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21. La ruta de la lechuza

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 21

La ruta de la lechuza

Canción recomendada: Talkin' about a revolution, de Tracy Chapman

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Noviembre 27, domingo en la madrugada

Del parlante que resonaba con brutalidad masquerade de Siouxxie Sixxsta hasta el rincón más tímido donde pequeños grupos jugaban con algo solo para la excusa de beber. La idea de fusionar Gryffindor con Hufflepuff fue grandiosa a tal punto que MinJu ordenó que todo los menores de cuarto año se fueran a los dormitorios de Gryffindor para no ser perturbado por la gran cantidad de cosas que pasaban.

—¡Vamos, vamos, vamos! —Chan, sobre una mesa, jaló a JiSung para que lo acompañara. —¡Te toca, hombre!

El latente recordatorio estaba en el dormitorio, tapado entre las mantas: el huevo de oro con bisagra que serviría como pista para la siguiente prueba del Torneo. Mierda, JiSung ni siquiera podía pensar en eso porque todo lo que rondaba en su cabeza era la victoria del primero.

Ni siquiera fue una victoria porque él quedó en cuarto lugar, pero salir de ahí era excusa necesaria como para no querer saber del Torneo durante el resto del año.

Todos explotaron a JiSung esa noche por el mero hecho de que no podía hablar y negarse a las propuestas, pero él no parecía perturbado- al contrario, el alcohol tomaba todas sus inhibiciones y lo lanzaba por la ventana para poder disfrutar un poco del éxtasis, la música y de la felicidad momentánea.

Le entregaron una botella con un líquido café que solo quedaba por la mitad- no tenía etiqueta, así que JiSung la empinó y dejó que todo el líquido cayera en su boca; gracias a las escamas él no pudo sentir el trago desbordarse por su boca, pero sentía el fuerte ardor quemarle todo su interior como las mismas llamas que escupió horas atrás.

Al terminar de beberlo, su mundo dio una fuerte sacudida que casi lo derribó de la mesa. Fue ayudado por ChangBin al bajar de ella mientras la mayoría gritaba su nombre y hacía sentir a JiSung bien de la persona que era- no orgullosa, pero algo más apreciado que un simple apretón de manos o mirada despectiva por quién era.

¿Qué más podía pedir?

Su cabeza era difusa y su cuerpo sentía menos de lo que la borrachera hizo, pero divisó a HyunJin y a Mina en un sofá charlando con otras personas a gritos. ChangBin fue invitado por unos chicos de Ravenclaw a la pista de baile donde se topó con Kim MinJu, la premio anual; ChangBin la invitó a bailar y ella aceptó no sin antes mostrar su dedo anular (¿Eh?). También divisó entre el tumulto a JeongIn y a Yuna con el grupo de SooBin, pero señal de él, SeungMin o Felix no habían en la sala común.

«¿Y Felix? —JiSung intentó buscarlo entre la gente—. ¿Dónde está? ¿Estará con MinHo?»

El choque de la ventana de vidrio lo hizo detenerse en la mitad de la pista de baile, y la música poco a poco comenzó a sentirse más lejana. Subió su mirada hacia el techo y las plantas decorativas que caracterizaban a Hufflepuff parecían también bailar al ritmo de la música, acompañado con el sutil humo que cantaba a coro la canción que resonaba.

¿Dónde estará Felix?, ¿él también se sintió asustado por verlo ser quemado por el dragón?

Dio pasos torpes hacia el sofá más cercano para poder recostarse y dejar su mirada detenida en el algo; miró sus manos cargadas de escamas, y sus uñas tan negras como unas garras de dragón. Él no consideraba tener feas manos, pero ahora eran demasiado ásperas como para ser del gusto de alguien.

Al recuperar la consciencia de nuevo, frente a él se encontraban HyunJin y Mina- de nuevo, como la encantadora pareja que hacían. Estaban de pie junto al fuego, y hablaban de algo que les hacía acercar su rostro para poder oírse. JiSung se sintió tímido con el acercamiento, ¿por qué? Ambos eran pareja. ¿Qué era acercar sus rostros?

Como el pensamiento de JiSung continuaba estancado en las manos, bajó sus ojos hasta la de ellos. HyunJin tenía manos grandes por excelencia, cargada de callos que se recuperaban ante el uso constante de la escoba. Tenía unos cortes que ya eran parte de la piel causado por el altercado en la casa Hwang, pero seguían siendo manos grandes y masculinas. Por otro lado, las manos de Mina eran delgadas, pequeñas, con uñas pintadas y cuidadas de forma de dedicada para la belleza, aunque alrededor de ellas había pequeños restos de piel que ella rasgaba con sus dientes.

HyunJin y Mina seguían en la chimenea, con su charla de quien-sabe-qué. Nadie los molestaba o nadie se atrevía a hacerlo, y JiSung mucho menos quiso hacerlo cuando notó la mano de HyunJin viajar hasta la de Mina. Ella la tomó también, con suavidad, con su mano destinada a alcanzar la de HyunJin como si fueran movimientos naturales de la tierra.

Ellos parecían ser naturales, y JiSung jamás sintió tanta envidia.

Volvió a bajar su mirada hacia sus manos. Él quería tomar las de MinHo de esa forma- afuera, en el castillo, en el jardín, en los pasillos, en las salas comunes, bibliotecas, Hogsmeade, Londres, bosques, lagos y el cielo.

JiSung lo echaba de menos.

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Él delataba ante cada paso que daba, de eso estaba seguro. El mundo estaba construido para que MinHo caminara, con el azulejo opaco y la alfombra sobria que se posicionaba a propósito bajo sus pies para priorizar su presencia.

El terror estaría presente para cada persona que se perfeccionaba en la oclumancia y podía leer a MinHo, y la seguridad sería todo el que debía de fiarse en sus ojos para aclarar la superficialidad. La imponente presencia, junto con la intimidante posición, hizo que la noche del sábado hacia el domingo fuese lo más radical que alguna vez MinHo ha hecho.

Estuvo frente al estrado en abril, frente a la en ese entonces Ministra de Magia para aclarar que sus madrinas eran inocentes- su abuelo quería eso, y él jamás se presentó orgulloso. Su abuelo veía al profesor Callaghan, al otro lado de la sala, con los más viles ojos que alguna vez MinHo notó, y presenciaba cómo cada palabra escupía en su contra aun cuando se apelaba a la protección de Desmenia y Daremia Stuart.

