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18. El chico que no quería ser mago

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 18

El chico que no quería ser mago

Octubre 31, durante la cena

En el instante que la puerta del salón tras el Gran Comedor se había cerrado y el alboroto inició, la nube de la cabeza de MinHo se disipó al instante al cambio abrupto de la sorpresa.

El profesor Dumbledore tuvo que hacer una gran intervención entre la gran bulla antes de retirarse, con la profesora McGonagall ordenándole a los demás jefes de casa que retiraran a los alumnos a sus dormitorios. Las palabras «traidor» o «tramposo» comenzaron a atiborrarse desesperadamente mientras que otros daban libres opiniones de algo que nadie era capaz de tener idea, ni siquiera con una teoría. Los únicos que lucían realmente animados con la sorpresa era la propia casa de Hufflepuff, quienes celebraban la victoria sin entender cómo es que eso fue posible.

—¿Encantó el cáliz? ¿En serio? —escuchó a SunWoo murmurar sobre la mesa—. ¿Tanta habilidad tiene?

—¿Crees que un bastardo como ese sería capaz de encantar un cáliz milenario? —preguntó Kevin con ironía, bajo un tono aristocrático que hacía mas incomprensible su acento marcado—. No le des tanto poder a alguien que no lo merece.

—Basta con el «merecer», ¿no ves que fue seleccionado? —Al otro lado de Kevin Shuhua le llamó la atención, ofendida—, terminará muerto ahí.

—Espero que muera en la primera prueba. No merece ser representante de Hogwarts —farfulló YeonJun, mientras bebía de su jugo de calabaza—. O tal vez lo descalifiquen por ser un desviado.

—¿Qué hay de la de Beauxbatons? ¿La preciosa? —canturreó esta vez SoYeon, con una sonrisa socarrona que era lo más parecido a una hiena—, ¿la eliminarán, también? ¿O será capaz de sobrevivir sin que se le rompa una uña?

—Deberían sacarla. Hay dos de cuatro que tienen ventaja —opinó YeonJun, y golpeó la copa de cobre contra la mesa—. ¡Mierda! ¡El puto cáliz hizo una jugada!

MinHo ignoró todas las opiniones que estaban en la mesa de Slytherin para centrar su concentración en MinJu, quien desde la casa de Ravenclaw le pedía a los estudiantes de Beauxbatons que se retiraran hacia su propio sector apartado. Antes de que los menores de primer año se acercaran a MinHo, él se encaminó hacia los alumnos de Durmstrang para hacer lo mismo.

Una vez que los escoltó hacia el jardín y sacó a Soonie de su bolsillo para ubicarlo en su hombro, comenzaron los problemas de Hogwarts.

—MinHo, nos mandaron a nuestros dormitorios, ¿debemos de ir? —preguntó un chico de Slytherin de primer año, tan bajo que él apenas se dio cuenta de su presencia.

—¿Tengo que irme a la cama? Tengo clase de Astronomía —le dijo un chico de sexto año, compañero de YeonJun.

—¿Cuán loca debe de estar la sociedad como para que un cáliz considere a eso como digno? —vociferó alguien más a propósito.

—Bien- ¡Atención! —MinHo alzó su voz; solo fueron unos pocos los que le estaban prestando atención sin contar al gran grupo de alumnos de primer año. Soonie estaba lealmente sobre su hombro—. ¡Prefectos, lleven a sus alumnos a sus dormitorios!

El movimiento de todos fue confuso, y las preguntas se aglutinaron en el aire como si fuera algo bochornoso o extraño. MinHo estaba igual de desorientado que todos, y tener a los chicos de primer año pisándole los talones con preguntas tampoco le hacía pensar con claridad.

Sin embargo, entre las direcciones de los alumnos hacia sus propias casas, MinHo tenía una idea alrededor de su cabeza que le aseguraba que, independiente de la gran novedad de tener a un cuarto campeón en el Torneo o que es un metamorfomago, es el hecho de que JiSung no había colocado su nombre ahí.

¡Era un hecho!

No quería confiar a ciegas porque él era consciente de los impulsos de idiotez que JiSung algunas veces tenía, pero era certero que, algo tan drástico, peligroso y llamativo como lo era el Torneo de los Tres Magos era un gran evento que JiSung esquivaría a toda costa.

Entonces, la pregunta era simple: ¿Quién colocó su nombre? ¿Fue la misma persona que hizo lo del lienzo de Slytherin, el curso pasado? ¿O quizá fue alguno de la Sociedad Secreta?

«No, yo me habría enterado».

En ambas cosas: si JiSung se hubiese querido inscribir, o alguien quisiera poner su nombre en el cáliz.

Una vez que todo los estudiantes se fueron a sus casas, los Premios Anuales reunieron a los demás prefectos para organizar las rondas esporádicas. Por un instante MinHo consideró un crimen ver a SeungMin ahí, tan nervioso y pálido.

—¡Por favor!

Pero MinHo no podía detener su atención en SeungMin. Los dos mocosos de quinto año junto con los prefectos de sexto y séptimo año, todos de la casa de Gryffindor, temblaban de emoción.

—¿«Por favor» qué? —preguntó MinHo, con sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Ay, MinHo —JeongIn, de forma confianzuda, le dio un golpe en el hombro—, sabes a lo que me refiero. ¡Déjanos ir!

—Es injusto que tengamos que hacer rondas cuando un compañero nuestro fue seleccionado como campeón de Hogwarts —explicó una chica de sexto año.

—Además, es pertinente porque es una victoria no solamente para Gryffindor, ¡sino para todo Hogwarts! —chilló la mocosa que seguía a JeongIn a todas partes—. ¡Dos campeones, MinHo! ¡Déjanos ir a celebrar!

—Por favor. —Como si fuera contagiado como gripe, los prefectos de Hufflepuff también se animaron. —No todo los días Hogwarts tiene dos campeones.

—Bueno, su campeón no es más que un tramposo —discutió el prefecto de séptimo de Gryffindor—. No es un campeón oficial.

—¿Cómo que no? —intervino Jung WooYoung, ofendido—. Su nombre salió.

—¿Por qué discuten como si existiese la remota posibilidad de que los dejaremos ir? —MinJu habló con voz severa, y miró a todo el grupo de prefectos con enojo—. Fueron seleccionados como prefectos por su responsabilidad y compromiso que tienen con el orden de los estudiantes para Hogwarts. Harán sus rondas correspondientes y no quiero escuchar ninguna queja de ustedes por perderse algo tan banal como es una fiesta de celebración, ¿entendieron? Y, cuando terminen sus rondas, irán a sus casas —apuntó a los prefectos de Gryffindor y de Hufflepuff— a disolver dicha celebración que ustedes hablan. Mañana podrán charlar todo lo que quieran.

MinHo se había sorprendido a inicios de ciclo cuán buen equipo y dinámica podía tener con MinJu a la hora de organizar los demás estudiantes y prefectos. Mientras MinHo se encargaba de los alumnos y de las interacciones con ellos, MinJu se encargaba de la logística de cuidado y organizaciones.

Se escuchó un decepcionado «sí» por parte de todos, y comenzaron a andar hacia sus propias rutas de vigilancia. Antes de poder apartarse, MinHo tomó a MinJu del brazo.

—Cambiaré con la de Ravenclaw para tener un ojo a Kim SeungMin —indicó MinHo—, sabes que se le hace fácil escapar de sus responsabilidades.

—Ugh- sí, tienes razón —concedió MinJu—. Adelántate.

No tuvieron que decirle dos veces antes de que él se perdiera por el pasillo hasta llegar a la pareja de Ravenclaw. SeungMin no le dirigió la mirada a MinHo hasta que la chica dobló por el pasillo para unirse con MinJu.

—¿Tú lo sabías? —preguntó MinHo.

—No —SeungMin contestó automáticamente—. ¿Tú? —MinHo negó—, vaya mierda. Fue YeonJun, ¿no es así? Él es el único enfermo que podría hacer una broma tan grotesca.

