45. La pareja perfecta
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.
Capítulo 45
La pareja perfecta
Abril 14, viernes en la mañana
Felix despertó de una sacudida abrupta desde lo más profundo de su cerebro. No supo si fue una pesadilla o una convulsión propia de los estragos de los terrores que tenía en lo más profundo de su inconsciente, sin embargo, al abrir los ojos, se notó con la mirada de SeungMin en él.
—Jesús... —susurró Felix, y se tapó el rostro—. ¿Qué hora es?
Ambos dormían en el colchón del suelo, y se podían escuchar los ronquidos de HyunJin con JiSung arriba, sumado a los pasos y murmullos ligeros en el pasillo. La luz se filtraba en la puerta, junto con las gotas de lumous en el libro que SeungMin encantó para poder avanzar un poco en su lectura.
—Cerca de las nueve —contestó SeungMin en voz baja. Estaba apoyado en la pared, y lucía con intenciones de querer regresar a su lectura—. No nos han molestado, así que, no me muevo.
—Solo di que te da miedo salir solo.
—También.
La presencia de cuatro cuerpos en un armario pequeño y el de las piernas de SeungMin apegadas con cercanía a las suyas hizo que Felix se sofocara de calor; se bajó las tapas de la cama y se subió un poco la camiseta de estampado de Maroon 5 para acariciar su barriga.
—¿Hablé en sueños? —preguntó Felix—, ¿molesté mucho?
—Nah, no como la primera noche —contestó SeungMin. Él había regresado a su lectura.
—Creo que tuve una pesadilla.
—No me di cuenta.
SeungMin estaba distante. No frío como un témpano, pero sí como para romper el característico afecto que él emanaba con todos los chicos. No lucía sorprendido en nada, y pareciera que, de nuevo, el libro era mucho más interesante que Felix.
Se mordió el labio un poco nervioso, y no apartó los ojos de SeungMin. Desde que ChangBin lo besó, la extrañeza que él emanaba estaba lejos de ser natural y capaz de poder corresponder con algo; SeungMin le dijo que podían detenerse, porque probablemente ChangBin querría besar a Felix de nuevo.
No obstante, la emoción que en algún momento tuvo que sentir Felix al tener que hablar con ChangBin sobre eso no le resultaba atractiva. Para nada.
Entonces, con los ronquidos de sus amigos y los murmullos del Refugio, Felix tomó el libro desde la parte superior de las hojas, e hizo un poco de presión ahí.
—¿Por qué siempre insististe en que me gustaba ChangBin?
—Porque lo hace —contestó, obvio. A Felix no le gustó esa respuesta—. Desde el año pasado que te gusta, y ahora tienes una oportunidad con él.
—¿Por qué, cada vez que hablamos de ChangBin, tú siempre luces como si me estuvieses dando autorización para algo?
—No te estoy dando autorización para estar con él. Puedes hacer lo que quieras.
—Entonces, ¿por qué parece irritarte la idea de que yo, como tú dices, haga lo que quiera?
SeungMin no entendió a lo que Felix se refería, e intentó apartarlo del libro con un suave movimiento de dedos sobre el lomo de la mano de Felix.
—¿Por qué me apartaste para navidad? —volvió a preguntar Felix, al notar que no había respuesta.
—Porque estabas borracho.
—Tú igual.
—No tanto como tú.
—Si no hubiese estado borracho, ¿me habrías seguido besando?
—Felix, no he firmado ningún contrato como para que me entrevistes esta mañana —discutió SeungMin, aun sin comprender hacia dónde Felix quería llegar—. ¿Por qué me haces estas preguntas? Deberías disfrutar de tu no-sé-qué con ChangBin.
—No he hablado con ChangBin del beso.
—Han pasado semanas, ¿tienes fiebre o...?
—Has sido esquivo y soez con todas las preguntas que te he hecho, y pareciera que luces bastante más preocupado por mi relación con ChangBin que tú relación conmigo.
Directo al grano, con una puntualidad a la vena tan fina como cirujano que podía alterar todo el sistema nervioso. SeungMin bajó de a poco su libro para, finalmente, chasquear su lengua con un disgusto mientras fruncía el ceño.
—¿Mi relación contigo? —SeungMin tuvo que trabajar con todo su autocontrol para continuar con los susurros. HyunJin y JiSung eran difíciles de despertar—. ¿Quién quiso que tuviéramos «beneficios» con el otro?
—¿Me ves solo como tu amigo con beneficio?
—¿Debo de verte de otra forma?
—Sí —la voz de Felix se agravó en su sensibilidad—, porque todas esas veces que me has empujado hacia ChangBin han sido por un mero acto de cobardía. SeungMin, yo te gusto.
Toda la respiración quedó estancada en SeungMin, incapaz de formular palabra. La aparición súbita de la palabra «gustar» caló en su cabeza con una fuerza tan dolorosa como un ladrillazo.
Era repentino, atrofiado e incluso un poco confuso. También era verídico, agudo y arriesgado. Una verdad sin ser verdad. SeungMin se vio incapacitado en poder formular un rechazo.
Por ende, hizo lo que mejor sabía hacer.
—Y tú me usaste solo para reemplazar a ChangBin.
En el rostro de Felix se pudo presenciar distintos estados emocionales que terminaron cayendo en la deriva del corazón roto: del desentendimiento a la comprensión, a la asunción al enojo, y de la tristeza a la decepción. Una vista que SeungMin jamás había visto.
Pronunciar esas palabras también lograron que la respiración de SeungMin se atrofiara. Doloroso de ver a su mejor amigo entristecido, y doloroso porque él fue el que lo causó.
—¿Así me ves? —susurró Felix. No lo hizo por piedad a los otros dos chicos dormidos, sino porque era incapaz de poder alzar la voz sin mostrar su pena—. Tantos años, ¿y esa es la visión que tienes de mí? ¿Eso crees que tú eres para mí?
—¿Qué? —insistió—. ¿Acaso soy algo más?
Felix presionó sus labios, y negó.
—No, claro que no. ¿Por qué serías tú algo más? —Felix se giró sobre su almohada para poder ver el techo—, solo eres el imbécil que usé para intentar olvidarme de ChangBin. Obvio que eso no funcionó.
Finalmente, Felix se levantó del colchón del suelo y fue hacia su bolso. SeungMin quiso agregar algo más, pero su propia torpeza lo hizo verse imposibilitado.
—Iré a vestirme —informó, y se fue del dormitorio dando un portazo.
El golpe retumbó en lo profundo de SeungMin como el error que cometió. A su lado, en la cama, HyunJin y JiSung despertaron asustados y desorientados.
—¿Eh? —HyunJin se limpió la saliva de su mejilla—, ¿qué pasó?
SeungMin cerró su libro y lo lanzó hacia el otro lado del armario. —Nada. Vamos a desayunar.
Se turnaron en usar el baño del pasillo para poder asearse y recomponerse un poco. El sueño les pegaba demasiado por haberse quedado hasta tarde con los chicos de la Línea Integradora molestando a JungWoo por la boda.
En el baño, HyunJin se afeitaba con cuidado su mandíbula, JiSung estaba sentado sobre la tapa de la taza del retrete mientras se secaba con cuidado su cabello rubio. Su mirada estaba pegada en el azulejo del suelo, y una gran inquietud se posó en su pecho que le hizo sentir intranquilo e incapaz de pensar en ese día.
