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25. «Oh, dios. El amor es una mentira.»

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 25

«Oh, dios. El amor es una mentira.»

Diciembre 8, jueves en la tarde

Entre escapar de los niños de primer año, el grupo de la Sociedad Secreta y mantener su temperamento en el borde de una persona normal sin contar que esa noche era la luna llena, MinHo decidió transitar hasta el abandonado marco de la ventana donde las ramas caían. Limpió con su varita la mugre de pájaro y búho, y ubicó su mochila de forma específica para que Soonie se recostara en ella mientras MinHo se disponía a continuar con su estudio para los EXTASIS.

Sin embargo, a medida que realizaba síntesis de capítulos de su texto de Estudios Ancestrales, su mente no podía evitar divagar en su pelea con JiSung. Le gustaría reprimir todo ese tema y dejarlo solamente como algo que fue durante sus días, pero los demás estudiantes no se acostumbraban a verlo con el cabello naranjo y ya llevaba cuatro alumnos castigados por burlarse de él abiertamente. Lo que lo llevaba a su siguiente disyuntiva:

¿Debía de hablar con JiSung?

El otro no parecía motivarse a querer dar el primer paso, lo cual era ridículo porque fue su culpa la pelea. MinHo demoró en poder confesarse y admitir sus sentimientos respecto a esa reunión en el callejón Knockturn, y JiSung no fue más que una piedra en su zapato como impedimento y generador de inseguridad a todo lo que hacía- es decir, MinHo sabía que el miedo estaría palpable, pero si JiSung confiaba en él... Podía echarle la culpa a la codependencia.

Es decir, las parejas peleaban, ¿no es así? Y con JiSung discutían todo el tiempo cuando eran amigos, pero jamás dejaron de dirigirse la palabra- o JiSung regresaba como si nada hubiese pasado, e intentaba conquistarlo con alguna que otra palabra y tonalidad de cabello que lo caracterizaba en su personalidad bromista, o MinHo regresaba a él con su orgullo en los pies y la frialdad en el cielo para dar-a-entender que estaba ligeramente arrepentido de su malinterpretada mal acción.

Así funcionaban los amigos, ¿no? Si se considera que MinHo y JiSung fueron algo-así durante cinco años, no debía de cambiar mucho si es que eran pareja, ¿no?

Entonces, ¿por qué dolía como el infierno?

MinHo no evitaba más que sentirse patético al reconocer que JiSung no parecía tener el mismo problema como lo tenía él. Sí, su cabello se encontraba azul, pero Callaghan fue una muerte prematura sumado con la herencia- podía ser esa la razón de su tristeza; no obstante, él continuaba en su misma personalidad con sus amigos: tranquilo, un poco perturbado, con defensas altas y, como siempre, ruidoso. Demasiado ruidoso. Tan ruidoso que MinHo evitaba a toda costa mirarlo desde la mesa de Slytherin y pensar si es que algo sentía en ese instante.

¡Mierda! ¿Y qué ocurría si ya no le gustaba a JiSung como antes? Las probabilidades de que todas las ilusiones que JiSung tuvo de él se evaporaron al instante de estar en pareja; que MinHo era demasiado complicado de lidiar, que su temperamento era bastante inviable y que, lo peor de todo, en realidad no lo quería como MinHo lo hacía.

De hecho, ¿alguna vez JiSung se le confesó? Su cabello solamente brotó violeta una mañana después de la luna llena, cuyo color catalogó de «amor» y eso fue suficiente como para generar la analogía del enamoramiento adolescente.

No. Todo no podía irse tan rápido al carajo. No después de todo lo que pasaron. No después de todo lo que están pasando.

¿Podía pasar? ¿Era una posibilidad? El estómago de MinHo se presionaba con dolor cuando pensaba en la posibilidad. Incluso SeungMin evitaba interactuar con él durante las rondas. Eso significaba-

—¿Qué haces?

—¡Merlín!

El pergamino se arrugó en las manos de MinHo cuando Chan le saludó a su lado, empapado en un asqueroso sudor y con una botella de agua en su mano.

—¡¿Qué haces acá?! —chilló MinHo, sin mejorar de su susto.

—Nunca en mi vida te he escuchado gritar así. —Chan rio entre sus palabras, totalmente desconcertado. Sobre la mochila, Soonie solamente se estiró; no fue mutable por la reacción de MinHo. —¿Tan concentrado estabas?

—Para tu interés, me dedico a estudiar. Cosa que no has hecho, vago —acusó, antes de mirarlo de pies a cabeza—. ¿Por qué me hablas?

Chan se puso a elongar a su lado. —Nadie nos ve-

—No, me refiero a- ¿Por qué me hablas, voluntariamente? —inquirió—. Estoy estudiando. Lárgate.

—¿Por qué siempre te haces el difícil?

—Encantaste un Libro-Monstruo en primer año para que me siguiera a todas partes por una semana —recordó MinHo, con sus dientes apretados hasta rechinar—. Mis tobillos terminaron destrozados.

—Entonces, ¿pensabas en nuestros recuerdos? —bromeó.

MinHo no pudo evitar mirarle con todo el asco que ha acumulado por Chan en años.

—¿Quién te crees que eres? —le dijo.

—¿Tu amigo?

Chan terminó de elongar y tomó asiento en el marco del ventanal. Le dio palmadas en la cabeza a Soonie y se giró a MinHo con esa sonrisa socarrona y altiva que siempre le caracterizó al ser el fanfarrón de Gryffindor. A MinHo no le hubiese sorprendido que JeongIn, el prefecto mocoso, hubiese sacado esa personalidad de él.

—Lindo, una declaración de amor —masculló entre dientes MinHo, al mismo tiempo que apartaba sus cosas para que Chan no las tocara—. ¿Y por qué me hablas?

De a poco la sonrisa socarrona se borró, lo que dio paso a una mirada mucho más seria. MinHo resistió todo impulso de querer salir corriendo de ahí; sabía lo que se venía, y no estaba preparado por su nulo interés.

Aunque, de forma involuntaria, se quedó. Si Chan estaba triste, al menos él se quedaría por el chisme.

—Tuve una pesadilla —comenzó Chan—, y no la recuerdo muy bien, solo sé que estaba demasiado alterado y- creo que estaba en una de las pruebas del Torneo. No sé qué tenía que hacer, pero veía a Victoria Krum con su varita convertida en espada, a JiSung con un gorro de pollo y a Nadine Delagé con un vestido de novia.

—¿Y el punto es?

—En la pesadilla, los cuatro estábamos haciendo la prueba en la Casa de los Gritos.

Chan calló, como si pareciera que con eso daba información suficiente. MinHo deseó no haberlo entendido, porque de esa forma habría logrado que Chan escupiera cada una de las palabras que le incomodaba como el buen venenoso que era, no obstante, el recuerdo del ciclo pasado pasó por sus ojos como una película.

—Nunca te pedí disculpas por haber ido a la Casa de los Gritos, durante esa luna llena —terminó por admitir Chan, como si con eso pudiese soltar todo el malestar que llevaba durante meses.

MinHo tenía las palabras en la punta de su lengua. Su desinterés e insulto estaba a poco de poder explotar, sin embargo, Chan mostraba un sincero remordimiento con sus acciones.

—Fui un inmaduro, porque llevaba la sospecha de que eras algo raro —contó Chan. Encogió una rodilla y la abrazó, inseguro—. Te odiaba, demasiado. Quería conocer todas tus debilidades porque no lograba entender cómo es que alguien como tú pudiese ser el primer lugar en todo, el mejor mago, el mejor alumno, el mejor... todo.

—¿Por qué te afectaba que yo lo fuera? —preguntó MinHo. Su tono era voraz comparado con la sinceridad con la que habló.

