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40. La vida cuesta tres galeones

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 40

La vida cuesta tres galeones

Febrero 28, martes al mediodía

La radio emitía de manera suave I feel it coming de The Weekend, perteneciente a los caset que había comprado en la tienda de música en Agosto. JiSung odiaba The Weekend.

Su mejilla estaba a los pies del colchón, con su vista perfecta en el mapa de Reino Unido detrás de la puerta, donde JiSung podía vislumbrar cada una de las luces brillantes que titilaban con seguridad y color. Sus pies desnudos jugaban con su almohada por el aburrimiento, y su mente solo permitió divagar por un tramo extenso mientras que, con el primer puente de la canción terminando, el agua de la ducha se cerraba.

La puerta del baño fue abierta, y una extensa corriente de aire frío golpeó en su espalda desnuda. JiSung alcanzó con pereza la única sábana que continuaba sobre el colchón y se tapó, mientras veía a MinHo pasearse con su cabello húmedo y sin camiseta por el dormitorio hasta alcanzar su mochila y rebuscar algo ahí.

—Me siento sucio —mencionó MinHo, y sacó un pote de crema.

—¿Hm? —JiSung estaba perezoso—, ¿por qué? Acabas de bañarte.

—Nunca he tenido sexo antes de clase.

JiSung esbozó una pequeña sonrisa burlesca y se giró para ver el techo del dormitorio. —Más te vale.

MinHo tomó asiento a la orilla de la cama y, con cuidado, comenzó a humectar sus cicatrices. JiSung no sabía si la crema tenía propiedades mágicas que ayudasen a que las cicatrices no oscurecieran y fuesen difusas con el tiempo, sin embargo, por el olor que lo embriagó, supo que era una crema corriente.

No era claro si no le prestabas atención, pero era una obviedad que MinHo se encontraba cansado y adolorido. Sus brazos apenas alcanzaron parte de sus hombros que le impidió llegar a sus omóplatos. JiSung ensanchó su sonrisa.

—¿Te ayudo? —ofreció JiSung.

MinHo asomó el pote de crema, y JiSung se echó una generosa cantidad en la mano. No tuvo intenciones de levantar su cabeza del colchón, por lo que fue solo un movimiento con su mano derecha lo que trazó todos los caminos de la espalda morena de MinHo, con cicatrices oscuras por el mal cuidado, y con algunos caminos más levantados que mostraban sus recientes nacimientos.

Subió por los omóplatos hasta los hombros, y luego bajó por su espalda. JiSung no apartaba su mirada de los trazos, lunares, puntos negros y algo que asomaba y tentaba a ser un grano. Las líneas cerca de sus caderas por su piel que no logra ceder al crecer como lobo, y la columna ligeramente tensa por todo el soporte y dolor de sus huesos.

JiSung se incorporó ligeramente para poder acariciar con ambas manos la espalda de MinHo, y de pronto sus brazos ya rodeaban su cuello. MinHo estiró su cabeza hacia atrás, apoyando su nuca en el hombro de JiSung y se dejó besar en el cuello y en la oreja.

—Debo ir a clases —recordó MinHo.

—Es alquimia —dijo JiSung, con su boca pegada en el cuello de MinHo—, a nadie le importa la alquimia.

—Ya no llegué a alquimia. Llegaré tarde para Transformaciones.

«Ugh» lamentó JiSung enseguida, aunque no lo culpaba. Le aterraba la profesora McGonagall.

JiSung le plantó otro beso más en la mejilla antes de dejarlo en libertad. MinHo se dirigió hacia su camisa y la abrochó con cuidado hasta los tres botones cerca del cuello, donde los dejó en libertad. Se colocó su corbata mucho más suelta, y se colocó un chaleco que rompía por completo con la formalidad que entregaba- aunque, pareciera no importarle a él mucho, ya que, con un movimiento de manos para hacer que su cabello ligeramente largo y mojado cayese hacia atrás, lucía portar demasiada clase.

—Usa la capa de invisibilidad para salir —aconsejó JiSung.

—Okey.

—¿Vendrás a la noche?

—Creo que no.

Boo...

—Tengo que estudiar para los EXTASIS —se justificó. MinHo terminó de colocarse sus zapatos y regresó a la cama para sacar la capa de invisibilidad debajo del colchón—. Te mandaré al gato cuando te necesite.

—¿Y cómo me comunico yo, cuando tenga que necesitarte? —cuestionó, volviendo a recostarse en la cama.

MinHo le regaló esa encantadora sonrisa que él solamente sabía manejar, y acarició el cabello de JiSung antes de contestar.

—Puedes gritar que me amas por los pasillos. Eso me dará una idea.

JiSung colocó sus ojos en blanco, pero incluso las uñas de sus pies tornaron de color berenjena. MinHo se ocultó bajo la capa y cerró la puerta en su espalda, y JiSung no se había dado cuenta de que la canción ya había terminado.

Con pereza se fue al baño para poder tomar una ducha, con una felicidad extraña que brotaba desde su estómago que pareciese ser compañero de la melancolía y pena que tenía en ese instante. Era curioso, en realidad, porque JiSung no creía que sus emociones fuesen tan desmedidas como lo estaba ahora, en donde ni siquiera podía encontrar una razón real para poder nadar en ese mar emocional.

Restregó con fuerza todas las partes de su cuerpo, y lavó con cuidado su cabello. Al salir del baño notó que las canciones del caset era una compilación de The Weekend, lo que le hizo vestirse con rapidez antes de rebuscar en su baúl algún otro caset para poder colocarlo.

No obstante, tras volcarlo al no encontrar nada interesante o novedoso, encontró el papel envuelto en el espejo que tenía decorado la bandera de Gales. JiSung lo miró por un instante, olvidando parcialmente qué demonios era esa cosa.

«Ah —cayó en cuenta—. Erick».

Era martes. Como ni él, HyunJin y Felix no tenían pociones, debían de cumplir con los horarios de estudios obligatorios en los salones de estudio; JiSung creía que sus dos amigos seguían allá, aunque los habían dejado solos en la mañana.

De nuevo, como si fuese una caída de su cabeza, recordó que ya no debía de esconderles la existencia de Erick a los chicos.

Las manos le picaron un instante por querer ponerse en contacto con él. Se decía que era necesario, considerando que la última vez que se encontraron fue una situación demasiado tensa que probablemente dejó a Erick bastante preocupado. JiSung quería hablarle solo para informarle como estaba y, quizás, saber cómo estaba él.

Frunció la nariz como signo de asco a él mismo. No debía de molestar a Erick con esas cosas tan absurdas.

Quince minutos después, él salió del dormitorio. Su mochila iba cargada con material de estudio de Runas Antiguas y Encantamientos, y, con su varita preparada, fue hacia la sala de estudios para poder cumplir con su horario.

—¿Al fin te sueltan?

Felix se derrumbó a su lado, listo también para estudiar, como siempre, adivinación.

—¿Y tú? —JiSung bromeó—, creí que estudiarías en la mañana.

—Si cumplo con mis horas de esta semana, puedo tener un viernes tranquilo —dijo Felix con ese tono bromista, mientras se tocaba su cabeza con su índice—. Soy inteligente.

JiSung le dio la razón- no lo había pensado, así que decidió hacer lo mismo.

Los dos estudiaron en silencio lo que permitía a dos adolescentes cargados de energía: quince minutos. JiSung soltó enseguida su lápiz grafito de las traducciones y miró a Felix.

—¿Puedes ver una profecía, ahora? —consultó JiSung, de manera precipitada.

Felix colocó sus ojos en blanco, aunque no dejó de transcribir un traducción de un texto. —¿No podemos tener un día normal?

—No.

—¿Qué quieres saber?

—Qué tanto me queda de vida.

Felix tuvo que mirarlo dos veces para poder asegurarse de que había escuchado bien- como si las palabras de JiSung fuesen recientemente creadas.

—¿A qué te refieres? —cuestionó—, ¿de vida? ¿Cómo que cuánto te queda?

—Ya sabes, por el tema de la profecía —elaboró JiSung—. Debo matar a DeLuca, pero soy creyente de que mis habilidades de diecisiete años no se equiparan a un jodido ministro adulto —refirió con sarcasmo—, por ende, ¿sabes cuánto me falta para desafiar a DeLuca?

—¿Quieres hablarlo en el salón de estudios?

—¿Hay otro lugar?

Una tarde normal te pido, JiSung.

