26. El baile de navidad, parte 1
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.
Capítulo 26
El baile de navidad, parte 1
Viernes 23, viernes en la mañana
—Why do I still wake up 2 in the morning – cold sweats screaming your name? Why do I get drunk and look at your pictures – why do I feel this way? —JiSung cantó con su cabeza pegada en la mesa, esperando a que la linda bomba de chocolate se derritiera en la leche del tazón—. Why do I do this to myself – and why do I even try? You don't – you don't – so, baby, why do I?
Treinta y seis horas para el baile de navidad, y JiSung no tenía pareja. Intentó convencer a JeongIn para que fuera su acompañante, pero pareciera que todo indicaba que debía de hacer el baile de apertura solo- o peor, con la profesora Sprout.
En ese instante, todo estaba tenso. JiSung no tenía idea de lo que sucedió entre Felix y SeungMin, pero ambos se dirigían la palabra de una manera muy cordial, para su agrado. Por otra parte, HyunJin continuaba con su té con leche, sin mucho interés de querer ingerir algo. Y, al otro lado de JiSung, ChangBin también esperaba a que su bomba de chocolate de deshiciera.
—¿Cuándo aprenderás la habilidad de callarte? —dijo ChangBin.
—El día en que me joda a tu madre —respondió JiSung.
—Ah- ¡¿Qué problema tienen con mi madre?!
—Cállense, por favor. Ustedes me dan migraña —murmuró HyunJin, antes de dirigir su mirada hacia la mesa de Ravenclaw—. O ellas me dan...
Los otros cuatro se giraron para ver: Yeji y Nadine Delagé parecían conversar de temas que permitían tener un desinterés por el resto del mundo. HyunJin gruñía como contratado bajo su propia rabia.
—Esto es asqueroso —murmuró HyunJin—, mi hermana y mi enemiga.
—¿Desde cuándo Nadine es tu enemiga? —le preguntó SeungMin.
—Desde que ella decidió coquetear con mi novia y con mi hermana —HyunJin sacudió su cabello, horrorizado—, es decir- entiendo que coquetee con mi hermana porque tenemos buenos genes, y también entiendo que haya coqueteado con mi novia porque yo tengo buen gusto- pero, ¡¿en serio tiene que ser con todo mi círculo?!
—Dudo mucho que ella cada vez que vea a una chica linda diga «oh, voy a ver si está relacionad con HyunJin para molestarlo. Solo un veela está permitido en esta escuela» —dijo Felix, imitando un pésimo acento francés—. «Cuando HyunJin no vea, lanzaré a Yeji por las escaleras».
—Eres macabro —le dijo ChangBin.
—Gracias, es el trauma.
HyunJin refunfuñó y estrelló reiteradas veces su frente contra la mesa.
El chillido de las lechuzas hizo que todos alzaran su cabeza con ansias, y el bullicio se formó tan pronto como la bandada entró hacia sus respectivos dueños. Kkami, como era de esperarse, aterrizó de forma abrupta sobre la mesa con un gran sobre en su pata. HyunJin la desanudó enseguida, tal como SeungMin lo hacía con su nueva edición de El Profeta.
—Ah, es de mis padres —leyó HyunJin. Sus tres amigos se acercaron a él—. Seguramente me preguntarán que querremos cenar la noche del veinticinco y..., uh.
HyunJin había leído la carta a medio habla, y su voz se silencio para leer con más atención. JiSung intentó echarle una mirada, pero su atención se desvió cuando, desde la mesa de Slytherin, Shuhua arrugaba un pergamino, lo lanzaba hacia una taza de té y se iba dramáticamente en llanto del Gran Comedor.
—Invitaron a mi mamá a un seminario para las vacaciones de invierno —contó HyunJin, mientras miraba a sus amigos—. Nos dijo que nos quedásemos en Hogwarts.
Era raro. Demasiado raro, incluso para ellos. Algo que a SaeJah y HyunSan amaban era pasar las fiestas con HyunJin y Yeji, y ahora aceptar con sencillez la idea de no pasar el año nuevo juntos era sumamente extraño, en especial por el contexto que estaban viviendo.
Fue decepcionante para JiSung. Los cuatro tenían planeado preguntarles a los señores Hwang sobre el libro de la Compañía (bajo el argumento que mandar una carta era demasiado arriesgado), pero ahora, sabiendo que no podrían verlos, probablemente no tendrían oportunidad de verlos hasta toparse con HyunSan en febrero, para la siguiente prueba.
—Crees que..., ¿crees que es por eso? —susurró SeungMin, con cuidado de que nadie los escuchara.
—Espero que no —contestó HyunJin, mientras se levantaba—. Se lo contaré a Yeji.
