33. ¿Qué demonios trae un huevo?
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.
Capítulo 33
¿Qué demonios trae un huevo?
Enero 2, lunes en la mañana
En la llegada del nuevo trimestre, algo raro sucedió en el ambiente.
JiSung lo culpó en el primer día de clases, específicamente, cuando no vio a Shuhua para el desayuno.
Él no mentiría que tuvo que realizar toda una preparación mental para poder enfrentarse a ella junto con todo el trauma que significaría verla a diario; no obstante, ella no apareció, y el rumor de que dejó Hogwarts porque tuvo la oportunidad de estudiar herbología en Francia cayó como anillo al dedo.
JiSung no sabía si los alumnos o los demás magos sabían lo que pasó, y lo dudaba en realidad. El medio formal de información era perteneciente a El Profeta y, aparte de hablar de la futura crisis económica que habría en el Mundo Mágico de Reino Unido luego de haber cerrado todas las fronteras económicas, también hablaba de dichas banalidades de la actual controversia en la oligarquía: la homosexualidad.
A pesar de que JiSung fuese un chico que gustaba de estudiar, él jamás comprendió de facto qué demonios significaba la oligarquía en el mundo moderno. No había muchos filósofos para leer en Hogwarts que lo planteasen de manera muggle, sin embargo, logró intersecar al profesor Flitwick, quien le dio la definición más acertada:
—Serían aquellas familias antiguas de alto estatus sociopolítico dentro del Mundo Mágico. No necesariamente son millonarios, pero sí tienen un poder de influencia bastante grande- en especial hoy en día, que son escasas. Es común que estas familias tengan de ascendentes a brujos que hicieron un aporte colaborativo para el estudio de la magia y de sus prácticas tanto instrumentales como mágicas.
La familia de MinHo estaba vinculado con movimientos políticos- una posición que, aunque en Reino Unido no era tan importante como aquel que desarmaba maldiciones o creaba encantamientos para la medicina, en Asia tenía un estándar dentro de la misma sociedad aun más importante; en síntesis, una familia capaz de liderar, porque en su naturaleza no se encuentra la sumisión.
Ahora, la oligarquía tenía la homosexualidad sobre la mesa. ¿Qué significaba eso? Porque JiSung le preguntó a MinHo qué tendrían que hacer desde ahora en adelante, y MinHo solo pudo responder con inconsistencias manifestantes de su agotamiento mental al notar que él, realmente, no le preocupaba lo que dijera su familia de él. A JiSung lo calmaba eso si es que lo colocaba en perspectiva, porque la idea de que MinHo no solo traicionase su familia sino por el factor de la licantropía pudiese ser expuesta era de las cosas más deshonrosas que la familia Lee podía tener. Desheredar a alguien por homosexual era parcialmente cierto e, inclusive, real.
MinHo estaba en la boca de todos de la forma en la que JiSung jamás pensó que lo estaría.
—¿Qué demonios te sucedió en la cara? —Choi SooBin, sin escrúpulos, le preguntó en la mañana del dos de enero, para su primer día de clases.
JiSung, quien iba caminando junto a él hacia el Gran Comedor, se rascó la cicatriz que le quedaba en el lado izquierdo. —Eh..., fue un accidente de la metamorfomagia.
—Bah. ¿No puedes arreglártelo con esa magia?
—Nop. No sé cómo cicatrizar bien las heridas —explicó, mientras mostraba aun su muñeca vendada. Antes de que SooBin realizase una pregunta, JiSung se aproximó a contestar—: me corté con un encantamiento de defensa que salió mal. Fue culpa de Felix.
Al llegar al Gran Comedor, los alumnos de Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang habían regresado a sus lugares, generando un fuerte choque entre la ausencia de la última semana al ensordecedor bullicio de los alumnos, con el choque de los platos, copas y servicios entre ellos. Los maestros desayunaban con charlas entre ellos, mientras que los alumnos eran entretenidos por sus propios medios.
Vio en la mesa de Gryffindor al hermano menor de Chan con su ceño fruncido, cosa que a JiSung le llamó la atención porque Lucas tendía siempre a ser un chico alegre. Él, enojado, se dirigió hacia donde miraba con rabia: la casa de Slytherin, y solo tuvo que emitir dos palabras a dos chicos de primero que parecían a una representación de pequeños adultos antes de que lo echaran a gritos de ahí; Lucas se fue, no sin antes soltar una pequeña risa burlesca y, en cuestión de quince segundos, las copas de ambos chicos de Slytherin explotaron en agua.
—¡Señor Bang! —gritó la profesora McGonagall desde la mesa de maestros.
«Vaya, pareciera que le dan un buen uso a las Merodeadoras», consideró JiSung, al mismo tiempo que se despedía de SooBin y tomaba asiento con HyunJin y Felix.
De los días caóticos que tuvo JiSung en las vacaciones de invierno, nunca dejó de lado el extraño comportamiento pseudo maníaco que tanto HyunJin y Felix tenían. Solo era capaz de entender a HyunJin, porque él era transparente y lo único que hizo en los días libres fue escuchar (o hacer al grupo escuchar) el mixtape que Mina le había hecho mientras se preguntaba de manera obsesiva si es que aquello significaba algo; por otra parte, Felix era la real incógnita: algo estaba mal con su cabeza, algo que iba más allá de las razones habituales y patológicamente ansiosas de él, era un algo que solamente aparecía en habitación cada tanto en tanto, como un elefante tan grande en el dormitorio que JiSung se sentía mal al no poder reconocerlo.
En ese instante, en el desayuno, HyunJin giraba compulsivamente su cabeza hacia la entrada del Gran Comedor a la espera de poder ver a Mina; ambos se encontraron ayer en la cena con un saludo cordial en donde Mina no hizo mención del regalo, y HyunJin solo entró en paranoia.
—¿Y si no me mandó un mixataper? —consultó HyunJin, aterrado ante la idea mientras golpeaba su taza de té con la mesa—. ¿Y si fue un delirio?
—Sería más lógico que no fue ella quien te envió el caset —repuso JiSung.
SeungMin apareció en ese instante junto a ChangBin, ambos charlando mientras direccionaban su caminata para sentarse con ellos. Felix, en su torpeza, golpeó la cuchara que tenía en su plato con avena con yogurt y voló hacia la cara de HyunJin, manchándola al instante que Mina también entró al Gran Comedor.
—¡Ay! ¡Me entró al ojo!
—¡Lo siento! ¡Lo siento! —Felix se aproximó hacia él con una servilleta. —Déjame limpiarte...
«¿Qué demonios?», se preguntó JiSung.
—Entonces, ¿fueron unas vacaciones divertidas? —ChangBin le preguntó a JiSung, mientras se alcanzaba para tomar la jarrita de leche—, SeungMin me comentó algo.
—¿Solo SeungMin? —corroboró JiSung.
ChangBin le miró y se encogió de hombros. —Ayer casi perdí el tren. Todos los compartimientos estaban llenos cuando lo monté, así que me senté con el grupo de YeonJun.
—Oh —Felix colaboró nerviosamente a su vez que continuaba con su limpieza en HyunJin—, eso debió de ser incómodo.
—¿Crees que Mina me vio así? —consultó HyunJin, pero fue ignorado.
—¿Dijeron algo interesante? —JiSung desvió el tema.
—Según ChangBin, YeonJun lo recibió con amabilidad e incluso le quiso incluir en las conversaciones —contestó SeungMin.
—Sí —dijo ChangBin—, era tan amable que casi olvidé que me dejó todo un día encerrado en el dormitorio sin mi varita. JongHo no era un problema porque se fue estudiando, y SunWoo con Kevin pasaron todo el viaje jugando snaps explosivos. SooJin y SoYeon solamente charlaban y de tanto en tanto se sumaban a la conversación, pero ellas parecían más entretenidas en ellas mismas. Las cosas cambiaron cuando salió el tema de MinHo y lo que dijeron de él en El Profeta.
