23. Calcetas color de ira
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.
Capitulo 23
Calcetas color de ira
Diciembre 1, jueves en la noche
Enseguida, JiSung volcó su baúl y revisó con más ímpetu al mismo tiempo que HyunJin y Felix se alzaban por sus partes para ver sus armarios.
Nada. La capa estaba desaparecida.
—No, no, no —murmuró, aterrado. Se giró y miró a sus amigos con ojos grandes—. ¿Quién fue el último?
—No recuerdo —prometió HyunJin.
—¿SeungMin? —ideó Felix.
—¡Ja! ¡No! ¡Porque fui yo! —rio JiSung con nerviosismo, antes de soltar una fuerte carcajada histérica—. ¡He perdido la capa!
JiSung estaba al borde de la locura. Primero el Torneo, luego Callaghan, ¿y ahora esto? ¿Es que es una conspiración en su contra? ¡Claro que es una! Porque al momento que él se gira para ver a Felix y esperar una respuesta de él, recordó al culpable de todo.
—¡Tú! —apuntó JiSung. Felix se apuntó a sí mismo—. ¡Sí, tú! ¡¿Dónde está la capa?!
—No tengo idea —dijo Felix. Vio las manos de JiSung temblar un poco, por lo que rápidamente fue hacia su desordenado baúl—. ¿Cuál se tú teoría?
—Oh, sabes por qué es esto. ¡Es por la Profecía! —exclamó.
—No. Esto no lo es.
—¿Y por qué debería de creerte? —desafió.
—Porque yo sí conozco la Profecía —obvió. De su baúl, sacó una pequeña bolsa de tela que era el usual botiquín que Felix portaba desde primer año. De ahí, sacó una corrida de pastillas pequeñas y blancas, y sacó una que estaba partida por la mitad—. ¿Qué tan nervioso estás?
—No estoy nervioso —dijo JiSung, pero sus manos continuaban con temblores—. No lo estoy...
Su cabeza proyectaba el terror de la vulnerabilidad de que le robaran la capa de invisibilidad. Alguien ingresó a su dormitorio y se la quitó. La capa. El regalo de Dumbledore en su primer año. Entraron a su dormitorio.
Esto es parte de la Profecía.
—¿De qué habla la Profecía? —preguntó JiSung, y se acercó a Felix de forma abrasiva. Felix, sin dar un paso hacia atrás, tendió la mano con la pastilla hacia él—. ¿Qué es esa mierda?
—Para que te calmes.
—No me vas a drogar. —JiSung le golpeó la mano para que la soltara, pero no lo hizo. —¡Dime!
—¿Por qué le preguntas de eso? —intervino HyunJin, temeroso de que en cualquier momento JiSung se abalanzara sobre Felix. Su cabello estaba de un potente verde—. ¿Qué tiene que ver la Profecía en todo esto?
—Esto no puede ser casualidad- es una conspiración. Y necesito que me asegure que todo lo que pasa ahora es para un final que al menos sea bueno —argumentó JiSung, y apuntó a Felix—. ¡Tú te tomaste la atribución de mi futuro, así que dímelo!
—No. —Felix tendió la pastilla de nuevo. —Tómate esto.
—¡No! Todo esto es por una causa —insistió JiSung—, así que, ¡dime que toda esta mierda no es por la Profecía!
—¡No lo es!
—¡Dime la Profecía!
—¡No!
—¡Carajo, Felix! ¡Tengo derecho! ¡Ya me robaron la capa! ¡Es mí futuro del que estamos hablando!
—¡Y soy yo el que lo cuida! —gritó Felix, e insistió una vez más con la pastilla en su puño.
Felix se veía mucho más preparado para enfrentar a JiSung que la última vez que tuvo su arranque de rabia, aunque podía reconocerse sus temores al ver su labio temblar y su respiración errática. Su puño. Aun tendido, insistió que JiSung le hiciera caso.
JiSung sentía una fuerte presión en su tórax, y sentía el ahogamiento al insistir en respirar. La palabra «desollar» volvió a apoderarse en su mente y repetirse de manera obsesiva mientras que solo podía pensar en cuán vulnerado estaba por el robo de la capa de invisibilidad. Él sería el siguiente. Él será el próximo...
Terminó por aceptar la mitad de la pastilla, y se bebió el agua que HyunJin le tendió. Solo le bastó media hora de procesamiento para caer dormido sobre su cama.
—¿Qué le diste? —le preguntó HyunJin, desde su cama.
—Le llaman S.O.S, para los ataques de pánico —explicó Felix. Se sentó en el suelo y se dispuso a ordenar su baúl—. Es más eficiente a que un encantamiento noqueador- o al menos así no despiertas tan abatido.
HyunJin miró a JiSung. Su pecho subía y bajaba con calma, pero su ceño continuaba fruncido. Las escamas de su cuerpo se despegaban de a poco al removerse sobre la cama, lo que le dio la teoría de que su duelo por Callaghan le hizo perder un poco de su magia.
—¿Cómo fue? —preguntó HyunJin.
Felix le miró. —¿Qué cosa?
—Tu internación.
Felix pareció meditar un poco su respuesta, con un encogimiento en él mismo de su inseguridad al tocar el tema.
—Me quitaron todo, y me aislaron. Compartía cuarto con un chico que también tenía mis trastornos, así que era fácil, pero no podía hablarle de mis problemas porque terminaría internado en el área de demencia —explicó Felix. No lucía complicado de dar la explicación, aunque HyunJin no entendiera mucho de lo que hablara—. No podía hablar. Era yo solo. La única oportunidad que tenía para decir las cosas en voz alta era en el baño, mirándome en el espejo porque..., porque nadie podía entenderme.
—¿Cómo fue que...?
—Solo necesitaba dormir —admitió Felix, como si eso fuera la solución de todo los problemas. Le dio una mirada a JiSung y lo apuntó con su mentón para hacer referencia a lo que decía—. Dormir te ayuda demasiado, en especial cuando sueñas cosas lindas. Me habría gustado tener esas pociones de Dormir Sin Sueño de Madame Pomfrey allá, porque las pastillas solo te hacían..., te hacían soñar.
Los días de Felix internado eran lo mismo que el sueño lúcido, solo que con sus pensamientos enfrascados en JiSung y la Profecía le generaba la recurrencia. Todo era doloroso, incluso respirar, y las proyecciones de futuro solo permitía que Felix imaginara todo los posibles escenarios del catastrófico destino.
—¿Cuál es la Profecía? —preguntó HyunJin.
Felix negó. —No se las diré. No tienen por qué estar con esa carga.
—No se la digas a él, pero dímela a mí —incitó. HyunJin se sentó en la orilla de la cama—. No debes cargar con esto solo. Para eso estoy yo.
Por un instante, Felix se vio tentado a decírselo a HyunJin. Era su amigo, no lo juzgaría y podría contar con él; HyunJin era emocional, pero por todo lo que han pasado se ha vuelto mucho más logístico y serio cuando se trata de proteger a las personas. Felix podía contar con él.
Sin embargo, Felix negó por última vez. HyunJin prometió que no insistiría, y ambos terminaron por irse a dormir con la idea de por qué robaron la capa.
