se sintió un amigo tan asqueroso que tuvo que pasaron unos segundos reflexionando antes de caer en cuenta la intención de él.

—Felix está bien —dijo JiSung, aunque sonaba más una rectificación de él que un consuelo para SeungMin—. Ya nos habríamos enterado si es que...

—Pueden no decirlo.

—No seas pesimista.

SeungMin dejó con frustración el pergamino en el libro.

—Pero es una buena idea —insistió JiSung, al notarlo—. Coloquemos la lista y ubiquémoslo en el mapa. Debe ser el mismo encantamiento que hicimos para el Mapa del Merodeador.

Solo bastó un par de merodeadoras en el otro lado del despacho de McGonagall para que ella saliera y, bajo la capa de invisibilidad y la habilidad de JiSung para ser metamorfomago, con SeungMin rebuscaron en todas partes la lista oficial transcrita por la pluma que usaron para el Mapa del Merodeador cuya distinción fuese los hijos nacidos de muggle.

Aunque Hogwarts fomentara la inclusividad, dicha lista sí existía. JiSung quiso interpretarla como la asistencia que estudiantes ignorantes tendrían y la sobreestimulación de la magia en todas partes.

Para el viernes en la noche, MinHo salió rápidamente de la enfermería para dirigirse a la Casa de los Gritos. JiSung lo siguió de cerca, bajo la capa de invisibilidad, y esperó a que Madame Pomfrey hiciera el ritual de encerrar a MinHo en el dormitorio de la casa para largarse de ahí antes de la aparición de la luna llena.

JiSung se transformó en un perro para esa noche, y optó con la idea de dejarlo libre en la casa. Sin embargo, la transformación, en comparación de otras noches, fue más violenta.

Lo esperaba- era obvio que la rabia y el disgusto que MinHo tenía produciría que todo el furor escapara desde bajo su piel para abrirse paso en la criatura que era al exterior; era doloroso escuchar sus alaridos sollozos y clemencias de muerte que instintivamente poseyeron los gritos de MinHo. Si JiSung fruncía su oído, incluso oiría cómo sus huesos se tronaban ante la transformación total de lobo, el cual, desesperado por salir, rasgó todo lo que tuvo a su paso.

El plan inicial se terminó por erradicar, y JiSung solo pudo ser un perro leal fuera de la puerta del dormitorio. Sacarlo de la zona encantada enfurecería más al lobo.

Mayo trajo consigo un amanecer más temprano, y casi a las seis de la mañana la luna se ocultó. El cuerpo de MinHo poco a poco regresó a la normalidad, frente a los ojos de JiSung, y enseguida lo reacomodó en el destrozado colchón.

—Bien, bien, bien —JiSung comprobó las heridas superficiales de MinHo—, estás bien- o sea, no, pero...

—Me duele —MinHo masculló entre dientes—, me duele todo...

«Obvio», pensó JiSung, porque sus propias manos estaban cargadas de sangre de MinHo, pero todas las heridas que él portaba eran sanadas por Madame Pomfrey con recuperación rápida, además de que el cuerpo del licántropo tenía una sanación mucho más eficaz y veloz que la de los humanos. Todo estaba bien.

Antes de que Madame Pomfrey llegara, JiSung se escondió bajo la capa.

—Ay, mi vida —sopesó ella su lástima en el movimiento médico—. Tanto tiempo que no te pasaba esto...

«Demasiado». Entre los gemidos de MinHo al sanarlo, JiSung se preguntó si debió de arriesgarse de sacarlo al Bosque Prohibido.

Sin embargo, las paralizaciones y los malos rescates no estaban a la orden de nadie, y la desesperación del mundo real poco a poco acababa con JiSung. A sabiendas de que MinHo estaría bien en la enfermería, él se largó hacia su dormitorio para poder dormir un rato. Dejó la capa de invisibilidad bajo su colchón y, con pereza, se lanzó hacia su cama.

Pasaron cuatro horas antes de que le abrieran la cortina.

—Bicho raro —llamó ChangBin, quien se cepillaba los dientes—. Hay correo.

—¿Y a mí qué mierda? —masculló JiSung con su cara en la almohada.

—Newt Scamander.