—No sé, supongo que siempre quise ser un buen ejemplo. En la primaria, yo era un chico modelo- me gustaba serlo, me gustaba esa atención de premios a causa de tus grandes acciones. Por eso quise estar en el Torneo: quería eliminar todo ese rastro bastardo del que me convertí al entrar a la casa durante la luna llena. —Chan emitió un suspiro cargado de pena, como si fuera la primera vez que hablaba de esa situación con alguien. —Pensé que..., cuando te vi- o al lobo, no sé. Cuando lo vi ahí, y a un perro a tu lado- estaba tan confundido, dios, no entendí nada. ¿Por qué había de esos en Hogwarts? ¿Cómo es que no lo comunicaron?

—Para la próxima te mandaré un búho-

—No lo digo con intenciones de ofenderte. Lo digo con sinceridad porque, no sé, nos enseñaron que los hombres lobos eran bestias peligrosas, salvajes, capaces de despedazar a cualquiera. Y, de repente, ese perro que estaba contigo me sacó de ahí y vi a JiSung- o sea, ¡a JiSung! Y él estaba tan furioso porque estaba ahí que, en serio no entendí cómo es que... Luego, apareció SeungMin y..., y ahí supe que arruiné todo.

MinHo se removió en la ventana, incómodo; su espalda ya dolía de estar apoyado en el marco, y sus manos picaban por querer rasgar algo con desesperación. El discurso para-nada conmovedor de Chan le enfurecía, junto con los gestos de incredulidad y victimismo- dicho victimismo no detectable, para la tragedia de MinHo.

—No sabes el daño que me hiciste —repuso MinHo, en voz baja.

—No queríamos tirarte ese techo, pero-

—No. Tú no sabes el daño. No lo dimensionas. —MinHo apartó sus pergaminos y plumas, para inclinarse un poco hacia adelante y enfatizar cada palabra con rabia. —Me arruinaste en ese instante. Yo no podía verte y pensar en que te quería seguir viendo vivo, porque no lo quería. Te quería muerto. Te necesitaba muerto, porque para mí eras el peor ser humano que pudo verme.

Chan no apartaba sus ojos de MinHo, pero tampoco mostraba reacción en sus palabras.

—Cada persona que sabía de mi condición era un conteo de días para que me mataran, porque fui criado con la caza de licántropos —contó—. No confiaba en mis padres, en Dumbledore, la señorita Pomfrey o en Slughorn. No confiaba en ninguno de ellos porque creía que me delatarían en cualquier momento y- y luego, en segundo año, JiSung llegó. Él apareció como un idiota y..., yo fui aún más idiota.

—¿Cómo se enteró él? —preguntó en voz baja, como un susurro.

—Por mi culpa- porque se lo dije. —Antes de que MinHo midiera sus palabras, ya le estaba contando todo. —A él le dio por querer hacer una transformación de cuerpo completo en una luna llena, y lo encontraron en el pasillo inconsciente con sus huesos rotos. Pomfrey lo dejó en la camilla a mi lado, y cuando me desperté, al día siguiente, vi que sus heridas eran como las mías. Le pregunté si también era uno..., y el muy imbécil me dijo que no.

MinHo podía atraer ese recuerdo como si fuera ayer. Dos pequeños niños (porque MinHo no recordaba cuán pequeño fue cuando pasó eso), asustados, uno al lado del otro, con MinHo esperanzado de poder encontrar a alguien como él.

—Tu me destrozaste, Bang Chan —recalcó MinHo—. Mi terror más grande siempre fue hacerle daño a alguien. JiSung tardó cerca de dos años en convencerme para transformarse y pasar conmigo las lunas llenas y- y solo bastó una noche para que yo lastimara a tres personas. Lastimé a SeungMin por tu culpa. Lastime a JiSung por tu culpa. Te lastime a ti por tu culpa.

Finalmente, MinHo terminó por soltar todo el aire que tenía para volver a recostarse en el muro, cansado. No sabía que él tenía todas esas cantidades de palabras dirigidas hacia Chan de forma tan directa.

Chan, quien apenas se atrevía a hablar, no despegó en su momento sus ojos de los de MinHo, demostrando cómo digería y asumía lo que decía.

—Realmente lamento haberte hecho sentir así —repitió Chan—. Y lamento haber entrado esa noche a la casa. También lamento exponer a JiSung y a SeungMin de esa manera.

El entorno se volvió incómodo después de las disculpas, lo que hizo a MinHo urgirse. Sus huesos dolían y, de nuevo, estaba bastante sensible.

—Ya. —MinHo no sabía qué más decir. Estaba abochornado. —Vale. Ahora lárgate.

Chan se levantó del marco, y MinHo se sintió un poco culpable por la forma tan perruna en la que lo hizo. «Lo último que me faltaba...»

Esperó a que Chan se perdiera por el pasillo para también largarse él de ahí. Sus huesos exclamaban piedad, pero MinHo tenía que regresar unos libros a la biblioteca y le había prometido a unos mocosos de primer año explicarle algo sobre Historia de la Magia, así que pasó a los baños del primer piso para poder mojarse el rostro. De repente, se sentía nervioso, como la misma sensación de cuando SeungMin supo su secreto, y como cuando lo pronunció por primera vez ante HyunSan, como una especie de vulneración por voluntad. MinHo no quería volver a hacerlo.

Al terminar de lavarse el rostro, dejó el agua correr por un rato en el lavabo para que Soonie la bebiera. Se apoyó en el cubículo frente al lavabo, en la puerta cerrada, e hizo ejercicios de respiración para que el dolor se disipara un poco, pero su cadera y rodillas le jodían demasiado. Tal vez, si colocaba algún encantamiento de anestesia ahí...

«Ugh», sus ojos se posaron en su reflejo del espejo, y se tocó el cabello. MinHo había intentando con todas las contra-maldiciones que él conocía para sacarse el ridículo color naranjo de su cabello, pero nada funcionaba. Y si él era lo suficientemente inteligente, creía que tal vez la fuente del encantamiento que JiSung le lanzó era la misma con la cual él y HyunJin fueron encantados con la tinta sobre su piel.

»Espera». MinHo divisó en el espejo un pergamino en forma de rectángulo- no tan grande, no tan pequeño, y estaba a la orilla de arriba del espejo. MinHo tuvo que colocarse en puntas para poder leer lo que decía:

¿Quieres algunas travesuras?

¡Cotiza con Las Merodeadoras!

Escribe en este pergamino tu encargo, y tendrás la experiencia de tubérculos aleatorios para burlarte de quienes más desprecias.

[Promoción de apertura: 5 Merodeadoras + 1 gratis por más de 3 galeones]

«Hijos de puta», pensó MinHo, aunque aun le quedaba un par de los que esos cuatro idiotas le habían regalado para su cumpleaños.

De repente, el recuerdo le hizo sentir un poco (solo un poco) de pena. ¿Por qué tenía que estar peleado con JiSung?

«Al menos, lo veré esta noche —se consoló, aunque MinHo reconsideró sus palabras un momento—. Si es que llega».

━━━━━★. *・。゚✧⁺

La confianza de repente se vio un poco trastocada, en especial cuando tuvieron que saltarse la cena- lo que significaba que, algo debían de rehacer.

Las cosas se volvieron tensas desde que vieron esa fotografía- con JiSung evitando a toda costa hacer algún comentario respecto a la existencia de su madre como una persona real, como también suprimir todas las ganas de ir hacia Erick para preguntarle sobre eso. La Compañía. ¿Cómo es que existe un libro sobre su fundación?

HyunJin no había querido comentarle a sus padres sobre lo que vio, y mucho menos a Yeji. No pareciera, gracias al clima político actual, una buena idea informarlo por carta; la mejor idea era esperar las vacaciones de invierno y hablarlo en una zona segura, por lo que decidieron los cuatro ir al Hotel índigo para esa semana.

El cambio era un poco raro, y ni ellos sabían por qué lo hacían. El mapa de Reino Unido estaba colgado junto a la puerta del dormitorio, justo para cada vez que algún prefecto entrara no pudiera verse. También, el techo continuaba estrellado gracias al reflector de Felix. Se robaron la radio de la sala común y colocaron el mixtape de rupturas que JiSung adquirió en la tienda de Londres, mientras los cuatro se encargaban tanto de trabajar en el empaquetamiento de las Merodeadoras y traducir con un diccionario coreo-inglés que encargaron de Hogsmeade.