—Yo me habría enterado, si así fuera —defendió.

—No tanto. ¿Le preguntaste o hablaste de eso? —MinHo volvió a negar—, hombre-

—No me han dicho nada. Si quieres saber, sus conversaciones se basan en las mismas ridiculeces que ustedes hablan —contó, con un deje de recelo en su voz—. El mundo de ellos no gira en torno a la política, SeungMin.

—Pero son racistas-

—Y tienen diecisiete. Son idiotas.

Aunque SeungMin no quiso concederle el punto, asintió de mala gana. Elevó una de sus manos hacia su boca y comenzó a morderse las uñas como clara señal de nerviosismo; MinHo no sabía si tenía las facultades para intervenir (porque los amigos de su novio no lo hacían sus amigos), pero la empatía trasbordaba lo suficiente como para que MinHo, desde su perspectiva, también bajara la guardia.

—¿En serio no colocó él su nombre? —repitió MinHo.

SeungMin negó. —Él no quiere ser el centro de atención. No sabes cuántas veces me repitió en la oreja que solamente quería seguir su año en Hogwarts con calma..., mierda, me hace sentir mal.

—A mí igual.

—No- es que, MinHo. —SeungMin, afligido, se detuvo a mitad del pasillo para encarar a MinHo. —DeLuca está vigilando el Torneo junto a HyunSan, y ahora JiSung es campeón del Torneo. Todo es a propósito. Todo es un jodido plan. Estoy seguro de que algo quieren hacerle a JiSung.

MinHo mordió el interior de su mejilla sin manifestar su nerviosismo, pero lo acompañaba. Era perpetuado el factor de anormalidad de lo que hacían, y aun con la existencia milenaria de las competencias entre las escuelas, la idea de celebrar el Torneo de los Tres Magos bajo el ojo público, con una crisis política complicada, y con JiSung siendo un campeón...

«Tiene razón».

¿Cómo MinHo podría ayudarlo? ¿Qué podía hacer MinHo?

Al frente suyo, SeungMin soltó sus uñas para pasar una mano por su cara. MinHo no esperaba que se mostrara tan vulnerable frente a él, por lo que esperó con lentitud a que SeungMin se recompusiera.

—Tengo que ir a Hufflepuff —decretó SeungMin.

—Vale. —MinHo no sabía si quería que él también fuera. Una cosa era ser novio de JiSung, y otra cosa muy distinta era ser parte de su grupo de amigos. Él era consciente que nunca lo sería, y no le perturbaba.

Terminaron de hacer las rondas cerca de las once de la noche, y se encaminaron hacia la sala común de Hufflepuff. Ahí, SeungMin golpeó uno de los barriles a ritmo y la gran entrada a través de uno se abrió. Dio un paso vacilante hacia el túnel.

—¿Quieres unirte? —ofreció SeungMin.

MinHo no esperaba esa oferta.

—¿No les molesta a ustedes? —preguntó.

SeungMin se sorprendió por la consulta; pareciera que MinHo jamás fue considerado con ellos.

—Sí, pero no importa. Regreso enseguida.

Se perdió por el túnel a paso veloz, y MinHo se preguntó cuántas veces él tuvo que haber entrado a la sala común de Hufflepuff como para que la profesora Sprout le permitiera incluso para que supiera de las contraseñas. Usualmente, las casas de Hogwarts eran demasiado privadas, y permitir que un Ravenclaw cruzara la sala común con normalidad era una gran hazaña de confianza.

SeungMin volvió a aparecer en el túnel con la gran capa con diseños de estrellas escondida bajo su túnica. La capa de invisibilidad.

—Aunque no hay casi nadie en la sala común. Todos se fueron a dormir —explicó SeungMin.

Ambos ingresaron una vez más a la sala común, esta vez con MinHo y Soonie bajo la capa de invisibilidad. Adentro, MinHo se tomó la oportunidad de ver la estructura de la sala común y de cuán diferente era comparado con la de Slytherin. Mientras que la sala común de Slytherin era mucho más fría y eclesiástica, con grandes chimeneas para calentar lo que la luz del sol no llegaba, y se componía de demasiados libros de la historia de personajes icónicos de la casa, o juego de pociones (otorgado por el profesor Slughorn, jefe de la casa); la casa de Hufflepuff era mucho más verde y con plantas mágicas (gracias a la profesora Sprout), las chimeneas no eran demasiado porque tenía grandes ventanales que permitían la entrada del sol durante todo el día y, en ese instante, vasos de plástico de color amarillo estaban siendo recogidos por unos alumnos a causa de la celebración del campeón de Hufflepuff.

(La primera vez que MinHo había entrado a la sala común estaba más enfocado en otra cosa).

Una vez que cruzaron el túnel del dormitorio de los chicos de sexto año, SeungMin abrió la puerta. Adentro, Felix se lavaba el rostro en el baño, mientras que HyunJin, sentado en su cama con una camiseta y ropa interior, se rascaba la gran y extensa quemadura que tenía en su pierna.

—¿Y JiSung? —preguntó SeungMin—. Creí que estaba en el baño.

—Se largó —contestó HyunJin, y graznó repentinamente cuando MinHo salió debajo de la capa—. ¡¿Y ese qué hace aquí?!

—¿Para qué crees que saqué la capa? —obvió, y se direccionó para sentarse en la cama de JiSung—. ¿Dónde se fue? Mierda, Felix- ¿por qué te ves del asco? ¿Qué pasó?

MinHo enrolló en sus manos la capa con timidez, y notó con claridad la forma en la que Felix se tambaleaba para salir del baño con sus ojos hinchados y nariz roja. Lucía como si hubiese tenido el llanto de su vida. Con cuidado, tomó a Soonie desde la barriga y lo dejó en el suelo, quien comenzó a inspeccionar las cosas del dormitorio y felizmente esconderse bajo las camas.

HyunJin pareció vacilante en contestar; no disimulaba su vista de inseguridad en MinHo, pero ante consecutivas negaciones por parte de Felix para que él abriera la boca, maldijo en voz alta.

—Oh- carajo. Te enterarás de todas formas —escupió HyunJin a MinHo—. Felix colocó el nombre de JiSung en el cáliz.

—Bromeas —SeungMin dijo con rapidez, y miró a Felix—, me joden ustedes. No tiene sentido. Díganme, ¿qué-

—Felix colocó el nombre de JiSung en el cáliz —repitió HyunJin.

—HyunJin, por favor... —pidió Felix.

—Y lo hizo porque hay una profecía que hablaba de eso.

SeungMin calló. MinHo tampoco había dicho algo, él solamente dio una mirada hacia la mesa de noche de JiSung y notó la camelia de color azul.

—Profecía —repitió SeungMin—, una de las que ves en las estrellas y en las bolas de cristal. ¿Esas? —Felix se resistió a asentir, en cambio, HyunJin lo hizo. Por la impresión, SeungMin pasó su mano por su cabello. —Por Merlín...

—¿Y JiSung? —preguntó MinHo. No podía importarle menos la dichosa profecía en ese instante—. ¿Dónde está? ¿Dónde se fue?

—No tengo idea —admitió HyunJin—, él solo se largó de aquí.

—Él puede convertirse en lechuza.

—¿Y quieres que interrogue a las lechuzas de Hogwarts para saber si lo vieron? Puedo mandar a Kkami —exclamó, y le dio una pesada mirada a Felix—. Ahora, tú habla.

—¿No te ha dicho de qué trata la profecía? —preguntó SeungMin. HyunJin negó—. Felix-

—No la diré.

—¡Por Helena! —HyunJin alzó el volumen de su voz—, ¡solo habla, cabrón! ¿Qué es lo peor que puede pasar?

MinHo nunca vio una discusión de grupo, lo cual era irónico porque parte del día ellos se pasaban gritando al otro. Sin embargo, era demasiado difícil y diferente notar una pelea por discusiones estúpidas a algo que era bastante delicado; jamás había visto a HyunJin y a Felix tan afligidos mientras que SeungMin intentaba por todo los medios mantener la calma.