JiSung enseguida le quito la carta a ChangBin y desenvolvió el pergamino. Ni siquiera su cabeza funcionaba por completo cuando ya estaba leyendo la carta, no obstante, no procesaba ninguna palabra.

Querido JiSung, espero que te encuentres bien. Te mando este contacto porque sé que estás seguro en Hogwarts, por lo que es seguro saber cómo te encuentras en estos momentos. Espero que no hayan interceptado esta carta de camino, pero quiero informarte de que mi casa está siendo un refugio para aquellos perseguidos por el gobierno. Si necesitas un refugio, sabrás como contactarme.

Newt Scamander

Con pésame, JiSung dejó el correo en su regazo. Sus ojos subieron hacia el mapa, más colorido que las últimas noches, y un fuerte nudo se formó en su garganta.

—¿Qué pasó? —ChangBin preguntó—. No es normal que llegue correo al dormitorio.

JiSung negó. —Nada. Era Newt Scamander y quería saber cómo me encontraba. Eso es todo.

La bulla en sus oídos, del terror, el pánico, la incertidumbre y la preocupación enfermaban a JiSung. Se levantó de su cama, con los mismos gritos de su mente que ladraban en cada paso que daba. Al llegar al mapa, enfoco sus ojos hacia aquella zona de Inglaterra donde Felix vivía, con un titilante color naranja enmarcando a todos los hijos de muggles.

Con cuidado, alzó su dedo para tocar el punto. Ese seguía ahí, brillando. Todo debía de estar bien si seguía ahí.

Su mano bajó dentro de su camiseta, hacia las escamas de dragón. Con una fuerte dolencia, JiSung se arrancó una y la dejó caer al suelo, donde en el camino perdió el brillo característico solo para quedar en un gris pálido, como hoja de otoño.

—¿Los chicos? —consultó JiSung.

—Desayunando —respondió—. ¿Vamos?

JiSung no tenía ganas, pero accedió. En la sala común de Hufflepuff incluso se sorprendió de toparse a Yeji con Nadine Delagé en una de las hamacas flotantes.

Su cabello estaba blanco, y el andar con ChangBin le reclamaba el peligro de todo. JiSung lo sabía, y era consciente de que MinHo en la enfermería también lo sabría. Era el día después de la luna llena, donde la teoría de Erick se hizo real cuando los murmullos de terror ahondaron en todos los rincones del castillo.

Al llegar al Gran Comedor, el único profesor que se encontraba en su lugar era Hagrid. En la mesa de Hufflepuff se encontraba sus amigos con SooBin y Kai, y también JeongIn con Yuna y su amigo BeomGyu.

—¿Qué es un liat- litram- licántropo...?

—Una bestia.

—¿Hombre lobo? ¿Estudio con un hombre lobo?

—¿Qué te quejas? ¡Yo comparto cuarto!

—Fiebre de dragón- bah, qué inutilidad.

—Qué tetricidad, ¡por Merlín! ¡¿Cómo Dumbledore permitió esto?!

Para cuando finalmente llegaron al grupo, sus amigos lo miraban con dicha lástima que han mirado a HyunJin las últimas semanas. Kai y SooBin lucían bastante sorprendidos, mientras que Yuna y BeomGyu vociferaban cuestionamientos de qué tan verdad podía ser.

—Esto es solo para dejarle mala fama —JiSung escuchó a SooJin con sus amigos de la Sociedad Secreta hablar desde la mesa de Slytherin—. Dijeron que era traidor y ahora publican estas cosas-

—¿Realmente crees que DeLuca mentiría con esto? —le regaño SoYeon a su amiga, horrorizada—. No seas tonta- ¡esto es serio! ¡Deben... echarlo!

—Ah, mierda —SunWoo hizo un escalofrío—, y comía con nosotros..., ¡puta mierda! ¡Qué asco!

—¡Hombre lobo! —Tommy Tom Thompson exclamó desde la mesa de Gryffindor—. ¡Eso es genial! ¡Qué genial!

—No quiero alardear, pero... —Lucas Bang sonrió con fanfarronería a sus dos amigos—, él fue a verme a la casa durante el verano.

