2. La cita
Guía de colores de Han JiSung:
Rojo: enojo; Rosa: vergüenza; Violeta: enamorado; Azul: triste; Celeste: emocionado; Blanco: peligro; Amarillo: preocupado; Verde: asustado; Naranjo: confundido; Gris: dolido; Marrón: neutro; Verde menta: alegre; Negro: cansado; verde oliva: miedo; Rosa pálido: culpa; Rubio cenizo: nerviosismo; Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado
Capítulo 2
La cita
Agosto 19, viernes en la tarde
¿Qué era esa felicidad que JiSung estaba ahogándose en ese instante? Incluso podría reconocer cuán ridículo era por la forma en la que sus penas habían sido tan grandes durante el verano que, con una mirada de pestañas batiendo y sonrisa iluminada era capaz de romper con el malestar del mismo JiSung, incluso cuando parte de su cólera también provenía de la misma persona.
MinHo.
Por otro lado, JiSung no lo sabría (o se haría una idea), pero MinHo había echado de menos a JiSung. La mera idea de volver a verlo en un momento hacía que la felicidad cosquilleara en sus manos y pudiese conjurar encantamientos emocionales a la perfección. Además, ver a JiSung una semana después de la luna llena, era sanador.
Sin embargo, cuando tomaron asiento en el césped del parque, la realidad llegó con ellos. La paranoia de JiSung volvió a estar presente para ver compulsivamente a su alrededor bajo la visera de su gorro de béisbol, entregándole a MinHo la capa de invisibilidad para que lo guardara en su túnica negra; mientras, MinHo solamente miraba a JiSung como si en cualquier instante él desaparecería como la magia.
—Hubo una noche que SaeJah y HyunSan llegaron por separado, y cuando se vieron en la entrada del departamento, ambos se hicieron preguntas —contó JiSung, totalmente ido por un instante—. Eran preguntas claves- que solo ambos sabían la respuesta. No sabía que debíamos de hacer eso.
—¿Quieres que lo hagamos? —preguntó MinHo—. Yo también lo vi, pero con la gente que llega a la mansión Lee.
JiSung miró a MinHo con cierto nerviosismo, y rebotó ligeramente su cabeza.
—¿De qué está formada mi varita? —preguntó JiSung.
—De madera de un tronco de cerezo, con un núcleo del pelo de la cola de un ave de trueno —contestó MinHo—. ¿De qué animal te transformaste la primera noche que tuviste tu transformación completa y larga?
—Un perro, y fue cuando iba en cuarto —JiSung sintió un poco de nostalgia ante eso—. Es una pregunta muy fácil.
—Solo estábamos los dos.
—Pero un perro es fácil de descifrar —regañó.
MinHo no contestó. En cambio, sus labios se presionaron y sus dedos tamborilearon sobre sus rodillas.
—¿Pasa algo? —consultó JiSung.
—¿Cómo ha estado tu verano? —preguntó directamente MinHo. JiSung sabía que él quería hablar de algo específico.
JiSung también presionó sus labios para no soltar una sonrisa, pero le era imposible no poder hacerlo cuando los mismos ojos de MinHo le hacían sentir mariposas en su estómago. Le había echado tanto de menos que incluso lo perdonaba silenciosamente por no contestar sus cartas.
Él fue primero quien comenzó a relatar. Habló sobre su tiempo en el departamento de Leicester Square y cómo con HyunJin y Yeji pasaban algunas noches en las azoteas colándose en fiestas de millonarios para matar un poco el tiempo. No los dejaban salir demasiado del edificio, y que a pesar de que JiSung estaba agradecido de estar bajo el mismo techo que una familia amorosa, le habría gustado haber salido más. También le habló sobre su trabajo en la tienda de M&M, el cómo cambiaba su cara y era conocido como Peter, y le daban un sueldo lo suficientemente comprensible considerando que JiSung había falsificado incluso su edad para que lo dejaran trabajar.
MinHo, por su parte, contó cómo consiguió trabajo en el Ministerio de Magia como un pequeño asistente del jefe del departamento de periodismo. Sus días eran igual de monótonos como ordinarios, pero al menos la paga era buena y podía darse gustos durante el año.
—Como si no fueras millonario —bromeó JiSung.
—Me incomoda pedir dinero a mi familia. No creo que lo merezca —admitió.
«Bueno, ¿no es para eso la familia?» preguntaría JiSung, aunque él tampoco ha visto a HyunJin o Yeji pedir dinero. —Entonces, eso significa que puedes pagarme tu entrada al cine.
