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30. La misión del Metamorfomago

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 30

La misión del Metamorfomago

Tw- hay descripción de violencia gráfica

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Diciembre 26, lunes en la madrugada

MinHo fue lanzado directamente hacia su dormitorio mientras su madre cerraba de un portazo la puerta del dormitorio, con ella adentro. MinHo esperó con paciencia el siguiente paso a actuar- algo que le dijera que estaba o no en problemas (o, mejor dicho, el nivel de problemas). HyunKi quedó momentáneamente pegada junto a la madera, con su vista hacia el suelo.

Ansioso, MinHo miró hacia todas partes de su dormitorio. Su varita continuaba en su mano, pero no se creía capaz de poder atacar a su madre. La idea de aparecerse también era tentadora, sin embargo, la mansión estaba construida con ese encantamiento que no lo permitía- por eso existía la zona de seguridad a un kilómetro de ahí. Podía lanzarse por la ventana y correr hasta la zona de seguridad, o ir hacia el sótano y rebuscar alguna escoba abandonada que él pudiese utilizar. Si usaba la red flú, sería capturado enseguida.

«Capturado —MinHo detuvo toda su planificación al instante—. ¿Cómo es que pienso en que me capturarán?»

Sin embargo, para la cabeza de MinHo, él ya no encontraba más tiempo. Debía de largarse, en ir hacia Hogwarts o..., o donde sea que Shuhua viviera.

HyunKi finalmente se apartó de la puerta, y con sus ojos destilando ira, apuntó a MinHo.

—Traidor —acusó ella al instante.

MinHo ni siquiera podía contrariar sus palabras. Su respiración estaba tan atascada que no podía moverse.

—Mamá-

—Eres un traidor —repitió HyunKi, y dio unos apresurados pasos hacia él—. ¡¿Cómo se te ocurre traicionar a tu familia de esa manera?!

—Mamá-

Ella lo calló con un mero movimiento de manos. Por un instante, él pensó que la abofetearía, sin embargo, ella comenzó a pasar sus manos por su rostro y su cabello, totalmente alterada y temblorosa. Caminó por el dormitorio como si ahí encontraría una respuesta, y tomó asiento en la cama mientras gemía en llanto con su rostro cubierto.

Como si el tiempo estaba por acabar, MinHo también vagó por la habitación. Con rapidez, invocó en una de sus mochilas escolares el encantamiento expansivo que tendía a practicar para guardar mudas de ropa interior, calcetas, pantalones de estar en casa y camisas sueltas.

—¿Te vas con ellos? ¿Te vas a rescatar a esa mujer? —interrogó HyunKi. MinHo no se atrevió a contestar—. ¡Respóndeme! ¡¿Trabajas para la Compañía?!

—¡No! —vociferó su mentira—. ¡Solo creo en lo que es justo!

—¡Eres un jodido traidor! —chilló, y agarró sus cabellos con desespero—. ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! —inculpó. El temblor de sus manos hizo que la mochila cayera hacia el suelo, al igual que su varita—. ¡Me criaste en este entorno de mierda! ¡De pura mierda! ¡No puedo hacer nada sin pensar en que ustedes me matarán!

—¡¿Por qué crees eso?!

—¡No me lo han hecho fácil, mamá! ¡El despacho de mi abuelo está cargado de pellejo de lobos, y se lo mostraban a un niño licántropo! ¡Eso fue terrible!

—¡Con tu padre hicimos de todo para cuidarte de tu bestialidad! ¡Te buscamos las rejas más cómodas, y te custodiábamos para que no le hicieras daño a nadie!

—¡Jamás se dieron el tiempo para entender al lobo! —chilló MinHo, tan descontrolado y anormal que su voz salió endeble—. ¡Por culpa de ustedes, el lobo me odiaba! ¡¿Por qué no me quisieron, después de que me mordieron?!

—¡No fue culpa nuestra!

—¡Pudo ser mejor! —escupió—. ¡Yo hago lo que creo correcto, mamá!

—¡Agh! —Con total frustración, HyunKi sacó su varita y un encantamiento de color esmeralda brotó de él, tan corto que arañó la mejilla de MinHo. Él apenas pudo digerir el impacto cuando sintió cómo de a poco, de la herida, la sangre caía en pequeñas gotas contaminada con el negro de la oxidación.

HyunKi se arrepintió al instante de su acción. Ella soltó su varita enseguida y el silencio se rompió entre sus sollozos junto con la magia que chocaba con el suelo. MinHo, atontado, tocó su mejilla para comprobar la cantidad de sangre que tenía.

Ese fue un punto de inflexión para MinHo, o así lo sintió él. La realidad se fragmentó por un instante en su cerebro y, de forma veloz, comenzó a pensar en todas las siguientes salidas que podía tener esa situación. Él, resignado, se arrodillaría ante su madre para pedirle disculpas y le haría un té para que se recompusiera, para actuar con total ignorancia frente a su padre cuando viera la herida de su mejilla.

O, por otra parte, podría ser las secuelas de la crianza de esa casa. Una idea mucho más tentativa y a doc de lo que el propio MinHo se consideraba porque, con su corazón apresado en las manos de su madre, él tuvo que recordar la palabra «valentía» en su cabeza para sostener su mentón en alto.

—Es mejor que me vaya —indicó MinHo, con el autocontrol a punto de romperse como el vidrio.

—N...no, espera un poco —pidió HyunKi, mientras se las arreglaba para levantarse—. Por favor..., dame un minuto.

Ella salió del dormitorio de MinHo, y él deseó optar esa oportunidad idílica para la fuga. Continuó guardando las cosas en su mochila, a su vez que se limpiaba compulsivamente con su hombro su mejilla sangrante; era bastante diferente recibir una cicatriz hecha por él mismo a que hecha por su madre, y encontraba un punto de justicia en ambas cosas- casi poético, desde el punto de vista de MinHo, porque se preguntó en ese instante cuánto rencor le llevaba su madre desde que fue mordido.

Al terminar de guardar esos textos y libretas donde tenía sus pensamientos respecto a la magia, los libros de ATLAS donde buscaba la historiografía, sus útiles de aseo y su ropa, pensó en que no había mucho dentro de su propia casa que pudiese apropiarlo como suyo.