━━━━━★. *・。゚✧⁺
A la mañana siguiente, JiSung despertó como si un camión lo hubiese atropellado diecisiete veces antes de corroborar de si seguía con vida. Juró que fue un intento de homicidio. Cuando abrió los ojos, de repente no se sentía tan furioso con Felix, y la idea de que él le dio esa pastilla le trajo el pensamiento persecutor de que fue una poción para amarlo.
No obstante, Felix no era así. Jamás sería así.
Al incorporarse en la cama, notó que sus cortinas estaban abiertas y que durmió sobre las colchas, algunas escamas incluso se desprendieron de su cuerpo y estaban regadas por todas partes con ese color tan opaco y débil que daba la señalización de la muerte.
Se fue hacia el baño y tomó una ducha. Las pocas escamas lograban que el agua recorriera todas partes menos el cuerpo de JiSung, y, al secarse, el 50% de JiSung ya estaba construido de su propia piel. Una vez que salió del baño, dio los buenos días. HyunJin realizaba sus elongaciones matutinas sobre la alfombra amarilla y Felix apagaba el proyector de estrellas.
—Me robaron la capa —repitió JiSung.
—La encontraremos —prometió HyunJin—, además, no es la primera vez que lo hacen.
—Yang JeongIn —recordó Felix.
—Sí, pero esto es diferente —insistió—. No son muchos los que saben de la capa: Chan, JeongIn, MinHo, ChangBin, Mina...
La palabra quedó en el aire, y HyunJin se vio como si un encantamiento noqueador le golpeaba directo entre sus cejas; el raciocinio se escapó por sus dedos, y una maldición se resbaló de sus dientes al mismo tiempo que apretaba sus puños.
—Por supuesto que fue esta idiota —dijo HyunJin.
—¿Mina? —preguntó Felix, asombrado—. ¿Cómo? ¿Por qué ella?
—El lunes vine en busca de JiSung antes de la cena, y todo apestaba a vinagre de manzana —dijo HyunJin. —¡Sí, y! ¡Ayer les dije que solo un muggle ocultaría un pedazo de varita por creer que pueden repararla! —realizó él, y su boca se abrió tanto que su mandíbula sonó—. Ah- por Helena, ¡YeonJun la va a matar!
—¡No hará ni mierda! —exclamó JiSung, horrorizado, aunque su corazón sopesó más al notar que la idea no era tan desquiciada—. No lo va a hacer. Es un cobarde y- ¡Ah!
Los tres chicos saltaron cuando la puerta se abrió. Al otro lado, SeungMin jadeaba con su uniforme desordenado y su mochila colgada bajo su hombro.
—Ah..., he corrido todo Hogwarts..., merezco esta semana el mapa —acusó él, mientras arrastraba los pies hacia la cama de HyunJin y lanzarse ahí—. JiSung, te están buscando en el despacho de Dumbledore.
JiSung miró a HyunJin y a Felix, perturbado, pero se vistió lo más rápido que pudo y salió del dormitorio. Mientras, SeungMin se aproximó hasta el baño para beber agua del fregadero; al notar la pesada mirada de HyunJin y Felix en él, se secó la boca.
—¿Qué pasó?
Le dieron un resumen rápido de lo de anoche: la capa perdida y la teoría de que Mina rompió la varita. SeungMin presentó la misma reacción que HyunJin, totalmente incrédulo.
—¿Acaso ella no sabe lo violento que es romperle una varita a un mago? —preguntó SeungMin, aunque más que conmocionado, se veía aliviado—. Merlín, admiro a Mina. Ya no soy un amigo, soy un fan.
—YeonJun la hará colgar de cabeza si se entera —recriminó HyunJin.
—Y hay que recuperar la capa —recordó Felix.
HyunJin colocó sus ojos en blanco y alentó. —Vamos. Seguro está en su dormitorio.
—¿Quie- Quieres ir al dormitorio de chicas? —cuestionó SeungMin. Le siguió el paso a HyunJin y Felix por el túnel del dormitorio de chicos hasta llegar a la Sala Común; los alumnos ya salían para tomar desayuno con el mismo ánimo que era esperado para un viernes en la mañana—. ¿Qué tal si te equivocas?
—Ella es la única chica que sabe de la capa de invisibilidad —rectificó HyunJin.
Los tres esperaron junto a unos maceteros que ya no transitaran chicas en el túnel de sexto año para cruzarlo. Las casas de Hogwarts tenían sus propios medios para evitar que alumnos del género opuesto merodearan en los dormitorios, pero no era totalmente imposible; en Gryffindor las escaletinas se transformaban en toboganes, y en Hufflepuff te rociaban con vinagre de manzana. Había un pacto tácito entre todo los alumnos ignorar por completo las señalizaciones.
Por eso, tan pronto como dieron un pie en el túnel, un gran rociador mágico se posó en su cabeza y comenzó a empapar a los tres con vinagre de manzana. Emprendieron una carrera por el túnel al mismo tiempo que las pocas chicas que estaban en sus dormitorios sacaban su cabeza para ver qué sucedía, y al llegar al dormitorio compartido de Mina, HyunJin golpeó la puerta.
—¡Ábreme! ¡Ábreme! ¡Ábreme!
Asustada, Mina abrió la puerta de su dormitorio. Los tres muchachos entraron destilando el vinagre.
—¡Esto es asqueroso! —exclamó SeungMin, mientras intentaba sacar la humedad de sus ojos—. ¡Al menos en Ravenclaw te pica un águila de mármol!
Corrieron con la suerte de que Mina siempre era la última chica en abandonar su dormitorio, por lo que estaba sola. Ella, horrorizada, intentó formular algo hacia los chicos por lo bastante impresionada que era que llegaran a su dormitorio.
—¿Qué pasó? —preguntó Mina, antes de abrir los ojos con horror—. Oh, no. ¿Atacan la escuela?
En ese instante, HyunJin tenía dos formas de solucionar el problema: primero, de una forma insistente, abrasiva y violenta; y otra, con calma y condescendiente de la situación. HyunJin no era ni lo uno ni lo otro, y, sin embargo, la travesura de Mina era mucho más seria de lo que quería.
—Mina, mi amor... —HyunJin comenzó, calmado—. ¿Tú tomaste la capa de invisibilidad?
Mina sostuvo su mirada en él por un largo tramo, de sus ojos pequeños y convictos que normalmente lucían un brillo de inocencia. HyunJin sabía que Mina era una persona inocente, pero no incrédula.
Por eso, él sabe que ella es incapaz de mentirle. Ocho meses de relación y ella solo pudo quedarse en silencio para darle respuesta.
HyunJin soltó un profundo suspiro.
—No estoy enojado —comenzó a decir.
—Sé que no lo estás- y ninguno de ustedes —apuntó ella, voraz, a Felix y SeungMin—. Ninguno lo está. ¿Por qué hacen tanto caos?
—Porque tú luces igual de nerviosa por lo que hiciste —repuso HyunJin—. Te sientes mal.
—¡No me siento mal!
—Mina —llamó SeungMin, detrás de HyunJin—, eres mi ídola.
—Quiero ser como tú cuando crezca —halagó Felix.
—¡No le suban los humos! —les regañó HyunJin, antes de dirigirse a su novia—. ¿Y bien? ¿La capa y la varita?