—¡No! —exclamaron Tommy Tom Thompson y Sunniva Shaftoe, sin poder creerle—. ¡Genial!

—Siempre pudo ser peor. —HyunJin ni siquiera ocultaría su sabiduría frente a SooBin, Kai y Yuna. —Pudieron haberlo...

—¿Qué es peor que esto? —murmuró JiSung. SeungMin y HyunJin le hicieron un espacio para que se sentaran con ellos, y vieron la forma poca sutil que JeongIn tuvo para esconder el periódico—. Pasa.

—MinJu nos dijo que no entregáramos información de El Profeta, que solo radios y...

—JeongIn, me importa una mierda. Entrega.

Desistido, JeongIn tendió el periódico a JiSung. La portada de El Profeta junto con una fotografía de MinHo sacada durante su trabajo de verano en el Departamento de Periodismo. La cicatriz que le cruzaba la cara se notaba nueva en ese entonces.

—Hipócrita de mierda —Kai masculló, al apuntar la portada—, partidario de DeLuca y un hombre lobo. Jodido traidor.

—Es como los hijos de muggle de la casa de Slytherin —bromeó SooBin.

—Oye —bramó ChangBin—, ten respeto.

—Uy- perdón, traidor de sangre.

ChangBin colocó sus ojos en blanco.

—Solo tienes que leer la noticia para saber a qué se refiere —Yuna explicó con paciencia, sentada en el regazo de JeongIn—. Habla de cómo trabaja para el grupo terrorista.

—¿Al grupo que quieres militar? —la molestó JeongIn.

Yep.

Tal como la carta de Newt, JiSung solo veía las letras y la fotografía. Su mente estaba tan cansada que no podía entender las oraciones que emergían de ahí.

—Una vez lo molestaste con la luna llena —JiSung le habló a Yuna sin mirarla—. ¿Por qué?

Yuna se encogió de hombros. —Cicatrices, aullidos, ironía.

—Supongo que hace sentido, una vez que conectas neuronas —opinó BeomGyu—, si dos más dos son cuatro...

—Claro, ahora es obvio porque sabes —bromeó Kai.

—¿Por qué no te suicidas?

JiSung volvió a arrancarse otra escama bajo su ropa, y la dejó sin cuidado en el suelo.

«EXHEREDERO LEE: LICANTROPÍA ESCONDIDA. ¿ES OMERUS UN CÓMPLICE O UNA VÍCTIMA?»

—Cómplice o víctima —releyó JiSung—. Ni siquiera es un causante...

—¿Por qué sería un causante? —cuestionó JeongIn.

JiSung negó. —Nada, solo pienso en voz alta.

Durante el día, las lechuzas llegaron a Hogwarts con insistencia. Los estudiantes vociferaban en voz alta a los maestros sobre la presencia del licántropo en el Bosque Prohibido, de la existencia del Sauce Boxeador y de si harán algo respecto a él. MinHo debería de ser desvinculado de todos los medios de la escuela.

JiSung ni siquiera tenía cabeza para estar paranoico. MinHo simplemente no podía largarse.

—Podrá vivir en la Compañía —SeungMin en un momento intentó consolarlo.

—Lo matarán ahí mismo, o- o peor: Hana lo utilizará como arma.

El recuerdo del hombre lobo llamado Lucas, acribillado por metralla de plata, muriendo agónicamente envenenado sobre una vieja camilla de hospital.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

Cuando MinHo abrió los ojos, sabía que algo estaba mal. Podía sentir el vacío de la enfermería, oler la angustia de Madame Pomfrey, y escuchar a los lejos los arrebatos de rabia de los estudiantes.

Al caer en él mismo, divisó a Dumbledore a su lado.

—Buenos días —saludó él—, o buenas tardes.

Con cuidado, MinHo se incorporó. Su mejilla derecha dolía como el infierno, y sus huesos tenían la clara manifestación de ser reacomodados. Había pasado demasiado tiempo desde que pasó encerrado una luna llena en la Casa de los Gritos.

Su cuerpo actuaba y reaccionaba de la misma manera en la que revivió al día siguiente, luego de que Chan y SeungMin lo hubiesen visto en su forma lobuna. Dumbledore también estuvo a su lado, por lo que, atemorizado, MinHo preguntó:

—¿A quién...?