El fuego no daba calor a causa de la frialdad de las acciones, y las charlas con el resueno de las copas generaba la conversación en un volumen más fuerte. MinHo se mantenía oculto junto a la chimenea, y la copa de vino proveniente de Venecia se veía absurdamente asquerosa. MinHo nunca fue bueno para beber.

Las conversaciones entre las personas eran las mismas que de ese juicio, con palabras que sus padres usaban, con términos peyorativos con los que su abuelo hacía referencia, y con un montón de desinterés que le hacía vacilar si estas eran las personas reales que atacaban a los otros.

—Ah- pero muchacho, ¿qué haces acá? —Desde su izquierda se acercó su antiguo jefe: Lester Michigan, también con una copa en la mano y con su diente de oro deslumbrante. —¿Tus padres saben que estás acá?

—No, porque vine a visitarlos —respondió, y se aseguró de modular cada una de sus palabras para desprender la idea de ser un alumno escolar—, pero parece que ellos no están interesados en estos temas. Es decepcionante.

—¿Cómo es que llegaste hasta acá? Tu director no te habría dejado venir ni con todo el dinero del mundo.

—Cuando no puedes desafiar la corrupción, debes moverte en vacíos legales —«estás exagerando, idiota. Hazlo más calmado»—. Fue la primera prueba del Torneo, así que, todos están desconcentrados. Dudo que Dumbledore se sienta preocupado cuando sus dos alumnos quedaron en primer y último lugar.

—Ah..., sí, escuché de Skeeter que el metamorfomago se ha convertido en dragón, ¿no es impresionante? —el señor Michigan bebió de su copa de vino—, las habilidades que se tienen los chicos...

—Nadie juega limpio, pero qué puede pedirse.

—Todos mienten —coincidió el señor Michigan. Alzó su copa hacia MinHo y ambas chocaron. Pareció una excusa para que el señor Michigan volviera a beber.

MinHo tuvo dos misiones al estar ahí: convencer que buscaba a sus padres, e intentar sacar algún tipo de información sobre los ataques. Si SooJin tenía razón, eso significaba que no era más que un plan de DeLuca, y si no..., entonces MinHo se involucró en el lugar equivocado.

El bar de Knockturn era similar al bar menos transitado de Hogsmeade: el Cabeza de Puerco, pero sin involucrar el techo mohoso y las mesas mal arregladas de las peleas que se formaban cada noche. Tenía un fantástico candelabro de vidrio cargado de velas con llamas azules, y la extensa barra estaba hecha de vidrio; incluso, detrás de los dos encargados de los tragos, tenían un extenso espejo que tendía a generar vapor de tanto en tanto. Las mesas y las sillas estaban hechas de nogal americano con el felpudo en los asientos y en las esquinas, y cargaban copas y platos cristalinos cargados de pequeños snacks.

Como a MinHo no le gustaba el vino, le ofreció su copa al señor Michigan, quien aceptó enseguida. Se limpió sus manos en los costados de sus pantalones de tela y decidió continuar escondido junto a la chimenea; solo había dos mujeres ancianas hablando sobre algún tema que hizo a MinHo idear la teoría de que todo era burdamente transversal.

Transversal era una palabra terrorífica, porque significaba esteticidad. Significaba que el cambio era lo que generaba el conflicto de las ideas, y querer repetir patrones ajenos perpetuaba la posición en distintos lugares.

«Las ancianas son terroríficas».

La puerta del bar se abrió, y varias personas se levantaron de sus asientos. A diferencia de los gorros puntiagudos que caracterizaban a los magos, apareció un sombrero de copa y una larga bufanda que MinHo enseguida reconoció como a su abuelo; él caminaba con lentitud con su bastón en el lado derecho, e ignoró a la mayoría de las personas que intentaron acercarse a él.

Rápidamente fue desviada la atención cuando DeLuca entró.

—Vaya- corre demasiado viento —comentó con carisma.

El estómago de MinHo se formó un fuerte nudo cuando un mago susurró en el oído de su abuelo y apuntó en dirección a la chimenea. Los ojos grises del gran Lee se posaron en él, y su labio se frunció desde la rabia. Se abrió paso entre la gente sin importar a quién pisaba de por medio.

—¿Qué haces acá? —preguntó Omerus Lee entre dientes—. ¿Cómo puedes estar acá? ¡Regrésate a la escuela!

—Me dijeron que me encontraría con mis padres acá —contestó MinHo—, ¿sabes dónde están?

—¿Por qué quieres verlo? ¿Por qué no le mandas una lechuza? ¡¿Por qué demonios estás acá?!

—Ah~, Omerus. —DeLuca también se abrió paso entre la gente, y tomó a Omerus desde el hombro con su simpática sonrisa. —¿Por qué te enfadas? Deja que el chico esté acá.

—Se va a meter en problemas en la escuela y-

—Está bien, yo lo justificaré —palmeó su espalda—, no te preocupes. Ve, toma asiento.

Omerus Lee no dejó de fruncir el ceño, y apartó a DeLuca de su tacto como si fuera el mismo fuego. Miró a MinHo y resopló.

—Lárgate. Tus papás no vendrán.

—Está bien —accedió.

Omerus caminó hacia una de las mesas cerca de la barra y se sentó ahí, para ser acompañado de hombres de su misma edad. MinHo no dejó de ver a su abuelo porque la intensa mirada de DeLuca estaba sobre él; su corazón latía con el mismo nerviosismo que sus manos temblaban, por lo que las ocultó en los bolsillos de su capa.

—Eres un Premio Anual muy desordenado —bromeó DeLuca—. Saltar las normas para venir acá...

—Quiero estar involucrado en las cosas que me competen —aludió MinHo a su abuelo—. Esto es importante.

—¿Te llegó el rumor de la ley?

—Durante Abril, mis compañeros intentaron venir con usted pero fueron atrapados porque alguien delató. Alguien tenía que sacrificarse por ellos y dar a correr la información.

—A su edad yo no estaba interesado en la política, si te soy sincero —admitió DeLuca. Él chasqueó los dedos y, desde la barra, dos copas de vino volaron hacia sus manos, y MinHo aceptó la que le ofreció—. Me gustaban más las plantas y las Criaturas Mágicas..., como el buen Hufflepuff que era.

—Los tiempos cambian cuando la sociedad lo amerita.

MinHo no tenía nada preparado para charlar, como tampoco esperó que DeLuca se le acercaría a hablarle. No esperaba la presencia de su abuelo, y no esperaba la gran cantidad de gente que había. El nerviosismo continuó y sintió que, al paso que daba, fallaba en su secretismo. Él no estaba preparado para eso.