Mina no quería moverse, pero, como una niña pequeña, terminó por dar un fuerte pisotón en el suelo antes de dirigirse hacia su baúl y volcarlo sobre el suelo, para así, de mala gana, tomar la capa de invisibilidad que estaba hecha una bolita. HyunJin la tomó.
—Gracias —moduló él con sarcasmo.
—¿No le dirás a YeonJun? —preguntó ella.
—¿Me ves con pinta de idiota? De todas formas, ¿por qué hiciste eso?
—¡Porque ya me estaba hartando! —justificó ella. Parecía traer de vuelta toda la furia que contuvo contra YeonJun desde el lunes—. ¡Dijo el nombre de mi papá! ¡Y me dijo cosas horribles de ti durante la clase de Cohan! No iba a permitir que hiciera alguna mierda.
—Pero, ¿no sabes lo que significa para un mago que le rompan la varita? —cuestionó HyunJin, y soltó un bufido dramático.
Mina alzó de manera brusca su mentón hacia él. —¿Qué?
—Que por supuesto tú no lo sabes —continuó HyunJin.
—Ah- claro —Mina se cruzó de brazos—. Vamos, dilo. Es porque soy una muggle con magia.
La forma tan tensa que ella lo pronunció hizo que el dormitorio se quedara en un silencio peligroso. HyunJin lucía ofendido por culparlo de una alusión que, a pesar de que sí pensó, no lo pronunció en voz alta. Mina tenía sus brazos cruzados frente a él en una clara señal de desafío.
SeungMin y Felix se miraron.
—SeungMo, mira —Felix apuntó hacia las cosas del baúl de Mina—, eso es un reproductor en mp4.
—Ah- no sé qué es eso. Quiero verlo más de cerca.
Ambos se dirigieron hacia las cosas de Mina y comenzaron a colectarlas dentro del baúl mientras HyunJin y Mina continuaban en la tensión formada. HyunJin hizo presión en la capa de invisibilidad.
—Hay muchas cosas del mundo mágico que tú no entiendes, Mina... —intentó explicar HyunJin con la clara lentitud que retraía la frustración—, por ejemplo, romper la varita a un mago con intenciones de hacer daño es un atentado muy grande- es como si le rompieras una muleta a un cojo, y en el Ministerio de Magia está penado por la ley si es, de nuevo, con intenciones de hacer daño.
—Eso se le dice «dolo» —agregó SeungMin desde abajo. HyunJin y Mina le dieron una pesada mirada—. Sí, me callo.
—¿Quieres decir que me iré a la cárcel solo porque le rompí la varita a ese hijo de puta? —cuestionó Mina, con su semblante desafiante. Sus aretes de argolla se movían ante los movimientos de cabeza—. Si supiera que esa ramita es tan importante para la ley, le habría roto el pene como sustitución de varita.
—¡Vale, ya! —HyunJin perdía la paciencia—. ¿No puedes esforzar un poco en comprenderme a mí o en el mundo que tú vives ahora? YeonJun es hijo de un mago influyente, partidario de Libertad Mágica- el partido político de DeLuca, del que no tiene cuidado con gente del tipo de tu novio. Él puede hacer que te expulsen de la escuela, te mantengan en el Ministerio o... ¡Yo qué sé!
—¡No lo entiendo, HyunJin!
—¡Por Merlín, Mina! ¡Nunca entiendes nada! ¡¿Puedes dejar de ser tan tonta?!
—¡¿Y tú puedes dejar de ser tan... brujo para tus cosas?! ¡Yo solo defendí a mi novio del imbécil de turno que nos está acosando! ¡Si eso para ti es un acto de estupidez, entonces soy la mayor estúpida!
—¡No quiero que me protejas de él!
—¡Ni yo quiero que tú lo hagas!
—Por favor, Mina —HyunJin pidió, exasperado—, eres mi novia. Yo te amo. ¿Cómo me pides que no cuide de ti?
—¿Y por qué es diferente para mí? —ella colocó su mano en su propia cintura mientras su rostro se sonrojaba de la rabia—, ¿crees que no puedo cuidarte porque soy una chica?
—No puedes hacerlo porque no entiendes lo que significa la magia. Rompiste la varita a un mago, y a uno con mucha influencia. ¿No te pedí que, por favor, pudieras adecuarte a esto? ¿Por mí?
—HyunJin —Mina pareció cansada. Pasó una mano por su cabello y negó con la cabeza—, ¿por qué debería de adecuarme por ti?
El mismo silencio se posicionó sobre ellos como una neblina que ocultaba a la vista todas las emociones de esa discusión. HyunJin juraba no poder ver a SeungMin y a Felix por el espesor de ella, tan pesada que solo podía enfocarse en Mina y en sus palabras tan tenaces.
—¿Tú no ves un futuro después de la escuela conmigo? —preguntó HyunJin.
Felix y SeungMin parecían querer intervenir en la conversación, pero HyunJin no lo dejó. Él no pudo notar cómo su pregunta acorralaba a Mina en un callejón sin salida, donde cualquiera que sean las respuestas, ninguna sería la honesta; tanto para ella, como para él.
—Cumplo diecisiete este domingo —dijo ella, ambigua—, ¿eso no te da una...?
HyunJin no contestó, porque al mismo tiempo que sentía cómo una pared de vidrio le golpeaba la cara, la puerta del dormitorio de las chicas fue abierta por la profesora Sprout, con sus botas empapadas en vinagre de manzana, y con una expresión de horror y desentendimiento por no saber qué pasó.
—¿Por qué están acá? —preguntó ella—. Me notificaron invasores en el cuarto de las chicas, ¿cómo-
HyunJin alzó sus manos como signo de inocencia, pero la capa de invisibilidad se desenvolvió. Pudo ser peor- tapar a HyunJin y demostrar su mágico contenido; al contrario, la suerte era un recurso limitado que fue gastado en esa conversación, por lo que, cuando la capa de desenvolvió hasta el suelo, la punta de la varita de YeonJun rodó por el suelo hasta los pies de la profesora Sprout. Incluso se podía observar los últimos rastros de magia ahí.
Totalmente impactada, ella apuntó con su guante de cuero de troll a los cuatro chicos.
—Ustedes..., Kang, Hwang, Kim y Lee..., ustedes están castigados —dijo con enojo—, ¡ah! ¡Y me olvidé de Han!
—P-pero él ni siquiera está acá —dijo Felix.
—Siempre son los cuatro.
Con rabia, HyunJin se giró hacia Mina, quien estaba con sus puños apretados y su rostro pálido por terror.
—Vamos... —incitó HyunJin entre dientes—, a nuestro castigo hecho por tu culpa.
━━━━━★. *・。゚✧⁺
Durante el desayuno, a MinHo le llamó la atención que ninguno de los cuatro idiotas se haya presentado- usualmente tendían a hablar sobre alguna teoría extraña, poner a prueba sus burlas con los otros, o chismosear sobre cualquier cosa con el tono tan alto que ellos hablaban. No obstante, desde el lunes, ellos han estado más silenciosos, y ahora, sin la presencia suya, todo parecía incorrecto.
«Mierda». A MinHo le encantaría saber cómo está JiSung después de todas las noticias.