»No fue nada malo, en realidad. YeonJun hablaba deliberadamente de la continuidad de la sangre y de la falencia logística que había ahí, pero SoYeon decía que era una lástima que el legado Lee se acabase con MinHo, que pudo ser mejor. SunWoo pasó todo el viaje molestando a SooJin por haberse enamorado de un gay, pero ella aseguraba que él no lo era.
—Pobrecita —burló HyunJin—, está en negación.
—O sea, él no es gay —aclaró JiSung. Todos sus amigos le miraron con cara de duda—. No me ha hablado de eso, pero, por su historial y todo eso..., creo que solamente le gusto yo.
—Y eso te pone contento, ¿eh?
—Demasiado —dijo, con su cabello color violeta.
—Bueno, continúo —retomó ChangBin—. Las cosas se tornaron turbias cuando yo pregunté por Shuhua. SooJin, quien es muy susceptible, lanzó un comentario algo así como «solo Merlín sabe de ella» antes de que JongHo me dijera que ella se fue a Francia. Respuesta lógica, aunque era un cambio demasiado abrupto- incluso para ella, y desde ahí el ambiente se volvió torcidamente incómodo. Nadie más habló en el resto del viaje.
JiSung no se iba a permitir por sentir pena por los Yeh, sin embargo, sí se le movió un poco el estómago por el remordimiento en favor de Shuhua. Él no sabía hasta qué punto ella fue involucrada, pero, con lo que escuchó al hacerse pasar por uno de los guardias, creyó que tener secuestrada a la esposa de tu profesor fallecido sí era una forma de afectar a su psiquis.
No le deseaba una buena fortuna en Francia, no obstante, sí esperaba que ella no se llenase de pesadillas.
Su cabello manifestó el sentimiento, con un cambio del violeta hacia el magenta. Nadie quiso dar una opinión al respecto.
—¿Por qué la cicatriz en la cara? —Esta vez, ChangBin le preguntó a JiSung directamente. —No recuerdo que la tuvieras antes de las vacaciones.
—Ja... —JiSung, desanimado, se puso a jugar con el servicio—, es una historia entretenida.
SeungMin, en colaboración de HyunJin, le relataron la historia con conceptos claves para poder ser hablado en el público. A medida que la historia avanzaba, el rostro de ChangBin se iba modificando a tal punto que su palidez fue tan peligrosa que JiSung creyó que se desmayaría, totalmente sorprendido por la cantidad de preocupación que había en él. JiSung pensó en cuán injusto fue para ChangBin toda la situación, y que, también que de quien fue una de sus compañeras desde primer año haya sido partícipe pasiva en el secuestro le generaba un conflicto interno que se sumaba a lo que pasó JiSung. Él no pudo sentirse más conmovido.
—Vaya mierda —expresó ChangBin, quien boqueaba sin saber qué decir—. Es decir..., puta mierda. Jodida mierda. Carajo. ¿Cómo demonios...?
—Ni yo lo sé —dijo JiSung—. O sea, sí sé, pero ni idea de cómo todo terminó siendo tan bizarro.
—Tal vez un grupo de gitanos te maldijeron y no te acuerdas porque tienes tus recuerdos reprimidos —opinó Felix.
—Oh, es una buena teoría.
—¡¿Recuerdos reprimidos?! —chilló ChangBin.
—Ah- sí. No te hablamos sobre eso.
Sin embargo, la charla fue cortada porque un murmullo extraño apareció en el Gran Comedor. Un murmullo cómplice, aquel que era tan raro que, desde donde JiSung veía, notó a Nadine Delagé desde la mesa de Ravenclaw con sus amigos hacer cotilla de lo que pasó.
—¿Gay? —JiSung escuchó a los otros dos chicos sentados a su lado, quienes parecían ser de cuarto—. ¿En serio él es gay? Es que no me lo creo.
—Ni yo —susurró el otro—. ¿Crees que tenga oportunidad?
—¿Con él? ¡Ja! —burló, y su amigo le palmeó la espalda—. Solo si tienes una bóveda en Gringotts lo suficientemente llena de dinero él te prestaría atención.
JiSung se asombraba del temple que MinHo tenía para ignorar todas las miradas y conversaciones que habían a su espalda. Él caminó desde la entrada hasta la mesa de Slytherin con Soonie a sus pies, donde su grupo lo esperaba bajo el mismo deje de impresión; su andar era tan imponente que pareció intimidar a todos aquellos con quien hizo contacto visual a medida que andaba, con su barbilla en alto, una mano en el bolsillo y su capa abierta para mostrar un chaleco suelto y su camisa del uniforme, el cual, para la sorpresa de los alumnos, llevaba el primer botón abierto junto con la corbata un poco suelta.
Vaya vista. JiSung tuvo que resistir el impulso de colocar su cabello fucsia.
—¿Soy el único que escucha música cuando ve a MinHo caminar? —susurró JiSung, igualmente impresionado que los demás chicos de la escuela. Una vez que MinHo tomó asiento junto a JongHo, los alumnos volvieron a su charla corriente.
—¿No es eso un indicio de que estás loco? —bromeó SeungMin.
—Loco por él.
—Ugh... —soltó el resto del grupo, sufriendo de la pena ajena.
Al llegar al aula de Defensas Contra las Artes Oscuras, JiSung recordó toda la situación que tenía que hablar con Cohan. Con sus amigos midieron las ventajas y desventajas de poder hablar con Cohan del tema, y, a sabiendas de que no conocían nada del pasado o estilo de vida que el hombre lleva fuera de Hogwarts, como también el no saber cómo es que funcionaba un desencantamiento de una runa memorial represiva, no querían tomar el riesgo de entregar información de algo que no se debía.
Una de las cosas que más volvía loco a JiSung era el nivel de información que poseía de la Compañía. La cantidad de aspectos y vivencias que pasó ahí que, bajo el relato de Erick, no era menor en comparación de HyunJin y Yeji, quienes fueron hijos de participantes activos de ella y que, por el discurso, no parecieron tener la menor idea en lo que sus padres estuvieron metidos.
La otra persona a la que JiSung podía recurrir era a los señores Hwang, también. Tal vez ellos no sabrían cómo romper una runa, pero sí debían de saber si es que JiSung vivió en la Compañía; algo debieron no solo conocer de él, sino también de sus padres y el funcionamiento.
«Vale, eso tiene más sentido —realizó JiSung, respecto a la disyuntiva con los señores Hwang—. Por supuesto que tuvieron que conocerme y solamente se hicieron los idiotas- tal como la profesora McGonagall. Es decir, ¿quién aceptaría en su casa para pasar las fiestas a un niño que apenas llevaba tres meses conociéndolo?»
Aunque, de nuevo, JiSung no sabía en quién confiar específicamente. Desconfiaba de todos los adultos, salvo de Erick.
(Lo cual le generaba un retorcijón de pena ajena hacia él mismo).
—Bien- el primer trimestre se basó en un intento mediocre de que aprendieran la práctica de los hechizos no verbales —comenzó Cohan su parte de la clase, mientras vagaba por el aula—. Como asumo que eso también lo colocan en práctica en sus otras asignaturas, hoy querré ver el encantamiento patronus.
—Profesor —SooJin alzó su mano—, eso no deberíamos de verlo hasta febrero.
—Bueno, a mí se me cantó verlo ahora —respondió sin interés—. Dumbledore me dijo que lo pusieron en práctica el año pasado, pero casi nadie logró hacerlo. Espero que su madurez mágica ya se haya perpetuado como para poder realizarlo, porque lo evaluaré, ¿vale?