—A nadie —aclaró Dumbledore enseguida—, es solo que, acorde a tu última misión, el ministro DeLuca ha divulgado información sobre usted, joven Lee.

«Oh, vaya». MinHo esperó reaccionar de una forma mucho más violenta, o algo abrasivo que lo llevara al suicidio. No obstante, la resignación previa, todos sus temores y las alzas de la ansiedad parecieron generar un perfecto colchón en donde caer. Dumbledore emite la información, y MinHo solo puede reaccionar sentándose en la cama con cuidado.

Un vendaje lo rodeaba el torso, como siempre. La herida de su mejilla fue retratada porque sus puntos y la cicatriz se abrieron, y su mano derecha, mucho más debilitada, tenía vendajes por sus dedos rotos. Se las arregló para sentarse sin ayuda de Dumbledore.

—Entonces, ¿hago las maletas? —preguntó MinHo—. Al menos no me prohíba el paso para la tercera prueba, por favor...

—Usted no se irá de la escuela hasta que se gradúe, señor Lee.

—¿Está loco? Vamos- al menos pídame un taxi hacia Londres y-

—Señor Lee. —El profesor Dumbledore se levantó de la cama, y detuvo a que MinHo anduviera. —Yo no lo expulsaré ni lo echaré de la escuela. Ni por más correos de apoderados que me lleguen.

—Entonces- dimito. Soy mayor de edad, puede aceptar eso.

—No lo aceptaré.

—¡Que me voy a ir!

—Señor Lee... —con calma y amabilidad, el profesor Dumbledore volvió a guiar a MinHo para que se sentara en la cama—, comprendo que esta situación sea sumamente compleja para usted, porque ha sido posicionado para el gobierno como uno de los cómplices de la Compañía, y, desde lo más profundo de mi voluntad y corazón, realmente le pido disculpas por haberle fallado.

MinHo rebotó en la cama, y miró a Dumbledore con suma duda.

—¿Cuándo me falló? —discutió—. Todo esto fue porque yo quise hacerlo.

—No tuve que aceptar-

—¿Y? Ya estoy acá. Nadie ha fallado más que yo en todo esto, y debo vivir las consecuencias de mis acciones...

—Hace siete años, casi ocho, le prometí a un joven de once años que, asustado de la propia magia que poseía, sin entender por qué le sucedían estas cosas, sería contenido en un lugar seguro —interrumpió Dumbledore, con palabras tan suaves que dejaron a MinHo momentáneamente embalsamado en la calma—. No se irá de esta escuela, señor Lee, porque yo no fallo dos veces a la misma persona.

De repente, los ojos azules de Dumbledore parecieron consolarlo de la misma forma ante la desesperación que MinHo tuvo ese primer encuentro con él, cuando le dejó personalmente la carta a su ingreso a Hogwarts.

En ese entonces, ambos estaban sentado en uno de los jardines de la Mansión Lee, rodeado de arbustos florales que a la señora Lee le encantaba trabajar. Dumbledore le miró de la misma forma que le dijo en el presente, y dijo:

—Me aseguraré de que su futuro sea próspero en mi escuela, señor Lee. Y tendrá la misma seguridad que en su hogar le entregan.

—No. —Había contestado el niño de ese entonces, de ojos cafés y cabello negro, quien a los once no conocía lo que eran los zapatos sucios. MinHo hablaba como si alguno de los elfos domésticos los escucharía y delataría con sus padres. —No quiero una jaula.

—¿Por qué te tendría una jaula, señor Lee?

—No me querrá ahí, entonces. Soy peligroso.

«Peligroso» era la palabra que maltrataron a MinHo, con esa idea de que no era más que un sucio y vil secreto que, tan pronto como saliera a la luz, su cabeza sería decapitada.

En la enfermería, MinHo sintió el impulso de tocarse el cuello.

—No me quieren fuera, director —MinHo discutió—. Me quieren muerto.

—Yo no podré evitar a que los padres reclamen o alumnos sean retirados de la escuela —aclaró Dumbledore—, pero sí puedo evitar, al menos este último mes, que alguien te haga daño.