—¿Qué pasa? —HyunJin consultó, a su vez que golpeaba la navaja de afeitar con el lavabo.
—Hay algo que no les dije sobre MinHo —confesó JiSung.
—¿Hay algo peor de que él sea un licántropo? —bromeó.
—Sí- SeungMin lo sabe, ya que él supo lo de MinHo desde antes. Pero... MinHo no fue mordido por un licántropo cualquiera: era de la Compañía.
—Me jodes —HyunJin intentó agarrar la navaja cuando por la sorpresa se le soltó, lo que pasó a cortarse el dedo—, carajo- ¿me jodes? ¿De la Compañía?
—Hana tenía a dos amigos- eran una triada. Esa triada que fundó la Compañía —aludió JiSung al borrador que tenían guardado en el armario—. Lucas, Daniel y Hana. Licántropo, Veela y Metamorfomaga.
—Fantástica triada.
—Fueron a una misión a Londres: matar a Omerus Lee. Esperaron el mes entero para que Lucas se transformara y lo matara en su forma lobuna, pero encontraron a MinHo- quien, de ocho años, era más tentador.
HyunJin maldijo de nuevo y se apoyó en la puerta del año, impresionado. JiSung asintió a su pésame, aun preocupado.
—¿MinHo sabe?
—Sí. Estuvo furioso, pero luego se le pasó- no, no se le pasó —se corrigió enseguida—, solo... siguió. Estoy preocupado, HyunJin. MinHo es rencoroso.
—¿Lo crees capaz de atacar a Hana en la mitad de la boda?
—No lo sé. —Una corriente de frío hizo que JiSung se enderezara. Estaba a medio vestir- solo llevaba la falda violeta larga que SeungMin le regaló para su cumpleaños; aun no sabía qué camiseta colocarse para la mañana. —MinHo es rencoroso, pero también cauteloso. Tampoco quiero que él pase un mal rato- ha ayudado a MinJu con la boda y esas cosas. Creo que le agrada.
—No puedes hacerte cargo de cómo se siente MinHo, y lo sabes.
—Tienes razón, pero no puedo evitar aun sentir culpa a sabiendas de que fue- bueno, ya sabes, mi madre.
HyunJin asintió. Se lavó el rostro para sacarse los restos de crema de afeitar y se colocó una camiseta de estampado con el equipo que jugaba HyunSan. Con parsimonia, volvió a apoyarse en la puerta del baño.
—MinHo marcó un límite —consoló HyunJin—. No lo creo capaz de verlo lanzar el pastel de bodas a Hana por la cabeza, sin embargo, tampoco lo veo jurándole lealtad a ella durante mucho tiempo. Solo será cuestión de tiempo antes de que desista de la Compañía.
—Yo no creo que se alíe con LiMa.
—Ni yo, pero tampoco creo que se siga preocupando por la causa —se encogió de hombros—, se convertirá en un trabajador del ministerio sin opinión pública, viviendo en algún bosque para poder transformarse en sus lunas llenas, a la espera de que su familia no lo delate.
JiSung asintió. No lo había pensado de esa manera: que MinHo se transformara en esos políticos de la concertación, que solamente avalaban las cosas que tenían un beneficio y generaban interés propio. Sería una forma decepcionante para acabar con los ideales de MinHo, pero la opción que dejaba más tranquilo a JiSung.
Los dos se quedaron callados en el baño. La toalla no absorbió en su totalidad la humedad del pelo de JiSung, lo que hizo que pequeñas gotas bajaran por su columna y le diera comezón. Cuando estiró su brazo para rascar su espalda, notó que su codo lucía una pequeña escama de dragón.
—Me pregunté cuánto se demoraría en salir —murmuró JiSung.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —habló HyunJin.
—Dime.
—¿Cómo te sientes estando acá, ahora?
—Mejor de lo que esperaba —confesó—. No pensé que me moriría del trauma, pero tampoco creí que lo sobrellevaría bien. Pareciera que las circunstancias o..., o el hecho de recordar lo que viví acá es lo que me tranquiliza. No te mentiré que siento nervios cada vez que doblo un pasillo porque- mierda, te juro que los ojos del auror que me topé en la Sala de Apariciones eran terroríficos; sin embargo, esto sigue estando bien.
Era probable que JiSung no lo viera en ese instante porque era un niño, pero desde el punto de vista de ya alguien que iba a las puertas de la adultez, le pareció tranquilo.
HyunJin asintió en comprensión de lo que JiSung dijo, y una pequeña sonrisa se esbozó en su boca.
—¿Sabes? —JiSung volvió a hablar—, con SaeJah fuimos amigos un poco. Supongo que eso le sorprendió cuando me vio en primer año.
—Asumo que te dio por muerto.
—Cuando me aburría, iba a la enfermería y jugaba con el inventario y esas cosas. Me duplicaba documentos para que yo los ordenara (y no hiciera un caos de por medio), y a veces me metía en su armario de pociones, donde tenía dibujos hechos por ti y Yeji, y había fotografías suyas también.
—Con Yeji pensábamos que mamá no vivía con nosotros porque las exigencias de San Mungo eran demasiados- en especial porque estaba haciendo una revolución medicinal —recordó HyunJin.
—Yo..., yo vi las fotos, y recuerdo que quería ser amigo de ustedes —a JiSung le fue imposible no sonreír con nostalgia—. SaeJah era algo-así mi amiga, lo que me hacía querer ser amigo de ustedes. Ahora, cuando veo hacia atrás, siento que te estuve esperando todo ese tiempo para conocerte.
HyunJin quedó un poco perplejo ante la confesión, o al menos no lo suficiente como para que sus ojos se aguaran y, como un chapuzón, abrazara la cabeza de JiSung mientras restregaba su rostro en su cabello.
—¡Te amo tanto! —lloriqueó HyunJin.
Sin embargo, y con total disgusto, SeungMin abrió la puerta del baño.
—Más gente quiere mear —interrumpió él, molesto—. ¿Pueden, por una jodida vez, largarse?
Una vez que los cuatro estuvieron aseados y presentables, BamBam los apoderó en el pasillo.
—¿Qué demonios hacen? —preguntó él, con su único ojo mostrando enojo—. Deberían de estar arreglando el jardín para la tarde.
—¿La magia no puede hacer eso? —consultó JiSung.
JiSung se sintió ligeramente intimidado ante la furia de BamBam, y los cuatro bajaron hacia la primera planta para que le dieran sus quehaceres.
Sin embargo, desde el pasillo JiSung pudo sentirlo. Dándole la espalda, charlando con Chan, MinHo se encontraba trabajando a mano en arreglos florales. Asustado, JiSung se bajó la camiseta y arregló su falda.
—¿Me veo bien? —preguntó.
—No —contestaron los tres de manera sincrónica.
Aun así, JiSung caminó con rapidez hasta ellos. Al llegar al marco del comedor, no fue de sorprenderse que el olfato mágico de MinHo lo captara enseguida, lo que le hizo girarse y esbozar una tranquila sonrisa hacia él.
—Buenos días —saludó JiSung, nervioso.
—¿Qué «buenos días»? Son las diez —bromeó MinHo.
JiSung habría deseado poder haber saltado sobre MinHo para darle abrazos y besos como el buen romántico empedernido que era, no obstante, Chan se encontraba ahí, y JiSung sentía que no era correcto actuar de esa forma frente a él.