Aterrado, sus manos presionaron la mochila al sentir el rechinido de la puerta. HyunKi ingresó y cerró la puerta con velocidad, con un pequeño saco de tela en sus manos sellado con un cordón de oro.

—T-tú papá me dijo que sacara nuestro dinero de Gringotts por... por la crisis económica que habrá, luego de que DeLuca haya querido cerrar las fronteras comerciales —contó ella, mientras sorbía su mucosidad. Tomó con fuerza la mano de MinHo y posó la bolsita ahí—. Aquí está tu parte..., el dinero de las herencias, de tu pensión y mesada. Sacarás tu dinero de Gringotts- el sueldo que ganaste y, si puedes, apela a tus tíos para que te den tu parte de la herencia- intenta con mis hermanos —aconsejó ella—, porque yo- yo te desheredo de la familia.

MinHo tuvo que contener la respiración por un instante gracias a la gran cantidad de información que estaba recibiendo en ese instante. En un segundo, MinHo era atacado por su madre bajo el proclamo de la traición; en otro, ella le estaba entregando una gran cantidad de dinero con el fin de desheredarlo.

Totalmente perdido, el negó. —Yo no aceptaré-

—Yo no me haré cargo de un traidor. Eso me pesará en el alma por el resto de mi vida —aclaró HyunKi—. Pero también me pesará saber que he matado a mi propio hijo. Claro que no fue tu culpa que te hayan mordido, pero tú no entiendes que tampoco fue la nuestra. Prefiero echarte de la casa, olvidarme de que existes y que mueras en batalla, antes de que mueras con nosotros.

'No entendió qué fue lo que tuvo que hacer en ese instante- incluso se consideraría un traidor en él mismo al querer abrazarla; en cambio, MinHo solo pudo asentir y aceptar la bolsita que su madre le tendía.

Probablemente él se transforme en un buscador político, todo dependiendo de la excusa que daría su madre para echarlo de la casa.

Guardó la bolsa en su mochila, y la cruzó en su hombro. Le dio una última mirada a su madre, tal vez para memorizar las facciones de ella, antes de salir de su dormitorio y correr lejos de la mansión- sin despedirse de su padre, mucho menos de su abuelo y de los invitados que aún quedaban de rezagados de la cena. Él solamente corrió de ahí sin importar sus dolencias- porque, en ese instante, nada era más intolerable que la impotencia que cosquilleaban sus manos.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

In the most biblical sense – I am beyond repentance – fake hooker, prostitute, wench vomits her mind —cantó JiSung mientras se movía por todo el dormitorio, con su cabello reemplazado por uno más largo y rubio—. But in the cultural sense – I just speak in future tense – Judas, kiss me, if offence – or wear ear condom next time.

Soonie miraba a JiSung desde su cama, con los ojos abiertos y pupilas dilatadas a la cabellera que se balanceaba de un lado a otro. SeungMin y HyunJin tenían sus bocas abiertas, impresionado, mientras que JeongIn moría de la risa en el tapete amarillo del dormitorio y Chan intentaba mantenerse lo mayor serio posible ante tal imitación que JiSung hacía de Lady Gaga; sin embargo, no pudo evitar soltar una cuando Felix apareció en el cuarto con su cabello rodeado por una toalla amarilla, y comenzó a cantar:

I wanna love you – but something's pulling me away from you~

Jesus is my virtue —continuó JiSung, y posó junto a Felix.

And Judas is the demon I cling to~

Ambos chicos sacudieron sus cabezas al ritmo de la canción, y gritaron:

I cling to!

Finalmente, HyunJin y SeungMin terminaron por unirse a las carcajadas del grupo. La perfomrance que JiSung y Felix comenzaron a hacer tenía como finalidad para que ellos se culturizaran con la sociedad muggle, pero terminó en una presentación por parte de ambos que, en la sublevación, JiSung se transformó por completo en Lady Gaga.

—¡Oh, dios! ¡Oh, dios! —chilló Felix, y corrió hasta su mesa de noche. Chan, cerca de la radio, decidió cambiar la canción a lo que era Bad Romance, donde JiSung continuó con la presentación.

JiSung, al borde de morir de la risa, tomó a JeongIn del suelo y, tras ubicarlo sobre el baúl, comenzó a bailarle de una manera provocativa y ridícula, lo que hizo que el chico no solo se sonrojara, pero también exclamara para que se detuviera.

Los seis estaban disfrutando del día. Luego de una jornada cargada de pereza, se reunieron en la noche en el dormitorio de Hufflepuff para ponerse a jugar con las cosas que le regalaron para navidad. Felix fue el más contento en ese instante, quien recibió por parte de su madre una cámara polaroid junto con diversos repuestos vírgenes para poder usar a lo que quedaba del ciclo escolar. Felix quedó encantado, y en esa mera noche ya había usado diez.

HyunJin, junto a SeungMin, comían de la gran cantidad de dulces que los padres de SeungMin les dieron, mientras que HyunJin intentaba continuar con las risas aun cuando tenía su cabeza lejana. Chan no era de mucha compañía, ya que le atrofiaba su zona de comfort, pero al verlo con la mejor de las sonrisas- HyunJin no tuvo en corazón como para apartarlo.

Walk, walk, fashion, baby – Work it, move that bitch crazy —canturreó JiSung, esta vez con poses y movimientos vogue que alguna vez vio en televisión—. Walk, walk, fashion, baby – work it, I'm a free bitch, baby~

Las risas estaban atascadas, y ellos estaban pasando por un buen momento. No obstante, para JiSung, terminó yéndose al carajo al notar cómo el gato platinado ingresaba por la ventana.

—¡Oh! —exclamó JeongIn, asombrado—. ¡Un patronus!

Pero él era el único asombrado. Chan se levantó al notar el rostro de consternación que JiSung formó- demasiado, incluso para la sorpresa de tus amigos.

—Es de MinHo —informó HyunJin—, ¿te echa de menos?

—No —escupió al instante JiSung. Lady Gaga desapareció para darle paso al metamorfomago normal, con su cabello completamente blanco—. Le dije que me mandara al gato si...

—... La familia de Shuhua tiene a la esposa de Callaghan en su casa. Nos veremos allá —sonó la fantasmagórica voz de MinHo, en su lejanía. Tan pronto como el gato dio la noticia, este se desvaneció.

—Oh, mierda... —exclamó HyunJin—, JiSung-

Tarde, porque él ya se aproximó hacia el mapa de Reino Unido y lo arrancó de la pared para dejarlo descansar en el suelo. Con sus manos temblorosas, se aproximó hacia su varita y apuntó ahí.

—Muéstrame —ordenó.

Nada. JiSung no entendía- es decir, MinHo le contó cómo los localizó en el Bosque Prohibido cuando la Sociedad Secreta los lanzó allí. ¿Por qué ahora no funcionaba?

—Muéstrame —insistió JiSung. Aun nada. Con violencia, comenzó a sacudir la varita contra el papel—. Muéstra...me...

—Alto, alto, alto —atajó Chan enseguida la mano que JiSung sacudía—, le sacarás un ojo a alguien.

—¡¿Y qué importa?! —gritó, alterado—. ¡Tengo que ir! ¡¿Dónde demonios vive Shuhua?!

—Debes pensarlo en mejor manera-

—¡No! —De forma drástica, JiSung se aproximó hacia la ventana del dormitorio. —Iré en forma de lechuza y yo la encontrar-

—No, espérate —SeungMin atajó la ropa de JiSung para traerlo de nuevo al dormitorio—, no puedes ir sin un plan y mucho menos solo-

—¡No puedo esperar! —chilló—. ¡A Callaghan lo mataron hace un mes! ¡Eso significa que tienen a su esposa desde..., desde ese tiempo!

Antes de que JiSung pudiese modular algo más, HyunJin ya se había aproximado hacia él para darle una bofetada en el rostro. La cara de JiSung se volcó hacia el lado, pero al menos su respiración volvió a la tranquilidad. Asustado, se giró hacia HyunJin.

—Tienen a Margarita... —murmuró, aterrado.

—Hay que informarle a Dumbledore —ordenó HyunJin—. Él debe saber dónde vive Shuhua-

—No, no puede saberlo. Los estúpidos de la Compañía harán un escándalo para rescatarla y harán que la maten —se explicó JiSung—. Tengo que ir- o, al menos, ayudarla a salir de ahí.

—JiSung-

—Debo ir —JiSung espetó con convicción y terror. La peor combinación para rescatar—. Callaghan me confió el libro de la Compañía..., y el mapa..., todo fue por algo.

JiSung no entendía por qué demonios esperaba la aprobación de HyunJin para realizar el rescate, pero ahí estaba. Pareciera ser la única opinión que constaba en ese instante porque, para su desespero, solo podía moverse si es que HyunJin le permitía ir.

—Debe haber una runa de localización —ideó SeungMin, rompiendo el silencio.

—Sí y- el péndulo debe ayudar —colaboró Felix.

HyunJin no se veía para nada contento con la adhesión, pero JiSung rogaba en sus ojos que lo dejara ir.

Las malas ideas eran conjuntas, por lo que, no fue sorpresa que HyunJin accediera.

—Vale.

—¿Así como así? —preguntó Chan, incrédulo. Nadie tomó en cuenta su opinión, porque SeungMin comenzó a revisar el manual de Runas de JiSung mientras que Felix hurgaba en sus cosas el péndulo que utilizaba para las clases de Adivinación. —¿Nadie se plantea cuán peligroso es esto? ¡Hay que avisarle a Dumbledore!

—No —ordenó JiSung, y apuntó a Chan—. Te derribaré antes de que llegues a la puerta si es que quieres ir.

Era una pésima amenaza, porque cuando Chan se levantó para ir hacia la puerta del dormitorio, JiSung se lanzó sobre su espalda para detenerlo. No obstante, Chan era grande, fuerte, y se estuvo entrenando todo ese tiempo para enfrentar la siguiente prueba del Torneo. Solo bastó con un movimiento para apartarlo de él mismo y dejar a JiSung tendido en el suelo.

Pero JiSung no se iba a rendir. Volvió a levantarse y a pelear la ida de Chan de ese lugar, para así, finalmente, bloquear la puerta con su propio cuerpo.

—No —insistió JiSung, entre jadeos—, no irás.

—Estás completamente chiflado, y el hecho de que quieras ir tú solo hace que seas más loco —aseguró Chan, enojado, antes de mirar acusatoriamente al resto del equipo—. ¡¿Cómo ustedes se lo permiten?!

Ninguno le prestó atención, y JeongIn, quien era el más apartado del grupo, solamente boqueaba bajo la total impresión al no entender qué era lo que estaba sucediendo. SeungMin se había ubicado junto al mapa de Reino Unido, donde las luces titilaban en distintos colores, y comenzó a dibujar la misma runa de localización en algunas partes del territorio mientras que Felix, con su péndulo en mano derecha y la varita en la izquierda, murmuraba un par de palabras mientras apuntaba la varita al péndulo.

Chan no escondía su impresión por el nivel de radicalidad que tenían los chicos, por lo que volvió a mirar a JiSung con enojo.

—No te irás a sacrificar por alguien. Yo me contactaré con la Compañía —interpuso él.

JiSung hizo el amago de ir hacia sus amigos, pero Chan lo acorraló contra la puerta. De forma violenta, colocó su brazo en el cuello de JiSung para inmovilizarlo; sin embargo, JiSung alzó sus manos como muestra de inocencia.

—No puedes evitarme ir, Bang Chan —le recordó JiSung, antes de mencionar con una poderosa complicidad—. Tú me lo debes.

SeungMin detuvo su trabajo en las runas para verlo, parcialmente culpable de aquello. JiSung notó enseguida cómo la mera alusión a esa luna llena hizo que los ojos de Chan cargaran el remordimiento que alguna vez sufrió, y lo soltó de manera abrupta.

—Te van a matar —le recordó Chan, como si aquellas palabras pesaran de alguna forma.

JiSung lo ignoró. Solamente se acercó hacia sus amigos, donde JeongIn mantenía su deje de impresión mientras que HyunJin observaba todo lo que SeungMin y Felix realizaban para la búsqueda.

Felix termino de realizar el encantamiento en el péndulo, y gracias a las runas que SeungMin colocó este comenzó a moverse como signo de atracción. Se ladeaba de forma atractiva como si fueran metales cada una de las runas dibujadas, sin embargo, mientras Felix continuaba con sus susurros de «muéstrame», el propio mapa del Reino Unido comenzó a modificarse para que comenzase a delimitar en cuadrados perfectos coordenadas.

Entonces, en una atracción mucho más fuerte, el péndulo se ubicó en una luz- una cerca de Inglaterra.

—Ahí está —dijo Felix. Con cuidado, tomó con su mano la luz de color verde que estaba ubicado en medio de la nada, y la ubicó en el péndulo. Acto seguido, se lo entregó a JiSung—. Te guiará hacia ella.

—Genial-

—¡¿Por qué continúan?! —chilló esta vez JeongIn, histérico desde la cama de JiSung—. ¡Él no puede ir solo!

—Que adorable verte preocupado, pero me convertí en un jodido dragón —le recordó JiSung, mientras anudaba en su mano el péndulo—. Puedo hacer esto..., puedo hacer esto...

Chan seguía ahí, parado. Estaba totalmente asombrado de la manera en la que el resto de los amigos de JiSung se movían alrededor de él para hacer una misión suicida. Tan impresionado que, en su propio silencio, se pactó ir hacia Dumbledore.

—Ten. —SeungMin, desde su propio bolso, sacó un par de Merodeadoras que guardó en el bolsillo del polerón de JiSung. —Recuerda- contacto con el agua.

Ansioso, JiSung asintió.

—Recuerda hacer encantamientos no verbales ante un duelo, pero si son demasiados, solo usa ese encantamiento que haces con las aves —le recordó HyunJin, mientras iba hacia la ventana y la abría. La ventisca del invierno entró enseguida al dormitorio—. Evita hacer el mayor ruido que puedas, y transfórmate en la primera persona o animal que necesites. Y, recuerda: controla tu pelo. Te estaremos viendo desde el macetero que te regaló MinHo.

JiSung no se dio cuenta de cuán abochornado estaba por la gran cantidad de información y decisiones que tomó en menos de un instante. El mundo daba vueltas con rapidez sobre su cabeza, y sentía que prontamente acabaría vomitando antes de siquiera salir de la habitación. Decidido, asintió ante cada una de las indicaciones que HyunJin el dio y, sin perder más tiempo, se transformó en la pequeña lechuza que llevaba el péndulo colgando de una pata y, así, ser guiado hasta la casa de Shuhua.

Al ver la lechuza perdida en el cielo, HyunJin cerró la ventana. Tuvo que pasar un extenso tramo de tiempo entre lo que sucedió y el procesamiento que, adolorido, HyunJin se giró hacia Chan.

—¿Y bien? —espetó.

Chan, ofendido, le miró. —¿Qué? ¿Qué quieres ahora?

—¿No le dirás a Dumbledore?

JeongIn abrió su boca, impresionado, e intercaló su mirada entre el grupo y Chan.

—¿Ustedes querían que...?

—Yo estaba desistido. Atrapar a JiSung es atrapar a un caballo furioso —opinó SeungMin—. Aunque no sé qué es lo que cree el resto...

SeungMin le entregó una sutil mirada a Felix- misma que compartió con HyunJin. Felix, aun sentado junto al mapa, intentó no aprisionarse con la acusación que ellos insinuaban; sin embargo, decayó al intentar levantarse, cuando la palidez volvió a tomarlo y, sin poder mirar a SeungMin, se dirigió a HyunJin.

HyunJin bufó un poco por su nariz, antes de tomar una gran bocanada de aire y sentarse en su cama. Comenzó a rascar compulsivamente su pierna herida y castañeó sus dientes para poder regularizar su respiración. Chan, aun desentendido, agitó sus manos.

—¿Y bien?

—Ve con Dumbledore, y di lo que nos enteramos —ordenó SeungMin, a falta de que HyunJin le dificultaba hablar—. Si corremos suerte, aparecerá la Compañía antes de que lo maten.

—¿Sí crees que lo van a...? —divagó JeongIn.

—No. Él es un bastardo con suerte —interrumpió Felix la respuesta que SeungMin quiso dar—. No morirá por eso ahora. No esta noche.

Chan no quiso agregar algo más; se fue del dormitorio y se encaminó hasta el despacho de Dumbledore, con el resto de los chicos aun quedados en el cuarto.

Una vez que la respiración de HyunJin se controló, él solo pudo murmurar.

—Ojalá ese hijo de puta llegue allá.

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A medida que JiSung bateaba sus alas para alcanzar velocidad, se preguntaba qué era lo que sucedía. Todo pasó demasiado rápido, y encontrarse a él mismo en un instante bailando canciones de Lady Gaga para en otro estar volando hacia una casa lo contrariaba demasiado.

«Claro que yo voy, y es porque soy un idiota —se dijo—. MinHo me dijo que nos viéramos allá, pero, ¿aunque sea hay un plan? Todo esto es una mala idea. Una pésima idea. Me van a matar. Me van a matar. Me van a matar.»

»No, porque pensé lo mismo con el jodido dragón, y eso no me mató. Estoy bien, sé lo que hago. Sé lo que hago...»

«Me van a matar. Tengo que regresar al castillo e ir por Dumbledore».

»No, porque ellos llegarán tarde. Lo presiento».

«Pero la esposa de Callaghan ya lleva un mes ahí. Puede sobrevivir otra noche».

»Pero es la esposa de Callaghan».

JiSung jamás la conoció, sin embargo, todo lo que sabía de ella era gracias a las historias que el profesor Callaghan le contaba, junto con las fotografías y artículos de periódicos enmarcados que él orgulloso exhibía en su despacho. JiSung no sabía si necesitaba otra razón más para ir- en especial cuando la vacilación era constante.

Todo tenía muchas preguntas, y mientras volaba se llegó a cuestionar si es que la información que MinHo le dio era verídica. Es decir, tenía una celebración donde el mismísimo Ministro DeLuca estaría presente- enemigo natural, si es que se podía llamar de alguna forma; podría ser que MinHo estaba bajo el maleficio Imperius, aquel que quitaba la voluntad, y le hizo que lo convocara en ese lugar.

No. MinHo no haría eso. JiSung no iba ahí solo por MinHo.

En el instante que JiSung recibió el borrador de la Compañía, se formó un vínculo en una promesa tácita en la que él acudiría ante Callaghan- aun muerto, él fue considerado parte de su familia. JiSung no podía abandonar la misma familia Stuart después de aquel voto de confianza. Era JiSung quien debía de rescatar a Margarita Stuart.

Probablemente la hora rondaba cerca de las cinco de la mañana, sin ninguna señalética de querer amanecer. El péndulo de Felix titilaba el brillo verde donde se movía en la dirección donde la casa de Shuhua quedaba, y desde su propio estómago tuvo una sacudida al notar cómo el péndulo posó verticalmente antes de ir a dirección contraria.

JiSung planeó con lentitud, inseguro de hasta dónde llegar. La neblina impedía por completo su vista, y su planeamiento terminó por verse interrumpido al notar un montón de árboles en el camino. Con su terror, terminó por estrellarse con un par de ramas y cayó al suelo en forma de humano, totalmente mareado.

«Tengo que mejorar el aterrizaje».

Se comprobó su cuerpo; ninguna herida o hueso fuera de lugar se encontraba. Divisó el péndulo envuelto en su mano y este continuaba apuntando entre los árboles, así que JiSung decidió convertirse en una lechuza nuevamente y, de esa forma, volar cerca de tierra de forma más precavida.

Planeó a pocos metros del suelo con cuidado, aun con el guía del péndulo. Solo fueron unos pocos metros de distancia hasta que el péndulo brilló verde con intensidad: en la mitad del bosque, como una cabaña de campo, una estructura acogedora se encontraba custodiada por dos magos en el porche.

Era una casa de dos pisos- cabaña de campo, como aquellas que JiSung veía en las películas. No era ostentosa como lo fue la casa Hwang, sin embargo, JiSung recordó aquella conversación que tuvo con los chicos alguna vez, donde Shuhua era la hija de un auror reconocido.

«Mierda, ¿por qué no me acordé de eso antes?», se maldijo.

Los dos magos se encontraban en el porche, vestidos con largas túnicas negras y con varitas portadas en sus manos, directos a atacar. Si JiSung podía hacerse una idea por la ausencia de ruido, la casa estaría vacía; empero, era un auror el dueño. ¿Cómo demonios JiSung entraba?

Con cuidado, dejó el péndulo de Felix en el suelo- escondido entre unas hojas, y anduvo a grandes zancadas de lechuza para ser discreto; si alguno de los guardias lo miraba, encontraría divertido el andar de la lechuza- cosa que beneficiaba a JiSung, si lo colocaba en perspectiva, porque todo era más extraño desde el punto de vista del ave.

Rodeó la cabaña y voló hacia alguna de las ventanas. Con su garra, rasguñó el vidrio para comprobar si es que estaba bajo un encantamiento, pero aquello solo podía reconocerlo si usaba su varita. Se transformó de nuevo en humano y, con cuidado, apuntó su varita a alguna de las ventanas.

Alohomora —susurró.

La ventana se abrió cerca de cinco centímetros cuando el ruido de la loza caída al interior llamó la atención de todos. JiSung escuchó las alertas de los guardias al instante, así que decidió transformarse en una rata para escabullirse.

—... Alguien entró —escuchó a uno de los guardias decir desde afuera.

—Revisa el perímetro. Yo reviso adentro.

«Puta mierda».

Como ratón, no logró divisar en qué habitación se encontraba; la loza podía indicar que era la cocina como también ser un mediocre sistema de alarmas que funcionó, ridículamente. Caminó con rapidez entre los muebles hasta la gran puerta, e intentó meter su cuerpo flexible entre los espacios del marco, no obstante, las pisadas se hicieron más fuertes. El guardia que custodiaba fuera ingresó al dormitorio.

JiSung se las arregló para no entrar en pánico, pero no sabía si es que la presencia de una rata sería sospechosa. El guardia, con su varita en mano, no encendió la luz ni del dormitorio ni de ella. JiSung no supo cuál era el movimiento que él intentó hacer, hasta que profesó:

Revelo.

JiSung sintió su cuerpo flotar, y una fuerte oleada de pánico se apoderó de él. Dejó de tener control de él mismo y, al ver los poderosos ojos verdes del guardia, se dio cuenta que estaba acabado.

—¡Revelo! —repitió el guardia, y su varita apuntó a la rata.

Regresar a su forma de humano fue mucho más dolorosa bajo un encantamiento que a través de sus propios medios, sin embargo, la dislocación de su hombro derecho pasó a segundo plano cuando, con su varita en mano, apuntó también al hombre.

—¡Desmaius!

—¡Protego! —gritó JiSung, y el encantamiento protector lo abrazó justo a tiempo cuando el encantamiento rojo chocó con él. JiSung dio un par de pasos hacia atrás antes de mascullar—: ¡Expeliarmus!

El guardia lo esquivó al instante con su varita, y atacó con otro encantamiento no verbal. JiSung tuvo que pronunciar en voz alta cada uno de sus encantamientos y evitar salir volando del mismo cuarto hasta la pared, pero la fuerza con la cual el guardia trabajaba lo dejaba en mucha más desventaja.

Como recurso desesperado, JiSung pensó mientras apuntó hacia un mueble:

«¡Avifors!»

El encantamiento brotó por la naturalidad del sortilegio de transformación, lo que hizo al mueble transformarse en una bandada de pequeñas aves color amarillas.

—¡¿Qué mierda?! —exclamó el guardia.

—¡Opugno!

Las aves se direccionaron hacia el guardia, quien, en su concentración de querer esquivar y hacer desaparecer las aves, JiSung aprovechó para apuntar y atacar:

—¡Petrificus Totalus!

Los brazos del guardia quedaron pegados a su cuerpo, y cayó bruscamente hacia el suelo. JiSung se apresuró en realizar un «Finite Incantatem» a las aves para que desaparecieran, y se acercó con rapidez hacia el cuerpo del guardia. El hombre de ojos verdes, furioso, seguía a JiSung con la mirada mientras mascullaba en su rabia con los dientes apretados. JiSung se sintió ligeramente mal por él, a tal punto que pensó en qué tantos problemas se metería por eso.

Con sus manos temblorosas, JiSung tomó la capa larga del hombre y se la colocó, mientras su cuerpo poco a poco se morfaba a una imitación de él: cabello negro, alto, rostro robusto y una cicatriz en toda su mejilla que pareciera ser las secuelas de un gran duelo.

—Lo siento —susurró JiSung, y rebuscó en las manos del mago su varita. Acto seguido, la partió por la mitad y lanzó ambos pedazos a lados distintos del dormitorio.

Pasó del hombre y salió del cuarto; cerró la puerta detrás de él y, JiSung tuvo que tomarse un momento para poder calmar su respiración y mentalizarse. Rebuscó en sus recuerdos los encantamientos que el profesor Flitwick le enseñó en tercer año para sellar cosas, y rápidamente lo pronunció apuntando su varita en la madera de la puerta. Cuando se aseguró que aquello le daría el tiempo suficiente para escapar, se adentró por el pasillo.

La casa era una cabaña de dos pisos- tanto el interior como de afuera. No habían usado el encantamiento expansor que los señores Hwang usaron en el cuarto del Hotel Índigo, lo que hizo a JiSung cuestionar si es que ese era o no la casa correcta. Para asegurarse, encendió la punta de su varita y buscó algún rastro de que ahí habitaran los Yeh.

En el pasillo, junto a la escalera que daba para al segunda planta, encontró un retrato familiar pintado al óleo donde divisó a Shuhua con su hermano menor y sus padres, se preguntó sobre la existencia del chico, ya que no recordaba haberlo visto en Hogwarts.

Continuó con su camino aun en la búsqueda de Margarita, pero de a poco la sangre comenzaba a ensordecerlo, a la espera de que el otro guardia entrara.

Revelo —imitó JiSung al guardia, con la punta de su varita. Nada pasó—. Revelo.

—¡Egurus!

Ahogó una maldición cuando la puerta de la casa fue abierta. El otro guardia, ojos azules, le observaba con la misma irritabilidad que JiSung debía de imitar.

—Ni una mierda hay afuera —dijo él—. ¿Qué te pasó a ti?

—¿Eh? —JiSung se forzó a sonar más ronco. Su personaje se llamaba Egurus—. ¿Qué?

—Te ves para la mierda.

—Nada. ¿Cuándo llega el jefe?

El guardia le miró, dudoso. JiSung no sabía cómo demonios hablaban los guardias (o los adultos), pero esperaba que su vocabulario soez sirviera para no levantar sospechas.

—Dijo que mandaría un patronus cuando se viniera —dijo el guardia. El hombre dio un prominente bostezo, miró hacia el bosque, y pareció tararear un vacile antes de mirar a JiSung—. Vamos- limpiemos todo. Yeh dijo que no quería escuchar ningún grito de la perra mientras la mocosa estuviera acá.

«La mocosa. Debe de ser Shuhua».

JiSung logró divisar cómo pronto sería las cinco treinta. Solo treinta minutos pasó con él intentando ingresar a la casa que, desde la profundidad de su terror, creía que era demasiado tiempo de espera.

¿Dónde demonios estaba MinHo?

«Que no llegue... —rogó, mientras seguía al otro guardia por la cabaña—. Que no llegue..., que no llegue..., que no llegue...»

—¿Ha berreado demasiado? —preguntó JiSung. El guardia lo miró—. Estoy tan jodido del sueño que ni siquiera le presto atención.

—Atrévete a decírselo a Yeh —bromeó—. Usará tus bolas como collar si le digo que te dio sueño en la mitad de la guardia.

—¿No es eso abuso laboral? Deberíamos hacer un sindicato.

JiSung se sintió aliviado al escuchar al otro guardia carcajear, no obstante, su alivio desapareció casi al instante cuando el guardia hizo aparecer con un movimiento de varita una puerta a la mitad del pasillo. JiSung quedó plasmado por un instante, sin querer parecer sorprendido- en especial cuando, gracias a la aparición de la puerta, el ruido de un animal desesperado inundó toda la cabaña.

—Supongo que le duele —comentó el guardia con gracia, antes de abrir la puerta.

«¿Qué cosa?»

Por un instante, JiSung no creyó que hubiese un ser humano ahí. El guardia encendió la luz del dormitorio mágico y JiSung divisó una escalera de metal que bajaba hacia la primera planta; ambos bajaron, con JiSung a unos metros más alejado de él, con su cuerpo de a poco apresándose del pánico por el doloroso ruido que el animal emitía.

Sin embargo, al llegar a sub-planta, sus uñas se coloraron de un potente gris y verde. El otro guardia, con calma, caminó hacia el cuerpo en el centro de la habitación, cuyas manos se encontraban atadas detrás de su espalda, con su cabeza junto a dos platos que era lo único que decoraba la habitación: uno con rastros de agua, y otro cargado de comida húmeda.

JiSung deseó que fuera un animal. Recordar la fotografía de Margarita Stuart en el despacho del profesor Callaghan y atraer a lo que quedaba de ella le hacía un choque de irrealidad e incredulidad. No, no podían ser la misma persona. No podían tener a una mujer anciana en esas condiciones.

Su cuerpo estaba mucho más delgado- desnutrida, cubierta por una ligera enagua que JiSung apostaba que ella usó en el momento del secuestro. Parte de su piel estaba despellejada- pequeños cortes infectados con moretones y marcas de cardenales que daban a entender que estuvo apresadas en cadenas hasta no hace poco. Y, a pesar de toda la horrorosa condición que tenían a Margarita Stuart, no era su cuerpo el que llamaba la atención: en su cabello, incoloro, padecía de una poderosa masa verde más parecido a un ácido que, por la forma en la que Margarita golpeaba desesperadamente su frente contra el suelo, le hacía arder su cuero cabelludo.

—¿Cómo estás? —consultó el guardia, y se hincó junto a Margarita—. ¿No quieres comer más?

Margarita no formulaba palabra- de hecho, JiSung ni siquiera creía que le había escuchado. Ella estaba tan ocupada con sus gritos y azotar su cabeza contra el suelo que el dolor debía de eclipsar todas las funciones de su consciencia. Era más de lo que JiSung se esperaba, demasiado, y no sabía cómo poder rescatarla.

El guardia no esperó respuesta, pero tampoco fue piadoso. Se levantó y, con la suela de su bota, presionó la nuca de Margarita al suelo, y la removió con tanta fuerza que los gritos de ella se hicieron ensordecedores.

—¿Te vas a quedar ahí, Egurus? —habló el guardia a JiSung, con una sonrisa socarrona—. ¿No quieres jugar a algo más, antes de que llegue Yeh?

JiSung apenas atrevió a dar un paso hacia adelante cuando el guardia volvió a hincarse y alzar el enagua de Margarita hasta su espalda baja.

El mundo construido en su cabeza recibió una abrupta sacudida que le hizo dar un par de pasos hacia atrás, aterrado y asqueado. Su bilis subió lo más que pudo antes de que JiSung se arqueara del total asco por la violencia- aterrado por la inhumanidad con la cual el otro guardia- trabajador de los padres de Shuhua, interpelaba con tal normalidad.

JiSung no alcanzó a formular una palabra cuando su varita ya apuntaba la cabeza del otro guardia.

—¡Desmaius! —chilló. El encantamiento voló directo hacia la cabeza de él, y se estrelló contra el muro al otro lado de la habitación.

JiSung corrió hasta Margarita, e intentó incorporarla. Margarita berreaba en llanto, y JiSung no lograba entender la finalidad del ácido en su cabeza hasta que logró que ella alzara su cabeza. Sus ojos idos, su frente fracturada y sangrante, al igual que su nariz; la falta de dientes y sus labios reventados como forma de retener la fuerte locura que ahondaba en ella. Mierda. Mierda. Mierda.

Y la gran mierda.

—T-te sacaré. Te sacaré —intentó decirle JiSung, aunque desistiera con la idea de que podía escucharla. Con su varita apuntó hacia las sogas que anudaba sus manos y la cortó, solo para que ella rápidamente subiera ambas manos hacia su cabeza y se la agarrara con fuerza.

Los dedos de ella se aprisionaron alrededor de su cuero cabelludo, alrededor de esa cosa verde. Margarita estaba desesperada con querer sacárselo, así que JiSung intentó ayudar con sus propios dedos. No obstante, tan pronto como tocó la masa, el ardor en sus dedos se extendió por sus dedos y hombros, para quemar la punta de sus dedos como un ácido real. JiSung apenas concluyó que eso era un veneno para metamorfomagos.

JiSung intentó sacar a Margarita de ahí, hacerla andar hasta las escaleras, pero sus propias manos temblaban alrededor de los brazos de Margarita al mismo tiempo que ella peleaba para arrancarse su cuero cabelludo. Parte de su pelo estaba decolorado- quemado, y la sangre brotaba en pequeñas gotas tímidas casi como si pidiera clemencia. JiSung no podía soportar tener su mirada ahí, y las ganas de huir y dejar a la mujer botada se hicieron cada vez más grandes ante cada pelea que daba para llevarla hasta la escalera.

Finalmente, Margarita colapsó y cayó al suelo, desmayada. JiSung la jaló desde sus brazos y la comenzó a subir por los escalones metálicos, pensando enseguida en cómo demonios llevarla a San Mungo o al castillo.

Sin embargo, todo se vio desistido. Su cabeza se asomó por el marco de la puerta y rápidamente fue golpeada por un decorativo de mesa por el real Egurus. JiSung no supo qué fue lo que hizo que el hombre se desencantara, sin embargo, vio a su lado el gran, imponente hombre- con un ojo totalmente amarillo.

Yeh, el gran Yeh. Padre de Shuhua Yeh.

—Mocoso, hijo de puta —masculló Yeh, y alzó su varita hacia la cabeza de JiSung—. ¡Confringo!

JiSung se lanzó por la escalera junto a Margarita antes de que la maldición le golpeara. No tuvo tiempo para recomponerse cuando Yeh ya ingresó a la habitación y lo apuntó con su varita.

—¡Incarcerous!

De la propia varita de Yeh brotaron cadenas de plata que aprisionaron a JiSung en todo su cuerpo. La varita salió volando de sus manos, y la presión en su garganta comenzó a hacerse más y más fuerte a medida que Yeh terminaba de bajar las escaleras y observar a JiSung de cerca.

—¿Cómo demonios llegaste hasta acá? —preguntó Yeh a JiSung—. ¿Te mandó la Compañía?

JiSung no podía contestar, parte de las cadenas cruzaban su boca, rasgando de a poco su comisura. Yeh agarró a JiSung desde su cabello, y de a poco lo sacudió.

—Vamos —pidió él—. Regrésate a tu forma normal. Quiero ver quién eres.

De a poco, JiSung comenzó a sacudirse. Forzó que su propio cuerpo no dejara de verse como Egurus, y comenzó a imitar la forma de una rata. Yeh lo soltó al instante al notar la pérdida de cuerpo, dando la alusión de cómo este desaparecía. JiSung logró librarse de las cadenas tan pronto como su tamaño lo ayudó para escabullirse.

Yeh buscó a la rata, y solo logró divisarla cuando esta adoptó forma humana. JiSung, jadeante, apuntó con su propia varita a Yeh desde el otro lado de la habitación.

—¿Quién demonios eres tú? —preguntó Yeh, extrañado—. Eres- ¿eres el campeón de Hogwarts?

El oído bueno recibió la vibración de JiSung permitió que desviara el siguiente objeto que Egurus intentó lanzarle, pero no logró evitar la confrontación cuerpo a cuerpo. Egurus tacleó a JiSung, y él lo atacó de vuelta con un golpe en la varita en el mismo oído, lo que hizo que se apartara enseguida mientras aullaba de dolor; no obstante, no pudo evitar recibir el encantamiento expulsor de Yeh, que lo dejó medianamente aturdido.

¿Cómo JiSung saldría de esa?

De repente, Margarita despertó de su desmayo, lo que hizo que comenzase a gritar. Yeh no perdió su tiempo en ir hacia ella y patearla para que se callara.

—¡Silencio! —ordenó—. ¡No has traído más que problemas, jodida puta!

Egurus continuaba en su llanto, y JiSung aprovechó la distracción de Margarita para ir de nuevo hacia su varita. Tanteó su propio bolsillo y, para cuando Yeh se dio cuenta que JiSung estaba de pie, lanzó una maldición. JiSung la detuvo con su varita y, desesperado, lanzó dos Merodeadoras.

—¡Aguamenti! —gritó.

De la varita brotó un potente chorro de agua. Las Merodeadoras entraron en contacto con ella, y una fuerte explosión con una nube de humo se esparció por el cuarto. JiSung buscó entre la nubosidad a Margarita, y al sentirla gritar en sus brazos, la arrastró de nuevo hacia la escalera para salir del cuarto.

De a poco la nube se evaporó. Yeh se vio apestado por una gran masa pegajosa de color rosa que inmovilizaba sus dedos, lo que impedía que agarrara su varita. Egurus no se dio a esperar, y forzó a incorporarse para correr hasta la varita de Yeh, y apuntar a JiSung. Él apenas alcanzó de subir a Margarita a la primera planta cuando un encantamiento por parte de Egurus lo jaló del pie, haciendo que volviera a caer por las escaleras.

—¡Otro! ¡Otro metamorfomago! —chilló de alegría Egurus—. ¡Tu cabello nos hará rico en el mercado negro!

—¡Sácame esta cosa! —ordenó Yeh, aun congelado en su lugar con la masa rosada—. ¡Hazlo! ¡¡¡Ahora!!!

Egurus vaciló en su propia soberbia. JiSung alzó su varita y apuntó hacia los dos platos de comida con el encantamiento de Avifors, pero Egurus generó un corte profundo en la muñeca de JiSung que hizo enseguida que dejara de sentir sus dedos, soltando su varita en el proceso.

—Me harás rico... —susurró Egurus, con una bestialidad en su tono de voz que hizo a JiSung temblar—. Me volverás millonario con tu delicioso cabello..., tu deliciosa piel... ¡Ah! ¡Ya puedo saborearlo!

JiSung no fluctuó, pero sus pensamientos estaban más centrados en querer sanar su herida de la muñeca. Enrabiado, escupió con fuerza hasta la cara de Egurus, quien, sin parecer más asqueado, saboreó de la saliva de JiSung.

—¡Eres adorable! —chilló Egurus—. ¡Crucio!

De pronto, JiSung sintió que su consciencia se eliminó por un instante. Fue un tramo de segundo de alivio tan fuerte que, al caer en la realidad, el ardor en todos sus huesos lo hizo presente en su propio cuerpo. Un dolor que rasguñaba el interior de la piel de JiSung, desesperado por salir, y solamente filtrándose por el grito agónico que lanzó hacia el cielo.

Fueron diez segundos de eternidad. No supo que convulsionó hasta que su cabeza dolió por los golpes que se dio contra el suelo. Egurus, aun contento, se apartó de JiSung con gracia.

—¡Y tú! —Egurus apuntó hacia Yeh—. ¡No trabajaré para ti! ¡¿Quién te crees?! ¡Haré que te pudras en Azkaban por tener a la pooobre perra maldita en cautiverio! ¡De propio goce personal!

Los gritos eran en total lejanía, totalmente fuera de lo que JiSung consideraba realidad. Giró con dolor su cabeza hasta donde se encontraba su varita, empapada de la misma sangre que brotaba de su muñeca, y se las arregló para girar sobre su hombro y tomarla con la izquierda.

Se incorporó de apoco en el suelo, sentándose. Su cuerpo temblaba por completo, y no sentía sus brazos. JiSung solo corroboraba que seguía vivo porque era capaz de enforcar su varita hacia la espalda de Egurus, quien se regocijaba de la situación, de una espalda tan amplia y blanca por su camisa que de pronto comenzó a bordar la rojez en pequeñas gotas. La felicidad se evaporó de apoco, y Egurus cayó de rodilla frente a Yeh luego de que JiSung hubiese manipulado el Sectumsempra con rabia y rencor.

Finalmente, Yeh se liberó de su agarre. Pisó el agónico y sangriento cuerpo de Egurus para tomar su varita y, sin piedad, apuntó a JiSung.

—Sí que eres jodido, mocoso —masculló Yeh—. Ni siquiera vales para el mercado negro.

JiSung, totalmente borracho de dolor, se esmeró para sonreír.

—Vete a la mierda —escupió.

Avada Keda-

—¡Incarcerous!

Un fuerte oleaje de la maldición asesina explotó en el dormitorio al mismo tiempo que finas cadenas de plata brotaban de la varita de Chan. JiSung no lo reconoció hasta que, con dolor, Chan soltó su varita y se visualizó su mano, cuyos dedos estaban negros a causa de haber interrumpido una maldición asesina.

—¡JiSung! ¡Oh, JiSung! ¡Jodida mierda!

JiSung no entendía qué pasaba. Chan bajó rápidamente los escalones hasta llegar a su lado sordo. Lo único de lo que JiSung fue consciente fue sentir la presión de una mano en su muñeca derecha, donde MinHo la sostenía con todas sus fuerzas.

—Está herida —JiSung se las arregló por decirle a MinHo.

MinHo lo ignoraba. Sacó su varita y comenzó a murmurar un encantamiento que JiSung no conocía- tal vez Madame Pomfrey lo usaba para sanar a MinHo en sus lunas llenas, pero supo que no estaba funcionando porque, de a poco, la fatiga comenzó a acabar con él.

Chan estaba ahí, y en el dormitorio ingresaron otros cuatro chicos más que JiSung no conocía. Uno de ellos se aproximó hacia Chan para volcar una poción sobre sus dedos malditos, mientras que otros dos se encargaban también de atar al guardia desmayado y a Egurus, quien seguía maldiciendo entre dientes bajo la fatiga de su hemorragia.

JiSung se giró- subió su mirada para ver la puerta del dormitorio, y logró divisar a otros dos magos más atender a Margarita. No supo por qué, ni siquiera si corroboraba que su estado de consciencia se encontraba sano, pero aquello hizo que una ligera sonrisa se posara en sus labios y mirase a MinHo quien, no supo por qué, parte de su rostro también estaba con sangre.

—Rescaté a Margarita —formuló JiSung—. Callaghan..., Callaghan estará feliz de saberlo...

MinHo respondió, pero JiSung no lo escuchó. Solo decidió cerrar los ojos y, contento, pensar en que sí logró algo.

Que lindo como el capítulo comienza con un drama familiar, luego hay una escena ridícula de baile, y finalmente hay un atentado de muerte. Juas Juas.

Muchas gracias por leer y, por si no están enterado, llegué a los 1k seguidores. Muchas gracias por eso. Realmente les amo, y les amo por seguir leyendo esta historia <3


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