MinHo, con una sonrisa socarrona, metió su mano en su bolsillo. JiSung notó la mano de MinHo ir más allá de lo que se delimitaba la costura de la túnica, tanto que llegó a su bolsillo; y al sacar su mano, monedas sueltas de galeones de oro, la moneda más costosa del sistema económico del Mundo Mágico. Con gracia, JiSung tomó los galeones y los observó.
—Eres un niño millonario —burló JiSung, mientras guardaba el dinero en su bolsillo.
—Desprendes envidia por tus poros —MinHo pasó su dedo bajo el mentón de JiSung, lo que le hizo intensificar el color violeta de sus ojos.
—Hablando de poros... —con timidez, JiSung alzó también el mentón de MinHo para ver mejor la cicatriz. MinHo terminó desistiendo de su guardia alta—, ¿cómo te fue?
—Oh, glorioso —admitió con una gran dosis de sarcasmo—. Me colocaron en una reja así —midió la poca distancia entre sus manos— y el lobo estaba más furioso que la mierda. Demoré tres días en recuperarme.
Sin querer mostrar incomodidad de lo que MinHo decía, JiSung soltó una risa cordial. MinHo no la tomó como real.
—No te sientas responsable de estas cosas —dijo MinHo, mientras apuntaba los ojos de JiSung—. Así es como pasan.
—La siguiente luna llena no la pasarás solo —pudo decir JiSung, sin sentirse culpable.
—Como desees. —MinHo siempre era solemne, incluso para sus movimientos. Tal vez fue el mes y medio separados que JiSung encontró el hueco diferencial entre ambos, y eso no le desagradaba.
Charlaron sobre anécdotas de sus trabajos y de las vacaciones. En algún momento se desviaron hacia la controversia que había sobre ellos, y finalmente, como fue de esperarse, MinHo preguntó sobre las calificaciones de JiSung.
—Te llegó la carta hoy, ¿no? —dijo MinHo. JiSung asintió—. Escuché un rumor en el ministerio que hubo un problema de organización en Hogwarts. Se atrasaron las cartas de envíos de cada año e incluso para los de primero.
—Escuché algo parecido, pero no entendí mucho —se encogió de hombros, desinteresado—, y- ugh, no quiero hablar de eso.
—Es imposible que te haya ido mal.
—No es eso. Las calificaciones de los TIMOs fueron intervenidas con las calificaciones anuales que tuvimos —contó con desagrado, y al ver la mirada incomprendida de MinHo, elaboró—, o sea, no es tan malo, pero fue por el "incidente" —enfatizó las comillas— que tuvimos el día anterior lo que generó que tanto el Ministerio de Educación como Hogwarts tomaran esa decisión. Si hubiese sabido que solo porque me abandonaron en el Bosque Prohibido antes del primer examen tendría consideración evaluativa, no me habría matado tanto estudiando.
Con cuidado, MinHo estiró su mano para posarla en la rodilla de JiSung y, con afecto, hacer una ligera presión ahí. —¿Solo eso fue?
—También suspendieron a HyunJin del equipo de Quidditch —JiSung soltó un suspiro más pesado. Eso le generaba más tristeza que sus calificaciones—, estaba furioso y triste; aunque tampoco me sorprende. Por otra parte, llamé a SeungMin en la mañana y dijo que estaba bien con sus calificaciones- igual de dudoso, pero no haría mucho al respecto.
—¿Y Felix?
«Felix». JiSung hizo presión de sus labios con fuerza.
—ChangBin me contó que han intercambiado cartas con él —contó MinHo. JiSung no sabía eso—. Sin embargo, Felix no le ha regresado ninguna carta estos días. ¿Sabes por qué?
JiSung no tendría problemas con comentárselo a MinHo, pero había unas palabras en la punta de su lengua que se aferraban a sus labios para quedarse callado. No solo por la privacidad de Felix, pero también por el dolor que le generaba a JiSung hablar de ello.
—Sep —se sacudió sus manos en sus pantalones—. Pero- eso, Felix no ha hablado de sus calificaciones. De todas formas, él y SeungMin se vendrían el veintinueve a acá antes de que nos vayamos a Hogwarts. Pasaremos al callejón Diagon a comprar lo que nos pidan las clases avanzadas.
MinHo, aceptando el desvío de conversación que interpuso JiSung, asintió. —Te puedo chantajear con material de sexto sobre pociones avanzadas.
—Ni de chiste tomaré pociones avanzadas. Si Slughorn me ve cerca de las mazmorras, probablemente me convierta en rana —comentó—. Tomaré transformaciones e historia de la magia. También Runas Antiguas y Defensa Contra las Artes Oscuras.
—¿Tantas Extraordinarias obtuviste?
—Nop, pero si doy pena tal vez me den el pase para entrar. ¿Quieres que vayamos al cine?