Too young, too dumb to realize - that I should've bought you flowers... and held your hand —cantaron JiSung y HyunJin, quien al repetir el mixtape todo los días, parecían saber de memoria cada una de las letras—, should've gave you all my hours – when I had the chane – Take you to every party – 'Cause all you wanted to do was dance – Now my baby's dancing – but she's dancing with another man...

—Tres días —murmuró SeungMin, hartado, mientras envolvía con lana pequeñas bolsas de plástico donde colocaba las seis Merodeadoras—. Uno lleva tres días en un respiro de su relación, y el otro solo tuvo una pelea.

—Puede ser peor —opinó Felix, quien era el encargado de colocar las Merodeadoras en las bolsas—. Pueden suicidarse.

I'll spread my wings and I'll learn how to fly! I'll do what it takes 'til I touch the sky!!!—La canción cambió a Breakaway de Kelly Clarkson, y los dos chicos gritaban a todo pulmón la letra—. And I'll make a wish, take a chance, make a change – and breakaway!!!

—Me gusta esa idea, en realidad —refunfuñó SeungMin.

—No entiendo el coreano —terminó por rendirse HyunJin. Ni siquiera pudo pasar la hoja del prefacio—. No sé cómo se llaman todos estos idiotas, y mucho menos los que están muerto.

—Tres cuartos de los que están ahí están muertos —le dijo SeungMin—, ¿y si le preguntamos a McGonagall?

—¿Sobre la Compañía o si quiere tomar una cuba con nosotros? —dijo Felix.

—Humorista. —Sin gracia, SeungMin pateó a Felix hasta que lo hizo caer de la cama. Tuvo que ocultar su rostro con su mano para que no espantara con su carcajada.

JiSung, desde su cama, también se encontraba con un diccionario, pero a diferencia de sus tres amigos, sus ojos solamente viajaban hacia el mapa del Reino Unido, donde los colores destellaban y se movían por todo el plano. Su corazón se atrofiaba cuando recordaba que MinHo no aparecía en el mapa- probablemente porque, cuando cumplió diecisiete, no se inscribió en el Ministerio como un licántropo.

Comprobó la hora en el reloj de mesa- la cena ya había terminado, y pronto sería la luna llena. Su garganta tenía un nudo demasiado grande al no querer ir esa noche por no querer enfrentar a MinHo, aunque su lado racional le recordaba que solamente se enfrentaría al lobo. Además, no ir esa noche sería una falta de confianza y lealtad al gran vínculo que ellos tenían.

—¡Ah! Miren —Felix leyó en la hoja encantada de los encargos—, MinHo encargó otras cinco Merodeadoras. ¡Que lindo!

—¡¿Qué?! —JiSung se cayó de la cama, y se arrastró hacia él. —¡¿Cómo que encargó más?! ¡¿Él?! ¡Esto es una amenaza!

Nop. Creo que es un encargo.

—No, es una amenaza —aseguró. JiSung se levantó del suelo y leyó el pergamino del encargo y- yep, ahí estaba, con la perfecta caligrafía que él tenía, tan distintiva de la aristocracia. —¡Estos son los papeles de divorcio!

—Hombre, ¿qué tan grande fue su pelea que crees que van a terminar? —preguntó HyunJin—, ustedes discuten todo el tiempo, ¿acaso...? Ugh... —El mentón de HyunJin tembló. —¿Acaso se dieron un tiempo?

HyunJin escupió un sollozo sobre su almohada que duró exactamente tres segundos antes de volver a trabajar como si nada hubiese ocurrido.

El cabello de JiSung se colocó rubio cenizo, nervioso de querer contar. Estaba desesperado de que no solo sus amigos se enteraran de la pelea, pero también de la ridícula idea que MinHo tuvo al ir a las reuniones del callejón Knockturn. Tal vez, si lo contaba con aun más dramatismo, podría hacer que SeungMin hablara con MinHo para hacerlo entrar en razón.

—Pero, en serio, JiSung —le llamó SeungMin—, ¿qué demonios pasó entre ustedes que te tiene tan atrofiado?

Y, antes de que la culpa lo abrazara, JiSung delató enseguida lo que MinHo hacía- con cada rencor en sus palabras para finalizar el discurso demostrando lo ridículo que era el plan, lo estúpidamente peligroso, y lo sin sentido que era.

Aunque ellos no estuvieran de acuerdo.

—¡Al fin hace algo ese bastardo! —exclamó HyunJin, sorprendido.

El cabello de JiSung bailó entre el magenta y el rojo, tanto que las camelias también se encendieron.

—¡¿Disculpa?! —gritó JiSung—. ¡¿No me escuchaste?! ¡Es ridículo!

—¡Es idílico! —complementó—. ¡Eso es un plan real! ¿Qué pensaba MinHo al observar a los de la Sociedad Secreta? ¡No sacó nada de información de ellos!

—¡Supo sobre las reuniones clandestinas!

—¡Y dio un paso más! —enfatizó—. ¡Es demasiado genial!

Enrabiado, JiSung tomó su cojín y golpeó a HyunJin con él, haciéndolo graznar entre cada golpe. JiSung se detuvo, y miró a Felix que parecía querer soltar una fuerte carcajada.

—¿Tú también estás de acuerdo? —preguntó JiSung a Felix, con voz amenazadora.

Felix tragó la risa e intentó sonar lo más serio posible. —Bueno...

JiSung le lanzó el cojín en la cara.

—Sí considero que es peligroso —SeungMin dio su opinión, esta vez. Antes de que JiSung se lanzara arriba de él para besarlo, agregó—, pero si MinHo decide hacerlo...

—¡¿Por qué no me apoyan?! —exclamó JiSung de forma infantil—. ¡Es mi novio de quien hablamos!

—Tu novio hace algo por la Compañía, asociación que tú te negaste a participar —se explicó—, es entendible que tú no quieras, pero..., uh- ¿No será que es por voluntad de él, todo esto?

—A él no le importa mi opinión.

—No es que quiera defenderlo, pero tú sabes cómo es MinHo —dijo HyunJin—. Día que interactuaban antes, día que peleaban por las mismas cosas. MinHo es serio, frío y duro, no me sorprendería que él fuera también terco- es decir, ¿alguna vez él se ha flexibilizado con algo?

—¡Sí! ¡Cuando me pidió matrimonio!

—JiSung...

—No me apoyó cuando quise formar una Compañía acá, y él tampoco se ha..., ha parecido algo interesado en..., uh...

Pareciera como si JiSung hubiese estado aguantando las ganas de pelear con MinHo, lo que le hizo frustrarse. Se sentía poco querido por él por haberlo apartado de esa forma de su misión.

—¿Por qué no me lo dijo antes? —terminó por preguntar JiSung—. Él es bueno teniendo secretos, ¿qué tal si...?

¿Cómo se terminaba esa oración? «¿Qué tal si ya no lo quería?» «¿Qué tal si nunca lo quiso?» O que tal vez dicha flexibilidad del día que MinHo le pidió noviazgo fue solo porque estaba cediendo al insistente amor que JiSung sentía por él.

—Dudas demasiado de él como para ser tu novio —le dijo SeungMin—, ¿por qué no terminan?

—¡¿Ah?! —JiSung pareció totalmente descolocado por la pregunta- incluso su cabello se tornó rojo de repente. —¡¿Disculpa?! ¡¿Por qué lo dices?!

—Solo dudas de él, y lloriqueas porque crees que no te cree —SeungMin se encogió de hombros—, estaban mejor antes, tal parece. Era una dinámica que te mantenía seguro, y ahora que saliste de ahí, te sientes ridículo. Solo dudas y dudas de cosas que perfectamente se saldan con una charla.

—¡Con MinHo no tenemos problemas de comunicación!