Por eso, JiSung tendió su mano hacia MinHo para estrecharla, pero su novio solo colocó sus ojos en blanco y se dispuso a seguir trabajando en los arreglos florales.
—¿Cómo estaba Hogwarts? —saludó SeungMin, uniéndose a ellos.
—No somos los mejores referentes —lamentó Chan—. Hemos estado estudiando. Entre eso y el tema de la boda, no hemos tenido mucho tiempo. Aunque dejamos a JeongIn a cargo.
—¿JeongIn? —HyunJin corroboró. Chan asintió—. Él no se mete en peleas porque..., nop, no hay excusa. Siempre se mete en peleas.
—Era eso o dejar a los otros idiotas liderar a los prefectos —repuso MinHo—. No todos se fueron de Hogwarts- de hecho, hay demasiados estudiantes. Es normal que no haya mucho abandono para las vacaciones de primavera, pero alumnos de primer año, quienes son los que abandonan la escuela en cada oportunidad que tienen, siguen ahí.
—Suponemos que sus padres les dijeron que no se fueran —siguió Chan—. Aunque los hijos de muggles debieron de regresar. ¿Cómo ha estado el Mundo Muggle?
—Normal. Pensé que habría más caos —contestó SeungMin.
—Cuando regrese a Hogwarts, le preguntaré a mi mamá cómo están las cosas —informó Felix—. No le deben afectar estas cosas, supongo. Vive en una ciudad recóndita.
—No vimos nada extraordinario con los muggles —concluyó JiSung—, aunque, sinceramente, no sé qué tendríamos que ver de extraordinario.
Por un instante, JiSung se vio en la obligación de querer mencionarle a los chicos sobre lo que sucedió en San Mungo, aunque una punzada de incomodidad con recelo le impidió hablar. Sin embargo, fueron impedidos cuando JungWoo apareció en el comedor, lo suficientemente extasiado como para animar a toda una habitación.
—¡Ah! —sonrió él—, mi grupo favorito —aludió a los cuatro idiotas—, ¿por qué no me hacen un favor y- ¡Ah! ¡Hola, Channie!
Chan le sonrió. —Buenos días, JungWoo. Te ves contento.
—¡Ni te imaginas! BamBam está en el quinto piso, por si quieres verlo.
Contento, Chan se levantó del asiento y se fue hacia la escalera. JungWoo, aun sonriente, no pudo descansar sus mejillas al ver a los chicos.
—¿Y bien? —JungWoo alentó hacia ellos—, ¿no quieren hacerme un favor?
—¿Qué quieres? —consultó HyunJin.
—En el ático están las sillas para los invitados. Bájenlas, límpienlas y decórenlas para la ocasión —ordenó, pero su simpatía era tan contagiosa que nadie pudo percibir lo soez en sus palabras. JungWoo palmeó la espalda de Felix y SeungMin antes de dirigirse hacia el otro rincón del Comedor, donde un grupo de adultos se encontraban trabajando en una planificación de redadas.
JungWoo les llamó la atención con una autoridad envidiosa, y les aconsejó que no se estresaran con cosas que podrían hacer en la tarde. Recomendó la preparación de un tentempié antes de la boda, y una bruja aclamó su gran receta que haría a todo el mundo escupir fuego.
La animosidad de JungWoo se esparció como un virus de felicidad por todo el Refugio, cosa que JiSung no presenció en ningún instante que estuvo ahí en su niñez. Él no medía si era porque no se encontraban en la mitad de una guerra o porque eran más jóvenes los miembros de la Compañía quienes estaban ahora, pero, en comparación del pasado con el presente, era un poco sanador.
—Bueno —HyunJin habló—, ¿alguno se sabe un encantamiento de limpieza?
—Si yo fuera ustedes, lo haría a mano —aconsejó MinHo, mientras continuaba con un pequeño arreglo floral—. Son bastante estúpidos cuando los dejan a cargo con cosas importantes, y dudo de que quieran estresar a JungWoo o a MinJu hoy.
—Hablado de eso- ¿Y la novia? —consultó Felix.
—En uno de los cuartos, preparándose para el gran evento —obvió.
Los cuatro idiotas suspiraron con su pesar. El día iba a estar complejo. Ellos ni siquiera alcanzaron a tomar desayuno cuando Saerom apareció con una cantarina sonrisa.
—¡Ah! ¿Siguen acá? —sonrió ella—, vayan por las sillas, bajo orden de JungWoo.
—Íbamos a desayu-
SeungMin no terminó de hablar cuando Saerom le tomó de la oreja y lo comenzó a jalar por el pasillo. HyunJin y Felix la siguieron de cerca con temor de que les hicieran lo mismo. JiSung los iba a seguir, pero se detuvo para ir hacia MinHo y dejarle un beso en la cabeza.
—¡Nos vemos más tarde! —se despidió JiSung.
MinHo apenas esbozó la sonrisa hacia él antes de regresar con el arreglo floral. Tampoco le animaba trabajar todo el día con eso.
Pasaron la mayor parte del día en el ático. La habilidad de concentración que tenían los cuatro chicos era tan decadente que daba pena, y no podían estar colectando algo con mayor detención antes de que, al ser un ático de una casa recientemente construida, se distraían con viejos textos o artilugios mágicos que incrementaban su curiosidad.
—Si no hay nadie viviendo acá, ¿cómo es que hay tantas cosas? —se preguntó SeungMin.
—Creo que es lo que sobrevivió del antiguo Refugio —teorizó JiSung. HyunJin encontró un chivatoscopio y Felix unas nuevas cartas de tarot con un diseño de oro y especificaciones más lógicas de lo que alguna vez tomó en sus manos.
Carrearon a mano las sillas hasta el jardín, donde se topaban a MinHo trabajar con los arreglos florales que estarían en los asientos. Al bajar todas las sillas, se encargaron de limpiarlos con paños que se absorbían solos- sillas cafés, viejas y a nada de caer destrozadas. SeungMin intentó hacer un encantamiento para poder repararlas, pero la silla víctima hizo que su pata saliera volando por su cabeza.
Por otra parte, HyunJin comentó que el ambiente sería más pintoresco si es que tintaban las sillas de blanco. Apuntó con su varita a un cúmulo que se encontraban en un rincón y lanzó el encantamiento, solo para hacer que una gran mancha blanca se quedara pegado en el césped.
Cuando JungWoo salió al jardín, casi se desmayó.
A medida que avanzaba la tarde, el jardín artificial poco a poco comenzaba a tener un semblante mucho más pintoresco de lo que fue esa mañana. Era un jardín interior de edificio, esos que JiSung veía en películas; las paredes del edificio eran de un pesado color negro que fueron decorado con lazos blancos y dorados, que combinaban con las sillas que uno a uno los chicos tintaron con magia. MinHo llegó con ellos junto a un gran canasto de arreglos florales para decorarlos, y ordenó a los cuatro idiotas que lo hicieran manualmente.
—Les dije que fallarían si lo hacían con magia —advirtió.
—¿Y dónde vas ahora? —preguntó JiSung. Su rostro y manos estaban cargados de pintura de encantamientos rebotados en su cuerpo.
MinHo le miró con un rostro absolutamente serio y cansado, y moduló: —Soy la madrina.
