36. La gente del agua
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.
Capítulo 36
La gente del agua
Febrero 20, lunes en el desayuno
—¿Por qué la gente nos mira?
—Supongo que no es normal que nos vean juntos.
—¿Cómo? Media escuela sabe que estás enamorado de mí.
—Sí, pero no creo que sepan que somos amigos.
—¿Cómo? —repitió MinHo, agraciado sin mostrar una sonrisa—. Si media escuela sabe que estás enamorado de mí.
JiSung colocó sus ojos en blanco, pero no agregó nada más. Parte de su energía era recargada con la presencia de MinHo a su lado, como también era drenada por el terror y la paranoia de que alguien sacase conclusiones equivocadas.
Nadie estuvo en el pasillo cuando pasó, gracias a dios, pero MinHo se había preocupado de que fuese el cuarto desayuno que JiSung se saltaba. Le llevó un plato cargado de panes, huevos revueltos y tocino, lo que hizo que terminasen compartiendo porque JiSung no comía la misma cantidad que MinHo.
Para cuando JiSung sintió una punzada entre su ceño, se sacó sus gafas y se masajeó entre las cejas. Estaba agotado, y las gafas que se hizo para ampliar la letra de los apuntes de Newt Scamander ya le estaba generando jaqueca.
—¿Cómo vas? —preguntó MinHo. Por su parte, le hacía compañía a su lado mientras leía el periódico.
—Espero que bien, aunque aún tengo miedo de cambiar mi sistema respiratorio —confesó JiSung. Dejó las cosas en el resto del marco del ventanal y se subió su polerón, camiseta de polar y camisa de Quidditch hasta un poco más abajo del pecho, donde mostraba sus costillas y ligeros cortes en pliegue que pudiesen ser branquias sin uso—. ¿Qué pasa si me quedo como un Selkie para siempre?
—¿Alguna vez te quedaste como una de tus transformaciones por mucho tiempo?
—No.
—Ahí tienes tu respuesta.
—Pero- ¿y si pasa? —preguntó, aterrado. JiSung alzó uno de los pergaminos de Newt, donde tenía el dibujo de la anatomía y la función de sus partes descrito de manera detallada y precisa—. Míralos..., ¿me seguirías queriendo si me quedase como uno de ellos?
—Te iría a ver de tanto en tanto.
En eso, la pareja vio cómo SeungMin y Felix se adentraban por el pasillo para correr en dirección hacia el Gran Comedor. JiSung, sin entender por qué se veían tan desastrosos, les llamó la atención.
—¡Hey! —los atajó—. ¡¿Qué demonios les pasa?!
SeungMin frenó de manera abrupta, lo que hizo que Felix chocara con su espalda.
—Le dijimos a Mina que nosotros le llevaríamos el desayuno a HyunJin —informó SeungMin, asustado—, y lo íbamos a hacer después de mandarle la carta a SaeJah, pero nos entretuvimos un poco y...
—¡Ahí están! —El potente rugido de Mina hizo que los estudiantes que rondaban se abrieran paso para que ella, con ira, un plato de comida y una taza de té en sus manos caminara hacia ellos. —¡¿Qué se creen?!
—Corre, corre, ¡corre!
Felix tomó a SeungMin del brazo para huir por el mismo camino que ellos se fueron, sin embargo, Mina era más rápida: logró sujetar el plato y la taza en sus manos para sacar su varita y, con un encantamiento que JiSung no alcanzó a oír, dos sogas se emanaron desde su punta. Tomó los tobillos de SeungMin y Felix, y los arrastró por todo el suelo hasta donde estuviese ella.
—¡No puede estar más de treinta segundos de pie sin poder marearse! —recriminó Mina, furiosa—, ¡y yo ni siquiera puedo ir al cuarto a cuidarlo porque me rocían con el jodido vinagre! ¡Tú! —apuntó a Felix—, ¡le irás a dejar el desayuno y asegurarse de que coma algo! ¡Y tú! —apuntó a SeungMin—, ¡irás en busca de sus medicamentos con Madame Pomfrey! ¡¿Quedó claro?!
SeungMin y Felix asintieron con terror. Mina los liberó, Felix tomó los platos y, junto a SeungMin, comenzaron a inclinarse ante ella a medida de que se alejaban. Ella soltó un hastiado suspiro mientras peinaba los mechones de su coleta que se escaparon hacia atrás, y se giró para mirar a JiSung y a MinHo.
—¿Quieren colaborar con algo? —preguntó ella.
—N...no... —contestaron los dos, asustados.
Mina soltó un bufido y se regresó hacia el Gran Comedor; ninguno de los estudiantes quiso interponerse en su camino, de nuevo.
—¿Sigue mal? —preguntó MinHo.
—Yep —JiSung hizo una mueca—, Madame Pomfrey creyó que se recuperaría el sábado, pero sigue sin poder levantarse del todo. Las pociones ya no funcionan y solo le hacen mierda el estómago, así que dijo que contactásemos a SaeJah; el reglamento prohíbe usar metodologías muggles sin permiso de sus padres a estudiantes que no tienen lazos sanguíneos con muggles.
Felix lo había visto venir, aunque JiSung no se hubiese enterado. Dos días después de San Valentín, HyunJin cayó tan enfermo que no puede levantarse de la cama sin marearse; ha estado con fiebre, problemas respiratorios y un gran desánimo por parte de su cuerpo. JiSung sabía qué era lo culpable, pero no podía emitir juicios de valor cuando tenía que ayudar a su amigo a ir al baño o ayudar a bañarlo.
Habría sido más fácil llevarlo a la enfermería, no obstante, la movilidad reducida de HyunJin no le hacía alcanzar siquiera el final del túnel de los dormitorios. Madame Pomfrey dio un estricto calendario y planificación para su cuidado, y hasta el momento los tres chicos más Mina lo han estado cumpliendo al pie de la letra, aunque sus expectativas y esperanzas le generasen terror al no ver mejoría.
Felix y SeungMin le enviaron una carta a SaeJah, y si HyunJin no presenta avance, era probable que se lo llevasen a San Mungo.
Gracias a eso, a JiSung se le complicaba concentrarse en su estudio para el Torneo.
Con más frustración, JiSung terminó por guardar todo en su bolso y se dispuso a comer del desayuno que MinHo le trajo.
—No quiero entrar a clases —se quejó JiSung con la boca llena—. Tengo con el jodido Cohan, y no tengo intención de que me joda esta clase porque- ¡Agh! ¡Te prometo que lo atacaré si me dice algo!
—Ya no puedes. Él conoce tus secretos.
—No conoce ni mierda —discutió—. Solo dejó que dijera el nombre de Erick y de Hana- nada más. No ha tocado mis recuerdos ni nada de eso, lo que hará que fracase en las clases de patronus.
—Solo tienes que pensar en cosas lindas.
—Tú no eres suficiente, cariño.
MinHo chasqueó su lengua, decepcionado. Ni siquiera eso hizo a JiSung animarse.
Incluso, con sus piernas colgando de la orilla del marco, pensó en varias cosas que pudiesen usarlo de recuerdo; no obstante, el deseo de querer ver a Erick para liberarlo de sus memorias era necesario. Si supiera de él, tal vez le ayudaría con las notas de Newt Scamander, y le enseñaría cómo hacer un patronus con sus recuerdos bloqueados.
O, mejor aún, le desbloquearía la memoria.
Mientras JiSung comía en silencio, miró a MinHo. Él había regresado a su lectura, y leía de una forma tan casual que los mechones de su cabello caían por su frente, con su bufanda un poco más suelta al igual que su corbata, y su capa fina estaba arremangada junto con la camisa para mostrar sus cicatrices de manera desinteresada. JiSung vio como dos chicos de Slytherin de segundo años le quedaban mirando antes de seguir con sus caminos, nerviosos.
—¿Por qué me miras? —habló MinHo.
El cabello de JiSung se tintó en rosa chillón, y el huevo cayó de su cuchara de forma torpe como si el atraparlo con sus ojos en él fuera un pecado. JiSung se sentía ridículamente infantil en ese instante. No obstante, esa llamada de atención le hizo notar que MinHo no se encontraba leyendo El Profeta; al contrario, leía el Daily Mail, el periódico oficial del Reino Unido.
—¿Qué mierda? —JiSung cuestionó, extrañado—. ¿Por qué lees eso?
—DeLuca dijo un par de cosas de reducciones, y me perturbé un poco- así que quise leer el periódico muggle —se explicó MinHo—. Corrupción por parte del Primer Ministro muggle. Quieren sacarlo de su cargo.
JiSung ni siquiera se sorprendió con eso. Mina lo dijo hace unas semanas, y en ese momento la tomó como tonta porque no quería enfrentar la realidad. Ahora, como el karma, las predicciones que ella hizo fueron ciertas; no quería malpensar de que los magos de Libertad Mágica estaban involucrados, pero no pareciera haber otra teoría más que esa.
Con su espalda apoyada en el marco, emitió un suspiro poderoso.
—¿Crees que tengan que ver con...?
—Ajá, es probable —aseguró MinHo—. Él no me lo ha dicho, pero, si estuviese seguro de algo, creo que quiere controlar con los registros de los niños; normalmente todos los que son criaturas pequeñas tienden a tener conexión mágica por sus padres, pero puede haber casos como..., bueno, el tuyo.
—El mío —repitió JiSung con sorna.
—Y así también tienen un registro de quien sale y entra al país —dijo MinHo—, es todo..., bello.
El sarcasmo era obvio, pero una corriente de terror pasó por el cuerpo de JiSung; las falsas branquias se cerraron y su cabello rubio tornó un fuerte color negro en el sentido de la precaución, totalmente contrariado al cansancio que normalmente emitía. MinHo lo miró.
—No sientas miedo-
—Es que, si hacen eso, significará que van a tener que hacer fugas clandestinas —explicó JiSung, y bajó la voz—. No creo que esto sea solo del Reino Unido- Erick estaba en Francia, también haciendo algo.
—Tal vez estaba entrenando o-
—Era una misión.
—JiSung...
MinHo tenía razón. Nada podía hacerse si es que no se tenía información de lo que hacían. JiSung se dispuso a tomar aire y a reacomodarse en su lugar, al mismo tiempo en que MinHo guardaba el periódico en su mochila.
—Estoy perseguido. Perdón.
—Está bien, no eres el único.
JiSung volvió a apoyarse en el marco de la ventana y continuó con su desayuno.
—¿Te preocupa Erick? —consultó MinHo.
—No, claro que no. Solo me perturba que haga cosas que permitan la inminente guerra civil.
—Puedes preocuparte por él, ¿sabes?
—No, cállate. Mejor..., mejor dime: cuál- ¿Cuál fue tu recuerdo? —preguntó JiSung, nervioso.
MinHo dejó pasar por alto aquella desviación de conversación; JiSung seguía sin estar preparado en poder hablar del todo sobre sus padres.
—¿Hm? ¿Para el patronus? —MinHo siguió el juego. JiSung asintió—. Esas cosas no se dicen.
—¿En serio?
—Yep. Son como los deseos: perderán efectos si es que lo dices en voz alta.
JiSung no pudo evitar sentirse inseguro.
—Chicos de mi clase logran hacer la- esa aureola mágica —explicó—, y fueron dos los que han hecho el patronus en cuerpo entero. Mina es uno de ellos, y el otro es alguien de Ravenclaw que no sé muy bien por qué lo logró.