Los murmullos respecto a la muerte de Callaghan y la varita rota de YeonJun solo atrajo las teorías de los estudiantes que conspiraban respecto a que todo estaba conectado: que un grupo misterioso se vengó de YeonJun porque su familia fue la responsable de la muerte de Callaghan, y gracias a la ausencia del desayuno y el vínculo que se tenía, todo direccionaba conque fueron JiSung y sus amigos los responsables.
—... Yo escuché de alguien de sexto que YeonJun y Mina Kang se pelearon en Defensas Contra Las Artes Oscuras...
—... Alguien la llamó «sangre sucia», y HyunJin Hwang se enfureció demasiado. Atacó a SoYeon en la clase.
—... ¿En serio? ¿Atacó a una chica? ¡Qué poco hombre! —exclamó una alumna de Durmstrang entre todo el murmullo.
—Eso es mentira- yo estuve ahí, y SeungMin los apartó.
—... Creo que JiSung vengó la muerte de su abuelo.
—... Espera, ¿significa que la familia de YeonJun fueron los responsables de la muerte de Callaghan?
—YeonJun se merece ese castigo —contestó alguien de Beauxbatons.
A su lado, Shuhua soltó otro fuerte sollozo.
—¿Tú por qué sigues llorando? —espetó MinHo, cansado de ella. Shuhua llevaba llorando toda la semana. A su lado en la silla, Soonie comía un pote de comida húmeda para gatos que los elfos domésticos le regalaron.
—MinHo... —Al otro lado de la mesa, SooJin le recriminó. —¿No puedes tener más tacto?
No, porque mataron a Callaghan. Las madrinas de MinHo terminaron en Azkaban y el padre de ellas ha muerto. ¿Acaso Daremia y Desmenia sabrán sobre la muerte? ¿Estarán vinculadas, o habrán aprobado el asesinato? ¿Y qué hay de Margarita?
Los murmullos de los estudiantes poco a poco se apagaron por la presencia de la profesora McGonagall, quien no tendía a dar los asuntos matutinos.
—Buenos días, el profesor Dumbledore no se encuentra disponible para dar las noticias, por lo que seré yo quien lo haga... —indicó la profesora McGonagall. Alguien de la mesa de Gryffindor chifló, y ella le dio una mala mirada. La mesa de los profesores le prestó especial atención a la profesora McGonagall, tanto que los directores Karkarov y Madame Maxime dejaron de hablar—. Cómo sabrán, los últimos días se han vuelto un poco confusos y melancólicos por el fallecimiento de un ex actor de la comunidad educativa, por lo que la noticia se ha aplazado.
»Como sabrán, la celebración del Torneo de los Tres Magos trae consigo una tradición especial: el Baile de Navidad; es una buena oportunidad para relacionarnos con nuestros invitados extranjeros. A baile, solo asistirán los alumnos de cuarto año en adelante, pero podrán invitar a los más jóvenes si lo desean...
»La túnica de gala es obligatoria, sin embargo, no podemos dejar de lado las diferencias culturales, por lo que se es explícito la vestimenta formal. Se realizará en el Gran Comedor, comenzará a las ocho el veinticuatro y terminará a la medianoche. El tren saldrá de Hogsmeade el veinticinco al mediodía, y recuerden inscribirse con sus jefes de casa quienes vayan a sus hogares para las vacaciones de invierno.
MinHo sintió un nudo del estómago cuando el gran bullicio se formó en el Gran Comedor. Todo el chisme entre Callaghan y la varita de YeonJun se vio opacado por la emoción de algo que parecía verse en la ficción: un baile escolar.
«Vaya dicha», pensó MinHo con desagrado. Vio como SooJin tenía sus ojos pegados en él y, antes de que ella dijera algo, MinHo se apresuró.
—Que sí, que sí, que iremos juntos —atajó él, antes de comer de su pan untado en crema de chocolate.
Pudo ver una sombra de sonrisa en su rostro, pero decidió mantenerse tímida por la ignorancia de Shuhua. Ella continuaba en lágrimas.
El desayuno desapareció rato después de la mesa, y MinHo se encaminó con las chicas y Soonie en su hombro hacia la sala de estudio para prepararse para su clase de las once. A su lado, SooJin cargaba sus libros contra su pecho mientras daba miradas preocupantes a Shuhua, y MinHo, como era fascinante del chisme, les hizo compañía.
No obstante, tan pronto como cruzaron el marco hacia la sala, MinHo vio a Kim MinJu buscarle, con sus ojos grandes, perturbados y, por supuesto, con caos de por medio.
—MinHo —llamó MinJu, apresurada—, la profesora Sprout nos ha convocado en su despacho.
MinHo no aguantó el impulso de colocar sus ojos en blanco. Por supuesto, porque si no estaban en el desayuno...
—Puedo quedarme con Soonie, si lo prefieres —dijo SooJin a su lado.
—Vale. —MinHo no le confiaría a Soonie a nadie, sin embargo, no creía que lo-que-sea que los cuatro idiotas hicieron, no tomaría demasiado tiempo.
Seguirle el paso a MinJu era doloroso. El ocho habría luna llena y sus huesos crujían con encanto; su cadera dolía, y su cabeza palpitaba a más no poder, junto con una gran ola emocional que le producía más sensibilidad que de costumbre. Si él conocía al lobo, podía asegurar de que estaba furioso.
Al llegar al despacho de la profesora Sprout, divisó a los tres de Hufflepuff y al chico de Ravenclaw ahí, frente al escritorio de una apresurada profesora Sprout, quien colectaba manuales de herbología con rapidez.
—Ah- que bien que llegaron- aunque falta uno —agradeció la profesora Sprout—. Tengo clases con los de segundo ahora, así que les he dejado a ustedes la facultad de los castigos —su tono era mucho más nervioso de lo que ella tendía a usar. Se abrió paso en su pequeño despacho hasta la puerta—. Y..., que esto no salga de acá. O, bueno, que sea lo que se estime conveniente.
La profesora Sprout cerró la puerta de golpe, lo que dejó un pesado silencio entre todos. Cuando MinHo se giró para ver a los cuatro idiotas, notó que JiSung no estaba con ellos. Era extraño.
—¿Qué hicieron? —cuestionó MinHo.
—¿Por qué crees que hicimos algo? —discutió HyunJin.
—Instinto materno.
—Ay, SeungMin —MinJu, a su lado, colocó una mano en la boca al ver al prefecto de Ravenclaw ahí—, pensé que tendrías más autocontrol.
—En mi defensa, esta vez sí que no fui yo —prometió SeungMin, aterrado—. Por favor, no me saques de la prefectura.
—¿Qué hicieron? —insistió MinHo.
Los tres idiotas se miraron entre ellos, mientras, Kang Mina lucía tan pálida y conmocionada que hizo a MinHo sacar la ecuación fácil: algo hizo ella que permitió que los cuatro fueran a su rescate. Un clásico.
Mina, tímida, alzó su mano sobre la cabeza de los otros chicos. —Yo fui quien rompió la varita de YeonJun.
—Ah... —MinJu se vio asombrada por la honestidad de ella, pero su rostro se modificó para presentar dureza. —Bien, entonces, hay que seguir el protocolo. Te tengo que llevar con el profesor Dumbledore e informarle a YeonJun.
—¿En serio se lo tienen que contar? —intervino HyunJin.