JiSung vio a HyunJin ir hacia la mesa de Ravenclaw y sentarse a propósito entre Yeji y Nadine Delagé para hablarle a su hermana; el cuello y mejillas de Nadine tornaron ese pelaje dorado que tomó cuando peleó contra el dragón, manifestando su furia.
—Tan inoportuno —Felix pensó en voz alta.
—Es problemático —SeungMin regresó al tema, y miró a JiSung—. Si Callaghan te dejó eso, seguramente fue por algo. No poder abrir el libro por completo y esperar más tiempo es peligroso.
—¿Crees que HyunSan o SaeJah puedan abrirlo? —consultó JiSung—, ¿tal como yo lo hice?
SeungMin chasqueó su lengua, un poco indeciso. —Tal vez, no sé. Incluso yo encuentro raro que se haya abierto con tu sangre.
—Espera- ¿y por que no le preguntamos para el baile? HyunSan tiene que venir como representante, ¿no? Tal vez-
—Claro, preguntémosle sobre el borrador de la Compañía con DeLuca respirando en nuestras nucas.
—Esperen —atajó ChangBin la conversación, finalmente—, no entiendo de lo que hablan.
SeungMin y JiSung se miraron, y decidieron hacerle un breve resumen antes de que la campana sonara.
Mientras más se acercaba el baile de navidad, más las distracciones de los estudiantes era palpable. Los rumores y murmullos iban en alza, y mientras más se acercaba la fecha límite, la ansiedad se aumentaba de golpe.
JiSung creía que llegó a ese punto de madurez donde la vergüenza de la invitación ya no estaba, pero hubo tardes en donde se quedaba en los salones o en el Gran Comedor con sus amigos y veía cómo los alumnos de cuarto año se les dificultaba poder siquiera hablarle a alguien del género opuesto. Era increíble, pensaba él, ya que recordaba cómo en cuarto año pasaba algunas noches en la torre de astronomía; volver a recordar eso le perturbaba por cuán joven era en esa época, sin embargo, delimitaba aun más la brecha generacional.
Al menos de los que conocía, todos tenían pareja. Para una clase de Encantamientos, SooBin le contó cómo dos chicas se habían peleado para pedirle ser su pareja de baile, mientras que Song MinGi, de Gryffindor, le mostraba la exuberante lista que tenía ordenado en nivel de belleza para poder invitar. Era vergonzoso hasta cierto punto, porque JiSung continuaba sin pareja y sus prácticas del baile de apertura perpetuaba a la profesora Sprout como su potencial cita.
Terrible. Es decir, ¿cómo justificaba la ausencia de cita en JiSung? Podría decir que estaba concentrado en el huevo de oro del dragón, pero aquello era una mentira mucho más sucia.
—Why do I still wake up 2 in the morning – cold sweats screaming your name? Why do I get drunk and look at your pictures – why do I feel this way? —JiSung volvió a cantar mientras saludaba a los fantasmas del pasillo, con calma, separado de sus amigos.—. Why do I do this to myself – and why do I even try? You don't – you don't – so, baby, why do I?
—... Y- reitero, no es como si ella me gustara. Hay chicas mucho más lindas que ella y creo que es bastante justificable que yo me preocupe por Yuna. —Por otra parte, detrás de él, JeongIn y Chan le seguían mientras JeongIn vomitaba todo lo que sentía en ese instante. —Digo- es un chico de Durmstrang. O sea, Durmstrang. ¿Cómo alguien de esa escuela se fijaría en ella? Yuna es fea, y no quiero que le rompan el corazón solo porque están jugando con ella.
—¿En serio crees que ese chico juega con ella? —preguntó Chan, y saludó a dos chicas que pasaron de ellos.
—O sea, ¿la encuentras linda?
—No tengo opinión en eso considerando que ya soy mayor de edad...
—También usa aparatos en sus dientes, y sus ojos son demasiado grandes. No se sabe delinear el párpado, y a veces una ceja le queda más gruesa que la otra —explicó—. Además, no sabes lo irritante que es al querer siempre tener la razón y..., y dar argumentos para todo de forma veloz. Es decir- ¡Mierda! ¡Ni siquiera habla bien!
Chan se quedó sin palabras, incapaz de cómo trabajar en función de la terquedad de JeongIn. JiSung, quien escuchaba toda la conversación, se giró sobre su hombro y le sonrió con sorna.
—Está celoso porque su noviecita irá al baile con alguien más.
—¡Que no es mi novia! —chilló JeongIn, tan rojo como su apodo—. ¡Ni siquiera me gusta! ¡No me puede gustar una chica tan horrorosa y sin personalidad como ella!
—JeongIn... —Chan usó ese tono de voz que a JiSung le trajo recuerdos del verano de cuarto año, en el callejón Diagon. Sintió por un lapsus corto una punzada de celos antes de que los tres, finalmente, se detuvieran en su andar para conversar a la mitad del pasillo. Con calma, Chan tomó a JeongIn de los hombros. —A veces un hombre debe de dejar su orgullo de lado y hacer algo por las cosas que queremos.