—Porque todos tienen un nivel e interpretación de la felicidad distinta —dijo MinHo, mientras bajaba el libro—. No te compares con ellos si es que no logras hacer algo como eso- no todos tienen las mismas habilidades, en especial algo que requiere demasiada disciplina emocional.
—Yo soy un metamorfomago. Tengo mis emociones a flor de piel, lo que hace que mis encantamientos sean fáciles..., pero no logro hacerlo con el patronus —JiSung hizo un puchero—, soy un pésimo metamorfomago.
MinHo le dio un fuerte golpe en la cabeza a JiSung, y regresó a su posición inicial.
—¿Y eso por qué? —JiSung preguntó mientras se sobaba su cabeza, aún más triste.
—¿En serio te consideras un mal metamorfomago, cuando literalmente ahora te estás convirtiendo en otra especie? —MinHo se veía bastante molesto por la alusión de JiSung. —Eres ridículo, pero recuerda: cada vez que dices que eres un mal metamorfomago, todas las prácticas que tuviste con Callaghan habrán resultado en vano.
JiSung no esperó que aquella conversación subiera de nivel tan rápido, como mucho menos MinHo utilizara el nombre de Callaghan en ese contexto. A veces incluso JiSung llegaba a olvidar que él estaba muerto, y ser traído de esa forma le hizo sentir casi culpable y avergonzado.
Tímido, JiSung acarició su cabello. —Okey...
—Ahora, lárgate a clases.
—Aún quedan veinte minutos-
—Que te largues, si no quieres que te castigue.
—O sea, depende de qué-
MinHo lo comenzó a patear para que se largara al mismo tiempo que JiSung hacía equilibrio entre su bolso, el plato, y las intenciones de huir.
Al llegar al aula de Defensas Contra las Artes Oscuras, se topó con ChangBin. Esperaron juntos a que Cohan llegase, y cuando abrieron el aula, tomaron asiento juntos y comieron del desayuno que le quedaba a JiSung. Mina les hizo compañía enseguida, y JiSung no se había dado cuenta de cuánto la había echado de menos cuando la vio sentarse frente a él y girarse para seguir con el hilo de la conversación.
A punto de que comenzase la clase, JiSung recordó algo cuando miró hacia los pupitres al otro lado del pasillo: los chicos de la Sociedad Secreta. MinHo no le había comentado más cosas respecto a lo que ha pasado en las reuniones, lo que no le dejaba en claro muchas cosas; sin embargo, a dos meses de que Shuhua se fuera de la escuela y de la cita que Mina tuvo con YeonJun, esos factores parecieron que realmente funcionaran como para que nadie se metiera con ellos.
YeonJun charlaba con SooJin, mientras que frente a ellos SoYeon y SunWoo se veían concentrados en sus lecturas para la clase. Ninguna señal de Kevin, tampoco.
—Creo que él está haciendo ventas de inversiones ilegales —susurró ChangBin.
JiSung lo miró, sorprendido. —¿Cómo eso? ¿Qué no va recién en sexto año?
—Recuerda que la economía está caótica. Hace inversiones de productos y los vende dentro de Hogwarts —sin darle mucha importancia, ChangBin se encogió de hombros—, son cosas estúpidas, en realidad- plumas, pergaminos, cigarros- nada del otro mundo, solo cosas que a los chicos les da vergüenza pedirles a sus padres.
JiSung volvió a mirar al grupo, y aunque Shuhua no era de imponer presencia, su ausencia era notoria. No eran las tres chicas entre SoYeon-SooJin-Shuhua, así que el hueco se presenciaba por el juego de poder que había con los chicos.
Pensar en Shuhua le hizo a JiSung pensar en qué otras cosas ellos sabrían o tendrían que soportar sin poder reaccionar; SoYeon también era hija de aurores, así que, si es que la caza era exitosa, alguna criatura ella debería de tener en su sótano. JiSung jamás los encontró símiles a un tablero de ajedrez como en ese momento, con cada movimiento perfecto para ganar la partida; no obstante, el objetivo mutó durante el ciclo: ya no era imponerse ante ellos, sino, la supervivencia de sus propias circunstancias.
SeungMin y Felix llegaron detrás de Cohan, avergonzados, aunque el profesor caminaba con su barbilla en alto hacia su escritorio.
—¿Cómo va HyunJin? —preguntó JiSung.
—Lo dejamos dormido —contestó Felix—. Se tomó los medicamentos, y Madame Pomfrey le dio una poción para dormir- debería despertar para el almuerzo.
—¿Y se tomó el desayuno? —intervino Mina.
Felix hizo una mueca, SeungMin también revolvió su cabello, preocupado.
No pudieron continuar con la charla porque Cohan apartó todos los pupitres de golpe, sin esperar a que los alumnos se levantaran (lo que hizo que todos cayeran al suelo). Con ánimo, él entregó esa sonrisa macabra que solo daba para fechas especiales.
—Evaluación —dijo.
—¡Nooo...!
—¡A mí ni siquiera deberían de evaluarme! —se quejó JiSung—. ¡Tengo que entrenar para el torneo!
—Ah~, pareciera que debo evaluarte a ti primero —bromeó Cohan, mientras se acercaba a ellos. Giró su cabeza para dirigirse a la clase—. ¡Los evaluaré en grupos, así que practiquen! ¡Calificación máxima para quienes hagan un corpóreo, y solo aprobarán los que hagan correctamente el encantamiento!
—Cohan... —SooJin alzó su mano con timidez—, no hemos tenido demasiado tiempo para practicar para una evaluación sorpresa..., además, sus métodos son muy exigentes. ¿No hay una posibilidad si evalúa la técnica?
—¡No! —aplaudió con ánimo—. Además, no es culpa mía si no están preparados para hacer un patronus. El Dementor no te dará fecha y hora para que lo enfrenten, pequeña.
SooJin sonrojó de la vergüenza, y a JiSung le habría encantado poder burlarse de ella si no fuera porque Cohan miró al grupo con seriedad.
—¿Y el resto del clan? —preguntó Cohan—. Les falta uno.
Mina lo excusó enseguida.
—Mi novio está enfermo, y no ha podido salir de la cama desde hace días —dijo ella con rapidez—, es probable que lo lleven a San Mungo.
JiSung no pudo evitar mirar a Mina con sumo asco porque, ¿acaso ella usó la condición de HyunJin para justificar su bajo rendimiento en el examen o-
—Sí, nuestro mejor amigo se encuentra muy mal —colaboró Felix—. En pésimas condiciones.
—Ni siquiera ha podido ir a la enfermería, porque si nuestro mejor amigo camina, se marea —complementó SeungMin.
Cohan miró a los tres chicos con total sospecha, para luego mirar a ChangBin, quien solamente alzó sus manos.
—Yo ni siquiera tengo excusa —dijo él—, me pondré a practicar.
—Vale —Cohan apuntó a Mina—, quedas exenta solo porque eres la chica más feliz del mundo. Ustedes dos —apuntó a SeungMin y Felix—, los evaluaré con la técnica. Y ustedes dos —apuntó a JiSung y a ChangBin—, trabajen.
—¡Tengo el torneo! —insistió JiSung—. He estado lo suficientemente estresado como para pensar en cosas alegres, hombre.
—¿Y qué hay de tu novio?
—Para efectos de la trama, su novio es el chico que le gusta —aclaró SeungMin, antes de regresar con su técnica.
—¡Sí! —concordó JiSung, mientras miraba a Cohan como si pudiese argumentar algo a favor—, ¡además...! Usted sabe que no puedo hacerlo. Es consciente- no puede evaluarme por algo que no puedo hacer.
—No te aplicaré una evaluación diferencial solo porque tienes un trauma sellando tu cabeza —discutió Cohan, y, desde el bolsillo de su pantalón, sacó su varita—. Tú solo dime, y te lo saco.
—Dijo que era peligroso si me lo sacaba un inexperto.
—¿Me tomas a mí por inexperto?
—Y antiético. —JiSung vio cómo Cohan alzaba su varita sobre la cabeza de él, con la punta direccionada al cabello de JiSung. —¿Qué haces? No me...
—Solo será fácil~ —continuó bromeando—. ¿O tienes miedo?
Parte de la clase lo estaba mirando sin tener el contexto de la conversación, y la manera tan burlesca que Cohan tenía para desafiar a JiSung hizo que, desde su propia constancia de querer desafiar la autoridad, JiSung colocó ambas manos en su cadera y alzó su barbilla.
—Veamos —desafió—, ¿hasta dónde llegas, Cohan?
JiSung notó dos errores en ese momento: el primero, jamás había que jugar con alguien que tenía el poder mágico para poder ver el interior de tu mente; segundo, jamás había que bromear con Cohan.
ZAZ. Un brillo blanco se posó en la mente de JiSung con un infernal dolor en su pelo.
JiSung lanzó un chillido y se sobó su cabeza. Ni idea de lo que Cohan tocó en su mente con la runa, pero la había dolido de la misma forma en la que le jalaban un mechón de pelo. Con refunfuños mientras sobaba su cabeza, JiSung miró a Cohan.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó JiSung, molesto—. Me dolió. No me tiene por qué jalar el cabello.
Sin embargo, Cohan volvió a dar ese rostro vomitivo de preocupación y seriedad- uno lejos del sarcasmo y cargado de remordimiento, porque de a poco comenzó a bajar la varita, con luces de haber enfrentado algo que JiSung no se dio cuenta de qué pudo ser. A ambos les dificultó caer en cuenta de que seguían en clases.
Cohan guardó su varita y le tendió su mano a JiSung.
—Perdón. No tuve que hacer eso —dijo Cohan—, tus recuerdos son privados, y yo no soy nadie para jugar con ella.
JiSung no entendió lo que pasó, y mucho menos por qué él lucía tan damnificado con lo que hizo. Para JiSung, Cohan solo le había jalado el cabello; sin embargo, la realidad de las cosas mostraba otra cosa mucho más seria.
—¿Qué? —cuestionó JiSung—, ¿acaso vio mis recuerdos o algo así?
—Más o menos —admitió, y Cohan se giró para el resto de la clase—. ¡Veinte minutos de práctica!
Con total confusión, JiSung miró a SeungMin y a Felix; ambos lucían igual de desorientados por lo que acabaron de ver. No obstante, no hicieron ningún comentario al respecto- JiSung solo se dispuso a ir por su mochila y tomar las gafas con aumento junto con los pergaminos de Newt. Él tenía que seguir estudiando.
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Febrero 24, viernes en la mañana, temprano
Los apuntes de Newt fueron encantados para poder ser impermeables, y JiSung los leía con total dedicación, asegurándose de que nada en su sistema interior estuviese fallando.
JiSung no pudo dormir esa noche, ni aunque MinHo estuviese a su lado. Su cuerpo le exigía otra ronda de prácticas- porque probablemente fallaría, o se transformaría en alguna cosa en la mitad del Lago que lo haría morir en agonía. Repetía en su mente todas las aclaraciones de estructuras, sumado con la construcción anatómica de la raza de gente de agua: Selkie, una raza que habitaba en Escocia y que, según Newt Scamander, era lo que vivía en el Lago Negro.
Él no sabia cuánto podría agradecerle a Newt con la ayuda que le hizo- trabajar en respuesta de un perfecto desconocido, que le solicitaba algún tipo de ayuda para poder enfrentar la nueva prueba. Era un total sacrificio, desde el punto de vista de JiSung- aunque, alguien quien míticamente era un fanático de las Criaturas Mágicas, no sabía cuánto era la generosidad.