—Ah, fantástico —susurró JiSung a HyunJin, mientras se levantaban de sus pupitres para que Cohan los pegara en las paredes—. Me calificarán con algo que no puedo realizar.
—¿Es que no ve la nube de trauma que todos nosotros tenemos? —obvió HyunJin—, además, no sé si hay algún buen pensamiento en este instante...
JiSung miró hacia donde HyunJin veía. No había interacción como tal, solo era Mina jugando con su varita en la espera de instrucciones mientras que, unos metros más allá, en su grupo, YeonJun le daba miradas que casi generó un poco de empatía en JiSung; aunque luego recordó todo lo que él era, y quiso destornillarse de la risa ahí mismo.
—¿Y cuándo hablarás con ella? —consultó JiSung.
—No sé —admitió HyunJin, nervioso—. Tengo un fuerte nudo en el estómago. Siento que, si le hablo, vomitaré sobre ella.
—Hablas como si recién te fueras a confesar.
—Me siento como si lo fuera a hacer —bromeó, antes de soltar un suspiro nervioso. JiSung no había visto así a HyunJin desde su amor platónico con una chica de quinto año de Ravenclaw cuando iban en tercer año—. Es que..., pienso que, de todas formas, algo debe haber dentro de ella si es que le aceptó la cita a YeonJun para navidad.
—Amor —concordó JiSung.
HyunJin lo miró, horrorizado, y sus rodillas debilitaron al instante.
—¡Me refiero! —JiSung tuvo que atajar a HyunJin para que no se desmayara—, quiero decir- amor hacia nosotros, hombre. Amor hacia ti. Ella fue capaz de soportar por toda una noche a YeonJun a cambio de que él nos dejara en paz. Yo no soportaría estar con él por treinta minutos solo para salvarme a mí mismo.
—Sí, pero... —HyunJin tuvo que bajar la voz. Cohan daba un discurso introductorio al uso del encantamiento patronus mucho menos romántico y esperanzador que el profesor Dumbledore dio el año anterior, por ende, se dieron el lujo de ignorarlo. —YeonJun..., él tiene razón.
El cabello de JiSung se tornó rojo de repente.
—Jódeme.
—Él tiene razón. La vida se le será más fácil a Mina si se va con alguien como YeonJun que con alguien como yo —repuso—. Pongámoslo en perspectiva: Mina y yo retomamos la relación, y terminamos- no sé, al año después de graduarnos. ¿Qué pasará de aquí a ese año? ¿Ella estaría, aunque sea bien, para cuando lleguemos a ese tiempo? Ni siquiera nosotros sabemos cómo será la política para nosotros en el futuro, y de que ella tenga de antecedente haber noviado con un veela solo la perjudica. Es decir, si YeonJun pudo conseguir información del padre de ella de una forma tan fácil, ¿cómo lo harán los aurores profesionales? ¿Qué pasa si le hacen algo a ella? ¿O si le hacen algo a su familia? Todos los caminos que tomemos llevarán a que ella termine odiándome.
JiSung no lo había visto de esa forma, y le dio tristeza notar que el alma romántica de HyunJin se viera corrompida por el contexto social le generaba un sentimiento de injusticia ante dicha corrupción. HyunJin tenía razón, y eso no solo podía apreciarse con Mina: también se vería con Felix, SeungMin y ChangBin, e incluso si Chan y JeongIn quisieran llevar su militancia en la Compañía en secreto también estarían bajo el ojo de la investigación. Verlo en perspectiva era terrible.
De repente, tal como la dirección de toda su existencia, pensó en MinHo.
—¿Tú no querías militar en la Compañía? —susurró JiSung. HyunJin asintió. Entonces, JiSung expresó con asco aquella cosa cursi que quería evitar—. Si es así..., ¿por qué no lo haces también por el amor que le tienes a ella?
—¿Eh?
—Es decir- sí, hombre. Concuerdo con ella en la idea de que es bizarro que te pongas intenso con la idea de tener un futuro, y casarte y cosas así con Mina porque ella simplemente no tiene esa costumbre —argumentó—. Sin embargo, si estás proyectando el futuro, y tampoco quieres que algo le pase a ella, ¿no es esa militancia tu carta de seguridad?, ¿la forma en la que puedas protegerla?
HyunJin quedó sin palabras por un momento. Cohan relataba cómo una vez su patronus lo salvó de enfrentarse a una criatura oscura en uno de sus viajes, y todos lo escuchaban con esa atención en la espera de llegar a la parte romántica porque, ¿a quién querían engañar? Dumbledore decía que el amor era el motor de todo los movimientos, y el patronus es la canalización más bella que podía tener la magia. HyunJin meditó lo que JiSung dijo por un instante y, sin saber qué más hacer, le preguntó:
—¿Qué canción muggle crees tú que sea la más romántica?
JiSung ya se despidió de unos de sus casets.
Cerca de ellos, Felix y SeungMin parecían charlar de algo. SeungMin mostraba sus uñas porque presuntamente estaban sucias, y Felix las tocó con su dedo con cuidado- una precavida contradictoria a los años de amistad que tenían. JiSung seguía sin saber cuál era el elefante de la habitación.
Luego de que Cohan terminase con su explicación, todos comenzaron a practicar el encantamiento. No supieron por qué, pero a los quince minutos fue la misma Mina quien realizó un encantamiento patronus que, para la sorpresa de todos, fue corpóreo. Cohan se veía sinceramente impresionado por la manera tan sencilla que ella lo hizo.
—Eres un sol cargado de felicidad —apremió con sarcasmo Cohan, y, con un movimiento de varitas, hizo aparecer un broche en el pecho de ella parecido al de los prefectos, que decía «la persona más feliz del mundo».
—Gracias —Mina no pareció notar el sarcasmo, solamente sus mejillas se enrojecieron y miró con ternura la pequeña nutria que nadaba en el espacio del aula.
—¿Creen que si me empastillo en pastillas eufóricas logre hacer un patronus? —consultó Felix, acercándose a JiSung y a HyunJin en la práctica—. Es decir, hay pastillas receptores de la serotonina, lo que significa que, si uso eso o tabletas de LSD, se me será fácil hacer estos encantamientos —meditó. De repente, su rostro se iluminó—. He hackeado el sistema mágico.
—Ni siquiera sé si alguno de nosotros será capaz de hacer un encantamiento así —opinó SeungMin—. Esto es una pérdida de tiempo. Estamos tan rotos y estresados que casi parece sádico tener estas clases.
—Proviniendo de Cohan- no me sorprendería —coincidió HyunJin.
JiSung también estaba de acuerdo, en especial porque el profesor daba sutiles miradas al chico.
Al final de la jornada de clase, Cohan evaluó el avance técnica-encantamiento del hechizo. Hizo pasar a todos los alumnos en orden de lista para poder hacer el encantamiento, y más de la mitad falló.
—Para la próxima clase, quiero que lleguen bajo los efectos de alguna sustancia si tanto les dificulta encontrar un recuerdo feliz —ordenó Cohan, mientras acomodaba las mesas en su lugar—, y- la próxima vez que encanten sus varitas para que saquen patos cada vez que pronuncien encantamientos, yo mismo los convertiré en gansos.
HyunJin había entrado en pánico al no poder hacer el encantamiento, así que SeungMin encantó la varita de él con el hechizo anatícula, haciendo que todo el salón terminase cargado de pequeños patos. Todos se llevaron uno, e incluso Felix salió del aula con cuatro cargados en sus brazos nombrándolos como los integrantes de la banda de Queen.