—Mira —JiSung detuvo la escritura de Felix agarrándolo de la mano, y lo miró fijamente a los ojos para poder ser correspondido—, prometo no molestarte. Sé que tuviste que lidiar con esta mierda durante mucho tiempo, y créeme, realmente lo lamento (y va incluido el tiempo en que te traté mal). Sin embargo, me compete. Solo quiero saber cuánto me queda de vida.

—Lo mismo que a todos nosotros.

—Lindo. Moriremos en manada.

—Quiero decir... —Felix lucía contener toda su paciencia por JiSung en ese momento, aunque no funcionaba mucho—, tu situación es específica- nada está escrito en las estrellas.

—Pero tú-

—Leo estrellas. Bien, sí. Pero son distintas metodologías de ver el futuro, JiSung, ¿o no aprendiste nada en la clase de adivinación?

—Solo la tomé un año...

—Las profecías se ven en bolas de cristal porque son los instrumentos más fieles a la lectura del futuro, pero no siempre es la más certera. Puede complementarse con otros instrumentos como la lectura de manos o las de hojas de té, sin embargo, a veces incluso pueden dar futuros opuestos. Además, nada delimita el tiempo. Solo en Percy Jackson sale eso.

Felix tenía razón, renegaba JiSung en admitir. Que Felix le explicase un poco más de las visualizaciones a futuro era una idea real y de facto para connotar que incluso para los adivinos nada estaba escrito en piedra. No obstante, Felix transmitía ese sentimiento de ya haber comprobado el futuro de JiSung en tés y en lecturas de manos.

JiSung presionó sus labios con dolencia, e intentó esbozar una sonrisa.

—¿Entonces...? —incitó.

—Puede ser el siguiente encuentro con DeLuca, o puede ser dentro de diez años. Sin embargo, colocar tu nombre en el cáliz sirvió para que todo lo que ocurriese ahora esté en el perfecto camino...

—El destino final es que derrote a DeLuca para disolver a LiMa, pero yo no tengo vínculo con la Compañía como para poder hacerlo- no tengo las facultades ni el peso relevante —continuó explicándose JiSung—, por eso, necesito saber cuándo me matará.

—Que no te matará, cara de sapo —insistió Felix. No obstante, pareció tomar aire ante su decisión de desespero que JiSung le causaba que, tras pensarlo mejor, emitió—: aunque no te veías muy viejo en la profecía cuando lo enfrentabas.

Listo. Aquello era lo único que necesitaba JiSung- una rectificación de que morirá de manera prematura.

Felix regresó a su estudio, y JiSung intentó hacerlo con el suyo. Su mirada perdida sobre su pergamino, con la traducción de las runas de un texto que ya no recordaba, todo brotaba sobre las páginas como si fuese parte de una alucinación a causa de la ausencia de sentido que estaba cobrando su vida en ese instante.

Es decir, vida. ¿Qué era la vida?

A los nueve, cuando su única entretención era ver televisión en las madrugadas porque a esa hora tenía permitido sin ser interferido por los hijos de su madrina, él había visto una película: Rent. No entendía de qué iba, no entendía las muertes y mucho menos de lo que era el VIH. No obstante, situados en la pobreza de Nueva York, cantaban el cómo se podía medir la vida, y qué tal si se podía medir en temporadas de amor.

¿Cómo se mide un año? ¿Cómo se mide la vida? JiSung podía ver a sus demás compañeros de escuela en esa sala de estudio- de distintos grados, edades y casas que tenían la misma misión que él: poder estudiar en paz, sus únicas metas eran obtener buenas calificaciones y salir con un buen promedio en su año académico. Parecieran tener problemas normales- acné, peso, relaciones y amistades; chicos y chicas que se gustan; problemas con la autoridad; padres sobre exigentes. Tantas cosas que a JiSung le gustaría tener en ese instante- en la preocupación del raro grano que le salió en el mentón y no en preguntarse cómo podía medir su vida para que tuviera sentido.

Era peligroso tener crisis a esa edad, pensaría JiSung, porque era tan susceptible al riesgo y al caos que incluso el suicidio era tentador para librarse de la profecía. Es decir, una profecía, algo que delimita y ordena al chico quien más problemas con la autoridad ha tenido. ¿Cómo es que eso era lógico o justo en la realidad que vivían?

Claro que no lo era, porque JiSung era un chico de crianza mágica que pensó muggle, y crianza muggle que escondía su magia.

«Tal vez así se siente MinHo cuando piensa en su lado humano y en su lado lobo —consideró JiSung, más empático que nunca—, que nada tiene sentido».

Un escalofrío corrió por la espalda de JiSung, y su cabello se tornó gris.

—¿Se avecina algo? —consultó Felix, al notar el cambio de color.

JiSung negó. —No, supongo que es por efecto de la ansiedad.

¿Cómo se medía la vida de alguien que ya la tenía contada para que terminara?

Si JiSung podía pensar un poco más, desde el semblante del optimismo y de la represión ansiógena, sería con amor.

—Hablando de la ansiedad —JiSung cambió el tema, solo para darle un agradable codazo en las costillas—, ¿cómo vas con ChangBin?

—¿Cómo es que todo termina cayendo en él? —se preguntó Felix, mientras colocaba sus ojos en blanco—, no es un tema recurrente, de todas formas. Estamos bien.

—¿Qué tan bien?

—Lo suficiente como para golpearte debajo de la mesa —espetó, antes de patearlo. JiSung gimió de dolor y apoyó su cara sobre su pergamino, adolorido.

—Realmente crees que estás libre de pecado, ¿eh? —gimió JiSung, sin recomponerse—. Satanista.

—Eso ni siquiera tiene sentido —recriminó.

—Creo que los dos hacen una adorable pareja.

—Gracias. Lo tomaré en consideración cuando interactúe con él la próxima vez.

—Me agradas, Felix.

—Gracias. Como mínimo esperaba eso, si te llevo soportando seis años.

—Seis años, ¿eh?

—Sí. Seis años y recién me doy cuenta de que tienes acento galés. ¿Cómo te pasó eso, si viviste en Londres de pequeño?

—Creo que Erick era de Gales- le gusta mucho la cultura y recuerdo escuchar hablarlo con el acento en mis memorias- oye, me cambiaste el tema.

—Asumí que captarías la indirecta. ¿No es interesante como es que liberas tus recuerdos, y cambias tu acento?

—O sea, supongo que cuando me enseñaron a hablar, me enseñaron con el acento y- cambiaste el tema de nuevo.

—Eres tan fácil de distraer.

JiSung no presionaría. Si Felix no quería hablar de ChangBin, estaba bien; aunque temía también que la vida de su amigo se pasase por sus dedos por el temor de que no se hiciera algo.

Es decir, ChangBin ya gustaba de él. ¿Qué esperaban para estar juntos?

La vida pasaba demasiado rápido.

Antes de que ambos pudiesen continuar con sus estudios, SeungMin apareció en la sala de estudios con una carta en mano. Hizo volar al chico de tercer año que estaba sentado frente a ellos y le entregó la carta a JiSung.

—Me fue inevitable no poder abrirla —admitió SeungMin, antes de formar una sonrisa con un caramelo en su mejilla—, te va a gustar.

«Oh, no...» JiSung no era de tener demasiada suerte.

La carta ya estaba rasgada del sobre, así que solo desenvolvió el papel; no obstante, divisó en el fondo un par de paquetes caramelos de café. JiSung miró a SeungMin.

—¿También me robaste un dulce? —bromeó.

SeungMin se encogió de hombros sin vergüenza.

—Caramelos de café —JiSung volcó los dulces y le entregó uno a Felix antes de echarse uno a la boca—, nunca le dije a Erick que me gustaban. Supongo que fue una corazonada antes de..., ah...

Los ojos se posaron enseguida en quien firmaba la carta. Newt Scamander. Su caligrafía perfecta y la pata de algún animal entintada junto a su nombre.

—¡Mierda! —soltó de repente, antes de ponerse a leer.

Querido Han JiSung, o Hijo de Dragón como te llaman en el periódico. Lamento no haberte mandado una carta antes, pero donde vivo es muy remoto y la mayoría de las mañanas tengo que pelear con un demiguise porque le gusta coleccionar periódicos (le llama la atención las fotografías).