—Nunca tuve la oportunidad de preguntarle cómo se encontraba después de lo que pasó en el cambio de su gabinete —comenzó MinHo—. Estuve ahí, fue-

—Trágico, lo sé. —DeLuca esbozó su sonrisa y dio un trago a su vino. —Construimos monolitos alrededor de la fuente del Ministerio de Magia para honrar a los que fallecieron, y me encargué de subsidiar a los heridos. Las irresponsabilidades de otras personas no deben ser pagados por los inocentes. Tú resultaste ileso, ¿no?

—Al contrario. Caí inconsciente toda la tarde. Creo que me tocó un encantamiento. Me alegra saber que esa maga está en Azkaban.

DeLuca se encogió de hombros de forma lamentable- como si él, sinceramente, se apenaba de lo que pasó ese día.

—Hay gente que cree que hay formas rápidas de imponer sus ideales —admitió con lástima—, y lo único que hacen es causar daño al resto. Si esas personas le importaran sus compañeros magos, no harían lo que hacen.

De nuevo, MinHo sintió esa asquerosa sacudida del estómago.

—Escuché de mis compañeros que lo toman como un acto de venganza por los altercados que ha habido-

—Ah, no me malinterpretes..., ¿Cómo te llamas, hijo?

—MinHo.

—No me malinterpretes, MinHo. Acto que esté cometido fuera del Ministerio de Magia no es algo que se avala, y los aurores hacen lo imposible para poder atrapar a aquellos que lo generan —aclaró enseguida DeLuca. Se mostraba ofendido por la alusión que MinHo hizo.

—Entiendo...

MinHo podía adjudicarlo por el terror que tenía en ese instante, como la gran inseguridad de lo que se enfrentaba. ¿Por qué DeLuca le entregaba la atención en ese instante?

¿Qué importaba lo que un adolescente pensaba?

No obstante, el pensamiento fue desviado cuando una mujer alegre, de vestido rojo que resaltaba del resto, con un cabello negro tan largo que alcanzaba detrás de sus rodillas y de mejillas tan sonrojadas se subió a la barra del bar.

—¡Atención! —ella llamó la atención de un grito—. ¡Un brindis por una nueva semana, por una nueva prosperidad!

El grito hizo que todos en el bar alzaran sus copas hacia ella con el mismo canto. MinHo lo hizo de forma mecánica, y DeLuca lo alzó con demasiado orgullo. Sus ojos brillaban alrededor de ella.

—Se ha presentado un nuevo decreto con fuerza de ley desde el área ejecutiva del Ministerio, otorgado por nuestro querido Ministro —halagó la mujer. Ella tendió una copa mucho más alargada que el resto, y que en vez de vino contenía champagne, y apuntó hacia donde DeLuca y MinHo se encontraban parados—, solo será cuestión de tiempo la delimitación. Reino Unido se ha posicionado como soberanía única para los tratados internacionales, y su país metropolitano será Inglaterra. ¡El primero de diciembre se hará esta modificación!

MinHo no entendía por qué eso era signo de celebración, porque la mayoría de las personas que estaban en el bar alzaron sus vasos y gritaron «¡Salud!» con victoria. DeLuca también lo hizo y, al beber, sostuvo su mirada en MinHo.

—¿No te gusta el vino? —preguntó DeLuca.

—No me gusta el alcohol —se excusó MinHo.

—Me parece bien. Es imprudente beber a tu edad.

—¿No debería ir con ellos? —preguntó MinHo. Quería huir lo más pronto de ahí.

—Lee MinHo... —DeLuca le encaró, y su sonrisa regresó a sus labios—, tal vez tu abuelo no te lo diga, pero eres un asombroso mago. Comprometido con la idea..., me habría gustado ser como tú durante mi juventud.

DeLuca le tendió la mano, y MinHo la tomó. Una fuerte punzada se estancó en la mano que hizo un golpe de palidez chocar en el cuerpo de MinHo. DeLuca hizo presión, y subió y bajó su mano como forma de despedida.

—¿Te largas ahora? —preguntó DeLuca.

MinHo tenía su aire estancado en el estómago, y su mano ardía en punzadas dentro de su sistema nervioso.

—No puedo regresar tarde —contestó MinHo. El pánico comenzó a atrofiar sus articulaciones, al igual que su mano se tensó de forma abrupta—, continúo siendo un estudiante aun cuando puedo aparecerme cerca del castillo.

—Seguro Dumbledore te excusará.

DeLuca le guiñó el ojo y finalmente se separó de él. Dio media vuelta para perderse en la multitud y, como del treintañero que él era, tomó asiento junto a la mujer de vestido rojo en la barra y la rodeó con su brazo de forma afectiva. Varios hombres y mujeres se les unieron, y de pronto DeLuca cantó algo al ritmo del piano que sonaba de fondo.

MinHo tragó una gran bocanada de aire y miró enseguida su mano. Ahí, cerca de su palma, no se encontraba nada de lo que MinHo pensó: sin rastros de sangre, sin rastros de quemadura, solamente una profunda mancha violeta que podía pasar ser un simple moretón.

Soltó el aire, y caminó hacia la salida tan rápido como el nieto de Omerus que era, donde construía los caminos con tan solo pisarlos.

El trayecto de regreso a Hogwarts fue distraído- tanto que MinHo casi se desprendió alguna extremidad cuando apareció cerca de dos kilómetros de la periferia de Hogwarts. Su llegada fue estrepitosa; cayó de rodillas y sus manos no alcanzaron sostenerlo antes de terminar con su cara estampada en el suelo. Deseó quedarse ahí por más tiempo, pero el terror le recorrió la columna vertebral, lo que le hizo levantarse y caminar con rapidez hasta donde el encantamiento del castillo pudiese protegerlo.

¿Qué fue eso? Su abuelo ahí y la mención de una ley. ¿Qué importaba todo eso? ¿Por qué MinHo no podía ser útil para algo?

Al llegar al castillo, se dio el lujo de poder entrar por la puerta principal. Las velas de los candelabros, a diferencia de los del bar, tenían una llama roja y hogareña- lo que emanaban las intenciones de ser Hogwarts. Un hogar, casa. Algo que sirviera de refugio y, con el dolor de ver a su abuelo en el bar, también lo era saber que Hogwarts era su casa.