JiSung fue el último en abandonar la sala a propósito. Cuando los alumnos se fueron, rápidamente se dirigió hacia el escritorio de Cohan, donde, como era de esperarse, él ya veía venir la conversación.
—¿Por qué no me dijo que tenía una runa que reprimía mis memorias? —JiSung fue directo al grano.
—No era algo que me concernía —admitió Cohan con su natural despreocupación—. En especial porque era parte de su memoria; soy tu maestro, así que, no tenía idea si tus padres quisieron colocártelo y-
—¡Eso también! —recordó. «Vaya, tengo demasiados problemas»—. ¡Tengo una runa que me prohíbe decir eso! ¡Siempre vomito cuando lo hago!
—Puede ser un mecanismo de defensa de tu mente por algo que hiciste-
—No te hagas el tonto —insultó. Tarde JiSung notó que lo hizo, pero no podía dejarse llevar por la vergüenza—. Lo sabía y no me lo dijo. ¿Por qué?
Cohan pareció por primera vez tomar en consideración la molestia de JiSung para cruzarse de brazos y dejar esa personalidad juguetona de lado.
—Porque no me debo involucrar en tu vida —aclaró Cohan con seriedad—. Soy tu profesor. Tú eres mi alumno. No puedo interferir en tu vida- en especial en ti mismo, como las represiones lingüísticas y memoriales. De por sí ya fue una falta de ética lanzarte un hechizo diagnóstico, o una runa para curar tu garganta.
—Usted lo supo desde que quise practicar el patronus, ¿no es así? —Cohan asintió—. No puedo hacer el encantamiento porque no tengo todos mis recuerdos.
—Exacto.
—¿Y cómo puedo sacármelos?
Cohan le miró por un instante, antinaturalmente serio. JiSung no conocía nada de su profesor- nada de su currículum, ni su vida, ni siquiera de la edad que tenía; solamente era un hombre que se limitaba a hacer clases y a llevar una vida tan privada que, en compensación de no hablarlo, JiSung creía que se le hacía mucho más fácil analizar a la gente. ¿Quién mejor que alguien reservado notaba cuándo una persona evitaba hablar de las cosas?
Que Cohan supiera de esas cosas dejaba a JiSung en un estado de vulnerabilidad que podía relacionar con MinHo y su licantropía, una sensación parecida en la que MinHo no sabía de que alguien era consciente de su condición- de alguien que tenía poder en su vulnerabilidad, secretos y vida privada sin que la persona quien poseía la reserva era consciente de ello.
Si Cohan sabía de esas runas, JiSung creyó que ya no podía ocultarle nada más.
—El de represión lingüística es fácil. Toma tiempo, pero es fácil —aclaró Cohan—. Y el de represión memorial..., también es fácil. Pensé que lo supiste cuando me hablase de que querías aprender el uso de runas de aperturas.
—¿Runas de aperturas? —repitió JiSung, incrédulo—. Espere, ¿me dice que todo lo que tuve que hacer fue dibujarme esa runa en la cabeza?
—Seh, era así de sencillo. Aunque no creo que lo logres, y no lo digo por tu incompetencia y el pésimo mago que eres, sino porque debe hacerlo alguien que sí tenga la energía mágica suficiente, como también la práctica —Cohan se encogió de hombros—, puedes destrozar tu psiquis si la hace alguien inexperto.
«Erick», pensó JiSung, y su estómago se removió al haber pensado en él primero.
—¿Quieres que te lo quite? —ofreció Cohan.
—Solo el de lingüística —pidió.
Cohan se vio sorprendido por la petición. —¿Qué? ¿Solo una? ¿Qué pasa con la otra?
—Si se enterase que, de repente, parte de su vida está reprimida y todas las ideas que tenían no eran más que representaciones abstractas en vez de cosas verdaderas, ¿le gustaría saberlas de golpe?
—Sí —afirmó—, es mi vida perdida.
—Y esta es la mía —argumentó—. Así que..., por favor...
Cohan colocó sus ojos en blanco, pero terminó por acceder. Le pidió a JiSung que abriera la boca y sacara su lengua, cosa que él hizo a ciegas y, con confianza, permitió que Cohan colocara la punta de su varita en la lengua.
Fue un trabajo de dos minutos en donde, cuando pareció que su boca se secaría por completo, Cohan dijo:
—Listo. —Limpió la punta de su varita con su ropa, y JiSung comenzó a salivar al instante para humedecer su lengua. —¿Y bien? ¿Qué es lo que no puedes decir?
—No puedo hablar de mi papá y de mi mamá.
Decirlo en voz alta por primera vez desde que supo quiénes utilizaban el espacio generó un sentimiento confuso en su interior, sin medirlo como felicidad, rabia o tristeza- Era tanto la ambivalencia de lo que sentía que, el pronunciar «papá» con la imagen de Erick en su mente y «mamá» con la de Hana, le hizo sentir por primera vez como alguien normal.
Alguien con familia. Era real. Él no tenía padres muertos bajo el relato de Leela, o gente desconocida que él ni siquiera podía entablar algún tipo de conexión con é mismo. Tal vez JiSung podía no considerar a ninguno de los dos propiamente tal, pero, en la construcción de su mente con recuerdos reprimidos, tenía padres.
Sintió el cosquilleo de su nuca, y su actual cabello rubio se modificó a uno rosa. Cohan no supo cómo tomarse eso.
—Tus padres te colocaron esa runa, ¿eh? —observó Cohan—. Irónico. ¿Qué se siente tener padres?
—Extraño —admitió JiSung—. Aunque..., no más de lo que ya es. Decirlo no hace ninguna diferencia.
—El lenguaje construya realidades.
—Dígamelo cuando tenga un unicornio de mascota.
—¡Ja! ¡¿Me acabas de decir que esas cosas no existen?!
«Mierda». JiSung olvidó por completo que las fantasías de los muggles eran realidades en el mundo mágico.
—De todas formas... —JiSung no sabía cómo formular las palabras, así que, solamente pudo esbozar una incómoda y apenada sonrisa—, gracias por esto...
Cohan no correspondió, y dejó por un momento que JiSung se fuera del aula. Sin embargo, se levantó de su escritorio cuando lo vio llegar a la puerta.
—¿Cómo vas con el huevo? —consultó Cohan.
JiSung le miró, desentendido.
—¿Qué huevo?
—Merlín- eres idiota.
—¡Ah! ¡El del Torneo! —JiSung siempre se olvidaba de ese huevo—. Bien, supongo.
—Te creo.
¿Ya qué? JiSung se vio condenado a no tenerle secretos a Cohan.
—La verdad es que..., no tengo idea —admitió JiSung, sin acercarse a él—. Solo sé que algo tiene que ver con la segunda prueba, pero no sé qué. Cuando lo abro (porque esa mierda se abre), el huevo emite un chirrido de no-sé-qué. Estresante.
—Hm, interesante —farfulló—, porque, antes de las vacaciones, me encontré a Victoria Krum nadando en el Lago Negro con el huevo.
—¿Beneficios de respiración?
—Ni idea. Supongo que tendrás que hacer lo mismo.
JiSung esbozó una sonrisa. Cohan no superaba a Callaghan como maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras, pero sí parecía ser un sujeto bastante moral-gris, que igual desafiaba la autoridad.
Eso le agradaba de él.
Aquello hizo que, una vez que se reencontró con su grupo, llegó con la idea.
—SeungMin —informó—, los cuatro iremos a tomar un baño de tina en el baño de prefectos.
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Los ojos del grupo estaban pegados en él de una forma que no era para nada sutil, y MinHo no sabía cómo tomarlo.
—¿Qué? —cuestionó. No quería perder tiempo en su horario protegido dedicado a estudiar para los EXTASIS para contestar preguntas estúpidas de la gente.