Rita Skeeter no ha dejado de impresionarme por su maravillosa habilidad fotográfica al captarte como un Selkie, ¡y resultó fantástico! Realmente me llamó la atención cómo es que un metamorfomago ha sido capaz de poder transformarse en otras criaturas, ya que la mayoría queda en mutar como humanos o partes de animales acorde a lo que ellos necesitan. ¡Tienes demasiado coraje encima!

Es increíble tu capacidad de mutación, y me gustaría saber más de eso. Tal vez podríamos reunirnos para charlar sobre las criaturas, y así ver cuáles son de tu interés y ayudarte a ganar el torneo. ¡Mereces ganar por los animales!

Escríbeme cuanto antes con tu respuesta. Estaré por marzo en Hogwarts para atender algunos asuntos con Dumbledore mientras mi querida Tina va a Londres.

Saludos, Newt Scamander.

—Ah, la puta mierda —volvió a soltar JiSung con impresión, antes de arrancar una hoja de papel de su pergamino y escribir la aprobación al instante—. ¡Newt Scamander quiere verme!

—Reúnanse en Las Tres Escobas —aconsejó Felix. JiSung asintió—. Si tenemos suerte, podremos verlo.

—Ah, no, no. Es visita personal.

—¿Y a mí que mierda? Cita para el sábado.

—¡Carajo! ¡Y justo abandonamos Criaturas Mágicas! —lamentó Felix.

JiSung no iba a negar que le emocionaba la presencia de Newt Scamander en Hogwarts, y sobre todo que un hombre tan legendario como él lo halagara por su esfuerzo como metamorfomago.

«Todo gracias a Callaghan», pensó JiSung con orgullo, al terminar de escribir la carta en respuesta.

Él era consciente que no debía de sentir algo relevante solo por la aprobación del resto; no obstante, en una sociedad donde eras un fenómeno y un raro, con encantamientos destinados a movilizarte si es que te comportabas más allá de la norma, recibir unas buenas palabras de alguien importante le hacía sentir orgulloso.

A lo mejor eso podía valer su vida.

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Marzo 4, sábado en la tarde

No fue de extrañar para JiSung ver a Cohan correr de un lado a otro, mientras sonreía y lanzaba carcajadas psicóticas que le hacía creer al mago que él estaba perdiendo paulatinamente la cabeza.

—Hola, Cohan —saludó JiSung.

Cohan, con una risilla, correspondió. —Hola, Han. Linda falda.

JiSung movió su cintura para menear las tablas de la falda, pero Cohan ya se había dado vuelta para largarse por el pasillo. ¿Qué demonios tramaba ese hombre?

No importaba, porque faltaban diecisiete días para la primavera, y ya se podía notar en el ambiente.

El invierno de febrero fue dejado hacia atrás como parte de la naturaleza, y los alumnos de a poco comenzaban a ser más activos con la llegada del sol: más violentos, más extrovertidos, y mucho más enamorados. Era una parte natural de la etapa escolar, y recibir la primavera con la presencia de las otras escuelas lo multiplicaba para ser más notorio.

El calamar gigante se había acostumbrado a pasearse en la superficie del Lago, lo que hacían recibir al menos una vez al día un estudiante afectado por la tinta que él lanzaba (la mayoría de las veces era Lucas Bang con sus amigos).

Por otra parte, una nueva actividad nació en los estudiantes de Hogwarts durante la tarde de los jueves: observar a los alumnos de Durmstrang entrenar con su magia de cambio de varita. Incluso JiSung quería acercarse a Victoria Krum para preguntarle cómo demonios lo hacían, pero le tenía demasiado miedo desde la segunda prueba del torneo, así que solo admiraba desde lejos.

Con el sol en el jardín, los alumnos jugaban más seguido; los fantasmas no estaban agradados con el clima, y los cuadros eran mucho más comunicativos.

Sumado a eso, la estadía en Hogwarts era mucho más animada.

Claro, hasta que dio vuelta por el pasillo y se tuvo que regresar al notar una sugerente escena entre el sucio de YeonJun y Mina.

«¡Oh, mierda! —pensó, mientras observaba detrás del pilar con cierto temor—. ¡Tal como en las teleseries!»

El brazo de YeonJun estaba al lado de la cabeza de Mina, apoyada y acorralada en el muro; mientras, ella tenía su pierna doblada- igualmente apoyada en la pared. Sus brazos cruzados delimitaban enseguida hasta dónde YeonJun parecía poder seguir con ella.

—¿Volviste con HyunJin? —consultó YeonJun.

Mina, con sus labios fruncidos, asintió con seguridad.

—Hace tiempo —contestó ella—, desde San Valentín.

Su tono no era el voraz con el cual ella utilizaba para poder atacarlo directamente. Pareciera que había ligeros rastros de piedad o incluso consideración, aun cuando su lenguaje corporal señalizase todos sus muros levantados.

—¿No planeabas contarme?

—¿Debía de hacerlo? Incluso te pedí que me dejaras sola después de lo que pasó —dijo Mina, mientras se acariciaba un brazo—. Supéralo, por favor.

YeonJun también tenía sus labios fruncidos, y su mirada estaba puesta en ella como si desease estar furioso con ella- aunque pareciera doblegarse ante cada batir de las pestañas de Mina. Era bastante increíble lo que JiSung veía en ese instante.

—Él no te hace bien... —insistió YeonJun.

—Los únicos temas de conversación que hemos podido tener siempre están centrados en cómo funciona mi relación y en lo potencialmente malo que HyunJin puede llegar a ser para mí —detuvo—. Y puedes que tengas razón- no lo sé, pero aun con todo eso yo soy la que no puede superar que tú aún estés pegado con algo que resultó ser una acción impensada.

—¿Besarme es una «acción impensada» para ti?

El cabello de JiSung se tornó de un fuerte crema, mientras colocaba sus manos en su boca para que no lo escucharan jadear con sorpresa. «¡¿Disculpa?!»

Mina pareció retraída ante la mención de eso que incluso hizo que se encogiera un poco más en YeonJun, como si fuese más pequeña. Sus mejillas se sonrojaron por la mención del hecho, siendo la memoria de un recuerdo vergonzoso.

Independiente de su vergüenza, Mina asintió. —Lo es. Acción impensada. Estaba tonta y frustrada- y HyunJin lo sabe. Es por eso de que te digo que lo superes.

JiSung abrió aun más la boca. «¡¿HyunJin lo sabe?! ¡¿Y no me dijo?!»

JiSung no fue el único sorprendido. YeonJun, impactado, congeló sus facciones como si fuese un témpano de hielo- cargado del mismo bochorno como arrepentimiento.

—¡¿Por qué le contaste?! —exigió YeonJun.

—¡Porque es mi novio! ¡Él tiene derecho a saber con quién me besuqueé en el período que estábamos en un tiempo! —Mina contestó con un tono más cercano a la furia—. ¡Y créeme que a él no le gustará saber que me estás acosando por eso!

—¡¿Qué me importa la opinión de una veela dentro de algo que no le compete?!

—¡Confundiste todo, YeonJun! Todo- desde el baile hasta ahora. ¿Realmente crees que en algún momento yo tomaría tus sentimientos en serio?

—¡Sí cuando me besaste!

YeonJun rugió sin temor a que alguien en el pasillo los pudiese escuchar. Sus palabras estaban cargadas de ira y de rencor, junto con la motivación del corazón roto que Mina se encargaba poco a poco de pisotear sin piedad alguna.

JiSung no consideraba a YeonJun el ser humano más digno, pero sí le dio una ligera pena ver cómo el chico estuvo tan desesperado por la atención de Mina.

Mina, pareciendo considerar las palabras del enojo de YeonJun como un buen argumento, pasó una mano por su cabello negro y asintió.

—Tienes razón —terminó por decir ella—. No fue digno de mi parte besarte. Fuiste un apoyo en ese momento y cometí una estupidez; no fue mi intención ilusionarte conque tendríamos algo. Perdón. —Sin embargo, antes de que YeonJun agregase algo al respecto, ella sumó. —Pero yo no soy alguien quien podrá corresponderte tus sentimientos, y mucho menos que tu en verdad quieras. Te he golpeado, insultado e incluso rompí tu varita mágica. ¿Por qué demonios te fijaste en mí?

—Alto. —YeonJun alzó un dedo peligrosamente cerca del rostro de Mina, y JiSung pudo notar como toda mirada de corazón roto se drenaba a uno mucho más severo. —¿Fuiste tú la que rompió mi varita?

Y, como era Mina, la muggle sin magia, asintió sin más.

—¿Por qué crees que he estado castigada, limpiando mierda de caballos mágicos de Beauxbatons? —consultó ella sin algún ápice de interés—. Por pasatiempo no fue.

YeonJun dio otros pasos hacia atrás, como si un fuerte golpe de realización le llegase como si él hubiese sido la persona más patética del planeta. JiSung podía empatizar con eso, también; aunque consideró a Mina una mismísima genia al haber roto la varita de YeonJun, que hubiese sido alguien quien tenías sentimientos fuertes dejaba al chico en una posición mucho más vulnerable.

De eso se trataba el amor, si es que JiSung lo veía desde otra perspectiva. Era tanta la vulnerabilidad emocional que YeonJun cedía a Mina que él olvidó por un instante quiénes eran ambos, que posición ocupaban en la sociedad, y cuáles eran sus ideales. Tal vez Mina no tenía convicciones claras, como lo era YeonJun, pero sí era una chica con un sentido de justicia individual que lo llevaba arraigado en la piel. Ella no temía ser justa por sus propias manos.

Y YeonJun..., él era un chico de política.

—Por Merlín —realizó YeonJun, finalmente—, eres una estúpida.

Mina asintió, aunque no sonrió. —Lamento no corresponder tus sentimientos, YeonJun. Yo no te considero una buena persona.

—Eres una real estúpida —terminó por farfullar YeonJun antes de largarse por el pasillo, hacia el lado contrario de donde JiSung se encontraba escondido.

JiSung soltó un suspiro de alivio ante toda la escena, intentando evaluarla dentro del termómetro de dramatismo y si es que superaba a su escena con MinHo en la noche anterior (no lo hacía). Cuando se aseguró de que YeonJun ya se perdió por totalidad en el pasillo, JiSung se aproximó hacia Mina.

—Hola —saludó él con rapidez—, uh- antes que todo- lo escuché y no sé si tenga derecho a opinar, pero- uh, ¿Mina?

—Soy una estúpida... —repitió Mina de repente, con sus ojos totalmente aguados y voz apagada.

JiSung solamente se le ocurrió rodearla con sus brazos y palmear su cabeza un par de veces mientras le repetía que no lo era, como si aquello solucionase algo en realidad.

—Tiene razón, soy una estúpida. Creí que les hacía un favor a ustedes al aceptar la cita al baile con él —rectificó ella, mientras se secaba sus ojos con las mangas de su chaleco—. Si hubiese sabido que todo acabaría así, entonces habría ido con HyunJin y me habría ahorrado todo este drama.

—Pero- no entiendo. —JiSung no sabía cómo tocar el tema, así que intentó ser lo más cautelar posible. —¿Cómo demonios te besuqueaste con esa cosa?

Los ojos cafés de Mina volvieron a llenarse de lágrimas, y JiSung se arrepintió al instante de haber hablado.

—¡Perdón!

—Fue mi culpa... No quiero que pienses en mí como una puta, JiSung —lamentó ella, apenada y avergonzada—. Fue con lo de..., eso, de la poción de amor, con EunBi Kwon.

«Ah...». Claro, eso le hacía más sentido en su cabeza.

—Fue una estupidez total. Me detuve enseguida cuando noté cuán ridícula podía llegar a ser en algo tan patético como «besuqueos de venganza». Dios, siento mucha vergüenza —lamentó ella.

—Pero si HyunJin sabe, no debe de haber mucho problemas, ¿cierto? —corroboró JiSung—, de todas formas, ya pasó.

—¡Aún así! ¡Soy una fácil!

—¡Todos somos fáciles! —JiSung era un asco consolando—. Solo HyunJin puede tener opinión de esto- y si a él no le perturbó, supongo que no hay problema.

Mina no pareció consolada por las palabras de JiSung, pero al menos lo tomó en consideración en vez de ofenderse por lo ridículamente denso que él podía llegar a ser. Para poder animarla, le ofreció que jugaran fútbol en el jardín, así que colectaron a sus amigos para poder pasar una tarde plena.

Que la primavera estuviese próxima en la presencia de todos no significaba que las cosas estaban solucionadas. La cabeza de JiSung continuaba como un torbellino de dudas y ansiedades que lo destruían ante el paso que anhelaba y evitaba dar.

Mientras, en la biblioteca, MinHo desenvolvía un bombón y se lo comía.

—Dame —pidió Chan, desde el otro lado de la mesa.

MinHo desenvolvió un chocolate y lo lanzó a la boca de Chan, quien lo atrapó con éxito.

Aparte de ellos, Kim MinJu también les hacía compañía. Tanto ella como Chan aprendieron que un alma tan disciplinada y devota al estudio como lo era MinHo era fácil de ser contagiada. A MinHo no le molestaba directamente, o no si es que no interferían con su rutina. JongHo también se asomaba de tanto en tanto, sin embargo, no le agradaba la presencia de Chan en la mesa; no podía estar más de media hora compartiendo espacio con él.

En un instante en que el sofoque mental de a poco comenzó a ser impasible, con la práctica de MinJu con movimientos de teletransportación para Encantamientos, con Chan intentando rectificar la teoría de un encantamiento complejo de Transformaciones, y con MinHo intentando hacer cálculos entre las Runas Antiguas con los textos de Estudios Ancestrales que le hiciese dar algún sentido a la jodida asignatura, MinJu habló:

—¿Y si me caso para las vacaciones de primavera?

MinHo y Chan detuvieron su estudio al instante.

—Cuando te refieres a las "vacaciones de primavera", ¿te refieres a ahora? ¿En abril? —corroboró Chan.

—Hm... —asintió MinJu, con una mirada soñadora mientras abrazaba su pluma—. Sí..., después las cosas se harán turbias.

—Tu cabeza es turbia —atacó MinHo enseguida—, ¿casarte en el mes que viene? No soy experto, pero- ¿no debes de planearlo un poco?

—Podemos casarnos en el salón de la Compañía —improvisó MinJu—, y comer en la cocina. No es como si mis padres o los de él estuviesen improvisados.

—Dios mío —Chan miró a MinHo con horror—, esto es espantoso.

MinJu frunció sus labios con molestia. —No sé por qué les pido su opinión si haré lo que yo quiera.

—Yo nunca he ido a una boda —contó Chan—. Soy el mayor de toda mi familia- primos paternos y maternos incluidos. Ningún familiar mío se ha casado.

—Sumado conque tenemos jodidos dieciocho y no está en el plan de nadie a corto, mediano y largo plazo casarse —agregó MinHo, antes de mirar a MinJu—. Estás chiflada.

—Tú me vas a llevar los anillos —amenazó ella.

—Prefiero suicidarme.

MinHo volvió con su trabajo de traducción, sin importar las miradas que Chan y MinJu le daban. Cuando la presión fue insostenible, suspiró.

—¿Quieren decirme algo? —preguntó MinHo con suavidad contenida.

—Yo no —se resguardó MinJu con su propio material de estudios.

Chan le dio una mala mirada a la chica, y MinHo no supo qué demonios sucedía. Acomodó un poco más la silla y MinHo comprendió que algo serio había sucedido.

—Ya no hay fronteras en Reino Unido —comenzó Chan—, es decir, DeLuca hizo esa mierda que hicieron en Asia con sus fronteras- los encantamientos protectores y esas cosas. Según BamBam, ya no se puede migrar. Moody dice que el Ministerio se está apoderando de los trasladores, así que alguien deberá de corroborar si es verdad.

—¿Y ese alguien soy yo, el alumno de Hogwarts? —corroboró MinHo sin interés—. No haré ni mierda. Sabes que no haré ni mierda —apuntó a Chan con insistencia—. ¿Quedó claro?

—No es a mí a quien tienes que decirlo.

—¿Por qué? —MinJu se involucró en la conversación—. ¿Qué pasó, MinHo? ¿Te saldrás de la Compañía?

Ante la ausencia de respuesta, ella acercó más su silla hacia él.

—¡¿Te vas a salir?!

¡Shhh! —chistó la señorita Pierce desde la recepción junto con varios alumnos de ahí. Las mejillas de MinJu se encendieron ligeramente por el llamado de atención.

MinHo aguantó el impulso de colocar sus ojos en blanco.

—¿No quieres publicarlo en El Profeta o sus derivados? —atacó MinHo.

—La Compañía dice que no has hecho nada las últimas semanas —dijo Chan.

—No he querido hacer nada —se justificó él—. Además, tenía pensado ir a la reunión de mañana del LiMa. Ya he hecho suficiente para ambas partes.

—No has hecho nada.

—¿Cómo que no? —MinHo le miró, ofendido—. ¿Ser el mártir de LiMa solo porque me echaron de casa no es suficiente? ¿Y estar entregándole información a la Compañía tampoco lo es? No se conforman con nada.

El desencanto que MinHo estaba teniendo por los movimientos sociales le estaba palpando demasiado en el corazón. Sopesaba toda idea revolucionaria y sueño de tener un buen vivir a causa de lo que pasó que le resultaba complicado pensar en otra alternativa de qué hacer una vez que se graduara de Hogwarts, cerca de cuatro a cinco meses más.

Él se encontraba solo.

Chan tampoco pareció agraciado ante la posición de MinHo, per no podía intervenir o decir algo en contra del muchacho cuando sus venas resaltaban del enojo que tenía.

—Entonces —retomó MinJu—, ¿por qué quieres salirte de la Compañía?

MinHo volvió a su estudio antes de contestar:

—Porque son un montón de corruptos.

No debía de por qué dar explicaciones.

Los tres se encaminaron de manera separada hacia el Gran Comedor para la hora de la cena. MinHo se sentía cansado de tanto estudio, y su cronograma aun estaba cargado de demasiadas aplicaciones y examenes de prácticas para las EXTASIS. Al menos los examenes eran un gran distractor en su cabeza.

En la cena, se sentó junto a SooJin y conversó con ella de cotillas que ella escuchó en los baños y de si era verdad. MinHo le encantaba el chisme, aunque fingiera que no lo hacía, y de que una chica de quinto año se había besado con el novio de una amiga era lo suficientemente superficial como para sacarlo a flote de su océano de estrés.

SoYeon, Kevin y SunWoo se derrumbaron a su lado; mientras los dos chicos hablaban de un tema de Quidditch, SoYeon tenía sus ojos pegados hacia la mesa de Hufflepuff.

—¿Por qué tienen que ser así? —cuestionó SoYeon.

MinHo y SooJin miraron de nuevo, y no les sorprendió para nada que los cuatro idiotas estuviesen llamando la atención. Sin embargo, esta vez parecía ser accidental, ya que el tono de voz de SeungMin y Felix era de un volumen que se mostraban ofendidos, mientras que HyunJin insultaba al grupo a diestras y siniestras, y con el rostro de Mina tapado.

—Solo son ruidosos —excusó MinHo.

SoYeon solo alzó sus cejas con poca consideración. Era obvio para MinHo que ella tenía algo maquinándose en su cabeza.

Por otra parte, JiSung reventaba en carcajadas mientras golpeaba con su puño la mesa, al mismo tiempo que Felix y SeungMin intentaban digerir lo contado con burlas y apodos irrisorios hacia Mina. HyunJin no tenía problemas en amenazar a ambos con el cuchillo.

—Digan algo —desafió él—, háganlo y les corto las bolas.

—Me merezco las burlas —lamentó Mina.

—No, no, no, Mina, mi amor —se apresuró en decir HyunJin, sin apartar el cuchillo frente a los otros dos chicos—, no te sientas mal por sus burlas. «Jamás besado» y «No supero al que me quitó la virginidad» no tienen derecho a reírse.

Las risas de SeungMin y Felix se apagaron abruptamente, y JiSung casi se deshizo de la risa, cayendo en el regazo de SeungMin para continuar riendo.

—¡Oye! —soltaron los dos, ofendidos.

—Es que... —JiSung se recompuso, y se limpió sus lágrimas—, sus caras..., y ustedes... —apuntó a HyunJin y a Mina—, son tan... ay~

JiSung volvió a carcajear.

Felix y SeungMin, ofendidos, le lanzaron a JiSung del guiso de carne que comían.

—Tú tampoco eres un santo, arrastrado —acusó SeungMin.

—Al menos él lo admite —defendió HyunJin—, ustedes dos no tienen derecho a reírse o a burlarse.

—Soy una sucia... —continuó murmurando Mina, apenada.

—¡Díganle que no es una sucia! —ordenó.

—Es que- lo es —argumentó Felix—, se besuqueó con YeonJun- dios, se besó con una rata. Él le tuvo que pegar algo, en ese caso.

—¿Y cómo besa? —SeungMin continuó con su burla, preguntándole directamente a Mina—, ¿te chupeteó la cara? ¿Te chocó los dientes? ¿Su boca sabía a vómito o qué?

—¿Y se corrió ahí mismo? —siguió Felix.

—Mina, amiga —le llamó JiSung—, tengo la runa perfecta para reprimir tus memorias.

—Ya no quiero hablar de eso... —lloriqueó Mina, para finalmente taparse el rostro—, soy una sucia.

—¡Muy sucia! —terminaron por gritar los otros tres.

HyunJin no tuvo problemas en lanzar con su varita jugo de su copa, pero Felix se lo regresó. Prontamente HyunJin se levantó del asiento y levantó con facilidad a Felix del cuello de su chaleco para estrellarlo contra la mesa y golpear su barriga, mientras que SeungMin y JiSung intentaban separarlos.

—¡Déjame, bestia infernal! —chilló Felix, mientras tomaba el puré de papas del plato de Mina y se lo estrellaba a HyunJin en la cara.

—¿No los vas a detener? —SooJin le preguntó a MinHo, desde el otro lado del comedor.

MinHo cortó un trozo de carne y se lo metió a la boca al mismo tiempo que negaba. —Así es como los animalitos solucionan sus conflictos.

Ni siquiera el ligero carraspeo por parte del profesor Dumbledore logró que ellos se calmaran. La profesora McGonagall tuvo que invocar un rayo con el fin de electrocutarlos para calmarlos.

El profesor Dumbledore apareció en su podio, y JiSung (mientras se sacaba salsa de barbacoa de su oído sorda) pudo notar al profesor Cohan sacudirse con una felicidad inmedible que jamás vio en él.

—Alumnos de Hogwarts —anunció el profesor Dumbledore, haciendo la clara distinción con las otras dos escuelas—, como prontamente la candelarización escolar se verá bastante topada: las lecciones de apariciones para sexto años, los EXTASIS y TIMOs para séptimo y quinto año, y la tercera prueba del Torneo, el profesor Cohan ha propuesto para los cursos de quinto, sexto y séptimo año una actividad recreativa que, después de evaluarlo con los demás maestros, hemos accedido a realizarlo. ¿Profesor Cohan?

Cohan casi voló de su asiento, con copa en mano, para caer en el podio del profesor Dumbledore.

—¡Buenas, buenas, buenas! —saludó él—, inspirado por los entrenamientos de los fantásticos chicos de Durmstrang- salud por eso —alzó su copa—, he querido realizar un pequeño torneo dentro de esta escuela- solo para estudiantes de Hogwarts, ¿eh? No quiero someterlos a más estrés con los otros chicos, si saben a lo que me refiero. Quiero hacer un torneo con los chicos más grandes para saber sus habilidades mágicas ubicadas en espacio de duelo, ¿a que les suena genial?

Un murmullo colectivo resonó en el comedor, casi como si se discutiera la idea de lo que Cohan proponía.

—¿Un duelo?

—¿De dos en dos?

—¿Cómo se hará...?

—Ha sido una conversación con los demás maestros, y a algunos le ha parecido bien que también explotasen esos lados que han aprendido en sus otras asignaturas- ya saben, aplicar un poco de la Liberación de los Elfos en un duelo mágico, ¿qué le parece, profesor Binns? —bromeó Cohan. El fantasma solamente lo ignoró—. Una aplicación transversal con un macro duelo. Todos contra todos. El ganador recibirá una bonificación en sus calificaciones de todas las asignaturas y un autógrafo mío, por supuesto.

—¿Está de joda? —susurró SeungMin, asombrado—, ¿con qué cabeza piensa él?

—Con la de arriba no, claramente —murmuró Felix.

—¿Quiere que nos ataquemos todos contra todos? —HyunJin parecía igualmente asombrado—, es decir, ¿no coloca a algunos en ventaja? ¿Por qué demonios enseñan a pelear en esta escuela?

—Para defendernos si es que tipos como los de la Sociedad Secreta se les ocurre lanzar a otro grupo al Bosque Prohibido —repuso JiSung con sarcasmo.

—Las inscripciones estarán liberadas en el tablero de anuncios del corredor de la escuela, y, de nuevo, solo quinto, sexto y séptimo tienen permitidos participar —dijo—, no queremos a un montón de menores con varitas enterradas en los ojos, eso es ilegal. Las exigencias del duelo serán evaluadas para cada año, pero será un todos-contra-todos, por ende, ¡espero que los de quinto sobrevivan a los de séptimo! Llevaremos el duelo el veinticinco de marzo, así que, ¡prepárense!

Los murmullos se hicieron cada vez más fuertes, aun cuando Cohan regresó a su asiento. De a poco el desconcierto pasó de largo para entrar la emoción, todos los mayores queriendo participar en el gran duelo.

—¿Participarán? —consultó Mina.

—Tal vez. Quiero tener un buen promedio —dijo Felix—, aunque me da miedo Chan.

—A mí también me da miedo Chan —concordó HyunJin.

—Igual, aunque creo que también MinHo es de temer —agregó SeungMin.

—¿Por qué? —HyunJin soltó una risa burlesca—, luce como si el viento fuese capaz de llevárselo.

—Solo se me es lógico —argumentó SeungMin.

JiSung no lo había pensado de esa manera. Miró sutilmente hacia la mesa de Slytherin, viendo a MinHo comentarle a SooJin algo respecto a lo que Cohan dijo. JiSung no había visto a MinHo tener un duelo con alguien antes, o usar su varita de la manera profesional o en sentido de la supervivencia. Le gustaría que MinHo participara- solo para ver cómo era de duelista; se imaginaba a alguien bueno, considerando los años en su casa, pero no estaba tan seguro de si los aristócratas entrenaban a sus hijos para ser buenos peleadores.

Después de la cena, los cinco se dirigieron a la casa de Hufflepuff; se toparon con ChangBin en el camino, y como la mayor parte de la cena se basó en ellos estando electrocutados, JiSung informó que iría en busca de comida a la cocina.

No fue de sorpresa de que, al bajar los escalones hacia la cocina, se topara con Jeon SoYeon. Como JiSung no entendía por qué demonios ella se encontraba ahí, pasó de ella.

—¡Oye! —recriminó ella, ofendida—, ¡no me ignores!

JiSung se encogió en él mismo, inocente. Se giró con sus manos guardadas en los bolsillos de su polerón de Hufflepuff.

—¿Qué quieres? —consultó JiSung—, ¿por qué me esperas?

SoYeon caminó con decisión hacia él y, de manera repentina, le dio una fuerte rodillazo en el muslo, haciendo a JiSung perder el equilibrio y caer al suelo.

—¡Mierda! —exclamó, asustado.

Sin embargo, antes de poder levantarse, SoYeon le dio una patada en el estómago.

—¡Esto es por lo que le hiciste a la familia de Shuhua! —le gritó ella—. ¡Tú tuviste que haber muerto!

Mientras JiSung intentaba recuperar el aire, se preguntó de qué demonios se encontraba ella hablando. SoYeon se hincó junto a él y, sin tocarlo, le habló cerca.

—Dime, aunque sea, que te arrepientes de la puta mierda que hiciste.

—Ni sé de qué hablas —jadeó JiSung, e intentó recomponerse. No obstante, su pierna seguía tensa, y SoYeon no tuvo problemas en volver a empujarlo al suelo—. ¡Mierda!

—Fue culpa. Tú te involucraste en mierdas que no debías de por qué hacerlo —bramó ella, enojada—. Si hubieses respetado la vida privada de las personas- habrías, como mínimo, dejado a Shuhua fuera de esto. ¡Pero no! ¡Jodido perro de la Compañía!

JiSung dejó de buscar la respiración cuando el nombre de Shuhua volvió a aparecer en la boca de SoYeon. En un instante él no recordaba de qué demonios hablaba, o qué tenía que ver Shuhua en todo esto; entonces, recordó sobre lo que fue la noche después de navidad.

La pelea en la casa Yeh.

Totalmente confundido, su cabello se tornó naranjo.

—¿Mataron a Shuhua? —preguntó él, sin creerlo.

—Toda su familia está muerta —espetó—. Todos. Ella estaba regresando de la escuela de París en la que está metida, estudiando herbología, cuando vio toda su jodida casa incendiada. Los bomberos muggles llegaron y se encontraron con el brazo de su padre en la sala y con su torso en el dormitorio, ¡y a su madre también!

La boca de JiSung se abrió. París. Erick también estuvo en París.

—¿Qué te importaba a ti si es que tenían a no-sé-qué-vieja? ¡Era por algo específico, imbécil! —continuó—. ¡No debías de involucrarte!

SoYeon le dio otro golpe en el estómago a JiSung y se fue. Él solamente quedó tendido en el suelo, incapaz de poder moverse por la información dada. Era demasiado qué digerir.

Por una parte, el pensamiento de que Erick fue por misión de la Compañía a matar al señor Yeh no le fue de sorprenderse, aunque un fuerte peso en su pecho lo colocó como alguien que era capaz de asesinar personas. No sabía si era por sus memorias liberadas, pero la situación no parecía tan descarrilada de lo que se escuchaba, cosa que le hacía sentir una muy mala persona.

Por otra parte, el alivio de que no mataron a Shuhua también estaba latente. Recordó cuando se infiltró en su casa y vio la fotografía de ella con su familia, con su hermano menor. Ahora los dos eran unos millonarios huérfanos, asesinados de la manera más bestial que JiSung alguna vez creyó escuchar.

Lo lamentó por ella, y por ser las consecuencias de unos padres violentos.

«Aunque —pensó JiSung—, ¿en serio Erick los mató?»

Las ganas de querer preguntarle se incrementaron, empero, no sabía si él se encontraba desocupado como para ser bombardeado por una tonta pregunta.

«Ah, puta mierda, JiSung. ¿Desde cuándo eres tan humilde con él?», se burló a él mismo.

Aunque su estómago quedó cerrado por la noticia, los elfos le dieron varios dulces en forma de pasteles y botellas de cerveza de mantequillas en una bolsa de tela. Se regresó con total normalidad hacia la sala común, con solo la frase de SoYeon y el recuerdo de que la señora de Callaghan: Margarita, estuvo secuestrada cerca de un mes en el sótano de los Yeh.

Al llegar a su dormitorio, se topó con más personas de lo que esperaba.

—¿Por qué estás acá? —consultó JiSung a MinHo.

Él, desde la cama, acariciaba a Soonie recostado en su barriga mientras leía un libro muggle de JiSung.

—Adelanté estudio —contestó MinHo.

—¿Y tú? —le preguntó a ChangBin.

—No tenía nada mejor que hacer —respondió él desde la cama de HyunJin, donde jugaban ajedrez con él.

—Ajá, ¿y tú...?

eff- bafsee- kjnn- ynasda —lloró JeongIn desde el suelo.

—Seguro. ¿Y tú?

—JeongIn necesitaba apoyo emocional —terminó por responder Chan, también desde el suelo, consolando a JeongIn que sollozaba en su regazo.

JiSung solo miró la bolsa de tela cargada con cerveza de mantequilla, y pensó que necesitarían más para esa noche. Le entregó los pasteles a SeungMin, quien se encontraba con Felix recostados en la cama de él, y se ubicó junto a MinHo en su cama mientras se preguntaba en qué momento se hicieron tan cercanos y por qué demonios el prefecto WooYoung no les decía nada.

«Bueno, hay como tres prefectos y un premio anual metidos acá».

—¿Quieres cerveza de mantequilla? —Chan le consultó a JeongIn con tono suave.

asd- uafe- yafa- pfifi —asintió JeongIn, sin parar de llorar.

—¿Qué le pasó? —JiSung le consultó a MinHo, mientras lo veía marcar la página del libro para cerrarlo y dejarlo sobre la mesa de noche.

—Le dio un beso a Yuna —contó MinHo—, en los labios.

Nice.

—¡No nice! —JeongIn finalmente formuló palabras. Tomó una cerveza de mantequilla y amenazó a JiSung con ella—. ¡Le di un beso! ¡Esto es terrible!

—Demasiado para un desalmado como tú —consideró JiSung.

JeongIn alzó más la botella, y JiSung se refugió detrás de MinHo.

—Haces un dramón —acusó HyunJin desde su cama—. No entiendo por qué le lloras. ¿No que te gustaba?

—¡No me gusta!

—JeongIn, es mejor que comencemos a hablar con la verdad si es que quieres superar esa ridícula fobia al compromiso que tienes —aconsejó SeungMin, quien dejó colgando su cabeza a la orilla de la cama—. Te gusta, supéralo. Y ahora le diste un beso, también supéralo.