Felix se negaba a hablar. Tomó asiento en su cama y negaba ante cada insistencia que HyunJin y SeungMin emitían para que dijera alguna palabra de la profecía porque- ¿Profecía? «Esto no es más que una mala película —pensó MinHo, sin poder creerlo—, porque no hay forma en el mundo que esto haga una profecía»

Una profecía, según lo que él aprendió de aburrido en uno de los textos de estudio complementario para la clase de Estudios Ancestrales, no eran más que bolas de cristales llenas de humo que podían ser leídas por el profeta; estas tuvieron su nacimiento durante la gran ola de profetas que leían futuros trágicos a habitantes mágicos. Tenía entendido de que no eran siempre futuros malos, pero era demasiado difícil poder escapar de él, y solamente personas capaces eran competentes para la lectura.

Él pudo ver una durante su trabajo en el Ministerio, durante el verano. El señor Michigan le había llevado porque debía de hablar con quien custodiaba la Sala de las Profecías en el Ministerio, y MinHo había aprovechado de darle una mirada para ver de qué trataba.

Según lo que HyunJin contaba en ese instante, entre las negaciones de Felix de hablar, era de que pudo ver una durante el examen de TIMOs del ciclo anterior, y que la profecía fue requisada por la profesora Trelawney.

—Ah- eso lo hace fácil —dijo SeungMin, y se levantó de la cama—, vayamos bajo la capa a su despacho.

—¿A esta hora? ¿Eres ridículo? —intervino HyunJin—, vayamos mañana.

Felix miraba a sus dos amigos con ojos de horror. MinHo no quería empatizar con él, en especial porque tenía la furia en su cuerpo porque Felix involucró a JiSung; a pesar de, suspiró su cólera para pausarla por un instante.

—Si no dices lo que hay en la profecía, Felix, no sabremos ni nosotros ni JiSung qué sucederá con el futuro —dijo MinHo, con la calma diplomática que lo caracterizaba—. Es mejor ser razonable y decirlo.

—Querían una justificación de por qué coloqué el nombre de JiSung en el cáliz, y lo he hecho —aclaró Felix—. No puedo decirles sobre la profecía- fue una promesa que le hice a la profesora Trelawney...

—¿Y por qué ella tiene la profecía? —preguntó SeungMin—, ¿por qué-

Entonces, una luz hizo brillar los ojos de SeungMin. Él tenía una teoría.

—¿Qué sabes? —preguntó HyunJin, enseguida.

SeungMin se dirigió a MinHo y le palmeó el brazo.

—DeLuca está acá, MinHo —dijo SeungMin—, y si DeLuca ha cambiado de lugar con el jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, eso significa que debe de saberlo.

—¿El examinador supo de la profecía? —preguntó MinHo a Felix.

Felix, sin entender, negó. —La evaluación lo hizo la profesora Trelawney.

—No puede ser coincidencia —insistió SeungMin—. Es que- no puede serlo. DeLuca debe saber de esto. Felix, ¿estás seguro-

—¡No!

El chillido fue repentino. Sus puños estaban apretados a cada costado de su pantalón, pero sus ojos no volvieron a aguarse, al contrario, la cantidad de terminación emocional que habitaba ahí hizo a MinHo intimidarse un poco. Felix siempre fue un muchacho alegre e incrédulo.

—¡¿Creen que yo estoy bien con esto?! ¡¿Qué no me siento mal?! —vociferó, temblando de rabia—. ¡JiSung es mi mejor amigo! ¡Y yo vi una profecía de él! ¡No he podido dormir por lo que he visto ahí, y es mucho mejor para todos ustedes que no sepan!

—¡Has atacado a JiSung, Felix! —gritó SeungMin.

—¡No lo he atacado! ¡Le hice un bien! ¡Y si él no hubiese sido lo suficientemente competente para entrar, el cáliz ni siquiera lo habría escogido! ¡Yo sé lo que hago, por amor de dios! ¡¿Por qué se les es tan complicado confiar en mí?!

—¡Colocaste su nombre sin su permiso, Felix!

—¡Debía hacerlo, SeungMin!

MinHo sintió el grito de un volumen más fuerte de lo que esperaba, haciendo retumbar las ventanas. Felix miraba a SeungMin con una plegaria indescriptible mientras que él se había levantado de la cama para discutir, su rostro estaba tan sonrojado como sus venas poco a poco se volvían a esconder en el cuello.

—Si vuelven a gritar, vendrá algún prefecto del demonio a preguntar qué sucede, y será difícil explicar nuestra presencia —aclaró MinHo, vacilante por no saber si era la mejor intervención—. Además, esto no terminará acá. SeungMin, no puedes enojarte con Felix. Y tú —apuntó a Felix—, no puedes..., simplemente ocultárselo. Al menos a JiSung, porque realmente no importa si nosotros sabemos o no.

—Habla por ti —atacó HyunJin, aunque ya se hallaba recostado en su cama—, nosotros somos la familia de JiSung.

—Pero no es suyo —«Y mucho menos mío»—. Solamente deben... aceptar que esto ya pasó. Huye cuando está desesperado, y lo mejor que pueden (o podemos) hacer es ser su apoyo. JiSung es el cuarto campeón de un torneo milenario para ser tres- la prensa se lo va a comer vivo.

Se sorprendió que, por primera vez, los tres idiotas le hicieran caso. Ellos callaron con vergüenza, mirada en el suelo, y asintieron a su pésame de cada una de las palabras de MinHo. SeungMin le daba miradas de soslayo a Felix, quien solamente soltó un suspiro contagioso de pena que, se subió a su propia cama, y cerró la cortina. El olor a magia ahondó en el dormitorio para MinHo al notar que Felix hizo un encantamiento insonoro alrededor de su cama para llorar en paz.

MinHo se agachó ligeramente y comenzó a llamar a Soonie. El pequeño gato naranja maulló y salió, se restregó en el tobillo de MinHo y se dejó tomar para ser dejado en la cama de JiSung.

HyunJin se hizo un lado en su cama, y SeungMin cruzó el dormitorio para recostarse a su lado. Se sacó sus zapatos, la capa y el chaleco de Ravenclaw.

—¿Tienes algo para mí? —preguntó SeungMin en voz baja.

—Ve en mi baúl —indicó HyunJin, sin querer hablar más.

MinHo continuaba junto a la puerta y la capa de invisibilidad a sus pies. Podía tomarla y largarse de ahí, ya hablaría con JiSung en la mañana, pero él estaba seguro que no podría dormir con calma sin saber dónde se escapó.

—Duerme en su cama —ofreció SeungMin a MinHo—, seguro le cumples una fantasía.

Ninguno pudo tomar la broma, pero accedió. Se sacó su capa y su chaleco, y desabotonó un poco su camisa. Al inclinarse para desabrochar sus zapatos, HyunJin preguntó:

—Siempre tuve la duda, hombre. ¿Por qué tienes tantas cicatrices?

MinHo lo miró sobre su hombro y se encogió de hombros, desinteresado.

—En mi casa les gusta golpearme. —Fue lo único que dijo. HyunJin se vio pálido ante la respuesta.

—Lo siento.

MinHo y SeungMin compartieron una mirada, y MinHo solo movió su mano para restarle importancia. —Gajes de vivir en familia de sangre pura.

SeungMin se colocó uno de los pijamas de HyunJin: le quedaba demasiado grande, tanto que su cuello caía por el lado de su hombro derecho, donde también se vislumbraba una cicatriz con la misma forma que la pierna de HyunJin.

—Nunca les pedí disculpas formales a ustedes por lo que pasó esa noche. —MinHo se colocó frente a ellos, a los pies de la cama. En su mano comenzó a enrollar su corbata verde con plateado. —Jamás tuve las intenciones de que los atacarían. Yo creí que hacía lo correcto.