—¿Eres gay? —SunWoo preguntó sin dilación—. ¿De verdad?
—No. Y no es tema de ustedes.
—Solo tema de El Profeta.
—¿Debía de avisarles?
—Lo que SunWoo quiere decir es..., lamentamos tu desheredamiento —interpuso SooJin la conversación—, debió de ser difícil para ti.
—Y para tus padres —completó SoYeon—. Ahora son aquellos que desheredaron a su hijo por homosexual.
«Pudo ser peor», reconoció MinHo, porque, si ahora su sexualidad parecía ser mediática ante el resto, no se quería imaginar cómo sería todo si fuese por su licantropía.
Su rodilla se sacudía debajo de la mesa, hartado de tener que seguir lidiando con ellos. A esas alturas, él prefería estar rondando en su soledad por todo el castillo a que estar aferrado a alguien con el mero concepto de «amistad». Le gustaría estar con ChangBin, pero era probable que él estuviese con los cuatro idiotas o con Bang Chan y lo último que él quiere es alzar aun más la sospecha; estar con MinJu también era una opción, sin embargo, olvidó por un instante lo que sucedió con ellos y la ambigua discusión que tuvieron en el tren a King's Cross.
Su mirada se alzó un poco de sus pergaminos para ver a SooJin, quien aferraba una mano en la correa de su bolso mientras escuchaba y discutía con SunWoo respecto a la opinión social que generó el tema. Cuando ella notó la mirada de MinHo, bajó sus ojos hacia el suelo, nerviosa, y escondió un mechón de cabello tras su oreja. Ella también debía de estar furiosa con él por haberla abandonado a la mitad del baile para navidad.
—... Si es así, el linaje no solo se acaba, pero también hará que más magos quieran ser homosexuales —insistió SunWoo.
—¿En serio eso te parece un problema? —consultó SoYeon, ofendida.
—Digo- desde la perspectiva de herencia. Me da lo mismo la gente gay y esas cosas, pero estamos hablando de alguien que tiene una responsabilidad y la está dejando de lado por su mero gusto —discutió, antes de dirigir a MinHo—. Ten un hijo y después te casas con un hombre.
—No puedo creer que todo lo que dices está incorrecto —admitió MinHo, impresionado—. ¿Dónde dejaste a Kevin, mi amigo?
SunWoo se vio ofendido por la alusión, lo que le hizo chistar su lengua, cruzarse de brazos y desviar su mirada. No parecía querer discutir con la inmadurez de MinHo.
—De igual forma, no tiene sentido lo que dices —una vez más, SooJin defendió a MinHo de SunWoo—. Lo desheredaron. El linaje ya no cuenta.
—El linaje va más allá de lo que dice una herencia —dijo SunWoo—. Estamos hablando de un hijo único en una de las familias más poderosas. MinHo debe de ser un estúpido como para no saber en qué posición se encuentra ahora.
—Pero, amor es amor... —SoYeon intentó, de nuevo, hacer que SunWoo entendiera—, se puede hacer ambas cosas..., los muggles tienen algo que es la inseminación. MinHo puede hacer eso.
La idea pareció buena en la cabeza de SunWoo, quien lo tomó en consideración.
—Tienes razón.
—¿Dejarán de discutir de mi homosexualidad, ahora? —pidió MinHo—. Quiero estudiar. Tengo examen de Estudios Antiguos en unos días.
SunWoo y SoYeon compartieron una mirada antes de darle las disculpas incómodas y, finalmente, irse. MinHo soltó un lacónico suspiro antes de notar que SooJin seguía ahí y, para su sorpresa, YeonJun; él se encontraba tan en silencio que MinHo ni siquiera se había dado cuenta de que su presencia estaba allí.
—¿Y a ese qué le pasa? —MinHo le susurró a SooJin. Le gustaba el chisme.
—Mina le contestó una de las tres cartas que le mandó —contestó ella en voz baja—. Dijo que se le perdió la pulsera que le regaló.
«Vaya», MinHo sentía que sería muy bastardo de su parte reírse en cara de YeonJun, considerando que Mina no parecía tener interés en seguir el juego de YeonJun. Sin embargo, antes de sonreír para burlarse con SooJin, ella tenía su rostro serio, enfrascado en la incomodidad y la pena.
—¿Y a ti qué? —le dijo a ella—. ¿Te preocupa algo...?
—¿En serio eres gay?
—Sabes que no.
—Entonces, ¿por qué te echaron de tu casa?
MinHo se aseguró de que YeonJun no lo escuchase.
—Ya sabes..., vieron mi correspondencia con él.
SooJin asintió, volvió a esconder un mechón de su pelo negro tras su oreja, y sostuvo su bolso en su barriga con un poco más de fuerza, insegura.
—¿También fue él por quien me dejaste plantada en el baile?
—Lo lamento por eso...
—Yo también. Estaba cansada de ser una muleta falsa.
—Tampoco te lo pedí que lo fueras.
—Pero era lo mejor. Sabes a lo que me refiero —dijo ella con severidad—. Además, SoYeon me contó que su padre ha escuchado que hay más redadas de la Compañía- ya sabes, aquellos que intentan migrar. Eso me hace pensar que...
—Estás equivocada —cortó MinHo enseguida, con un tono mucho más grave y persistente—. No tienes ni la menor idea de lo que hablas, y te recomiendo que te calles si es que no quieres estar metida en un problema mayor solo porque hablas de ese grupo con este chico al lado —aludió a YeonJun—, por lo que, te recomiendo que cierres la boca y dejes el tema de lado. ¿Queda claro, SooJin?
SooJin no escondió su miedo a la intimidación, y MinHo no pudo importarle menos ser un bastardo. Ella no tenía el derecho de entablar esas conversaciones o hacer alusiones que dejaban a MinHo aun expuesto en lo que sucedió. Que el secuestro de Margarita haya sido secreto hacía todo mil veces peor para soportar lo que pasaba, en especial porque, a veces, MinHo sentía que sus pensamientos eran fácilmente vislumbrados por todos. En especial ahora.
—S-sí. Queda claro —asintió SooJin. Antes de que MinHo regresase a su estudio, ella volvió a acercarse a él—. ¿Cómo te sientes?
—¿Ahora? Hastiado.
—M-me refiero —sonaba nerviosa— sobre la desheredación y esas cosas. Sé que no eres muy sensible, pero..., sigue siendo difícil.
«¿Qué te hace pensar eso? —quiso contestar de manera mucho más mordaz—. ¡Oh, quién lo diría! ¡Gente elitista tiene sentimientos! ¡Los ricos también lloran!» Casi pareciera ser una ridiculez todo lo que sucedía, porque era increíble la manera tan natural con la que SooJin hablaba de un tema que debería de dejar a MinHo totalmente vetado de ese tipo de sociedades. MinHo fue desheredado de los Lee, pero pareciera que su presencia en el Partido de Libertad Mágica lo hacía ubicarse en una posición de mártir para el resto en donde, casi como si quisieran afectarlo, en realidad terminaron por hacerle un favor al chico.
Sin embargo, con todo a favor, MinHo no podía evitar sentirse mal.
Aun cuando ya no le debía nada a nadie, él seguía con la sensación de que debía demostrarle algo a alguien. El profesor Flitwick, para la clase de Encantamientos, incluso se rio de cómo MinHo llevaba un botón de su camisa desabotonado y su corbata media suelta. ¿Tanto era el cambio que él hizo? Sabía que estuvo un poco fuera de personaje para las vacaciones, pero nadie podía culparlo- él estaba realmente triste. Y ahora, frente a la escuela, todos parecieran que tenían una nueva versión de MinHo: igualmente reprimida, pero mucho más bizarro.