La película iniciaría a las siete, pero MinHo estaba encantado con el Mundo de la no-magia.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó JiSung, mientras paseaban por el parque para ver las estatuas de los íconos británicos.
—El Ministerio no queda lejos de acá —confesó MinHo. Miró al alrededor y apuntó a la calle St.Martin's —. Te vas por ahí y doblas en tres cuadras hacia el oeste. Ahí tienes una entrada al ministerio.
—Woah. Cuando fui, entré por una cabina telefónica.
—Es que tú ibas de imputado y yo de trabajador.
—Ja, ja, ja —burló sarcásticamente mientras colocaba sus ojos en blanco—. Eres el ícono de la comedia.
—Gracias, gracias.
Caminaron por la extensa calle Coventry hasta llegar a la esquina con Great Windmill. Se toparon con un Hard Rock Café que JiSung comentó haber reservado el dinero suficiente para que pasaran ahí después del cine. MinHo, quien no tenía idea de cómo se medía la economía del cine, le dio más galeones de oro a JiSung para compensar su parte de la salida, pero él lo rechazó.
—Esto es una cita, MinHo —recordó JiSung al llegar a la esquina. Bajo el sol, MinHo tenía sus ojos entrecerrados mientras veía a JiSung bajo la visera de su gorro de béisbol—. Tú pagarás la siguiente.
—Por supuesto que permitiré eso —comentó MinHo mientras colocaba sus ojos en blanco—. Con la suerte que tenemos, no tendremos otra hasta navidad.
—Los gajes del amor prohibido —ululó con gracia.
Y codo a codo subieron por la calle hasta llegar al Picturhouse Central, el cine donde un compañero de trabajo de JiSung le había conseguido entradas. Tan pronto como pusieron un pie adentro, MinHo abrió su boca con fascinación al ver la decoración antigua y la cantidad de personas que paseaban de un lado a otro. Las pantallas táctiles para comprar entradas y hacer pedidos en confitería, o los grandes televisores donde mostraban avances de película de forma dinámica lo dejaron encandilado y ligeramente asustado.
—Esto es como el periódico, pero más largo —dijo MinHo, sumamente intrigado mientras apuntaba la pantalla—. Las fotografías son más extensas. Esto es como un reproductor de fotografía, pero con sonido- entonces, es como un cuadro. ¿Quién es ella?
—Keke Palmer —contestó JiSung, con sus ojos violetas totalmente maravillado de ver a MinHo en ese estado—. Está promocionando la película que veremos.
MinHo, sin vacilar, dio dos pasos cerca del televisor y habló en voz alta.
—¡Hola, Keke Palmer! ¡¿Tienes algún consejo para darme para ver tu pecícula?!
—¡Dios! —chilló JiSung con gracia. Tres personas de su alrededor miraron asustados hacia la locura de MinHo, lo que le hizo a JiSung sentir tan avergonzado en aproximarse hacia él y tomarlo del brazo—. No se le hablan a las pantallas. Vamos, no eres tan cavernícola.
—¡Es un cuadro gigante! —insistió MinHo.
—Piénsalo que es como una fotografía ubicado en un cuadro gigante- y que no te habla directamente a ti —explicó JiSung. MinHo soltó un ligero "ah..." mientras volvía a ver la pantalla.
—Aunque ella es bonita —comentó MinHo.
—Ya- sí, pero el novio aquí soy yo —JiSung terminó por arrastrar a MinHo del brazo hacia el lado contrario—. Vamos por dulces.
Cada en tanto en tanto MinHo exclamaba "woah"s y "oh"s ante cada pantalla que se topaban, o a padres utilizando celulares modernos y chicos de su edad que vestían con ropa más extravagante comparado con la que MinHo usaba.
—¿Ellos son magos? —preguntó MinHo a JiSung, mientras apuntaba hacia un grupo de chicos de catorce años que vestían con prendas similares a los de MinHo.
—No. Son edgys o algo así —JiSung hizo una mueca—. No entiendo cómo no se mueren de calor vistiendo de negro en verano.
—Yo me estoy cocinando —admitió MinHo.
—¿Y por qué no te sacas tu túnica? —consultó—. Luces como un cura moderno.
MinHo esbozó una sonrisa con sus labios aplastados antes de subir la manga de su brazo derecho: como era de esperable, nuevas cicatrices bajo vendajes estaban ahí. Las cicatrices de los lobos eran más difíciles de sanar con medicina mágica.
Con rapidez, JiSung bajó la manga de MinHo para cubrirlo y, con valentía, entrelazó sus dedos con los de él. —Me encantas como estás.
—Eres absurdamente cursi —insultó MinHo, relejando la sonrisa de JiSung.
