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28. Veámonos bajo el resplandor

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 28

Veámonos bajo el resplandor

Canción: Afterglow; Taylor Swift

━━━━━★. *・。゚✧⁺

25 de diciembre, en la madrugada

Kim MinJu lideraba al grupo que miraba con plegarias a la profesora Sprout, mientras que Jung WooYoung, Shin Yuna, Nadine Delagé y, sorprendentemente, Victoria Krum, le miraban con una mirada de plegaria en sus rostros. Todos unidos por un bien común.

—¿En serio tienen el descaro para pedirme ese favor? —preguntó la profesora Sprout, deseosa de haber malentendido todo.

—Es pagte de la competencia —reafirmó Nadine Delagé.

—El Torneo de los Tres Magos es una instancia ideal para la colaboración internacional entre las escuelas, y estas son el tipo de instancias que necesitábamos para poder interactuar con libertad, ya que tenemos nuestros puntos en común —aclaró MinJu, con una entonación perfecta que daba a entender que cada una de sus palabras que emitía era parte del discurso de la paz—. Es de suma relevancia que tengamos esta noche para nosotros, profesora, como respeto por nuestra privacidad.

La casa de Hufflepuff era el mejor lugar donde caer, porque, mientras el profesor Flitwick en la casa de Ravenclaw propondría la idea de que los docentes se sumaran; con el profesor Slughorn diciendo que solo algunos eran merecedores del disfrute de Slytherin; y la profesora McGonagall solo dando una mirada de muerte que alertaba para que todos fueran a sus propios dormitorios, la profesora Sprout era la docente mucho más dispuesta y colaborativa con los estudiantes.

Dicha razón era por la que esos cinco estudiantes estaban, e incluso la profesora Sprout quedó perpleja por la participación tan banal e infantil de Victoria Krum. Sin embargo, la certeza en el rostro de todos era lo que decretaba la convicción y deseo de que se llevara a cabo lo cometido.

A causa de eso, el intenso silencio terminó por completarse por un asentimiento de resignación.

—Yo no me haré cargo de los regaños que habrán después si es que los pillan deambulando por el castillo —aclaró la profesora Sprout, con su dedo calloso lleno de amenaza—, y no los defenderé en ninguna circunstancia. Lo que hagan los estudiantes será responsabilidad de ustedes cinco —agregó.

Los cinco asintieron, emocionados, y la profesora Sprout hizo un ademán con su mano para fingir que la conversación no existió. Sin querer expresar la emoción, el grupo se adentró rápidamente por el barril, atravesó el túnel con el chisteo de fondo de los demás estudiantes hasta que, al llegar a la sala común, MinJu se tomó un momento dramático bajo la mirada expectante de los grandes de Hogwarts junto con algunos chicos de Beauxbatons y Durmstrang quienes, temblando, inquirieron con su cabeza.

—¿Y bien? —preguntó Huening Kai, ansioso.

MinJu sonrió, y eso fue suficiente para que la música subiera a tope con la gente distribuyéndose con alegría por todas partes. La casa de Hufflepuff era la mejor para las fiestas.

Sin embargo, el disfrute después de la medianoche no fue suficiente.

HyunJin y Yeji estaban lejos de la sala de Hufflepuff, específicamente en uno de esos despachos donde la red flú estaba conectada para las visitas esporádicas de los padres. Ahí, HyunSan y SaeJah, aun arreglados, intentaban despedirse de la mejor manera que podían, pero los rostros fruncidos de sus hijos no los exentaba del nerviosismo.

—¿A dónde irán ahora? —preguntó Yeji.

—¿Se irán donde DeLuca? —consultó HyunJin.

—¿O a Leicester Square?

—¿O a la casa de los abuelos?

—¿Por qué no podemos acompañarlos en las vacaciones?

—¿Qué nos ocultan?

—¿De nuevo nos ocultan algo?

—¿Es por la Compañí-

—Vale, ya. —Sin ápices de paciencia, HyunSan cortó el bombardeo de preguntas. —Tengo que continuar con el papeleo administrativo porque, no sé si alguno sabía, pero tener que organizar un Torneo Internacional cuando recién asumes tu mandato es complicado, por lo que estaré todas sus vacaciones en el Ministerio.

—Y yo tengo trabajo en Sant Mungo, ya que han querido que imparta seminarios sobre el sincretismo con la medicina muggle en los casos de traumatología —explicó SaeJah, con calma.

HyunJin y Yeji intercambiaron sus vacilantes miradas para hacerlas recaer en sus padres, desconfiados.

—¿Nada de la Compañía? —preguntó HyunJin.

—... También me quieren para que trabaje en urgencias, aprovechando que daré la cátedra —completó SaeJah, reacia.

—¡Ajá!

—¡HyunJin! —regañó HyunSan.

—No entiendo por qué ustedes dos se esmeran en querer ocultarnos estas cosas —expresó Yeji, con sus brazos cruzados sobre su ahora vestido arrugado, el cual tenía las secuelas de haber bailado toda la noche—. Ustedes son nuestros padres, no nos pueden esconder lo que hacen en sus reuniones clandestinas. También nos preocupamos.

—Sí, y sumado conque les pedí que también quería unirme... —murmuró HyunJin.

—No todo lo que nosotros hacemos está vinculado con la Compañía —explicó HyunSan, molesto—, y en especial en estos instantes. Ahora, si llego asomar mi nariz hacia ese bando, probablemente DeLuca me mande a Azkaban por traición a sus ideas o atentar contra su integridad, si recordamos lo que pasó para el cambio de gabinete.

—No seas exagerado-

—No es exageración —replicó SaeJah, seria, con sus brazos también cruzados sobre su pecho. Ella daba la clara impresión de ser la versión original de Yeji, mucho más madura—. Ninguno de ustedes es ignorante. Sabe lo que pasa. No somos más transparentes porque no tenemos más transparencia.