SeungMin y HyunJin quedaron confundidos, tanto que ladearon su cabeza al mismo tiempo.

—¿A qué te refieres? —preguntó HyunJin.

«¿JiSung no les contó?» MinHo se consideró un idiota al sentirse un poco más enamorado de JiSung.

—Las reuniones clandestinas que hubo en Hogwarts en vacaciones de primavera fueron delatadas por mí. Yo se lo dije a Dumbledore, y él lo informó en la Compañía. Creyeron que fueron ustedes o Yeji porque aparecieron tus padres, HyunJin...

MinHo esperaba de todo, en especial porque el nivel de rabia y sensibilidad que había en el dormitorio era demasiado alta. HyunJin no reaccionó al instante, tal vez por lo agotado que estaba, pero solamente se giró sobre su almohada y tomó su varita.

—Mañana te golpeo. Buenas noches.

SeungMin abrió y cerró la boca, y miraba a HyunJin como si hubiese perdido la cabeza por ignorar tal tema tan importante. HyunJin no le dio importancia, solamente apagó la luz con un encantamiento hacia el interruptor y el dormitorio se fue a oscuras.

MinHo se recostó sobre la cama de JiSung, con su almohada en el mismo lugar donde estaba la fantasmal marca de él siendo ocupada por Soonie amasando la almohada. No quería cerrar la cortina de la cama, no, quería saber que la había espacio para él en la cama, pero no pudo sentir más lástima por JiSung.

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JiSung aún no se atrevía a volar y odiaba que Erick supiera eso; no solo porque su cabello estaba de color verde, pero también porque llevaban cerca de dos horas caminando sin rumbo y en silencio.

La caminata le sentó bien, fuera de orgullo. Meditar de nuevo sus pensamientos lo alejaba del sentimiento dramático que carreaba desde el dormitorio, para darle el paso a una vergüenza parcial y a la total pena de sentir una traición por parte de su mejor amigo.

No fue hasta que tropezó con una raíz que creyó despertar de la ensoñación. La caminata y el frío estaban a segundo plano porque cayó en cuenta de que caminó por el bosque.

—Ten cuidado. —Erick lo atajó del brazo. —Los árboles de especie introducida son los que tienen raíces levantas.

—¿Y qué me importa a mí? —farfulló JiSung en voz baja, mientras se zafaba de él.

—Creí que te gustaría el dato curioso, ya que eres de Hufflepuff.

—A mí no me interesan las plantas —contó él, antes de emprender de nuevo la caminata—, de hecho, los únicos que gustan de eso son los drogadictos y un par de nerds. Fuera de eso, nadie responde al estereotipo.

Ow, y yo que para navidad te quería regalar un manual de plantas.

JiSung le dio una mirada de soslayo, desconfiado.

—¿De qué casa eras tú? —preguntó.

Erick pensó un momento la respuesta, lo que hizo a JiSung desconfiar aún más.

—Yo era de Mahoutokoro —contó—, hermosa escuela, en realidad, e incluso llegué a impartir clases.

—Ah- ¿en serio? —JiSung no se lo esperaba, y tampoco podía rectificar la información. Erick no cumplía con el perfil de un profesor. —¿Qué hacías?

—Pociones. Mahoutokoro se especializaba en eso, así que yo me encargaba de las pociones de protección y ataque. Además, ahí no había casas como en Hogwarts, solamente eran distintos salones y años; los dormitorios eran todos juntos y vivíamos en literas- o, bueno, el período que yo estudié. No era una escuela con un buen ingreso.

—Mahoutokoro era la única escuela de Asia, ¿cómo lo hacían?

—El castillo tenía un encantamiento fonético y auditivo: todo lo que dijeras sería entendido. Era un poco confuso cuando los coreanos peleaban con los japoneses, pero todos trabajaban bajo el mismo ministerio mágico.

—Es una atrocidad —expresó JiSung, impresionado—, es decir, ¿qué pasó con la segunda guerra mundial? ¿Cómo lo vivieron?

—Ah- bichito, no soy tan viejo —dijo con tristeza.

—Me refiero a que- no hagas pucheros, ¿qué mierda? —JiSung sintió pena ajena al ver el cabello de Erick tornarse azul—, quiero decir, lo mismo que pasó acá en Inglaterra. ¿Los magos se involucraban en la guerra de los muggles?

—Oh, no. Los estatutos internacionales no lo permitían. No sé si lo sabes, bichito, pero antes de los cincuenta los magos vivían exclusivamente en secreto; incluso no se aceptaban a los hijos nacidos de muggles porque sus padres o familiares delatarían el secreto, pero supieron que no podían dejar a magos sin control en todas partes.

—¿Y qué hicieron?

—Meterlos a orfanatos mágicos.

—Woah- espera, ¿mataban a sus padres?

—¿Qué? No, eso sería un genocidio. Solamente se secuestraban a los niños —contó con una falsa actuación terrorífica—, ¿por qué crees que hay tantos niños desaparecidos? Ve en los países: los que tienen en la actualidad una alta taza de secuestro infantil es porque tienen reglas más rígidas sobre el estatuto de secreto.

JiSung esperó a que Erick continuara, pero él solamente se calló. Su piel se puso de gallina con tan solo pensar en la turbieza del asunto. Tan solo pensar que hay un departamento de magos en el Ministerio de Magia de algún país dedicado al secuestro de niños para ingresar a escuelas mágicas le generaba nauseas.

—Espero el remate de la broma —dijo JiSung—, eso no puede ser real.

Erick se encogió de hombros. —Los magos somos una plaga, bichito.

—Tal como los muggles.

—Todo lo que tiene consciencia apuntan a atentar contra la vida —comentó—, a veces es mejor que solamente los animales vivan en la tierra.

—Eso es muy ecofascista de tu parte.

—«Ecofascista», qué palabra tan grande para un chico tan pequeño.

JiSung ni siquiera tomó eso como un insulto, solamente tenía la atrocidad de la situación pegada en su propio cuello. Incluso si lo colocaba en perspectiva, tener que enfrentar un torneo incierto era mucho más normal.

El frío de Escocia comenzó a pegar al mismo tiempo que la neblina se comenzó a colocar cada vez más densa. El ruido de los animales silvestres era la única compañía de ellos, y aun cuando JiSung no podía ver el cielo a causa de las nubes, sintió ganas de regresar a Hogwarts.

Sin embargo, no estaba preparado para enfrentar a Felix.

Su cabello se tornó todavía más verde, si es que podía colocarse.

—No debes sentir terror del Torneo. Lo harás bien —habló Erick. JiSung creyó que capaz le leía la mente cuando su cabello era un gran rasgo de estar asustado—. Si el cáliz te vio idóneo, es porque lo eres.

No lo era. Solo sobrevivió a una casa en llamas, un atentado contra su vida y a una escapatoria en el Bosque Prohibido sin su varita. Él es igual de capaz que todos sus amigos a realizar algo, pero a la vez no lo era. No. JiSung era un metamorfomago en el fuego.

—Quiero volar —anunció JiSung.

—Vale. —Divertidamente, Erick acuclilló sus rodillas como si fuera a saltar. —Yo te escoltaré.

JiSung no pudo decirle algo; ya no podía. El rencor de a poco se drenaba con cada hora que pasaba con Erick que solamente dejaba la duda, pero si esas preguntas eran contestadas, JiSung se derrumbaría.

«¿Quién es mi madre? ¿Qué haces tú? ¿Tienes hermanos o padres, también? ¿Tengo más familia? ¿Por qué me abandonaron con Leela? ¿Quién es Leela para ustedes? ¿Nunca me vieron? ¿Por qué apareces ahora? ¿Por qué te importo ahora? ¿Me quieres, de verdad, o solo soy un remordimiento viviente?»

Tantas preguntas que lo dejaban con tristeza.

JiSung imitó a Erick y se preparó para saltar. Su vista pegada en el cielo y su mente en el profesor Callaghan con sus lecciones de cambio de cuerpo.