Por un instante JiSung sintió la pulsión de querer darle un beso a MinHo, pero no solo estaban en vía pública pero también sería suficientemente malo que alguien los viera juntos de esa forma tan deliberada. Por eso, él tuvo una idea mejor.
—¿Entramos a la sala? —ofreció.
Compraron caramelos que se guardaron en los bolsillos interminables de MinHo y entraron a la sala que les correspondía para ver la película Nope.
JiSung pensó que no podría llegar a un punto el éxtasis, pero lo hizo, porque con MinHo tomaron los últimos asientos de la sala y, con todo el panorama frente a ellos, MinHo comentó respecto a la cantidad de gente que había, a las luces, al volumen, a la pantalla y, de a poco, lo que comenzó a ser la película.
MinHo reía de maravilla, y apuntaba para hablar con un tono de voz más alto sobre lo que pasaba a JiSung. Continuaba con sus exclamaciones y comía caramelos junto con sus ojos brillantes. Apuntaba lo obvio y se asombraba de cómo incluso esa película podía hacerlo tanto reír como saltar del susto.
Hace años que JiSung no había ido al cine; disfrutó tanto la experiencia que le pareció extraño no haberlo hecho antes con alguno de sus amigos, pero ver una película con MinHo para que fuera su primera vez valió la pena.
—¡Woah! ¡Incluso quedé medio sordo! —comentó MinHo en voz alta, una vez que los créditos pasaban y las personas se levantaban para irse—. Uh- no te ofendas.
—No me ofendo —aunque con su oído derecho JiSung escuchó más los gritos de MinHo que los diálogos.
—Y el mono. ¡El mono! —continuó MinHo—. JiSung, esto es impresionante. Debemos venir más seguido.
JiSung no sabía que estar enamorado significaba encontrarse maravillado por la felicidad del otro.
—¿Por qué nosotros no tenemos esto? —se preguntó MinHo.
—Sí lo tienen- pueden venir cuando quieran.
—Digo- a mi familia realmente no le gustan estas cosas —dijo—. Incluso, si consideramos los años en que los muggles han avanzado tecno-lo-lógicamente, nosotros no hemos adoptado nada de lo que ellos han hecho.
—Es que ustedes ya lo tienen —explicó JiSung—. Si quisieran..., no sé, hacer llamadas a distancia, tienen la snitch dorada que intervino Mina para HyunJin.
—Sí, pero no como esas mini-pantallas que vimos a ellos —MinHo apuntó indiscriminadamente hacia cinco filas más adelante, donde una pareja veía cada uno sus celulares mientras esperaban a que terminaran los créditos—. Los muggles son tan... geniales.
—Pero, no entiendo. ¿Cómo es que no han hecho nada los magos? —se preguntó JiSung—. Ustedes serían una especie superior si tuvieran a la tecnología y la magia de su lado. ¡Podrían dominar nuestro mundo, si quisieran!
—Hay leyes estrictas contra el sincretismo.
—¿Sincre-qué?
—Sincretismo —MinHo explicó—. Ya sabes, ¿recuerdas cuando los duendes y los magos midieron una forma pacífica para solucionar sus conflictos, lo que hizo que mezclaran sus culturas? —JiSung asintió—. Bueno, los magos siempre van a ser más poderosos. Es mejor tener a los duendes como aliados porque ambos grupos sí se ven beneficiados por el otro. Por otra parte, con los muggles es distinto: solamente fomentaría que magos locos deseen tomar el poder sobre los muggles.
—Sin contar que los muggles amenazarían con irse a guerras nucleares contra ustedes —meditó—. ¿Sabes qué? Olvídalo. Que ambos grupos queden separados.
—La historia con los magos siempre ha sido complicada. Con todos, en realidad.
Un pensamiento fugaz pasó por la cabeza de JiSung, lo que le hizo sentir avergonzado.
—Vaya... —JiSung bajó la mirada hacia su regazo—, y yo que creía que los muggles eran más conflictivos.
La indirecta fue lo suficientemente captadora para MinHo que, con una sonrisa sarcástica, alzó sus cejas con desgano. —Para que no te sientas mal por estar viviendo un momento histórico.
—Momento histórico... —JiSung miró hacia su alrededor para asegurarse de que no había alguien cerca—. Humorista. ¿Crees que es agradable pensar en la muerte a la vuelta de la esquina?
—He visto a HyunSan Hwang en el Ministerio. Yo creía que un jugador como él no estaría interesado en cosas tan banales como lo es la política pública —comentó lo último con su dosis sarcástica, lo que hizo a JiSung golpearlo con su rodilla—. Es horrible. ¿Fue ayer el ataque al veela? Vi como lo narraron. No sé cómo HyunSan sobrevive con la mierda del Mundo Mágico.
