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16. Bingo de brownies

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 16

Bingo de brownies

Domingo 23, en la mañana

JiSung consideraba prepotente la idea de querer realizar algo tan complicado como lo era un patronus como regalo de cumpleaños para MinHo. Prepotente y egocéntrico.

«De todas formas, ¿qué importa si es un patronus? —se preguntó JiSung, con sus brazos cruzados y su cabello de un intenso color magenta—. MinHo me quiere. Le va a gustar todo lo que yo le regale..., ¿cierto?»

»¿MinHo me quiere?»

—Ugh...

Su cabello se tornó un azul al mismo tiempo que pegaba su espalda en el muro y se deslizaba hacia el suelo, para quedar con su vista pegada en sus piernas estiradas.

—¿Qué haces ac-

—¡¡¡Ah!!!

JiSung saltó ante la aparición esporádica. A su lado, de pie, el profesor Cohan lo miraba con una cuchara en su boca y con un notorio semblante de diversión. Tuvo que esperar un par de segundos para que JiSung se recompusiera del susto.

—¿Cómo no me viste venir? —preguntó Cohan.

—Soy sordo de una oreja —indicó JiSung, y apuntó su oído izquierdo.

Ah~, una pena. ¿Qué haces acá?

El «yo puedo estar donde quiera» se atascó en la lengua de JiSung con molestia, sin embargo, ese no era la mejor excusa para dar cuando estaba fuera del despacho del profesor, sentado, y con su cabello azul.

«Me voy a arrepentir de esto».

—Necesito un favor —pidió JiSung, mientras se levantaba.

—Te oigo.

—Yo..., yo he visto el programa para este año de la clase, y me gustaría adelantar las prácticas un poco —comenzó. Cohan le prestó absoluta atención mientras cuchareaba su avena con frutas del desayuno—. Como tengo mi problema con as Artes Oscuras..., consideraba que podía ser bueno avanzar un poco.

Cohan mugió con falsa compresión, y JiSung pensó al instante que no lo ayudaría. Es decir, ¿por qué lo haría? Era una oferta demasiado ridícula como para hacerlo..., ni siquiera era una oferta; JiSung no le daba nada a cambio.

—¿Qué quieres aprender, específicamente? —consultó Cohan. Hizo malabares con el pote de avena y la cuchara para sacar las llaves de su bolsillo y abrir su despacho.

«Vamos». —El encantamiento patronus...

La divertida mirada de Cohan hizo a JiSung querer arrepentirse enseguida. No era más que una mala idea esa situación. JiSung perfectamente podría hacer otro regalo de cumpleaños que no evocara en su narcisismo y egocentrismo.

—¿Por qué? —preguntó Cohan—, es decir, si no te gustan las Artes Oscuras...

—Los Dementores no son de la creación humana mágica —interrumpió JiSung, con su cabello que de a poco se tornaba magenta—, solo existen como parte del ecosistema. Quiero aprender a defenderme de ellos.

—No pasaríamos el encantamiento hasta después del receso de navidad. ¿En serio sabes a lo que te enfrentas?

—Sí —dijo con convicción. JiSung no quería que lo tomaran como un estudiante ordinario que solamente lloraba porque sí—. He visto a Dementores. He huido de ellos. Necesito aprender a defenderme. Y como usted ha dicho que debemos de aprender a defendernos de las Artes Oscuras aun cuando idealmente no deberíamos de por qué estar involucrados en ellas.

JiSung no tenía idea si le agradaba o no a Cohan por su constante insolencia, pero él usaría todas las tarjetas de estudiantes para convencerlo a que le enseñe- aun cuando no agradaba de él. No obstante, la imagen de Cohan continuó en diversión, y aun con las opiniones de JiSung, Cohan terminó por asentir.

—Vale, dame un momento.

Cohan le entregó el plato de avena a JiSung y se entró a su despacho. Por respeto, JiSung esperó un momento afuera hasta que Cohan salió con una gran caja de embalar tambaleante entre sus brazos.

—¿Qué es eso? —consultó JiSung.

—Un Dementor de bolsillo. Son baratos en el mercado negro.

Para ser delgado y cargar una gran caja, Cohan tenía fuerza; JiSung lo siguió a tientas por el pasillo, y evitaron los lugares concurridos para que nadie hiciera demasiadas preguntas. Una vez que llegaron a un aula, JiSung notó que era la sala de Historia de la Magia, lo que le hizo preguntarse si el profesor Binns lo echaba de menos o si al menos se acordaba de él.

Cohan dejó la caja de embalaje sobre la mesa del docente y, con emoción, se arremangó las manos.

—Bien, ya que estamos en esa, te explicaré la teoría —comenzó Cohan. Le quitó el plato de avena a JiSung y, mientras explicaba, comía—. Es un hechizo muy avanzado, pero sé que hay algunos de séptimo que lo aprendieron y que tú generación intentó hacerlo porque Dumbledore pensó que tenían la materia gris de un estudiante avanzado. Como sea, es un precioso encantamiento, si me lo preguntas. Más allá de todo el romanticismo que hay alrededor, si lo sabes emplear bien, pueden espantar a cualquiera que se te cruce.

»El patronus tiene dos partes, el encantamiento y el guardián protector. Este usará una forma animal representativa de tu persona según el nivel de energía mágica que tengas (y, como eres un mal mago, tal vez te resulte complicado. Ja, ja). Debes contrariar la gran cantidad de energía negativa que los Dementores llevan consigo. ¿Cuándo dijiste que te enfrentaste a uno?

—En el ciclo pasado, en el Bosque Prohibido —contó.

—Ah, ¿nunca te dijeron que estaba prohibido? Como sea- creo que Dumbledore te dijo que debías de usar un recuerdo positivo para convocarlo, ¿no? —JiSung asintió—, fantástico. Ahora, pronuncia después de mí: ¡Expecto Patronum!

¡Expecto Patronum!

—¿Tienes tu recuerdo en mente?

—¡Sí!

—Bien- ahora, mezcla las dos cosas.

De nuevo, el recuerdo de su primer año en Hogwarts y cómo pasó su cumpleaños con Felix estaba calado de forma permanente en su cerebro. Decidió desviarlo hacia su segundo, tercer, cuarto, quinto y sexto año, con HyunJin y SeungMin también a su alrededor dándole besos, abrazos y palabras afectivas.

¡Expecto Patronum!

Su cabello era un potente verde menta, pero de su varita no brotó nada.