Dio la clave frente a una escultura y una escalera de caracol se abrió paso. MinHo, cansado, la subió como si la vida pesara en cada escalón hasta llegar a la oficina del profesor Dumbledore, quien, de forma leal, lo esperaba sentado en su oficina.

—Creí que entraría por la chimenea —comentó el profesor Dumbledore.

—Quise dar la vuelta larga —contestó MinHo con sus palabras arrastradas. Se desplazó hasta los asientos frente al escritorio y se derrumbó por completo. No quiso soportar la mirada de Dumbledore bajo sus gafas, así que habló al instante—. No dijeron nada de ataque. No estuve mucho tiempo. Mi abuelo estaba ahí y DeLuca se puso a conversar conmigo. Una mujer- ni idea de quién es, informó que el Reino Unido se desvinculó de los tratados internacionales y harán Inglaterra una metropolitana. ¿Qué significa todo eso?

—Significa que hacen lo mismo que pasó en Asia hace años atrás —explicó Dumbledore—. Permitirán que las leyes solo rijan dentro de la soberanía del Reino Unido, MinHo. Leyes que se desplazarán por el mandato de DeLuca.

—¿Eso significa que tendremos que migrar? —cuestionó MinHo—. ¿Cuánto tiempo tenemos?

—No lo suficiente para las personas normales. La Compañía ha hecho lo posible para reubicarlos fuera del Reino Unido, pero hay una enorme cantidad de personas que tampoco son amistadas con el gobierno.

MinHo agradecía la forma en la que Dumbledore se dirigía a él. No lo trataba con la carisma o el rencor que DeLuca o su abuelo, le decía las cosas con una franqueza que le posicionaba como una persona de secretos y habilidades. De ventajas y desventajas.

Sin embargo, pálido, MinHo formuló antes de siquiera pensarlo:

—Después de hoy..., ¿yo ya no tendré dónde llegar?

—Siempre podrás retirarte —dijo Dumbledore con calma—. Esto no es algo que un chico de dieciocho tiene que realizar. Podremos mandar a otras personas capaces que estén fuera de Hogwarts a-

—No, lo haré yo. Pero, ¿yo ya no tendré casa? —insistió—. Me he sentenciado...

Era obvia su ansiedad. Pasar sus días después del trabajo en casa de Chan era una cosa- una idea, una fantasía, un pasatiempo con la excusa de querer realizar algo. Ahora estaba ahí, él, con sus ojos viendo a DeLuca con el mismo estigma que para el cambio de gabinete de los departamentos del Ministerio.

Se despidió de Dumbledore antes de que él pudiera darle un concepto hueco de consuelo, y de la misma forma derrotada MinHo se encaminó hacia su sala común. Llegó hasta las mazmorras sin ruido por los pasillos. Dio la clave de ingreso y, cansado, se dirigió hasta su propio dormitorio. Como lo esperó, JuYeon y SeongHwa se encontraban profundamente dormidos, así que MinHo solo se dedicó a colocarse su pijama, y correr las cortinas del dosel para entrar a su cama.

No obstante, algo incorrecto había ahí.

—¿Soonie? —susurró MinHo.

Tocó hacia el lado pesado de la cama, y pegó un salto al tocar el caliente y duro tacto de la piel de JiSung. Ni siquiera alcanzó a formular un grito cuando JiSung ya convocó de forma no-verbal el encantamiento silencioso alrededor de ellos.

—Que- ¡Puta mierda! —exclamó MinHo—. ¿Cómo es que...? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Desde hace cuánto estás acá?

JiSung tenía tanto sus ojos como su cabello violeta, pero era un violeta más apagado- tampoco era su berenjena, era uno sin brillo porque fue transportada a las oscuras escamas de su cuerpo. Su rostro, cerca de sus ojos, en sus párpados, nariz, mejilla, labios, cuello y oreja. Todo el torso y, probablemente, sus piernas.

Soonie estaba a sus pies. Sintió a MinHo llegar por lo que se le unió enseguida para recostarse en su pecho, y le daba miradas de cautela a JiSung por no reconocerlo.

—¿Qué haces acá? —insistió MinHo. Tomó su propia varita y la encendió en la punta para ver a JiSung mejor—, ¿y cómo entraste?

JiSung solo tenía una sonrisa en su boca.

—¡Habla! —ordenó.

Abrió la boca sin emitir sonido, y con su dedo índice se apuntó la lengua. MinHo se acercó a JiSung y logró divisar las diversas ampollas que brotaban desde lo más profundo de la lengua como el interior de las mejillas. Todo estaba quemado, y JiSung parecía orgulloso de eso. MinHo sintió que pasaron años desde que él casi se sintió desplomado cuando el dragón le bañó en llamas solo para darle paso a un egocéntrico dragón orgulloso de él mismo.

MinHo también estaba orgulloso de ese egocéntrico dragón.

Cansado, MinHo se recostó sobre su almohada. —Vale, estás del asco. ¿Cuándo se supone que te recuperarás? Bah, ¿qué te pregunto? Ni siquiera hablas.

Los ojos violeta de JiSung estaban pegados en MinHo, y lo miraban de esa forma particular que solo JiSung tenía permitido hacerlo. Con una amaga sonrisa, con ojos entrecerrados, pupilas dilatadas y con total contemplación.

Fácil MinHo cayó en cuenta de que estaba borracho.

—Apestas a ron de troll —dijo MinHo—, ¿cómo puedes beber?

JiSung lo continuó mirando, y tarde captó MinHo que JiSung estaba apoyado sobre su lado derecho, lo que hacía que no lo escuchara.

Estaba cansado, abatido y conmocionado. MinHo no podía lidiar con eso en ese instante.

Sin sutileza, tomó la cabeza de JiSung e hizo que mirara hacia el techo.

—Durmamos, ¿sí? Y ni loco salgas de la cama —ordenó MinHo.

JiSung asintió, animado. MinHo se sintió mal por tratarlo de esa forma, así que pasó su brazo bajo la cabeza de JiSung para que se apoyara en él, pero en seguida el calor que las escamas emanaban lo atrapó. Le causo gracia, en realidad, porque recordó esa vez en su quinto año donde pasaron la noche en un aula, antes de que JiSung lo acompañara en las lunas llenas.

Estaban solos, y JiSung semidesnudo. Él tomó a MinHo de la mano y lo posicionó sobre su pecho para que sintiera no solo la dureza de las escamas, pero también el inicio de los latidos de amor.

A la mañana siguiente, con su cabeza más calmada y con el miedo disperso en el aire, se despertó por una brusca sacudida de JiSung. Al abrir sus ojos, vio a JiSung, en cómo sus pupilas se movían por todas partes, y parecía recobrar la respiración.