Este último mes sonaba demasiado lejano y próximo a la vez. MinHo tenía dinero recolectado de su madre y de los parientes que le enviaron por lástima a causa de su homosexualidad, pero no sobreviviría demasiado tiempo. No tendría trabajo, y no tendría especialidad alguna salvo lo insulso que eran los Estudios Antiguos. Y aunque JiSung decidiera abandonar la escuela para el siguiente año, dependerían del dinero que él compite en el Torneo.

Solo quedaba 27 días para la última prueba, y 35 días para su graduación.

MinHo solo quedó con ese pensamiento antes de recordar en la posición en la que estaba parado, en la postura que tenía. Aun había una toma, había una guerra y había violencia en todas partes. MinHo no era quien llevaba el fin del mundo.

Con el dolor de su cuerpo, y también de su corazón, se levantó hacia su propia ropa para poder vestirse. El profesor Dumbledore intentó ayudarlo, pero él se negó: debía de vestirse solo.

Sus pantalones formales sueltos, con su camisa de manga corta de color negro, y la túnica que él usaba para tapar sus cicatrices. Supuso que la túnica ya no sería necesaria, y que aquella persona que intimidaría al andar sería por medidas necesarias. MinHo no culpaba a nadie si es que lo trataba como bestia, porque lo era.

Salió de la enfermería pensando en los ojos de la gente, en el terror de los estudiantes y el repudio que era su licantropía. Un fuerte veneno y enfermedad sin cura que solo generaba desgracias, que solo generaba secuela y dañaba a sociedades enteras. El hombre lobo era el desfase de la racionalidad que sucumbía a las pulsiones e instintos que tanto se intentaba reprimir. El enjuiciador del hombre era tan severo que mataba todo rastro bestial de él mismo.

Andar por los pasillos de Hogwarts desde esa nueva mirada era lo que generaba un fuerte dolor de cabeza, con un baño de memorias de todos sus temores y pensamientos de muerte como la escapatoria de su sufrimiento. El cómo lo condenaron de pequeño, y MinHo deseó que lo atacaran de espalda con una bala de plata.

Y ahora, a medida en que sentía cómo crecía a medida que caminaba, notó cómo las posibilidades de muerte eran iguales a las de vida, y de cómo sus cicatrices ya no eran la mentira de un abuso doméstico; era lo real, lo que a MinHo lo hacía ser MinHo. Él construía puentes con solo pisarlos.

Porque todo lo que lo hace animal, también lo hace humano.

Buscó por todo el castillo a paso lento, con los temores de los estudiantes que se abrían paso. Vio en los jardines, en el Gran Comedor, e incluso en los salones de estudio. Tarde cayó en cuenta, desde el agotamiento mental, de que solo tenía que buscar en el lugar donde todo se originó; donde el caos nació y el reflector de estrellas iluminaba en el techo como consecuencia de ello.

El barril de la sala de Hufflepuff estaba abierto, y dos chicos huyeron en sentido contrario tan pronto como lo vieron atravesar. Se iluminó su rostro con el fuego de la sala común, y el silencio sucumbió por la presencia del licántropo Premio Anual entre todos ellos.

Y vio a JiSung ahí, en el sofá junto a HyunJin y SeungMin, mientras que JeongIn y ChangBin estaban desparramados en el suelo con la charla de algo. Ni siquiera le importó qué tipo de discusión tenían ahora, porque callaron al verlo acercarse a ellos.

—MinHo —llamó JiSung, sorprendido. Cuando se levantó para ir hacia él, MinHo solo lo detuvo con un movimiento de manos.

—Para —le dijo, antes de aletear—, y hazme espacio..., me duele todo.

SeungMin y HyunJin se apretujaron en el sofá para hacerle un espacio a MinHo, y él se derrumbó en el pequeño lugar. Lanzó un sonoro gemido de dolor, apaciguado por los murmullos que nacieron. Los chicos quedaron en un profundo silencio hasta que HyunJin habló:

—Estuvo tranquila tu noche, parece.

MinHo asintió. —Ni te imaginas.

[1] bien intenso el capítulo, ¿eh? Espero que les haya gustado. Muchas gracias por leerme.


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