MinHo se sentía reprimido, tan así que él apenas podía respirar correctamente. Debía de pensar en que cualquier cosa lo delataría, y que su familia en cualquier momento hablaría de su licantropía y lo dejaría a la deriva.
No obstante, había otra voz dentro de él, una voz bastante pretenciosa y cantarina (que casi podía ser símil del tono de JiSung) en el cual, con gracia, le decía que ya no debía nada a nadie; que ya era libre, en cierta forma, y que la personalidad tan recta que tenía gracias a los Lee podía romperse si es que MinHo simplemente se apoderaba de él; lo que aquello dejaba en la pregunta:
¿Quién era MinHo sin el Lee?
Los ojos de SooJin, delineados, perfectos y de alta alcurnia continuaban en él. MinHo se urgió bajo el café e intentó esbozar una sonrisa.
—De la mierda —admitió MinHo—. Me he contactado con el resto de mi familia para saber qué mierda hacer, pero no son de mucha ayuda. También es sofocante no saber qué haré una vez que me gradúe.
SooJin esbozó una pequeña sonrisa. —Aun te quedan seis meses.
MinHo, sin saber por qué, quiso corresponderle. —Algo bueno, aunque sea.
Aquello pareció aligerar el ambiente, porque SooJin comenzó a rebuscar en su bolso.
—No sabía cuándo darte esto, pero es un regalo de navidad —dijo SooJin, y sacó una pequeña bolsa de regalo- tan pequeña que MinHo no sabía qué podía caber ahí—. Yo lo tejí con ayuda de los elfos de mi casa. Aunque no sé si le quedará bueno.
—¿A quién? —burló MinHo. No obstante, al abrirlo, sacó de la bolsita un pequeño chaleco de lanilla color verde esmeralda—, para mí no, asumo. Es muy pequeño.
—Es para Soonie —explicó—. Ahora, con el invierno..., tal vez cuando quiera salir del castillo no se resfríe si usa eso.
MinHo no pensó alguna vez sentirse igualmente conmovido por SooJin siendo que casi la mandó al carajo segundos antes. Pensó en lo injusto que era con ella, y en la tristeza que debía de carrear por no corresponder sus sentimientos.
—Gracias —se esmeró en decir MinHo—, es un detalle precioso.
SooJin solo sonrió y se levantó de su asiento.
—YeonJun —llamó ella—, tengo hambre. Vamos.
YeonJun reaccionó sin decir alguna palabra, dejó que SooJin le tomara del brazo y los dos se fueron de la sala de estudio de Slytherin. MinHo, sin saber qué más hacer, guardó el chaleco en su bolso y prosiguió estudiando con las palabras de SooJin en su mente.
Una vez que encontró suficiente el estudio, guardó todo y se dirigió hacia el Gran Comedor para ir a cenar; sin embargo, al entrar, recibió el llamado de Lucas.
—¡MinHo! ¡MinHo! —chilló Lucas desde la mesa de Gryffindor.
MinHo puso sus ojos en blanco y fue hacia él. El niño parecía nervioso, tanto que él como sus amigos de la mesa lo miraban con esos ojos de cachorro totalmente perturbados.
—¿Qué quieres que no puedes recurrir a tu hermano? —preguntó MinHo.
—No está acá —contestó Lucas, nervioso. MinHo echó una barrida visual y, efectivamente, no se encontraba ahí. Ni siquiera en la mesa de Hufflepuff, donde los cuatro idiotas se encontraban comiendo con suma rapidez la cena—. Necesito tu ayuda.
—¿Qué te pasa?
Lucas se movió en el asiento de una forma que MinHo no supo interpretar, y sus dos amigos lo imitaron. Por un instante, MinHo pensó que los tres chicos tenían comezón en el trasero por al forma tan absurda en la que se movían, sin embargo, tarde captó cómo un grupo de primer año de la casa de Slytherin se reían de ellos.
—¿Están pegados a sus asientos? —adivinó MinHo.
—¡Sííí! —lloriquearon los tres.
MinHo volvió a poner sus ojos en blanco y, con un encantamiento deshacedor, MinHo movió su varita sobre ellos y los despegó del asiento.
—¿Qué demonios le hicieron? —preguntó MinHo.
—¡Es la culpa de ellos! —chilló la chica del grupo, mientras los otros dos muchachos asentían—. Nosotros solo queríamos colocarlos en su lugar. Se burlan de Tonny porque es hijo de muggles.
—¿Quién demonios es Tonny?
—¡Él es Tonny! —apuntó Lucas al tercer muchacho, quien, sin hablar, asentía efusivamente—. Nosotros solo queremos colocarlos en su lugar.
—Bueno, si lo van a hacer, háganlo de una forma que no delate que sean ustedes —obvió MinHo—. Esperen a que molesten a otro chiquillo para que ustedes puedan vengarse.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Porque, de esa forma, los de Slytherin no sabrán que fueron ustedes, sino este nuevo chiquillo que molestaron.
Era un pésimo consejo por parte del Premio Anual, pero era mejor eso a que evitar una pelea en la que nadie haría caso.
Los tres chicos de Gryffindor le dieron las gracias y MinHo se dirigió de nuevo hacia su mesa, aunque su tranquilidad se fue al carajo cuando los cuatro idiotas se movieron con copas y platos arriba de ellos, chocando con MinHo en el proceso y manchándolo de jugo de calabaza.
—¿Están idiotas? —les regañó MinHo enseguida, mientras se sacudía el líquido de su camisa. El estruendo fue lo suficientemente grande como para captar la atención de parte de los estudiantes del Gran Comedor—. Fíjense por dónde van, carajo.
—Oh- oh..., MinHo dijo una grosería —burló SeungMin.
—¿Y cómo no? Si ustedes son más estresantes que la mierda —masculló—. ¿Dónde demonios van tan rápido?
—A tomar un baño —continuó HyunJin—. ¿Quieres acompañarnos?
—Ustedes no se bañan, mentirosos —acusó—. Un punto menos para cada uno. Lárguense.
Felix le lanzó un beso mientras que el resto le alzaba el dedo del medio. MinHo, un poco agraciado, notó algo diferente en JiSung- tal como todas las veces, con su rubio mezclado por la camiseta de Quidditch de HyunJin.
—Oye —MinHo atajó a los chicos una vez más, y apuntó a JiSung—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que te coloques tu informe?
MinHo vio a JiSung sonreír de esa forma coqueta que usaba para bromear, y dijo: —¿No prefieres verlo en el suelo de tu habitación?
—Cuando quieras, Hannie —dijo de vuelta. Notó los ojos de JiSung tornar un fuerte violeta antes de darse vuelta y salir con su grupo de ahí.
El resto del Gran Comedor terminó por perder la cabeza.
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—«Cuando quieras, Hannie» —repitió Felix, mientras se acomodaba en el suelo del azulejo del baño—. Vaya, hasta yo me encendí con eso.
—No te cuesta encenderte con mucho, en realidad —le dijo JiSung.
—Tienes razón. ¿No quieres que hagamos un trío?
—Ah- ja, ja. Sí, seguro. Cuando quieras te comparto a MinHo —bromeó con esa gran dosis de sarcasmo peligrosa que hizo a Felix y SeungMin carcajear por los celos de él.
El baño era enorme, tanto que se preguntó por qué SeungMin egoístamente no lo cedía a elloa. Tenían que ingresar con contraseña, y adentro se podía apreciar una gran bañera que perfectamente podía ser una tina, con grifos que daban a distintos tipos de agua- helada, caliente, tibia, con sales de mar o aromatizante; burbujas de algunos colores, hierbas y demás que parecía dar un buen baño.
—No tiendo a usarlo —explicó SeungMin—, yo-
—«No me baño» —se burló Felix.