—¿Una pesadilla? —susurró MinHo.

JiSung no lo escuchó, pero pareció volver en sí al caer en cuenta en donde estaba. Enseguida los ojos de JiSung se aguaron y abrió su boca para emitir un ruido, antes de alzar su mano y colocarla en su cabeza.

Tenía resaca.

—Eso te pasa por beber como un demonio —le regañó. JiSung moduló un par de palabras sueltas que podrían servir de excusa. «Estoy celebrando» podría decir JiSung, pero MinHo solo negó con su cabeza mientras chasqueaba su lengua, decepcionado—. No es justificativo. Vamos, ¿al menos recuerdas venir a mi dormitorio?

JiSung se extrañó, y al divisar su entorno y el color verde de las cortinas, abrió su boca en un perfecto O para luego asentir.

—¿Estás orgulloso? —cuestionó MinHo, incrédulo.

JiSung se encogió de hombros. «¿Qué te puedo decir?» expresó sin modestia.

—Que tu ego se quede en donde está, porque por el espectáculo de ayer no creas que ahora la gente te tratará con respeto —aclaró enseguida MinHo. Antes de que JiSung abriera la boca, argumentó—: el grupo ya te veía como un fenómeno, y ahora quiere que te pongan una correa o te regulen con magia. Si no aprendes a escupir fuego sin quemarte, entonces no te fanfarronees.

«No te fanfarronees» moduló JiSung en una mala imitación de MinHo.

—... Veré si está despierto.

JiSung se tapó rápidamente con el cobertor al mismo tiempo que SeongHwa corría la cortina. Al ver el no sutil bulto junto a MinHo, jadeó de impresión.

—¡No me...!

—¿Quieres publicarlo? —interrumpió MinHo, molesto.

—Ah- mierda. ¿Por eso llegaste tarde anoche? —le susurró, cómplice. MinHo no podía evitar que sus orejas se sonrojaran—. Ah- perdón. ¿Qué tal si...?

—Sí, por favor.

—¿Qué pasa? —preguntó JuYeon mientras salía del baño. Al ver a MinHo, abrió la boca—. ¡¿Qué cara-

—¿Tú también?

—Vale, nos vamos. —MinHo agradecía que su nula actividad sexual y romántica estuviese en la boca de sus compañeros de cuarto, porque ahora parecían incómodamente más emocionados por MinHo que él mismo. Antes de que los dos salieran del dormitorio, JuYeon llamó. —¿Es NaYun?

—No se habla de NaYun —repitió MinHo.

—Okey- okey.

—Y pueden..., uh- ¿golpear cuando-

—¡Sí! —interrumpió JuYeon—. ¡No te preocupes!

—¡Tú solo pásala bien! —dijo SeonHwa, y cerró la puerta en su espalda.

MinHo tuvo que haber quedado cerca de quince segundos ahí, mirando el techo, con su estómago vuelco por la vergüenza y con JiSung sacudiéndose de la risa bajo el cobertor.

De repente, todo el pensamiento del día anterior pareció evaporarse. Todo. El Torneo, las preocupaciones y la reunión en el callejón Knockturn. Al instante que JiSung sacó su cabeza bajo el cobertor y Soonie bostezaba a sus pies, MinHo pensó por un instante encontrar un hueco desmesurado de sentimientos e intimidad.

JiSung tenía esa sonrisa burlesca en sus dientes, los cuales estaban blanco con manchas grises- blancos, blancos de un color que JiSung jamás ha tenido. Le sonrió y se levantó para ir hacia el baño, y MinHo tardó en captar que él usaba ropa que le quedaba grande.

Se incorporó en la cama al igual que un suspiro, y acarició a Soonie para esparcir un poco el nerviosismo. Sabía que debía de contarle a JiSung lo que vio anoche, pero aun no. No cuando su corazón de dieciocho latía con ímpetu.

Cuando JiSung salió del baño, MinHo entró ahí con la velocidad de un snidget y se encerró mientras repasaba la gran lista de consejos que SeungMin le dio en algún momento al mismo tiempo que se lavaba y cepillaba sus dientes.

«Oh, Merlín. Oh, Merlín. Oh, Merlín».

No estaba preparado. Claro que no. Su cuerpo ardía en cada lado y su temor estaba a flor de piel. No podía. No podía. No podía.

Al salir del baño, vio a JiSung jugar con Soonie. Vestido.

«Gracias, Salazar».

MinHo se sentó junto a JiSung, tapándose también con las mantas. JiSung le miró y le sonrió de la forma que sabía hacerlo. A diferencia del tono oscuro que las escamas de su cuerpo tenían, las que decoraban la cara de JiSung se encontraban mucho más pálidas.

—¿Muy dura tu resaca? —preguntó MinHo. JiSung asintió sin lástima—. ¿Y viniste hacia acá con tu capa de invisibilidad? —de nuevo, JiSung asintió—, no vuelvas a venir. ¿Qué tal si te atrapaba alguno de los otros idiotas?

JiSung hizo un puchero. «Quería verte», expresaba.

—Puedes verme en el día, o buscarme con la snitch de HyunJin. No te hagas el idiota —dijo. JiSung hizo más fuerte su puchero—. No- no te hagas el niño. Además, yo soy el que está de los nervios. Casi moriste frente a mis ojos. ¿Cómo te pudieron hacer eso?

El semblante de JiSung cambió rápidamente, pero no perdía su diversión. Lo apuntó con su barbilla, lo que parecía transmitir un «tú estuviste ahí».

—Sí, pero no creí que te encantaría la varita- es decir, ¿a quién se le pasa eso por la cabeza? —se preguntó MinHo—. Te dejó totalmente vulnerable. Y el viejo de Dumbledore no hará nada porque YeonJun llorará por censura.

JiSung asintió con falsa resignación.

Los dos quedaron en silencio en un instante, con el único ruido el maullido de Soonie por los juegos de JiSung. En un momento, MinHo también alcanzó su mano para acariciar a Soonie, pero la timidez de JiSung al extender su mano hacia la de MinHo lo dejó por un momento quieto.

—¿Qué? —consultó MinHo—. ¿Te duele algo?

JiSung presionó sus labios, y entrelazó sus dedos con los de MinHo. Él no entendía muy bien cuál era el punto al que quería llegar, pero lo correspondió. Las escamas de JiSung eran ásperas al tacto de su mano y al tacto de sus labios cuando besó sus nudillos como lo hacía siempre; en sus labios se mantuvo el calor por un instante, y se preguntó si eso duraría todo el invierno.