En el agua, JiSung se preparó. Leía los apuntes con sus ojos abiertos mientras realizaba la práctica de la respiración; sin embargo, y con una peligrosa procrastinación, aun no realizaba una generación corpórea real de los Selkie.
Para cuando consideró tiempo suficiente, JiSung salió a la superficie de la tina y se sentó. Tomó bocanadas de aire antes de recordarse que debía de transformar su anatomía en humano.
«No me podré acostumbrar a esto», se dijo, aterrado.
Salió de la tina con sus brazos y piernas temblorosas, y se sentó en la orilla para poder recomponerse. Miró hacia sus apuntes y, frustrado, los apartó hacia el suelo; no había más tiempo de práctica: lo que ya no estudió, no lo aprendió.
Se secó con la toalla amarilla y volvió a vestirse con su pijama, sin importarle si es que su cabello rubio estaba mojado. No obstante, al salir del baño, antes de apagar la luz, vio unas piernas debajo de su cama.
Apagó la luz y caminó con cuidado para rodear su propia cama, se arrodilló y se recostó en el suelo, solo para poder fijar mejor su mirada en cómo MinHo tenía su mejilla pegada, presuntamente pálido, y con la respiración atascada.
—¿Una pesadilla? —susurró JiSung.
MinHo pareció tragar. —Ellos lo saben...
—¿Qué es lo que saben?
—Vienen por mí...
JiSung no podía diferenciar si es que MinHo estaba despierto o dormido, y los tosidos de HyunJin de fondo hizo que su mente se perturbara. De pronto, todo era más complicado, y JiSung quedó congelado al no saber qué hacer.
MinHo continuaba debajo de la cama, y pareciera que temblara de miedo o de frío, JiSung no podía diferenciarlo; su respiración estaba ligeramente entrecortada, deseoso de querer tomar aire como una persona tranquila. MinHo no se tenía permitido respirar como una persona normal, porque él no se consideraba como una.
—MinHo —le llamó JiSung—. ¿Puedes...?
—No siento nada —susurró MinHo—. Me van a atrapar.
—¿Dónde están?
—Afuera. Si me muevo, me atraparán.
Lo repentino hizo que todas sus preocupaciones se fueran por el torneo para poder colectarse a él mismo y no entrar en pánico. Las ganas de llorar quedaron atascadas en su garganta ante la imposición de ser fuerte, aunque él no supiese qué hacer en ese instante.
JiSung tendió su mano hacia el interior con la esperanza de poder alcanzar la de MinHo, aunque él pareciera reacio al contacto porque eso delataría su posición ante los demás. JiSung no sabía quiénes serían ellos: DeLuca, su familia, la gente del LiMa. Tantas posibilidades que incluso propios alumnos de Hogwarts cazarlo.
—Está bien —susurró JiSung, con su garganta oprimida—. Ya se fueron.
—No-
—Ya lo hicieron —JiSung continuó tanteando en la búsqueda de la mano de MinHo, pero no la encontró—, se fueron. Estás a salvo.
Escuchó un gemido de dolor y un sollozo, y JiSung intentó ingresar un poco más bajo la cama para poder alcanzarlo.
Para cuando sonó el reloj de las ocho de la mañana, JiSung volvió a abrir los ojos. Ahora, él y MinHo estaban sobre la cama, con Soonie arriba de MinHo, y lo miraba con sus penetrantes ojos cafés para que él también despertase y lo alimentara. Antes de que JiSung pudiese despertar a MinHo, Soonie ya le abofeteó la cara.
—¿Hm? —MinHo despertó, somnoliento. Miró a Soonie y acarició su lomo (el cual el gato alzó con gusto)—. ¿Qué quieres?
—Tiene hambre —contestó JiSung.
MinHo miró a JiSung como si pareciera que no lo esperaba a su lado, hasta que se recompuso y notó que se encontraba en el dormitorio de los Hufflepuff. MinHo se tomó su momento para incorporarse y acariciar a Soonie, quien emitía pequeños maullidos para pedirle comida- sin embargo, él solamente quedó ahí, con su mano sobre el lomo del felino, y con orejas sonrojadas.
JiSung, sin saber qué más poder agregar, tendió su mano y acarició su muslo.
Sin embargo, el ambiente se destruyó al instante. Sintieron un fuerte grito femenino, una explosión de rociadores y un gran rosario de insultos y reclamos. La puerta rápidamente fue golpeada.
—¡Ábranme! ¡Ábranme! —chilló Mina desde afuera.
Para cuando JiSung corrió las cortinas, Felix ya estaba en la puerta abriéndole a Mina. Ella ingresó, empapada de vinagre de manzana, y con una bandeja cargada de comida y tazas para preparar té y café en sus manos.
—Ah... —ella suspiró—, al menos el encantamiento a la bandeja funcionó.
HyunJin corrió la cortina de manera repentina, y por la impresión comenzó a toser.
—¿Qué demonios? —preguntó él, entre tosidos.
Felix tomó enseguida la bandeja mientras Mina tanteaba en su uniforme para buscar su varita. JiSung la tenía a mano, así que apuntó a Mina con ella y comenzó a drenar todo el vinagre de manzana de su cuerpo.
—No iba a venir, pero la profesora Sprout me pidió que llamara a MinHo.
—¿A MinHo? —JiSung miró a su novio, quien se colocó recto cuando Mina lo llamó.
—¿Cómo sabe que estoy acá? —preguntó MinHo, sorprendido.
—Le pregunté lo mismo. Me dijo que ella sabe quién entra y sale de su casa —respondió con un tono en el que claramente no entendía la respuesta.
—Tal vez me castigue —consideró MinHo mientras se levantaba de la cama.
—O tal vez te haga el pase accesible —consideró Felix—, como lo hizo con SeungMin.
—Sprout sigue sin permitir que SeungMin entre —discutió JiSung.
—Bueno, al menos ya no se esfuerza en pedirle que se vaya.
MinHo entró al baño para poder vestirse, mientras que Mina se sentaba en la cama de HyunJin y acomodaba las almohadas de la cama en el respaldo.
—Madame Pomfrey me dijo que no te daría medicamentos porque tu madre llegaría en cualquier momento —informó Mina a HyunJin, y lo ayudó a que se sentara en la cama. Felix colocó la bandeja en el regazo de HyunJin—. ¿Te sientes muy mareado? ¿Qué hay con la fiebre?
—Creo que no tuve en la noche —contestó HyunJin, antes de olfatear su ropa—, aunque apesto.
—JiSung también tiene que comer —informó Mina—, para que tenga un buen rendimiento hoy.
—¿Estás muy nervioso? —Felix le preguntó a JiSung.
Él no quería contestar a eso. Su estómago estaba revuelto, y una capa de terror que era símil al de sudor se encontraba en sus hombros, causado por las pesadillas de MinHo y la idea de cazarlo. No supo cómo pudo sobrevivir a eso.
—Demasiado —admitió JiSung; se cambió de cama para sentarse a los pies de HyunJin, y Soonie le siguió para olfatear la comida de bandeja. Mina no tenía demasiado claro aun los gustos de los chicos, por lo que la bandeja portaba una variedad de frutas, carnes, huevo, panes, dulces y cereales. JiSung decidió optar por los cereales—. ¿Me seguirían queriendo si me convierto en una sirena para siempre?
—Te podremos hablar desde el retrete —bromeó HyunJin.
JiSung relamió sus labios, y se colocó aún más nervioso el cómo HyunJin se preparaba débilmente un té. Mina le tomó la taza y le ofreció ¼ de pan con mermelada, pero él negó con insistencia.
Para cuando MinHo salió del baño, Soonie maulló.
—¿Puedes...?
—Sep —interrumpió JiSung—. Tú ve, Premio Anual.
Antes de irse, MinHo se acercó y le dio un beso a JiSung en la frente. Cuando la puerta se cerró, JiSung vio el rostro de asco de Felix y HyunJin.
—Son vomitivos —dijo HyunJin.
—Creo que vi porno —continuó Felix.
—¿Alguna vez madurarán? —les preguntó Mina—. Además, creo que es tierno. A mí también me gustan los besos en la frente.
—Podría, pero te contagiaría —repuso HyunJin.
—Tú come, cabeza de animal.
—No me digas qué hacer.
SeungMin se les unió por un momento del desayuno en el dormitorio al notar que los chicos no estaban en el Gran Comedor, y corrió con el rumor de las preparaciones para la prueba de ese día.
—Los estudiantes ya están yendo- y colocaron pantallas para ver lo que pasa en el lago —contó SeungMin—. Aunque no hay señal de SaeJah, todavía.
—¿Y mi papá? —preguntó HyunJin.
—Nop, aunque Yeji me mandó a decirte que te recuperaras —SeungMin miró de reojo a Mina—, parece que no quiere empaparse.
—Comprensible.
Cuando fue cerca de la hora acordada para que los campeones salieran, JiSung se fue. Sus amigos le desearon suerte y, a diferencia de la primera prueba (donde parte de la escuela lo odiaba por su malhablada actitud ante los magos y magia), algunos alumnos le desearon suerte; e incluso se topó con SooBin y Kai, quienes vendían banderas y carteles con el nombre de JiSung.
—¿Cómo va la venta?
—Del asco —contestaron en sincronía.
El camino hacia el jardín lo sintió eterno, en especial cuando su mirada buscaba a cualquier animal particularmente irritante con el cual poder relacionarse. No quiso sentirse decepcionado cuando, al llegar al Lago Negro y ver las gradas rebosar de gente, no había un gato o lechuza que le llamase la atención, así que se dispuso a repetir las reglas de Newt Scamander para convertirse en la criatura al pie de la letra.
JiSung corrió hacia las tribunas sobre la superficie del agua, donde los demás campeones ya se encontraban. DeLuca estaba ahí, con un fino traje más parecido al de un muggle que el de un mago, con una extensa chaqueta negra que le llegaba tras las rodillas y con unas ansias en su rostro para querer ver cómo funcionaba la prueba. Toda la memorización de contenido se eliminó al instante al notar cuán sonriente el ministro se encontraba- de esa forma tan aterradora y asquerosa que hizo el estómago de JiSung darse vuelta por el terror que le causaba tener a los dos en el mismo lugar.
«No pienses en eso ahora —se dijo, antes de que el terror por la profecía se colara y lo dejara inmovilizado—. No ahora. No ahora. No ahora».
Por otra parte, ahí, HyunSan Hwang vestía con su traje formal de mago- aquel que usaba para los eventos cuando era parte del equipo de Quidditch. Al ver a JiSung, tendió sus brazos enseguida. JiSung no supo cuánto necesitó de eso hasta que lo abrazó, y sintió otra punzada de pánico al notarlo mucho más delgado en comparación de la última vez que lo vio.
—¿Cómo estás? —preguntó enseguida HyunSan—. SaeJah ya llegó y fue a ver a HyunJin-
—Genial, genial —interrumpió JiSung, sin notar que lo había hecho. Mirar a HyunSan con el conocimiento que tenía le produjo un sinfín de dudas que no recordaba tener- como el hecho de si lo conocían antes de primer año, de cómo fue la vida de ellos en la Compañía, de qué opinaba HyunSan con lo que pasó con los Yeh y Margarita, y de qué demonios le estaba haciendo DeLuca para tenerlo tan agotado.
No obstante, nada de eso podía ser preguntado. DeLuca estaba al lado, y los demás campeones con los directores de sus escuelas parecían esperarlo.