Dio un salto y se transformó en lechuza. Su batir de alas fue tan torpe que casi cayó al suelo, pero Erick (convertido en una gran lechuza real, de aquellas que llevaban la correspondencia a los chicos con más dinero)lo impulsó con sus patas para que comenzara a tomar altura. JiSung estaba atemorizado por perder de nuevo el conocimiento o al transformarse en persona volver a lesionarse el brazo, pero la seguridad ambigua que tenía en ese instante él solo podía justificarla conque no era más que Erick una persona que lo atrapó vulnerable que otra cosa.

Solo eso.

Tras tomar altura, JiSung reconoció cuán lejos estaba de Hogwarts. Erick lo comenzó a guiar, y ambos volaron sobre los bosques hasta que JiSung reconoció las luces del castillo. Erick se detuvo en la mitad del vuelo, y JiSung no se giró para despedirse de él; solo continuó con su vuelo.

Voló por el interior del castillo esquivando a los fantasmas y al jodido Peeves para no ser objeto de burlas. Los cuadros estaban profundamente dormidos, y no fue hasta que cruzó el patio principal con el gran reloj que notó que era casi las tres de la madrugada.

Ir al dormitorio era una fuerte tentación, aunque no quería enfrentar a sus amigos. Cambió su dirección de vuelo cuando vio la entrada de la casa de Hufflepuff hacia las cocinas, donde fuera de la gran puerta, JiSung se transformó en persona. Su estupidez y movimiento apresurado hizo que se transformara en humano en altura, lo que hizo que, al caer, se doblara el pie.

—Puta madre —masculló, adolorido, y cojeó hasta la cocina.

Los elfos domésticos estaban ahí, la mayoría dormidos (probablemente ya terminaron las rondas de limpieza). Sin embargo, la elfina Darky despertó junto al rechinido de la puerta.

—¿Amo Filch? ¿Ya es hora? —murmuró, mareada. Al notar que era JiSung el que entraba, se levantó con velocidad—. ¡Amo JiSung! ¡Yo no-

—Está bien, está bien... —detuvo JiSung, cansado—. ¿Puedo pasar la noche aquí, por favor?

—Claro, claro. ¿Le cedo mi litera?

—No, dormiré con las bolsas de arroz. —Era lo más cómodo que las cocinas podían prometerle.

Al final de la cocina, donde se encontraba toda la mercadería, JiSung se recostó en los grandes sacos de arroz. No fue hasta que su cabeza tocó una bolsa de patatas que notó que se que había quedado con la capa de Erick.

Su pie, doliente, lo dejó elevado sobre el saco de arroz. Un pensamiento rápido pasó por su cabeza y de cómo Erick lo ayudó con su brazo. «Reacomódalo» le había dicho, y JiSung le hizo caso; había sido tan fácil recuperarse de su lesión que, con las mismas palabras, comenzó a forzar que su tobillo se acoplara de nuevo.

Fue en el entretanto que terminó por quedarse dormido. Su pesadilla fue acompañada con el escenario de una prueba del Torneo de los Tres Magos, donde JiSung debía matar al licántropo que se transformaba en la Casa de Los Gritos. Despertó con el nombre de MinHo en su garganta y con la desesperación en su pecho.

En el reloj de la cocina marcaban las seis de la madrugada, y los elfos domésticos ya hacían el desayuno. Se reincorporó e hizo tronar su espalda, y saludó a los demás elfos que trabajaban; al dar un par de pasos notó que su pie se encontraba bien, por lo que decidió que era momento de regresar al dormitorio. Era día festivo, por lo que no habría clases; si corría con suerte, podría no toparse ni con Felix ni con HyunJin.

Una vez que llegó al dormitorio, se sacó sus zapatillas y dejó la capa de Erick en el suelo; todas las camas tenían las cortinas amarillas que otorgaban privacidad corridas, así que solo tenía que ser lo suficientemente silencioso como para no molestarlos. Fue al baño, se lavó y cepilló sus dientes y, una vez afuera, fue hacia su propio baúl para cambiarse ropa.

Sin embargo, la cortina de su cama se abrió.

—¡Shhh! —atajó MinHo cuando el grito de JiSung casi se escapaba de su boca—, métete.

JiSung no lo pensó dos veces: se metió a la cama y corrió la cortina al mismo tiempo que MinHo hacía un encantamiento insonoro alrededor de ellos. Ni siquiera se sorprendió al ver a Soonie durmiendo ahí.

—¿Dónde estuviste? —preguntó MinHo. Su ceño estaba fruncido; llevaba su uniforme desordenado y arrugado, al igual que la ropa de la cama. JiSung aun no podía creer que lo estuvo esperando toda la noche—. Me tuviste enfermo. ¿Cómo se te ocurre huir así?

—No fue a propósito —prometió JiSung, antes de sentirse más tonto por hacer su salida melodramática—, en serio, yo solo quería despejarme.

MinHo lucía bastante furioso, pero ahogó un poco el enojo al abalanzarse sobre JiSung para abrazarlo por los hombros. JiSung se sintió como cuando ocurrió el intento de magnicidio en el Ministerio de Magia y estuvo cerca de cinco horas sin saber de MinHo.

—¿Sabes lo que vendrá ahora? —preguntó MinHo, con su boca enterrada en el cabello negro azulado de JiSung—, lo del Torneo y esas cosas.

—No, no quiero saberlo —contestó, sin querer zafarse de MinHo. Necesitaba el abrazo—. ¿Felix te habló de...?

—Sí.

—¿Dijo algo?

—Pidió que confiaras en él.

—No haré ni mierda. Me ha traicionado.

—JiSung...

—No. —JiSung se apartó de MinHo para determinar sus palabras. —Él no tenía derecho a colocar mi nombre ni hacer todo con la excusa de una profecía que ni siquiera quiere contar. No me dirigiré a él.

Pareció convencerlo en el instante, porque MinHo hizo la misma cara que cuando JiSung dijo que no hablaría de Erick sobre su paternidad o lo reconocería como padre. Sabía que solo era condescendiente con las decisiones suyas, pero era mejor esa respuesta a que una pelea. No quería pelear con MinHo. No ahora.

Pero tampoco quería vivir de la complacencia.

—Me topé con Erick —contó, y MinHo se recostó sobre la almohada. JiSung lo imitó—. Me atajó en alguna parte, y me enseñó a reacomodar mis huesos- aunque duele más que la mierda.

—Carajo —exclamó MinHo, sorprendido.

—No hablamos sobre eso, en realidad, pero..., estuvo bien, creo. Para alguien que fue abandonado, parece que lo llevo bien. —JiSung se giró para mirar el techo del dosel. Este había sido encantado para poder ver el cielo estrellado del proyector nocturno de Felix sin necesariamente ser transparente, parecido al techo del Gran Comedor. —Aun así, quise indagar sobre mi pasado. Me dijo que no me diría nada en mi estado.

—¿Tan descontrolado estabas?

—Lloré, y mucho.

—Pero tú siempre lloras- ugh.

JiSung le quitó el aire a MinHo con un golpe en el abdomen, pero rápidamente tomó de su brazo para ser rodeado. JiSung no había atravesado un infierno (metafóricamente) para estar con MinHo como para no ser abrazado por él en instantes que se sentía triste.

Su cabello tomó un color azul aun más fuerte, y MinHo lo presionó con más fuerza al mismo tiempo que Soonie escalaba sobre ambos para recostarse en el hombro de MinHo. JiSung se preguntó que partes del cuerpo de él dolía en ese instante.

Tres horas más tarde, JiSung se dio cuenta que se quedó dormido. Al despertar, MinHo y Soonie ya no estaban a su lado, y mucho menos la capa de invisibilidad. Corrió las cortinas de la cama y se estiró, pero su cuerpo se congeló al ver a Felix vistiéndose. Las cortinas de la cama de HyunJin seguían cerradas.