JiSung se dejó caer sobre las almohadas, e hizo que MinHo lo acompañara. Fue tarde cuando cayó en cuenta de que esa fue la primera noche que ambos pasaban juntos como chicos normales- durmiendo, uno con resaca, y el otro con su corazón en ambas manos, como una relación normal.

MinHo cerró los ojos con la calidez de los dedos de JiSung trazar las cicatrices de su rostro, y deseó que ese momento durara para siempre.

Dos horas más tarde, un estrepitoso ruido en la ventana los despertó. Soonie se bajó de la cama, asustado, y caminó hacia la ventana, donde un precioso mochuelo europeo los esperaba junto con la snitch dorada de HyunJin chocar con urgencia en el vidrio.

MinHo abrió la ventana, y tanto la lechuza como la snitch volaron en dirección de JiSung. La snitch chocó con la dura frente y la lechuza rodeó a JiSung para que viera su pata. JiSung apuntó hacia la snitch, así que MinHo se aproximó hacia ella al mismo tiempo que JiSung desataba la pata de la lechuza.

¡¿Dónde estás?! ¡Te llevamos buscando toda la mañana! —estrepitó la voz de HyunJin tan pronto como MinHo tomó la snitch—. WooYoung nos preguntó por ti y le dijimos que volviste a convertirte en ratón y que la señora Norris te salió persiguiendo..., por favor que no te haya pasado eso de verdad.

El cabello de JiSung tenía un fuerte color berenjena, y mordía una de sus uñas con emoción. El pergamino no era largo, y cuando MinHo se ganó sobre el hombro de JiSung para leer qué colocaba, solo eran tres líneas que decoraban el papel. La lechuza abandonó el dormitorio tan pronto como JiSung leyó la carta.

"¡Un dragón! ¡¿Cómo pudo ser uno?! ¡Bah! Al menos no resultaste tan atrofiado como lo esperaba. ¡Eres mi orgullo, hijo! Ansío verte ganar ese Torneo.

Atentamente, profesor Callaghan."

JiSung lo miró con sus ojos verde menta, tan contento que el mensaje de HyunJin pasó a segundo plano. Se colocó de rodillas sobre el colchón y le mostraba el trozo de pergamino como si esa fuera la victoria del Torneo.

«¡Pensó en mí! ¡Pensó en mí!», decía la clara expresión de su rostro, encantado. JiSung reiteraba la mirada del pergamino entre MinHo y él para asegurar de que era real.

MinHo no pudo hacer más que compartir su felicidad y sonreír con él. Se recostó de nuevo en la cama y vio a JiSung releer una y otra vez lo que Callaghan decía. El cómo era su orgullo, el halago y la comunicación extensa.

Con cuidado, MinHo tomó el pergamino entre sus manos. Era de un tacto específico, especial y raro.

—Esto no es un pergamino —observó MinHo, curioso. JiSung volvió a tocar el papel entre su índice y su pulgar, y asintió—. Es diferente, ¿cierto? Creo que es un libro.

MinHo dio vuelta el pergamino. En el rasgado se podía diferenciar el borde de una fotografía. Fotografía de un texto de estudio, como el que MinHo usaba para intentar buscar información de los padres de JiSung. Ahí, solamente se podía apreciar una mano quieta apoyada en el reposabrazos de un sofá.

JiSung enseguida frunció su ceño, y se abalanzó hacia el baúl de MinHo para sacar un real pergamino y una pluma, y mostró un manuscrito apresurado.

"¿Por qué usa una fotografía y no un pergamino real?"

—Porque tal vez quería hacerse el interesante —distrajo MinHo.

"Quiero mandarle una carta."

MinHo se encogió de hombros. —Pues hazlo, idiota.

JiSung esbozó una larga sonrisa y apoyó su cabeza en el hombro de MinHo. Con su pluma en mano, comenzó a escribir todo lo que pasó por su mente el día anterior: le preguntó si la explosión del jarrón fue hecho por él (quien MinHo respondió sin modestia que usó de las Merodeadoras), sobre cómo Erick le hizo compañía en forma de gato, y de cómo le dificultaba ir al baño gracias a las escamas.

MinHo solo pudo esbozar una sonrisa ante eso, y se dedicó a leer todo lo que JiSung escribía mientras escondía parte de su rostro en el cabello berenjena de JiSung.

Ambos tenían una distinción demasiado grande, más de lo que les gustaría aceptar, porque mientras MinHo construía caminos al pisarlos, JiSung los destruía al cruzarlos.

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Noviembre 27, domingo en la cena

—Veamos- habla.

—Ah- ah...

—Hm..., sigue irritado —comentó Madame Pomfrey. Dejó de iluminar la garganta de JiSung y se encaminó hacia su mesón para entregarle el tratamiento de su garganta—, aunque, estoy segura de que si no hubieses bebido alcohol durante toda una noche, ahora estarías mejor.

—Shhh... —JiSung, de forma burlesca, pidió complicidad. Pomfrey colocó sus ojos en blanco y le dio un suave golpe con la botella del tratamiento en la cabeza.

JiSung no podía evitar sentirse en el cielo- incluso casi sintió terror al invocar alas en sus orejas que lo alzaban del suelo. Pasó todo su día con MinHo en el dormitorio- tooodo el día, desde el despertar hasta que MinHo dijo que debía de reunirse con MinJu por temas de Premio Anual. Si no fuera porque MinHo era alguien responsable, le habría rogado quedarse un minuto más con él en la cama.

Tanto que se olvidó parcialmente su pelea con Felix, su rencor hacia él, y cómo evitaba el grupo para no sentarse en la misma mesa.

Ahora bien, él tenía una misión. El profesor Callaghan le envió una lechuza para felicitarlo, y JiSung tenía ganas de corresponderle, por lo que le escribió en el dormitorio de MinHo sobre lo que ha sido de él para que denotara más orgullo- e, incluso, fue capaz de mencionar la presencia de Erick en su vida, con una pregunta de cierre al final de la carta.

"¿Los metamorfomagos se conocen entre ellos? ¿Usted sabe si él es mi padre real?"

Al llegar al Gran Comedor, se acordó de Felix; él estaba junto a Mina, pareciera que le estaba leyendo la fortuna con cartas de tarot, y ella parecía bastante interesada en lo que decía Felix. JiSung lo pasó por alto y se dirigió a HyunJin, quien bebía con calma su café mientras hablaba con SeungMin y ChangBin.