—¿Tal vez con un poco de incentivo? —preguntó JiSung.

—Me dices que, si no puedes hacerlo sin el Dementor, ¿tendrás que hacerlo con él? —preguntó Cohan, extrañado.

—Esa vez que me enfrenté a él no tenía mi varita —«me la habían quitado».

Cohan colocó sus ojos en blanco, pero no lucía precavido al exponer a un estudiante a ese peligro.

—Alza tu varita, JiSung.

JiSung se ganó en el medio del aula y alzó su varita hacia la caja, preparado. Decidió cambiar a último minuto el recuerdo hacia la primera luna llena que pasó con MinHo, donde no solo su cabello se tornó violeta por él por primera vez, sino que había disfrutado de forma diferente el ser un metamorfomago. Probablemente Callaghan se habría sentido orgulloso de él si alguna vez se hubiese enterado.

Cohan tomó la tapa de la caja y la abrió. De ahí, un Dementor se elevó con lentitud, tan tétrico e imponente que JiSung sintió sus manos congelarse ante su presencia.

«No seas idiota».

¡Expecto Patronum! —gritó JiSung—. ¡Expecto Patronum! ¡Expecto...!

«El recuerdo. El recuerdo. El recuerdo...»

Pero JiSung se bloqueó por completo. Ya no había imágenes en su cabeza o sentimientos que pudiesen priorizar su felicidad. JiSung solo sostuvo, de forma pegada, su varita en alto hacia el Dementor que, poco a poco, se acercaba a él.

De pronto, JiSung no tenía más recuerdos.

¡Riddikulo!

El Dementor tomó forma de Steve Carrell disfrazado del traje de carne de Lady Gaga, y rápidamente fue escondido en la caja.

JiSung no sabía qué había sido más bizarro, pero sus piernas flaquearon y terminó por sentarse en el suelo.

—¡Ese no es un Dementor real! —acusó JiSung—. ¡Es un Boggart!

—¿Qué? ¿Crees que venden Dementores de bolsillo? —interrogó Cohan, antes de acercarse a él—. ¿Cómo te sientes?

«¿Cómo mierda MinHo pudo hacer esto tan fácil?», se preguntó JiSung, mientras asentía. No obstante, su cabello negro lo delataba. Cohan se hincó a su lado y le tendió una rana de chocolate, la cual JiSung aceptó a penas.

—¿Otro intento? —ofreció JiSung, con la boca llena.

—Si así lo deseas, pero no sé si Madame Pomfrey me quiera por drenarle la energía a un alumno —admitió Cohan. Cuando él se levantó, le tendió la mano a JiSung, pero él la rechazó y se alzó por su propia cuenta; gracias al cansancio, JiSung se tambaleó un poco.

—Tal vez no funciona porque soy anémico —opinó JiSung.

—Anémico- ¿De anemia?

—No, aneurisma- claro que de anemia, profesor —espetó. JiSung enseguida se mordió la lengua ante la respuesta y entonación soez—. Lo siento, yo no-

—Tienes graves problemas con la autoridad, ¿eh? —interrogó Cohan, sin cambiar su semblante—, no pasas desapercibido. ¿Por qué?

«¿Y a usted qué?» JiSung prefirió ahorrar la discusión para preparar su varita en su mano.

—¿Podemos hacer otra, profesor?

—Que no me llames profesor, JiSung. Es vomitivo.

Cohan se ganó de nuevo al otro lado de la mesa del profesor Binns y alzó la tapa de la caja. JiSung no pudo preparar su recuerdo cuando el Dementor volvió a brotar desde ahí, con la misma fuerza que la primera vez.

«¡Mierda!»

Enseguida pensó en el recuerdo de cuando llegó el profesor Callaghan a los suburbios, en el momento que él tenía once años y vivía con Leela. El terror inicial de ver a un hombre con cabellos coloridos que irrumpió en la casa hasta la forma fascinante de ver que sus cambios corporales no era algo extraño- en cambio, lo hicieron ver como algo fantástico. El cómo le entregó la carta, habló con Leela, y lo llevó al Callejón Diagon a comprar sus cosas de segunda mano; adquirir su varita y un uniforme escolar.

—A mi me expulsaron de mi otra escuela —el pequeño JiSung de once años le había contado al profesor Callaghan, mientras andaban ambos del brazo—. Estoy emocionado de poder volver a estudiar.

El profesor Callaghan, con su deslumbrante cabello verde menta mezclado de celeste, palmeó con afecto la mano con la que JiSung lo agarraba mientras reía de forma cantarina.

—Ya verás, Han, que serás el mejor de tu generación.

Y, una vez más, de su varita no brotó nada.

Absolutamente nada.

El Dementor volvió a convertirse en Steve Carrel, y sus piernas flaquearon. Cayó de rodillas al mismo tiempo que Cohan guardaba al Dementor en la caja.

—¿Por qué...? —preguntó JiSung, boquiabierto—. ¿Tan malo soy?

—No puedes exigirte lograrlo al segundo intento —dijo Cohan. Regresó hacia JiSung y le tendió otra rana de chocolate—. Es magia avanzada-

—Estuvimos el ciclo pasado practicando el encantamiento, y no salió nada. Ni una chispa. Yo no siento que soy una persona tan triste. ¿Por qué-

Ah- vamos, no te perturbes por eso ahora —consoló—, como las habilidades, no todos los encantamientos-

—Tengo una amiga: Mina, ella ganó la copa de fútbol aquí en Hogwarts —contó JiSung—, y ese mero sentimiento de felicidad hizo que fuera de las primeras en poder convocar el jodido encantamiento. ¡Solo porque ganó un torneo de fútbol!

—¿Hay torneos de fútbol?

—Ella lo organizó —murmuró—. Pero yo..., yo me bloqueo a la mitad del recuerdo.

—¿Bloqueas?

—Es como si chocara con un muro. Tengo el recuerdo, tengo la felicidad, pero no tengo nada...

JiSung no quería dar pena, aun cuando su profesor menos favorito estaba a su lado. Le gustaría estar con el profesor Callaghan en ese instante.

—¿Puedo intentarlo una vez más? —pidió JiSung.

—¿Y tenerte todo desmayado en el aula? —Cohan rio sin gracia—, es mejor que te vayas a tomar desayuno o a dormir un rato. Ya es demasiada la energía que gastaste.

—Puedo hacerlo una vez más-

—No eres un buen mago como para hacerlo tantas veces —atajó él. De nuevo, Cohan le tendió la mano a JiSung, pero él se volvió a levantar solo—. Vete a desayunar, mejor.

Cuando JiSung quiso discutir a viva voz la frase de Cohan, alguien golpeó la puerta. Cohan le indicó que mantuviera el silencio mientras se acercaba a la puerta y, tras abrirla, una deslumbrante snitch dorada atravesó al aula hasta chocar con al frente de JiSung.

—¡Ay!

¡Rápido, hombre! —retumbó la emocionada voz de HyunJin—. Felix se ha arrepentido, pero Mina lo está arrastrando a que ponga su nombre. ¡Apresúrate!

JiSung tomó la snitch y la guardó en su bolsillo. —Me tengo que ir.

—¿Tus amigos se inscribirán en el Torneo? —preguntó Cohan.

Ajá.

—¿Y qué hay de ti?

—Mi inteligencia va más allá del Torneo, Cohan —bromeó sin ganas, y se apresuró en salir del aula.

Durante el transcurso de los días desde que las escuelas de Durmstrang y Beauxbatons llegaron a la escuela y el Cáliz de Fuego fue colocado en la recepción de la escuela, todo ha sido bullicioso, festejo y desordenado.

Los estudiantes de las escuelas extranjeras se paseaban con cautelas por los pasillos, e incluso JiSung pudo presenciar el momento exacto de dos alumnas de Beauxbatons asustándose cuando conocieron al fantasma de Sir Nicolas Casi-Decapitado. También se había topado a un grupo de estudiantes de Durmstrang hablando con un cuadro que parecía tener parentesco con el fundador de la escuela, lo que hacía su interacción divertida.

Por otra parte, los alumnos de Hogwarts eran los más encantados con los nuevos alumnos. MinHo y Kim MinJu se habían encargado de guiarlos y aconsejar su supervivencia en el castillo. JiSung no había tenido la oportunidad para hablar con MinHo, pero creía que no era fácil tener que organizar su tiempo para ser guía turístico de más adolescentes.

Como los otros días, la recepción de la escuela estaba atiborrada de estudiantes. No todos se inscribían, pero estaban fascinados por la llama azul que brotaba sobre ella y la gran magia que emanaba ante cada nombre que se colocaba. Al llegar, se topó a Mina jalando a Felix hacia el cáliz.

—¿Quién más se ha inscrito? —preguntó JiSung tras unirse a HyunJin y SeungMin.

—Todo Durmstrang —contestó SeungMin—. Y un par de Beauxbatons. Con parafernalia, incluido.

—También la novia de SeungMin —bromeó HyunJin.

—¿La veela?

—He hablado con ella dos veces. Dos. Two —enfatizó SeungMin, hartado de que HyunJin se burlara de él—. No puedes molestarme con una chica solo porque he hablado DOS veces con ella.

—¿Y cómo se llama? —preguntó JiSung.

—Nadine Delagé —respondió HyunJin con un exagerado acento francés—. De París.

En eso, ChangBin se les unió. Parecía un poco nervioso por la forma en la que limpiaba sus manos en sus pantalones.

—¿Tú por qué estás nervioso? —le preguntó SeungMin. JiSung pudo jurar encontrar un deje de incomodidad en sus ganas de interactuar con él.

—Quiero inscribirme, pero no me atrevo —admitió ChangBin.

—¿Ya tienes diecisiete? —JiSung rodeó a ChangBin con sus brazos y se apoyó en su hombro—. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—Agosto.

—Si quieres, podemos empujarte como Mina lo hace con Felix —ideó HyunJin.

Felix y Mina estaban haciendo un papelón en ese instante. Los estudiantes tomaban una distancia considerable del Cáliz, lo que permitió que se pudiera ver como escenario a Mina empujar a Felix hacia el Cáliz, ambos con sus nombres escritos en un pergamino.

—Las estrellas dicen que me voy a morir si me inscribo, Mina —se resistía Felix.

—Las estrellas dicen también que eres un idiota y no te lo estás tomando muy en serio —discutió ella, mientras lo empujaba desde su espalda.

—¡Cruel!

—Llevan quince minutos —comentó HyunJin.

Sin embargo, Felix y Mina dejaron de forcejear cuando Bang Chan se abrió paso entre ellos para ir hacia el Cáliz. JiSung quiso no darle mucha importancia, pero fue hipnotizante su andar seguro hasta la copa; sacó del bolsillo de su pantalón su pergamino enrollado y lo lanzó hacia la flema azul. La llama se elevó un poco.

Woah... —exclamaron los estudiantes.

—Eso fue dramático —apuntó JiSung.

Felix y Mina compartieron una mirada, y Chan les hizo un ademán con su cabeza. Ambos fueron rápidamente hacia la copa y tiraron sus nombres ahí.

—¡Bien, bien! —Felix y Mina se acercaron al grupo, al igual que Chan—. No hay por qué arrepentirme. No creo que salga mi nombre. Sería de muy mala suerte, ¿no?

—Nosotros tenemos mala suerte, supéralo —recriminó HyunJin, mientras sacudía el cabello de Felix con afecto.

JiSung vio a ChangBin por un instante mirar el pergamino con su nombre y, decido, lo rompió.

—¡¿Por qué?! —exclamó el grupo.

—No me atrevo. ¿Qué pasa si sale mi nombre? —consultó, horrorizado—. O sea, tendría que participar en el torneo, ¿no? Eso es terrorífico. Prefiero quedarme en zona segura.

—Como siempre —JiSung escuchó a Felix murmurar, aunque no creyó que alguien más lo hizo.

Por un momento, JiSung se preguntó si MinHo se inscribiría en el torneo. Lo dudaba, en verdad, gracias a sus dolores crónicos y el gran desinterés que MinHo tenía con las cosas del Mundo Mágico; tal vez sus padres lo presionarían, pero no lo veía capaz.

En un momento, JeongIn y Yuna llegaron junto a ellos con pequeñas risillas, parecieran querer hacer una travesura.

—¿Y ustedes qué? —preguntó SeungMin enseguida, usando su rol de prefecto. Chan, a su lado, también se colocó recto.

—Nos tomamos la poción —informó JeongIn.

—¿Qué poción? —consultó JiSung.

—La poción envejecedora, cabeza de habano —Yuna le respondió, voraz.

—Solo necesitamos envejecer un año y seis meses —dijo JeongIn—, y Jeon Woong nos dio una poción para envejecer un poco.

—¿Jeon Woong? —interrogó Chan—. ¿Mi amigo? ¿El idiota que fue vetado de la clase de Pociones?

—¡El mismo! —contestaron los dos menores.

—Son idiotas —suspiró Chan, exasperado, hacia el grupo.

—¿En serio creen que van a confundir a un cáliz milenario? —JiSung consultó con burla en su voz—, e incluso a Dumbledore. Ustedes son unos niños.

JeongIn y Yuna no le hicieron caso.

El grupo solo se apartó y vio a JeongIn caminar con Yuna hacia el Cáliz de Fuego y, al mismo tiempo, lanzar el pergamino con sus nombres al interior. Sin embargo, se escuchó un chisporroteo dentro del cáliz, y ambos fueron expulsados a una distancia de la copa como si fueran empujados por un gran troll. Todos los estudiantes que veían la copa se fijaron en los dos chicos y, bajo un pequeño sonido, tanto JeongIn como Shin Yuna envejecieron al instante, al mismo tiempo que el cáliz escupía sus nombres del interior.

Todos estallaron en carcajadas, incluso JeongIn y Yuna, quienes se apuntaban al otro al ver sus ancianos rostros.

—Ay- ay- ay... —JeongIn se sobó su espalda y le pidió la mano a uno de los alumnos—, ayuden a levantarse este indefenso viejito.

—Ah~, abuelo, no des tanta pena —le dijo Yuna. Su voz también había cambiado a uno de una vieja; su cabello rubio artificial se irrumpió en grandes canas, y sus rodillas flaquearon al instante que se paró—. Me duele todo...

JeongIn tenía una extensa barba, y su columna se había inclinado hacia adelante. Él solamente se sobó su trasero por el golpe.

—Se los dije. —Detrás del gran grupo de alumnos, el profesor Dumbledore veía con ojos brillantes a los dos menores. —No soy solo yo el que no permite a menores de edad. Les sugiero que vayan donde la señorita Pomfrey para que los desencante, o pueden ir a dar una vuelta a los terrenos de Hogwarts.

JeongIn, tiritón, le ofreció su brazo a Yuna, ella lo aceptó, y ambos salieron de la recepción hacia el jardín de Hogwarts.

—El clima está lindo para dar un paseo —comentó JeongIn.

—Me duelen las várices... —se quejó Yuna.

Los chicos se fueron con grandes carcajadas a sus espaldas, incluidas las del grupo.

Sin embargo, el buen ánimo se drenó de a poco de JiSung. Él aún dependía de un regalo para MinHo.

—No sé qué hacer —comentó él durante la tarde, mientras tomaban sol en el jardín de Hogwarts frente al Lago Negro. Su cabello mostraba el rubio ceniza del nerviosismo, y sacaba el césped con una mano mientras que con la otra ventilaba un pergamino para que se secara al tinta.

—MinHo es un simp. Puedes darle cualquier cosa y estará encantado —dijo Felix.

—¿Qué es un simp? —preguntó HyunJin

.—Lo que es JiSung con MinHo, también.

—Lindo.

—A mí me gustaría que me regalaran algo hecho a mano —comentó Mina al aire—. Es un lindo detalle.

HyunJin tomó en consideración la indirecta, pero una duda apareció en su cabeza.

—¿Cuándo es tu cumpleaños?

El rostro de Mina se congeló, y los otros chicos solo pudieron emitir un pequeño «uh...». Mina, ofendida, colocó una mano en su cintura y con la otra lo apuntó.

—Ocho meses de relación no fueron nada para ti, tal parece —vociferó, enojada—, pero seguro sí te sabes el cumpleaños de Nadine Delagé —espetó, antes de irse de ahí.

—Ah- ¡¿Qué?! —HyunJin fue tras ella—. ¡¿Qué tiene que ver ella en el asunto?!

Sin embargo, a costa de la relación de HyunJin y Mina, la bombilla de ideas en la cabeza de JiSung se encendió al considerar que, tal vez, algo hecho a mano sí sería lindo para MinHo. Algo que no levantara sospechas y no delatara que fue él.

Tomó a Felix del brazo, y le preguntó:

—¿Qué hay de brownies?

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Octubre 25, martes en la mañana

—¡¿Qué hora es?!

JiSung sintió cómo una gallina volaba de su cabeza al mismo tiempo que el temporizador de la cocina de leña sonaba.

—¡Se van a quemar los brownies! —Felix chilló. Saló tres cajas cargadas de botellas de leche y fue directo al horno. Por su parte, SeungMin ni siquiera se había levantado de las grandes bolsas de arroz, demasiado cómodo como para apartar sus ojos de su lectura.

HyunJin se incorporó, pero su frente chocó con un palo de la mesa. Arriba de él, los elfos domésticos terminaban de preparar el desayuno- todo listo para ser teletransportado al piso de arriba al Gran Comedor.

JiSung, con pereza, se levantó de las cajas de verdura para saltarlas e ir hacia su propio horno. Aún le quedaba un par de minutos para que sus propios brownies se cocinaran, pero pareciera de que los brownies de Felix se habían quemado un poco porque agitaba con un paño de cocina el poco humo que salía de ahí.

Ow, se me quemaron —se quejó Felix, tras colocar los brownies sobre la mesa.

En eso, uno de los elfos domésticos aliados de los chicos: Darky, apareció con una taza de café caliente con leche junto a SeungMin; él la tomó y la agradeció.

JiSung tenía pereza. Los cuatro bajaron a las cinco de la mañana a las cocinas de Hogwarts para poder preparar algo para MinHo; quien en realidad solo era JiSung, ya que los otros chicos no tenían intenciones de hacerlo. Felix quiso seguir el curso de Kai como vendedor de brownies para poder hacer regalos para navidad y, con esa motivación, han estado cocinando toda la mañana.

Ahora, era cerca de las ocho. El desayuno sería servido, y JiSung necesitaba encontrar el tiempo perfecto para poder saludar a MinHo.

—Creo que, si no duermo esta noche, estaré al corriente con Alquimia —informó SeungMin, mientras se estiraba desde las bolsas de arroz—. Optimismo, optimismo.

—Darky cree que deberían de tomarse un descanso del estudio —opinó la elfina.

—Gracias por el desayuno.

—¿Creen que a MinHo le guste los brownies? —consultó JiSung.

—No sé. Yo solo espero que le haya gustado nuestro regalo —dijo HyunJin—, aunque... ugh- no deberíamos de por qué mandarle uno.

—Es nuestro novio —replicó Felix, mientras continuaba con el paño sobre los brownies.

El horno de JiSung sonó y sacó sus brownies. A diferencia de los de Felix, ellos no se encontraban quemados. Sintió un poco de éxito al reconocerlo.

Sin embargo, al momento de darle una mascada, lo escupió al instante.

—¡¿Por qué sabe tan mal?! —lloriqueó JiSung, con su cabello azul.

—Porque no tienes habilidades para la cocina —criticó HyunJin—. A ver... —Se aproximó hacia el brownie que JiSung había mascado para también darle una, pero al mero contacto de su lengua con el chocolate, escupió enseguida. —¡¿Cómo estropeas el chocolate?!

—¡No sé!

—Los brownies de Felix están ricos —comentó SeungMin, con la boca llena de un pedazo.

Felix lo miró, cansado. —Ah- no te los comas...

—¡Por favor! —JiSung abrazó a Felix por los hombros y lo sacudió—. ¡No puedo darle brownies malos a MinHo! ¡De por sí no me quiere mucho! ¡No puedo darle ganas para que me termine!

—¿Quién mierda te puso esas ideas en la cabeza? —preguntó SeungMin.

—Lo vi salir con SooJin el sábado.

—Ja —rio HyunJin.

JiSung le dio un golpe, pero rápidamente abrazó a Felix.

—No, JiSung —decretó Felix—. MinHo querrá tus brownies malos. Así de estúpido te hace el amor.

—¡Felix~!

—Que no. —Felix se zafó de JiSung y lo apuntó con el dedo. —Y si crees que por unos brownies él te terminará, replantéate tu relación.

—¡Uuuhhh! —chillaron SeungMin y HyunJin a la par, mientras JiSung solamente le daba una atónita mirada a Felix.

Para cuando la campana sonó, los elfos teletransportaron toda la comida hacia el Gran Comedor, dejando solo los brownies de JiSung y Felix arriba de la mesa. JiSung, con un puchero en sus labios, se dispuso a cambiar de color su uniforme a uno de Slytherin mientras cambiaba su rostro al de algún estudiante que nadie conociera- ensanchando su nariz, engruesando su mandíbula y aumentando su tamaño. Sus amigos lo vieron horrorizado, pero JiSung solo podía sentirse orgulloso con su propia capacidad de metamorfosis.

—Eres jodidamente tétrico —comentó HyunJin.

—Hablando de tetricidad, ¿solucionaste tu problema con Mina? —preguntó SeungMin.

—¡No tenemos ningún problema! —exclamó—, es solo que ella está celosa porque es otra veela la que está en la escuela- una veela completa, ya saben, el ¾ que a mí me falta para serlo.

—Creo que le enfurece más que no le quites los ojos de encima —opinó Felix.

—¡Es una veela! De partida, a mí nadie me quita los ojos de encima y eso que tengo ascendencia de una. Y SeungMin se ha pasado hablando de ella, también.

—¡¡¡Dos veces!!! —insistió SeungMin.

Mientras discutían, JiSung cambió sutilmente los platos de brownies. Dejó el pote de vidrio suyo en la mesa y tomó el plato de Felix, los cuales ya estaban cortados, y los escondió debajo de un paño de cocina.

—Bueno, yo me largo —se despidió JiSung—. ¡Iré a alimentar a mi hombre!

Una vez que JiSung se fue, los tres chicos colocaron sus ojos en blanco.

—Es tan arrastrado —opinó HyunJin.

—Pero es lindo —dijo Felix. SeungMin estiró su mano para sacar otro pedazo de brownie, pero Felix le golpeó la mano—. No te comas más, por favor.

—Están ricos —se excusó SeungMin.

—Kai me dio un poco de lo suyo para hacerlo, y tú sabes cómo funciona eso —acusó.

—Ya comí uno —SeungMin se encogió de hombros—, otro no me hará daño.

SeungMin le dio una mascada al brownie, y rápidamente lo escupió. —Está asqueroso.

Los tres chicos callaron al instante, compartieron una mirada y, de a poco, comenzaron a reír drásticamente, a tal punto que un elfo doméstico tuvo que preguntarles qué pasaba.

━━━━━★. *・。゚✧⁺

«Que alguien me mate».

MinHo jamás pensó que séptimo año sería tan desafiante y difícil. Sus clases acumulaban con intensidad tareas y materiales de estudio, y para mantenerse en el primer lugar académico de su generación debía de trabajar el triple.

Estar con el grupo de YeonJun también era desgastante, sumado con la cantidad de conversaciones ofensivas que hacía a MinHo querer vomitar en cada instante.

Además, la carga de Premio Anual y lidiar no solo con los estudiantes de primero sino con los alumnos extranjeros solo hacía que se volviera loco con la gran cantidad de responsabilidades. Incluso tuvo una instancia donde una alumna de Durmstrang se le había a acercado y MinHo le había farfullado algo sobre la clase de Encantamientos. Estaba perdiendo la cabeza.

Por eso, cuando despertó esa mañana con la alarma de su reloj de mesa de noche, a las seis de la mañana exactamente, quiso llorar un poco.

Sus compañeros seguían durmiendo. MinHo no quería molestarlos, por lo que se baño y se vistió en silencio, y salió hacia su sala común para avanzar con sus deberes. Tendría la mayoría de la mañana libre, y podría saltarse el desayuno sin mucho remordimiento.

Y, si tenía un poco de suerte, podría ver a JiSung.

En la sala común realizó sus deberes, y cerca de las ocho él regresó a su dormitorio para prepararse para las clases. JuYeon y SeongHwa aprovecharon para desearle un feliz cumpleaños antes de irse, cosa que MinHo agradeció con un ademán en la cabeza. A los pies de su cama había solamente dos regalos: uno por parte de ChangBin, que era una tarjeta con un libro de Estudios Ancestrales que alguna vez le mencionó en sus cartas durante las vacaciones de verano, y un nuevo juego de plumas y tinte por parte de sus padres.

"MinHo:

Espero que disfrutes de este regalo que te ha dado tu abuelo.

Te invitamos cenar con nosotros, solo tienes que usar la red flú del profesor Slughorn.

Con cariño, papá."

MinHo suspiró a su pésame. Lo último que le faltaba.

Una vez que salió de las mazmorras, caminó con su vista pegada al libro de ChangBin con real curiosidad. Era un buen regalo, sinceramente, y aunque no desviaba la tristeza de no haber recibido nada por parte de JiSung, se conformó con aquello a sabiendas de que ChangBin no podía desearle un feliz cumpleaños normal.

No obstante, al doblar una de las esquinas del pasillo, una pequeña lechuza de color blanco con negro le rodeó la cabeza. Esta cargaba un pequeño saco en sus patas, y supo que era para él cuando la lechuza empezó a revolcarse sobre su cabello.

—¡Déjame, bicho! —espantó.

La lechuza golpeó su rostro con el saco, y MinHo terminó por desanudarlo. Al abrirlo, notó seis pequeñas bolitas platinadas junto con una nota doblada. Una risa se atragantó en su garganta tras darse cuenta de eso.

Te entregamos este pequeño regalo como la experiencia de ser el primero en usar las denominadas Merodeadoras. Úsalas con sabiduría.

Pd: la lechuza no es JiSung.

Firman:

Los Merodeadores

—¿Merodeadores? —MinHo habló, y miró a la lechuza que se había posado en su hombro para también leer la nota—. ¿No encontraron un apodo menos nerd?

De todas formas, MinHo miró las pequeñas bolitas. Lucían eficientes, por lo que lo guardó en el bolsillo de su túnica y, con la lechuza volando hacia el otro lado, continuó con su trayecto al Gran Comedor.

YeonJun, Kevin y SunWoo le desearon un feliz cumpleaños, pero MinHo no quería llamar la atención y mucho menos que se centraran en eso. SooJin también lo hizo, con un sonoro beso en la mejilla y con una tarta de regalo (mientras lucía vanidosamente los artes que MinHo le había comprad). Y, sorpresivamente, Kim MinJu le dio un nuevo estuche de cuerina que era demasiado elegante para su gusto.

Cuando comenzó la primera clase, MinHo se dirigió a la biblioteca para estudiar. En su trayecto, volvió a ser interceptado sorpresivamente por Bang Chan.

—¿Por qué me hablas en público? —preguntó MinHo, en el momento que Chan lo agarró del brazo.

—Porque Lucas escuchó que hoy es tu cumpleaños —Chan dijo de mala gana. Entonces, le tendió una rana de chocolate—, me dijo que te lo entregara.

MinHo se sintió raro. Apenas interactuó con Lucas durante las vacaciones de verano, y las semanas en Hogwarts solo han sido más que saludos cordiales e indicaciones que MinHo entregaba genéricamente a los de primer año. De todas formas, tomó la rana, agradeció, y retomó su camino a la biblioteca.

Al llegar ahí, se ubicó en la mesa más lejana para no ser interceptado por nadie. Abrió su extenso pergamino y comenzó a hacer resumen de la materia de Estudios Ancestrales- todo con su mente concentrada a tal punto que olvidó por un instante que se encontraba en Hogwarts y, al ver a alguien sentarse a su lado, pegó un grito.

—Merlín, ¿qué demonios?

MinHo miró al chico. No lo conocía de nada. Pero al ver una bandeja entre sus manos y el Mapa del Merodeador bajo el brazo, bajó los hombros.

—Dime algo que sepa que eres tú, por favor —pidió MinHo, mientras regresaba su vista al pergamino.

—Mi lobito lindo~

—Eres vomitivo. Cámbiate la cara.

JiSung hizo caso, y le fue raro a MinHo verlo con el uniforme de Slytherin; no era mucha molestia, en realidad, pero prefería verlo con el suyo puesto. JiSung desplazó la bandeja hacia MinHo, chocando con su material de estudio, y quitó el paño de cocina con un «tah dah» para mostrar cuadrados de brownies.

—Feliz cumpleaños, cariño —canturreó él.

MinHo sostuvo la mirada por un instante en el plato de brownies y luego en JiSung. Nadie podía verlos en la posición en la que estaban, pero no quería arriesgarse, así que bajó su mano y acarició el muslo de JiSung por debajo.

—Gracias —dijo, monótono.

—Incluso mis calzoncillos tienen más emotividad que eso —criticó.

—Sabes que no me gusta mi cumpleaños.

—¿Tus padres te invitaron a cenar?

Yep.

Yikes. Prueba uno.

MinHo hizo caso. Tomó un cuadrado y le dio una mascada. El fuerte sabor a chocolate le encantó enseguida, lo que le hizo comerla de una mascada.

—Está delicioso —halagó MinHo con la boca llena—, no sabía que tenías habilidades para la cocina.

—Hay cosas que no sabes de mí... —dijo, modesto. Su cabello se tornó violeta.

MinHo sonrió un poco, y quiso probar otro brownie. Compartió uno con JiSung y se dispuso a seguir estudiando, pero los ojos de JiSung le calaban la mejilla.

—¿Qué?

—¿No tienes algo que decirme? —preguntó JiSung.

Por un instante, MinHo no supo a qué se refería, y comenzó a repasar una lista de acciones que él ha hecho y ha no-hecho con él. No se veían desde que los alumnos extranjeros habían llegado a la escuela, lo que significaba...

—Ah —recordó—, hice las paces con SooJin.

—Te vi con ella en Hogsmeade.

—Creo que deberíamos eliminar esa mala costumbre.

—MinHo.

—Hice las paces con SooJin —repitió MinHo—, recuerda que ella- ella sabe sobre que yo los traicioné, y ahora me tiene comprándole joyería y..., no sé, probablemente juegue a ser mi novia.

—No estoy de acuerdo —opinó JiSung, mientras se recostaba sobre la mesa.

—Puedo decirle que estoy en una relación contigo.

—No seas manipulador.

—Lo digo en serio —insistió—. Puedo decirle, pero ella continuará aparentando (y si es lo suficientemente inmadura, probablemente te molestará a propósito). Necesito tenerla de aliada más que de enemiga porque- bueno, ella sabe que yo no estoy con ellos.

JiSung hizo un puchero, pero su cabello no cambió el color. MinHo, al notarlo, revolvió su cabello con afecto.

—No te pongas celoso... —dijo con un volumen más bajo—. Ambos pasaremos un mal rato si te sientes así, JiSung. No tienes por qué estarlo.

—Ella te quiere, MinHo —explicó JiSung—, y lo suficiente como para no haber dicho nada todo este tiempo, ¿entiendes eso? ¿Qué tal si...?

—¿Que tal qué?

MinHo notó el cambio de color en el pelo de JiSung: rosa. JiSung estaba teniendo vergüenza incluso de sus propios pensamientos en ese instante.

—Ella es linda... —terminó por decir JiSung, con su cara escondida entre sus brazos.

MinHo tuvo que resistir el impulso de colocar sus ojos en blanco.

—A mi no me gusta la gente porque es linda —explicó MinHo—, a mi no me gusta la gente que no eres tú, ¿entiendes? Me tienes tomado, JiSung, así que, no pienses que solo porque una chica linda bata sus pestañas hacia mí significa que yo caeré por ella. Así no funciona el mundo.

—¿Cómo puedes decir algo tan lindo con un tono tan desinteresado? —preguntó JiSung.

—Porque quieres que te diga mis sentimientos, cuando el cumpleañero soy yo —MinHo se encogió de hombros y volvió a hacer su resumen en el pergamino—, eres tú quien debe declararme sus sentimientos.

Drásticamente, JiSung se puso recto. Con convicción, se giró por completo para que su cuerpo mirase a MinHo; hizo puño sus manos y su cabello se tornó de un fuerte violeta.

—Lee MinHo... —comenzó—, yo..., yo...

MinHo esperó pacientemente a que JiSung terminara la frase, pero él simplemente no podía. JiSung abría y cerraba la boca para continuar, pero solo hizo que, con frustración, golpeara su frente con la mesa. La espontaneidad del acto asustó a MinHo, y tuvo que taparse el rostro para no estallar en carcajadas.

—Eres un ridículo de primera —dijo MinHo—. Deberías transformarte en payaso para ser más representativo.

—Tengo un problema con las palabras —lamentó JiSung.

—Lo noté.

La hora de la maña transcurrió entre una sesión de estudio descuidada y brownies en sus intestinos. Solo bastó para que fueran las diez de la mañana para que MinHo intentara empapar la punta de su pluma en el tinte pero terminara volcándola sobre la mesa.

—¡Carajo! —exclamó MinHo—, mis apuntes.

JiSung, agraciado, intentó limpiarlo con la manga de la camisa, pero esto solo hizo que se esparciera más y quedara manchado. JiSung encontró divertida la situación; se la mostró a MinHo y él, al notarlo, también comenzó a reír.

Alguien chistó en la biblioteca, lo que hizo que ambos se chistaran al otro.

—Oh, esto es terrible —dijo JiSung, mientras veía su manga manchada—. ¿Crees que esto se salga?

—Dependiendo de qué tanto es...

—¿Tanto es qué?

MinHo le miró y sonrió. —No sé...

JiSung le mostró la manga, y MinHo se acercó a ella con lentitud. JiSung manchó la mejilla de MinHo y él, ofendido, mojó sus dedos con la tinta y pintó parte del rostro de JiSung.

—No de nuevo... —pidió JiSung.

Sin embargo, ambos rieron a carcajadas. Alguien volvió a chistar.

—Verdad que no nos pueden ver... —dijo MinHo, mientras se tapaba la boca—, ¿nos escondemos debajo de la mesa?

—Ah~

Ninguno de los dos medía si era una buena o mala idea, solamente se escondieron debajo de la mesa y se apegaron lo más que pudieron en el muro, donde, refugiados por las sillas, MinHo atrajo a JiSung por la corbata de Slytherin y le dio un profundo beso que desestabilizó a JiSung.

Un poco nervioso, JiSung colocó la mano en el estómago de MinHo. Hizo un poco de presión ahí al instante que volvió a devorar la boca de MinHo, con tanta fuerza que sintió cómo la mano de JiSung comenzó a bajar más.

—¿Chicos?

MinHo enseguida colocó una mano en la boca de JiSung, pero una risa se atragantó en su garganta, lo que hizo que JiSung también le tapara la boca.

HyunJin corrió las sillas y se hincó frente a ellos. Tras verlos, frunció el ceño.

—JiSung —le llamó HyunJin.

—¿Hm? —MinHo todavía no le sacaba la mano de la boca.

—Quita tu mano de su entrepierna.

JiSung y MinHo compartieron una mirada antes de reventar en silenciosas carcajadas.

HyunJin, por su parte, solo pudo colocar los ojos en blanco. Aunque la pareja creyera que era cerca de las diez de la mañana, en realidad era la hora de almuerzo. Felix se había preocupado gracias a cómo SeungMin se había manifestado con el brownie de marihuana, así que los tres (o dos y medio) se dispusieron a buscarlos por toda la escuela.

Sin embargo, había algo bueno en ese momento: ver a MinHo en ese estado de vulnerabilidad solo servía a que HyunJin lo encontrara más y más humano. Y que, una vez que ambos salieron bajo la mesa y se volvieron a acomodar, pudo encontrar ligeramente adorable las intenciones de MinHo al querer limpiar la nariz de JiSung.

Solo un poco.

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Octubre 31, en la cena

El banquete de Halloween jamás se había sentido tan extenso y ansioso como esa noche. Incluso, para generar la presión, Dumbledore había movido el Cáliz desde la recepción hacia el centro del Gran Comedor, donde todas las escuelas cenaban mientras le daban miradas a la gran copa.

La situación era extraña, desde el punto de vista objetivo. Kim MinJu había usado su facultad como Premio Anual para realizar un concurso de disfraces, lo que hizo que gran parte de la población de estudiantes, incluso de Durmstrang y Beauxbatons (para sorpresa de JiSung) llegaran con disfraces improvisados. La única persona que se consideraba objetivamente capaz de ganar era JiSung, quien usó su capacidad para ser Lady Gaga.

Felix, disfrazado de Owen Wilson, murmuraba maldiciones entre sus dientes, arrepentido de su decisión; a su lado, Mina disfrazada de Kiki de Kiki: entregas a domicilio, le intentaba convencer que era una buena idea lo que habían hecho. Frente a ellos, HyunJin bebía una taza de té despreocupado, disfrazado de vampiro mientras que SeungMin, a su lado, solo usaba unas antenas para simular un alien.

—¿MinHo sigue sin hablarte? —preguntó HyunJin al otro lado de la mesa a JiSung.

JiSung (con la sonrisa de Lady Gaga) asintió sin pésame alguno. —Me dijo que su cena con sus padres estuvo desastrosa, y terminó conmigo.

—Bromeas.

—Yo lo veía muy serio, pero como sigue dándome esas miradas- ah —suspiró melodramáticamente, mientras el cabello rubio se tornaba berenjena—, yo no puedo evitar enamorarme más.

HyunJin y SeungMin se giraron sobre sus hombros para mirar a MinHo en la mesa de Slytherin. Él, desde ahí, veían cómo YeonJun y un chico de Durmstrang le hablaban, pero MinHo solo tenía sus ojos de furia enterrados en JiSung, con una ligera nube arriba de él que hacía nevar. Los tres chicos solo rieron.

Para cuando la cena terminó, los platos fueron recogidos. Hubo un alboroto en el Gran Comedor casi al instante que Dumbledore se colocó de pie para ganarse junto al gran Cáliz. Desde sus asientos, el profesor Karkarov y Madame Maxime lucían igual de expectantes que los estudiantes. Hwang HyunSan estaba dando un autógrafo a Bang Lucas y se sacaba una fotografía con otro alumno de primer año. Y el Ministro DeLuca, por su parte, estaba sentado igual de emocionado.

—Bien, el cáliz ha preparado su decisión —anunció el profesor Dumbledore—. Cuando se pronuncie el nombre del campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores, y entre en la sala de al lado donde recibirá las primeras instrucciones.

Con un movimiento de manos hizo que todas las velas del Gran Comedor se apagaran, seguido por un murmullo de emoción por parte de los alumnos. La llama del cáliz era la única iluminación en el lugar, con un fulgor azul que hacía un poco de daño a los ojos a la hora de mirarlo.

De pronto, las llamas se volvieron rojas. Una lengua de fuego azotó a su alrededor y lanzó un trozo de pergamino quemado. La sala ahogó un grito, y en seguida el chisteo masivo se hizo presente cuando Dumbledore leyó el pergamino.

—La campeona de Durmstrang —leyó en voz alta—, será Victoria Krum.

—¡Ah, puta mierda! —exclamó HyunJin a la par de una cantidad de aplausos y vítores inundaban el lugar. La emoción había sido lo suficientemente fuerte como para que nadie escuchara a HyunJin maldecir.

—¿Quién es? —preguntó SeungMin, al notar una gran cantidad de personas gritar su nombre.

—Hija del jugador Viktor Krum —contó HyunJin.

Victoria, tan grande e imponente con su capa de piel y disfrazada de una Matryoshka, caminó con seguridad hacia Dumbledore, volverse a la derecha de la mesa de profesores y perderse por la puerta hacia la sala contigua. La expresión del profesor Karkarov no era la mejor, lo cual era sorprendente porque la hija de un milenario jugador fue nombrada campeona de su escuela.

Los aplausos de apoco se apagaron al igual que los comentarios, y las miradas cayeron de nuevo en las llamas del Cáliz. Este volvió a chasquear y un papel voló hacia la mano de Dumbledore.

—La campeona de Beauxbatons —anunció Dumbledore—. ¡Nadine Delagé!

Nadine se colocó de pie de forma elegante desde la mesa de Ravenclaw, sin disfraz, y se inclinó cordialmente con una sonrisa que dejó cautivado a muchos estudiantes. Algunos estudiantes de la escuela de Beauxbatons habían lanzado un sollozo de decepción, y otros simplemente vitoreaban en favor de Nadine.

Una vez que ella desapareció, el silencio se hizo más pesado. Todos expectantes a que se mencionara el campeón de Hogwarts.

Para cuando el papel flameante llegó a la mano de Dumbledore, él sonrió abiertamente.

—El campeón de Hogwarts —gritó—, ¡Christopher Bang!

Cada alumno de la casa de Gryffindor se alzó en victoria, gritando y pataleando de orgullo mientras que Chan (disfrazado de zombie) se abría paso entre la cantidad de abrazos y besos que le daban. Lucas voló sobre la mesa y se lanzó sobre los brazos de Chan, quien lo recibió con la misma felicidad y revolvió su cabello con afecto. Dumbledore tuvo que esperar a que los aplausos cesaran, los cuales demoraron un gran tramo de tiempo.

JiSung estaba contento al nivel que su cabello se tornó verde menta. Mina lanzó un triste suspiro de decepción mientras que Felix volvía a respirar con normalidad, aliviado. El campeón de Hogwarts no era ni más ni menos que el fantástico prefecto, ex capitán del equipo de Quidditch. JiSung giró su cabeza hacia la mesa de Slytherin y vio la gran cara de disgusto por parte de MinHo, lo que le hizo soltar una risa.

—¡Estupendo! —gritó Dumbledore—, le recordamos a los campeones que tienen todo el apoyo de sus escuelas respectivas y las compañeras, como también a ustedes que le den todo el apoyo a sus campeones. Al animarlos, podrán contribuir al...

El fuego del cáliz volvió a chasquear, y una extenso látigo de fuego azotó el techo hasta escupir un trozo de pergamino.

Dumbledore atrapó el papel. Lo extendió y leyó su nombre. La larga pausa de expectación e incertidumbre ahogó en el Gran Comedor.

—¿Qué pasó? —susurró JiSung.

—Creo que escupió otro nombre —dijo SeungMin.

—JiSung Han.

JiSung permaneció sentado, sin entender por qué Dumbledore lo había llamado en ese momento frente a todos en el Gran Comedor. El silencio que sucumbió a todos le hizo temblar.

HyunSan se levantó de la mesa de profesores y se acercó a Dumbledore a cuchichearle algo, pero el profesor Dumbledore no parecía querer escuchar.

—¡JiSung Han! —volvió a llamar.

De a poco JiSung dejó de ser Lady Gaga para ser él normal, pero su cabello estaba convertido en un fuerte verde que brillaba tras drenar el color de su piel.

—Qué mier... —JiSung ignoró la mirada de sus amigos para ver la MinHo, al otro lado del Gran Comedor. Sus ojos negros estaban fijos en él, y pareció modular un «¿qué?» que JiSung perfectamente podía corresponder porque- ¡¿Qué mierda?!

JiSung se colocó de pie. Sus tres amigos más Mina estaban boquiabiertos, y lo siguieron en el tortuoso viaje de andar solo por el Gran Comedor hasta llegar a la mesa de profesores. HyunSan negó incesantemente, y tanto la profesora McGonagall como la profesora Sprout tenían su cara seria. Incluso el profesor Cohan se atrevió a desviar la mirada de su libro para pegarla en JiSung. Él nunca había sentido el trayecto tan largo hacia alguna parte.

Cuando llegó a la habitación de al lado y la puerta fue cerrada a su espalda, hubo un estallido de gritos de confusión.

Oh dramático giro de los acontecimientos, JiSung participará en el torneo de los tres magos *gasp*

Muchas gracias por leer, saben que les amo.

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