—¿Y qué se supone que quiero yo? —cuestionó sin idea.
—A Yuna —obvió JiSung.
JeongIn le dio una patada a JiSung en la pantorrilla.
—Si no te gusta ella, ¿por qué te enojas tanto que ella vaya al baile con ese chico? —ignoró Chan el golpe para continuar con JeongIn.
—¡Porque...! —JeongIn no pareció tener un argumento razonable, por ende, para querer verse intelectual, justificó:— ¡Está fraternizando con el enemigo!
JiSung pudo jurar que los pocos alumnos que pasaban por el pasillo, junto con los fantasmas y cuadros quedaron callados por un momento antes de soltar una gran burlesca carcajada en contra de él. JeongIn los miró, ofendido, como si estuviera totalmente loco.
—¡¿De qué se ríen?!
—Ay, todavía eres un niño —suspiró JiSung mientras se secaba una lágrima. JeongIn le dio otro golpe.
—Si no harás nada al respecto, no puedes llorar por eso —le dijo Chan, omitiendo una vez más la pataleta—. Es decir, no haces nada para cambiar eso. ¿Le dijiste a Yuna el cómo te sentías?
—No, ¿por qué haría eso?
«Es más denso que yo», pensó JiSung con burla, para que su cabello diera un simpático color verde menta- el cual, como siempre, se apagó con rapidez.
—Podríamos hacer un plan, si quieres —ofreció JiSung—, ve conmigo al baile- yo distraigo a la cita de Yuna, y tu vas tras ella para convencerla cuán mala persona es el chico.
—Oh, eso es una buena idea-
—Lo dices solo porque no tienes pareja para el baile —atajó Chan con rapidez.
—Estoy desesperado, Chan —se explicó JiSung, ofendido—. No tengo pareja para el baile y nosotros dos tenemos que hacer el baile de apertura. ¡A este paso, iré con la profesora Sprout!
—Suena como una buena cita-
—¿No vas a ir con... con tu novio? —preguntó JeongIn, sincero, y susurró la última palabra con un nivel de cautela que conmovió a JiSung.
JiSung presionó sus labios y negó. —Era obvio.
—Ah- disculpa... —Para la sorpresa de los tres chicos, una muchacha morena, cabello corto, negro y de ojos verdes, se acercó a ellos con su mirada pegada en sus mismas zapatillas. Su tono de voz delataba la vergüenza. —Me preguntaba si..., si querías ir al baile conmigo.
Los tres intercalaron su mirada. ¿A quién demonios le hablaba?
«Por favor que sea a mí. Por favor que sea a mí. Por favor que sea a-»
—JeongIn.
—Oh, mierda —exclamó JiSung.
—¡Sí! —Por su parte, JeongIn chilló de alegría. Parecía como si todo el malestar que Yuna le generaba minutos atrás desaparecía de forma abrupta para darle la mejor noticia de todas. —¡Claro que voy contigo! ¡Sin dudarlo!
La chica alzó su mirada del suelo y le sonrió abiertamente. Tal como JeongIn, llevaba unos aparatos de un precioso color verde esmeralda- aquel que coincidía con su corbata de Slytherin. Ella se retiró en dirección a un grupo de chicas que, tan pronto como llegó, comenzaron a chillar mientras daban su ida por el castillo.
Por otra parte, JeongIn se veía dichoso.
—Tengo pareja par el baile —sonrió él, abiertamente—. No soy un perdedor.
Chan resistió el impulso de colocar sus ojos en blanco.
—Aunque sea, ¿sabes cómo se llama? —le preguntó.
—Nop —contestó con orgullo.
Lo que hizo que se generara un problema aún más grande en JiSung. Su último recurso era JeongIn, y como HyunJin tampoco quería ir al baile con él...
«Ah, jodida mierda —lloriqueó JiSung—, iré al baile con la profesora Sprout».
Las clases de ese día se hicieron mucho más desconcentradas- sumado con la llegada del baile, durante el almuerzo la nieve comenzó a caer sobre Escocia, así que la mayoría de los estudiantes tanto de Hogwarts como de Beauxbatons y de Durmstrang, junto con algunos maestros, salieron a los terrenos y al jardín del castillo para disfrutar de la primera nevada del invierno.
—¿Por qué no invitas tú al baile? —HyunJin consultó, quien tenía sus manos ahuecadas para contener los copos de nieve que se derretían enseguida. —Yo lo hice- Choi Lia, amiga de Yeji. Pareció bien y no incómodo.
—HyunJin, soy un campeón de Hogwarts, aquel que se convirtió en dragón en la primera prueba —dijo JiSung—, si alguien hubiese querido invitarme al baile, ya lo habría hecho.