—No lo hace. Por eso se escapará un par de días a Corea del Sur para hacer qué-cosa.
—Llegó la noticia al centro de periodismo en el Profeta y te prometo que mi jefe estaba ansioso por querer saber cómo había sucedido todo. Incluso viajé en el tiempo en la época donde veía el pelaje de los hombres lobos que los amigos de mi abuelo le regalaban. No sé qué tipo de información le habrá llegado a HyunSan.
—Viseras sacadas. Ojos ahuecados —JiSung enumeró con una gran dosis de dramatismo en sus palabras, mientras entumecía sus dedos y se acercaba a MinHo con terror—. Me sorprende que el Ministerio no lo haya querido tapar y, al contrario, vendan la noticia. ¿Por qué sabemos sobre esto?
MinHo colocó una mano en la cara de JiSung para apartarlo hacia atrás. —Deja de hablar idioteces.
—¡Es el Ministerio que quiere dejarse expuesto!
—¡Cállate! —MinHo se tiró sobre él para taparle la boca—. ¿Qué te pones a gritar así aquí? ¿Qué tal si alguien nos escucha o nos ve?
JiSung tomó con su mano libre la mano de MinHo. —No puedo creer que te preocupe eso ahora.
—Solo puedo decir que, entre nosotros dos, yo no soy el que está expuesto —comentó MinHo, mientras tomaba desde la visera el gorro de béisbol de JiSung para quitárselo.
JiSung volvió a dar una barrida a la sala de cine. Los créditos estaban por terminarse al presentar la banda sonora, y la última pareja que quedaba en la sala iluminaba el camino para poder salir de ahí. Era espacio seguro.
—Te odio —murmuró JiSung, con una sonrisa.
MinHo tomó a JiSung de la nuca y lo atrajo a él para darle un beso tan profundo que compensase las largas semanas que estuvieron separados. Con lenguas, mordidas, suspiros y caricias de ambas manos en el rostro y cuello para poder sentirse un poco más vivos.
Pero las luces se encendieron abruptamente, y MinHo lanzó un grito.
—¡¿Qué pasa?!
—Solamente prendieron las luces —dijo JiSung mientras se levantaba. Arregló su cabello berenjena bajo el gorro e, intentando suprimir su sonrisa, le tendió su mano a MinHo—. ¿Vamos por un café?
El Hard Rock Café era costoso- más de lo que JiSung tenía contemplado, por lo que, con vergüenza, tuvo que negarle la comida a MinHo. Él no tuvo problemas, en realidad, porque la noche en Londres parecía ser tan cautivadora para MinHo que, con sus manos entrelazadas, propuso que dieran unas vueltas antes de que JiSung se regresase al Hotel Índigo.
Tal como con el cine, MinHo estaba fascinado con el mundo muggle. Ambos estuvieron viendo a un señor interactuar con una pequeña marioneta de hilos por casi treinta minutos; luego, bebieron cafés fríos que un puesto en la calle estaba vendiendo. Se quedaron viendo una presentación de tango en una esquina y rieron de los chistes de un humorista vestido de payaso que detenía los autos que transitaban.
En un momento, MinHo jaló a JiSung para que vieran a un grupo de Drag Queens que realizaban una intervención coreográfica en otra esquina, lo que le hizo quedar totalmente fascinado.
—¡Mira los zapatos, JiSung! Oh ¿No les duele la caída? —comentaba MinHo con un volumen de voz más alto del que lo caracterizaba.
—MinHo... —JiSung, avergonzado, tomó la mano con la cual MinHo apuntaba a las bailarinas—. No apuntes con el dedo. Es de mala educación.
—Es que son fascinantes —insistió.
De nuevo, la cercanía de ambos fue palpable, y JiSung sonrió abiertamente al tener la boca de MinHo tan cerca de la suya. Le dio un corto beso en los labios y MinHo, con vergüenza, giró su cabeza para seguir viendo el baile.
Mientras las personas presentaban, JiSung comenzó a divagar en sus pensamientos. En ese instante, él se sentía en la cúspide de la felicidad teniendo una cita con el chico que había llevado cerca de un año y más enamorado. Un chico que lo veía a los ojos y lo quería por completo tanto de forma humana como mágica- y lo mejor es que era recíproco; JiSung podía tomar el lobo de MinHo y quererlo de la misma forma con la que lo hacía con la forma humana.
Incluso, ¿cómo habría sido la cita después de San Valentín, aquella que habían acordado en primer lugar?