—Después hablamos —prometió HyunSan—, ahora, ve.
JiSung se reunió con los demás campeones y los direccionaron por todo el extensor de la tarima sobre el lago. JiSung sintió pena al instante que notó tanto Bang Chan como Nadine Delagé y Victoria Krum llevar sus bañadores puestos. «¿Me tendré que sacar la ropa ahora? Bueno, no es como si la escuela ya no me hubiese visto el trasero».
—Buena suerte —soltó JiSung de manera nerviosa, direccionado a Chan.
Chan esbozó una sonrisa que mantenía su distancia, mientras que Nadine Delagé alzó sus pulgares hacia él, y Victoria Krum ni siquiera le dirigió la mirada.
Las gradas comenzaron a ansiar con gritos al verlos en posición, en especial cuando HyunSan encantó su voz para que se escuchara por todo el jardín. El grito en nombres de sus favoritos era una gran pelea, aunque Victoria pareciese ganar en ese aspecto gracias a los violentos rugidos de los alumnos de Durmstrang.
—¡Todos los campeones están preparados para la segunda prueba! —informó HyunSan—. ¡Disponen exactamente de una hora para recuperar aquello que le han quitado! ¡En tres..., dos..., uno!
Para cuando el silbato sonó, JiSung se lamentó no haberle echado una última mirada debajo de su colchón si es que la capa de invisibilidad continuaba ahí.
JiSung se zambulló en el agua con su uniforme puesto, y tan pronto como sintió el frío del agua, se preguntó cómo demonios no se sacó la ropa. Abrió sus ojos bajo el agua y sintió sus ojos ser apuñalados por lo helado, lo que hizo que tuviese que tener un instante concentración para ver cómo sus compañeros nadaban hacia el interior.
«Vale, vale —se atajó mentalmente—, recuerda- de adentro hacia afuera. De adentro hacia afuera. Comienza con las branquias».
De a poco se despojó de su ropa, y centró toda su concentración en la transformación. Sintió como su propia piel comenzaba a rajarse para adecuar las branquias, además de cómo su propio sistema respiratorio como el digestivo se modificaba; el dolor en su cuello, orejas y ojos de a poco dejaron de ser comparados con la manera en la que sus piernas se unían y todos sus huesos se recodificaban para ser mucho más delgados hasta llegar a sus pies, donde aparecieron los cartílagos como reemplazo de dedos.
Él seguía sin respirar, y gradualmente su mirada se encaminó para poder ver su propio cuerpo. Lanzó un fuerte chillido que él jamás había escuchado al ver cómo su cuerpo se transformó en tritón.
«¡Ah, puta mierda! —se dijo, impresionado. Sus manos eran verdes azuladas, con escamas preciosas que reflectaban el sol que se colaba en el agua, con una delgadez y garras temibles. Su cuerpo también estaba cubierto de escamas, y la naciente cola del color calipso hizo que volviera a chillar de la emoción—. ¡Sirena! ¡Una puta sirena! ¡Soy una sirena!»
Su cuerpo se reguló con el agua, y al dar una bocanada de aire se dio cuenta que no era necesario respirar. No sabía cómo lo hacía, pero el movimiento de respiración estaba trasladado hacia sus costillas; casi pareciera que su nariz era de adorno.
«Al menos algo de humano me debe quedar», pensó.
No obstante, rápidamente cayó en cuenta en la realidad. Estaba en un torneo, lo que significaba que debía competir. JiSung no supo cuánto tiempo pasó en su transformación y asombro que ya no veía a nadie de Hogwarts asomado por el lugar.
«Hagamos esto rápido».
Al inicio fue complicado porque su fuerza abdominal y muscular era equivalente al de un niño de seis años, lo que mover su fuerte cola se convirtió en todo un reto de velocidad. Él no tenía idea hacia dónde dirigirse, así que solamente siguió las corrientes de agua para poder hundirse en el Lago, rezando por no toparse con el calamar gigante.
Rápidamente se encontró con enemigos: grindylows que se escondían bajo las algas; no obstante, al verlo, detuvieron sus movimientos y volvieron a esconderse. JiSung pensó que tal vez ellos no tenían permitidos atacar a los participantes, o el tiempo que JiSung tenía era lo suficientemente justo como para poder hacer algo.
No obstante, fue muy iluso. Para cuando se encontró el tiempo suficiente lo más lejano de donde había caído, dos grandes criaturas le jalaron de la cola hacia lo más profundo del agua.
JiSung enseguida empuñó su varita, pero sintió un fuerte filo trazar por su muñeca mala, haciendo que la soltara y ésta cayera cerca de unas algas del suelo arenoso. La criatura era igual a JiSung, solo que su rostro portaba aun más escamas, y las formas humanoides solo tenían relación con los ojos y la función de la boca- sin nariz, y con orejas extensas.
«Mierda», pensó en el momento en que el otro Selkie le jaló de la cola.
—... ¿De dónde salió este?
—¿No los teníamos en el calabozo a los del norte?
JiSung se sorprendió la habilidad de poder escuchar a los dos Selkie interactuar, quienes se miraban mientras arrastraban a JiSung de la cola, con una de sus manos cargando cuchillos de piedras y tridentes.
«Creen que soy otra especie», razonó, y comenzó a urgirse.
—Deberíamos decapitarlo.
—Dile al líder que lo decapite. Yo ya estoy aburrido.
Las voces de los dos Selkie eran similares a los que escuchó del huevo bajo el agua- melodiosos, femeninos (no específicamente de mujeres), y bastante atrayentes, casi como una veela.
—¡Me tengo que ir! —exclamó JiSung, mientras se removía—. ¡Soy del torneo! ¡El de la superficie!
Los dos Selkie se miraron y comenzaron a reír, con burbujas escapando de sus costillas.
—Siempre dicen eso.
Un fuerte rayo atravesó las manos de los Selkie, lo que hicieron soltar la cola de JiSung al instante. Él pensó que sería algún tipo de ayuda, pero enseguida vio a Victoria Krum nadar con velocidad a las dos criaturas, con su varita siendo reemplazada por una extensa espada, y siendo seguida por tres grindylows a sus espaldas. Llevaba su gran capa de piel que JiSung le hizo preguntarse si es que no le pesaba, sin embargo, la vio sacar del bolsillo un caramelo color rojo que, al mascarlo, le dio mayor propulsión para el nado; asumió que eso también le entregaba la habilidad para nadar.
JiSung no se preocupó por ella al instante, solo nadó hacia abajo para ir en busca de su varita. La encontró enredada entre plantas marinas, así que usó como ventaja el filo de sus uñas para cortarla mientras escuchaba la persecución sobre su cabeza. Cuando logró liberar su varita y volvió a mirar hacia arriba, ya no había nadie: ni Victoria Krum, ni los grindylows, ni los Selkie.
«Okey, tengo miedo».
Casi como un dulce caramelo, la melodía se comenzó a filtrar por sus oídos.
Nos hemos llevado lo que más valoras,
y para encontrarlo tienes una hora...
JiSung buscó a su alrededor para encontrar la procedencia de la voz, pero él estaba solo.
... ya ha pasado media hora, así que no nos des largas,
Si no quieres que lo que buscas se quede criando algas...
De repente, notó a su lado cómo un ojo le hacía compañía- un ojo humano, asqueroso, con alas como de una snitch dorada, el cual se movía de la misma forma que el ojo que el auror Alastor Moody tenía. Recordó que SeungMin había mencionado que había pantallas en las gradas, y que probablemente lo veían en ese instante.
Con torpeza, saludó hacia el ojo. Pudo escuchar a lo lejos a MinHo gritándole que se concentrara en la prueba.
Continuó nadando, esta vez con su varita a la ofensiva ante cualquier criatura o Victoria Krum apareciese. El canto de las sirenas se hizo cada vez más fuerte, a tal punto que ya no escuchaba el vacío del agua.
Entonces, en la profundidad, vio a cuatro personas atadas a las ramificaciones del suelo, totalmente inconscientes. MinHo estaba ahí, junto a JeongIn y a quien pareciera ser Trotsky.
JiSung se apresuró en ir hacia MinHo, y le fue inevitable no poder tocarle del rostro. Estaba helado, bajo un profundo sueño; su cabello largo flotaba sobre su cabeza, dándole una sensación de paz que no ameritaba a la situación.
«¿Trajeron a MinHo? —se preguntó, horrorizado. Miró a JeongIn, quien estaba igual que MinHo—. ¿Cómo...? ¿De quién fue la idea?»
Obvió la presencia de JeongIn por Chan: era una persona cercana para él, y eso cualquiera lo podía decir. También obvió el por qué no seleccionaron a Lucas como objeto perdido, porque estaba seguro de que alguien encontraría inmoral exponer a un chico de once años a estas cosas.
No obstante, la punzada le hizo enfurecer. MinHo estaba ahí, como carnada de JiSung. Él no tenía idea de quién lo pensó para él, pero sabía que, cualquiera que lo hubiese hecho, sabía con qué fin.
Al otro lado de MinHo había otro chico que JiSung no conoció, pero por su juventud y belleza, pareció estar vinculado con Nadine Delagé. Recordar su nombre hizo que la muchacha apareciera en escena: con un bikini encantador, con su varita agarra en su mano con fuerza, y con su piel en el cuello como en el rostro estaba cubierto por ese pelaje dorado que solamente se tornaba cuando estaba furiosa. JiSung notó que Nadine escapaba de un gran cardumen de peces que mascaban de su piel, así que nadó para ir en su ayuda.
No obstante, Victoria apareció. Comparado de cómo la vio, su encantamiento de casco burbuja rodeaba toda su cabeza- el único apartado a salvo, porque el resto de su cuerpo tenía magullones y pus azulada en sus brazos y piernas- aquellas que parecían ser mordeduras de Selkies.
Victoria miró con rabia a JiSung, sin reconocer que él era un competidor, y convirtió su varita de nuevo en una espada para atacara a JiSung. Él, despavorido, nadó con fuerza hacia el lado opuesto.
Entonces, vio a Chan llegar. Ignoró por completo a Victoria Krum y a Nadine Delagé para ver a las cuatro víctimas atadas. Él también llevaba un encantamiento casco burbuja (obvio, desde el punto de vista de JiSung, porque él tenía un cuerpo que sí le permitía nadar esas distancias), y su varita estaba empuñada con fuerza en su mano. JiSung quiso gritarle por ayuda o decir que decidiera rápido para que la psicópata dejara de perseguirlo. Sin embargo, vio lo peor.
Lo vio dudar.
JiSung lanzó un hechizo de su varita hacia Victoria para distraerla.
—¡Soy humano, mujer! —exclamó, asustado.
El cardumen de peces que seguía a Nadine se expandió con fuerza, chocando con los otros cuatro competidores hasta marearlos. Cuando el cardumen se fue, los cuatro chicos nadaron hacia las víctimas.
No obstante (y JiSung ya lo consideró como un trato con la mala suerte), antes de que alguno alcanzara la alga que tenía amarrado a los chicos, un gran tentáculo se asomó sobre sus cabezas.
«¡Es el calamar!»
El calamar gigante, aquel que solo se veía desde la superficie y aparecía alrededor de dos veces en cada ciclo para hacer acto de presencia. JiSung tuvo que ahogar un grito de impresión cuando el gran tentáculo cayó sobre los cuatro competidores.