—Yo no tengo la paciencia para hacer todo esto —continuó, ignorándolo—. Solo tomo un baño aquí cuando estoy realmente estresado- que es la mayor parte de tiempo.
El único que no opinaba al respecto era HyunJin, quien se acomodó en el azulejo, colocando su chaqueta como almohada, y continuó estudiando la gran lista de canciones que JiSung tenía en su walkman para saber qué canción específica podía dedicarle a Mina.
—¿Por qué lo dices? —preguntó JiSung, a medida que se sacaba su ropa y la dejaba junto al huevo de oro—, yo no saldría de acá en años.
—Sí, bueno, es que hay algunas cosas que son incó...
—¿Alguien más viene a hacerme compañía?
—¡Ah! —Los cuatro chicos saltaron del terror. En el otro lado de la gran tina, una fantasmagórica figura de una chica tristona pero con sonrisa burlesca les observaba. —¡Myrtle!
Myrtle la Llorona, el fantasma de la escuela que murió en el baño porque vio un basilisco a los ojos. Había baños en los que los chicos preferían evitar para toparse el encuentro desagradable con ella- haciendo comentarios sugestivos que tachaban al acoso a los chicos, e insultos denigrantes a las chicas; nadie en particular le agradaba ella.
—No pensé que mi primer baño con alguien sería contigo, JiSung —comentó ella, sugestivamente.
—¿Y crees que el mío sí? —preguntó JiSung, asustado—. ¿Qué demonios? ¡Lárgate!
—No puedo, el último chico ya me echó y ni siquiera me dejó mirar un poco —dijo Myrtle con un puchero en sus labios.
«Bang Chan —reconoció JiSung—. Y el hijo de puta no me habló de esto».
—¿Qué hizo el último chico? —le consultó SeungMin a Myrtle—. ¿Se sumergió? ¿Solo abrió el huevo o...?
—Ah~, ¿me echan, pero quieren favores de mí? Todos los hombres son unos hipócritas —discutió Myrtle con ofensa—. Supongo que solamente taparé el agua y colocaré aguas grises por acá-
—¡No, por favor! —interrumpió JiSung—. ¡Vale, quédate!
Myrtle esbozó una extensa y gatuna sonrisa, y se zabulló en el agua. JiSung miró a SeungMin y Felix incapaz de creer lo que hacía, y finalmente se decidió por zambullirse también adentro.
—Muy bien —Myrtle parecía satisfecha de ver a JiSung—. Ahora, haz lo que el otro chico hizo: abre el huevo.
—Pero sonará feo...
—Bajo el agua, estúpido.
JiSung tragó con incomodidad. Felix le tendió el huevo y lo hundió por debajo de la superficie de la espuma, lo abrió y, al notar que nada pasaba, Myrtle hizo una referencia con su cabeza para que él también se hundiera.
Tomó aire y se sumergió. A primera instancia no pareció escuchar nada, pero, desde su oído derecho, un precioso cántico se acopló en su cerebro- un canto de sirena.
Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos,
que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos.
Y estas palabras medita mientras tanto,
pues son importantes, ¡no sabes cuánto!:
Nos hemos llevado lo que más valoras,
y para encontrarlo tienes una hora.
Pasado este tiempo, ¡negras perspectivas!
Demasiado tarde, ya no habrá salida.
JiSung terminó por salir del agua, jadeando en la búsqueda de la respiración. Tanto SeungMin como Felix lo miraron expectantes a lo que sucedía.
—¿Qué pasó? ¿Qué escuchaste? —consultó SeungMin.
—D-donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos, que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos —repitió JiSung, mientras peinaba hacia atrás su cabello para que no le cayera agua a la cara—. Y..., no sé qué más. Se llevarán algo preciado.
—Oh, no. De nuevo la capa —lamentó Felix.
—¿Sabes a lo que se refiere? —JiSung le preguntó a SeungMin—. ¿Qué no se escucha en la tierra?
—Muchas cosas —reconoció SeungMin, inseguro—, puede ser de una criatura, o de lo que los humanos no alcanzan a escuchar. Puede ser..., no lo sé, demasiadas cosas.
—P-pero todavía tenemos demasiado tiempo para descifrarlo, ¿no? —corroboró JiSung—. Es en febrero...
SeungMin, inseguro, se encogió de hombros. Felix le tendió a JiSung una toalla, y él terminó por secarse mientras el olor a fragancia de lavanda se adhería a su cuerpo.
Los cuatro salieron del baño, y SeungMin rápidamente fue hacia su reunión de prefectos donde Kim MinJu organizaría las rondas de ellos por lo que quedaba de trimestre. HyunJin continuaba con su musicalización, totalmente concentrado, mientras que Felix y JiSung intentaban descifrar el enigma que plantearon las voces.
Sin embargo, al llegar a los barriles de la entrada de Hufflepuff, el corazón de JiSung dio un vuelco al ver a MinHo parado ahí, con sus manos en su túnica, su cabello negro hacia atrás y, desde su calentura, totalmente atractivo.
—¿Vamos? —ofreció MinHo a él.
JiSung le entregó el huevo a Felix y rápidamente fue tras MinHo, dejando a los dos solos ahí.
—Ah... —suspiró Felix con letanía, mientras hacia el ritmo en el barril—, yo también quiero estar así.
—O sea, puedes, pero no te decides —opinó HyunJin, mientras se sacaba un auricular.
—¿Cómo eso? —cuestionó.
—Ya sabes- ChangBin y SeungMin..., SeungMin y ChangBin —divagó él mientras entraba por el túnel. Felix, atontado, quedó plantado por un momento antes de correr tras él—. No te hagas el tonto.
—¡No me hago! ¡En serio no me gusta ChangBin!
—¿Y qué hay de SeungMin?
HyunJin se giró para ver a Felix al momento en que quedó callado, absorto en sus pensamiento que se adhería al terror de la posibilidad de gustarle SeungMin.
Nadie negaría que, hasta cierto tiempo, HyunJin también era un romántico empedernido que veía a las parejas de la escuela con el deseo de también estar en algo parecido; sin embargo, ahora, con una relación a punto de seguir o terminar, podía colocar en perspectiva el miedo de Felix al perder la amistad de SeungMin si es que siquiera podía llegar a considerar eso como sentimientos.
Inseguro, Felix habló:
—Es mi mejor amigo —explicó Felix—. No va a gustarme..., es amigo.
—¿Un amigo como yo?
HyunJin no esperó dejar a Felix sin habla, y una cosa se removió dentro de su estómago al notar los ojos de su amigo aguarse.
—Tu nunca te agarrarías a besos con JiSung —continuó HyunJin—, para ti sería demasiado bizarro; pero, por alguna razón, SeungMin es diferente.
Felix tragó duro. Los dos entraron al cuarto y Felix se sentó en su propia cama, totalmente nervioso e incómodo por la conversación. HyunJin, por su parte, vagó por el lado de JiSung para buscar más casets de música romántica.
—No estoy en condiciones de que me guste alguien —dijo Felix.
—Nadie lo está —aclaró HyunJin—, y, además, no te estaría gustando alguien. Es SeungMin, Felix. No conoces mejor a nadie que a SeungMin, y viceversa.
Mientras Felix quedaba plantado ahí en el romanticismo, con HyunJin cambiando el tema para hablar sobre sus sentimientos hacia Mina; al otro lado del castillo, en el séptimo piso, JiSung y MinHo cruzaron la Sala de Menesteres para caer con rapidez en los brazos del otro.
—¿Por qué hueles a lavanda? —preguntó MinHo, con sus brazos aferrados a los hombros de JiSung mientras él olfateaba su cuello.