—Las estrellas dicen que él está muy furioso ahora —agregó Felix.
—Romper la varita a un mago es algo muy delicado —explicó Mina con seriedad—, y, para ser sincera, no entiendo por qué ustedes tres —apuntó a los chicos— están acá.
—Estábamos en el dormitorio de Mina —excusó SeungMin.
MinHo, sin querer parecer que tenía favoritismo en ese instante, se rascó su nuca con cansancio.
—¿Por qué no lo evaluamos por nuestra parte? —le ofreció él a MinJu—. La profesora Sprout lo hizo. Ella pudo llevarlos con Dumbledore, pero quiso que quedara a nuestro juicio. No hay que ser imbécil para saber por qué.
—¿Qué? —MinJu parecía ofendida por la forma en la que MinHo le baja la importancia a la situación—, ¿consideras que esto no es serio? ¿Y que solamente deberíamos darle a la chica una semana de castigo con Filch o algo así?
—Opino que un mes, y ayudar a Hagrid al cuidado de los caballos de Beauxbatons.
MinJu miró a MinHo totalmente incrédula, sorprendida por la falta de importancia que tenía la situación.
—Estás tomándome el pelo —dijo ella, con su mano en la cintura—. Ella puede hacer algo peor si la dejamos con un castigo leve. ¡Esto es un atentado!
—Yo no quería —intervino Mina, nerviosa—. Es decir, sí quería romper su varita, pero no porque lo quiero muerto o algo así- sino para darle una amenaza, una lección. Él realmente se ha propasado conmigo y..., y quiero que deje de molestarme.
«Vaya —MinHo no se permitió mostrarse agraciado—, a YeonJun le encantará saber quién le rompió la varita».
—Hay formas mucho más diplomáticas para resolver conflictos —repuso MinJu—. No vas a ir a actuar con violencia a todas partes solo porque tienes la posibilidad. Lo que hiciste fue una falta de respeto muy grande para un mago, Mina, necesito que te disculpes con él.
MinHo pudo apreciar como todo los colores subieron a la cara de Mina, y gritó:
—¡No! ¡No me disculparé con él por ser un imbécil!
—Mina, por favor —HyunJin se giró para ella.
—¡Que no! ¡Él es que debe de disculparse conmigo! ¡Y si me vuelve a molestar, juro que lo atacaré!
MinHo no mentiría que el tema le importaba lo mismo que la vez que intentó enseñarle a Soonie decir su nombre: nada. Era tan irrelevante que MinHo se preguntó por qué seguían ahí. Era YeonJun de quien hablaba- el que ya tenía una nueva varita, el que era centro de atención, y que hasta el momento podía acusar a cualquiera de la escuela y tener razón.
Así que, mientras MinJu y Kang Mina comenzaban a discutir, él tomó asiento en una de las sillas de la oficina y esperó a que algo interesante pasara.
━━━━━★. *・。゚✧⁺
El pensamiento de por qué Dumbledore necesitaba de JiSung se esfumó al instante que llegó a la gárgola que dirigía a su oficina. En el pasillo, el profesor Dumbledore hablaba con un hombre viejo, bajo y de gorro de punta que llevaba un grueso maletín a su lado, parecía divertido por la cantidad de alumnos que recorrían apresuradamente los pasillos y quienes se tomaban su tiempo de saludar al profesor Dumbledore.
—Ah, señor Han —llamó el profesor Dumbledore—. Me alegra ver que las escamas se desprenden de su rostro. Le presento al señor Alvin, Degulus Alvin.
—Ah- Han JiSung, el Hijo De Dragón —saludó Degulus Alvin, con una fuerte estrechez de manos—, un placer conocerte.
—¿Hijo De Dragón? —JiSung preguntó mientras su cara se fruncía. Era un apodo muy cursi y ridículo para alguien que solamente se transformó en uno. «Si ese es el apodo que El Profeta me ha dado, migraré lejos de acá».
—Bien, si me acompañan a mi oficina...
La gárgola se movió y Dumbledore con Degulus Alvin tomaron la caminata. JiSung los acompañó un par de metros más abajo.
Al llegar al despacho, se duplicó otra silla frente al escritorio de Dumbledore y quedaron reflejadas la una a la otra, donde JiSung y Degulus Alvin tomaron asiento mientras Dumbledore se ubicaba donde le corresponde.
—Haremos esto rápido, ya que es una mera formalidad —explicó Degulus Alvin. De su maletín, sacó un extenso pergamino que cayó hasta el suelo—. Me presento: soy Degulus Alvin, abogado de la familia Stuart, y mi misión estos últimos días ha sido repartir el testamento del señor Callaghan Stuart.
La noticia cayó como golpe, al igual que las realizaciones de cada mañana por parte de JiSung al digerir que Callaghan estaba muerto. Todo tipo de esperanza de que El Profeta solamente era un terrorista de contenido se esfumó al saber que un hombre confiado de la familia Stuart le sonreía con complacencia.
—¿Testamento? —moduló JiSung, sin creérselo. «¿Callaghan me consideró en su testamento?»
—El nieto primogénito de los Stuart ha realizado los arreglos, ya que fue él quien quedó como cabecera de familia luego del trágico fallecimiento de Callaghan —explicó Degulus—, además —agregó— se ha rectificado en el Ministerio la muerte de Margarita Stuart por presunta desgracia.
Presunta desgracia. Antes de que Degulus pudiera continuar, JiSung ya vociferó:
—¡¿Cómo se atreven a hacer eso?!
—Señor Han- —quiso detener Dumbledore.
—¡No! —su cabello se tornó de un fuerte rojo—, ¡Callaghan fue asesinado y su esposa fue secuestrada! ¡¿Cómo hay un testamento por parte de su nieto que...?!
—Los aconteceres de estos últimos meses ha hecho que varios magos de tu clase comiencen con los procesos fúnebres lo más pronto posible. Algunos ya han dedicado sus monolitos, y otros han considerado pertinente la creación de testamentos —explicó Degulus. Antes de que JiSung gritara en respuesta, agregó—: es por eso de que, con la repartición de herencia, lo mejor es realizarlo lo antes posible.
—¡¿Por qué?!
Degulus miró a JiSung como si estuviera loco, e intercalaba sus ojos entre el pelo y la mirada de él.
—¿No tienes idea de lo que te pudo dejar el señor Stuart? —preguntó Degulus.
—¡No!
—Bien, entonces, haremos esto rápido porque los Stuart son más integrantes que los viejos Weasley..., aquí está —apuntó a un punto del pergamino—. «A Han JiSung, mi estudiante, discípulo y nieto ilegítimo favorito...» Vaya, que tenía sentido del humor, «le otorgo este borrador de la fundación de la Resistencia de la Transversal Soberanía, o, en término coloquial, la Compañía...»
El cabello de JiSung se tornó blanco de repente. Miró al profesor Dumbledore, quien continuaba con su semblante de profesionalismo sin hacer algún tipo de intervención. Al mismo tiempo, se giró hacia Degulus, quien terciaba una sonrisa.
—¿A que no te lo esperabas? —dijo, gracioso.
El maletín parecía tener un encantamiento expansivo, porque Degulus estiró su brazo en lo más profundo hasta alcanzar el libro; en el proceso, pareció derribar algunos objetos finos. Sacó un libro de tapa dura, color verde moho, y lo tendió hacia JiSung, quien, vacilante, lo tomó; todo el lomo estaba desgastado y con grandes amenazas de arrancarse.