El golpe dejó por un instante aturdido a los cuatro competidores, sin embargo, algunos como Victoria Krum ya había regresado a empuñar su espada para atacar al calamar gigante.
Para cuando vio a Chan, él al fin pareció notar la presencia de JiSung en todo eso. JiSung no quería que dañaran al calamar gigante- en especial una chica de otra escuela que tenía una sed de sangre peligrosa, lo que el hizo hacer un ademán a Chan para que liberara a los otros mientras JiSung nadaba hacia el lado opuesto.
Nadine Delagé se acercó hacia su familiar, y con un simple encantamiento de cortadura hizo que se liberara de la alga. Nadine flotó hasta la superficie y fue nombrada en primer lugar.
Chan volvió a nadar hacia las víctimas, pero el mareo del golpe hizo que fallara en el encantamiento, chocando con una roca en el fondo. Enfermo, nadó hacia el suelo del lago en busca de algo que tuviese la suficiente punta para liberarlos, hasta que encontró una piedra. Nadó de regreso hacia las víctimas y liberó a una; no obstante, antes de poder liberar a JeongIn, la aparición de los Selkie impidió su paso: tal como lo hicieron con JiSung, lo tomaron de las piernas y lo llevaron hasta el fondo.
JiSung no se percató de eso. Victoria Krum tenía una increíble rabia acumulada que su poder mágico permitió que desde la punta de su varita se liberasen encantamientos hacia el calamar, quien huía con una gran lentitud. JiSung alcanzó a Victoria y, a pesar de que la tomó por las piernas para detenerla, ella le plantó una patada en la cara. Las intenciones de JiSung por detener a Victoria perduraron, sin embargo, la voracidad y fuerza de sus movimientos solo generó que apuñalara uno de los tentáculos del calamar con su espada.
De manera repentina, una gran cantidad de Selkies aparecieron y tomaron a Victoria de los brazos y piernas. JiSung intentó interponerse para que la soltaran, pero dos volvieron a tomarlo de la cola para lanzarlo hacia el otro lado. JiSung sabía que, si se llevaban a Victoria, nadie sabría hacia dónde se iría, por lo que miró desesperado hacia las últimas dos personas que quedaban: JeongIn y el novio de Victoria. Ni siquiera pudo pensar en MinHo cuando ya se había zambullido hacia ellos para cortar las algas con sus garras.
Al liberarlos, ambos cuerpos flotaron con lentitud hacia la superficie. JiSung los apoyó con su varita formulando un pesado «depulso» que hizo que los cuerpos se impulsaran con fuerza hacia arriba. Ni siquiera sabía si ya se había pasado del tiempo límite, pero a los Selkies no les pareció importar eso.
JiSung nadó con rapidez para seguirle el paso a gente del agua. No obstante, para su sorpresa, el cardumen de a poco comenzó a desviarse en dirección; de a poco nadaron hacia la superficie y, al notarlo, habían liberado a Victoria Krum.
JiSung no pudo moverse de la impresión. ¿Acaso ellos realmente la llevaron arriba? ¿Sin hacerle daño? Los apuntes de Newt no decían nada respecto al comportamiento o vivencia en sociedad, como tampoco la interacción con los humanos. Paulatinamente, el gran grupo de Selkies descendió hasta la profundidad, pasando sin interés de JiSung. Dos Selkies, los que lo habían llevado, chocaron sus hombros burlescamente con él antes de pasar.
—¡Imbécil! —le gritó uno.
Al girarse para verlos perderse, notó que el dúo de Selkies tenían sus manos sangradas.
—¡Esperen! —les llamó.
Se sorprendió de que los dos Selkies lo entendieran, se detuvieran, y esperasen a lo que JiSung sea-lo-que-sea necesitara. Nervioso, JiSung nadó hacia ellos y reafirmó su varita.
—¿Nos va a matar? —preguntó un Selkie al otro.
—Probablemente —contestó el otro, sin temer por su vida.
—Uh... —JiSung relamió sus labios, nervioso—. Sus manos.
Los Selkie se miraron sin comprender, pero tendieron sus manos. Eran las mismas que las de JiSung, solo que una pequeña membrana se extendía entre sus dedos como ventosas. JiSung no pensó que funcionaría el encantamiento, aunque de todas formas se arriesgó para realizarlo.
—Episkey.
De a poco, las heridas de las manos de los Selkie comenzaron a sanar, los tejidos volvieron a unirse, al igual que sus escamas de colores. Al estar sanados, los Selkies volvieron a mirarse, hicieron una mueca con sus bocas, y se largaron de ahí sin mirar hacia atrás o agradecerle a JiSung.
«Vaya, son fascinantes», pensó mientras veía la manera tan fácil que los dos Selkies tuvieron al nadar, para así adentrarse a la profundidad y oscuridad del Lago. JiSung no supo por cuánto tiempo quedó hipnotizado hasta que recordó que se encontraba en la mitad de un torneo.
A medida que nadaba hacia la superficie, comenzó a transformarse en humano. Relató de nuevo en su mente cómo era la construcción de sus sistemas internos, de cómo era su cuerpo, cómo estaba construido sus huesos y la manera de distribución, junto con la formación de su rostro. Para cuando salió a la superficie, tuvo que usar su mano de visera para notar que se encontraba en el medio de la nada.
—Uh —se dijo. Divisó hacia una parte- muy lejana, pareciera que era un kilómetro y medio de dónde estaba, donde estaba la tarima inicial de donde se había lanzado—. Me tuve que haber convertido en humano después.
A la mitad de camino, cuando sus pulmones ya quemaban por nadar tanto, el calamar gigante apareció y lo llevó con uno de sus tentáculos sanos hasta la orilla.
Los jueces se encontraban aun discutiendo por los resultados de la competencia, pero a JiSung no le pareció importar mucho eso. Tras bajarse del tentáculo y llegar a la tarima, HyunSan le lanzó enseguida su abrigada capa de Quidditch, junto con una gruesa toalla y una frazada sobre sus hombros.
—¿Cuál es tu afán de mostrarte desnudo? —consultó él, asombrad.
—Casualidades —contestó JiSung, jadeante.
Madame Pomfrey había terminado de atender a Nadine Delagé de sus mordeduras con el chico que la acompañaba, y ahora atendía a Victorita Krum quien, enfurecida, gritaba cosas en ruso en dirección a los jueces. Cuando ella notó que JiSung había llegado, sus ojos de ira pasaron a ser vergüenza, y rápidamente desvió su mirada.
Por otra parte, todas las victimas se encontraban con frazadas. Parecieran que ya recibieron atenciones médicas, pero ninguno se veía con rostros particularmente contentos. El novio de Victoria: Trotsky (quien se llamaba Igor pero JiSung se rehusaba de llamarlo así) lucía cansado y adolorido, con una herida sangrante en su tobillo; JeongIn estaba bajo una frazada, viéndose más pequeño que de costumbre, y estaba al lado de Chan, quien era el menos ileso con solamente un tajo en su mejilla. JiSung direccionó su mirada hacia MinHo, y cómo las gotas de agua caían por los largos mechones de su cabello, igualmente pálido y cansado, con sus ojos puestos en una persona:
DeLuca.
Él hablaba con los demás jueces para la deliberación, tan inerte del mundo y contento por sus resultados. DeLuca le daba la espalda a JiSung, y se movía con sus brazos extendidos por todas partes.
«Él», pensó JiSung, y sintió su cabello tornarse rojo.
Sin embargo, antes de que pudiese dar un paso, HyunSan lo volvió a aferrar de los hombros.
—Alto —ordenó HyunSan—. Darán los resultados.
«Lo expuso —pensó JiSung, antes de notar que su cuerpo temblaba de rabia—. Lo metió al fondo del lago. Él lo sabe. Lo sabe. Lo sabe».
La otra mano de HyunSan se aferró al otro hombro de JiSung.
Dumbledore fue el liberador de las votaciones, y colocó la punta de su varita en su garganta para poder amplificar su voz. JiSung se había olvidado que estaba en la mitad del torneo, sus ojos solo estaban para la rabia de DeLuca.
—Damas y caballeros —habló Dumbledore—, hemos tomado como jueces una decisión. Rescatado de las pantallas que nos acompañan y de la información que nos otorgaron la agrupación de sirenas, hemos puntuado en consecuencia. El total de nuestras puntuaciones, con un máximo de cincuenta, va por los siguientes:
»La señorita Krum, aunque mostró fiereza y valentía en el rescate, con un fantástico uso de pastillas de encanto que facilitaron su cuerpo y respiración bajo el agua, expresó un sentimiento de violencia predominante que le hizo olvidar su objetivo inicial, conllevando así a dañar a nuestro gran calamar y ser expulsada por parte del grupo de sirenas hacia la superficie, lo que le cedió un total de cinco puntos.
Algunos aplaudieron en la tribuna. Karkarov no se veía contento por la falla de su estudiante, pero alguno de sus compañeros de Durmstrang continuaron rugiendo su nombre.
—Seguido a esto, la señorita Delagé fue la primera en traer a su víctima dentro del tiempo permitido, con un exitoso encantamiento casco burbuja, se le ha otorgado los cincuenta puntos completos.
Beauxbatons aulló de felicidad, y aunque Nadine no parecía contenta por la prueba, su acompañante la abrazó por la cintura con felicidad. Nadine esbozó una sonrisa y saludó con gracia hacia las gradas. Si JiSung veía bien, incluso podía ver a Yeji alzar una bandera con el nombre de ella.
—El señor Bang, quien también llevó con éxito el encantamiento casco burbuja, rescató a la víctima que no fue designada para él; sin embargo, dado el contexto de la situación y de cómo se llevaron las cosas, el cual fue impedido gracias al reglamento de la prueba, regresó con una persona a salvo dentro de un tiempo estipulado. La penalización constará de diez puntos, dejándolo en cuarenta puntos en total.
Gryffindor y Hogwarts rugieron de felicidad. JeongIn palmeó la espalda de Chan con emoción, mientras que él, de forma avergonzada, inclinaba su cabeza como muestra de agradecimiento.
—Finalmente, el señor Han utilizó su habilidad como metamorfomago para imitar la anatomía de las sirenas, lo cual lo llevó con éxito y de una manera intrépidamente dedicada para la prueba —prosiguió Dumbledore—. Volvió en último lugar y mucho más tarde que el tiempo acordado, no obstante, rescató a dos víctimas antes de ir hacia el calamar gigante para protegerlo. Sumado, las sirenas informaron cómo incluso, a pesar de estar retrasado, Han se tomó el tiempo para sanar a las criaturas heridas.
JiSung sintió la mirada de todos con un fuerte deje de impresión, y tuvo que tapar su cabeza con la frazada para que nadie notara el color rosa que tornó su cabello.
—El tribunal deliberó, y decidió entregarle una bonificación doble por la valiente osadía, dedicación, y espíritu de rescate, mostrando así la naturalidad de las acciones y la importancia de la amabilidad con las demás especies.
El mensaje de Dumbledore dio claras señales políticas que Karkarov no pareció a gusto, mientras que Madame Maxime lucía bastante incómoda por la apreciación. Sin embargo, el rugido de Hufflepuff logró ensordecer a los de Durmstrang- a tal punto que incluso Huening Kai sacó fuegos artificiales de alguna parte para la celebración.
—Bien hecho, bien hecho, hijo —felicitó HyunSan, mientras lo sacudía.
JiSung estaba totalmente confundido con todo. ¿Debía de apremiarle eso o...?