Los cuatro idiotas tuvieron que buscarse una forma de poder sacarse la pintura blanca de sus propias caras, pero las risas no faltaron.
A las tres de la tarde, Erick apareció. Con su único brazo llevaba una bandeja cargado de sándwiches y vasos de jugos; se abalanzaron sobre él y degustaron todo lo que había con alivio. JiSung creyó por un instante que se moriría de la anemia.
—¿Cómo nos hacen trabajar fatigados? —cuestionó SeungMin, ofendido. Se chupeteaba la mayonesa de sus dedos que se escaba del ave-mayo—. Deberíamos hacer un sindicato. Hemos pasado trabajando toda la semana en cosas que ni siquiera nos competen.
—Hm, ¿creen poder hacerle frente a los novios en este instante? —consultó Erick con gracia.
SeungMin se sintió un poco tímido frente a él, lo que le hizo murmurar una negación antes de seguir comiendo. HyunJin y Felix, por sus partes, miraban a Erick con ojos abiertos- como si fuese un extraño alienígena que interactuaba con ellos por primera vez para aprender sobre la raza humana.
JiSung, quien notó la timidez de sus amigos, frunció el ceño.
—¿Por qué actúan así? —les preguntó—. Solo es Erick.
—He escuchado mucho de ustedes —sonrió el viejo.
HyunJin alzó una ceja. —¿Cosas buenas?
—Como quieran llamarles, hijo.
JiSung quiso burlarse cuando sus tres amigos se sonrojaron. Las cosas no podían ser más estúpidas.
Una vez que terminaron de distribuir las sillas en el jardín, posicionadas hacia un muro donde BamBam dijo que se celebraría el matrimonio, JungWoo apareció con un rostro completamente sonrojado.
—¡Ah! ¡Esplendido! —cantó él con felicidad, y palmeó con orgullo las espaldas de los chicos—, esto es bellísimo- gracias por el arreglo del jardín. ¡Vayan a cambiarse!
—¿A qué hora es la boda? —consultó HyunJin. Ninguno de los cuatro sabía.
—A las seis, pero ustedes tienen que ayudar a los invitados a encontrar su sitio —explicó—. Ya saben- familiares, amigos...
—¿Cuánta gente se supone que viene? —JiSung preguntó. Él no pensaba que iba a ser una boda tan grande, pero por la cantidad de sillas que habían puesto, le parecía demasiado raro. ¿No sería muy peligroso?
—Familiares, amigos —volvió a enumerar JungWoo—. Van a llegar a través de la oficina de Hana en un rato más. ¡Gracias!
JiSung no quiso admitir que se colocó pálido ante la mención de ella, mientras que sus otros amigos solamente quedaron extrañados por la locación.
—¿Por qué llegarían a través de ella? —preguntó SeungMin. Los cuatro entraron de nuevo al Comedor y se dieron cuenta de que la preparación de la cena se hacía de manera independiente bajo el mando de una mujer grande—. ¿Solo ella tiene la Red Flú?
—Creo que es porque ella ha hecho la Sala de Apariciones en su oficina —respondió JiSung, sin saber cómo tomar esa noticia—. Ya saben, la sala donde todos llegan.
A JiSung le llamó la atención que la ubicación de la sala se centrara en la oficina de Hana. Recordó cuando llegó el día después de la pelea en la casa Yeh cómo el único dormitorio compuesto en el Refugio era la oficina de Hana; poco a poco le generó sentido, ya que ella debía de filtrar los ingresos y hacerse cargo de todo aquel que quisiera entrar al Refugio. Además, para evitar repetir lo que situó la última vez.
Un escalofrío corrió por la espalda de JiSung. Olvidó los ojos del brujo que salió por la puerta con el grabado de «Bosque Dean».
A diferencia de HyunJin, quien lucía siempre como un príncipe independiente de las cosas que se pusiera, con un nuevo traje regalado por cortesía de sus abuelos, los otros tres chicos tuvieron que aguantarse su vestimenta del gran baile que tuvieron en Navidad.
—Ah, mierda —Felix soltó una vez que se colocó su pantalón—, me queda suelto de la cintura.
—Lo siento más apretado acá —SeungMin también comentó, mientras tocaba la costura de su camisa alrededor de sus brazos—. Subí de peso.
—La pubertad —justificó HyunJin—. Sabía que algún día crecerías.
JiSung vio esperar la variación de peso. Habían sido meses estresantes. No obstante, cuando él se colocó su propio traje que Erick le regaló para navidad, notó cómo se adaptaba a su propia figura.
Entonces, un recuerdo rápido pasó por sus ojos. JiSung no pudo evitar colocar cara de asco mientras que su pelo se tornaba rosa.
—¡Iugh! —exclamó—. Este traje lo usó Erick para su boda. ¡Qué asco!
Sus tres amigos lo miraron, desentendido.
—¿Qué? —cuestionó.
—¿Me jodes? —corroboró HyunJin—. Erick lo usó para su boda con tu madre. Se le llama «herencia».
—¿Qué carajos tiene que ver la «herencia» en todo esto?
—Vamos, ignorante. Este traje es de mi abuelo Park —HyunJin se giró sobre sí mismo, gustoso de su vestimenta—. Una herencia familiar. A ti te parece raro porque no tienes familia.
—Cierra la boca.
—¿Tienes tíos, primos o abuelos? —Felix preguntó. Dobló el interior de su pantalón y con su varita encantó una pinza.
JiSung se encogió de hombros. —Ni idea. Recién tengo padres- no me pidas tanto.
Pasada de las cinco, los cuatro chicos se ganaron frente a la oficina de Hana, cuya puerta de madera tenía un grabado de caoba que informaba sobre su oficina y solicitaba no ingresar sin importar las circunstancias exteriores. En sus manos había un mapa que direccionaba las ubicaciones en las sillas a los familiares y amigos que asistirían a la boda, lo cual les pareció extraño porque seguían encontrando irrisorio que más gente llegaría al Refugio.
—Si me llego a casar con Mina, haremos algo mejor —dijo HyunJin, apoyado aburridamente en la pared mientras esperaban a que otra visita llegara—. Se hará en la casa de mis abuelos- su casa es más grande.
—¿Más que esto? —bromeó JiSung.
—Puede ser en mi patio. Mi jardín es amplio —contó Felix—, o en la plaza de la provincia. En mi ciudad somos algo así como el de Las Chicas Gilmore.
—¿Qué es eso? ¿Una banda escocesa? —interrogó HyunJin.
Un dúo de abuelos llegaron hacia ellos, y se presentaron como familiares de JungWoo, HyunJin los guio y ayudó a que bajaran hasta las primeras plantas. Lo que más le impresionaba a JiSung era cómo la vestimenta variaba de generación-en-generación, como también quienes eran de familias muggles y familias mágicas.
JiSung no sabía nada de JungWoo y MinJu- era probable que para MinHo se le hiciera más sentido quienes eran los invitados de MinJu; no obstante, los de JungWoo eran una variedad extraña- desde chicos que vestían como muggles normales, asombrados de la magia de la casa, hasta mujeres de mediana y avanzada edad que parecían orgullosas de la boda.
—¿Dónde está ese hijo de perra? —preguntó un muchacho con traje dorado, ansioso—. ¿Dónde está?
—Dependiendo de su nombre e invitado de quién es —contestó SeungMin.
—Soy JaeHyun, cuatro-ojos, y soy el padri- ¡Ahí estás!
JaeHyun saltó hacia JungWoo, quien estaba a medio vestir. Ambos se veían demasiado eufóricos por encontrarse.
SeungMin chistó su lengua. —Ni siquiera uso lentes.
Por otra parte, desde los invitados de MinJu, solo dos chicas llegaron. Vestían de un rosa pastel precioso, y caminaban con sus brazos agarrados de JiSung gracias a la altura de sus tacones. JiSung no tenía idea de cuál era la familia de MinJu, y sintió lástima de que nadie más asistiera por ella.
En un momento, la puerta se abrió. La profesora McGonagall ingresó con una fantástica túnica de gala, junto con el profesor Flitwick a su lado.
—Caballeros —saludó McGonagall.
—Profesora —JiSung se inclinó con estupidez frente a ella y al profesor Flitwick—. ¿Cómo están?
—Ah, precioso el lugar —dijo Flitwick—, particularmente pintoresco. Qué precioso tapizado...
A JiSung le gustó preguntar respecto a cómo sabían que las personas que ingresaban a la casa no eran espías de LiMa, aunque también recordó que la Sala de Apariciones solo funcionaba con tiempo determinado. Si Hana lo deseaba, podía impedir el ingreso de todas las personas.
Además, nadie sabía su ubicación física. JiSung le cedió puntos a ella por su inteligencia.
Se fue conversando con la profesora McGonagall y el profesor Flitwick con normalidad, charlando sobre cómo se encontraba Hogwarts y de McGonagall reclamándoles cuan mala influencia eran ellos para estudiantes como JeongIn, quien solamente se la pasaba gritoneando y discutiendo con chicos de otras y de su misma casa.
—No estoy en posición para decir que estoy parcialmente de acuerdo con él —opinó McGonagall—, pero sigo siendo pedagoga.
—¿No es un poco peligroso que usted esté acá, junto con el resto de la autoridad? —consultó JiSung, aludiendo a MinHo y a MinJu como Premios Anuales.
—El profesor Dumbledore decidió quedarse. Él ha mantenido las cosas a raya lo más que ha podido.
Una vez que dejó a McGonagall y a Flitwick en los asientos correspondientes del jardín, regresó hacia los escalones para ir al piso.
Sin embargo, Felix bajó del brazo con dos adultos que a JiSung le parecieron particularmente familiares. Sus rostros bellos, de figura activa y bastante sonoros le hizo caer en cuenta de que eran los padres de JungWoo.
«Espera».
Con rapidez subió hasta el armario donde se quedaban, y rebuscó en su bolso el libro de la Compañía. Al llegar a la página quince, divisó la fotografía del grupo.
—Ah- JiSung... —A su lado, Chan se aproximó. —¿No debes de estar abaj-
—¡Los padres de JungWoo estuvieron en la Compañía! —contó JiSung, mientras apuntaba a dos veelas en la fotografía—. Son ellos- oh, espera, ¿eso significa que vendrán más?
—Bueno, no es como si el Refugio fuese un salón de eventos para cualquiera de la Compañía —razonó Chan.
JiSung sintió un yunque caerle en la cabeza. Tenía razón.
Le causó curiosidad la situación, por ende, JiSung arrancó la foto del libro y lo guardó en su bolsillo. Tal vez podría toparse con más magos.
Cuando JiSung volvió a dirigirse a Chan para decirle algo, él lo vio congelado en su lugar. JiSung no entendió qué fue lo que le pasó, hasta que los tacones de Hana resonaron por el pasillo de madera tal como si caminara por cerámica.
Vestía de una túnica suelta corta, de un color rosa pastel bastante femenino para ella, con tacones altos de color blanco que coloreaban de la misma forma los trazados del tatuaje de flores que tenía en su calva. Tenía una de sus orejas cortadas, y a medida de que se acercaba, JiSung podía notar las ojeras de color café como marco de neutralidad.
Al ver a los otros dos chicos parados en el pasillo, se detuvo.
—¿Todavía no comienza? —preguntó Hana.
JiSung se vio totalmente incapacitado de poder contestar. Su pecho se hinchó del aire que inhaló, y sintió que de pronto se convertiría en azul porque no podía respirar de nuevo. Hana le miraba con detención en la espera de respuesta, y el silencio solo generó que sus ojeras se tornaran naranja.
Tal como la veía el pequeño Ji, ella era preciosa.
Hana le dio una barrida visual completa, sin escrúpulos. JiSung debió de reconocer que el traje que llevaba tuvo que ser para el matrimonio de Hana y Erick, así que, nervioso, se peinó su cabello hacia atrás. Este no había mutado del rubio.
—La boda —insistió ella—. ¿Todavía no comienza la boda?
—No —contestó Chan, saliendo también de su trance—. No. Estamos llevando a la gente a sus lugares.
—Está bien. ¿Dónde voy yo?
Como JiSung estaba petrificado, Chan tomó el mapa de sus manos y la guio hacia la primera planta. JiSung tuvo que aguantarse un instante a que ambos se perdieran por la escalera para hacer que su cabello fuese iridiscente. No podía creer lo que había pasado.
Tuvo que verlo venir. Era la casa de ella y un gran lugar. Sabía que la vería ese día- es una boda en el jardín, algo debía de llamarle la atención.
Así que, JiSung se permitió treinta segundos de pánico. Treinta segundos de bufar un grito y rascar compulsivamente sus manos antes de poder regular su respiración y fingir que nada de eso pasó o le afectó.
«¿Cómo demonios no me reconoció? —se preguntó JiSung—. Yo... soy casi una copia de ella. Y de Erick. Debo parecerme a Erick con este traje. ¿Tal vez lo hizo a propósito?»
Su recomposición no evitó que su cabello siguiera multicolor, aunque no le importó demasiado- eso le daría clase.
De la puerta de uno de los dormitorios, Yeji salió vestida de gala.
—Te ves linda —halagó JiSung enseguida.
—Y tú paliducho. —Mostró su cosmetiquero. —¿Quieres un retoque?
¿Quién era JiSung para decir que no?
Finalmente, y luego del largo día, el reloj dio las seis de la tarde.
Todo el jardín lucía más bello de lo que lo habían dejado, y no sabía si era por la gran cantidad mágica que había en el lugar o por la belleza de los invitados formales.
Los colores dorados y blancos ahondaban en el jardín, con serpentinas, lienzos y flores de los mismos colores. JiSung no quería ser referente, pero los arreglos florales de su novio eran tan delicados en la parte de atrás de los asientos que lucían como si todos lo hubiesen portado en sus trajes.
JungWoo estaba ahí, reluciente. Su traje era blanco con bordes dorados, y su mirada era brillante, a juego del traje dorado que su padrino de bodas JaeHyun llevaba. En las primeras filas se encontraban los familiares de JungWoo junto con dos asientos vacíos; en la segunda, divisaron a Chan con los miembros de la Línea Integradora; el resto de las sillas eran usadas por gente de la Compañía, tan elegantes que incluso JiSung pestañeó de forma desconcertada al ver a Moody con un intento de traje y corbata.
Música comenzó a sonar de alguna parte, y todos se levantaron. Una rápida visión frente a sus ojos hizo a JiSung recordar la boda de Erick y Hana, y de cuán animada fue en ese instante. Desde el pasillo del comedor, las dos chicas de vestidos rosados y tacones complejos salieron agarrando a una preciosa Kim MinJu, una en cada brazo, y caminaban con posturas enorgullecidas como de totalmente apenadas.
JiSung tuvo que pestañear un poco por lo despampanante que ella se veía, y concedió las lágrimas que JungWoo cedió al instante. El vestido de MinJu era blanco- un blanco de diseño princesa, con trazados dorados por sobre su pecho y, en la falda, los trazados dorados eran sostenidos por pequeñas mariposas. No portaba velo, y su cabello estaba recogido por las mismas flores que MinHo usó para la decoración.
Los invitados emitieron un suspiro colectivo cargado de ternura. Las dos chicas dejaron a MinJu en el altar y, si no hubiese sido porque una de las chicas reventó en llanto, JiSung jamás se habría percatado que MinHo iba detrás de ellas, con la pequeña caja de terciopelo en la mano, y con un traje negro sencillo que le resaltaba por completo su atractivo rostro.
—Oh... —gimió Yeji de pena, y HyunJin tuvo que buscar en sus bolsillos un pañuelo para socorrerla.
—Damas y caballeros... —dijo la voz del mago que oficiaba la boda, parado frente a ellos sin interferir en las miradas de amor que MinJu y JungWoo se daban. Los invitados tomaron asientos y, expectantes, esperaron a que continuara—, hoy nos hemos reunido para celebrar la unión de dos almas nobles...
De repente, JiSung ya no se sintió en la boda. Su memoria se apoderó en su realidad a causa de la nostalgia, y, de pronto, se encontraba en el jardín de alguna casa, con un arco de flores alrededor de una pareja, mientras miraba con ojos brillantes a sus padres casarse.
Erick llevaba el mismo traje que JiSung usaba, y su cabello estaba peinado con un moño en alto. Mientras, Hana, sin parecer diferente al vestido rosa que llevaba en el instante, portaba la corta túnica blanca, y miraba con el mismo deseo de amor a Erick como él la miraba a ella.
—Las probabilidades de decir que no es un poco tarde es mentira, porque por algo nos encontramos acá —bromeó Erick con un chiste de doble sentido que el pequeño Ji no había entendido—. No obstante, no me quejo de la forma en la que se enlazaron nuestras vidas. Te contendré todas las veces necesarias como para que recuerdes que me tienes a mí a tu lado, y de que ambos estaremos, en un futuro, caminando junto al otro como. Nos reencontramos más veces de lo que fue necesario, lo que significa que estamos impedidos a estar más lejos de lo que alguna vez desearemos. —Con afecto, Erick tomó a Hana de los hombros. —Estaremos juntos hasta el final.
«Mentira», se dijo al instante en sus recuerdos. Y volvió a visualizar la boda.
Sus ojos viajaron hacia MinHo, quien, cumpliendo su rol de madrina, se mantenía al lado de MinJu mientras le entregaba un papel con los votos matrimoniales para que los relatara palabra por palabra. Los ojos de JiSung destallaron en rosa cuando MinHo lo atrapó con su mirada.
MinJu se veía demasiado nerviosa para hablar, y el ramo de flores temblaba en su mano. El rostro de la joven de dieciocho años se había esfumado para darle el paso a una adulta temerosa y ansiosa, expectante a que la boda terminara solo para poder hacer la mención de «casada». JungWoo, frente a ella, la sostuvo de los hombros para contener sus emociones, y la acarició con sus pulgares para que siguiera el ritmo de cada una de las dedicatorias de amor.
Finalmente, el oficialista solicitó los anillos. MinHo sostuvo los votos y el ramo de flores para ceder al anillo de boda, y, en el intercambio, repetían palabras que el brujo mencionaba, con cada palabra siendo más débil que la anterior.
—... Y así, los declaro unidos de por vida —finalizó.
Los aplausos y chiflidos retumbaron en el instante en que los novios se besaron. Las mariposas finalmente escaparon del vestido de MinJu, batiendo en todo el jardín artificial. El grupo de la Línea Integradora aullaba y chiflaba, mientras que las amigas de MinJu sollozaban a viva voz.
El oficialista solicitó que todo los invitados se colocaran de pie y aplazó las sillas alrededor de grandes mesas de comida y bebida. Todos felicitaban a los novios, hasta que la música que salía de alguna parte prontamente cambió a una de Bryan Adams que JiSung conocía a la perfección, y Heavens se dio para ser el primer baile de la pareja.
Los cuatro idiotas más Yeji quedaron de pie cerca de una de las mesas de comida, junto con los invitados observando como la canción cumplía con la posición de vals. JungWoo afirmaba a MinJu tan fuerte de su cintura como si temiera que en algún momento fuera a desaparecer, y ella no apartaba sus ojos de él como si fuese lo último que quería ver.
—¿Cómo esto puede ser tan bello? —se preguntó Yeji, mientras abrazaba el brazo de HyunJin y se apoyaba en su hombro—. No es justo- me dieron ganas de casarme.
—Tú te casarás con tu prima —insistió HyunJin.
—Y tú con una hija de muggles. Tendremos que bailar... salsa o algo así.
Los chicos rieron por su disgusto, aunque las risas se esfumaron en el puente de la canción. JiSung no solo veía a MinHo al otro lado del jardín, pero también veía a Hana con una copa de espumante en su mano.
Al cambiar la canción, el padre de JungWoo bailó con MinJu mientras que la madre bailó con su hijo, para seguidamente se les comenzara a unir diversas parejas; HyunSan y SaeJah también se les unieron, y no fue de sorpresa que nadie pudiera quitarle los ojos a ella.
—¿Quién quiere bailar? —consultó Yeji.
—Yo —dijo Felix con rapidez, y ambos caminaron de la mano hacia la pista de baile.
JiSung no se sentía demasiado animado, pero se sentía a gusto ver a la gente bailar. MinJu se había encaminado hacia MinHo y lo forzó a la pista de baile para bailar una pieza- MinHo odiaba bailar, pero MinJu le hizo sacar una sonrisa.
También vio a Erick sacar a una bruja a la pista de baile. Hana continuaba en su rincón, bebiendo el espumante de golpe.
—Se ven incómodos —HyunJin comentó a su lado.
—Lo están —corroboró JiSung. De su bolsillo, sacó la fotografía rasgada del libro y comenzó a comparar—. ¿Alguno de aquí con vida, sin contar a los padres de JungWoo?
—Los míos y los tuyos.
—Humorista.
—Él luce vivo —SeungMin apuntó a uno de los hombres británicos de la fotografía. Lo buscaron en la recepción, y lo encontraron sentado bebiendo una botella de cerveza de mantequilla. Se veía mucho más viejo y acabado de lo que debía. —O- algo así.
Una de las invitadas de JungWoo, pareciera prima, se acercó a ellos. Le tendió la mano a SeungMin y él, sin vacilar, aceptó para ir a la pista de baile. HyunJin y JiSung suspiraron de forma lacónica.
—Dos solteros... —dijo HyunJin.
—... Y un destino —completó JiSung.
Treinta segundos bastaron para también unirse a la pista de baile. Era irresistible.
Aunque JiSung quería hablar con MinHo, estar cerca de él y desesperadamente mantenerlo lejos de Hana, parecía disfrutar un buen rato con MinJu y los chicos de la Línea Integradora. BamBam parecía haberlo perdonado del acontecimiento de Navidad, e incluso le ofreció una cerveza de mantequilla.