—¿Es de la Compañía? —rectificó JiSung, mientras no dejaba sus ojos apartar de la tapa del libro.
—Por políticas no puedo hablar de esos temas, pero corrieron suerte de que yo sea el abogado de los Stuart —dijo Degulus sin modestia.
JiSung intentó abrir el libro, pero sus manos se congelaron al intentar abrirlo por la mitad del texto. Logró levantar la tapa dura y observar el prefacio, más el libro no permitió que continuara con la lectura, solo las líneas verticales con un hangul destacado.
—Está en coreano —observó JiSung—. ¿Por qué me lo entregaría...?
—«También, le entrego... esto... » —Degulus se las arregló para sacar el objeto del maletín mientras leía—, «para que deje de sentir un poco de frío en su corazón...»
Cuando Degulus le tendió el par de calcetas rojas, JiSung creyó que sería un chiste.
—Calcetas —replicó JiSung—, me dejó calcetas.
—Para el frío de tu corazón... —murmuró Dumbledore a su lado.
—Cinco años entrenándome y me regala un par de calcetas. La primera vez que probé el alcohol fue con ese viejo —masculló, dio una mirada Dumbledore y su cabello se tornó rosa—, claro que es broma.
—Eso espero —terció Dumbledore.
Degulus guardó el pergamino en el maletín y se levantó del asiento.
—Ha sido un mero procedimiento formal, como ya les dije, se realizó en un tiempo extraordinario —dijo con una especie de aire de misterio que era totalmente simulado. Tendió su mano a JiSung y, antes de que le agarrara, apareció una tarjeta—. Comprendo que sea tiempos difíciles, Han. Callaghan también me pidió a acudir a usted si es que tenía algún problema legal con la metamorfomagia.
JiSung se quedó sin palabras ante la atención de Degulus, y asintió mientras tomaba la tarjeta.
—Muchas gracias...
Su mente quedó colgada ante la confusión, y solo pudo mirar el libro y las calcetas hasta que se despidió de Degulus Alvin en el pasillo para ir hacia la clase de Transformaciones. Sin embargo, antes de que pudiera dar más paso hacia el pasillo de sexto año, la profesora Sprout lo ubicó a mitad de camino.
—Han. —La profesora Sprout lo atrapó. —Ve enseguida a mi oficina.
—¿Por qué? —cuestionó—, no he ido a Transformaciones desde... la semana pasada.
—Sabes lo que hiciste —dijo, y se fue en dirección al invernadero.
—¿Ah? ¿Qué? —JiSung se giró hacia la profesora Sprout, pero su espalda se hacía más y más pequeña—. ¡No! ¡No lo sé!
Quedó plantado por un instante ahí, y miró hacia su mochila. Quería estar en un lugar privado para ver mejor las herencias del profesor Callaghan, pero el mero hecho de que él fue parte del testamento aun posicionaba su corazón en una sensibilidad extraña.
Un libro y unas calcetas, ¿quién regalaba eso?
Además, la esposa de Callaghan continuaba perdida. ¿En serio sus hijos la dieron por muerta? Apenas han pasado cinco días...
Con su cabello azul, JiSung caminó a arrastras hacia el despacho de la profesora Sprout, tarareando una canción por su pena. Al abrir la puerta, seis pares de ojos se posaron en él: sus amigos, Mina, y los dos premios anuales.
Y su novio, obviamente.
—¿Qué pasó? —preguntó JiSung, desentendido. Tuvo que aguantar todas sus ganas de saltar sobre MinHo y llorarle por lo que ha pasado gracias a la presencia de MinJu en el lugar. Intentó tragar toda su pena y colocar su mentón en alto, y se dirigió hacia los premios anuales—. Oficiales, quiero reportar un robo-
—Lo tiene Mina —dijo HyunJin.
—Ay, que bien. —JiSung se encaminó a una de las sillas de la profesora Sprout y se dejó caer ahí. —¿Y por qué estamos acá? ¿Qué hicimos ahora?
—Estoy impresionada —admitió MinJu, con sus manos alzada como muestra de rendirse ante la situación—. Me impresiona la poca empatía que hay con sus compañeros magos.
—Quiso que un dragón quemara a JiSung durante el Torneo —justificó Mina—, y, no sé si te enteraste, pero él se ha encargado de hacerle la vida imposible a todos. ¡Me amenazó diciendo el nombre de mi papá!
—¡YeonJun es de familia muy importante, Mina! ¡No deberías de meterte con él!
—¡Él se mete conmigo, por amor de dios!
—Espera, ¿tú le rompiste la varita a YeonJun? —preguntó JiSung, totalmente confundido.
—Sí —susurró SeungMin detrás de ella.
—Genial.
—Nada de genial- ¿Ustedes no piensan? —discutió MinJu.
JiSung tuvo que aguantar las ranas de reír. En ese instante, ella parecía estar escupiendo todo lo que MinHo ha decidido callar porque él estaba apoyado en una silla, cansado, mientras intercalaba sus ojos en la discusión que llevaban a cabo. Con lo fácil que él podía leer a MinHo, sabía que también le resultaba cómico.
—¿Tú dónde estabas? —preguntó MinHo por debajo. HyunJin, SeungMin y Felix no se atrevían a intervenir en la pelea de las dos chicas.
—Dumbledore me llamó. Callaghan tenía herederos, y yo fui uno de ellos —contestó con un singular acento monárquico.
—A ver.
Cuando JiSung colocó su mochila en su regazo casi alcanzó el libro, pero se arrepintió al instante; Kim MinJu estaba ahí, y ella no era de fiar. Por eso, decidió sacar las calcetas rojas y mostrarlas.
—Para los fríos de corazón —citó JiSung.
—¿Calcetas? —MinHo las tomó, sin parecer creíble de lo que le decía.
A su lado, MinJu se vio ofendida.
—¿No puedes tomar algo de seriedad al asunto? Tenemos que saldar cinco castigos acá —discutió ella—. Entiendo que tengas favoritismos, pero-
—No tengo favoritismos —se defendió MinHo enseguida—, es solo que- una varita rota no significa el fin del mundo.
—Tienes favoritismos. —Ahora, pareciera que la canalización de la rabia de MinJu no iba hacia Mina, sino, iba hacia MinHo. —Siempre te apartas de mi lado en las rondas para ir con el prefecto de Ravenclaw a todas partes —apuntó con su cabeza a SeungMin— y ahora parecería que, con todo lo que hiciste en la semana sobre la varita de YeonJun, nada es importante.
—YeonJun los ha molestado, y ella se defendió —se excusó MinHo, mientras jugaba con las calcetas—. Esto es una pelea sin repercusiones. No hay que decirle a YeonJun que fue ella quien rompió su varita, pero démosle el castigo del mes con la limpieza de caballos con Hagrid.
MinJu tenía sus manos en sus caderas, furiosa; parecía que no estaba de acuerdo que su compañero estuviese en su contra. No obstante, admitía el punto de MinHo, por lo que, en el profesionalismo que la caracterizaba, bufó con desacuerdo.