El flash de una cámara lo dejó encandilado, y de pronto los demás campeones se reunieron para recibir las siguientes instrucciones por parte de HyunSan. El hombre no pareciera querer soltar a JiSung, lo que hizo que las miradas precavidas de Victoria se afilaran contra JiSung.
—La tercera y última prueba se realizará a la anochecer del primero de junio. A los campeones se les notificará en qué constará un mes antes.
—¿Un mes? —cuestionó Nadine—. ¿No es poco?
—Por como se han mostrado, ha sido suficiente —prometió HyunSan.
Madame Pomfrey lideró a que todos regresasen al castillo para ir a la enfermería para colocarse ropa cálida y beber chocolate caliente, no obstante, JiSung puso resistencia: quería ver cómo se encontraba HyunJin, y quería hablar con MinHo sin estar bajo el ojo público.
No obstante, él no se apartó de HyunSan. Se sentía demasiado furioso que, si era soltado, era probable que fuera tras la garganta de DeLuca y-
«Alto —se dijo—. ¿Por qué piensas en eso?»
JiSung vio cómo MinHo lo buscaba con la mirada y le pedía que los siguiera, pero él negó- no podía, porque, de repente, Chan estaba al lado de MinHo y todo era más difícil. Todo se volvió complicado sin saber por qué.
De pronto, él se sintió cansado. Mala suerte tras mala suerte. Acontecer tras acontecer. JiSung se estaba cansando que toda la fortaleza emocional que pudo generar en algún momento se viese destrozada por la cantidad de cosas que le pasaba- y que él ya no podía soportar. Él se sentía lo suficientemente débil como para querer hincarse junto a HyunSan y abrazar sus rodillas, esconder su cabeza, y fingir que junio llegará pronto para acabar con el maldito torneo.
Empero, le fue imposible. DeLuca fue en su propia dirección y le tendió la mano.
—Valiente tus actos de allá abajo, JiSung —dijo él. JiSung no quiso aceptar su mano—, es increíble la colaboración entre criaturas.
—Yo no soy una criatura —contestó con velocidad, sin importar cuán voraz sonase—, soy una persona.
DeLuca presionó su sonrisa en sus labios, y guardó la mano que no fue aceptada. Era extraño tenerlo adelante a sabiendas que JiSung en algún futuro lo mataría o, al contrario, sería asesinado por él.
—HyunSan —llamó DeLuca—, nos vamos.
—Mi hijo está enfermo —informó HyunSan—. Regresaré al Ministerio tan pronto como lo haya visto.
—Está bien, nos vemos allá.
DeLuca inclinó su cabeza con cordialidad para retirarse, sin embargo, se detuvo y se regresó hacia ellos.
—Es curioso —dijo—, MinHo dijo que apenas te ubicaba.
La garganta de JiSung fue aprisionada al instante. Los brillantes dientes dorados de DeLuca le estaban perturbando con esa sonrisa peligrosa.
—Es porque yo soy quien lo ubica —replicó JiSung.
—Pensé que estaría alguno de tus amigos que estuvieron en la audiencia —reconoció—, ¿o ya no son tan amigos?
—Yo habría matado si alguien los hubiese tocado.
La sonrisa de DeLuca se ensanchó a tal punto que rio a carcajadas. JiSung no pudo evitar sentir cómo su pecho se presionaba ante cada jadeo que DeLuca tomaba para respirar- porque JiSung había dicho el mejor chiste que alguien pudo escuchar.
«Pero él lo sabe —pensó JiSung—. No sé cómo, pero lo sabe».
Para cuando DeLuca dejó de reír, la fuerza de la mano de HyunSan hizo doler el hombro de JiSung.
—Los chicos son tan intensos —comentó el ministro—. Nada les habría pasado a tus amigos- de eso me habría asegurado.
«No». Nadie podía quitarle la idea a JiSung de la cabeza de que DeLuca lo sabe, y con esto solo logró que colocara a MinHo en su radar.
MinHo.
MinHo.
MinHo.
—Iremos a ver a mi hijo —informó HyunSan—, si nos disculpa, Ministro...
—Adelante, adelante —cedió él.
HyunSan caminó con JiSung de regreso al castillo, pero él ya no sentía más frío. No sabía qué más hacer que quedar en la incertidumbre y en el odio, porque todo era tan ridículamente aterrador que necesitaba algo que le recordase que no era la bestia que pensaba que era en ese instante.
Impulsos asesinos, tendencia a matar, el querer acabar con la vida de una persona que lo revocaba a ser esa persona mala que estaba temiendo ser.
Sin embargo, todo sentimiento negativo fue drenado en el instante que vio a SeungMin, Felix y ChangBin correr hacia él.
—¡Cien puntos! —chilló SeungMin, mientras tomaba a JiSung de los hombros y lo zamarreaba—. ¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡¿Sabes lo que eso significa?!
—¿De dónde sacaron cien puntos? —cuestionó JiSung, mareado.
—¡Te doblaron el puntaje por haber rescatado a dos personas! —le recordó Felix—. ¡Son cien!
JiSung no entendió a primera instancia, pero al ver cómo HyunSan asentía a su lado, un ligero «woah» dejó escapar de su boca.
—Cien puntos...
—¡Puedes ganar! —chilló Felix.
—JiSung, iré a ver a HyunJin —informó HyunSan, al notar que estaba el chico en buenas manos.
JiSung asintió, también gritando un débil «enseguida voy».
—Nadie apostaba por ti- pero nosotros sí creíamos que harías alguna mierda bizarra —juró ChangBin—. Te transformaste en la jodida sirenita, y rescataste a dos chicos-
—No salvé a MinHo —hizo un puchero.
—¡Salvaste a dos chicos! —exclamó Felix.
—Además, no puedes culpar a Chan por andar de arrastrado si es que quiere rescatar a MinHo —replicó SeungMin con obviedad.
ChangBin los miró, desentendido.
—¿A Chan le gusta MinHo? —formuló, aturdido.
—Mejor cambiemos el tema antes de que le de un ataque —Felix abrazó a JiSung por los hombros con rapidez—. Vamos a vestirte y comer algo. Seguro que hoy hiciste más ejercicio de lo que has hecho en toda tu vida.
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MinHo, Chan y JeongIn caminaban un poco más alejado al grupo en dirección a la enfermería, y MinHo miraba sobre su hombro reiteradas veces para ver si es que JiSung lo seguía. Al no haber señal de él, suspiró con frustración.
—¿Puedes dejar de verme feo? —pidió Chan.
—¿Por qué me salvaste? —preguntó MinHo.
—Porque hubo un plan.
—¿Cómo que hicieron un plan?
—JiSung fue por Victoria para que no dañara al calamar, mientras yo me quedaba con ustedes para liberarlos. No podía hacerlo con todos, porque solo te permitía a uno —explicó Chan—. Te liberé a ti y me llevaron las sirenas.
—Es ridículo.
—¿Lo dices tú? Yo me siento desplazado —continuó JeongIn, mientras se aferraba más a la frazada—. No soy querido.
—JeongInnie —Chan se aproximó hacia él para abrazarlo, pero JeongIn huyó despavorido.
—Sigue siendo ridículo —murmuró MinHo—, además, ¿cómo demonios terminé yo siendo seleccionado para esto?
—Hablas como si no te hubiesen dejado otra opción.
—Me pilló desprevenido. ¿Alguno sabe cómo...?
—Yo sé —JeongIn regresó hacia ellos—, no se quisieron arriesgar con los chicos porque la profesora Sprout consideró todo el trauma que tenían detrás (el Bosque Prohibido y lo que pasó en las vacaciones de verano), no quería exponerlos. Así que, la profesora Sprout te nominó.
—Tiene sentido- me he estado escabullendo a la casa de Hufflepuff estas últimas semanas.
—La Premio Anual: MinJu, también.
—Esa estúpida delatora.
—Le consultaron a Cohan, igualmente.
—¿Por qué le preguntarían a ese imbécil?
—Y también a un alumno- creo que fue a Eric Sohn-
—¡¿Y ese qué pinta ahí?!
MinHo bufó, y volvió a mirar sobre su hombro para preguntarse por qué JiSung aun no los seguía. Preocupado, detuvo su paso solo para esperarlo, sin embargo, Madame Pomfrey lo llamó desde el frente para que continuara.
—Seguramente fue a su dormitorio —le dijo JeongIn—. HyunJin ha estado enfermo.
—Sí, pero JiSung se va a resfriar —contestó MinHo, antes de vacilar una vez más.
—¿No que la mamá de HyunJin lo iba a visitar?
MinHo frunció su labio, pero terminó por acceder. Era obvio de que lo único que quería hacer era ver cómo se encontraba su novio.
—Mira —Chan le llamó la atención—, un gato.
Caminó tan rápido como sus patas se lo permitían: el gato negro y de ojos verdes que alguna vez MinHo vio andaba con suma decisión hacia alguna parte.
—Hey —llamó MinHo al gato. Él frenó en seco, y lo miró—, tch- tch- tch —MinHo se hincó cerca de él—. Ven.
—Tienes un Déficit Atencional Gatuno —le dijo JeongIn.
—Se le llama cariño, idiota —contestó MinHo, voraz.
El gato miró con cautela a MinHo, y sus ojos parecieran que se veía molesto. MinHo asumió que su cauto andar era por la pata delantera que le faltaba, así que estiró su mano un poco más hasta que el gato olfateó sus dedos.
«Mío», pensó tan pronto como lo tomó. El gato maulló, pero MinHo lo envolvió en su toalla para que no sintiera frío. Chan y JeongIn se miraron como si aquello fuese un gran mal chiste por parte de MinHo porque, es decir, ¿tan persistente estuvo con JiSung, pero llega un gato y se le cambia el mundo?
JeongIn y Chan no podían estar más sorprendidos.
Por otra parte, en el dormitorio de Hufflepuff, HyunSan se retiraba con Yeji luego de haber visitado a HyunJin. Los chicos habían decidido darle espacio a la familia en la sala común de Hufflepuff, pero JiSung había tenido que entrar para tomar una ducha y cambiarse de ropa para así no morir de la hipotermia.
Cuando JiSung salió de la ducha, HyunJin y SaeJah hablaban del seminario que ella había tenido de una manera perezosa. HyunJin arrastraba las palabras y se veía bastante cansado, con una bolsa de suero amarrado en el dosel de la cama junto con una intravenosa. SaeJah le hablaba de manera paciente, y acarició su cabello hasta que, cuando JiSung terminó de ordenar las frazadas y la capa de HyunSan, HyunJin cayó dormido.
—¿Cómo está? —preguntó JiSung, con su cabello haciendo brillar el rubio por la preocupación.
—Mejor. Necesitaba una intravenosa, pero se entendía por qué Poppy no podía colocarle una —contestó SaeJah, y miró a JiSung—. ¿Cómo estás tú? HyunSan nos contó que ganaste.
—No sé si gané... —admitió, sin mostrar humildad—, solo hice lo que tenía que hacer.
—Sanaste a Selkies, ¿hm?
—No es como si hubiese hecho algo malo.
—No. Solo lo menciono porque es cómico —dijo ella.
JiSung esbozó una sonrisa al ver a SaeJah alzar su varita y lanzar un encantamiento diagnóstico. Las luces brotaron de su cabeza, como JiSung notó la ausencia de oscuridad.
—¿Has estado bien? —volvió a preguntar SaeJah.
—Sí.
—¿Tu muñeca? ¿Tu cara?