Ambos se miraron, pero JiSung no pudo sostener la mirada en Felix, solo entró al baño.

Y así sería el siguiente de los días.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

Nadie entendía muy bien el funcionamiento del Cáliz de Fuego, y cómo es que pudo existir un cuarto campeón. No obstante, los siguientes días del suceso solamente generaron una brecha de tensión entre Gryffindor y Hufflepuff que hacía a Slytherin sentirse enemistado. JiSung no lo entendía mucho, pero ChangBin se lo explicó una tarde.

—Gryffindor está reacio porque creen que eres un tramposo —dijo ChangBin mientras comían onigiris en Hogsmeade—. Y a Slytherin le gusta que ustedes no se alíen en su contra.

—Genial —murmuró con sarcasmo JiSung.

—Aunque..., algunos de Slytherin tampoco están contentos con tu participación- y otros están muy contentos —admitió, y le dio un mordisco al arroz antes de hablar con la boca llena—. Creen que no deberías participar porque eres un metamorfomago y eso te da ventaja con los otros participantes; mientras, otros están felices porque al fin morirás.

Yei.

Los maestros tendían a no hablar sobre el tema- de nuevo, era raro. La profesora Sprout lo atrapó una vez en el pasillo y le regaló una maceta con plantas florales muy olorosas que hizo a JiSung cargarla durante todo el día. Tanto los estudiantes de Durmstrang como de Beauxbatons lo apuntaban y charlaban como si él no estuviese ahí- incluso, cuando fue al baño de hombres, él estaba seguro que los dos chicos de Beauxbatons que se encontraban ahí hablaban de él en francés.

Intentaba mantener la calma y la cabeza en otra parte. Sus deberes eran intensos y la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras le chupaba toda la energía, como también las prácticas de encantamientos no verbales en todas las asignaturas. Traducía textos a lo loco de Runas Antiguas tanto que decidió aventurarse y tomar sus apuntes de Transformaciones en Runas como práctica doble. Intentaba transformarse en los animales que McGonagall le enlistaba y se aterraba con la idea de que sus huesos volvieran a salirse de lugar.

Los otros competidores tampoco estaban muy contentos con su presencia. El único que parecía calmado (o fingía serlo) era Chan, con quien entablaba conversaciones en los pasillos u horas de cena y sobremesa sobre cualquier tema que no lo centrara en el jodido torneo o en la atención de todos. Sin embargo, era difícil estar tranquilo.

Lo bueno que él podía sacar de todo eso es que tuvo más tiempo para descansar, pensar en él mismo, y estar concentrado en lo importante, porque desde la noche de Halloween que JiSung ha evitado pasar demasiado tiempo con HyunJin y SeungMin, como también ha ignorado por completo a Felix.

No podía con ellos. Era demasiado.

SeungMin ni siquiera sabía por qué JiSung estaba molesto con él, y HyunJin podía darse una idea; sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a dejar solo a Felix.

JiSung lo aceptaba, estaba bien. De todas formas, él perfectamente podía lidiar con toda la mierda solo.

Estaba todo bien.

Todo. Bien.

—Tu colorida cabeza destella la rojez furia de tu alma —comentó el profesor Cohan con un gracioso acento irlandés, en la mitad de su clase—, ¿a qué se debe dicha canalización?

Como siempre, en Defensas Contra las Artes Oscuras se encontraban en práctica; JiSung había hecho pareja con ChangBin para los duelos de encantamientos no verbales, pero su concentración estaba todo menos en su varita.

—Cállate —espetó JiSung entre dientes.

—No, no, no. Así no se le habla a tu docente.

ChangBin encantó algo no-verbal. Un brillo rojo salió de su varita, y la varita de JiSung salió volando de sus manos.

—¡Agh!

Sin embargo, la clase fue interrumpida. Cohan caminó melódicamente hacia la puerta mientras JiSung recogía su varita a los pies de ChangBin. Ahí, Lucas Bang lo esperaba.

—¡Hola, Cohan! —saludó Lucas con el mismo ánimo contagioso que una ardilla—. Buscan a JiSung para una entrevista con El Profeta. ¡¿Puede creerlo?!

—Superestrella —Cohan llamó a JiSung. Varios estudiantes rieron por el apodo—, tu prensa te espera.

JiSung hizo una mueca de mal gusto. Fue por su mochila y se encaminó hacia la puerta. De repente, bajo el cuello de la camisa del uniforme (ni de chiste usaba la camiseta de Quidditch de HyunJin) le picaba desesperadamente.

—Sé que no debería de apoyarte porque mi hermano es campeón, pero encuentro genial que un metamorfomago esté compitiendo —comentó Lucas a su lado, quien por alguna razón lo siguió por el pasillo—, es importante para la representatividad.

—¿Representatividad de qué? —masculló JiSung.

—¡Metamorfomagos! Chan dice que es bueno ver a gente así en la pantalla. Son como los negros o asiáticos en las películas.

—Tú también eres asiático, ¿no?

—¡Sip! Corea del Sur.

—Como el cincuenta porciento de esta escuela... —murmuró.

Lucas lo guio hacia una sala pequeña en el vestíbulo de la escuela. Ahí, no era más que un pequeño espacio con muebles acoplados. Victoria Krum estaba apartada del resto, con su suave capa sobre sus hombros que hizo a JiSung preguntarse de qué animal lo habrá sacado; Nadine Delagé estaba reflejada en uno de los espejos decorativos, arreglando su largo cabello rubio platinado; finalmente, Chan movió su mano hacia él cuando lo vio cruzar la puerta. Sin embargo, sintió la calma al ver a HyunSan parado también ahí, junto con una mujer excéntrica con pluma y libreta.

Antes de irse hacia Chan, los pasos de JiSung lo guiaron hacia HyunSan, quien lo recibió enseguida con palmadas en los hombros.

—Hola —saludó HyunSan—, ¿cómo has estado?

—¿HyunJin le contó? —murmuró, apenado.

HyunSan hizo una mueca, pero no fue por la pregunta. Miró de reojo a la mujer de al lado, tan divertida en la interacción de ambos que, mágicamente, la pluma comenzó a anotar enseguida en la libreta. HyunSan hizo un amague con su mano y lo empujó para que fuera hacia Chan, quien también lo esperaba.

—Van a comprobar nuestras varitas —informó Chan.

JiSung se desanudó más la corbata para rascar su cuello.

—Si alguien más dice que la mía es perfecta para metamorfomagos, me la enterraré en el cuello —prometió, y Chan rio antes de hacer un ademán en el cuello de JiSung.

—Escamas de dragón —apuntó.

—No de nuevo —colocó sus ojos en blanco—, me dan calor y comezón.

—Estamos a noviembre, ¿no tienes, naturalmente, frío?

—No, Chan, soy una lagartija y de sangre fría. —Chan volvió a reír, y contagió un poco a JiSung. —Como sea- ¿Por qué fue tu hermanito quien nos fue a buscar?

—MinHo lo atrapó intentando escabullirse a las cocinas, así que lo dejó como lacayo de Filch. —JiSung soltó una cruel carcajada mientras que Chan asentía para su pésame, aunque igualmente divertido. —Aprenderá a no meterse en problemas.

Los ojos de la bruja que estaba junto a HyunSan se clavaron filosamente en él, con una sonrisa traviesa que generó un poco de inseguridad en JiSung. Su cabello, de forma repentina, se puso blanco ante el inminente peligro que lo esperaba, y eso fue razón suficiente para que ella abriera la boca de sorpresa.

—HyunSan, ¿te molestaría que hablara con el cuarto campeón? —pidió ella—, ya sabes, para agilizar la entrevista.

HyunSan miró a JiSung entre su vacile, pero JiSung asintió. No habría nada de malo en una simple entrevista, ¿no?

Mentira. Tan pronto como ella lo arrastró hacia el armario de limpieza del aula, se presentó como Rita Skeeter. JiSung habría jurado haber escuchado ese nombre antes, y no fue hasta la introducción que supo de dónde era.