—¿Y tú no has invitado porque...?
—¡Porque nadie quiere ir conmigo!
HyunJin soltó un suspiro lacónico, y palmeó sin mucha pena la espalda de JiSung.
—... No se mojen demasiado, que dejarán el vestíbulo mojado.
A unos metros de ello, totalmente absorto en su propia responsabilidad, MinHo tenía sus manos ocultas en sus bolsillos por el frío mientras observaba como los alumnos de primer año usaban sus varitas para dirigir los copos de nieve entre ellos para atacarse. JiSung pensó que sería divertido hacer lo mismo en la espalda de MinHo, hasta que recordó aquella vez que se levantó a las cinco de la mañana para hacer nevar y MinHo solo lo dejó plantado.
—¿Sabes qué? —habló JiSung, rencoroso—, le pediré a alguien que sea mi cita.
—Genial. —Aunque HyunJin no sonaba emocionado.
—Le pediré a Eric Sohn.
—Ah- ¿Por qué...?
—MinHo me ha estado evitando desde la lu- desde que quise hablar con él —repuso JiSung con rapidez, olvidando por un instante que HyunJin no sabía del problema peludo de su novio—. ¡Evitado! ¡Por completo! ¿Acaso cree que yo no tengo sentimientos?
—De los dos sentimientos que conozco que son de MinHo, creo que está sentido porque no lo apoyaste en su decisión- ah, no me mires así —atajó HyunJin, cuando la cabeza de JiSung se giró de forma tan brusca que su cuello sonó—, él finalmente quiere hacer algo y tú lo mandas al diablo.
—Santo dios —JiSung lo miró horrorizado—, jamás pensé que estarías del lado de él.
HyunJin pareció un poco avergonzado ante dicha revelación, lo que le hizo encogerse de hombros con ligera vergüenza. —Solo se me hace sentido.
«Se le hace sentido». Por supuesto que lo hacía, diría JiSung, porque HyunJin estaba más evocado por la causa de lo que JiSung en verdad estaba, por lo que seguía sin tener sentido por qué MinHo quería sacrificar todo su bienestar para ser el doble espía de unas personas que lo querían muerto.
Volvió a mirar a MinHo, esta vez un poco más apenado. Su novio mostraba una nueva faceta increíble al reír a carcajadas con la pelea de los chicos de primer año, donde incluso Lucas Bang estaba involucrado y generaba pequeños soldados de nieve para que batallaran a su favor. A JiSung le habría gustado tanto hacer eso con MinHo que, antes de que HyunJin le preguntara qué demonios estaba haciendo, JiSung ya le había gritado:
—¡Bonito tu color de pelo! ¡Queda tan perfecto como tu personalidad narcisista!
Fue el insulto más patético que alguna vez hizo, empero, lo suficientemente llamativo para que MinHo se girara sobre sus talones y le sonriera con esa sonrisa de Slytherin, sin ojos achinados, sin gracia en sus pupilas, y con unas inminentes ganas de querer atacarlo.
—Es mejor que te regreses al castillo —ordenó MinHo, con su voz de Premio Anual.
JiSung no tenía ninguna respuesta creativa para darle, por lo que, en su mejor forma de querer llamar su atención, convocó con su varita una bola de nieve hasta el rostro de MinHo.
Los niños de primer año callaron enseguida, pero HyunJin explotó en una gran y burlesca carcajada. Los estudiantes que estaban presentes se veían bastante confundidos por lo que acababa de suceder, lo que solo dio paso a que MinHo diera otro movimiento de su varita y se formara una bola de nieve, y se catapultó enseguida hacia JiSung.
Y otra.
Y otra.
Y otra.
—¡Ah! —chilló JiSung, intentando cubrirse de las bolas de nieve. Apenas logró hincarse en el suelo cuando formó una bola de nieve y la lanzó de regreso.
¡Dios! ¿Es que MinHo no podía ser más inmaduro? Si a JiSung no le estuviesen atacando con bolas de nieve, probablemente se reiría de cómo el Premio Anual se encontraba en todo su temperamento, actuando fuera de la personalidad fría que era. ¡Ja! Independiente de que fuera JiSung el que era enterrado vivo en nieve, ¡él era el que ganaba!
¿Cierto?
—¡HyunJin! —gritó JiSung, mientras movía su varita para que las bolas fueran directo hacia MinHo—, ¡ayúdame!
HyunJin no lo haría. Estaba más ocupado revolcándose en el suelo mientras lloraba de la risa y tosía entre ahogamientos por su asma.
—¡Idiota! —le gritó MinHo, furioso.
—¡Imbécil! —replicó JiSung, con el mismo tono.
Y, para que antes de que alguno se diera cuenta, tuvieron que ser detenidos por un encantamiento inmovilizador por Kim MinJu, quien sostenía su varita sobre la cabeza de los dos mientras los miraba como si hubiesen perdido la cabeza.
—¡¿Tienen diez años?! —regañó ella—. ¡Están empapados!
Más que empapados, tenían sus prendas cargadas de barro junto con manchones de lo que sería césped. Hacer una guerra de nieve cuando apenas llevaba nevando cerca de una hora y media no fue jamás la mejor idea, y mucho menos bajo el ojo de los demás alumnos y profesores. JiSung podía notar la mirada divertida de Cohan, tan burlesca como siempre, leyendo a la perfección sus razones por la que comenzó la pelea.
HyunJin terminó por reincorporarse del suelo y se acercó a ellos, como si aquello fuese suficiente como para que pararan.
—Me tintas el cabello y me lanzas nieve —regañó MinHo a JiSung, apuntándolo con su dedo—, ¿qué más quieres? ¿Qué tipo de sanción? ¿O quieres ser como tu amiga, limpiar mugre de caballos?
—¡Atrévete! Como si tuvieras el nervio para hacer algo —desafió JiSung, con su cabello tornándose rojo.
—Yo sí hago algo. No como tú, cobarde.
—¿Qué tan cobarde puedo ser yo, si soy cuyo nombre salió en el Cáliz de Fuego? —JiSung hizo un sarcástico movimiento sus manos que simulaban un paso de baile. —Disfruta chupándole el pene a YeonJun, Lee MinHo~
—Oh, hijo de-
La pelea de nieve terminó por reemplazarse con insultos sinsentido a gritos frente a todos. HyunJin arrastró a JiSung hasta el interior del castillo mientras que MinJu solamente le pedía a MinHo que se calmara, quien, con su rostro rojo, gritaba ciento de barbaridades en contra de JiSung. Delató enseguida que solo él era capaz de hacerlo estresarse de esa manera.
Y la rabia sopesaba a JiSung en su corazón, tanto en el mismo nivel como la pena al querer hablar con él. Cuando HyunJin dobló uno de los pasillos y se dirigieron hacia la sala común, el cabello de JiSung se tornó en un azul marino tan profundo como sus sentimientos lastimados.
—¿Por qué MinHo no me quiere? —terminó por preguntarle a HyunJin.
Él, quien no sabía qué contestar (es decir, HyunJin pensaba en ese instante si su amigo estaba bien de la cabeza), se limitó a palmear su espalda mientras aguantaba la risa de la ridícula situación que vivieron.
—Mejor, ve a tomar una ducha —aconsejó HyunJin—, ahí te darás cuenta de cuánto te quiere ese hijo de puta.
Por otra parte, MinHo continuaba afuera. Estaba furioso, empapado, y no soportaba la gran cantidad de mugre en su cuerpo; el color de su rostro combinaba con el naranjo de su cabello alterado, y MinJu solo pudo usar su varita para ayudar a secarlo.
—¿Cómo te metes en una pelea con él? —preguntó ella, totalmente asombrada por lo repentino—. Pensé que era tu amigo.
—Él. No. Es. Mi. Amigo —MinHo escupió cada palabra con rabia.
—¿Cómo no? Siempre estás defendiéndolo.
¿Defenderlo? ¡Ahora MinHo jamás lo haría! ¡Se lo prometía! JiSung presionaba sus botones de la rabia con una sencillez irritante que solo hacía a MinHo cuestionarse qué tanta tolerancia le tenía, y cuanto debido al amor debería de soportar.
Su umbral de estrés estaba en aumento por la falta de comunicación y por el gran tiempo que pasaron entre ambos desde la luna llena porque, ¡por Merlín! ¡JiSung abandonó a MinHo para esa noche!
¿Cómo podía soportarlo? ¿Cómo podía quererle? JiSung prometió estar a su lado en las lunas llenas y él no quiso llegar; prometió que habría confianza, que la lealtad que se tenían era igual de intenso que el amor que se tenían, pero JiSung solamente coartaba su confianza en asistir a las reuniones del callejón Knockturn al no querer apoyarlo. Si JiSung se borraba de la ecuación de su soporte, MinHo quedaba completamente solo.
«¡Me lo merezco! —pensó también MinHo, aunque por su orgullo no quisiese construir el pensamiento por completo—. ¡Porque seguramente no soy lo que JiSung esperó!»
Reuniones del callejón Knockturn. Las dos que debían de responder desde la última que fue (aquella en la que nadie estuvo presente, gracias al asesinato del profesor Callaghan) solo una se hizo presente, del sábado 17 de diciembre, que más que unas palmadas en la espalda generados por el ataque, u organizaciones de futuros ataques, solamente se hablaba de la ansiada fiesta en la mansión Lee del 25 de diciembre, fiesta donde Hans DeLuca estaba cordialmente invitado.
Su abuelo Omerus asistió, pero solo estuvo un rato a causa del frío. No le dirigió la palabra a MinHo y farfulló con sus amigos de la misma forma en la que siempre lo hacía: con términos peyorativos, con licor de por medio, y con relatos viejos de sus cazas en los bosques con cada palabra escupida con veneno para que MinHo repitiera en su cabeza cada noche lo que le llegarían a hacer por estar ahí. Por si supieran lo que era.
Los ojos delataban su odio, y los de MinHo el terror y la inseguridad. Era difícil sostener la cabeza en alto cuando solo quería esconderse debajo de la cama o querer matar al lobo sin piedad.
Y ahora, ¡ahora! Ahí presente, frente a todos; MinHo fue roto con sencillez por un ataque infantil de alguien que no parecía quererlo más.
¿Cuánto fue su relación? ¿Siete meses? ¿De los cuales dos estuvieron totalmente incomunicados porque su madre interfirió en el correo?
¡Como si eso-
—Ay, por Merlín —exclamó MinJu—, ¿tan enfurecido te tiene JiSung?
MinHo no entendió a lo que se refería, hasta que notó que el calor de su rabia hizo que el alrededor suyo del césped secara la nieve, derritiéndola para dejar un charco de agua a sus pies. MinHo intentó calmarse- los gajes de que la magia funcionara en base a las emociones de los magos.
—Solo me... irrita —completó MinHo.
MinJu solo esbozó una sonrisa amable, aquella que caracterizaba al Premio Anual, y asintió.
—Por supuesto...
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Veinticuatro de diciembre. La noche se sucumbió en una tormenta de nieve, lo que hizo que los estudiantes tanto de Durmstrang como de Beauxbatons tuvieron que ser acogidos dentro del castillo, todo para que en esa mañana un brillante sol denotara la suerte del día del Baile de Navidad.
Se palpaba en el aire las ansias de ese día. Los estudiantes mayores conversaban sobre sus vestimentas y arreglos, mientras que otros, más desistidos de la mala suerte y voluntad que tenía ante el baile como MinHo, solo intentaba hacer que ese día fuera como los cotidianos- tomando desayuno en el Gran Comedor mientras escuchaba cacarear al grupo sobre la superficialidad del baile.
—Ufff..., la suerte de que Hogsmeade esté abierto hoy es realmente incomparable —admitió SoYeon, mientras veía el catálogo de la tienda Moda Tiros Largos—. Necesito más broches para el cabello.
—¿Quieres ir hacia allá? ¿Es que no quieres algo con clase? —le juzgó SooJin, ofendida—. Tengo un par que te puedo prestar.
—Ash, SooJin, de todas formas quiero salir. El olor hormonal que brotan de los demás me tiene mareada —bromeó, y se giró hacia el otro lado, donde Shuhua tomaba desayuno en silencio—. ¿Qué hay de ti? ¿Nos acompañas a Hogsmeade?
—Bueno... —respondió ella, apagada.
—Sonríe, mujer —pidió SooJin a Shuhua—. JongHo no ha parado de hablar de cuán emocionado está por ir contigo, ¿no puedes corresponderle?
—No tengo ánimos del baile, en realidad —admitió ella.
—Iremos a Moda Tiros Largos y nos compraremos algo lindo, ¿vale? —animó SoYeon, y rodeó a Shuhua con sus brazos—, un brazalete a juego. ¿Te parece? ¿Cómo el que tiene esa sangre-sucia?
—Oh, ese debió de costarle una fortuna —opinó SooJin—. Por eso, hay que conseguirse un novio con dinero.
—¡Esa tipa va con YeonJun al baile!
—¡Ah! —SooJin golpeó la mesa—. ¡No!
«Vaya —MinHo no quiso parecer impresionado por la noticia, sin embargo, no pudo ocultar el pan con chocolate que se atascó en su garganta—, eso no me lo esperaba. ¿Con qué amenazó a Mina para que aceptara ir con él?»
No obstante, MinHo no quería saber más del tema, por lo que terminó de tomar desayuno (y guardar otras dos magdalenas de chocolate en el bolsillo) e irse hacia la biblioteca- al menos pasaría su mañana en algo mucho más productivo que pensar en el estúpido baile.
De camino a, entre el divague de su mente, MinHo se topó con lo que pareció ser un gato negro que no había visto. Se aseguró de que nadie en el pasillo le prestara atención para poder hincarse con dolor y estirar su mano hacia él.
—Hey —le llamó—, ven. Ts. Ts. Ts.
El gato, curioso, dio un par de pasos débiles hacia él. MinHo notó que el gato cargaba una pequeña calceta en su boca, y con sus ojos verdes inspeccionándolo, le recordó con ternura a Soonie, quien dormía en su dormitorio.
—Eres linda..., ¿o lindo? —le preguntó, mientras bajaba su mirada para verlo.
El gato volvió con curiosidad hacia él, y extendió la cola hacia arriba como si fuera un agradable recibimiento la presencia de MinHo. Estiró su mano hasta el gato, esperó a que este lo olfateara y, cuando lo vio pasar ligeramente la orilla de su hocico en sus dedos, MinHo lo tomó.
—¿Estás perdido o eres de alguien? —le preguntó—. Tengo comida, por si quieres. ¿Sí quieres? Oh, eres demasiado lindo. Tienes ojos bellos.
Estético se encontraba el gato en los brazos de MinHo, mientras se dejaba acariciar la barbilla como si fuese una mascota de años. El gato tenía un pelaje patoso al tacto de MinHo, lo que le hizo preguntarse si es que alguna vez lo habrían bañado; delgado no estaba, pero sí se diferenciaba viejo. La idea de ver a Soonie a la edad de aquel gato encendió un poco la esperanza en el corazón de MinHo, lo que terminó por hacer en dejarlo en el suelo y despedirse de él antes de seguir con su camino a la biblioteca.
El gato se quedó ahí, pasmado. Sacudió su cabeza como si alguien le hubiese soplado la oreja y continuó con su camino hasta la sala común de Hufflepuff, donde se sentó y esperó pacientemente a que alguien abriera los barriles.
—Ah, ¿JiSung? —Un muchacho demasiado alto (más para la vista de un gato), de rostro amigable y bastante torpe le saludó. —Que lindo te ves en gato. ¿Puedo acariciar- ¡Ay! —El gato le arañó la mano antes de que se acercara a él. —Con un «no» bastaba, hijo de puta.
El muchacho golpeó el barril y el túnel se abrió. El gato inclinó su cabeza con amabilidad y comenzó a caminar hasta el interior (hasta que el muchacho alto le molestó jaloneándole la cola). Al llegar a la sala común, miró al alrededor hasta el indicativo dormitorio de varones de sexto año; caminó a ritmo por el túnel y llegó hasta la puerta donde tres apellidos decoraban el lado de la madera amarilla.
—... ¿Cuánto creen que quede de desayuno?
—¿Qué importa? Le pedimos a los elfos que nos hagan algo.
—¿Vamos a Las Tres Escobas?
—¡Vale!
La puerta del dormitorio se abrió, y cuarto muchachos salieron de ahí- con JiSung incluido, quien terminaba de abrigarse con un polerón del equipo de Quidditch y el apellido de alguien en su espalda; él hablaba con sus otros tres amigos sobre algo que hizo que no le prestaran atención al gato que, con sigilo, se escabulló hasta dentro del dormitorio.
El gato saltó hasta lo que era la cama de JiSung. Olía a él, y estaba desordenada. Dejó el calcetín cerca de la almohada y Erick quedó momentáneamente cautivado por el macetero de camelias que tenía JiSung en la mesa de noche, del cual la flor azul destacaba con importancia.
Amasó un momento la colcha y, tras acomodarse, decidió quedarse a dormir.
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—Some nights I think about the last time that we talked – back in November, maybe December – All I remember is that you called me a piece of shit-
—JiSung, has cantado esa canción cerca de treinta veces entre ayer y hoy, y todavía no entiendo quién demonios es Hatsune Miku —interrumpió SeungMin, al momento en que los cuatro caminaban por la extensa ruta nevada hacia Hogsmeade.
—Es la mejor artista que alguna vez esta tierra haya pisado jamás —dijo Felix a su lado, aunque no le dirigía la mirada—, cosa que tú, como mago, no sabes.
—Ah, ¿ahora me discriminas como mago? —le preguntó SeungMin, ofendido.
—¿Pueden parar de pelear? —pidió HyunJin, cansado—, por eso era mala idea de que ustedes dos fueran al baile juntos.
Ni SeungMin ni Felix quisieron contestar, así que, para rellenar el espacio, JiSung volvió a cantar:
—Said you never wanna see my face again – you regret everything we ever did – you're obviously over it, so over it – so, why do I still wake up, two in the morning – cold sweat, screamin' your name?
Cerca de las once treinta llegaron a Hogsmeade, donde la cantidad de estudiantes duplicaban al tránsito normal. El día previo de navidad hacía que muchos realizaran compras a último minuto, por lo que tiendas como joyerías, librerías, dulcería o incluso papelería hacía que todo estuviese atiborrado de gente. Los chicos, como si fuera parte de su destino, decidieron ir directamente a Las Tres Escobas, donde decidieron que, en vez de hacerse a cada uno un regalo de navidad, gastarían todo en un almuerzo juntos.
Tomaron una de las mesas lejanas y pidieron rondas de cervezas de mantequilla con papas y tocino con queso derretido sobre ellas. SeungMin y Felix hicieron un esfuerzo por querer mantenerse estables, por lo que conversaban con una amabilidad cargada de rencor que era disfrutable, mientras que HyunJin y JiSung compartían miradas cómplices antes de que, al transcurso del día, de a poco las cervezas aumentaban.
—¡Por favooor! —lloriqueó HyunJin a Madame Rosmerta, dueña del local—, solo una botella de whisky, por navidad.
—Son menores de edad —recriminó ella.
—¡Solo HyunJin! —acusó Felix, mientras abrazaba a su amigo por los hombros—. ¡Él tiene dieciséis! ¡Nosotros tenemos diecisiete!
Madame Rosmerta los miró con recelo, pero terminó por acceder y perderse tras la barra hasta regresar con una garrafa cargada de vino con pedazos de naranja, manzana y frutilla en su interior: sangría.
—¡Gracias! —exclamaron los cuatro.
Un poco de sangría con charla con sus amigos y comida ilimitada hizo que de apoco la pena que JiSung estaba cargando durante las últimas semanas se inhibiera hasta una mera melancolía, porque él podía ser retrospectivo en sus decisiones y querer hacer algo más por cosas con las que sí tenía posibilidades de accionar.
Por ende, cuando SeungMin terminó de contar una anécdota de sus vacaciones de verano que no tenía ningún vínculo con el tema de conversación original, JiSung admitió:
—Siento pena por la muerte de Callaghan.
No era una confesión inesperada, pero sí fue sorprendente la sinceridad con la cual lo hizo. HyunJin tuvo que acorralar a JiSung en la enfermería en cuarto año para que admitiera que lo echaron de su casa, y JiSung hasta el momento sigue sin contar la razón por la que vomitó esa vez que MinHo le mandó una carta al Hotel índigo en forma de avión, pero ahora, aún teniendo los colores de su cabello como un gran delator, que JiSung expresara verbalmente era un paso gigantesco para él.
—No puedo evitar pensar que fue mi culpa por la que lo mataron —admitió JiSung—. Él solo quiso felicitarme.
Su boca dulce tomó la amargura de las lágrimas, lo que le hizo pasar rápidamente su manga bajo su ojo para evitar que alguien más lo viera llorar. Sus tres amigos no dijeron nada, solo esperaron a que JiSung continuara hasta que, en sus suspiros, dejaron de hacerlo.
—Podemos ir a su tumba durante la siguiente semana —dio la idea Felix—. No creo que el profesor Dumbledore nos regañe si usamos el autobús noctámbulo.
—Sí y- además, así podremos despejarnos un poco de Hogwarts —coincidió SeungMin—, también nos despejamos del torneo.
—Lamento arruinar el ambiente —murmuró JiSung.
—Ve a lavarte la cara, antes de que tengas ojos de ostras —ordenó HyunJin.
JiSung asintió, se levantó y caminó hasta le baño donde se enjuagó el rostro y peinó un poco su desordenado cabello azul. Sus ojos también se tornaron del mismo color, y pensó de nuevo en cómo la tristeza le sentía bien. Lo hacía ver lindo, de esa manera en la que quería ser visto, pero tampoco quería estar permanentemente estigmatizado con ese concepto si es que JiSung quería ser un poco más optimista de lo que ya fue los últimos meses.
Al salir del baño, pegó un grito de sorpresa.
—Hola —saludó Kim MinJu, con una sonrisa política que simulaba ser diplomática—. ¿Cómo estás?
«Puta mierda...», su cabello viajó del verde al azul de nuevo, para dejar parar su susto.
—Hola —saludó JiSung, mientras recuperaba el aire—. Eh..., no quiero sonar grosero, pero nunca me has hablado.
MinJu sonrió. —Soy consciente de eso.
—Y esto no es la escuela.
—Lo sé.
—No nos puedes regañar por estar tomando sangría.
—¿Están tomando sangría?
«Idiota». —No...
MinJu colocó sus ojos en blanco, pero no eliminó la sonrisa de su boca.
—Como sea, yo solo vine a hablarte —dijo ella, y antes de que JiSung preguntase qué demonios pasaba, MinJu preguntó—: ¿te gustaría ir al baile conmigo?
La sonrisa amable de JiSung se eliminó para una mueca de duda que su cabello se tornó naranjo. Él solo pudo ladear su cabeza, tal como Mina lo hacía, y expresar con suavidad:
—¿Eh?
[1] prometo que en el otro capítulo todo mejora, pero necesitaba colocar Why Do I de Set It Off con Hatsune Miku porque llevo cerca de cinco meses obsesionada con la canción.
[2] AL FIN TRAIGO UN CAPÍTULO UN JUEVES, ay como extraño actualizar. Espero que hayan disfrutado el capítulo, nos leemos el lunes, gracias por leer<3
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