—Ni siquiera pueden tenerlo porque no se dirigen la palabra. —Y, con la simpleza de sus movimientos, apuntó hacia el exterior. —Yo asumo que acabará pronto su ronda de Premio Anual. ¿Por qué no charlan un poco?

JiSung le miró, enojado. Sabía lo que SeungMin estaba haciendo: lo estaba viendo evitar ir hacia la Casa de los Gritos y ahora solamente lo colocaba en aprieto para que fuera arrastrando la culpa por sus pies- ¡Mierda! Incluso la idea de la posibilidad de no ir le generaba culpa a JiSung.

¡¿Qué clase de novio era?!

¡¿Qué clase de amigo era?!

—Puta mierda —terminó por mascullar JiSung—, vale- iré a verlo y-

—¿Puedes traerme unas galletas de la cocina? —pidió HyunJin, mientras se incorporaba en su cama. No parecía leer el ambiente—, solo para cuando regreses.

—¡Seguro! —accedió JiSung, aunque sonara enojado—. ¡¿Alguien quiere algo más?!

Después de una rápida carrera hacia las cocinas, donde cargó en sus brazos un montón de postres dulces y salados para que los chicos pasaran su noche de trabajo, JiSung corrió con el Mapa del Merodeador bajo el brazo hasta que decidió convertirse en lechuza y volar cerca del techo, para así evitar que los fantasmas y cuadros en dirección al jardín lo vieran.

Al llegar a la llanura, la luna llena ya estaba arriba. Se transformó de nuevo en humano y encantó con un petrificus totalus al Sauce Boxeador, entró al túnel y se apresuró en correr hacia el dormitorio- si era demasiado tarde, JiSung jamás se lo perdonaría.

No obstante, ¿qué era llegar tarde cuando, cerca del invierno, las noches eran más largas? El lobo estaría sentido, pero JiSung se aseguraría de poder compensarlo porque, demonios, él no tuvo que haber dudado.

Tras alcanzar el dormitorio, en la segunda planta, dejó su varita y el Mapa del Merodeador sobre un mueble mientras se transformaba en el clásico can negro que al lobo tanto le gustaba convivir- a su mejor amigo del bosque, el que abría la puerta con el hocico cuando él comenzaba con sus aullidos. Una vez que la puerta fue abierta por completo, el perro vio al lobo estar de forma constante estrellar su cabeza contra las tablas de madera que cubrían la ventana, como si esa fuera su única forma de escape.

«Perdón», pensó JiSung, y ladró. El lobo se giró y enseguida dio un manotazo hacia el perro con sus patas delanteras, lo que lo desestabilizó un poco. Pareciera exclamar de forma ofendida cuánto tiempo se demoró en ir a buscarlo, y el perro ladró entre el aullido una disculpa para guiarlo fuera de la casa. Fuera de la prisión.

Afuera, los dos cometieron una carrera hacia el interior del Bosque Prohibido, pasando del carruaje de Beauxbatons y del barco de Durmstrang donde los alumnos y profesorados de turno dormían, donde los caballos alados de Beauxbatons relinchaban de incomodidad por la nueva presencia mágica, y donde toda la fauna del Bosque Prohibido se alertaba por la llegada del Gran Lobo.

JiSung lo guio hasta lo más profundo, ahí donde los faroles de Hogsmeade dejaran de divisarse tal como los del castillo de Hogwarts, al lugar que rodeaban el Lago Negro y terminaba con ambos en una lucha canina de mordidas y patadas en el cuerpo con diversión.

En el transcurso de la noche, no fue sutil la manera en la que el lobo manifestaba su rabia. Sus aullidos eran violentos, como también la forma en la que golpeaba los árboles con sus fuertes patas hasta destrozar algunos troncos. Espantó a unos unicornios y cazó a un par de conejos por el mero ocio de la sed de sangre, y en un instante el cuerpo de JiSung tembló cuando el lobo se las amedrentó contra él.

Lo esperaba. Realmente lo esperaba. Si MinHo estuvo aguantando tantas emociones por todo ese mes, eso significaba que el lobo no era más que furia en su estado puro; era tanto su desconcentro que, desde la lejanía, tanto el lobo como el perro olfatearon lo mismo.

Centauros.

«No», quiso gritar JiSung, pero el lobo ya corría hacia ellos.

Era un dúo de centauros, que bebían en la orilla del Lago Negro con sus arcos en sus espaldas mientras charlaban de algunas cosas que JiSung no entendía. Los dos estaban totalmente inofensivos y, aun con la consciencia de la existencia de un lobo en el bosque, parecían que esa luna llena no sería en contra de ellos.

Oh, vaya.

El lobo frenó de repente, de una forma específica en la que sus patas aprovecharon la almohadilla y asechó a los dos centauros. JiSung le siguió, y se detuvo de golpe a su lado con intenciones de querer detenerlo; ahora bien, aunque el lobo no fuera un desconocido para él, su gruñido fue un símil al de la vez que olió la sangre que brotó de la cabeza de JiSung cuando decidió ser un ciervo y sus cornamentas cayeron a causa de la primavera. Un gruñido seudo gutural, deseoso de morder, rasgar y matar algo.

«No», JiSung estuvo a punto de pronunciar cuando el lobo saltó hacia ellos.

El lobo atajó al primer centauro y lo jaló hacia el agua, para morder enseguida su hombro. El segundo centauro apenas pudo capturar lo sucedido cuando descolgó su arco de la espalda y sacó una flecha de su carcaj para apuntarle al lobo.

El perro saltó enseguida hacia él, mordiendo la madera del arco para quitárselo. El centauro, ofendido, pateó con una de sus patas delanteras al perro hacia el lago, lo que hizo que JiSung direccionara su defensa hacia el primer centauro que MinHo atacaba en ese instante. JiSung se lanzó sobre el lomo del lobo y le comenzó a morder el lomo mientras que el centauro pataleaba debajo del agua.

El lobo era demasiado fuerte como para un perro anémico como JiSung, así que, antes de que el segundo centauro reacomodara la flecha para darle al lobo, abrazó al animal y mordió su cuello con fuerza para atraerlo hacia el agua, dejando todo su peso caer adentro del lago y, para así, no solo apartarlo del centauro, sino también para ahogarlo.

Para cuando el centauro se liberó del lobo, ambos corrieron junto con la manada. JiSung se encargó de arrastrar al lobo hasta lo más profundo hasta que el lobo le dio un rajón en su estómago con sus garras.

«Uy».

Ambos salieron a la superficie, con la cabeza de JiSung sintiendo que bombeaba con locura. Nadaron hacia la orilla y, por primera vez, el lobo pareció calmado. Se comenzó a ensuciar en el lodo como si fuera un cachorro, se rascaba detrás de la oreja y, al notar al mugre de sus patas, volvía al lago para poder jugar ahí. La rabieta parecía al fin haber terminado, lo que solo dejaba a JiSung con un ligero ardor en el estómago.

«No puedo transformarme en persona. Él no puede oler sangre —recordó JiSung. A pesar de que ni siquiera podía asegurar de si sangraba o no, prefería no arriesgarse y recordar el consejo de Erick—. Concéntrate en tu propia piel..., en tu propio cuerpo...»

JiSung sabía que los licántropos tenían una habilidad de regeneración en su cuerpo humano que los hacía casi invictos en los ataques físicos, razón por la cual MinHo necesitaba de solo un día de recuperación para estar como nuevo. Si las heridas de MinHo cicatrizaban con facilidad, JiSung también podía tener control de su propio cuerpo y unir heridas.

Se recostó de lado, con sus ojos en el lobo que jugaba. Jadeó y deseó el control en su cuerpo para las uniones, para que así, de a poco, pudiera acostumbrarse al arañazo.

Cuando volvió a abrir los ojos, el lobo estaba botado frente a él, igual de cansado. Pronto sería de mañana.