—¡Al fin apareces! —gritó HyunJin, lo que llamó la atención de los que estaban en el Gran Comedor—, dime que al menos te dieron toda la noche como para no dignarte a aparecer.

—O él dio —opinó SeungMin, mientras le daba una cucharada a su cena.

La boca de HyunJin se abrió tanto por la impresión que JiSung casi fue absorbido por eso, por lo que lo tuvo que callar con un fuerte golpe en la cabeza.

—No podré mirar a MinHo de la misma forma —susurró ChangBin, impresionado.

—Deberíamos darle un nombre secreto cada vez que queramos hablar mal de él —comentó SeungMin—, ¿El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado?

—¿Leonardo DiCaprio? —dio la idea ChangBin—, ya que es más viejo que todos nosotros.

—Siempre le encontré parecido a Kento Yamazaki —murmuró Felix con timidez.

—Me gusta Kento- suena como mafioso —concordó HyunJin. Decidido, miró a JiSung—. ¿Le diste duro a Kento?

JiSung estaba horrorizado por la cantidad de palabras vulgares que estaban saliendo de la boca de sus amigos. ¡¿Qué le importaba a ellos su vida sexual?! Además, si lo hubiese hecho con MinHo, era obvio que habría descrito el encuentro para colocarlo en el mural de noticias como orgullo. «Bah, son unos novatos».

JiSung hizo un ademán alrededor de su cuerpo, y los otros chicos asintieron en comprensión.

—Una decepción —dijo SeungMin.

—Yo ya quería decirle a MinHo cuánto lo amo —continuó HyunJin.

Hartado, JiSung tomó su pergamino y golpeó a HyunJin en la cabeza, e hizo otro movimiento con su mano para que lo acompañara.

—Sabes que puedes tomar a Kkami cuando quieras, ¿por qué me necesitas para mandarle una carta? —preguntó HyunJin.

Pero JiSung hizo un puchero. HyunJin lo insultó y lo acompañó hacia la torre de lechuzas.

JiSung terminó de doblar el pergamino y lo anudó a Kkami. HyunJin soltó un bostezo, bebió un poco más de la taza de café, y ambos vieron cómo la lechuza se perdía por las nubes. Se quedaron en un momento de calma que eran acompañados por los ulules de las aves; pudieron rellenar el silencio con una charla, pero no era cómo para HyunJin que la conversación fuera unilateral.

—Que genial que Callaghan te hable —dijo HyunJin—, después de todo lo que pasó, no me imagino cómo se debió sentir. —JiSung le dio un suave codazo en la costilla. —¿Qué? No es como si a mí me importara mucho. Él solo era mi maestro, pero él era tu..., tu mentor, y titular, si nos colocamos extremos.

«Sí, pero no solo a mí me afecta su presencia», quiso decir JiSung, pero HyunJin cambió el tema radicalmente.

—La noche del sorteo- cuando huiste, MinHo nos confesó que fue él quien le delató a Dumbledore las reuniones clandestinas de las vacaciones de primavera —contó HyunJin. JiSung no sabía de eso, por lo que su mirada fue de total sorpresa—. Sí, lo sé- eso no lo hace menos desagradable, pero..., no sé, solo tengo esta tonta idea en la cabeza de que él quiso hacer algo correcto pero terminó saliendo el tiro por la culata.

JiSung asintió, concordante.

—Eso no evita que le tenga rencor. Pudimos no sufrir todo eso —admitió HyunJin, y agregó antes de que JiSung abriera la boca para hablar—: sí, lo sé. MinHo no tuvo esas intenciones, pero no puedo apagar el odio que le tengo porque él..., él hizo que me quemaran la pierna. Hizo que te quedaras medio sordo. Hizo que Felix estuviese tan inestable y- mierda, ¿viste el hombro de SeungMin? ¿Notas cuántas maldiciones nosotros cuatro tenemos en nuestros cuerpos y aun no se han manifestado? La magia no es solo ataque..., es dolor, es repudio y odio. Nos fueron a atacar con odio porque MinHo fue un cobarde.

La cantidad de palabras que JiSung tuvo en ese instante en su boca eran demasiadas. ¿Quién se creía HyunJin al tratar a MinHo de cobarde? Si tan solo él supiera todo lo que MinHo tuvo que pasar para delatar las reuniones..., lo que significaba que MinHo hablara en contra de su familia era más que un simple estatuto de sangre; JiSung se frustraba que MinHo fuera tan incomprendido.

A pesar de su rabia, JiSung tuvo que calmarlo y dar una segunda vuelta. Aun nadie venía a la buhonera y el sol seguía sin ocultarse, así que JiSung recordó las veces que llegaba herido de las lunas llenas y HyunJin no cuestionaba nada de lo que veía.

HyunJin se reacomodó el pantalón de forma sutil con una mano. JiSung lo notó.

—Bajaste de peso —habló JiSung con su voz gastada y ronca. Aguantó las ganas de toser.

—¿Tienes la capacidad de pesar a la gente con solo verlos? —preguntó HyunJin con sarcasmo, totalmente ido. No esperaba una respuesta directa de lo que dijo hace un momento—. Woah, nueva habilidad, supongo.

—No, solo son conclusiones que pienso cuando te matas de hambre.

HyunJin no comentó algo más, y JiSung no sabía qué más agregar; terminó por romperse en un tosido que hizo a HyunJin ofrecerle un poco más de café.

Regresaron al Gran Comedor cuando ya había un poco cantidad de estudiantes. SeungMin fue secuestrado por estudiantes de primer año que necesitaban ayuda, pero en su lugar dejaron a Yang JeongIn con Bang Chan, quienes charlaban sobre idioteces que decía a JiSung preguntarse cómo es que podían ser amigos.

—Denme un poco más de contexto de la conversación —pidió HyunJin al sumarse a ellos—, ¿intentaron robar anticonceptivos de Madame Pomfrey?

«Novatos», pensó JiSung.

—Es que- todo empezó porque Jeon Woong dijo que Madame Pomfrey te castigaba si le pedías anticonceptivos —explicó JeongIn—. Intenté decirles a mis compañeros que no era así, pero no me creyeron. Alguien robó una caja de condones y, de paso, los certificados de las chicas que han pedido tomar la píldora.

—Ay, qué horror —expresó Mina—, eso invade totalmente la privacidad- ¡Es catastrófico! Deberían de informarle a MinJu o a MinHo.