—Tuve que bañarme para saber que el huevo tenía un mensaje oculto —explicó JiSung, mientras le sacaba la capa a MinHo para poder tocarlo—. Ahora que tengo el mensaje, solo tengo que decodificarlo.
JiSung se sentó en el sofá y tomó a MinHo de las manos para que se acomodara sobre él, lo que llevó a que MinHo lo recostara en toda la extensión para dejar a JiSung debajo de él.
—¿Significa que tienes un problema menos? —consultó MinHo; JiSung sentía cosquillas al tener las manos de MinHo escondidas bajo su ropa, que viajaban por todo su abdomen, espalda y pecho.
—Claro que no. Siento que, cada que resuelvo uno, aparecen diez más —dijo JiSung—, en especial ahora, cariño. ¿Por qué de repente eres el centro de atención?
—Porque me echaron de la casa.
—Escucho a tantos chicos decir que, como eres gay, creen tener una oportunidad contigo —contó. La capa de MinHo y a estaba en el suelo, y ahora JiSung le sacaba a MinHo su chaleco para continuar con el desabotonar su camisa—. Creen que pueden tenerte..., que pueden hacerte algo que no te han hecho ya.
—¿En serio son así de explícitos?
—No, pero solo basta con mi paranoia para encelarme.
La boca de MinHo estaba tan cerca de la de JiSung que resultaba peligroso el no besarle, sin embargo, cuando JiSung se inclinó, MinHo apartó su cabeza con una sonrisa burlesca.
—¿Te colocas celoso? —molestó MinHo—, ¿te molesta que me sienta más libre?
—Demasiado —admitió—, tan liberal y yo sin poder tenerte...
JiSung quiso besarlo de nuevo, pero MinHo se apartó más a tal punto que quedó sentado en el sofá. JiSung, frustrado, se incorporó.
—¿Por qué no me dejas besarte? —rogó JiSung.
—Porque es divertido molestarte —confesó MinHo, al mismo tiempo que con una de sus manos acariciaba el cabello violeta de JiSung—. Eres adorable.
JiSung no supo por qué, pero aquello le generó una vergüenza y timidez tan profunda que el cabello violeta se volvió rosa. MinHo soltó una carcajada que dejó a JiSung hechizado.
Para el instante en que MinHo finalmente lo besó, JiSung tuvo una epifanía a la hora de colocar sus manos alrededor de él. Una mano, tal del cliché, se aferraba de la manera en la que debía de hacerse: tomarlo del hombro, de la cintura, del rostro o del cabello; MinHo tenía una mano aferrada al muslo de JiSung mientras que él lo apegaba desde la nuca. Sin embargo, la otra mano- libre e inconsciente, generaba cosas que solamente los sentimientos profundos podían manifestar, por eso, desde la pena ajena de la cursilería y de lo que prometió nunca hacer, entrelazó su mano con la de MinHo.
Se sentía ridículo en ese instante, tan apenado de sí mismo que, al sacarse su camiseta, pensó en cuán estúpido estaba siendo. MinHo parecía actuar de otra forma que generaba la incomodidad de conocer a alguien nuevo para JiSung, a tal punto que, cuando terminó por desabotonarle la camisa y desabrochar el pantalón, quedó bloqueado.
—Ah... —JiSung murmuró—, no sé cómo proseguir.
MinHo se acercó y le dio un beso detrás de la oreja.
—Entonces, es mi turno.
Fue una extensa sesión de besos que dejó a JiSung en llamas, aunque las risas de torpeza se acoplaban en su garganta. MinHo estaba ahí, y él también, y a veces focalizaba demasiado su atención en los rasgos de MinHo que se llegaba a preguntar cómo es que alguien como él estaba con alguien como JiSung, de cuántos universos esa situación habría sido probable, y de si MinHo se habría fijado en él si no hubiese sido un licántropo.
Una vez que terminaron, se vistieron en silencio con suma pereza. JiSung estaba en el sofá junto a MinHo, y le terminaba de abotonar la camisa cuando notó de nuevo las cicatrices de su cuerpo; tan abundantes, tan pertinentes y delatadoras que posicionaba a MinHo en una situación específica.
Entonces, JiSung cayó en cuenta.
—¿Te sientes muy triste? —preguntó él.
MinHo no contestó a primera instancia, pero terminó por asentir. La fascinación que tuvo de él, la idealización de su figura durante el sexo terminó por desplazarse hasta lo más profundo del tiempo para solamente abrazar a MinHo y dejar que él llorara en su hombro, con la gran muestra de terror de lo que era estar solo en ese mundo.
JiSung ya había pasado por lo que MinHo pasó, y sabía esa sensación de marginación y soledad en la que nadie lo comprendía. JiSung no quería que MinHo se sintiera así, y estaba aterrado de no saber si manifestaba de forma correcta la compañía. Tener a MinHo llorando en su hombro no era solo un consuelo para él, pero también lo era para el JiSung de quince años, aquel que estaba en cuarto año, y peleaba con todo el mundo al no poder expresar su rabia- el que se sentía enfermo de la pena, y cargado de escamas de dragón que le pesaban el sentimiento.
JiSung haría todo lo posible para que MinHo no cargara con escamas de dragón.
—Cuando eres un niño..., tú crees que tus padres tienen la respuesta para todo —dijo MinHo, luego de haber llorado un rato—. Te enseñan lo que puedes y no hacer, o lo que puedes hacer a escondidas. Pasé ocho años de mi vida con eso hasta que me mordieron..., y supongo que fue en la primera luna llena donde supe que estaba solo porque no es que ellos fueran inexpertos, pero ellos simplemente estaban igual de indefensos como yo.
»No puedo culparlos, pero tengo remordimiento. Ellos no sabían qué demonios hacer con su hijo enfermo, y mucho menos sabía yo- sin embargo, tuve que enseñarles: lo que dolía, lo que no, el cómo tratarme las heridas y mis dolores en los días lejanos de la luna llena. Sentía tanta pena por ellos porque..., porque, a pesar de todo, ellos no se merecían tener un hijo como yo.
—Tú eras un hijo excepcional —insistió JiSung—, el mejor de Hogwarts. Prefecto, Premio Anual, primer lugar académicamente. Eres el retrato de lo que ellos querían que fueras.
—Y no era suficiente —repuso, apenado—. Ya no sé cuándo fue el momento en que acabé con mi vida.
JiSung no supo cómo se las arregló para no llorar en ese instante, pero sabía que, a pesar de que su cabello continuaba con el violeta, era probable que la camelia de su dormitorio estaba encendida en azul.
«Nos hemos llevado lo que más valoras, y para encontrarlo tienes una hora. Pasado este tiempo, ¡negras perspectivas! Demasiado tarde, ya no habrá salida.», decía la canción del huevo de oro, y eso solo pudo ubicarlo en MinHo.
«No se lo pueden llevar —pensó JiSung—. No a él».
Tal vez solo el huevo era parte de la prueba del Torneo de los Tres Magos, pero DeLuca estaba detrás de eso. JiSung no podía evitar hacer de todo una gran analogía del caos que estaba siendo la vida de ambos en ese instante con el Torneo.
Entonces, mientras volvía a abrazar a MinHo, solamente rogó para que él jamás se fuera.
[1] hay un tag en AO3 que dice "no hay lector beta, ustedes tienen que vivir con mis errores" y jamás me he sentido tan identificada con un tag que como ese.
[2] me di cuenta que los nenes están teniendo problemas normales. Qué lindo, sigan así.
[3] no sé si esta semana pueda traer capítulo porque tengo algunos examenes y entregas por hacer, así que regresaría la actualización (si dios quiere) el miércoles o jueves 10 u 11 <3
Gracias por leer, les amo<3
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