—Están bien- no he tenido esa cosa... rara que me dio en esa ocasión —explicó JiSung. Con timidez, él se sentó en su cama—. HyunSan parecía querer hablar del tema.
—Él ha estado demasiado ocupado- ya sabes, con trabajar para DeLuca y para la Compañía..., ha sido todo un caos —dijo. Al igual que HyunSan, SaeJah se veía cansada; no perdía su característica belleza, pero la delgadez de sus hombros y de rostro le hacía pensar a JiSung en cuán drenada tenía su energía el trabajo que hacía, como también el estar viviendo constantemente a la defensiva.
—¿Ha sido muy peligroso el exterior? —preguntó JiSung.
SaeJah asintió. —El Profeta ya ni siquiera se encarga de mencionarlo. Simplemente... pasan de la caza.
Caza. Ya el nombre hacía que JiSung temblara de miedo.
Ambos quedaron callados por un instante, viendo la tranquila respiración de HyunJin. JiSung sentía que había algo pendiente en la conversación de ambos, hasta que recordó la existencia del Mapa de Reino Unido detrás de la puerta- el cual, notoriamente, llamó la atención de SaeJah.
—¿Qué significan las luces? —preguntó ella.
Entonces, JiSung recordó el libro escondido debajo de su colchón.
—SaeJah... —le llamó JiSung. Ella le miró—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Dime, cielo.
—Antes de que HyunJin me presentara a ustedes- a usted y a HyunSan..., antes de eso, ¿ustedes me co- me conocían?
JiSung no sabía cuán nervioso estaba hasta que elaboró la pregunta. Los cuatro idiotas no se habían dedicado a tenerle confianza a los padres de HyunJin- mucho menos a él, cuando hasta ese día ellos nunca hablaron de su presencia en la Compañía antes de que todo el desastre de la Casa Hwang ocurriera.
La pregunta salió vacilante y débil, y JiSung tuvo miedo de tener que elaborar. SaeJah pareció replantease su respuesta, o tal vez no tenía mucho qué decir. Su rostro era tan indescriptible que pensó incluso que hizo una pregunta tabú para ella.
El corazón de JiSung se destrozó cuando ella asintió.
—¿Por qué no me dijo...? —formuló JiSung, aún más tímido.
—Porque era..., fue normal que después de la guerra los magos que sobrevivieron se borrasen la memoria —explicó ella con sencillez. SaeJah no se apartaba del lado de HyunJin, y acariciaba su cabello ocasionalmente—. Se la borraban a ellos mismos y a sus hijos, para vivir una vida tranquila. No los juzgo, por supuesto, porque también tengo cosas que me gustaría borrar.
—SaeJah... —JiSung rebuscó debajo del colchón de la cama el borrador de la Compañía—, ¿y por qué no me lo mencionó? ¿Cuántos conocí que me conocían y yo no- yo no sabía? ¿Qué hay de HyunSan?
—Nosotros no interactuamos mucho, Hannie. HyunSan no era de los que se quedaban en el Refugio, y tampoco te dejaban ir al área médica. Fueron pocas veces en las que interactuábamos, y era porque nos veíamos en los pasillos o en las comidas.
—¿Usted vivió mucho tiempo ahí?
—No, la gente de ahí sabía que yo tenía familia, así que trabajaba por turnos —contó—, después, dos años antes de que acabara la guerra, me fui a vivir ahí. Eran más los heridos que llegaban, y las maldiciones que traían eran cada vez más y más complejas..., algunos me ayudaban, pero era complicado lidiar con todo eso. Después, un año antes de que terminara la guerra, me largué. Renuncié.
—¿Por qué?
—Estaba cansada, JiSung. Quería ver a los chicos- estar con ellos, y mis padres se habían situado en Inglaterra, me dijeron que ahí era tranquilo. Además... —SaeJah hizo una mueca dolorosa—, la Compañía hizo algo que jamás perdonaré.
—¿Qué cosa?
—Hicieron de todo- de todo, porque así funciona la guerra —continuó—, y yo ya no podía soportar todo eso. Las maldiciones, los heridos, las muertes, la impotencia..., yo solo quise irme de ahí. HyunSan también renunció a eso poco tiempo de que yo me fuera. Nosotros queríamos nuestra vida alejado de todo eso.
—Supongo que a la gente de la Compañía no le hizo mucha gracia.
SaeJah miró a JiSung, y esbozó una sonrisa.
—Hana estuvo furiosa.
—¿Tanto?
—Si ella me viese de nuevo, probablemente me sacaría en cara de que perdieron la guerra por mi culpa —dijo, antes de soltar una risa melancólica—. Porque perdimos la guerra...
Los ojos de SaeJah mostraban una sombra del pasado doloroso que JiSung sintió el privilegio de haber olvidado. Había visto documentales y películas, en la casa de Leela, donde se hablaba de los estragos de la guerra: la guerra de Vietnam, la primera y segunda guerra mundial, la guerra del Congo, la guerra del Golfo, las dictaduras. JiSung no podía imaginar todo eso situado con magia.
—¿Y no nos volvimos a ver? —preguntó JiSung.
—No. Te vi en tu primer año, cuando vine luego de que hicieran que los lavabos de todos los dormitorios sacasen burbujas —contó SaeJah—, quise regañar a HyunJin, pero estaba impresionada conque estuvieras acá. McGonagall me comentó que no pareciste familiarizado con la magia, cuando te vio por primera vez; pero, de nuevo, fue normal que borrasen la memoria a los niños que vivieron en el Refugio-
—A mi no me la borraron —dijo JiSung, para finalmente mostrar el libro de la Compañía—, a mí me la reprimieron, SaeJah.
Al ver el libro, SaeJah mostró un fuerte sentimiento golpearle- nostalgia y trauma, tomados de la mano. Ella tomó el libro y notó cómo estaba sellado, salvo las primeras páginas disponibles. Al llegar a la página de la fotografía, su mirada quedó perdida por un extenso momento que JiSung no se atrevió a interrumpir.
SaeJah ahogó un sollozo.
—Eso es..., horrible —dijo ella—, ¿quién hizo esto? ¿Cómo es que tú lo tienes?
—Cuando Callaghan murió, los hijos hicieron la repartición de herencia. A mi me heredó el libro y el mapa —aludió al que estaba detrás de la puerta—. No sabíamos cómo abrirlo, así que intentamos con runas- logré abrirla con una runa de apertura hecha en sangre, pero no liberó más de quince páginas. Ninguno sabía coreano, así que...
SaeJah ya estaba perdida. JiSung no supo por qué jamás asumió de que ella sabía coreano, porque rápidamente comenzó a trazar sus dedos en las gastadas páginas de información, mientras ella hojeaba desconcentrada las líneas escritas tanto en la imprenta como las intervenciones en bolígrafo. Al regresar a la fotografía, apuntó a la mujer calva con flores tatuados en su cabeza.
—Ella es tu madre —presentó SaeJah.
JiSung asintió. —Lo sé. La vi cuando estuve en el Refugio.
—¿Hana estuvo ahí? —SaeJah no sonaba impresionada—, vaya..., no me sorprende, en verdad.
Los ojos de SaeJah continuaron viajando por la página, trazando su dedo en amigos fallecidos y aquellos que perdieron por la guerra. Acarició un par de rostros a medida que sus ojos se aguaban.
—¿Y lo conoces a él? —preguntó, mientras apuntaba al metamorfomago alegre.
JiSung tuvo que resistir el impulso de la preocupación y la pena para asentir, en la misma sintonía de compasión con la mujer.
—Sí, él es mi papá.
—¿Lo reconoces?
—Lo he visto... un par de veces —admitió—, él ha querido contactarse conmigo.
—¿Y no me contaste?
—No se lo conté a nadie- y tampoco podía —se excusó enseguida, sin saber por qué se sentía culpable o avergonzado por esconderle algo tan grande a SaeJah—. Erick me contó que me colocaron una runa que reprimiese mi lenguaje- si mencionaba a mis padres, vomitaba. Dijo que fue por mi bien.
SaeJah no comentó nada respecto a eso, y JiSung no sabía muy bien si era porque no se encontraba en el derecho de cuestionarlo, o porque sabía algo mucho más profundo que eso. Con lo que SaeJah le había contado, las consecuencias en JiSung eran cada vez más claras.
—¿Sabes quién te reprimió la memoria? —preguntó ella.
—No, pero supongo que tuvo que ser alguien quien quiso que volviera a tener estos recuerdos en algún punto de mi vida.
—¿Cómo te liberaste de las runas?
—La del vómito fue gracias a Cohan, el profesor de Artes Oscuras. Él es especialista en runas y le pedí que me la sacara. La de la memoria reprimida..., no quise que lo hiciera, no me sentí preparado.
—A veces es mejor no saber, JiSung.
—Lo sé. —«En serio lo sé». —Sin embargo, pudieron borrármela- pero no, solo me la reprimieron. Quien sea que lo hizo, quiso que volviera a recordar.
JiSung no sabía si él tenía demasiadas cosas preciadas o información útil, o si simplemente fue un acto de sentimentalismo que se escapó en la estrategia.
Finalmente, SaeJah emitió otro profundo suspiro. Cerró el libro, se secó sus lágrimas, y sacó su varita.
—¿Dices que fue una runa de sangre? —dijo ella.
JiSung vio a SaeJah cortar un poco de su dedo hasta que la sangre brotó. En el cúmulo de páginas dibujó la runa, y tan pronto como ella apartó el dedo, todas las hojas se soltaron. SaeJah regresó el libro con una sonrisa vaga.
—¿No quiere leerlo? —consultó JiSung, impresionado.
—¿Qué cosas de ahí no sé, Hannie? —preguntó con su sonrisa melancólica—, además, solo sería masoquista de mi parte revivir todo eso —se giró hacia HyunJin y acarició su cabello—, ya sabemos cómo funcionan los traumas.
—¿HyunJin se recuperará?
—Claro, solo se debe hacer de la forma menos complicada posible —explicó ella, antes ver a JiSung—. Tendrá un jarabe que beberá media hora antes de cada comida- no querrá beberlo, y no querrá comer después. Estará de muy mal humor, y probablemente los ignore o insulte si es que alteran su paciencia, pero-
—No hay que tomarlo personal —agregó JiSung—. Entendido.
SaeJah se levantó y acarició el cabello rubio de JiSung; él no se dio cuenta que tenía algunas mechas azules decorándolo.
—Cuánto me gustaría sacarlos a todos ustedes de acá —dijo ella—, me encantaría hacerlo, y que sanaran en un lugar donde se lo merecen.
SaeJah se despidió de JiSung con un beso en la frente al igual que con HyunJin, y se fue del dormitorio. JiSung quedó plasmado ahí, un momento, y se sentó junto a HyunJin en la cama para poder hojear el libro.
Solo bastaron un par de páginas para que JiSung encontrase una fotografía de Hana con dos chicos a su lado- hombres, grandes, de hombros gruesos y rostros igualmente joviales, tanto que Hana se veía aún más pequeña de la edad que debía de tener en ese tiempo. En otra fotografía había otras personas que brindaban, y otros se solamente sacan un retrato de ellos mismos. Había capítulos pequeños dedicados a peleadores que fallecieron en la guerra, y otros más extensos que parecieran ser personajes icónicos. No fue hasta el final del libro donde vio un gran anexo de imágenes y registros, como cartas, artículos de periódicos, registros médicos e incluso un registro del mismo Ministerio de Magia en Asia.