JiSung se lo imaginaría primero con ambos estando en los terrenos baldíos de Hogwarts, tal vez cerca del Sauce Boxeador o del Bosque Prohibido, donde la nieve que JiSung había hecho caer se mezclaría con la tierra normal y así no tendrían tanto frío. Conociendo a MinHo, él tal vez lo habría molestado con pequeños hombres de nieve que se moverían de un lado a otro, y JiSung haría los suyo para hacer una guerra de hombres de nieve que acabaría con JiSung ganando (era su fantasía).
Porque JiSung ganó la pelea, MinHo le invitaría un chocolate caliente a Hogsmeade. JiSung le recordaría que no podría ir porque estaba castigado sin posibilidades de salida; MinHo le propondría alguna de las rutas secretas de Hogwarts, y así ambos recorrerían por primera vez el camino de la Bruja Tuerta hasta llegar a la confitería de Hogsmeade y, con la suerte que los acompañaba, se encaminarían hacia alguna cafetería para poder comprar chocolate caliente.
Para cuando habría anochecido, los dos seguirían en el pueblo- escondidos en callejones mientras hablaban de cualquier cosa. En algún punto de la intimidad, tal vez detrás del bar Cabeza de Puerco, hablarían sobre la poción de amor y lo que pasó con Eric Sohn. JiSung le hablaría de él a MinHo, y avergonzadamente admitiría cómo es que, mientras estaba con Eric en la torre de astronomía en cuarto y quinto año, solamente tenía a MinHo en su mente.
»—¿Eso no sería jugar con sus sentimientos? —preguntaría MinHo.
»—Cuando supe que había caído por ti, se lo informé enseguida —respondería JiSung, a la par que su cabello se encendería en rosa—. Pero, ya sabes, cuando te dicen cosas lindas, te abrazan y te besan como quieres, es difícil dejarlo.
»—¿Y por qué estaba enojado contigo? (o conmigo).
»—Porque me esperó cuando le dije que ya no estaría con él. Te quería demasiado como para seguir viéndolo.
MinHo no contestaría nada porque él era demasiado reservado con sus sentimientos, y tal vez él aun no alcanzaba a JiSung emocionalmente de la forma en la que JiSung lo hacía, pero probablemente el cabello suyo habría sido violeta y MinHo lo habría mirado, admirado, y sonreído porque seguía siendo él quien lo causaba.
»—Siempre lo harás violeta —comentaría JiSung.
Entonces, en la mejor de las fantasías, se habrían besado. Habrían tenido besos largos y demoras en la ruta de regreso a Hogwarts porque estaban bien así, entre paredes, ocultos del resto.
Probablemente no se habrían peleado, por lo que no habría tanto secretismos. MinHo le habría dicho sobre las reuniones clandestinas y, sin tener sus defensas altas o corazón roto, JiSung habría logrado convencer a sus amigos para quedarse en Hogwarts durante las vacaciones de primavera.
Nadie habría salido lesionado. SeungMin podría manejar su brazo bien. HyunJin no habría tenido su pierna quemada y con asma. Felix no habría quedado con pesadillas. JiSung no habría perdido la audición de una oreja.
Tampoco habrían nacido los bandos en Hogwarts, y no los habrían abandonado a los cuatro más a Yeji en el Bosque Prohibido.
Y si los efectos de la casa Hwang nunca hubiese pasado, JiSung jamás habría perdido su varita.
Y si no lo hacía, no se habría planteado la duda de sus padres en su mente.
—MinHo —JiSung llamó la atención de él con un agarre en su brazo—. Nunca me contestaste la duda de mis padres en la carta que te envié.
MinHo, quien había estado bastante distraído con las presentaciones, giró bruscamente su cabeza hacia JiSung y cambió su semblante. —¿Qué carta?
JiSung, incómodo, relamió sus labios. —Las que te envié, MinHo. Nunca me las contestaste.
—¿Qué cartas? —volvió a preguntar MinHo, con el tono de voz un poco más elevado.
—La primera te la mandé dos días después de que me instalé —JiSung no entendía la sorpresa de MinHo—. ¡La que te mandé con Kkami! Te conté que vi a una cabeza igual a la mía en el andén luego de que nos despidiéramos en King's Cross, pero cuando la busqué ya no estaba.
—JiSung. ¿Qué cartas?
Ya no era una pregunta, era una insistencia. MinHo estaba aclarando que nunca le llegaron las cartas que MinHo había enviado. El estómago de JiSung cayó hacia sus pies ante la realización.
«Y si no le llegaron mis cartas, eso significa que alguien las interceptó.»
Para poder tener un poco de calma, ambos se arrinconaron para alejarse del tumulto de la gente. JiSung vio a MinHo sacar su varita bajo la manga (tal como lo hace HyunSan) y encantó el alrededor de ellos con una burbuja silenciadora.