—¿Cómo fue? —preguntó ChangBin—. Depende de cómo fue será cuánta pena vale tu dramatismo o no.

JeongIn pareció dudar por un instante de ellos, pero la poca fe que tenía respecto a confiar en sus mayores hizo que terminase por asentir y, dócil, se cruzase de piernas sobre la alfombra y comenzase a contar.

—Estábamos haciendo las rondas nocturnas- ya saben, la que ustedes no hacen —aludió a los otros chicos—, y de repente estábamos solos- no sé, en esos pasillos donde dan a los jardines, donde se puede ver el Lago Negro, y comenzamos a hablar del calamar gigante y..., y me dieron ganas de besarla. La tomé de la cara y le di el beso- no, miento, no se lo di, me estrellé hacia ella de lo lento que fui. Me estrellé contra su cara y luego salí corriendo.

—¡¿Saliste corriendo?! —chillaron.

—¡Imbécil!

—¡Eres un idiota!

—¡¿Qué querían que hiciera?! —preguntó JeongIn, perturbado—. ¡O, díganme! ¡¿Alguno de ustedes ha tenido un buen primer beso?!

—Yo —JiSung y HyunJin contestaron casi automáticamente. No obstante, JiSung vio a MinHo mirarlo y agregó enseguida—: no. Yo no.

—Pero ese no ha sido tu primer beso —HyunJin acusó enseguida—. Te besuqueas con todo lo que se mueve.

—¡Fue el primero con ella! —exclamó JeongIn—. ¡No tenía que ser así! ¡Debía de ser más... no sé! ¡Más digno para Yuna!

—Besarme con alguien frente a las luces del Lago Negro, de noche y de un pasillo desolado, mientras hablamos de lo bella que es la noche... —recapituló Felix—, no lo sé, me parece lindo.

—Aunque eso no es de hombres —ChangBin apuntó acusatoriamente a JeongIn—, la besaste siendo novia de alguien. Eso no es leal.

—Verdad... —murmuraron los otros seis. Nadie recordaba al chico latino de Durmstrang.

—Bueno, fue lindo mientras duró —lamentó Felix.

—¿Y qué opina ella? —consultó MinHo.

JeongIn le miró, extrañado.

—¿A qué te refieres?

—¿En serio no pensaste en lo que creería ella? —Chan le preguntó, perturbado.

—O sea, me odia —obvió JeongIn—. Le di un beso, y está en algo con ese idiota de Durmstrang. Suficiente como para que deje de hablarme el resto de mi vida-

—Detén tu drama —cortó MinHo—, no te odia. Te quiere, y es obvio. ¿No es así, Felix?

—Lo dicen las estrellas —apoyó Felix desde su cama.

—Además, no lo sé, creo que es muy puritano de mi parte, pero los besos son delatores de muchas cosas —argumentó—. No todos dicen lo mismo, y a veces, en la misma acción, se ven más sentimientos de lo que ella intenta expresar.

—No te entiendo —admitió JeongIn.

—Yo tampoco —murmuraron los otros.

MinHo colocó sus ojos en blanco.

—Siempre hay algo cuando te besas. Todo manifiesta el sentimiento que hay en el beso. Sí, claro, puede que eres un promiscuo total y no pases un día sin comerle la boca alguien, pero ninguna te genera la sensación de pánico porque con ninguna manifiestas atracción romántica- porque, admitámoslo, todo eso se nota. Yuna no es una chica que le diste un beso en una fiesta luego de coquetear con ella toda la noche. Ella es tu mejor amiga quien, como tú, ha reprimido sus sentimientos por no sabemos cuánto tiempo. Tal como tú, Yuna puede percibir tus sentimientos en el beso.

MinHo apartó a Soonie de su barriga para poder sentarse en la orilla de la cama y darse a entender mejor a JeongIn. JiSung, por su parte, tomó a Soonie y comenzó a acariciarle la cabeza mientras lo abrazaba. Nunca había escuchado a MinHo hablar de amor.

—¿Y tú cómo sabes eso? —HyunJin le preguntó—, hasta donde sé, solo te besas con JiSung.

—Porque es obvio —MinHo era tan calmado que ni siquiera se sonrojó—, ¿cómo sabes que los besos que le das a Mina son recíprocos?

—Porque le gusto —obvió.

—Sé que es difícil, pero has funcionar tu cerebro un poco. ¿Cómo sabes que le gusta?

HyunJin le dio una sonrisa cargada de sarcasmo, sin embargo, realizó el ejercicio.

—Porque me corresponde —replicó—, de esa forma que ella sabe hacerlo- porque lo hace de la forma en la que me gusta. Me abraza de la cintura, me sonríe y me mira de la manera en la que ella siempre hace.

—JeongIn —MinHo lo llamó—, incluso el impulso de querer un segundo beso ya dice demasiado.

Aunque JiSung no lo vio porque su mente estaba viajando a otro plano de la realidad, Felix le entregó una sutil mirada a SeungMin.

—¿Fue un beso largo o corto? —consultó MinHo.

—Largo —dijo—, pero ella no se apartó.

—¿Y no crees que eso dice algo? —alentó Chan a JeongIn, mientras acariciaba su espalda—, porque, admitámoslo, es Yuna. Te habría golpeado si es que no le hubiese gustado.

—Todo es inconsciente, por eso es terrible besar a la persona que te gusta —continuó MinHo—. Cuando la besas, tu cuerpo actúa por sí solo. Abrazar, acariciar, tomar de las manos e incluso quedarte congelado es lo que se transmite. Es aterrador besar a alguien.

JiSung apoyó su mejilla en la cabeza de Soonie, y recordó su primer beso con MinHo en el pasillo del Gran Comedor. Ambos discutían; esa noche era luna llena; MinHo lo había visto besarse con Eric horas antes; todo iba en contra de que no volverían a acercarse.

Y se besaron. El periódico arrugado en la espalda de JiSung. Él lo atraía con la misma fuerza que MinHo lo aferraba. Se besaron y JiSung creyó que estaba todo solucionado; porque MinHo había expresado sus sentimientos, porque no solo era un amor no correspondido, y porque lo vio cómo con orejas rojas frotaba su nariz con la de él.

«Y después el jodido Diablo Rojo con su jodida novia nos interrumpieron», recordó con remordimiento.

—¿Desde cuándo tan romántico? —bromeó ChangBin.

—Desde que me acosté con tu madre.

—Ah- oye...

Los chicos rieron ante eso, y JiSung también. No obstante, su vista se quedó marcada un poco en Chan, quien también reía. Se preguntó qué habría pensado él ante la reflexión de MinHo: romántico, por las palabras; o dolido, a sabiendas de quien MinHo hizo siempre referencia.

JiSung dejó a Soonie sobre la cama y se acercó hacia su baúl para sacar algún caset. La noche era joven, y todos conocían el camino hacia la cocina.

Los temas de conversaciones pronto fueron diversificados y a distintos ritmos. Las botellas comenzaron a llenar el suelo, y cambiaron de posiciones cuando el frío los tomó desprevenidos.

Hablaron de música, de la vida y de las creencias. Aunque estuviesen en la misma cama, JiSung mantuvo su distancia de MinHo con el fin de no incomodar a Chan; no era demasiado problema, en realidad, ya que MinHo no parecía ser demasiado de tacto frente a los demás chicos.

Para cuando los caset dejaron de reproducir canciones populares y ahora emitían la banda sonora del musical Grease, ya era cerca de las tres de la mañana. Soonie dormía con su barriga descubierta a los pies de la cama mientras que Felix le enseñaba a Chan los pasos básicos de Greased Lightnin'.

But now there's nowhere to hide!!! Since you pushed my love aside!!! —cantaron JiSung con Felix, JeongIn, ChangBin y Chan—, I'm out of my head!!! Hopelessly devoted to you!!!

—Oh, puta mierda —comentó HyunJin, impresionado por la poca calidad vocal que sus amigos tenían—, ¿de dónde sacan tanta música?

—La música muggle es lo mejor que encontrarás en esta realidad —prometió ChangBin, quien ahora solo se encontraba recostado en la alfombra mientras veía el cielo estrellado proyectado en el techo.

My head is sayin' "fool, forget him" – but my heart is sayin' "don't let go~" —continuaron.

—Demasiado trágica la canción —opinó MinHo—, ¿todas las canciones son así de melodramáticas?