Erick desapareció por un instante- a JiSung no le importó mucho; no le importó para nada. Su pensamiento quedó rondando alrededor de Hana y, dentro de su radicalidad, se preguntó qué tan estúpido sería hablar con ella.
Cuando Yeji se cansó de bailar y Felix se apoderó de HyunJin, JiSung rememoró todo sus temores para recordar cuánta valentía tenía y carreaba dentro de sus venas. Él enfrentó un dragón. Él enfrentó al padre Yeh. Él enfrentó a los Selkies. ¿Qué peor era enfrentar a su madre?
Demasiado, porque cuando se acercó a ella, Hana continuó con su vista seria.
—¿No bailas? —preguntó JiSung.
—¿Por qué me tuteas? —consultó Hana.
—No tengo muy buena relación con los adultos —se explicó.
Ambos se mantuvieron un rato callados. JungWoo había sacado a la profesora McGonagall a bailar, y ella palmeaba con gracia su brazo. JungWoo ni siquiera estuvo en Gryffindor.
Temerario, JiSung soltó:
—No es necesario ignorarme. Ya lo sé.
Hana bebió de su copa.
—¿Qué sabes?
—Todo.
—¿Qué es todo?
—Todo. —JiSung sacó de su bolsillo la fotografía—. Absolutamente todo.
JiSung sintió que la música callaba, aun cuando todos continuaban a gritos. Un mago ingresó y le habló a Moody en el oído, lo que hizo que ambos salieran del jardín. Moody realmente le aterraba.
Hana rellenó su copa con más espumante, para luego asentir ante cada pensamiento que pareciera cruzar en su cabeza.
—Por supuesto que no pudieron aguantar un minuto más —dijo Hana—. Era obvio.
—¿Qué era obvio? ¿Que yo quisiera saber de mi pasado? ¿Qué quisiera hablar de ustedes?
—No discutiré ahora.
—Está bien, porque puedo esperar. En mi cuerpo hay tanta espera que ni siquiera sabía que se encontraba ahí —JiSung bufó—. Esto es increíble. No tuve que hablarte.
—Era inevitable —justificó Hana.
—Lo era, y aun así decidiste hacer todo para que yo no llegara a ti —repuso. JiSung no sabía qué era lo que lo mantenía tan aterrizado que aún no alcanzaba a sentir la furia—. ¿Por qué?
Hana no contestó. JiSung ni siquiera podía culparla de eso. Vio en la pista de baile cómo Chan y MinHo bailaban juntos.
—¿Sabes? Sé que este no es el mejor lugar para hablar sobre el pasado tormentoso que compartimos —dijo—, pero, ¿ves al muchacho de allá? ¿Al chico lindo? —apuntó a MinHo—, no creo que te interese mucho, pero tú lo reconoces. Yo también lo reconozco porque es mi novio, y me mata ver a ustedes dos compartiendo espacio.
Las ojeras de Hana se tiñeron de rojo. JiSung solo se dio cuenta en ese instante que ambos eran de la misma altura.
—¿Y quién se supone que es él, que hace que te duela tanto vernos en el mismo espacio? —replicó ella con veneno.
Por un instante, JiSung quedó sin palabras. La impotencia que corrió en su sangre ante el desentendimiento de Hana borró cada recuerdo maternal que tenía de ella.
No podía comprenderla como madre. Ella era solamente una peleadora de guerra. Lo cual, con un poco de dolor, tuvo que tragarlo.
—No esperaba un reencuentro caluroso, pero al menos algo más dinámico —admitió JiSung—. «Hola, JiSung. Yo te puse el nombre». «Hola, JiSung. Así que, ¿te convertiste en dragón?». «Hola, JiSung. Ten, dinero de la pensión de alimentos».
—Yo dejé de ser madre el día en que te quedaste con esa mujer en el mundo muggle, y me aseguré de que no recordaras nada para que no sufrieras nuestra pérdida —aclaró ella.
—Lamentablemente, existen manifestaciones somáticas —chasqueó sus dedos—, una mera chispa basta para explotar la dinamita. Y no sé qué tanto quisiste dejar tu maternidad de lado si perfectamente pudiste borrarme la memoria. —Ante el silencio de Hana, JiSung continuó. —Mira- todo esto ha sido raro. Si hago las cuentas, han pasado como cuatro meses desde que me dijeron que mis recuerdos fueron suprimidos, pero fueron un poco más de lo que me enteré de que mis padres estaban vivos —JiSung sacó del pantalón de traje la varita de cerezo, y se la mostró a Hana—, y, de nuevo, no sé qué tanto quisiste dejar tu maternidad de lado si es que yo tengo esto.
Con la punta de su varita, JiSung apuntó a la fotografía donde Hana tenía la misma entre sus dedos.
Finalmente, con un suspiro, Hana dio un trago más al espumante.
—No puedo decirte nada de lo que quieras escuchar —dijo—, más que lamentar porque eres un anarquista.
—Eso pasa cuando dejas a tu hijo en casas de desconocidos —repuso—, y porque mandaste a morder a tu yerno. Todos debemos vivir con consecuencias y, presumiendo por lo poco que sé de tu vida, esto no debe ni ser la punta del iceberg.
JiSung pensó que todo lo que había dicho fue admirable, aunque pronto se sintió como un total idiota al no saber cómo hablar con nuevas personas. Dejó a su madre sola en la mesa, y se encaminó hacia el otro lado del jardín, donde Yeji conversaba con Saerom, y se unió a la conversación solo para hacer desaparecer ese malestar en su cabeza.
Hana continuó estática en su lugar, pero JiSung no podía hacerse cargo de eso. Él no había sido consciente de cuánto rencor le había tenido a ella desde un inicio, y de cómo, tal como fue con HyunJin, esperó tanto para poder decírselo.
No sabía si quería hablar con ella más adelante, aunque tampoco se haría ilusiones. Ella no tenía ningún interés.
En la mitad de la conversación, Erick se le unió. Su muñón estaba amarrado por la fina camisa que tenía, y, con confianza, tomó el hombro de JiSung para empujar su hombro hacia atrás.
—Mejora tu postura, que te saldrá una joroba —advirtió Erick.
—No me digas qué hacer.
—Hablaste con tu madre, así parece.
—Un amor de persona —reconoció JiSung con sarcasmo—. ¿Cómo te encandilaste de ella?
Erick solo rio entre dientes mientras palmeaba la espalda de JiSung con afecto, antes de notar que seguía intentando mejorar su postura.
Cuando la noche cayó, dio paso para el ramo. Los invitados estaban lo suficientemente sublevados como para estar conscientes de ellos mismos. JiSung tuvo un sentimiento reconfortante al ver tanta gente contenta en un contexto tan adversamente trágico; era como una reposición de las tragedias.
En un momento bailó con HyunJin, SeungMin y Felix, para luego celebrar a la novia y molestar al novio entre risas e insultos por haberlos torturados toda la semana. Bromearon con la Línea Integradora y cantaron karaoke cuando JungWoo eliminó las canciones del Mundo Mágico por algo más moderno.