—Te estuve mandando cartas y nunca tuve respuestas —empezó JiSung, sin saber cómo sentirse o actuar—. Incluso por un instante creí que ya habíamos terminado, pero mandabas tu gato a verme.
—Sí, porque pensé que ya no querías estar conmigo porque no te habías comunicado conmigo y no habías respondido también mis cartas —explicó MinHo—. Por eso me sorprendió que mandaras la snitch de HyunJin.
«Hay una canción de Taylor Swift que habla sobre esto», pensó por un instante JiSung. —¿En serio no recibiste ninguna de mis cartas?
MinHo lo imitaba con tener el estómago a sus pies, porque la terrible idea de que tanto sus cartas como las de JiSung desaparecieron en el camino le hizo pensar en las peores consecuencias.
—Yo no dije nada —intentó recordar JiSung—. O sea, ¿qué ganas tenía de hablarte si no me regresabas las cartas? Pero me enviabas al gato y eso me confundía. No sabía si me extrañabas o no.
—¿Lo pones en duda? —MinHo lo tomó de las mejillas.
Aun con el acto romántico, JiSung no podía despegar la preocupación de que alguien había interceptado las cartas. Él quería que esa cita estuviera tranquila, pero con eso... JiSung solo se inclinó hacia adelante y apoyó su frente en el hombro de MinHo. —¿Por qué tuvieron que complicarse las cosas?
—No se complicaron- digo, una vez lo dijiste: tengamos comunicación efectiva. ¿Cómo te sientes?
—Para la mierda.
—JiSung...
—¿Cómo te sientes tú? —JiSung se incorporó para ver a MinHo—. No te veo tan alterado porque interceptaron nuestras cartas.
Como siempre, MinHo no dijo nada. JiSung supuso que tampoco quería hacerlo, así que volvió a inclinarse hacia adelante y quedarse apoyado en el hombro de MinHo el tiempo suficiente.
—¿Qué cabeza colorida viste? —MinHo preguntó después de un tramo de tiempo.
—No recuerdo el color, pero estaba en el andén —contestó JiSung, incorporándose una vez más—. Cuando salí a buscarlo, él ya no estaba. No sabía si era... él...
JiSung no quería generar más problemas en esa dulce tarde. ¿Por qué tuvo que arruinar todo? El fin de la cita era compensar la que no habían tenido, pero el tema de las cartas los había descolocado.
De a poco, el cabello de JiSung comenzó a tinturarse azul- tal como sus ojos. MinHo, sin saber qué hacer, lanzó un suspiro. —No estés triste.
—No lo estoy.
—¿Por qué lo estás?
—Porque alguien interceptó nuestras cartas. Digo- ¿qué podrán entender con eso? Es peligroso tanto para ti como para mí —se explicó—. En base a eso pueden sacar cualquier tipo de conclusiones- como que tú, perteneciente a la Sociedad Secreta de Hogwarts, estás confabulando con el enemigo. O yo, quien soy un metamorfomago, le gusta ser masoquista con enviarle cartas a un Lee. ¿Qué podrán concluir si leen nuestras cartas?
MinHo no contestó, solo presionó sus labios mientras escuchaba a JiSung. Él podía tener razón, en realidad, aunque las cartas de MinHo dejaran en claro que JiSung era para él su novio.
De pronto, él sintió el temor de llegar a casa.
—¿Quieres dar una vuelta más, antes de que yo te vaya a dejar? —ofreció MinHo.
JiSung asintió. —SaeJah dijo que intentásemos que HyunSan no te viera.
—Okey.
Pero ninguno de los dos se movió, así que MinHo tuvo una mejor idea.
Del bolsillo de su túnica, tomó la capa de invisibilidad. JiSung no entendía muy bien qué era lo que MinHo tenía planeado hacer, pero cuando pasó la capa sobre la cabeza de ambos y, tras abrazar a JiSung por la cintura, lo atrajo hacia él para un efervescente beso.
Si se movían mucho, alguien podría verle sus pies. JiSung acorraló a MinHo contra el muro y posicionó ambas manos al costado de la cabeza de él para besarlo con más profundidad, mientras MinHo insistía en querer sentirse más y más pegado. JiSung supo que había un problema en eso cuando empezó a sentir cómo la temperatura de su cuerpo iba en aumento.
La tristeza de la cita se disipó, y continuó con el beso. Tomaban aire por la nariz y movieron sus manos por el cuerpo del otro como si nadie podía verlos- aunque, era verdad, porque sobre ellos la capa de invisibilidad materializaba lo que ambos eran: una membrana que eliminaba la cruel realidad que estaba sobre ellos.