—Han JiSung, puedo notar que eres un metamorfomago, ¿no es así? Por el precioso color que llevas en tu cabello es notorio que eres la persona más fácil para hablar —halagó ella con un falso tono de amabilidad.

JiSung miró la libreta donde la pluma escribía: «Su color violeta fue un cambio repentino al notar mi presencia. Tal vez este enamoramiento hará que la entrevista tenga una connotación mucho más divertida. He de recordar que es un menor de diecisiete años con quien interactuamos, de energía potenciada con su magia-»

—¿Me está describiendo como un chico hormonal? —preguntó JiSung, asustado—. Además- ¿Cómo sabe el significado del violeta? —JiSung estaba seguro de que su cabello estaba más blanco que antes.

—Tengo muuuchos amigos como tú. Yo los apoyo —dijo, antes de alzar su puño derecho con seriedad. Su rostro cambió rápidamente—. ¿Por qué quisiste entrar al Torneo de los Tres Magos?

—Yo no quise —corrigió, antes de agregar con amargura—, aunque supongo que solo fue una mala broma, todo esto.

Rita Skeeter le dio una mirada de curiosidad, pero no era la misma que la gente entregaba al no comprender algo. No, era mucho más inquisitiva y peligrosa.

—¿Consideras tú que fue una broma tu inscripción? —preguntó ella—, crees que, teniendo a Hans DeLuca como Ministro y con el clima político presente, ¿alguien ha intentado tomar una venganza personal contra ti, para dejar al metamorfomago expuesto en pruebas?

—¿Qué?

—O, por otro lado, solamente me mientes porque sí te inscribiste y fuiste seleccionado para demostrar algo en el Ministerio. —De nuevo, Rita Skeeter alzó su puño. —Está bien, JiSung, yo te apoyo. Todos somos rebeldes.

«Ah- mierda. Esto subió de nivel demasiado rápido».

—Ninguna de las dos. Nada. No —se apresuró en decir JiSung, antes de notar que no era la respuesta más elaborada—. Quiero decir- ninguna de las anteriores. Solamente me inscribieron.

—¿Por qué alguien gastaría de su magia para inscribirte?

—¿Yo qué sé? Pero ya estoy acá.

—Es un muchacho desafiante y soez —le dijo ella a la pluma, y regresó a JiSung—. Dime, ¿estás preparado para las pruebas a futuro? ¿Nervioso? ¿Emocionado? ¿Atemorizado?

Por un instante, JiSung se sintió en la misma zona de peligro que cuando fue evaluado por el examinador de los TIMOs de Defensas Contra las Artes Oscuras.

—Nervioso, supongo —contestó, sin querer admitir que sus cejas se quemaban por el estudio para no pensar en eso.

—Campeones han muerto en las pruebas, ¿crees que tú, siendo un campeón escogido de forma fortuita, será capaz de sobrevivir? —preguntó ella.

—Eso espero.

—No sería novedad para ti, porque has enfrentado la muerte antes, ¿no?

Sus manos comenzaron a sudar como las escamas de dragón ardieron en su piel. Esto era peor que la evaluación de los TIMOs.

—Supongo... —murmuró.

—Un pobre chico huérfano cuidado por muggles, marginado de la sociedad mágica por su condición, tuvo que aprender a valerse por su propia cuenta hasta que la primavera pasada fue atacado por las hijas de su antiguo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que, curiosamente, también era un metamorfomago —relató ella, con tono dramático—. Tu capacidad de supervivencia está por lo normal, para niños de tu edad.

«Ay, dios mío. La vieja está loca».

—¿Crees que tu inscripción en el Torneo fue la búsqueda de dicha adrenalina que te quedó en la casa destruida del actual jefe del Departamento de Deportes Mágicos, JiSung? —preguntó, finalmente—, ya sabes, pararte en la línea entre la vida y la muerte, y solamente dejar que el viento te lleve...

«¡¿Acaba de citar a Grey's Anatomy?!»

—¡¿Qué?! —JiSung exclamó con sorpresa—. Yo no soy un suicida. ¿Qué demonios? Mi nombre apareció en el cáliz, eso es todo. Fin. Finnite. Y- no vuelva a tocar el tema de la casa.

—¿Te genera ese sentimiento el que fueron las hijas de tu ex profesor-

—¡Claro que sí! ¡Si él era mi mentor! —Él supo enseguida que había hablado de más, en cambio, la mirada de Rita Skeeter se iluminaba cada vez más. —¿Por qué menciona la casa?

—Porque eso te coloca en otra posición, JiSung, te jugaste la vida con tus habilidades mágicas.

—No sobreviví solo. Mis amigos hicieron todo el trabajo-

—¿Crees que fueron a la casa porque sabían que había un metamorfomago ahí? ¿O de que te obsesionaste con la idea de correr peligro? —consultó con rapidez. La pluma a su lado escribía con mayor velocidad—. ¿Qué opinas de los ataques fortuitos que hubo durante el verano? ¿No tienes miedo de estar por la calle y que te suceda lo mismo?

Los ojos de Rita Skeeter brillaron al reflejar el brillante cabello rojo de JiSung a causa de la ira; su felicidad hizo a JiSung enfurecerse cada vez más.

—¿Y por qué cree que son los ataques? —escupió JiSung, enrabiado—. Nadie paga por ello- solamente los dejan libres porque nadie atrapa a los bastardos. El sistema judicial mágico es una mierda.

—Pero a tus atacantes si están en-

—¡¿Y a mí qué?! ¡¿Cómo pueden aceptar a alguien que cree, primero, que los menores de edad no deberían tener regulaciones mágicas, y segundo, que debe existir el ser humano perfecto?!

—Han JiSung, criado en un ambiente muggle, siente un fuerte rencor por la marginación de la sociedad mágica con él —narró Rita Skeeter—, y, por su discurso, cree que es gente del partido Libertad Mágica el que genera los ataques-

—Ah- ¡Cállese! ¡Los magos como DeLuca solamente fomentan esa idea discriminatoria que tienen! ¡Solo les preocupa sus magos con dinero o con pureza de sangre! —estalló, con su cabello rubio cenizo—, el mundo mágico tiene a gente de mierda liderándolo.

La puerta del armario fue abierta abruptamente por HyunSan, pero antes de que pudiera decir algo, ella alzó su dedo con una gran sonrisa divertida.

—Ah~ —ella movió su dedo con su larga uña púrpura de un lado a otro, como un metrónomo—, tienes prohibido intervenir, HyunSan.

HyunSan no lo dijo, pero JiSung notó en su mirada todo los insultos correspondientes a ella. JiSung se abrió paso entre él y la puerta para salir de ahí. ¡Que se jodieran todos los idiotas!

Se dirigió rápidamente donde Chan y comenzó a farfullar de la ridiculez de la entrevista y que solamente dijera cuán honrado está en la participación. Nadie quería opinar sobre su cabello efervescente, aun cuando ni Victoria Krum o Nadine Delagé entendían lo que significaba. Entre su verborrea notó que se encontraba alguien más en la sala: un hombre tan viejo como el roble, quien reconoció enseguida como al señor Ollivander.

Ollivander se dirigió hacia Nadine Delagé y le habló en francés. JiSung no entendió, pero ella cedió su varita con elegancia. Era blanca, delgada, y el mango tenía piedras preciosas incrustadas. No se podía esperar menos de una veela.

Probó encantamientos con todas las varitas. La de Nadine era mucho más fácil la magia de encantamientos naturales como de plantas o fuertes como de ataques. El de Chan era igual de potente, pareciendo tener el mismo núcleo de lo que Erick le mostró: cargaba la energía mágica en los ataques, haciendo que sus contraataques fueran mucho más potentes. De Victoria Krum, no fue demasiado la impresión al notar que era una varita hecha para las Artes Oscuras, con una madera que permitía transmitir y recibir maleficios, y con un par de trucos de transformación que hizo a JiSung aterrarse al ver la varita convertida en daga. No sabía que podían hacer eso.