—Las canciones son las canalizaciones de los corazones rotos —le explicó Chan—, mientras más roto estás, mejor las cantas.

MinHo soltó una risa ante eso, y acarició por defecto el muslo de JiSung. Él, un poco incómodo, le apartó la mano con sutileza antes de simular estirarse sobre la cama.

—Ah, olvidé comentarlo —comenzó JiSung, mientras se sentaba en la cama—, tengo un chisme.

HyunJin se aproximó enseguida en apagar la radio.

—Cuenta —alentaron los siete.

—Mataron a los padres de Shuhua.

El dormitorio quedó en un sorpresivo silencio antes de que SeungMin bufara de decepción.

—¿Cómo es que eso es un «chisme»?

—Es una lástima —comentó Felix—, o sea- por Shuhua. No por los padres.

—SoYeon sabe que fui yo a buscar a Margarita —contó JiSung—, y me golpeó cuando fui a la cocina.

—Me jodes —MinHo intervino—, ¿por qué no dijiste-

—Porque no me pareció algo tan descabellado —admitió—, es decir- no podía hacer mucho porque yo soy un chico metamorfomago, pero creo que dice algo respecto a cómo ella ve el mundo —se encogió de hombros—, a ella le pareció más horrible que descuartizaran a los padres de su amiga que ellos tuviesen secuestrada a la esposa de su maestro de infancia.

Casi era irónica la oración, pero JiSung no podía pelear contra eso. Sus amigos lo miraron como si también tuviesen reacciones mixtas ante lo que SoYeon decía.

—¿Por qué odiarán a las criaturas mágicas? —preguntó JeongIn, aun recostado en la alfombra. Su cabeza chocaba con la de ChangBin al estar tendidos como estrellas—, no son más que seres naturales- es como odiar a los perros.

—Gracias por colocarnos en la misma posición que un perro —HyunJin agregó con amargura.

—De nada. Los perros también tienen el respeto de los humanos —elaboró JeongIn, desde su perspectiva ideológica—. Somos todos iguales- uno más pensantes en algunas áreas que otros. Todos somos criaturas mágicas.

—Esa gente considera que, como los magos no necesitan regulaciones, todo ente consciente y pensante que posea una magia extraordinaria es un defecto del humano —explicó Chan—, toda criatura siempre será peligrosa para ellos.

—Tal vez somos una misma falla de laboratorio de los magos —opinó JiSung.

—No sería la primera vez que pasan esas cosas —dijo Felix—, puede que son mutaciones genéticas y ahora son un peligro para ellos. Una vez escuché en una película: "¿Será que Dios se queda en el cielo porque les teme a sus creaciones, aquí en la tierra?"

Los otros siete chicos quedaron pactados ante la reflexión de Felix, lo suficiente como para meditar eso un par de segundos.

—Vaya, eso fue profundo —admitió ChangBin—, ¿de qué película es?

—Mini espías.

—Claro...

JiSung notó a MinHo un poco más callado y ensimismado en él mismo que de costumbre. ChangBin se levantó del suelo y, apoyado en sus codos, lo miró.

—¿Cómo es que tú, de todo lo que es tu familia, pudo colocarse en contra de ellos? —ChangBin preguntó desde la sinceridad—, no parecieras ser el tipo de persona que pensase otra cosa de su familia. Incluso cuando éramos pequeños eras un poco racista con los nacidos de muggles.

—Supongo que la gente muta con el tiempo. Nadie para de evolucionar —consideró MinHo. Alcanzó una botella de cerveza de mantequilla y la abrió con tranquilidad—. A mí se me fue más fácil, de todas formas. También me afecta el gobierno de DeLuca y la idea del ser humano perfecto.

—¿En qué? —bromeó HyunJin—, ¿en la cantidad de papeleo que harás con las actas de defunciones?

—En que soy un licántropo, tal vez.

MinHo bebió con naturalidad su cerveza, y pasaron exactamente quince segundos antes de que alguien reaccionara.

—¡¿Licántropo?! —chilló HyunJin.

—¡¿Eres un hombre lobo?! —ChangBin se atragantó de la impresión—. ¡¿De verdad?! ¡¿De los que dicen auuu y esas cosas?!

—¿De los que dicen auuu? —repitió MinHo.

—Alto —interrumpió Felix, y apuntó hacia el mapa de Reino Unido que estaba en la puerta—, si eres un licántropo, ¿cómo es que no apareces ahí?

—¿Nos estás mintiendo? —cuestionó JeongIn.

—No aparezco ahí porque, a diferencia de las otras criaturas que son registradas en el nacimiento, los licántropos no nacemos como uno cuando salimos del vientre —MinHo explicó, calmado. El cabello de JiSung estaba con un fuerte color rubio cenizo por las cosas que MinHo decía—. A nosotros nos muerden, y cuando somos mayores de edad nos inscribimos en el Ministerio para que tengan el registro. En el mapa aparecen los licántropos registrados.

—¿Y no te inscribiste? ¿No es peligroso eso?

—¿Para quién, específicamente? —replicó JiSung.

—¿Cómo lo haces para las lunas llenas? —ChangBin preguntó, cargado de curiosidad—, hay pociones para eso, aunque son un poco complicadas de hacer...

—Voy a la casa de los gritos por el túnel que hay en el Sauce Boxeador —contó—. Me quedo ahí toda la noche.

—¿Y no piensas inscribirte? —siguió HyunJin.

—¿Hm? No, ¿por qué?

Ni HyunJin ni JeongIn pudieron darle un argumento de por qué hacerlo- aun cuando ninguno parecía querer discutir con MinHo sobre el tema. La calma con la cual él hablaba era lo suficiente como para colocar a JiSung aún más de los nervios.

—Oh- ¡oh! —Felix soltó de manera repentina, y apuntó a JiSung—, ¡tú le haces compañía!

—Alto- ¿él es la causa por la que siempre llegas malherido? —acusó HyunJin—, ¿él es el culpable del ciervo anémico?

—Más o menos —admitió JiSung.

—¡¿Cómo que «más o menos»?!

—En mi defensa —MinHo habló—, yo le dije que no- pero, bueno, ¿quién me escucha?

—Yo te hago un favor —JiSung atacó a MinHo.

—Bueno, pues, deja de hacerlo.

—¡No seas ridículo!

—¿Cómo los dos entran en el Sauce Boxeador? —preguntó JeongIn.

—Dejan que el lobo deambule por el Bosque Prohibido —dijo MinHo—, aunque Dumbledore no lo sabe. Como sea, la verdad es que eso es lo que necesitan los lobos. No sería de sorprenderme si es que hay manadas de licántropos por todo los bosques de Escocia, viviendo como nómadas, solo para no entrar en la sociedad mágica.

—No los culpo —ChangBin le dio la razón.

—¿Y puedes transformarte ahora? —consultó JeongIn—, es decir- esporádicamente.

—No, pero dame dos días y seré una linda belleza —comentó MinHo con sarcasmo.

—Lo es —dijo JiSung sin pensar. Los chicos le miraron, pero él no pudo evitar dirigirle sus ojos a MinHo—, el lobo es bello.

Por un instante, JiSung sintió que eran ellos dos en el cuarto. O al menos fue así antes de que SeungMin fingiese una arcada.

—Son asquerosos —dijo él.

—Puedes hacer eso con Yuna —ChangBin le aconsejó a JeongIn—, mirarla a los ojos y decir que su loba es muy bella.

—Yo le pondría una orden de alejamiento si me dicen eso —opinó Felix.

—¿Quién se acerca a ti, en primer lugar? —bromeó HyunJin.

—Soy encantador —replicó Felix con solemnidad—, cualquiera que me hablase por más de tres segundos caerá enamorado de mí.

—¿Seguro? —molestó SeungMin, con una sonrisa en su boca.

Felix lo empujó de la cama, y todos comenzaron a opinar respecto a los encantos varoniles, a la belleza de las criaturas, y a seguir con la música mientras bebían cerveza de mantequilla cerca de las cuatro de la mañana.

[1] seunglixsung fueron mis amigos cuando les conté que me besé con el drogadicto de la generación.

[2] si no hay capítulo dedicado al ot8 entonces no es historia mía

[3] HE REGRESADO AY COMO QUERÍA ESCRIBIR espero que hayan disfrutado el capítulo, que probablemente el siguiente capítulo será el último soft porque después se vienen los dramas. ¡Les amo! ¡Gracias por leerme!

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