La puerta del dormitorio fue abierta, y MinHo cruzó el umbral con su semblante de preocupación clásico que JiSung incluso lo podría encontrar lindo. No obstante, su mirada decayó al momento en que vio el gato que cargaba en brazos.
—¿De dónde lo sacaste? —preguntó JiSung, enseguida.
—Lo encontré en el pasillo.
Los ojos del gato brillaron tan pronto como se posaron en JiSung, y comenzó a maullar. JiSung tuvo que contenerse a sí mismo para no agarrar al gato por el pellejo y lanzarlo por la ventana; sin embargo, el maullido hizo que MinHo emitiera un pequeño ruido por la ternura que le producía.
—Le agradas~ —le dijo MinHo, mientras acercaba la cabeza del gato hacia su mejilla—. Tenía pensado adoptarlo- es la segunda vez que me lo topo. Le pondré Doongie-
—Ese es Erick, MinHo.
¡PAF!, MinHo soltó el gato al instante.
—Mierda, puta mierda. Lo siento —masculló, nervioso, mientras se hincaba para poder recoger el gato.
Erick se sacudió para despabilarse de la caída, pero no pareció ofendido. JiSung vio cómo el gato restregaba su cabeza en los talones de MinHo, lo que hizo al chico sentirse mucho más incómodo y asqueado.
—Yo- oh —las orejas de MinHo comenzaron a hervir—, me tengo que ir. No- yo- adiós.
MinHo salió del dormitorio con rapidez mientras murmuraba algo respecto a nunca adoptar otro gato. JiSung ni siquiera pudo encontrar divertida la situación porque la manera en la que Erick se movía era diferente al de un gato normal, ya que inclinaba su cabeza hacia adelante para mantener el equilibrio.
No fue hasta que el gato se dio vuelta cuando JiSung vio que le faltaba una pata delantera.
—Erick... —le llamó JiSung—, ¿qué demonios...?
Erick se transformó en humano bajo la mirada de JiSung, quien al mismo tiempo se encaminó hacia la puerta del dormitorio para cerrarla con llave. Los medicamentos de HyunJin alzaban las probabilidades de que no despertaría hasta dentro de un rato (o hasta que acabase la bolsa de suero), lo que sería el tiempo suficiente como para que nadie viera a Erick, mucho más delgado y acabado, con su cabello colorido totalmente apagado, y con ropa enmarañada. Y, como fue de esperarse, sin su brazo derecho.
—Hola, bichito —saludó, con su clásica sonrisa.
—¿Qué te pasó? —más que pregunta, JiSung exigió saber—. ¿Qué te hicieron en Francia?
—La misión fue un poco complicada-
—¿Y qué hay de tu brazo?
—Se desprendió. Me cayó una maldición- nada de qué preocuparse.
Pero los ojos desbordaron de la impresión, y su cabello se tornó en un fuerte blanco con visos verdes. Tuvo que tomar asiento en la cama mientras repetía las palabras «cabeza desollada» junto con la imagen del cabello envenenado de Margarita, ambas que se posicionaban obsesivamente ante sus ojos.
—¿Qué mierda? —encaró JiSung, como si Erick le diera una respuesta lógica—. ¿Cómo mierda te pasa eso?
—Bichito —Erick habló con voz calmada—, está todo bien, no te preocupes.
—No- ¿de carajos? La última vez que te vi estabas b-bien y ahora te falta un brazo. Fue porque eres un metamorfomago, ¿no? —insistió—, porque yo lo vi- lo vi en Margarita, cuando la fui a buscar. Ella tenía esa... cosa en su cabeza que le quemaba. ¿A ti también te envenenaron...?
—Fue una misión, y fue un accidente —aclaró—. Cuando haces Aparición, a veces puedes desprender tus extremidades cuando no te concentras lo suficiente. Yo tuve que huir, y me desprendí. Está todo bien-
—A ti la mentira te queda bien, pero ya no me puedes ocultar nada —acusó JiSung con su dedo—. ¿Cómo desapareces por tanto? ¿Dos meses completos? ¿Qué está mal en tu cabeza?
Erick quiso formular una respuesta, pero al notar el nivel de preguntas junto con la apariencia que JiSung tenía, solo pudo bajar su brazo y esbozar una ligera sonrisa calmada.
—¿Estás preocupado por mí?
JiSung le pateó la rodilla.
—Oye, ¿qué hay del chico inconsciente? —Erick apuntó a HyunJin—. Tiene lindos rasgos- un veela, ¿no es así?
—Un cuarto veela —corrigió JiSung—, y- está enfermo. No despertará hasta la cena, probablemente.
—¿HyunJin Hwang?
A JiSung le llamó la atención que lo nombrase.
—Sí —dijo—. ¿Cómo lo sabes?
—Un cuarto veela- significa que uno de sus padres es un medio veela; conozco a una medio veela, y- bueno, sus nombres se hicieron bastante conocidos en la Compañía cuando tuvieron el ataque —obvió lo último. JiSung se sintió tonto al no recordar eso.
Para suprimir su vergüenza, JiSung revolvió su cabello.
—Tuviste un buen rendimiento en esta prueba —Erick cambió de tema—. Es decir, woah, no sé por qué estar más impresionado- porque rescataste a dos chicos, o porque te transformaste en un Selkie —Erick lo tomó de una mejilla—, eres mi orgullo.
—¿Orgullo de qué? Has estado —enumeró con sus dedos— seis meses, dos desaparecido, y cuatro acosándome.
—Orgullo de metamorfomago —golpeó su propio corazón con su puño.
JiSung colocó sus ojos en blanco.
—Y- cuéntame —Erick iba a tomar asiento en la cama de HyunJin, pero notó que sus piernas ocupaban el lugar, así que, tomó con su brazo una de las piernas y lo dejó de lado, haciendo que el chico se recostara sobre su hombro, y se sentó—, ¿cómo has estado, después de haber sufrido una maldición cruciatus?
—¿No era mejor escribirme una tarjeta que dijera «felicidades por tu primer cruciatus»?
—Lo dejé en la otra chaqueta.
JiSung bufó por la nariz, cansado; sin embargo, lo que más nervioso le colocaba era no saber qué decir en ese instante. No saber de qué manera interactuar con Erick porque sus ojos bajaban hacia el brazo que le faltaba, aterrándose de la forma en la que Erick no pareciera estar perturbado con eso.
—Mi profesor de Artes Oscuras me liberó de la runa que no me permitía llamarlos —contó JiSung—, e intentó desprenderme de la runa de memoria, pero no pudo —mintió—, y yo..., yo necesito que me liberes de esa runa- me evaluarán el patronus, y tener algo que te impida hacer el encantamiento no es justificativo. Mi profesor solo acepta... acepta certificados médicos de depresión —de forma vaga, apuntó la cama de Felix—, mi amigo tiene ese certificado, por ejemplo.
Algo familiar encontró JiSung en Erick al verlo tornar su cabello naranja por la confusión del discurso del chico. De manera avergonzada, JiSung bajó su vista al suelo.
—¿En serio quieres que te libere de la runa por eso? —corroboró Erick.
—¡Claro que no! ¡¿Es que eres tonto?! —atacó—. ¡Son mis memorias! ¡Déjame recordarte tranquilo, hombre! ¡¿Por qué me juzgas?!
El corazón de JiSung latía con velocidad, totalmente aterrado. Erick hizo un movimiento de manos para que se calmara, pero JiSung estaba al borde de llorar.
—Yo solo quiero saber si es que soy o no soy mala persona —JiSung terminó por decir, derrotado.
Erick frunció el ceño, extrañado. —¿Por qué crees que eres mala persona?
«Porque tengo que matar a un imbécil».
JiSung no podía contestar a eso, porque era contarle demasiado a Erick, lo que significaba que debía de confiar, y él no podía hacerlo. No. Claro que no. Erick se fue a una misión de dos meses y regresó con un brazo menos. De todas las cosas que Erick le contó qué fue de su vida, que llegara con un brazo menos significaba que en este instante él se estaba exponiendo a un gran peligro.
Y si JiSung confiaba en Erick, por defecto lo querría. JiSung no podría soportar perderlo.
«Patético —se dijo—. ¿Tan poco le costó a él conquistar mi corazón? Soy un débil».
»O tal vez un necesitado».
»O alguien que intenta rellenar un espacio vacío».
Además, si JiSung se lo contaba a Erick, él lo juzgaría. Matar. Matar era algo grave, y algo especialmente delicado si eso significaba la derrota de una guerra- la misma guerra que se perdió en Asia.
—Solo quiero recordar mi infancia —pidió JiSung—. Es mí vida, Erick. Mí... todo. Me abandonaste, y quiero entender por qué.
Al inicio, JiSung pensó que se encontraba considerando la idea de hacerlo o no- tal vez porque fue él quien la reprimió en primer lugar, o porque era la forma más sencilla de manipular y confundir a JiSung. No obstante, Erick caminó hasta donde JiSung estaba sentado, y acarició con valentía el cabello rubio del chico.
—Quería que me quisieras como tu padre sin recurrir a tus memorias de la infancia primero —admitió Erick—. Es como hacer trampa, ¿no te parece?
JiSung solo negó mientras tragaba duro. Tuvo una sensación de vacío cuando Erick apartó su mano para poder tomar su varita y colocarla entre el cuero cabelludo de JiSung, enterrándola lo suficiente para ser incómodo.
—Será rápido —prometió Erick—, tan pronto como tengas tus recuerdos, serás un hombre nuevo.
—Yo quiero ser el de siempre, Erick.
El mismo jalón de cabello que Cohan le realizó para clase se repitió, y de pronto, un montón de elementos fragmentados comenzaron a construirse como un camino que él mismo destruía al solo pasarlos. Una luz de sello que de era gentilmente liberada hasta poder desprenderse por completo, con un dolor infernal entre sus ojos y en la parte baja de su nuca que apenas lograba respirar.
Era un sentimiento frío y a la vez cálido, como una fatiga. Era una suerte de deseo impertinente que no fue buscado, y una comprensión reminiscente de un pasado que no estuvo presente. El puente se continuaba destruyendo en medio de la habitación hasta que fue imposible hacerlo- el puente de su memoria comenzó a ser firme, estructurado y planeado, tan claro y cargado de detalles que él mismo podía ver todo como un sujeto aparte. Como si él no fuera su misma memoria, sino un impertinente en el pasado.
Estaba en una habitación que era una cocina; un gran mesón de madera donde se veía a él mismo de dos años jugar a aplastar insectos; a Hana en el centro de la cocina con un caldero humeante; a Erick con un gran libro de runas mientras se movía a ritmo por la habitación; y la guitarra eléctrica de apertura de Paradise By The Dashboard Light de Meat Loaf sonando de fondo.
[1] como es mi semana de receso, espero tener otro capítulo el viernes y luego el domingo, sino, se quedarán con la duda. Muajaja.
[2] el próximo capítulo, como lo pueden esperar, no habrá minsung- pero habrá Erick para el pueblo junto con el pasado de JiSung, yei.
[3] Y LA SEGUNDA PRUEBA ESTABA ACÁ, ya, bien, entiendo que a primera instancia se vio como si pasase sin pena ni gloria, pero después del próximo capítulo si mostrará sus consecuencias, porque, aunque no sé cuántos capítulos quedan, queda cuatro meses para que a los chicos se les acabe el ciclo escolar. Se viene drama.
Gracias por leer<3
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