Finalmente, al llegar a su varita, Ollivander frunció el ceño.

—No fue la que usted compró, señor Han... —observó Ollivander.

JiSung asintió. —Se rompió la mía. Esta me la entregaron.

—Curiosa elección... —murmuró él—, curiosa para todos, pero afortunada para usted. Tronco de cerezo con núcleo del pelo de la cola de un ave de trueno. Demasiado específico. Demasiado idílico.

—Dice que ayuda a las transformaciones.

Ollivander asintió, y se la regresó a JiSung.

Después, continuaron con las sesiones de fotografías. El profesor Dumbledore llegó al rato para unirse con fotos individuales y fotos en grupos. Le pidieron a JiSung que se ordenara el uniforme y JiSung agradeció por querer ir en orden ese día. Tuvo fotografías con los otros campeones y con HyunSan.

Él no podía estar más enfermo.

La segunda ronda de entrevistas apareció, pero exceptuaron a JiSung. Él se tomó la libertad de ese tiempo para continuar su traducción de Runas Antiguas para esperar a que Chan terminara con la suya. Una vez que lo soltaron, Chan soltó un profundo suspiro.

—Tienes razón —coincidió Chan—, ella es una arpía.

Durante el resto del día estuvieron juntos. JiSung podía recibir las miradas desde la mesa de Hufflepuff donde Felix comía con HyunJin, SeungMin y Mina, pero no cedería ante ellos solo porque Felix hiciera pucheros cada vez que lo veía. No. Él tenía orgullo y razones para estar enojado.

Después de la cena, JiSung se encontró con ChangBin y practicaron duelos de encantamientos no verbales. ChangBin tenía una buena habilidad por eso, y él justificó porque tenía la convicción de que el encantamiento llegara a JiSung; le cedía el punto porque él llevaba la cabeza en todas partes menos en querer encantar a ChangBin.

Él tuvo libre la mañana siguiente, por lo que se quedó encerrado en su cama leyendo un libro muggle mientras esperaba a que Felix se largara del dormitorio. Una vez que lo hizo, aprovechó de salir al baño.

—¿Cuándo dejarás de ignorarle? —interrogó HyunJin, quien se colocaba ungüento en la herida de la pierna.

—Hasta que me hable de la dichosa profecía y de que sea lo suficientemente buena como para convencer que hizo algo bueno —sentenció, antes de cerrar la puerta del baño con fuerza.

Bajó hacia el Gran Comedor diez minutos antes de que el desayuno desapareciera. Las gotas de su cabello caían sobre la camisa desordenada y hacía el amague de querer anudase la corbata. Sin interés de querer interactuar con alguien, había enganchado el walkman a la orilla del pantalón y tenía el auricular solo en el derecho (era inútil mantenerlo en el izquierdo, también) para escuchar All by myself de Celine Dion porque claramente no se sentía identificado con esa canción, claro que no. Ni siquiera le dio importancia a las fortuitas miradas que los demás estudiantes le daban.

Sin embargo, al llegar al vestíbulo, la mayoría eran chicos de Beauxbatons y Durmstrang los que estaban rodeando el tablero de anuncios. Escuchó la voz de SeungMin mascullar un insulto, así que se abrió paso entre ellos para ver lo que tanto causaba conmoción.

—Ah- JiSung... —llamó SeungMin, apenado—, no mires-

—¿Qué no miro? —cuestionó. SeungMin no quiso moverse, así que JiSung lo empujó ligeramente.

Ahí, pegado con lo que sería el mismo encantamiento con el que se dedicaron a intervenir el lienzo de Slytherin el ciclo pasado, se encontraba una hoja del periódico El Profeta con la fotografía de JiSung, que se movía con una sonrisa nerviosa al no saber qué hacer. Tenía de titular en grande «El chico que no quería ser mago» junto con un extenso artículo que no podía leerse gracias a las letras en rojo:

TRAIDOR DE SANGRE

Entre las palabras rojas, JiSung pudo leer:

"El Chico que no quería ser mago"

Por: Rita Skeeter

"(...) Han JiSung, criado por muggles como un metamorfomago excéntrico, ha manifestado su oposición ante el gobierno de Hans DeLuca, quien recordemos abogó por él durante el famoso juicio de Libertad Mágica donde Han y sus tres compañeros (uno siendo hijo del reconocido jugador HyunSan Hwang y la médica SaeJah Park). Coincidentemente, los atacantes del atentado contra la casa Hwang del 15 de abril del presente año eran hijas del metamorfomago ex profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras: Callaghan Stuart (para más información de él, revisa mi artículo en mi nuevo libro «Crónicas de la investigación periodística, volumen 3»). ¿Cómo puede estar en oposición del Ministro DeLuca, si fue él quien lo salvó del juicio?

Las propias palabras del Ministro DeLuca (quien tuve el agrado de entrevistar. Puedes encontrar todo el relato en mi libro «Las Capas de la Verdad: un sobreviviente del magnicidio») ha comentado sobre el juicio del Caso de Libertad Mágica, de cómo tuvo la oportunidad de interactuar con Han JiSung y él manifestó su desagrado por la magia y ser metamorfomago. Sin duda, una cualidad curiosa para alguien tan malagradecido.

(...)

A través de sus ojos se puede encontrar el alma suicida traumática manifestada con su inscripción en el Torneo, siendo selecto por su ventaja de metamorfomago. (...); vivir con el constante miedo de ser atacado como sus pares solo lo ha ubicado dentro de una sociedad que él mismo se ha considerado marginal, como una minoría víctima de la propia ideología que él mismo manifestó al ser atacantes violentistas que solamente se preocupan de sus riquezas.

Está claro que un metamorfomago como él, esperable en su clase, esté presente con un alma rebelde. Él no es más que un desafío para los rumores. El centro de atención. Hijo de magos que cargaron la magia suficiente como para hacer un chico tan potente como él. La competencia perfecta para demostrarles a todos que, según sus palabras, los magos de sangre pura no son más que el desprecio de la misma sociedad que construyeron. Él, como metamorfomago, claramente dará qué hablar.

El concursante más comprometedor y controversial: rebelde por naturaleza, apolítico y sobreviviente. Ahora, dejando su condición presente y con su mención de no haber querido nacer como metamorfomago, ¿es justo que él participe en el Torneo? ¿Es justo que él reciba la atención que busca?

Un chico huérfano que no quiso ser mago. Adjudica su inscripción por una persona externa, ¿realmente no quiere tomar responsabilidad de sus acciones?

¿Quién es ese chico? "

JiSung no podía filiarse de su comprensión lectora porque no entendió la mitad de lo que Rita Skeeter intentó expresar en la columna. Sin embargo, lo que más golpeó en su estómago fue el relato de DeLuca.

Recordaba que eso sucedió. Eso pasó en el baño del ministerio, luego del caso. DeLuca le preguntó algo y JiSung respondió que desearía no haber sido un metamorfomago. Sus intestinos se vieron atrapados por el asco.

—JiSung —le llamó SeungMin, atrayéndolo a la realidad—, vamos a desayunar.

Debía de ser un idiota para sentir un peso real en las palabras «traidor de sangre» inscrito sobre su cara, porque JiSung no fue criado en el mundo mágico y, por ende, no tenía una conexión emocional con las palabras. Sin embargo, las miradas de lo que pensó en su momento fue de apoyo terminó siendo catastrófico.

El seudo apoyo de Hufflepuff se terminó por ir al demonio, y JiSung se vio solo en la situación.

«Jodido Felix», pensó JiSung, aunque muy en el fondo sabía que todo era su culpa.

[1] ¡HE VUELTO!

Espero que hayan disfrutado la lectura; creo que los capítulos se harán un poco más largos en función de la trama y para que no tengan que esperar tanto para los hechos que a todos nos interesa, obviamente.

¡Gracias por leer!

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