SaeJah y HyunSan desaparecieron del festejo, y el grupo no pudo parar de bromear con HyunJin y Yeji sobre las posibilidades de un nuevo hermano (aun cuando estas eran nulas). También, en un instante, MinJu decidió lanzar el ramo.
Y, como era de esperarse, los cuatro idiotas se colocaron en el medio de la pista de baile para agarrarlo.
MinHo, por su parte, se encontraba con una copa de espumante en su mano, apoyado en una de las mesas de canapé que eran trasladadas desde la cocina. No bastó demasiado tiempo para que Chan le hiciera compañía.
—Nunca te vi bailar —dijo Chan—, pensé que no tenías la habilidad.
—La agregaron a mi programa luego de irme de casa —bromeó.
—¿Qué se siente?
—¿Bailar? No es la gran cosa. Me enseñaron danza de salón de pequeño, y-
—Hablaba de ver a Hana.
«Ah». MinHo incluso se había olvidado de eso. Giró su cabeza para toparse con la mujer calva en una de las mesas, también con su copa, mientras mantenía sus ojos fijos como aguja en la pista de baile. Las dos amigas de MinJu también querían atrapar el ramo, como el padrino de JungWoo y Saerom.
—Extraño —admitió MinHo—. Es como tener un enemigo en tu propia casa, con la diferencia de que no es mi enemiga ni esta es mi casa.
—Abstracto.
—Gracias.
—Solo- me preocupa.
—Está bien —MinHo le sonrió—, no es necesario que lo hagas. Ya hay demasiada gente preocupándose por mí.
Chan correspondió a su sonrisa.
—¡Hijo de puta!
Tan pronto como MinJu lanzó el ramo, HyunJin tacleó a SeungMin por la espalda. JiSung se lanzó arriba de ellos, pero Felix lo jaló del pie para hacerlo caer con brusquedad. Los cuatro se sumieron a una pelea que, lamentablemente, ninguno ganó. La amiga de MinJu que la llevó al altar cantó victoria con tacones altos y una voluntad de diva que dejó a los cuatro humillados, aunque todos en el jardín reventaron en risas.
Una vez más, las canciones volvieron a poner melodías lentas y melancólicas. Las últimas parejas comenzaron a apoderarse de la pista de baile y, como si no fuera de esperarse, Chan preguntó:
—¿No le ofrecerás a JiSung?
MinHo presionó sus labios. JiSung reía con sus amigos como si hubiese sucedido lo más gracioso del mundo. Ante eso, él sonrió.
—No —contestó.
—Entonces, ¿no quieres bailar?
—No, me duelen los pies —MinHo se miró sus zapatos—, y creo que tengo ampollas.
Una de las amigas de MinJu se acercó a ellos, y estiró a su mano a Chan para ofrecerle bailar. Él, con una irreconocible resignación, aceptó.
«Al fin», JiSung pensó con alivio, y se acercó a MinHo.
—Hola —le saludó MinHo—, has sido caótico toda la noche.
JiSung se ganó junto a él, también apoyado en la mesa. —No solo yo. Te vi sacarle brillo a la pista de baile, Ren McCormack.
—¿Quién?
—Personaje muggle.
MinJu bailaba en los brazos de JungWoo, segura. Él ya no la aferraba como si la fuese a perder, y ella no lo miraba como si fuera la última vez.
Ante la sutileza, MinHo entrelazó su mano con la de JiSung, y le dio un beso en el dorso de la muñeca.
—¿Te pusiste melancólico? —preguntó JiSung, agraciado. Le encantaba que MinHo le besara las manos.
—No, solo que te he visto todo el día y no he tenido la oportunidad de estar contigo.
—Eres un romántico.
—Ah~, estoy contagiado por el ambiente.
JiSung pudo enamorarse una y varias veces más en esa noche con solamente estar al lado de MinHo tomándole de la mano. Deseaba estar así, porque no podía estar con sus manos entrelazadas ni en Hogwarts ni en probablemente ninguna parte.
En un salón con gente, nunca podrían quererse. Así que, con Chan distraído con la amiga de MinJu, JiSung se dirigió a MinHo.
—Dame un beso —pidió.
MinHo no entendía por qué negarlo, o por qué no fue lo primero que JiSung hizo cuando se vieron esa mañana. Claro, solo fue una semana sin verse, nada de lo que pudieran perturbarse.
Aun así, MinHo lo echó de menos. Demasiado. MinHo lo mantuvo rodeado de la cintura mientras que JiSung estiraba sus brazos en los hombros de MinHo, tan encantado como su cabello se teñía de berenjena.
Con gracia, MinHo se separó. Pasó una mano por el cabello de JiSung y sonrió. —Me gusta el berenjena.
—¿Más que el violeta?
—El berenjena es más... específico —dijo MinHo—. Puedes sentir violeta siempre, porque estás enamorado de mí. Lo que no es recurrente es el berenjena, porque son pocas veces que pareces convencido de que te amo.
MinHo continuó acariciando el cabello de JiSung hasta que lo comenzó a peinar, para acto seguido hacerlo con ambas manos, solo para molestarlo. JiSung exclamó que se detuviera cuando su cuello ya estaba doblado hacia atrás, lo que hizo que MinHo le diera un beso en la manzana de Adán.
—No hagas eso —exclamó JiSung, de pronto tímido con cabello rosa—. Erick y Hana están acá. ¿Qué pensarán?
—Pecado astral.
JiSung se inclinó para darle un beso, pero fue interrumpido.
No solo Erick y Hana eran adultos referentes.
—¿JiSung, hijo? —le llamó SaeJah, con un rostro más serio de lo que esperaba JiSung—. ¿Puedes entrar un momento, por favor?
Sin entender, JiSung le siguió. Mientras cruzaba la pista de baile se dio cuenta de que ninguno de sus amigos continuaba ahí, y no los vio hasta que llegaron al pasillo de la primera planta. HyunJin no estaba con ellos.
—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Yeji, sin entender por qué SeungMin y Felix estaban también ahí.
SaeJah se tomó un momento para hablar, pareciendo no poder encontrar las palabras pertinentes para ese momento. La música del jardín resonaba con ligereza en el interior de la casa, tan anticlimático que JiSung tarareó la canción hasta que SaeJah pudo hablar.
—Hubo un ataque en una estación de tren muggle —comenzó SaeJah—. No había nadie. Estaba vacío. Era la última estación de la línea- Epping, era. Mina fue la víctima, y ella no llevaba la varita consigo; no había rastros de madera de varita como para que la rompieran. Antes de desmemorizarlos, muggles testificaron de que el atacante solo fue un hombre con ciertas descripciones específicas. Nada simbólico para ellos, pero Moody lo reconoció. No hubo posibilidad de salvarla, a-aunque Moody dijo que ella peleó físicamente hasta el final...
El oído de JiSung se tapó de repente, y solamente pudo escuchar las pisadas de la escalera llegar a la primera planta. Mientras SaeJah hablaba, divisó a HyunJin parado al final del escalón, con su mano sosteniendo con pena el pasamanos a su vez que HyunSan acariciaba sus hombros con el mismo rostro de pena.
JiSung solo dio pasos torpes hacia él, y HyunJin lo abrazó por completo antes de soltar un sollozo. Enseguida SeungMin, Felix y Yeji se les unieron.
Esa noche, lloraron abrazados.
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¿Recuerdan la promesa de que no iba a matar a ninguno de los ocho?
¡Gracias por leerme!
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