HyunJin tenía las palabras en la punta de la lengua. «¿Por qué, entonces, estuvieron en la fundación de la Compañía original?» Preguntar eso probablemente los desestabilizaría, pero si lo hacía, preguntarían de dónde HyunJin sacó la información, y él prometió que no comentaría la existencia del libro hasta que estuviese abierto por completo.

Por un instante, durante las semanas que estuvieron con su investigación, se preguntaron qué tan eficiente sería si se abría el libro con la misma sangre de HyunSan o SaeJah. Si ellos eran fundadores originales, podrían tener acceso al libro de forma más fácil. Sin embargo, ante cada vuelta que le daban a esa teoría, mayores eran las preguntas sobre la existencia del borrador: ¿Por qué, en ese caso, Callaghan se lo entregó a JiSung y no a un miembro de la Compañía? ¿Qué era lo que contenía, que pareciera ser tabú para los miembros originales?

Dichas dudas eran las que hacía que el libro continuara escondido bajo la cama de JiSung, en un secreto de los cuatro.

«Y, si JiSung ya se reconcilió con MinHo, probablemente es de a cinco», pensaba HyunJin con amargura.

Ver a sus padres mentir de forma descarada era dolorosa, y aunque Yeji no midiera el peso de las palabras reales, prefería que las cosas quedaran así. Después tendría la instancia para contestar.

—Vale —terminó por sentenciar HyunJin—, les creemos.

—Deben qué. Somos sus padres —replicó SaeJah, y le dejó un sonoro beso en la mejilla—. Nos veremos para febrero, ¿sí? No nos echen mucho de menos para año nuevo. ¿Por qué Hannie no está con ustedes?

—Se reconcilió con su novio durante la fiesta —murmuró HyunJin entre sus dientes, mientras era abrazado por HyunSan—. Ouff-, muy fuerte, hombre.

—No sabía que se pelearon.

—Tuviste que verlo —contó Yeji, un poco agraciada para no demostrar que continuaba molesta con la situación—, era una cosa de pelo azul que solo refunfuñaba y llamaba su atención- aunque, se la llamaban mutuamente. Eran ridículos.

—¿Y cómo estuvo con lo de Callaghan? —preguntó SaeJah, preocupada.

Yeji se encogió de hombros y miró a HyunJin, quien imitó el movimiento.

—Un poco llorón, pero normal entre sus límites —contestó HyunJin—, supongo que la espera autodestructiva de él no sucedió- lo cual es bueno.

HyunSan palmeó la espalda de SaeJah con calma, y ella asintió. Terminó por darle de nuevo un beso a ambos y, mandándole saludos a JiSung, el matrimonio terminó por largarse por la red flú hasta donde HyunJin y Yeji querían que fuera su casa.

¿Qué demonios fue lo que sucedió?

HyunJin no podía tener su cabeza coherente en ese instante, y creía que todo lo que pronunciaba no era más que ridiculizaciones o banalidades de problemáticas mucho más serias y menos genéricas. Las preguntas hacia sus padres eran incesantes y necesitadas para poder entender qué demonios ocurría, y HyunJin solo podía pensar en su estúpida novia y el baile para navidad.

Él también se sentía estúpido, y un poco más. Inútil, también, porque sus prioridades eran lo más cercano al mismo asco.

—¿Vamos? —ofreció HyunJin. Yeji accedió.

El camino hacia la sala común de Hufflepuff lo sintió más largo que de costumbre, con su mente divagando entre los cuadros que también festejaban la navidad y las armaduras que parecían bailar al ritmo de la música que resonaba de la misma casa. HyunJin no tenía ánimos para asistir, mientras que, Yeji, con su vestido más recogido, andaba de manera rápida para poder llegar.

—¿Cita con Nadine? —HyunJin inició el tema de conversación.

—Algo así —Yeji se veía avergonzada—, a ti no te molesta, supongo.

—Es la competencia de JiSung.

—Bueno, estoy un poco segura de que mi cita con ella no afectará a que JiSung pierda el Torneo —bromeó.

—Ah, ¿en serio crees que pierda? —discutió HyunJin, más ofendido—. ¿Cómo prefieres a la francesa antes de tu propia mascota?

—No he pasado el tiempo suficiente con Nadine como para que me desagrade.

HyunJin bufó con aburrimiento, y Yeji soltó una risilla. Ambas quedaron tendidas en el aire cuando llegaron a los barriles de Hufflepuff, bastantes inseguros de querer entrar.

—Ellos no van a hacer lo que dijeron que harían, ¿cierto? —corroboró Yeji. HyunJin, a su pésame, asintió—. ¿Por qué crees que nos mienten?

—Diría que lo hacen por nuestra seguridad, pero ni siquiera estoy seguro de eso —dijo. HyunJin no creía que su tristeza podía verse, ya que no tenía un cabello tan delatador como el de JiSung, pero esperaba que al menos su hermana captara el mensaje. —Supongo que no es el momento para ellos.

—Jamás es el momento, ¿o es que ellos no aprenden? —Yeji apoyó su espalda en uno de los barriles, enojada—, ¿no recuerda lo que pasó con ustedes? ¿En la antigua casa?

—Sí, pero cállate-

—No. ¿Es que ellos no ven nada? —a medida que Yeji hablaba, su tono de voz iba en aumento—, bah, ni siquiera tú ves algo. ¡Todos involucrados en sus propias cosas, y a mi me tienen renegada!

—No hables idioteces, ¿o acaso quieres estar también estresado por-

—¡Lo estoy! ¡¿Qué te hace creer que no?! —discutió, antes de ponerse a vociferar con rabia—, ¡te recuerdo que fue hermano el que casi murió para las vacaciones de primavera! ¡Te recuerdo que me marginaron a porque creyeron que yo delaté las reuniones solo por ser una Slytherin! ¡Te recuerdo que me lanzaron también a al Bosque Prohibido! ¡Y ellos fueron mis propios compañeros desde primer año!