En un momento, MinHo mordió el labio de JiSung y se inclinó ligeramente hacia atrás, con sus ojos entrecerrados para ver el ceño fruncido del otro por el dolor. Al soltarlo, JiSung alzó su mano hacia la mejilla de MinHo para pinchar con su índice y pulgar el labio; MinHo tomó el índice con sus dientes y también lo mordió. Finalmente, le terminó por dar un beso corto en la boca.
En ese instante tan precioso, JiSung dudaba de los sentimientos de MinHo.
¿Cómo él podía gustar de alguien como JiSung? Si MinHo pasó tanto tiempo siendo ambiguo con sus sentimientos, ¿por qué los besos cortos que le daba en la boca significarían que eran reales?
«Porque si no lo fueran, después de esos besos probablemente también se enamoraría de ti», diría SeungMin.
¿Sería verdad? ¿MinHo podría enamorarse de JiSung después de sentir la forma en la que lo besaba? ¿Cómo JiSung podía dar a entender mejor sus sentimientos? ¿Era su cabello, sus ojos y sus uñas capaces de transmitirlos correctamente?
Querer a MinHo era colorido.
En un momento, para cuando el calor de sus cuerpos terminó por ubicarse en un lugar específico, JiSung se separó.
—Dame un momento —pidió él—. No sobreviviré si sigues así.
—¿Tan débil eres? —bromeó MinHo, aunque se encontrara en igualdad de condiciones.
—Esto es mejor que mis sueños húmedos.
—Ah- Merlín...
Entonces, MinHo se detuvo. JiSung lo notó tensarse y mover su cabeza hacia todas partes, pareciendo buscar señales de peligro. Él, asustado, tomó a MinHo del cuello. —¿Todo bien?
—Huelo algo —murmuró MinHo.
—¿Qué? ¿Tienes olfato de perro?
—Huelo magia —dijo él, antes de enfocarse en JiSung—. Dime que tú también lo hueles.
JiSung frunció el ceño a primera instancia, pero al cambiar la potencialidad de su nariz al de algún sabueso y presentir el fuerte olor que destacaba del perfume común muggle, comprendió.
De repente, MinHo jadeó. Cerca de ellos, en el callejón para salir a la calle, se encontraron con un hombre que MinHo reconoció como el señor Harrington, caminando a paso apresurado hasta llegar a la calle- en donde, tras ver izquierda y derecha, se encaminó hacia el lado este no sin antes dejar a mano su varita bajo su túnica y el maletín que MinHo tuvo como misión entregarle horas atrás.
«¿Qué demonios?», se preguntó MinHo, totalmente disperso.
—¿Hm? —JiSung notó la mirada ida de MinHo hacia el hombre—. ¿Pasa algo con él?
—Le entregué un maletín a la hora de almuerzo, y él lo lleva ahí —dijo MinHo—. Me pregunto qué llevará...
JiSung iba a proponer la idea de que lo siguieran, pero MinHo desvió su cabeza hacia JiSung para darle un beso. —Está bien, no me importa.
—¿Seguro?
—No debemos de estar desconfiados con lo que nos rodea —intentó MinHo justificar. Se inclinó para otro beso, pero JiSung movió su cabeza hacia atrás y tapó la boca de él con su mano—. ¿Hm?
—¿Quién eres y qué hiciste con el real MinHo?
—Evolución de personaje.
En verdad, MinHo sentía una fuerte presión en su estómago bajo a causa de la ansiedad, pero no deseaba mostrárselo a JiSung.
¿Por qué el señor Harrington había estado ahí, específicamente, con el maletín que el señor Michigan le había especificado a MinHo que se lo llevara a él?
—Agh...
—Ahí está mi MinHo —sonrió JiSung, al notar como MinHo sucumbía a sus impulsos de curiosidad—. Ve tú debajo de la capa. Yo te sigo afuera.
—No te separes tanto —pidió MinHo.
MinHo vio, bajo la capa, cómo el cuerpo de JiSung de pronto comenzaba a transformar su tono de piel, el molde de su cara, y la estatura. Más que JiSung, él lucía como un hombre de treinta con cabello negro que estaba siendo consumido por el estrés- con la nariz y mandíbula más anchas, y ojos separados.
—Estás feo —dijo MinHo.
—Así nadie se distrae con mi fantástico atractivo.
JiSung salió de la capa y, con MinHo pisándole los talones, se adentraron hacia la calle principal para poder buscar al señor Harrington.
Después de como seis o cinco meses, ¡al fin regresa la segunda parte! Espero que hayan leído bien las notas del autor para que puedan entender un poquito de cómo irá el transcurso de la historia.
Espero que les guste. Gracias por leerme.
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