Por seguridad, era mejor que el lobo tuviese su transformación en la Casa de los Gritos, y convencerlo para que volviera a entrar era complicado. JiSung tuvo que arrastrarlo casi con una rama en su hocico y con mordeduras en su cola para que lo siguiera y, tan pronto como el sol salió por completo, MinHo regresó a su forma humana al mismo tiempo que caía al roto colchón del dormitorio.

JiSung también volvió a su forma humana, y se alzó rápidamente la camiseta para ver su abdomen. Nada. Absolutamente nada.

«Esto es genial», se felicitó. Los consejos de Erick como metamorfomago eran buenos.

Enseguida, JiSung tomó las colchas de la cama para tapar a MinHo, quien solamente gemía de dolor. Al divisarlo, giró su cabeza; no quería verlo a la cara.

—Te portaste bien. —JiSung no sabía qué más decir. MinHo no parecía querer hablarle. —Salvo por los conejos que te comiste.

—Ugh... —Aunque JiSung no pudiese verle la cara, MinHo sonaba asqueado. —¿Los comí crudos?

—No. Sacaste tu pequeño horno de lobo y los cocinaste- ¡Claro que crudos! —exclamó con sarcasmo. JiSung aun no creía la escena que vio—. Y tú casi..., casi-

JiSung no completó la frase. El Sauce fue congelado, lo que significaba que Madame Pomfrey estaba ahí. JiSung se transformó rápidamente en lechuza y alcanzó el Mapa del Merodeador y voló hasta el otro dormitorio para no ser interceptado por ella.

Media hora más tarde, JiSung regresó a su dormitorio. Su cabello estaba negro con reflejos multicolores entre el azul, amarillo y rosa pálido.

Como siempre, cerró con cuidado la puerta de su dormitorio y entró a hurtadillas hasta el baño, donde tomó una rápida ducha y dejó toda su ropa en el cesto de suciedad para que los elfos la lavaran. Al salir, el suave ronquido de HyunJin y Felix mantuvieron a JiSung con calma, pero su cabello se cambió a un abrupto verde al ver a SeungMin en su cama, con un libro de lectura muggle que JiSung llevó.

—Jesús —susurró JiSung, asustado, mientras se acercaba a su cama y se recostaba junto a SeungMin—. ¿Por qué me sigues asustando?

—Quería saber cómo te fue —susurró SeungMin de vuelta—. ¿Se arreglaron?

JiSung negó, decepcionado, aunque no se manifestó en su cabello. —No hubo tiempo. Poppy llegó y yo no..., no creo que quiera verme. No me miró cuando regresó a su forma humana.

—Tal vez pensó que no llegarías.

—Me entristece que piense eso.

—Háblale, JiSung —aconsejó SeungMin—. No lo apoyes, si no quieres, pero háblale.

JiSung sintió remordimiento de él mismo.

Durante el día, en el receso del almuerzo que JiSung tuvo entre Transformaciones y Runas Antiguas, JiSung se encaminó hacia la enfermería con su corazón en la mano, solo para llegar y notar que MinHo no se encontraba ahí.

—Se fue tan pronto como terminó de comer —informó Madame Pomfrey, mientras doblaba las sábanas de lo que fue la cama de MinHo—. Dijo que debía estudiar para sus EXTASIS.

—Gracias... —murmuró JiSung, e intentó hacer como si todo eso no fuera como para que pudiera evitarlo.

Sus pensamientos se divagaron y fragmentaron en el transcurso de los días, porque HyunJin pareció encontrar una perfecta distracción de Mina en las Merodeadoras y en esmerarse en poder traducir las páginas sueltas del borrador de la Compañía para no preguntarle a sus padres sobre por qué estaba en las fotografías que los delataban. Cuando JiSung no se preocupaba por las traducciones, se preocupaba por sus clases, y si no pensaba en eso, quedaba en estado de estupor sobre su cama con el involuntario pensamiento de Callaghan, y, cuando no pensaba en él, su cabello se tornaba azul por MinHo.

Podría imitar a HyunJin, pero el mero hecho de querer olvidarlo le generaba dolor. SeungMin tenía razón con la charla pendiente, y JiSung no quería dejar todo de repente con MinHo solo por un estúpido desacuerdo.

O eso comenzaba JiSung a pensar antes de caer en un espiral de argumento lógico de por qué era él quien tenía la razón en esa discusión. Recordaba la pelea en la Sala de Menesteres y se preguntaba quién se creía MinHo al decirle que no conocía la soledad; se ofendía por la insinuación de que tal vez le tenía rencor por no querer involucrarse en la Compañía; se enfurecía de la mera idea de que MinHo ya no estaba confiando en él.

Empero, tan pronto como lo odiaba, rápidamente lo extrañaba. Echaba de menos la manera en la que iniciaba los besos con timidez, en la que lo rodeaba con sus brazos y se mostraba vulnerable. En cómo sus ojos sostenían ese mismo brillo del cual nació cuando compartieron un secreto por primera vez. Extrañaba sentirse querido, ser tocado y besado en todas partes, como también solo estar a su lado en silencio.

¡Y echaba de menos a Soonie!

JiSung no quería que MinHo fuera a las reuniones del callejón Knockturn, y se enojaba que MinHo no midiera el problema. Es decir, si MinHo mostraba más afiliación al Partido Libertad Mágica, y fingía su lealtad a DeLuca, entonces, ¿cuándo sería la oportunidad para caminar con MinHo en la calle, de la mano?

Por más que JiSung quisiese regresar en el tiempo, a aquello en el que podían ser visto juntos, era consciente que no valía la pena. Jamás lo haría, porque en ese tiempo JiSung le preguntaba a MinHo en la mitad del pasillo por qué no gustaba de él y, ahora, en el presente, incluso se sentía capaz de realizar la misma pregunta.

Dos lunes después de la luna llena, los chicos se encontraban con ChangBin disfrutando del día cálido que Diciembre pudo entregarles junto al Lago Negro, donde algunos estudiantes también aprovechaban la ocasión para disfrutar del sol. En la siguiente curva, JiSung podía ver a MinHo enseñarle a un pequeño grupo de primer año algo de Encantamientos, acompañado curiosamente de Kim MinJu, quien jugaba con Soonie.

—¿Volveremos a cantar Angel Eyes de Abba o...? —divagó SeungMin.

—Oh, yo quiero —Felix alzó su mano—, last night-

—No —le calló JiSung.

ChangBin cerró su libro. Se encontraba estudiando Historia de la Magia, pero estaba lo suficientemente perezoso como para quitarse su túnica y recostarse sobre ella y el césped. Disfrutaba de la calma del jardín.

—¿Por qué no puede ser así todo los días? —preguntó ChangBin.

—Dale un tiempo más al calentamiento global y pronto estaremos así en invierno —contestó JiSung.

—Esto es tan... tranqui...

—¡¡¡HyunJin...!!!

Los cinco chicos saltaron del susto cuando, tanto de forma repentina como abrupta, Hwang Yeji se dejó caer al lado de HyunJin, con notorias ganas de querer llorar.

—Por Helena, ¿qué demonios te pasó? —le preguntó HyunJin, desconcertado.

Yeji dio una mirada precavida a los otros cuatro antes de hablarle a HyunJin.

—Le hablé a RyuJin sobre si quería ir al baile de navidad conmigo, pero ella decidió ir con un chico ridículo de Durmstrang... ¡Un chico! —contó ella, horrorizada.

HyunJin hizo una mueca de incomodidad, y consoló a Yeji con una palmada en su espalda. No parecía ser un buen periodo de suerte para los Hwang.

—¿La invitaste al baile? —preguntó HyunJin. Yeji asintió—. Ah, oh..., ¿sabías si ella estaba lista para... eso?

—Yo- yo asumí, como estúpida —admitió—. Es decir- sale con una chica por, ¿cuánto? ¿seis meses? ¿Y de repente, cuando la invitas formalmente al baile escolar, te dice que no te ve de esa manera?

—Ah- ah... —HyunJin se mordió el labio, dolido—, lo siento...

—Ahora, ¿con quién se supone que iré? —preguntó ella al aire—. No quiero quedarme en el dormitorio- sería patético de mi parte hacerlo. No le quiero demostrar que me afectó su rechazo, pero..., ¿quién me aceptaría a mí?

—Yo lo haría —intervino JiSung—, ¿quieres ir al baile conmigo?

Yeji cambió su semblante afligido a uno de absoluto asco en menos de tres segundos.

—Claro que no. Los campeones tienen que abrir el baile y- lo siento, me da pena ajena.

JiSung colocó sus ojos en blanco. Había prioridades...

—¿Por qué no le preguntas a Nadine Delagé? —fue SeungMin quien ideó. Los otros le miraron como si hubiese perdido la cabeza.

—¿La veela? —corroboró Yeji, con voz aguda—. ¡¿Estás demente?! ¿Qué te hace pensar que ella aceptaría ir al baile conmigo?

—Que HyunJin la amenazó para que no fuera con Mina, por lo que hay disponibilidad de que esté disponible —argumentó con lógica—. No creo que te rechace. Si le mencionas que eres hermana de él, tal vez e incluso ella te invita primero.

La tristeza por Shin RyuJin se eliminó al instante, con sus ojos brillantes ante la excelente idea de SeungMin. Yeji se levantó del césped y besó a SeungMin en la cabeza antes de entrar al castillo corriendo.

—No entiendo- dijo que le daba vergüenza el baile de apertura —dijo JiSung—, ¿por qué iría con Nadine, entonces?

—No es la apertura lo que le da pena, JiSung —explicó Felix.

JiSung hizo un puchero. Él sí se consideraba un partido decente...

—Hablando del baile —ChangBin generó la conversación—, ¿tienen pareja?

Ahora fue HyunJin quien lanzó un dramático llanto, cayendo en las rodillas de ChangBin como si fueran almohadas. —¡No!

—¿En serio hay alguien pensando en eso? —dijo JiSung.

—Tú deberías pensar en eso —enfatizó ChangBin.

—¿Por qué? Aun falta para el baile.

—Es este sábado, JiSung.

—Ah, puta mierda...

—¿Tienes pareja? —le preguntó SeungMin.

Entonces, desde el punto de vista de JiSung, algo sumamente extraño pasó. La mirada de ChangBin decayó con timidez sobre Felix, con una segunda intención que pareciera existir en el momento más inadecuado posible. Felix se forzaba a sí mismo para no apartar la mirada del césped.

—¿Ustedes tienen? —replicó ChangBin.

—Sí —Felix dijo con velocidad, y le miró—, voy con SeungMin.

—Ah..., uh- es cómodo ir de esa forma —contestó, como si fuera la manera más cómoda de sobrellevar la conversación—, no te preocupas de esas cosas...

—ChangBin —interrumpió JiSung—, ¿no quieres ir conmigo?

—La verdad es que me invitó una chica de Beauxbatons...

Ugh- ghu~ —sollozó HyunJin, para finalmente apartarse de las rodillas de ChangBin—. Todo esto es horrible, terrible y catastrófico. ¡¿Qué haremos, JiSung?!

—Ir juntos —dijo con obviedad.

HyunJin frunció su cara. —Uh- yo no quiero ir contigo.

—¡¿Qué tiene de malo ir conmigo al baile?! —lloriqueó JiSung—. ¡¿Tan mala racha soy?!

—Yo quiero ir con Mina... —murmuró HyunJin.

—Ya me invitaron —excusó ChangBin.

—Voy con SeungMin —repitió Felix.

JiSung se cruzó de brazos, y su vista volvió a pegarse al otro lado del lago. Ahora, MinHo estaba enseñándole un nuevo encantamiento indulgente a los de primer año: Levicorpus, aquel que podía hacer tu cuerpo levitar. MinJu le estaba regañando por hacer alzar a los de primer año del suelo, pero los pequeños chicos reían a carcajadas.

—Una mierda que no puedas ir con él —comentó HyunJin—. ¿Al menos sabes con quién va?

—Espero que SooJin. No soportaría a otra persona —admitió JiSung. Entonces, una idea se posó en su mente—. ¿Y si le pregunto a Eric Sohn?

—¡Oh, por favor no! —chilló el grupo.

Todo era catastrófico, y pareciera que JiSung era el único que no tenía pareja para el baile. Incluso, cuando le llevó a Cohan un paquete de Merodeadoras como regalo por haberlos ayudado con las runas, le comentó de forma divertida:

—Si te avergüenza ir solo al baile, puedes pasarte por mi despacho para que te haga una muñeca de madera.

Cohan era lo peor, y JiSung se sintió aun más idiota al notar cuán tentativa era esa idea.

Y todo terminó por romperse una noche de miércoles, donde estudiaba Runas Antiguas con SeungMin mientras que Felix practicaba quiromancia con su propia mano y HyunJin continuaba con los empaquetamientos de las Merodeadoras.

—Nos haremos millonarios si seguimos así —admitió HyunJin—, ¿pueden creerlo? ¿Quién diría que tantas personas necesitarían de nuestros servicios?

—Todos. La gente ama la venganza —repuso Felix.

En el fondo, la radio continuaba con el mixtape de JiSung, y resonaba con suavidad Anyone of Us de Gaerth Gates. JiSung estaba odiando esa canción.

De repente, vieron a la prefecta de sexto año de Hufflepuff entrar apresuradamente hacia el dormitorio de chicas, para momentos después ver a Mina salir con rostro somnoliento y en pijama. Ella llevaba uno de los polerones de HyunJin que tendía a usar para dormir, y JiSung pudo ver a su amigo sensible con aquella imagen.

—¿Dónde vas? —preguntó HyunJin, con un tono de voz más formal que de costumbre.

Ella, confundida como siempre, apuntó de forma insegura fuera del barril.

—Eh..., Amelie me dijo que YeonJun me busca.

Ah, claro. JiSung supo enseguida que ni HyunJin ni Mina conocían el concepto de «tiempo» en una relación, porque HyunJin se levantó tan pronto como ella pronunció el nombre del sucio de Slytherin.

—Te acompaño.

—Yo no...

Como una telenovela, JiSung, SeungMin y Felix esperaron a que ella terminara de formular la oración.

—Yo no me siento segura con él... —terminó por completar Mina.

—La capa —ordenó HyunJin.

JiSung fue enseguida hacia el dormitorio para sacar la Capa bajo el colchón de su cama y se regresó, pero antes de que HyunJin se la colocara, JiSung saltó y se convirtió en un ratón para esconderse en su bolsillo.

HyunJin daba pasos cuidadosos para no delatarse, un poco encorvado para que sus pies no se notaran bajo la capa. Al salir de los barriles, pudieron ver a YeonJun apoyado en uno de los muros de piedra, cerca de los maceteros. JiSung juró que esa era la primera vez que veía al otro tan nervioso.

—Me dijeron que me buscabas —habló Mina, con un tono que reprimía su voracidad al dirigirle la palabra—. ¿Qué quieres?

YeonJun limpió sus manos en los costados de su pantalón y relamió sus labios. El corazón de JiSung palpitó con un poco de nerviosismo- ¿Qué demonios sucedía? Incluso podía escuchar a HyunJin gruñir, pero se controlaba. Sus dientes rechinaban ante cada silencio que pasaba entre YeonJun y Mina.

—¿Y bien? —aceleró ella el proceso, con sus brazos cruzados y sus pantuflas blancas golpeando el suelo con impaciencia—, ¿para qué me buscas? ¿No arderás en el infierno por estar cerca de mí?

YeonJun se mostraba de una forma que JiSung jamás lo había visto. Su ceño estaba fruncido, como siempre, pero se le veía nervioso; tal vez porque alguien saldría y los verían. ¿Qué excusa daría YeonJun?

—Yo soy mejor mago —comenzó YeonJun, de forma ambigua.

Mina se inclinó un poco adelante, desentendida.

—Ya, ¿y a mí qué mierda? —espetó.

—Debes ir al baile de navidad conmigo.

Si antes HyunJin gruñía, ahora JiSung escuchó su corazón detenerse.

—¿Eh? —Mina también pareció haber escuchado mal—, disculpa- ¿el baile de navidad? ¿El que yo iré con mi novio?

«Uy», JiSung no recordaba si HyunJin y Mina ya habían saldado ese tema, lo cual fue difícil de comprender porque no sabía si era una excusa o un argumento real.

—Déjalo —dijo YeonJun, y JiSung tardó en captar que se refería a la relación—. Él no te asegurará nada. Él no te podrá entregar nada. No va a tener trabajo después de Hogwarts, y no será aceptado en ninguna parte. Vivirás escondiéndote de los demás magos solo para que no le hagan algo. ¿Eso es lo que quieres para tu vida? Porque conmigo no tendrás que huir de nadie.

Mina era una chica de padres muggles. Vivía con su padre, porque su mamá se fue de la casa antes de que conocieran la magia. Ella lo extrañaba con seguimiento, y día por medio le mandaba cartas para saber de su estado. Mina gustaba del futbol y estuvo en ligas infantiles antes de Hogwarts, y sintió una profunda desesperación al ver como todos usaban sus varitas cuando ella ni siquiera sabía cómo agarrarla; las primeras semanas apenas la tocaba.

Vivía siempre en su cabeza porque era el lugar más cómodo, y navegaba en sus recuerdos para sobrevivir de la desesperación mágica. Durante las vacaciones de verano, ella volvía a ser la muggle ordinaria que le encantaba ser, y dejó de arrepentirse en estudiar magia hasta tercer año, donde conoció con profundidad la clase de encantamientos y se dio cuenta que podía ser un poco más extraordinaria que el mundo normal en el que ella vivía.

Mina vivía el mismo fenómeno que JiSung y Felix sentían, y probablemente todo los hijos de muggles o criados en los suburbios también: la inadecuación social del Mundo Mágico, de cómo lo que sucedía ahí no les afectaba, y del total desinterés porque no era más que una suma de estrés.

Las palabras que YeonJun decían eran poderosas para un mago de su clase, pero no podían tener menos significado para alguien como Mina.

—No entiendo —terminó por decir ella.

YeonJun se molestó enseguida. Abrió su corazón y recibía eso de cambio.

—¿Qué no entiendes?

—Buscaste información de mi papá y atormentas a mis amigos —dijo—, le mandas periódicos y te burlas de lo que pasaron. Me dices cosas horribles de la gente que quiero, e incluso atacaste a HyunJin..., ¿cómo puedes ser tan iluso?

—Mina —YeonJun dijo con lentitud—, yo estoy enamora-

—Cada vez que tú me miras tienes la palabra «sangre sucia» en la punta de tu lengua, y lo peor es que no entiendo qué significa eso —masculló con enojo—, ¿cómo puedo gustarte? ¿Es que no eres consecuente? ¡¿Cómo puedes creer que yo gustaría de ti, con todo lo que haces?! Me dices un montón de cosas que para mí no tienen sentido alguno, pero tú te regocijas de orgullo ante cada insulto que me das..., ¡mierda! ¡¿Cómo puedes creer que yo gustaría de ti?! —repitió ella, cada vez más horrorizada—. ¿Te di alguna señal o algo?

—Puedes gustar de mí —insistió YeonJun—. Ve al baile conmigo, y te demostraré-

—¡No! —exclamó ella—, pasaría toda la noche asustada, YeonJun, tú me aterras. Incluso tengo miedo de rechazarte ahora porque no sé lo que harás-

—Alto. Yo no soy un psicópata-

—Tiraste a mis amigos y a mi novio al Bosque Prohibido sin varita solo porque querías —le recordó—, y yo no te voy a perdonar eso. No saldré contigo porque-

—Entonces —YeonJun interrumpió con voz dura. Mina dio un paso hacia atrás—, ven conmigo al baile de navidad, y dejaré de atormentar a tus amigos.

Incluso dentro del egoísmo de JiSung pensó que eso sería una buena idea: dejarían de ser acosados y Mina les contaría un montón de detalles embarazosos que YeonJun haría solo para llamar la atención de ella. Enseguida eliminó la idea de la cabeza al notar que era muy descabellada.

—¿Eres tonto? —atacó ella. HyunJin y JiSung se atragantaron de la sorpresa—. Ellos ya están grandes para defenderse solos, no necesitan de una estúpida carnada como para que tu pierdas tu atención en ellos. Y, sumándole, ¡HyunJin es mi novio! ¡¿Es que eso no te cruje en la cabeza?! ¡Yo lo amo!

—No lo amas de verdad —YeonJun se vio asqueado por la mención de HyunJin—. Te he visto estos días, y no has estado con él. No sé qué pasó entre ustedes, pero ya no estás tan feliz como lo solías estar. Ahora, solo estás bajo sus encantamientos de veelas-

—Ah, no, no, no, yo lo investigué. No te atrevas a decir esas cosas —le apuntó Mina, repentinamente furiosa—. No te atrevas a decir que HyunJin me ha encantado porque eso no es más que patético. Tu patética vida se ha visto resumida en gente que no te quiere y que la única forma de amor que tú has visto ha sido bajo una poción de amor que probablemente tu madre toma para mirarte porque eres taaan jodidamente insufrible que no sé ni cómo tus compañeros de cuarto te toleran —atacó con velocidad. Antes de que YeonJun pudiese abrir la boca, ella agregó—: así que, no te atrevas a decir que HyunJin usa su encantamiento conmigo porque, para tú información, ¡yo lo quería desde mucho antes de que él se fijara en mí! ¡Y es un cuarto veela, por lo que su magia no es tan poderosa!

Con cansancio, ella pasó una mano por su cabello. Estaba un poco más largo que la primera vez que la vieron en King's Cross, en septiembre.

—¿Por qué los magos de sangre pura tienen tanta ansiedad por el futuro? —se preguntó ella—. ¿Por qué piensan en eso ahora? ¿No les da colitis o algo así del estrés estúpido que cargan? ¿Qué me importa a mí lo que haré después de Hogwarts? Como si la idea de que HyunJin fuese veela significara algo como para saber que tendré que esconder...me...

Era clara la realización que ella tuvo en su cara, algo que ni JiSung ni HyunJin entendían el punto. YeonJun estaba ahí, con sus labios y puños apretados, controlándose demasiado bien como para todos los insultos que Mina cantaba; sin embargo, también cayó en la confusión al ver cuán pasmada quedó ella de repente.

—¿Te encuentras-

—Vale. —Mina cortó con vehemencia, como si fuera la decisión más asquerosa que ella alguna vez tuvo que tomar. —Iré contigo al baile de navidad.

El crack de la mandíbula de HyunJin sonó con fuerza, y JiSung solo pudo rezar para que él no saliera bajo la capa de invisibilidad.

YeonJun no entendió nada- nadie lo hacía, en realidad. ¿Cómo Mina pasó de insultarlo a acceder? HyunJin estuvo a punto de ladrar un par de objeciones cuando ella continuó.

—Solo una cita. Será la del baile. Dejarás tranquilo a mis amigos y a HyunJin, ¿trato? —dijo Mina, y estiró su mano derecha hacia adelante.

Una pequeña sonrisa se bordeó en los labios de YeonJun. —Sí, lo har-

—No. Dame la mano —insistió ella. YeonJun, sin entender, tendió su diestra también y Mina hizo presión—. Tú lo dejarás tranquilos de ahora en adelante después de esa cita, ¿okey? Tú, YeonJun. Tú.

Mina debía de ser demasiado ilusa como para que YeonJun cumpliera un trato tan inválido y sin sustento como lo era un apretón de manos a cambio de una cita, pero por primera vez confió ciegamente en el enemigo. HyunJin y JiSung los vieron sacudir sus manos en concordancia, como si todo hubiese sido tan fácil como ir al baile juntos.

Cuando Mina se adentró al barril para la sala común de Hufflepuff, HyunJin entró antes de que la puerta se cerrara, y se sacó la capa de invisibilidad.