—Vale, el mes de limpieza con Hagrid —accedió ella, y miró a Mina—. Empiezas hoy, después de la cena. Iré a informarle a Hagrid y a la profesora Sprout.
—Bien.
—Y el resto... —MinJu no sabía qué hacer con los cuatro chicos, por lo que hizo un ademán con sus manos sobre ellos—, veinte puntos menos a cada uno, por entrar al dormitorio de chicas.
—E- ¡¿Entraron al dormitorio de chicas?! —cuestionó JiSung, totalmente perdido.
MinJu salió del despacho de la profesora Sprout, furiosa. Tuvieron que esperar a que el eco del portazo desapareciera para que todos se dirigieran a Mina.
—¿Contenta con tu castigo? —desafió HyunJin a ella.
—Contentísima —repuso ella con la misma rabia entre sus dientes—. Y romperé todas las varitas que sean necesarias para hacerlo callar de una jodida vez a ese infeliz.
—No puedes ir tentándolo a que te haga cosas —dijo MinHo, por su parte. Le entregó las calcetas a JiSung y se dirigió a Mina—. YeonJun puede hacer lo que quiera si es que se lo pide a sus padres, y ahora que rompiste su varita, si él se llega a enterar será muy peligroso.
—¡Pero!
—¿No te preocupa el estado de tu padre? No tientes a YeonJun. Tú estás encerrada en esta escuela, por lo que no podrás hacer nada. Y estoy casi seguro de que los aurores muggles no sabrán cómo reaccionar cuando vean a un hombre con una varita haciéndole sectumsempra a uno de ellos.
La forma en la que MinHo relataba era mucho más cruda que las precauciones que HyunJin intentaba darle, con su tono elegante y su mirada de soberbia que hacía referencia más a una amenaza personal antes que una advertencia. Mina, retraída, asintió ante cada palabra que MinHo dio.
—Sí, entiendo —dijo ella, como si de una niña pequeña se tratase.
—Le haces caso a él y no a tu novio... —HyunJin murmuró a su lado—, ¿es en serio?
—¿Debo hacerte caso a ti? —desafió.
—Al menos tomar en consideración mis advertencias.
Mina abrió la boca, pero la cerró con fuerza; segundos pasaron antes de que ella dijera entre dientes.
—No voy a discutir acá —masculló, enrabiada.
—Yo tampoco —coincidió él, igual de molesto.
Mina hizo un ademán con su cabeza, y HyunJin le siguió. Ambos dejaron el despacho de la profesora Sprout con un fuerte aire de incomodidad.
—No entiendo nada —admitió JiSung, mientras seguía jugando con las calcetas rojas.
—Mina te robó la capa para romper la varita de YeonJun —explicó SeungMin—, y en la mañana fuimos a buscarla, pero se metió en una discusión con HyunJin que...
«Uh». JiSung esperaba que estuviese todo bien entre ellos dos.
La incomodidad continuó por más tiempo de lo que los cuatro chicos querían. SeungMin y Felix parecían querer mirar a todas pates salvo a MinHo, mientras que JiSung continuaba jugando con las calcetas; olvidó por un instante cuánto echó de menos a MinHo. Pasó todo el domingo con él y ahora sentía que pasaron años entre ellos antes de poder verlo.
—Así que... —SeungMin inició el tema de conversación—, ¿Callaghan te colocó en su herencia?
—Me sorprende la forma en la que los magos trabajan con las herencias —admitió Felix—. Es decir- cinco días. Wow. Mi mamá demoró tres años para que el notario le entregara la radio que mi abuelo le heredó a ella.
—Supongo que querían deshacerse de la evidencia lo más pronto posible —contestó JiSung—. Me atendió un abogado de la familia Stuart, y ya dieron a la señora Margarita por muerta. No sé qué demonios sucedió.
—Tengo una teoría —admitió MinHo—, pero no sé por qué lo asesinaron.
—Por ser metamorfomago.
—Hay encantamientos protectores que requieren del mago estar en la casa para que funcionen, y puede que ellos aplicaron esos —dijo, antes de darle una mirada de soslayo a JiSung—. Y si él no estaba ahí...
JiSung entendió enseguida lo que MinHo hacía referencia. La lechuza que le dejó la carta ese domingo en la tarde tuvo que ser Callaghan para que los sortilegios desaparecieran. Callaghan llegó y se encontró la casa vacía, o probablemente algún mago lo esperaba.
Sus dedos trazaron sobre su mochila, y lo colocó sobre el escritorio de la profesora Sprout. Se sintió inseguro por mostrarle la segunda herencia a los chicos.
—No lo mataron por ser un metamorfomago —dijo JiSung—, probablemente lo hicieron porque él debió de ser de la Compañía.
Sonó más dramático de lo que quería, en especial cuando sacó el libro. SeungMin, Felix y MinHo se amontonaron sobre el escritorio, bastante impresionados.
—Es coreano —observó SeungMin.
—Es un borrador. Alguien escribió una biografía de la fundación de la Compañía en Asia —explicó JiSung—, pero no puedo abrirlo más.
MinHo tomó el libro e intentó abrirlo, pero las páginas no cedían- lucían como si estuviesen pegadas por un encantamiento; observó las páginas con cuidado, inspeccionando.
—¿Es un hechizo? —preguntó SeungMin.
—Por una maldición, diría yo —admitió MinHo. Estaba polveado, pero al pasar su dedo, este quedaba limpio—. Solo Callaghan debía de saber cómo abrirlo.
—¿Por qué él tendría un libro sobre la Compañía? —cuestionó Felix—. No todo metamorfomago es parte de ella, pero...
—En Estudios Ancestrales explicaron que la forma de ver una maldición es a través de la adivinación —explicó MinHo, mientras daba una mirada a Felix—. ¿Puedes hacer eso?
Con timidez, Felix se encogió de hombros. —Supongo que podría intentarlo, pero recién estamos profundizando la quiromancia.
—¿Y no han pensado con un alohomora o abra kadavra? —ofreció JiSung. MinHo y SeungMin jadearon con sorpresa—. ¿Qué? Es un hechizo muy popular entre los muggles.
—No creo que Callaghan lo ha pegado —retomó el tema Felix—. Cuando la gente muere, sus encantamientos desaparecen.
—Es la historia de la Compañía —explicó JiSung, mientras colocaba ambas calcetas en sus manos y las movía como si fuera una marioneta a la par que él hablaba—, si alguien hizo el encantamiento de pegado, sigue vivo. Tal vez fue el mismo autor el que lo hizo.
—¿Y si lo mataron por eso? —teorizó SeungMin—. Tal vez los de Libertad Mágica querían el libro, y Callaghan lo escondió con alguno de sus hijos antes de que lo mataran.
—Es un libro viejo y en coreano, ¿qué tanta información puede tener? —obvió Felix.
MinHo le quitó el libro a Felix y lo observó una vez más. Abrió la página donde se encontraba el prefacio y, aunque pareciera querer entender algo, JiSung sabía que él no leía el idioma.
—Somos los peores coreanos de la historia —bufó SeungMin.
—Sí que sí —coincidió JiSung, aun moviendo las calcetas.
—¿Acaso te despersonalizaste en las calcetas que hablas a través de ellas? —le preguntó MinHo.