—Lo peor es que se sabe que es de Gryffindor. Yo no sé quién fue, específicamente, pero sé que fueron de mi generación. Ellos son los idiotas- se han dedicado a molestar a las chicas que toman anticonceptivos —sin embargo, JeongIn se detuvo—, aunque Yuna sí era de las chicas que...

—No pienses en eso ahora porque no tienen relación entre lo uno y lo otro —cortó Mina enseguida

—Pero tú también la tomas... —murmuró HyunJin, avergonzado.

—Yo la tomaba antes de ser tu novia —aclaró Mina. Los otros chicos le miraron, asombrados—. ¿Qué? La píldora no sirve para..., dios- ¿cuáles son los anticonceptivos mágicos?

—Mis compañeros usan los condones —contó Chan—, hay un chico de Slytherin que los vende..., aunque no confío mucho en él, realmente.

«No me sorprendería que, con los anticuados que son los magos, ellos continuaran usando el cuero de cerdo», pensó JiSung, aunque eso le hizo reventar en una carcajada que ninguno de sus amigos entendió.

—¿Ninguno asistió a la clase de Educación Sexual de Madame Pomfrey? —consultó Chan. Los chicos negaron—. Mierda- ¿dónde estuvieron metidos?

—Nos la dieron cuando íbamos en segundo. Era mi último interés —admitió HyunJin.

—Mi papá me dio la charla —comentó Mina, horrorizada.

—Yo me había lesionado en el entrenamiento de Quidditch el día anterior —recordaba JeongIn.

—Yo no entendí nada de lo que decía —contó Felix—, Madame Pomfrey decía cosas como pociones..., ingredientes y cosas así.

—Los magos usan de anticonceptivo las pociones, pero no son vinculantes con la menstruación —explicó Chan. Todos expresaron un ligero «aaah...»—. Mientras que los anticonceptivos muggles son exclusivos para las muggles- por el desorden hormonal y esas cosas, los anticonceptivos de los magos se basan más en el acto de la concepción- los chicos beben una poción para que su esperma no conciba, y las chicas beben para que no haya ovulación durante una semana.

—Alto- oh, dios —Mina parecía realmente horrorizada—, ¿me dices que no hay control hormonal para las chicas? ¡Qué terrorífico! Ah, bueno —ella comprendió rápidamente—, siempre pueden quitarse las espinillas o los quistes ováricos con un simple encantamiento. ¡Puff!

—Mi mamá quiso hacer un anticonceptivo femenino mezclando conocimiento muggle, pero el departamento de salud no lo aceptó —contó HyunJin—, iba "en contra" del cuerpo mágico y..., claro que esta conversación no le aclaró nada a JeongIn.

Porque JeongIn solo miraba la mesa, horrorizado. Estaba totalmente confundido.

—Que Yuna tome la píldora no significa que tenga novio o algo así —aclaró enseguida Mina—, solo tiene un cuidado de su cuerpo.

—De todas formas, ¿qué te importa si tiene o no novio? —consultó HyunJin—, ni siquiera pareces gustarle.

El ánimo de JeongIn bajó estrepitosamente, y chocó su cabeza contra la mesa. Enseguida Felix consoló al chico pasando su mano por su espalda.

—Ella ni siquiera me gusta —intentó justificarse JeongIn, pero era ridículo; sus orejas estaban sonrojadas a tope—, y creo que le gusta alguien más.

—¿Quién? —preguntaron los cinco, incluso JiSung se inclinó hacia adelante.

—Un muchacho de Durmstrang. Él le habló y ahora ella parece moco a su lado.

—Yo la vi muy apegada a ti ayer en el desayuno —dijo HyunJin.

—Gracias. Lo conoció durante el primer torneo.

«'Cause she wears short skirts, I wear t-shirts. She's cheer captain and I'm on the bleachers», JiSung cantó You Belong With Me de Taylor Swift en su mente sin pena alguna.

—Hablando del Torneo —ChangBin miró a JiSung—, ¿qué hace el huevo?

JiSung esbozó una mueca para mostrar que no podía hablar todavía, junto con un falso lamento. Él no tenía ninguna intención de saber de eso.

Al terminar la cena, cada uno se fue por su propio lado. JiSung aun tenía que hacer una traducción para Runas Antiguas y practicar encantamientos no-verbales, y corrió con la mala suerte de que HyunJin quería pasar algo de tiempo con Mina, así que solo resultó ser él y Felix en el dormitorio.

—Puedo irme, si quieres... —ofreció Felix.

JiSung presionó sus labios, enojado, pero hizo un ademán. Si demostraba que no le daba importancia a Felix, tal vez podría trabajar tranquilo.

Se puso a escuchar música en su walkman mientras realizaba la traducción, pero su concentración se quedó ida cuando veía a Felix trabajar en sus propios deberes. Pensó en lo que HyunJin le dijo en la buhonera, y se preguntó si Felix también se sentía igual respecto a su relación con MinHo.

«¿Qué importa la opinión de él? Felix colocó tu nombre en el cáliz —se recordó JiSung con recelo—. Si le importases, él no habría hecho eso en primer lugar. Es un traidor».

Sin embargo, había una profecía de por medio. ¿Era real? ¿O era solo una mentira para que Felix justificara su mala acción?

Era tanta la confusión que él tenía en ese instante que su cabello se tornó naranja, tal como la camelia del macetero.

De repente, la ventana fue golpeada. JiSung se bajó de la cama, fue hacia ella y, al abrirla, se topó con Kkami ingresando a toda velocidad con su carta hacia Callaghan en la pata.

«¿Ah? No ha pasado más de dos horas desde que se lo envié».

JiSung tomó el sobre en la pata y comprobó que era su mismo correo. Kkami salió disparado por la ventana hacia la buhonera, dejando a JiSung confundido.

—¿Es tuyo? —consultó Felix. JiSung asintió con cautela.

«Curioso —pensó—. Lo reenviaré mañana».

En el cuarto libro de Harry Potter hay una escena que siempre me hace reír, que es en el período en el que ron y harry están peleados y hay una narración de harry donde dice cuánto extraña a ron, pero cuando se lo topa le lanza una insignia a la cabeza akndads los amo.

Solo comento eso porque este capítulo fue un poco denso, y probablemente vayan así. Es probable que, en un futuro, corrija algunas situaciones en la historia para darle verosimilitud porque, no importa cuanto lo planee, los personajes hacen lo que quieren.

De todas formas, gracias por leer. Les amo, en serio<3

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