—¡¿Pero qué mierda-

—¡Los dejará tranquilos! —se justificó Mina enseguida, precipitada a la discusión y con sus brazos cruzados—. ¡Es sencillo!

—¡¿Es que no entiendes lo que-

—¡YeonJun me estuvo hablando de algo serio! ¡De algo del futuro! —insistió—. Después de que salgan de la escuela- o, no, incluso después de las vacaciones de verano o invierno, algo más sucio habrá en el gobierno de DeLuca, ¡por eso me dice ese discurso! ¡Porque algo les pasará!

«Vaya, para pasar confundida la mayor parte del tiempo, es bastante inteligente», observó JiSung, sin saber de nuevo si sentir admiración o miedo por Mina.

Y, para su sorpresa, HyunJin no preguntó algo referente a la teoría de Mina o al mundo apocalíptico que se les vendría encima. En cambio, solo formuló con una gran cantidad de pena en su voz:

—¿Pensabas que iríamos al baile juntos?

Mina no parecía a gusto. Se encogió de hombros con timidez y estiró las mangas del polerón de HyunJin para tapar sus manos.

—Tendremos más oportunidades en el futuro —prometió ella, y se largó a su dormitorio.

Al día siguiente, en el desayuno, HyunJin tenía una pesada nube alrededor de su cabeza- tanto que el Gran Comedor formó una nube oscura personal en él, que granizaba sobre sus hombros mientras el resto tomaba desayuno.

—Esto es terrible —dijo JiSung, mientras se giraba para ver a los chicos luego de ver a MinHo tomar su desayuno tranquilo—. No hemos avanzado con la traducción del libro y no tenemos cita para el baile.

—Me sorprende que no pienses en la siguiente prueba del Torneo como un obstáculo —dijo Felix.

—Ya tendré tiempo para eso —le restó importancia.

De manera abrupta, SeungMin bajó su cuchara y miró a Felix con seriedad.

—¿En serio quieres ir conmigo al baile? —le preguntó.

JiSung y HyunJin se miraron, perdidos. ¿Qué?

Felix, quien no esperaba esa intervención abrupta de SeungMin, se encogió de hombros mientras bebía de su café con leche. —Claro.

—Pero te invitó ChangBin —dijo SeungMin.

—No me invitó, solo me preguntó si-

—Eso fue una invitación. Estaba tanteando si estabas libre —obvió—. Si le decías que aún no tenías pareja, te habría invitado.

—¿Y qué quieres que haga con eso? —Felix no entendía el punto de SeungMin—. Iré contigo.

—Pero tú quieres ir con ChangBin.

—Ah, ¿y por qué?

—¡Porque te gusta!

—No me gusta —dijo entre dientes, molesto de que SeungMin gritara eso—. Quiero ir contigo. ¿Qué tan denso puedes ser?

—Solo te doy la oportunidad de-

—Ni oportunidad ni nada. —JiSung no midió cuán enfurecido Felix se sintió de repente hasta que guardó todas sus cosas desordenadas en su bolso y lo cruzó sobre su hombro. —Me voy antes.

Dicho eso, él se largó del Gran Comedor.

—¿Qué demonios pasó? —preguntó HyunJin, totalmente perdido.

Sin embargo, no pareciera que SeungMin quisiera dejar la conversación ahí, porque masculló una maldición entre dientes y, tal como Felix, cargó sus cosas en su brazo bueno y se largó para perseguir a su amigo.

—Ay, no... —JiSung se tapó el rostro con horror—. Por eso odio estas cosas...

Entonces, con la misma aura de travesura que los caracterizaba y que rompía toda tensión que se formó en el aire, JeongIn y Yuna aparecieron junto a ellos con sus brazos enganchados.

—¡Buenos días! —saludaron ambos.

—El estatuto del manual de convivencia de Hogwarts dice que las ventas ilícitas son penadas con castigos y acusaciones inmediatas a los jefes respectivos de cada casa —explicó Yuna, cantarina como siempre.

—También, que no se puede lucrar con creaciones mágicas usadas con el material que otorga la escuela —dijo JeongIn. De su bolsillo, sacó un extenso pergamino que dejó en la mesa—. Estos son las listas de ingredientes que Slughorn ha perdido desde inicio de ciclo.

—Bueno, él es un viejo disperso —justificó HyunJin.

Era obvio lo que querían. JiSung y HyunJin se sometieron a un duelo de miradas donde peleaban si es que cederían o no a la amenaza, y JiSung terminó victorioso.

—Tres para cada uno —dijo JiSung.

—Cinco —sumó Yuna—, y un descuento permanente del 30%.

—Del 15%.

—Del 20% —regateó JeongIn.

—Hecho.

—¿Por qué haces esto? ¿No ves que nos costó demasiado trabajo? —preguntó HyunJin con rabia, aunque lucía más estar hablando consigo mismo a que molesto por la situación con las Merodeadoras. Dentro de su delirio, HyunJin también tomó su bolso y caminó hacia la puerta, donde la nube negra continuaba arriba suyo—. Todo mal. Todo mal.

JeongIn y Yuna compartieron una mirada extrañada antes de sentarse junto a JiSung.

—¿Por qué se ven tan raros? —preguntó JeongIn.

—Es el período de baile, eso es todo —justificó JiSung—. No me gustan los bailes.

—¿Has ido a uno antes? —le consultó Yuna. JiSung negó—. ¿Y por qué los odias? He visto en las películas yankees, y se ven divertidas.

—Divertidas cuando vas con la persona que quieres.

—¿No vas con... con el tuyo? —le preguntó JeongIn, serio.

JiSung negó, y JeongIn esbozó una sonrisa traviesa.

—Lástima~

—Cállate.

Ah- Yuna...

Metro ochenta. Cabello rojo. Sumamente atractivo y con un físico que hizo a JiSung quedarse pasmado por un instante. El uniforme de Durmstrang le sentaba tan bien que incluso JiSung se preguntó si MinHo querría usarlo en algún momento en sus- «JiSung, concéntrate».

El chico de Durmstrang sonreía con amabilidad, y le tendía una mano a la chica.

—¿Quieres ir a dar caminar? —ofreció.

Yuna quedó momentáneamente encandilada- vaya, incluso JiSung lo quedó por un instante.

—Caminar..., bailar- volar si quieres —accedió ella con rapidez. Le tomó la mano al chico y, juntos, salieron del Gran Comedor.

JiSung vio cómo los hombros de JeongIn bajaban con suma decepción, al igual que sus ojos eliminaban todo rastro de travesura para darle paso a la pena. Por un instante, JiSung pudo verse reflejado en él- en ese período donde no sabía si MinHo gustaba de él, en el que era solo un triste amor no correspondido, y en donde pasaba tiempo con esa bella chica con quien ahora iría al baile.

«Hay cosas que nunca cambian», pensó JiSung con lástima.

—¿Le has hablado de tus sentimientos? —JiSung le consultó con sumo cuidado. Casi se sintió como un ser humano amable al haber ignorado la falta de respeto constante que El Diablo Rojo de Gryffindor había tenido con él.

—No hay sentimientos —contestó con rapidez, aunque las orejas de JeongIn hirvieron como su apodo.

—Si siguen sin haber sentimientos, terminarás con el corazón aún más roto de lo que ya está —aconsejó. Sin embargo, una idea se iluminó en la cabeza de JiSung—. Oye, ¿no quieres ir al baile conmigo?

JeongIn ni siquiera le dio una respuesta, solo se levantó y se fue de ahí.

—Ah- ¡¿Qué tengo de malo?! —consultó JiSung a la distancia—. ¡No soy una mala racha!

[1] La canción de este capítulo era Hits Different de Taylor Swift, pero me enteré de que es una canción exclusiva del disco y que no está en ninguna plataforma salvo YouTube :')

[2] no sabía si reír o llorar con las desgracias de JiSung.

Espero que nos leamos el jueves, y, sino, el otro lunes ;w; Gracias por leer, les amo.

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