HyunJin no entendía por qué Yeji le estaba gritando eso justo ahora. Es decir, ¡por supuesto que él lo sabía! ¡Él era consciente de todo lo que estuvo involucrado Yeji! ¿Qué podía HyunJin hacer al respecto? ¡Nada!

Y es bajo ese mismo silencio en el que Yeji esperó pacientemente una respuesta- una paciencia dentro de su rabia que solo fueron un par de segundos al notar que, de a poco, él no la entendía. No sabía si era a propósito, o solamente era alguien denso. HyunJin no se sorprendería si es que ella pensaba que él era egoísta.

—¿No te pasa nada con eso? —preguntó ella, voraz.

HyunJin se movió, incrédulo. —Es que- no sé qué quieres que te diga.

—¡Nada! Solo quiero que recuerdes que tú ahora tienes algo en tu cabeza y no me lo quieres decir porque no confías en mí, siendo que estoy metida en la misma mierda que tú —recriminó—. Tengo que recordártelo porque solo eres tú. Y tú. Y tú con tus amigos. Y tú con tu novia. Y tú con tu jodida depresión-

—No tengo una depresión-

—¡No comes nada! ¡No haces nada! —Ella se acercó hacia él y lo tomó del cuello de la camisa. —¡Esta mierda te queda demasiado grande, cuando fue comprado con tu tallaje original!

—¡No he jugado Quidditch! ¡Por eso he perdido masa! —excusó, mientras apartaba su mano de golpe.

—¡¿Por qué no acudes a mí?! ¡¿Por qué yo no puedo acudir a ti?!

—Estás loca —insultó, y golpeó enseguida el barril de la entrada de la sala de Hufflepuff—. No sé qué quieres que haga, pero no voy a aceptar que me digas esas idioteces solo porque se te ocurre estar enojada.

—¡Ay! ¡Eres insufrible!

—¡Y tú igual!

El barril se abrió, y Yeji se apresuró en ingresar en una corrida. HyunJin, a causa de su pierna, solamente la siguió desde más lejos, hasta verla perderse y ser confundido por la gran explosión musical que sus compañeros de casa estaban teniendo. A medida que más ingresaba, la rabia se transformaba en confusión- la gente comenzó a existir por montones, y la música estaba aun más fuerte que no podía escuchar su propia rabia. Los alumnos de las otras escuelas también estaban ahí, y HyunJin se preguntó cómo mierda aceptaron que pasara todo eso.

Se abrió paso entre la gente, aunque chocó con un par de alumnos y alguien derramó cerveza de mantequilla en su ya sucia camisa. Intentó buscar a sus amigos en todo el tumulto, pero estaban tan perdidos como su propios pensamientos que prefirió tomar del cuello una botella de cerveza y sentarse en alguna colcha disponible mientras Skeletons in my closet de Lil Toe retumbaba con rabia.

No vio a Yeji, aunque reconoció a sus compañeros en su propio mundo. HyunJin no se dio cuenta de qué tan cansado estaba hasta que sonó una de las canciones que de manera clásica él bailaría, pero su pie ni siquiera era capaz de levantarse del suelo para generar la rítmica. Sus compañeros estaban tan ensimismados en su propio goce de adolescente que HyunJin se preguntó en qué momento comenzó a ser tan viejo.

«Tengo dieciséis», se recordó, y estaba con pensamientos de adultos rondando por todas partes.

Su cabeza comenzó a tener dificultades para conectar sus ideas, por lo que demoró un poco en reconocer el vestido rosado que baila con otras dos chicas. Sus ojos quedaron pegados en las piernas de Mina antes de que ella lo reconociera y, con una sonrisa más parecida a la incomodidad que al romanticismo, se le acercó.

—¿Te despediste de tus padres? —moduló ella. HyunJin ni siquiera podía escucharla. Él asintió a la respuesta, y ella lo tomó de la mano—. ¿Bailas?

HyunJin mostró su cerveza. Estaba demasiado cansado.

Mina no le soltó de la mano, y se abrió paso entre las otras personas que estaban sentadas junto a HyunJin para hacerse un espacio- aunque solo se sentó en la orilla, con sus piernas cruzadas para afirmar su caída, y se inclinaba con lentitud cerca del oído de HyunJin para que la escuchara.

—¿Cómo estás?

HyunJin asintió y, de nuevo, mostró su cerveza.

De repente, el recuerdo del baile le golpeó.

—¿Cómo estuvo tu cita? —le preguntó HyunJin—. ¿Pasaste un buen rato?

Mina realizó una mueca cargada de incomodidad, sin intenciones de querer manifestar algo. Por un instante HyunJin sintió un terror de que YeonJun le hizo algo a ella, por lo que Mina rápidamente negó.

—No fue como creí —admitió ella.

—Te vi reírte.

—Era eso o pasar tensa toda la noche, y era la primera vez que estaba en un baile —se excusó—. Y tú te fuiste, incluso. No le agradaste mucho a tu cita.

—Sí, bueno, es que no era ella con quien quería estar.

—Yo tampoco. Por eso, te invito a bailar ahora.

—Y sigues con su brazalete.

Mina se vio sorprendida porque no había realizado que la pulsera seguía aferrada en su muñeca, de color y diseño precioso tan característico de la oligarquía. Los ojos de HyunJin estaban pegados a eso, así que Mina se sacó el brazalete con rapidez y lo lanzó hacia el suelo, donde rápidamente fue pateado por los pies que bailaban.

—Ya no —demostró, y volvió a jalar a HyunJin—, vamos a bailar-

—No te dificultó aceptar su cita.

—Estuviste ahí cuando sucedió todo, sabes por qué lo hice. Y, después de esa ocasión, no volvimos a hablar —Mina se encogió de hombros, inocente—, cuando nos vimos en el vestíbulo él se sorprendió por verme con un vestido rosado. Dijo que no combinábamos y que pensó que estaría con un vestido más opaco.

HyunJin consideró que sería demasiado grosero callarle algo que él no estaba interesado en escuchar.

—Vamos a bailar —pidió Mina por tercera vez, más cerca a un ruego—. Aprovechemos.

—¿Y después qué? ¿Mañana nos volvemos a distanciar?

—Te recuerdo que fuiste tú el que me pidió un tiempo.

—Porque tú no quieres estar conmigo.

—¿Quién te dijo eso? ¡Yo sí quiero estarlo! —cuestionó, ofendida—, fue solo que a ti no te pareció ser suficiente.

—¿Hay un nivel de suficiencia en una relación? —HyunJin no admitiría que en ese instante sus preguntas no eran más que desagradables—, yo solo te pido que estés conmigo.

Las cejas de Mina se fruncieron hacia adentro, como si su enojo no fuera más que decepción. HyunJin desvió su mirada de ella hasta la pista de baile, donde decidió no mirar a Mina hasta que ella, molesta, se levantó y volvió a reunirse con sus amigas. Tan pronto como el vestido rosado desapareció de su vista, HyunJin maldijo entre dientes y bebió su cerveza de mantequilla de golpe.

Asimismo, mientras HyunJin pensaba en cómo esa fiesta era una mierda, al otro lado de la sala común, cerca de la entrada a los dormitorios, SeungMin charlaba con una chica de la casa de Gryffindor mientras que, a unos pocos metros, Felix bailaba con otras dos personas más mientras se movía con sus brazos hacia arriba como una persona que llevaba más tragos encima de los que debería.

Parte de su espalda baja dolía por la caída en el Lago Negro, sin embargo, él admite haber pasado un buen rato con los chicos. Veinte minutos cargados de patinaje, burlas y caídas que hizo que todos terminasen empapados hasta cierto grado. Recibir la espera de la fiesta en la sala común de Hufflepuff fue una agradable sorpresa, aunque SeungMin apenas y tuviese energía para poder estar ahí.

La idea de escaparse al dormitorio de los chicos lo tentaba demasiado. Dormir un tramo, al menos hasta las once o mediodía, donde su desayuno sería su almuerzo y pasaría el resto de la tarde recuperándose del agotamiento físico; sin embargo, era consciente que no podría. Ir al dormitorio de los chicos era el recordatorio constante de que algo malo estaba, y el terrorífico mapa del Reino Unido escondido detrás de la puerta generaba que todo fuera un conteo hasta llegar a cero. Cero luces. Cero magos.

SeungMin sabía en qué posición estaba él en ese instante, y también sabía cuán fácil sería huir. No obstante, y para su sorpresa, el plan de escapar de todo lo controversial y peligroso sonaba aun más ridículo que la idea de quedarse con sus amigos para enfrentar todo. Tal vez HyunJin, JiSung y Felix daban por sentado su presencia, pero SeungMin a veces olvidaba que tenía más opciones que las de ellos.

Esa es la razón por la que, más sobrio que ebrio, veía a Felix con su divertido vaso de plástico cargado hasta desbordarse de un líquido oscuro; reía y bailaba con las dos personas mientras cantaban a todo pulmón esa canción muggle que no conocía. SeungMin gustaría de conocerla, aunque sea para tararearla, porque así podría disfrutar y no quedarse pasmado al notar la sutil mirada de reojo que Felix dio hacia un rincón de la habitación donde ChangBin parecía encontrar buena idea besarse con su cita para el baile.

SeungMin no conocía mucho de ChangBin, salvo de que ambos eran pertenecientes al Club de las Eminencias del profesor Slughorn donde tenían reuniones para hablar de pociones con otros alumnos destacados. Siempre tuvieron esa enemistad de línea borrada después de las consecuencias de la Poción de Amor, y si de algo SeungMin aprendió de eso (aparte de jamás volver a confiar en una pluma mágica para hacer envíos), es que ChangBin no era un mal tipo a propósito, solo fue una víctima de sus circunstancias y que, verlo madurar después de todo lo que pasó durante el año, era reconfortante.

No obstante, una cosa era las burlas entre la enemistad de Hogwarts contra Slytherin, y otra cosa era lo que Felix podía llegar a sentir por ChangBin. Felix no hablaba de sus sentimientos, y lo hizo aun en menor cantidad desde que salió de su internación; SeungMin entendía cuán difícil Felix debía de sentirse en vivir bajo su propia piel, por lo que, tener esos pequeños dolores superfluos eran idílicos. Tan idílicos que lo absorbían.

Las miradas eran de reojo, y cuando Felix divisó que SeungMin lo miraba, se apartó de las dos personas y se acercó a él para que, con su clásico afecto, abrazara a SeungMin con un brazo alrededor de su cuello.

—¿Crees que Kai tenga hierba? —susurró Felix en el oído de SeungMin. La peste del alcohol lo golpeó enseguida.

—Probablemente, pero no me daré el tiempo de buscarlo —contestó SeungMin, y apartó un poco el rostro. Felix lo continuaba viendo con sus grandes ojos cafés, tanto que SeungMin se sintió un poco más alto cuando en realidad ambos bordeaban la misma altura—. ¿Quieres fumar ahora?

—Me gusta cuando fumamos —admitió Felix, con su cabeza ladeada y palabras a la rastra. Al menos se mantenía estable de pie—. Nos hace más cercanos.

—Lindo juego de palabras.

—¿Lo dices por la cercanía? —Felix alzó sus cejas, y dio un trago a su vaso—, porque me gusta eso.

SeungMin resistió el impulso de querer apartar el vaso de Felix. Él hablaría de más con cosas de corazón dañado, y el alcohol en un adolescente era peor que el veritaserum.

—Te gusta la cercanía con cualquiera —repuso SeungMin—, así que, ve por Kai si es que quieres-

—Contigo —insistió Felix—. Me gusta estar a salvo contigo.

Con un pésame, SeungMin se giró hacia ese rincón donde ChangBin se besaba con su cita para el baile. ChangBin, como el caballero que era, estaba apoyado en el muro mientras afirmaba a su cita por la cintura; la chica sonreía de forma brillosa, y se acercaba a él como si aquella noche pareciera ser la oportunidad de tener a su amor platónico. SeungMin se sintió un poco invadido en ese instante, y dio un paso hacia atrás cuando vio a ChangBin abrir los ojos y mirarlos directamente.

«Esto es trágico», pensó SeungMin.

—Es lindo saber eso —SeungMin continuó la conversación, más mareado por la bruma emocional—. Para eso están los amigos.

Felix sonrió y asintió con orgullo, y de a poco aquel movimiento se enlenteció. Felix dio un trago a su vaso y habló, extrañado:

—¿Por qué, si somos amigos, jamás nos hemos besado?

«Está demasiado borracho».

—Sí lo hicimos. Una vez —recordó SeungMin, antes de agregar con broma—: no puedo creer que olvidaras nuestro primer beso.

—No. Me refiero- ¿por qué no nos hemos besado? —insistió Felix—. ¿Por qué no me has besado?

De nuevo, SeungMin intercaló su mirada entre ChangBin y Felix. Si de algo sabía sobre la lógica y los puzles, era de que todo estaba siendo a propósito.

Y, lo peor de todo, es que SeungMin no sabía si quería abstenerse de la consecuencia.

Con un fuerte nudo en la boca de su estómago, SeungMin continuó con la charla.

—Porque los lugares siempre son ruidosos —explicó SeungMin—, y no sé si te besaría en un lugar repleto de gente.

—Entonces, si estuviésemos solos, ¿me besarías?

Felix se apartó, y con su brazo libre comenzó a jalar a SeungMin hacia el túnel del dormitorio. SeungMin se permitió dar un par de pasos antes de detenerse en seco.

—Felix...

Él no lo escuchó, solamente lo jaló de nuevo hasta el túnel del dormitorio, donde podrían tener la dirección hacia el propio cuarto. No obstante, SeungMin solo se detuvo tan pronto como notó que nadie los vería.

—Felix —SeungMin llamó una vez más—, ¿por qué quieres que te bese?

—¿Por qué no querrías hacerlo? —replicó Felix. Dio un paso hacia SeungMin, y se acercó hasta que sus narices toparon, con la vista pegadas a sus ojos—. Siempre pudimos hacerlo, y no lo hemos hecho. Son cinco centímetros de distancia.

—Distancia de la cual nadie morirá si la mantenemos.

«¿Por qué me haces esto?», quiso preguntar SeungMin, con su corazón roto en la mano. Solo pudo esbozar una pequeña sonrisa igual de sarcástica como la característica que él tenía para así, desistido, permitir que Felix lo besara mientras lo agarraba de la nuca.

SeungMin sintió que perdía un poco el equilibrio- mareado tal vez por la gran cantidad de alcohol que Felix había ingerido. Apenas podía sostenerse en él mismo cuando se atrapó con la sorpresa de que tomaba a Felix del hombro. Felix, con su mano con el vaso, intentó hacer lo mismo, salvo que era con el hombro dañado de SeungMin.

Ngh- —SeungMin soltó de repente a causa del dolor, y Felix se separó un poco de él—. Mi hombro...

Felix no contestó. Al contrario, soltó el vaso- ¿qué fue de ese vaso? Porque SeungMin se concentró en la forma con la cual Felix lo rodeaba por la cintura y lo besaba de una manera mucho más abrasiva, mucho menos amistosa, mucho más excitante.

SeungMin no sabía qué hacer más que seguir el ritmo; más que bajar el pánico. Lo besaba de esa forma en la que no besaba a nadie, y en la que lo hacía como si en verdad no hubiese gente en el túnel. Felix lucía tan emocionado por la acción que solamente se apretaba más, y más, y más hacia SeungMin para que le correspondiera con el mismo ímpetu, con la misma demostración.

Tan demostrativo que SeungMin pensó que, si no le hubiese mencionado a Felix sobre los besos en público, probablemente habría hecho todo eso allá- a la vista de todos, a la vista de ChangBin.

«ChangBin».

Porque, por supuesto, su mejor amigo solo sanaba un corazón roto.

Cuando SeungMin dio otro paso hacia atrás, y su zapato elegante chocó con el charco de alcohol que se formó, se separó por completo de Felix.

—Adorable —jadeó SeungMin, y palmeó el hombro de Felix con torpeza—, demasiado- en serio. Pero, Felix, te ves más lindo estando sobrio.

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Oh, someday, girl, I don't know when – we're gonna get to that place – where we really wanna go and we'll walk in the sun – but 'til then, tramps like us – baby, we were born to run...

En la Sala de Menesteres, JiSung solo intentaba invocar en su cabeza alguno de sus recuerdos reprimidos. La lógica era, por supuesto, de que si a JiSung ya se lo mencionaron, es porque ahora era presente. Teoría ontológica. La realidad se construye en base de palabras.

Entonces, ¿por qué no podía percibir nada? Ni memoria, ni idea, ni la presencia de las personas que vio en la fotografía del borrador como parte de haberlos visto también. ¿Por qué?

Tal vez no lo hizo, y solo fue un delirio. Tal vez Erick tenía un plan maquiavélico donde confundiría a JiSung con su propia vida porque él era algo. Tal vez, y solo tal vez, Erick sabía de la profecía, y de esta forma distraería a JiSung de dicho trayecto.

O, al contrario, contarlo haría que se cumpliese o fallase la profecía.

Aunque sea, ¿Erick tenía que ver con la profecía?

Y, por más que JiSung mirara hacia el juego de pociones de SeungMin, él no podía generar un nuevo recuerdo. Para él, su vida se formó en la casa de los suburbios con su madrina Leela y sus tres hijos, criado ahí y educado en una escuela pública hasta que fue expulsado; fue marginado dentro de la propia casa, totalmente prohibido de poder jugar con los demás niños a causa de lo que hizo. Rapaban su cabello cada verano y lo ocultaban con un gorro durante el invierno. Esa fue su vida.

¿Cómo alguien osaría a cambiarla?

No era la mejor vida, pero era la suya.

La puerta de la Sala de Menesteres se volvió a abrir, y JiSung se giró con el terror contenida en su respiración. MinHo entraba, con un gran termo en su mano, con su ropa cambiada, y vacilante.

—¿Qué pasa? —preguntó MinHo, mientras cerraba la puerta a su espalda—, traje chocolate caliente desde la cocina.

JiSung tragó el nudo en su garganta para hablar. —¿Cómo... Cómo está tu pie?

MinHo se había caído cuando jugaron en el hielo.

—Me duele, en verdad, pero en un par de horas se me pasará —contestó, mientras iba hacia él.

—Si fueras un metamorfomago, sería más rápido la curación.

—No solicité la «sanación rápida» cuando me mordió el licántropo.

—Intenta pedirlo para la otra oportunidad.

Aunque se hubiesen reconciliado y JiSung le hubiese dicho la palabra con «a» (y MinHo, para su sorpresa, le había correspondido), no podía evitar sentir un aire de incomodidad aún alrededor de ambos. Una tensión inscripta que pasaba desapercibida por la forma tan sutil en la que se construía la conversación.

En vez de tomar asiento en los pufs, decidieron usar el sofá de colores de la casa de Hogwarts. Ahí, MinHo notó la presencia del borrador de la Compañía, y mientras le tendía el termo a JiSung para que bebiera de la cocoa, lo hojeó.

—Ah- mierda.

—Hm, sí —dijo JiSung con torpeza, al ver la sorpresa de MinHo por poder hojear más páginas—, logramos abrirlo un par de páginas.

—¿Y cómo...?

—Runas. Cohan nos ayudó —contó—. La apertura la hicimos de distintas formas, pero solo funcionó con- uh, con sangre. Usé la mía porque, bueno, no sé, en realidad. Y..., uh, mira la última página desbloqueada.

MinHo, precavido, hizo caso. Su boca se abrió un poco al igual que sus ojos se aguaban por la impresión; con delicadeza, MinHo tocó la fotografía.

—McGonagall está acá —observó MinHo.

—Sí, y aquí está..., está él —JiSung apuntó hacia donde Erick se encontraba—. También están los padres de HyunJin y Yeji, y..., bueno...

JiSung no podía pronunciarlo, pero con su dedo trazado sobre la hoja le dio a entender a MinHo enseguida a lo que se refería. MinHo, también, miró con detención a quien era la madre de JiSung, de cómo jugaba con su varita y la dureza de sus ojos hacia la cámara.

—Tu madre... —observó MinHo—, ¿cómo se llama?

—Ah- yo- bueno, pasaron un par de cosas ayer.

—¿Qué tiene que ver eso conque me digas su nombre?

JiSung terminó por contarle todo lo que sucedió el día anterior: el cómo Erick llegó a su dormitorio, de la historia que le contó con su madre, de la maldición del vómito y de cómo le lanzó un hechizo diagnóstico para corroborar que sus recuerdos fueron reprimidos por una runa poderosa, y de que Erick no sabía de ello.

—Dice que yo llegué a la casa de Leela cuando tenía ocho- la misma edad en la que me expulsaron —continuó JiSung—, pero yo no creo eso. Recuerdo haber pasado toda mi infancia en la casa de Leela. ¿Por qué alguien me habría querido suprimir mis recuerdos?

—Porque las cosas que viste en tus primeros ocho años de vida podían colocar en jaque a tus padres —razonó MinHo con rapidez—. Es la misma razón por la que te colocaron la maldición del vómito.

—Ella..., ella fundó la Compañía- allá en Corea del Sur —aludió JiSung—, ¿qué tanto me involucraron como para tener que ocultarlo?

—No necesariamente hubo un involucramiento, tal vez solo era lo que ellos consideraron como práctico —MinHo hizo una mueca—, ¿y no le preguntaste a Erick de dónde conocía a tu madrina?

—No, no pude hacerlo. Estaba más alterado en el hecho de que era producto de una perversión antes de saber qué tipo de relación él tenía con Leela —pensó en voz alta, antes de colocar un rostro de horror—, Erick fue un degenerado.

MinHo no continuó con la broma, al contrario, se limitó a beber del chocolate caliente. Pareciera que tenía una teoría en mente.

—¿Qué piensas? —consultó JiSung.

—Te reprimieron tu memoria después de que Erick te dejara en la casa de tu madrina —explicó MinHo—, quiero decir- no pareciera ser suficiente que tú no pudieses pronunciar sus nombres o algo así.

—¿Dices de que fue alguien de la Compañía quien quiso reprimir mi memoria? —JiSung encontraba bizarra esa teoría.

—Es solo una idea —agregó MinHo con rapidez—, porque, si hubiese sido bajo el cuidado de Erick, desde su punto de vista no habría tenido sentido- es decir, él pudo hacerlo, pero no era necesario. ¿Por qué querría reprimir tus recuerdos con tus padres, alterando el orden de tu vida?

—MinHo, me estás dando más preguntas existencialistas que respuestas lógicas.

MinHo le entregó la taza del termo a JiSung y abrió el libro para mostrar la página de las fotografías. Las analizó con cuidado a cada uno, junto con el nombre.

—Alguien de ahí quiso reprimir tus recuerdos —enfatizó MinHo—, y los sortilegios tienden a desaparecer cuando la gente muere. Al menos la mitad de esta foto están muertos. Alguno de los vivos te colocó la runa porque eras más peligroso de lo que Erick pensó que eras.

JiSung presionó sus labios, reconociendo la astucia de MinHo. Miró también la fotografía, al matrimonio Hwang en un lado y a quien sería a su madre en el otro, a Hana. Erick lejos de ella, mientras que Hana tiene la varita de cerezo entre sus dedos.

—Es tan joven... —reconoció JiSung, mientras acariciaba la fotografía—, y pareciera que está viva...

Era impactante- por supuesto, porque toda una vida cuestionado como el huérfano de pronto tenía dos padres que estaban vivos- parecieran que bien, y que estaban realizando un cambio en el mundo que JiSung vivía. Pensaba en que, si Hana realizó la Compañía y tiempo después nació JiSung, tal vez ella se sintió decepcionada al notar que el mundo del cual quiso pelear terminó siendo una derrota.

Su cabello no se volvió azul, no obstante, se secó con rapidez la lágrima que quiso caer a un lado para mirar a MinHo.

—¿Cómo estás tú con tu regreso a casa? —preguntó él.

MinHo pareció esbozar algo-así-como una sonrisa.

—Linda forma para desviar el tema —mofó MinHo.

—Siento que me dijeron esto hace años y solo fue hace un par de horas —admitió, y se las arregló para sonreírle—, pero..., dime, por favor.

—Estoy bien-

—Verás a tus padres por primera vez, después de que asististe a las reuniones.

—Ah- sí, me había olvidado de eso —MinHo acomodó sus codos sobre sus rodillas, con una gran dosis de sarcasmo en su voz—. Todos estarán ahí.

—¿Tu familia?

—La gente de LiMa, tal vez. Sé que los chicos de la Sociedad Secreta asistirán, pero no es un oficio ministerial —MinHo hizo una mueca—, lo cual es bueno porque no sé qué pasaría si viera a los señores Hwang ahí.

—¿DeLuca va a asistir?

—Sí, junto con todo su séquito. ¿No tienes algo para hacerme enfermar?

—No yo, pero tal vez SeungMin pueda hacerte una poción de diarrea o vómito explosivo.

—Tentador...

MinHo decidió apoyarse en el respaldo del sofá, derrotado. Sus ojos estaban en sus manos, en sus anillos, en la inseguridad que estaba cargando en ese momento junto con la gran horda de cicatrices que decoraban sus manos. Si JiSung se fijaba bien en el cuerpo de MinHo, no había parte que no fue intervenida por las lunas llenas.

—¿Qué tal...? —MinHo comenzó a hablar, inseguro. Su tono tuvo un ligero temblor—. ¿Qué tal si reconocen mi licantropía?

—Siempre la has escondido...

—Si- ¿Si tal vez la fiesta de mis padres es para sacrificarme? ¿O ahí me expondrán para que... que me maten...? —Las palabras que MinHo decía cargaban demasiado terror, siendo cada vez más y más delgadas hasta el punto que las manos de él comenzaron a temblar. —No quiero ir...

—Pero- hombre... —JiSung se acopló enseguida hacia él, y tomó de su mano al notar que las uñas las encarnaría en sus palmas. —Ellos no saben lo que eres- recuerda que destruiría la reputación de tu abuelo por tener a un hombre lobo en su familia. Ellos no querrán correr el riesgo. En cambio, si llegase a pasar...

—Me van a matar-

—No, o no sin antes de que tu des pelea. —JiSung no sabía cómo consolar a MinHo de la mejor manera. Solo podía estar ahí, a su lado, sosteniendo sus manos para que MinHo no se rasguñara. JiSung lo tenía rodeado y deseaba con todo su cuerpo transmitirle la calma. —No te harán nada en tu propia casa, MinHo. Y, si lo llegan a hacer, solo envíame un patronus. Una sola vista al gato e iré volando a donde tú estás.

Los hombros de MinHo presentaban tensión, y solo comenzaron a disminuir cuando JiSung los aprisionó contra su pecho, lo rodeó con sus brazos, y lo balanceó de a poco- de lado a lado, intentando de todas formas no ser contagiado por el mismo pánico.

JiSung no podía sucumbir a eso, y no debía de permitir que MinHo también entrara. Para el intento de magnicidio, JiSung apenas pudo hablar del terror que su cuerpo tenía en ese instante, y si ahora MinHo estaba totalmente desesperanzado, entonces, ¿quién podría mantener al otro fuerte?

En la cruda realidad, ninguno. No obstante, la realidad de ambos estaba difusa entre un lado y otro- lo mágico y lo muggle. Lo realista y la fantasía.

Razón suficiente para que, luego de un rato, JiSung tararease canciones mientras MinHo recuperaba la compostura de a poco, y dejaba de lado la tensión para simplemente relajarse entre sus brazos. JiSung no podía sentir su pecho más oprimido que en ese instante.

—¿Cómo te sientes? —preguntó JiSung, con su boca en el cabello negro de MinHo.

—Patético. Me dio un ataque de nervios —contestó MinHo bajo su clásico tono solemne, aunque no se apartó de JiSung.

Con una pequeña sonrisa, JiSung acarició el brazo de MinHo; sin embargo, él, tan felino como siempre, se incorporó para sentarse por completo en el sofá. JiSung se incorporó y le ofreció un poco de chocolate caliente, el cual MinHo bebió de un golpe.

De a lejos se escuchaban las campanas del reloj, aquel que en ese instante marcaban las tres de la mañana. JiSung no estaba seguro de si la fiesta en la casa de Hufflepuff continuaba, o de si alguien ya dormía porque el tren de Hosgmeade saldría a las once de la mañana; aun así, él sí sabía lo que quería hacer, porque la tensión continuaba entre ambos.

—Lo siento —se disculpó JiSung, finalmente. MinHo por fin se atrevió a mirarlo a los ojos—, no tuve que haberme alejado. Yo solo..., me sentí inseguro contigo, pero no eras tú el problema —agregó con rapidez—, es solo que- bueno, ya sabes, yo soy un idiota. Todo este tiempo aun sigo creyendo que no me quieres y estás conmigo porque te soy más fácil o más-

—Alto. —MinHo estaba totalmente desorientado. —¿Cómo eso? ¿De que yo estaba contigo porque se me eras fácil?

Un poco nervioso, JiSung suspiró.

—Para las vacaciones de primavera..., antes de que tus madrinas hicieran ya-sabes-qué con nosotros —murmuró lo último con incomodidad—, yo hablé con SaeJah y me di cuenta que mi inseguridad más grande es de que no me quisieras- o sea, sabía que no me querías porque nunca me contestaste cuando te pregunté, así que, carrear ese sentimiento solo me hacía pensar en si no gustabas de mí porque era un metamorfomago y, contradictoriamente, te acercabas a mí por eso.

—JiSung...

—Eso hizo de que, incluso hasta ahora, yo pensara que en verdad no me quieres- solo te... acostumbraste a mí y quisiste estar en una relación conmigo solo para estar a tu lado en las lunas llenas o porque para ti te hacía sentido y... —contrario a lo que decía, JiSung dejó escapar una sonrisa—, y a estas alturas ya no me importa eso. Creo que llegué a este punto que puedes usarme todo lo que quieras- soy tuyo.

JiSung no tenía idea de si esa era la manera más correcta para manifestar el amor; no obstante, él no sabía, en la mayoría del tiempo. Consideraba que era la forma más sincera de poder decirle a MinHo cuánto lo quería.

Y, por otra parte, MinHo no podía estar más perplejo de lo que JiSung admitió.

—No digas que eres mío... —contestó MinHo, conmovido por la sinceridad—, yo nací con dinero, todo ha sido mío. Te quiero no porque puedo tenerte, sino porque eres libre, y considero que no debes por qué depender de mí como para-

—Quiero hacerlo.

—No, déjame hablar.

—De los dos, fui yo quien te quiso primero —le recordó JiSung—, así que, puedo decir todas las estupideces que quiera. El arrastrado aquí soy yo, MinHo.

MinHo no pudo sentirse más idiota en ese instante, porque al notar de cuánta inseguridad tenía con su relación con JiSung, solo se dio cuenta que eran demasiados estúpidas comparados con el nivel real que existía entre los dos.

Con timidez, MinHo se acercó a JiSung. El otro quedó pasmado por un instante, totalmente desconcertado de lo que MinHo intentaba hacer. Y, como si fuera la primera vez, MinHo tomó de las mejillas a JiSung y le dio un beso suave en los labios- como un primer beso hecho de mejor calidad, con conocimientos previos y rutas ya conocidas. JiSung tomó de las manos que MinHo lo agarraba y le besó con más ímpetu.

—Yo te quiero, MinHo —expresó JiSung—. Yo te amo. Demasiado. Lo sabes y no quiero que lo rechaces. Por favor, quiéreme.

—Lo hago —murmuró MinHo, mientras lo besaba de vuelta—. En serio lo hago. Demasiado. Tanto que duele. Tanto que quiero tener un giratiempos y regresar a esa discusión en el pasillo —MinHo se separó de JiSung para mirarlo a los ojos, esperanzado de dar a entender su mensaje—, lo hago, Hannie, te amo. Te amo tanto que, a sabiendas que no viviré más de los treinta, quiero estar contigo el resto de que me quede de vida.

JiSung ni siquiera sabía cómo interpretar esas palabras porque lo sabía. Era consciente, tanto como por la primera charla de licantropía que tuvo con MinHo, como en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas. Y, en ese instante, a JiSung no parecía molestarle.

Al contrario, porque seguiría a MinHo a todas partes.

Los besos de a poco se fueron profundizando como un encantamiento de amor, con la pérdida de los estribos y la excitación de los sentidos que generó que el cabello de JiSung se tornara de un fuerte fucsia a medida que veía a MinHo desnudarse sobre él, con ansias de querer ir a más.

Más.

Más.

Insaciable.

Deseable.

Porque ni JiSung podía imaginar a MinHo en esa posición como en la que estaba ahora, de lo que pareciera ser su brote de valentía, y esconder su rostro en el cuello de JiSung mientras lo mascaba, besaba y recordaba lo que alguna vez pidió con deseo.

—¿Cómo hago...?

—Tómalo desde la base y- ah, así. Solo tienes que..., sí, así...

MinHo temblaba sobre él, atemorizado, y JiSung lo guiaba paso a paso porque, independiente de cuán buen o mal sexo MinHo podría entregarle, era él después de todo, tan él que anhelaba más mirarlo a los ojos que otra cosa.

Y solo tuvo que pasar esos tramos de horas antes de que llegara el amanecer de navidad, momento exacto donde los estudiantes montaron el tren en dirección a King's Corss, y JiSung regresó a su dormitorio para disfrutar un poco de su primer día de vacaciones.

Sin embargo, tan pronto como alcanzó su cama, con una mezcla de colores por todo su cuerpo entre el verde menta, berenjena y violeta, miró en un rincón de su dormitorio con extrañeza.

—¿Y el huevo?

[1] dato curioso, se mencionó por primera vez a la madre de JiSung en el capítulo 13: Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas de Han JiSung y el Gato Platinado uwu<3

[2] capítulo de baja calidad del capítulo; he estado un poco enferma estos días, pero quería subir un capítulo soft antes de que se vengan las tragedias.

Gracias por leer, les quiero

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