—No entendí lo que dijiste, pero no le faltes el respeto. Los llamaré de la misma forma que ChangBin llama a sus pectorales —apuntó a su mano derecha— esta es Jut —y apuntó a la izquierda— y esta Dae.
JiSung había creído que hizo el mejor chiste de la vida, mientras que SeungMin solo lo tomó del hombro y le dio una fuerte bofetada en la cara.
MinHo soltó un fuerte bufido, aun con su mirada pegada en el libro. JiSung podía leer a la perfección toda la cantidad de preguntas que nacían en él en ese instante, y de cuán frustrado estaba por no poder entenderlas.
—Eso significa... —MinHo retomó el tema—, si Callaghan tenía algún vínculo con la Compañía, y Daremia con Desmenia...
La mera mención de los nombres hizo a SeungMin y Felix paralizarse en su lugar, con el repentino terror atascado en sus gargantas. Se podía notar en sus ojos cristalizados el cuestionamiento de traer de regreso el nombre de esas dos mujeres.
—Los familiares te traicionan —explicó SeungMin con rapidez—, no es como si fuera algo del otro mundo.
—Sí, como sea... —Felix coincidió.
JiSung comprendió enseguida el punto que MinHo quería llegar. Si Callaghan portaba eso y, como Degulus Alvin dijo, el nieto primogénito escondió todo, probablemente la gran familia Stuart estaba en un extenso conflicto político desde hace años entre ellos mismos.
«Cosas de almas gemelas», se felicitó.
—¿Y ahora qué? —llamó SeungMin—, ¿nos vamos a clases?
—Quiero pasar a la biblioteca, para ver si están los manuales de Adivinación contra maldiciones —comentó Felix al aludir al libro.
—¿Cómo vas con el Torneo? —le preguntó MinHo a JiSung.
JiSung golpeó cómicamente su frente con la mano con calcetín. —¡Ah! ¡El Torneo! ¡Sabía que algo se me olvidaba!
—JiSung...
—La segunda prueba no es hasta febrero —repuso, mientras se sacaba las calcetas—, todavía tengo muuucho tiempo como para preocuparme aho...ra...
Al sacar la calceta de su mano derecha, un pequeño papel cayó de ahí. JiSung lo recogió- un papel café, doblado por la mitad; pero, al desdoblarlo, notó otro dobles. Y otro. Y otro. Y otro.
—¿Qué mierda? —murmuró Felix.
JiSung estaba concentrado en desdoblar el papel- o el pergamino, porque estaba siendo demasiado grande. Tuvo que ser un encantamiento reductor como para hacer que todo cupiera dentro del calcetín, porque JiSung terminó de desdoblar lo último con sus brazos totalmente extendidos sobre él.
No entendió qué demonios era- solo veía luces brotar en distintas partes del gran pergamino. Lo dejó con cuidado sobre el escritorio de la profesora Sprout- sin querer que rozara con algo, y los cuatro se acercaron para ver qué era.
Un mapa de Reino Unido, con una infinidad de pequeñas luces esparcidas por todo el territorio.
—¿Y esto? —JiSung trazó con su dedo los bordes de cada zona geográfica. Era increíble cómo en distintas partes de Reino Unido aumentaban y disminuían las luces—. ¿Por qué Callaghan tendría un mapa de Reino Unido?
—¿Las luces son los magos? —preguntó Felix.
—O gente de la Compañía —opinó SeungMin.
—Recuerdo cuando trabajaba en el Ministerio, y una trabajadora del Registro Civil tenía un conteo de las criaturas mágicas —contó MinHo, mientras también tocaba las luces. El color se reflejaba a través del dedo—. Algunos aumentaban, otros disminuían. Tenían a los duendes, gente del agua, metamorfomagos...
MinHo divagó por un instante, y sus ojos comenzaron a moverse con rapidez ante cada luz que brillaba. Se acercó al mapa y comenzó a contar las luces que eran de color violeta, pero su conteo se perdió cuando dos luces, cerca de Irlanda, se apagaron abruptamente. Entonces, él trazó su dedo de camino por todo el mapa hasta llegar a los límites de Escocia, donde Hogwarts debería de estar ubicado.
Seis luces de color amarilla brillaban, y una de color verde.
—Seis veelas —apuntó MinHo—, y un metamorfomago.
De a poco, JiSung comenzó a comprender: el recuerdo de la carta que MinHo le mandó para las vacaciones de verano contando cómo es que tenían un conteo de criaturas impuesto por DeLuca para hacer el seguimiento..., eso debía de tener otra mitad, ¿no? ¿De qué serviría tener un contador sin algo que ubicara dónde estar? Y, si JiSung pensaba con claridad, tal vez ese mapa que tenía era la mitad del contador.
Lo que significaba que hubo un robo, por ende, si el mapa caía en malas manos...
—Hay... cincuenta y siete luces verdes —contó JiSung, con un poco de terror—, ¿cuántos eran cuando los viste en el Ministerio?
—Cien —contestó, igual de pasmado.
JiSung tragó.
—Cien metamorfomagos. Ciento cuarenta veelas. Setenta y ocho licántropos. Trescientos doce gente del agua. Quinientos veinticuatro duendes —enumeró MinHo los que lograba recordar—. Y aquí no hay esa cantidad.
—¿Son todos? —preguntó SeungMin.
—Solo los registrados —contestó—. Pero no hay que ser idiotas- si descendieron los números de los registrados, significa que sin registro han disminuido más- si es que no acabaron con todos.
—No acabaron con todos —se apresuró en decir JiSung—, no digas esas cosas. Son como... las mascotas con chip para quedar registrados. Algunas mascotas no tienen chip.
—¿Qué rayos es un ship?
—¿Y si hicieron lo mismo que nosotros con el mapa? —ideó Felix—, nosotros usamos la pluma mágica de McGonagall para inscribir a todos los futuros magos. Puede que también haya un objeto que inscriba de forma automática.
—Esto te da la ubicación de cada criatura en Reino Unido —dijo SeungMin—. Hay que hacerlo desaparecer- quemarlo o algo así.
—Podemos quedarnos con ello —discutió JiSung.
—Si tuviera una moneda por cada vez que pierdes la capa, sería millonario. ¿Realmente crees que sacrificaré la seguridad de estas personas porque quieres mantener el mapa? —argumentó.
La conversación no dio abasto cuando la campana del cambio de hora sonó. JiSung se apresuró en doblar el mapa y guardarlo en las calcetas mientras MinHo guardaba el libro en la mochila de JiSung. Sin llamar la atención, los cuatro salieron del despacho de la profesora Sprout.
—MinHo... —le llamó JiSung, antes de que él volviera a tomar el rol de Premio Anual—. Cuando- uh, ¿cuándo podré verte...?
—¿En la noche? —ideó MinHo—. Sala de Menesteres. Después de la cena.
JiSung asintió, y con su corazón en la mano siguió a SeungMin y Felix para el aula de Transformaciones.
¿Qué demonios acababa de pasar? Y eso que recién eran las nueve treinta de la mañana.
Lamento no haber subido capítulo el jueves, pero no me podía la vida en ese momento:')Segundo, lamento el capítulo tan extenso y sin poca trama, pero les prometo que era necesario para el desarrollo aksdnad, de todas formas, muchas gracias por leer. Les amo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro