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15. El Cáliz de Fuego

Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 15

El Cáliz de Fuego

Viernes 21, en la tarde

—¿No te parece un poco raro ese hombre? —preguntó JiSung, desde los puffs de la Sala de Menesteres—. Quiero decir- me humilla públicamente en una clase, y luego me hace practicar como maestro Pokémon.

—No sé si debas de pensarlo mucho. Él aclaró que no tenía intenciones de ser un profesor corriente —opinó MinHo. Él se encontraba comiendo una varita de regaliz mientras observaba funcionar el juego de pociones de SeungMin—. ¿Todavía no acaban con eso?

—Hacer bolitas de platino cuesta mucho trabajo —dijo JiSung—. Deberías ver la planta bajo la cama de HyunJin- solo sale y sale ramas con tubérculos.

El juego de pociones estaba funcionando con un caldero donde caían los residuos y un tubo de juego de química (que JiSung conocía) que servía para decantar y extraer el jugo mágico del tubérculo. MinHo no había admitido cuán sorprendido estaba por eso, pero JiSung podía escuchar el orgullo en su tono de voz.

—No quiero que me malentiendas, pero disfruto más las clases de Cohan que de Callaghan —continuó MinHo. Dio un mordisco a la varita de regaliz y se encaminó hacia JiSung para sentarse a su lado. JiSung ignoró el sonido de la cadera de MinHo—. Es demasiada la práctica a la que nos somete.

—Racista.

—Ah- idiota.

JiSung no se había dado el tiempo de pensar en esa comparación. Sí, era cierto que ambos profesores eran diferentes para su enseñanza: mientras que Callaghan era más instructivo y calmado, Cohan parecía estar desesperado con tener las varitas afuera y someter al resto a duelos duales. No es como si él quisiera admitirlo, pero aun con Cohan de clases JiSung extrañaba a Callaghan; podía cederlo a la magia del metamorfomago más que al docente en sí.

—Me pregunto cómo estará él... —se preguntó JiSung—. ¿Tú sabes algo?

—Mi abuelo cortó todo tipo de relación con la familia Stuart.

—No les daba buena fama.

—Exacto.

—¿Y las... ellas?

—¿Sus hijas? —consultó. JiSung asintió—. En Azkaban, junto a la que hizo el intento de magnicidio en el ministerio.

Le parecía raro que la mujer que había intentado atacar al ministro DeLuca podía compartir celda con Desmenia y Daremia; probablemente alguna de las tres se había vuelto loca y ha atacado indiscriminadamente a la otra.

—¿Crees que en algún momento pare esto? —consultó JiSung.

Fue terrorífica la forma en la que MinHo se tomó su tiempo para contestar; consideraba todas las ideas y futuros alternativos que habría de haber en ese instante como para que, después de que MinHo le tomara de la mano, le negara.

—A la gente le gusta lo que pasa ahora —dijo MinHo—. Si quisieran que acabara, ya se habría acabado.

JiSung le dio la razón, aunque no le enorgullecía. Se recostó más en el asiento y se apoyó en el pecho de MinHo para estar ahí un tiempo suficiente antes de que fueran las seis de la tarde.

No supo cuánto tiempo estuvieron ahí, pero lo suficiente como para que JiSung cayera en un rápido sueño; donde los gritos del Ministerio junto a la gente fallecida se mezclaban con el humo y el fuego de la casa Hwang, con las sonoras carcajadas de Desmenia y Daremia de fondo.

—Hm- uh... —A su lado, MinHo se removió, lo que hizo a JiSung despertarse. MinHo también se había quedado dormido, y la linda forma que tenía de pestañear para poder orientarse hizo que su cabello se tornara ligeramente violeta. —Va a sonar la campana.

—¿Cómo estás seguro de eso? —preguntó JiSung, en voz baja. Revisó el reloj de MinHo—. Ni siquiera van a ser las-

¡RIIING!

MinHo comprobó el reloj en su muñeca y lanzó una maldición con una entonación tan prolija que JiSung cargó una carcajada; él corrió desde la Sala de Menesteres para poder dar las últimas órdenes a los demás prefectos, mientras que JiSung se encaminó hacia su propia sala común de Hufflepuff para toparse a los estudiantes ordenados en filas correspondientes de cada año con uniformes tendidos y ordenados.

—Limpien sus hombros. Ordenen sus corbatas —pedía la profesora Sprout de un lado a otro—. Choi, colócate tus pantalones bien, por favor.

—Así es la moda, profesora.

La profesora Sprout paseaba de grupo en grupo ordenando y arreglándolos. HyunJin, por su parte, terminaba de anudarse su corbata mientras que Felix se abotonaba todo los botones de su camisa que lo dejó con el cuello estirado hacia arriba. Mina se sacaba rápidamente su maquillaje con una toallita húmeda para que no fuera regañada, y JiSung intentaba ocultar bajo su capa la camiseta de Quidditch de HyunJin.

Una vez que la profesora llegó con ellos, miró a los chicos y soltó un suspiro.

—Ni siquiera sé qué hacer con ustedes —murmuró ella, lamentada.

—Estamos decentes —se defendió HyunJin.

No lo suficiente. La profesora Sprout sacó una pequeña peineta del bolsillo de su capa y comenzó a peinar a los tres muchachos hacia atrás; sus frentes quedaron despejadas y su cabello aplastado por un espeso gel que ella guardaba en su bolsillo. El cabello de JiSung brillaba más que de costumbre.

—¡Ahora! —La profesora Sprout llamó la atención de todo los chicos de la casa—, ¡necesito que den una buena impresión a los recién llegados! ¡Sean amables, hospitalarios y buenos huéspedes! ¡Y recuerden: no tengan miedo en hablar con la gente!

Salieron con el grupo de primer año y los prefectos de la casa liderando la caminata a la par de la profesora Sprout, salieron de los grandes barriles y cruzaron los pasillos de Hogwarts. HyunJin saludó a un par de cuadros que también se arreglaban para la ocasión, y JiSung fue golpeado en la cabeza por una armadura mágica que intentaba colocarse aceite en sus axilas.

Llegaron hacia los bordes del castillo, con la vista impresionante del Bosque Prohibido, el Lago Negro y las colinas de Escocia. El sol bajaba desde el cielo para ocultarse en las colinas, con un bellísimo reflejo hacia el Lago Negro que dejó a JiSung encantado.

—¿Cómo creen que vendrán? ¿Volando? ¿Se aparecerán?—susurró Felix. Al ser de sexto año, se encontraban dentro del castillo, mientras que los estudiantes más jóvenes estaban en el patio junto a los prefectos. JiSung divisó a MinHo y a MinJu entregarle a los de primer año banderas pequeñas del color de cada casa; e incluso vio a MinHo darle los cinco a Bang Lucas sin remordimiento alguno.

—No se pueden Aparecer en los terrenos de Hogwarts —explicó JiSung—. ¿Nunca leíste Hogwarts: una historia?

—No, nerd.

—¡Si mal no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!

El grito de Dumbledore junto con la punta de su dedo indicando el cielo hizo que los estudiantes se apoyaran en los marcos de los ventanales ahuecados con impaciencia. Fueron varios los gritos de sorpresa que se expulsaron al divisar cómo sobre la copa de los árboles del Bosque Prohibido era rozado por una gran arquitectura voladora que era físicamente imposible que pudiese sostenerse en el aire. De color azul real, con techo de cristal (o diamante, la reflexión del sol lo hacía difícil de diferenciar) y tirado por más de una docena de caballos alados de un tamaño gigantesco.

Cayeron al patio con pesadez, casi aplastando a los estudiantes de primer año. JiSung dimensionó a los caballos tan grandes que superaban en altura a todos los estudiantes (e incluso a Hagrid, el guardabosques). En la puerta del gran carruaje se encontraba el escudo de la escuela, la cual se abrió sola para dejar ver a la mujer más alta que JiSung alguna vez presenció en su vida. Algunos incluso lanzaron gritos de impresión, y los de primer año solamente desencajaron sus mandíbulas con terror a ser pisados por ella.

El director Dumbledore comenzó a aplaudir ante la llegada , seguido por los estudiantes. La mujer, agraciada, saludó a los estudiantes con una sonrisa de amabilidad parecida a la de una persona famosa. Ella avanzó entre los estudiantes hasta llegar al gran arco de la entrada del castillo, donde tendió su gran mano hacia Dumbledore para que la besara.

—Mi querida Madame Maxime —expresó Dumbledore con felicidad—, bienvenida a Hogwarts.

Dumbledog —repuso ella—. Se ve sano.

—Estoy en mis años mozos —respondió con una sonrisa—, ¿cómo estuvo el viaje? ¿y sus estudiantes?

—Mis estudiantes...

Del carruaje, al esperarse, bajaron una gran cantidad de alumnos que no era medible como para caber ahí. Se veían grandes en edad, comparado con los estudiantes de Hogwarts. Se veía el frío en sus caras y sus cuerpos tiritaban por el frío de las seis de la tarde, ya que solo portaban una fina capa de seda como uniforme, y miraban el castillo de Hogwarts con aprensión.

—¿Llegó Kagkagov? —preguntó Madame Maxime a Dumbledore.

—En cualquier momento llegará. Vaya adentro con sus alumnos para que se calienten antes del Gran Banquete.

Allons-y —llamó Madame Maxime a sus estudiantes, casi pareciendo querer escuchar esas palabras. Los pequeños estudiantes de Hogwarts sacudieron sus banderitas y comenzaron a gritar saludos y aplausos para los alumnos de Beauxbatons, y todos se abrieron paso en un gran camino al interior de Hogwarts.

JiSung no podía apartar su mirada de los estudiantes; algunos hombres tenían facciones delicadas y ojos preciosos, con posturas elegantes y sonrisas que reflectaban el atardecer del sol. Incluso JiSung encontró a un par de chicas igual de cautivadoras.

—Ah- puta mierda —exclamó Felix—. Son bellísimos.

—Hay veelas —dijo HyunJin, totalmente impresionado.

Sus amigos se miraron para verlo. —¿Veelas?

—¿Cómo tú? —preguntó JiSung.

HyunJin se veía bastante impresionado; nadie parecía reconocerlos, y si no fuera por la intervención de HyunJin, ni JiSung, Felix o Mina habrían sido capaces de diferenciarlos del resto. Incluso, tras echarle una mirada hacia YeonJun, él tenía su boca abierta.

«Hipócrita».

—Hay una veela completa —susurró HyunJin, sin apartar sus ojos de la chica cabecilla del grupo de estudiantes—. ¡Mierda! ¡Una veela completa!

—¿Qué significa eso? —consultó Mina.

—Que debe ser realmente jodida.

—¿Qué harán con los caballos? —Felix cambió de tema abruptamente, al notar a los estudiantes de primer año intentar acercarse a ellos pero alejarse con rapidez cuando uno relinchó.

Minutos después, el sol se ocultó; entre tiritones de frío y aun asombrados por los gigantescos caballos, sintieron un ruido fuerte y extraño desde la neblina sobre el Lago Negro.

Desde la posición de los chicos, lograron divisar una potente succión en el Lago Negro. Un remolino tan sonoro que algunos tuvieron que taparse los oídos, pero todos se apretujaron para observar cómo desde ahí brotaba un gran barco de los que JiSung conocía en los libros de piratas: con banderas, mástil, entrada de cañones y luces pálidas como si fuera un barco fantasma. Navegó lo suficiente hasta ubicarse en la orilla del Lago, lo que hizo que una gran ola empapara a los chicos de primer año, a MinJu y a MinHo.

Todos lanzaron un grito cuando divisaron a un hombre (de tamaño humano) ubicado en la proa del barco, con una gran capa de piel sobre sus hombros y totalmente seco.

—¡Dumbledore! —gritó efusivamente. Un par de chicos salieron de los compartimientos inferiores del barco para ubicar una gran escalera de madera al lado para que el hombre bajara—. ¿Cómo estás, viejo compañero?

—¡Estupendo, profesor Karkarov! —contestó Dumbledore—. Madame Maxine se encuentra adentro, ¿qué tal si...?

—¡Muchachos! —gritó Karkarov con una vociferación inhumana, tan fuerte que los de primer año se taparon sus oídos—. ¡Abajo, ahora!

A diferencia de la delicadeza de la escuela de Beauxbatons, los estudiantes mayores de Durmstrang eran más intimidantes y grandes; todos portaban capas gruesas por el frío, y alguno de los treinta estudiantes tenían broches de distintos colores y emblemas. JiSung asumió que Durmstrang trajo a sus estudiantes más talentosos para la competencia.

«Ah- mierda —JiSung pensó con suma gracia, mientras se colocaba de puntas para ver a los alumnos de Durmstrang entrar al castillo—. Nadie de Hogwarts les hará la competencia».

Algo que le llamó la atención a JiSung por un instante fue a Dumbledore acercarse al Lago Negro, junto al gran barco, e interactuar con lo que parecía ser la cabeza de pez que sobresalía.

Los jefes de las casas tuvieron que hacer orden entre los estudiantes para ir al Gran Comedor. El vestíbulo era un gran festival de impresiones y opiniones.

—¿Cómo se atrevieron a mojarlos? —se escuchó la voz de Bang Chan, al lado de su hermano. JiSung lo vio sacarle la capa a Lucas para reemplazarla por su propia capa, la cual era mucho más grande y hacía a Lucas tropezar al andar.

—¡Fue fascinante! —le comentó Lucas a Chan, sin importar la gran prenda—. ¿Viste los caballos? ¡¿Viste el barco?! ¿Crees que, si le pido al director, pueda entrar?

—Dudo mucho que te dejen entrar ahí —opinó Chan, mientras lo abrazaba por los hombros—, y- pensándolo mejor, aléjate de los de Durmstrang.

Al llegar al Gran Comedor, divisó a los de Beauxbatons ya ubicados en la mesa de Ravenclaw. Al ser prefecto, SeungMin se encontraba ubicado entre dos alumnos de esa escuela e intentaba hablarles de forma cómoda, pero por el nerviosismo y la carcajada atrapada en la garganta de HyunJin, supieron que él estaba interactuando con la veela completa.

Por otra parte, los alumnos de Durmstrang se abrieron paso hacia los de Slytherin. MinHo también los recibió, aunque estuviese completamente empapado. Les daba indicaciones sobre dónde sentarse con una hospitalidad que JiSung solo lo reconocía como chupamedias. Después se burlaría de eso.

Tras ubicarse en su propia mesa, notaron al conserje Filch ubicar cuatro sillas a cada lado del asiento de Dumbledore. De a poco el Gran Comedor comenzó a llenarse de una cantidad que solo se veía en el banquete de bienvenida y de fin de año.

Una vez que todos estuvieron en el interior, el profesor Dumbledore tomó su mando en el atril. JiSung notó la cultura de Beauxbatons al tomar asiento solo cuando Madame Maxime se sentó en su silla, y de Durmstrang cruzar una mano en su pecho una vez que el director Karkarov les hizo un ademán para que se relajaran.

—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, a nuestros huéspedes —dijo Dumbledore con una cálida sonrisa a los alumnos extranjeros—. Es para mí un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. ¡Ahora, los invito a que disfrutan de la cena como si estuvieran en sus hogares!

La comida se llenó no solo de la tradicional británica que acostumbraban a comer, pero también había platos de fondos franceses y de Noruega (¿Durmstrang era de Noruega?). La bulla del Gran Comedor había aumentado incesantemente, tanto que en un instante llegó a ser desesperante; había alumnos de Beauxbatons que estornudaban y otros de Durmstrang que no parecían querer probar la comida de su nacionalidad. Felix, por alguna razón, se vio bastante ofendido.

—¿Cuánto creen que se demore YeonJun en chuparle el pene a alguno de ellos? —consultó Mina, mientras miraba hacia la mesa de Slytherin. Ellos se giraron y notaron a YeonJun interponiéndose penosamente en la charla que MinHo tenía con dos de los estudiantes.

—Dos galeones antes de la próxima semana —dijo HyunJin al beber jugo.

—Cinco antes de navidad —aplazó Felix.

Sin embargo, las miradas volvieron a desviarse a la chica veela que hablaba con SeungMin. Parecía ser un imán la forma en la que siempre atraía la mirada.

—Y yo con ellos también digo que cinco galeones antes de navidad —apostó JiSung.

—Como sí hubiera posibilidad —bromeó HyunJin.

—A veces la vida nos trae sorpresa —comentó Felix con un tono ambiguo—, pero no hay que dejarnos llevaron con su veelicidad.

Mina divisó por un instante a la chica, igual de encandilada, pero luego miró a HyunJin y frunció su ceño al notar que tampoco apartaba los ojos de ella.

—Deja de mirarla —ordenó.

—Sí, perdón —HyunJin bajó su cabeza.

Molesta, ella desvió su atención hacia la puerta del Gran Comedor que fue abierta; ninguno de los tres chicos la vieron soltar sus brazos y dejar caer sus hombros mientras un quejido se acopló en su garganta.

—Oh- santa mierda —susurró.

Los tres chicos giraron automáticamente su cabeza hacia la entrada, y el Gran Comedor se metió en un silencio sepulcral. Hwang HyunSan caminaba por el pasillo con una notoria sonrisa incómoda, y saludaba a los estudiantes fanáticos de él; mientras, a su derecha y con mentón alto, Hans DeLuca no despegaba sus ojos de Dumbledore.

Al llegar, DeLuca saludó a Dumbledore con un afectivo golpe en los hombros antes de saludar a Karkarov de la misma forma y con un beso en la mano a Madame Maxime. HyunSan, por su parte, hizo un ademán sobre su garganta que delató lo nervioso que estaba, generando un par de risas de simpatía entre los estudiantes.

No obstante, la tensión estaba ahí.

—¿Cómo...? —JiSung abrió la boca para preguntar.

—Los organizadores del torneo —repuso Felix, igual de incómodo—, y al ser la inauguración.

No había más señales de peligro en ese instante que la presencia de Hans DeLuca en la escuela.

—Uy. —HyunJin saltó sobre JiSung de forma abrupta, y tapó con sus brazos el cabello de él. —Te estás poniendo rojo.

—No es a propósito —susurró JiSung, asustado, y comenzó a mirar a todas partes—. ¿Alguien tiene un gorro?

Para haber vivido un magnicidio hace no mucho, Hans DeLuca se veía espectacular. Su cabello negro estaba peinado y ondeado, y su sonrisa era la misma que usaba en las fotografías y con la que defendió a los cuatro chicos en el juicio de abril. DeLuca tomó asiento junto a Dumbledore y entablaron una conversación mientras que el Señor Hwang, sentado al otro lado de Madame Maxime, bebía una copa de champagne.

De a poco la conversación en el Gran Comedor volvió a fluir con un fuerte aire de tensión en el ambiente. HyunJin estaba incómodo, y se podía asumir que Yeji igual. JiSung, por su parte, intentaba por todos sus medios hacer que su cabello no cambiara del castaño neutro que le pertenecía con naturalidad.

Una vez que el postre terminó, Dumbledore volvió a levantarse. Todos sabían lo que se avecinaba.

—Ha llegado el momento —anunció Dumbledore—. El Torneo de los Tres Magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre, solo para aclarar en qué consiste el procedimiento a seguir. Pero antes, paa aquellos que no los conocen, les presento al señor Hans DeLuca, nuestro Ministro de Magia que ascendió al cargo en Agosto —hubo un aplauso efusivo por parte de los alumnos—, y al señor HyunSan Hwang, el nuevo jefe del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Hubo demasiados vitoreos de felicidad ante HyunSan, tanto que avergonzó a HyunJin (—Felix, bájate de la silla). HyunSan agradeció los aplausos con un gesto jovial que mostraba sus limitaciones de comportamiento.

—Está más nervioso que la mierda —dijo HyunJin, y buscó con su mirada a Yeji. Ella tenía la misma expresión de vergüenza—. Ah- carajo, ¿lo tendré acá todo el año?

—Por eso dijo que lo veríamos antes de lo que creíamos —recordó JiSung.

—Los señores DeLuca y Hwang han trabajado sin descanso durante el último mes para el preparativo del Torneo de los Tres Magos —continuó Dumbledore—. Como sabrán, ambos no asumieron hace mucho el cargo, por lo que les daremos otro caluroso aplauso por el gran esfuerzo que hicieron para hacer esto posible. —Otra ronda de aplausos se escuchó, mucho más cordial. —Y, junto con el profesor Karkarov y Madame Maxime, nosotros cinco conformaremos el tribunal que juzgará a los campeones de cada escuela. Señor Filch, si tiene la bondad de traer el cofre...

Filch arrastró desde una esquina del Gran Comedor una gran caja vieja de madera con joyas incrustadas. Algunos se alzaron para ver mejor cómo Filch ubicaba el cofre sobre una de las mesas puestas en el Gran Comedor.

—Los señores DeLuca y Hwang han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar, y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas —introdujo Dumbledore—. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: habilidades mágicas, osadía, deducción y, por supuesto, su capacidad para jugar con el peligro.

JiSung podía escuchar a SeungMin preguntar por qué en Hogwarts eran tan negligentes.

—Como saben, en el Toreno se compiten tres campeones —continuó Dumbledore—, uno por cada escuela que participa. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas, y el campeón que después de la tercera haya obtenido la puntuación más alta, alzará la Copa de los Tres Magos. Los campeones serán elegidos por el juez imparcial: el cáliz de fuego.

Con un movimiento de varita, Dumbledore golpeó la cerradura del cofre tres veces. La tapa se levantó lentamente con un crujido. Dumbledore introdujo una mano para sacar un gran cáliz de madera toscamente tallada con una gran cantidad de llamas color blanco azulado brotando de ella. Dumbledore cerró el cofre y dejó el cáliz sobre la tapa.

—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su escuela en un trozo de pergamino con letra clara, y lanzarlo al cáliz. Los aspirantes a campeones dispondrán hasta la noche de Halloween, donde devolverán los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos para representar la escuela. He de recordar que los alumnos mayores de diecisiete podrán inscribirse.

»Por último, quiero recalcar a todos los que están pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, ese o esa estudiante estará obligada a continuar en el Torneo hasta el final. Su nombre en el fuego es un contrato mágico de tipo vinculante. Deben de estar seguros de su decisión.

Para cuando la cena acabó, los prefectos comenzaron a guiar a los estudiantes hacia sus propios dormitorios como era de costumbre; los estudiantes extranjeros, por otra parte, solamente seguían a sus directores de regreso hacia donde habían estacionado sus transportes. Entre la multitud, separándose de Yeji, HyunSan se acercó a los cuatro chicos y le dio un afectivo abrazo a cada uno de ellos salvo a Mina.

—SeungMin, pensé que eras de Ravenclaw —le dijo a ella.

—Eres el ídolo de la comedia —dijo HyunJin con sarcasmo, mientras HyunSan reía de su propio chiste y abrazaba a Mina.

—¿Estarás aquí todo el año? —preguntó JiSung.

Nah, solo cuando se hagan las competencias —contestó, mientras revolvía el cabello de HyunJin—. ¿Qué se siente ser menor de edad y no poder participar?

—Como la mierda.

—Lenguaje.

—Tampoco es como si pudieras —le dijo Felix a HyunJin—. Tu pierna te jode, y eres bastante malo respirando.

—¿Qué hay de ustedes? —preguntó HyunSan a los otros tres chicos—. ¿Están interesados?

—Yo quiero —dijo Mina, tanto que sorprendió a HyunJin—. Me considero capaz de participar en el torneo- y, además, mil galeones. ¡Eso es una fortuna!

—Yo también —opinó Felix, sorprendiendo aun más a HyunJin y JiSung—, digo- creo poder.

—¿Crees? —JiSung preguntó, incrédulo—, vamos- somos más traumas que persona, ¿por qué...?

Felix se encogió de hombros. —Necesitamos tener buena representatividad, ¿no te parece? Además, si quedo, le cerraremos la boca a YeonJun y su ridículo grupo.

JiSung le concedió el punto.

HyunSan se despidió de los chicos, anunciando que se iría en red flú al hotel. Desapareció antes de que SeungMin se les uniera.

—Esto es una treta- o una venganza, o un plan. —Fue lo primero que dijo SeungMin al llegar con ellos. SeungMin se dedicó a escoltar a los cuatro hacia la casa de Hufflepuff. Los apartó un poco de la gran multitud para poder hablar. —No hay forma de que DeLuca esté acá.

—Mira quién aparece —comentó JiSung con tono furtivo, ignorando por completo el rostro de consternación que SeungMin portaba—, ¿cómo se llama tu chica?

SeungMin, totalmente descolocado, le miró. Sus otros dos amigos y Mina también tenían la misma cara. —¿Qué?

—La chica con la que hablaste —aludió Felix, y le susurró—: HyunJin dice que es una veela.

SeungMin aleteó su mano para alejar a Felix.

—Es decir- obvio que es una veela, se le nota; pero ella no va al caso.

—¡Uy! —exclamaron los otros cuatro.

—¿Pueden tomarme en serio, por amor a Rowena? —pidió SeungMin—. Hay algo sucio acá. DeLuca estará en Hogwarts.

—¿Por qué lo dices? —preguntó HyunJin—, a mi me parece normal. O sea, no sé si tiene otro trabajo, pero-

—Tradicionalmente, el que acompaña al Jefe del Departamento de Deportes es el jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional a causa de las relaciones con las otras escuelas —vomitó la información de forma tan drástica que dejó a los chicos trastocados—. Pero ahora es DeLuca. ¡Es un plan!

—¿Plan de qué? —preguntó Felix.

—Quieren tenerle un ojo a alguien- no se a quién (y espero que no seamos nosotros). Por eso DeLuca está acá.

No era una idea tan descabellada, recapitulando los últimos acontecimientos. JiSung pensó en la muchacha veela de Beauxbatons y en los otros alumnos que lucían igual de encantadores. ¿Cómo estarían llevando ellos la noticia de estar en un lugar donde había una controversia con gente como ellos?

Pero antes de que JiSung pudiese proponer la idea, Choi SooBin se acercó a ellos y abrazó a HyunJin del hombro.

—Vaya llegada —comentó él, dramáticamente. Entonces, una sonrisa socarrona se posó en sus labios—. ¿No les parece que debemos celebrar la llegada de los nuevos estudiantes?

Los cinco chicos intercambiaron miradas. A nadie parecía molestarle.

Ningún nuevo estudiante estuvo presente, pero los chicos de la casa de Hufflepuff disfrutaron de la noche junto con los de Gryffindor, algunos de Ravenclaw y unos pocos de Slytherin.

De la radio sonaba la música, sintetizada con una mezcla de los caset de JiSung y estaciones de radios intervenidas para hacer un buen ambiente. JiSung tuvo que hacer una carrera como perro en el pasaje de la bruja tuerta hacia Hogsmeade para asaltar bajo la capa de invisibilidad el bar Cabeza de Puerco con un poco de ron y wiski de fuego. Llegó cerca de las diez treinta, y solamente compartió con su grupo cercano mientras que las otras casas llevaban sus propios licores y figuras de entretención.

—Cigarros a tres galeones. Cigarros a tres galeones —ofrecía una muchacha de Ravenclaw al acercarse a cada grupo de personas que había en la sala común.

—¡Huening Kai ha abierto su puesto de brownies mágicos a todo público! —Kai, por su parte, se había subido a una mesa a vociferar su venta.

—Ah- mierda. —Incluso, en un instante, HyunJin tomó a JiSung del brazo y apuntó cerca de la chimenea. —Kim MinJu está acá.

—Tenemos el respaldo de la Premio Anual. Me siento en el paraíso —burló JiSung.

HyunJin le codeó. —¿Quieres molestarla?

—¡Sí! Alto- ¿y los otros dos?

Buscaron en la sala común. Divisaron a ChangBin charlando con Chan, JeongIn y otro grupo más mezclado con el prefecto de Hufflepuff de séptimo año: Jung WooYoung. El grupo no podía ser más bizarro, pero no había señal de SeungMin y Felix.

—Al dormitorio de SooBin a ya-sabes-qué —teorizó HyunJin.

JiSung y HyunJin hicieron un ligero contacto visual antes de sacudirse en escalofríos. No querían pensar en esa idea, así que se fueron directo a hablar con Kim MinJu.

Mientras, en el túnel junto a la ventana, SeungMin terminaba de dar un trago a un cortito de ron mientras reía de algo que no entendía muy bien. Estaba sentado en la ventana, con Felix al frente, y desparramados en el suelo, HyeYeon con SooBin, Kai y otra chica más de Gryffindor pasaban una pipa cargada de marihuana que quemaban con la punta de su varita.

—¿A alguien más le entra el sueño con marihuana? —preguntó la chica de Gryffindor, tendida sobre la alfombra amarilla con negro—. Me siento como si no hubiese dormido en tres días.

—A mí me entra el sueño —opinó HyeYeon—, ¿dónde podré sacar una tartaleta de limón a esta hora?

—En la cocina —indicó SeungMin. Su lengua estaba arrastrada y sonreía estúpidamente—, aunque debes hacerte aliado de los elfos.

—¿Los libero?

—¿Quieres crear un caos en la escuela? —cuestionó Kai entre risas—, me imagino a un montón de elfos domésticos gritando por su libertad mientras salen al jardín y..., y se meten al Lago Negro..., nadan hasta más allá y de a poco..., de a poco el calamar gigante los acompaña en..., en..., ah, ja, ja, ja... ¿Cierto, SooBin?

SooBin estaba con su mirada pegado en el techo. Kai, risueño, le empujó ligeramente hacia un lado, lo que hizo caer al chico por completo sobre la alfombra. Todos estallaron en carcajadas.

—Iré por algo abajo... —avisó HyeYeon—, ¿alguien quiere algo?

—Te acompañó~

Kai se levantó, pero se tambaleó al instante; HyeYeon intentó atraparlo pero ambos cayeron en la cama, haciendo a SeungMin y Felix reír. Una vez que los dos se recompusieron, salieron del dormitorio.

Felix, con pereza, alcanzó desde el suelo la pipa botada y, sin sutileza, la colocó en el pecho de SeungMin.

—Fuma —ordenó.

—Solo quieres que te pase, ¿no? —bromeó SeungMin, aunque posicionó la boquilla en su boca—, eres un desalmado conmigo...

Felix le sonrió con pereza, pero se acercó a él un poco más.

Desde el dormitorio de Kai y SooBin se podía ver parte del castillo y del jardín, iluminados por las aureolas naturales de los pasillos. SeungMin alzó su varita y, con la punta en llamas, comenzó a quemar la marihuana e inhaló con profundidad. Apartó la boquilla de su boca y dejó su varita a un lado, y mantuvo el humo en su pecho. Felix lo tomó de las mejillas y acercó su boca a la de SeungMin e inspiró todo lo que SeungMin exhaló, con sus ojos entrecerrados, concentrado en el humo.

Ambos chicos cometieron el error de desconcentrarse. Mientras los ojos de SeungMin quedaban pegados en los labios de Felix, el otro los subió hasta su propia cara. Felix cayó en cuenta por primera vez en cuán cerca se encontraban las veces que hacían eso, y de por qué a HyunJin y a JiSung se les hacía incómodo.

No obstante, SeungMin subió su mirada. Sus ojos no decían mucho- totalmente idos por la marihuana. Felix se inclinó un poco adelante, lo que hizo sus narices chocar y su frente colocarse en el pómulo de SeungMin; la cercanía de ambos era absolutamente vacilante. ¿Qué pasaba si uno de los dos se acercaba?

SeungMin tomó a Felix de la nuca, y lo acomodó mejor en su mirada. Felix lo vio sonreír con pereza.

—¿Qué haces? —susurró SeungMin.

—Nada... —contestó Felix, cargada de intención.

—Ugh- creo que voy a vomitar...

Se separaron al escuchar la voz de SooBin quien, perezoso, se levantó del suelo para ir hacia el baño. SeungMin y Felix escucharon la arcada desde ahí y, entre risas, decidieron que sería mejor salir del dormitorio.

Ambos fueron conscientes por una fracción de segundo que la situación habría sido más si se hubiesen quedado.

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Octubre 22, sábado en la tarde

MinHo había tenido planeado usar toda su tarde para poder adelantar deberes y estudiar algo; todo para poder distraerse del estrés que cargaba en sus hombros.

Los chicos (YeonJun, SunWoo y Kevin) le habían ofrecido ir a dar una vuelta a los terrenos baldíos de Hogwarts, pero MinHo se negó con la excusa de sus estudios. En la sala común, para su parcial desgracia, varios estudiantes de primer año acudieron a él para que los ayudara con sus deberes. MinHo no quería, pero algunos quedaron encantados de que Soonie estuviese en sus hombros observando todo que no pudo librarse.

Fue pasada de las cuatro de la tarde cuando la esporádica sesión de estudios se vio interrumpida por Seo SooJin quien, con un vestido elegante negro y botas de tacón gruesas, llamó a MinHo.

—Vamos a caminar —ordenó ella, mientras se colocaba su elegante capa de Slytherin.

—Uh- no. —MinHo no quería estar solo con ella.

SooJin no se movió de ahí. Solamente esperó con su imponente presencia a que MinHo finalmente se doblegara y accediera.

Fue así como, treinta minutos más tarde, ambos caminaban con sus brazos enganchados y en absoluto silencio por el pueblo de Hogsmeade.

—No te me has acercado desde inicio de ciclo —observó MinHo.

—No he tenido razones —admitió ella, solemne—, y es solo que ahora me ha llamado la atención de que te hayas acercado al grupo de YeonJun.

—Escogí mi bando.

—No te creo.

—Pasé mis vacaciones de verano trabajando para El Profeta en el Departamento de Periodismo —contó MinHo—. ¿Cómo pasaste tus vacaciones, SooJin?

—¿No es un poco tarde? Estamos en octubre.

—Nunca está demás.

MinHo sabía que presionaba los botones del estrés de ella, pero no quería dejarla ir. Tenerla enganchada de su brazo era una forma de crear alianza.

—Fui a Francia y a Portugal —contó ella—. Mis padres me mostraron los lugares donde podré trabajar después de Hogwarts- la restitución de arte es un campo muy limitado pero muy bien pagado, en especial con las esculturas, estatuas, armaduras y pinturas. Tomé Historia de la Magia para rendir los EXTASIS, y Pociones para eso.

—Me parece un buen plan.

—¿Y qué hay de ti?

—Supongo que seguir con el campo del periodismo, como quieren mis padres —dijo con un deje de lejanía. SooJin le miró a sabiendas de que mentía, pero él no querría ser honesto en ese momento—. Así es más fácil vivir.

—¿Qué te llevas con YeonJun, MinHo?

—Ya te dije, escogí mi bando.

—Y no es el de YeonJun.

—Hay cosas que me parecen correctas, ¿sabes? Como la idea de que debe haber una regularización en el equilibrio mágico —opinó—. ¿Sabías que en el registro civil hay un seguimiento de todas esas criaturas mágicas?

—Me parece de lo más interesante —dijo con sarcasmo.

—Debería de interesante, considerando que te gustaría acabar con alguno de ellos.

—Ah- eh, ¡¿qué?! —SooJin se vio bastante impresionada por la alusión de MinHo- incluso estaba ofendida. —¿Quién te crees que eres como para acusarme de algo así? ¡Es insensible!

MinHo se encogió de hombros. —Yo solo opino que-

—Y que nada. No puedes estar más equivocado —discutió, mientras sacudía su cabeza para sacar cabellos de su flequillo de su vista—. Yo no soy una psicópata o algo así. Por mí, no me gustaría que esos magos les pasase algo.

—¿Y por qué pareces tan a favor de YeonJun?

—No estoy a favor. Solo estoy de acuerdo con algunas posturas y argumentos, pero eso no significa que quiero a gente muerta —se explicó, totalmente horrorizada—. No me faltes el respeto de esa forma, MinHo.

Él alzó sus manos como signo de inocencia y rendición.

—Y yo asumo que tú n los quieres muertos —continuó SooJin, por otro lado.

Nah, sería muy hipócrita.

—¿Sigues hablando con JiSung?

—No tanto como me gustaría.

SooJin no comentó algo al instante. Ellos ingresaron a una tienda de joyería y se quedaron un momento viendo en los estantes la diversa variedad de anillos, aros y collares.

—¿Cómo puedes estar del lado de YeonJun, pero aun hablando con JiSung? —cuestionó SooJin.

—Te dije que estaba de mi lado, ¿no? —MinHo se encogió de hombros—. Debo mantener a ambas cosas separadas.

—Cómprame esos aretes.

—¿Luzco un anciano millonario para ti?

—No, pero sí una forma en la que puedes sobornarme.

MinHo lo pensó por un instante. ¿Tenía algo de sentido eso? SooJin aun no le había dicho a nadie sobre que fue él quien delató la reunión en el callejón Knockturn, y mantener la buena relación de ambos parecía primordial para que eso funcionara.

—Vale. —MinHo lamentó la pérdida de dinero. —¿Qué quieres?

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JiSung podía jurar que la resaca que llevaba ese día superaba a patadas la que tuvo luego de la celebración de la casa de Ravenclaw por el cumpleaños de SeungMin.

A pesar de estar nublado, JiSung llevaba unos lentes de sol que había tomado prestado de una chica de Hufflepuff. Su rostro, escondido bajo la bufanda de su casa, servía para cubrir un poco las nauseabundas ganas de querer regresar todo el desayuno en el suelo. Apenas podía mantenerse en pie sin tambalearse hacia adelante.

—No quiero hacer esto nunca más... —A su lado, Felix ocultaba sus ojos bajo su gorra. —Quiero irme...

—No hasta que hayamos encontrado un regalo —dijo JiSung. Sin embargo, de a poco su frente terminó por chocar con el vidrio de una vitrina de una tienda de Hogsmeade—. Ugh...

«¡Jamás hago las cosas a último minuto!» Porque, ¿qué podía regalarle JiSung? Él era un asco con los regalos, y a pesar de que deseaba verter todo el dinero que había ganado en el trabajo de las vacaciones de verano en un súper-duper-fantástico regalo para MinHo, no sabía específicamente qué comprarle.

En ese instante, HyunJin y SeungMin se encontraban en una de las camas del dormitorio durmiendo cabeza con cabeza, totalmente incapacitados de poder moverse a causa de la fuerte resaca que los golpeó. A Felix le hubiese encantado hacerles compañía, pero JiSung lo arrastró en el mediodía al pueblo para que lo guiara y, en ese instante, Felix estaba siendo bastante inútil.

—¿Qué hay de una permanente? —ofreció Felix, al ver la tienda de Moda-Tiros-Largos al otro lado de la calle—, o una linda bufanda.

—No se tejer.

—¿Y una chupada?

—¿Crees que su macetero mágico compense una chupada? —preguntó JiSung en serio. Felix pareció considerar la idea, y negó—. Soy el peor novio de todos.

—A todo esto, ¿cómo te lo pidió?

—¿El qué?

—La relación.

JiSung se desapoyó de la vitrina para hacerle compañía a Felix en el suelo, con su espalda apoyada en un local de accesorios baratos de segunda mano, y con nervios su cabello se tornó rubio ceniza con unas líneas violetas.

—Yo quería alejarme de él —admitió JiSung—, así que le iba a proponer que nos alejáramos- el beso había sido suficiente, pero las cosas se tornaron más complicadas y...

—¿Por qué? —Felix consultó con sinceridad—, si él ya te había besado, ¿cómo es que todo se complicó? O fue por lo de la Sociedad Secreta...

—Sí, por eso. —JiSung no explicaría cómo es que tuvo que atacar a MinHo transformado solo porque al idiota de Bang Chan se le había ocurrido meter su nariz donde no le correspondía. —Le iba a decir que mejor dejáramos de ser amigos y esas cosas dramáticas, pero MinHo me dijo que ya estábamos en un punto sin retorno: alejarnos o entablar una relación.

—Me imagino cuán difícil fue para ti separarte de él —comentó con sarcasmo bajo una pequeña sonrisa.

—Ni te imaginas. —Por un instante, esa idea se le posó en la cabeza. Tal vez si MinHo hubiese aceptado el tomar distancia de JiSung, ahora él no estaría calentándose la cabeza con un regalo lo suficientemente simbólico para demostrar su cariño; aunque el pensamiento de no poder estar a su lado lo entristeció un poco. —Pero, ahora que lo pienso..., probablemente habría regresado a sus brazos.

La forma tan anhelosa con la que JiSung hablaba hizo a Felix sonreír con empatía, a gusto de ver a su amigo así de inspirador. —Por el gato, ¿no es así?

JiSung asintió.

—Las lindas palabras de Dumbledore...

«—Cuando nuestra felicidad es corpórea y llega hacia alguien, creo que nuestro objetivo como personas receptoras de esa felicidad, es poder corresponder el sentimiento. Porque, si una noche me siento triste, desolado o asustado, recibir el brillo y compañía de alguien más que anhela con su corazón estar conmigo, me consolaría.»

JiSung y Felix pensaron aquellas palabras con cierto deje de melancolía, como si hubiesen pasado años antes de un par de meses solamente en los que JiSung estaba más concentrado en buscar el originador del gato platinado antes de pensar en su propia vitalidad en la sociedad mágica. Era increíble como el tiempo pasaba, y que solamente le cerraba las puertas a las ideas que él quería llegar.

—Podrías hacer el encantamiento patronus para MinHo —ideó Felix.

—¿En tan poco tiempo? —El cumpleaños de MinHo era el martes. —No soy tan fantástico con la magia.

—Quizá no, pero si entrenas estos días..., tal vez te resulte algo.

Vacilante, JiSung sacó su varita de su bolsillo y apuntó a la nada misma. Pensó en un buen recuerdo que tuviese- algo de estos días, o algo que le había hecho feliz. Pensó en su cumpleaños y estar con Felix y sus demás amigos soplando las velas por haber cumplido diecisiete, y de cuán dichoso estuvo en ese instante.

Al cerrar los ojos, se dejó inundar por la emotividad de sus recuerdos, y pronunció el nombre del encantamiento con tanta claridad y fuerza que impuso resistencia al mal sentimiento.

Una vez que abrió sus ojos, no había nada al frente más que una pequeña luz en la punta de su varita que no servía para defenderse de los Dementores.

—Esto es patético —masculló JiSung, y guardó su varita.

—Si yo tuviera pareja, creo que le regalaría algo más romántico —opinó Felix, mientras palmeaba la rodilla de JiSung—. ¿Qué hay de chocolates?

—A MinHo le gusta el chocolate.

—¿Y algo que los represente a los dos?

JiSung lo pensó un instante antes de pensar:

«La luna».

En eso, fuera de una tienda, JiSung vio a MinHo y a SooJin salir. Sintió un drástico deja vú que hizo su cabello tornarse de azul. Al notarlo, Felix soltó una pequeña risa.

—¿Bromeas? ¿También te da celos SooJin? —consultó Felix.

—Un poco, en realidad —admitió JiSung sin vergüenza—. Primero Bang Chan, ahora ella...

—Bang Chan te da celos solo porque MinHo tuvo que ir a su casa por el tema de la Compañía. ¿No puedes tener un argumento más lógico?

—Del odio al amor hay un solo paso. Y no puedo ser solo yo quien ve la tensión sexual entre ellos.

—Me parece justo. Pero, ¿con SooJin?

—Ella lo besó.

—Y él te rechazó por ti. Y si Bang Chan estuviese enamorado de MinHo, él también lo rechazaría por ti.

—Lo dices solo porque eres mi amigo.

—Lo digo porque así veo a MinHo —Felix dirigió su mirada hacia el otro lado de la calle. Ni MinHo ni SooJin se habían dado cuenta de la presencia de los otros dos—. También lo digo porque, a pesar de que a él no lo conozco más de lo que he interactuado, se puede ver en sus cartas cuán leal y devoto es. No sé si es por su familia, pero él es leal.

JiSung no había pensado de esa manera de MinHo; como alguien leal. Tal vez por eso SeungMin le contaba con horror cómo algunas veces se le acercaba a hablar entre las rondas de prefectos cuando quedaban solos, o por qué MinHo había dejado sus diferencias con Bang Chan de lado para hablar e informar las cosas que él sabía de su trabajo hacia la Compañía. MinHo era una persona bastante cerrada cuando se trataba de la fidelidad.

»—Lealtad primero, y amor después.

»—¿Contigo y por ti? Escojo ambas.»

—Me gusta hablar de estas cosas contigo, Felix —dijo JiSung abruptamente, mientras MinHo y SooJin se perdían por el pueblo—. Me das otra mirada de las cosas sin ser pesimista. Gracias.

—No hay de qué, JiSungie.

—Y perdón por la Poción de Amor —admitió. Con vergüenza, divisó sus uñas tornarse rosa y rosa pálido por la culpa—, no pensé en ti de esa forma. Solamente pensé que ChangBin estuvo contigo y- bueno, estuve bastante cegado porque estaba con MinHo. Lamento no haberte tomado en consideración.

Felix, un poco tímido, pasó sus manos por sus muslos como signo de nervio.

—No quiero que te sientas mal por eso, JiSung. Yo necesitaba decírselo a ustedes —dijo Felix, con un rotundo peso en el corazón—. Quiero vivir mi duelo por ChangBin en paz y- y necesitaba decirle a alguien que..., que me sentía mal.

—Y está perfectamente bien —JiSung lo rodeó con un brazo—. No tocaremos el tema de ChangBin y, si quieres, podemos decirle a todo el mundo de que eres virgen.

—No es necesario decirle a la gente.

O, si hablamos desde un corazón despechado, puedes buscarte a otra persona —dio la idea JiSung. Felix le miró, y sus ojos brillaron en consideración de la idea—. No tiene por qué ser tan serio, pero puede ser uno de los extranjeros de la nueva escuela. ¿Qué prefieres? ¿Chico o chica?

—Alguien que me quiera.

—Genial, eso lo hace más fácil.

A JiSung le gustaba hablar de esas cosas con Felix- era mucho más llevadero y con menos carga de culpabilidad. Podía disfrutar de la superficialidad por un instante tan extenso que a veces quería hacerlo eterno.

Ambos se levantaron del suelo y continuaron con la búsqueda por Hogsmeade del regalo perfecto con resaca; sin embargo, la idea del patronus continuaría en la cabeza de JiSung al día siguiente de esa conversación.

[1] creo que he llegado a un punto en el que, al escribir adolescencia reflejada en la mía, noto cuán asquerosa fue. No le hagan a las drogas salvo que estén seguros tanto en espacio como psicológicamente preparados, con gente de confianza, y capacitados de no generar dependencia.

[2] como que nunca actualizo los días que digo que lo haré, ¿eh? jasjdbasd, manías mías. Espero que disfruten el capítulo, gracias por leer<3

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