Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Quién es tu papá?

Sábado 19 de septiembre...

Repaso cada momento en mi mente como una cinta de película antigua y gastada. Es tan lejana la sensación de realidad. Me siento una extraña en mi propio cuerpo. Ausente, vacía, rota.

La sensación de vacío me invade y la culpa me recuerda que pude haberlo evitado. Sabia que algo andaba mal, sabia que había alguien en la casa, debí seguir mis instintos y ayudarla.

Estaba tan asustada que ni siquiera pensé en la posibilidad de que los gritos pertenecieran a ella. Soy una estúpida. Soy una cobarde. Debería estar muerta y no ella. Si tan solo hubiera bajado antes...

Viqui continuaría con vida.

La policía está interrogando a mi madre. Ambos dan indiscretas miradas en mi dirección y bajan la voz. No me gusta nada la expresión de mi madre. Roza el desprecio y finaliza en asco. Mi corazón se remueve y un mal presentimiento se estanca en mi estomago.

Me alejo de las miradas acusadoras. El aire se siente estancado a mi alrededor. El olor a sangre se arremolina entre las paredes frías de la cocina. Camino hacia la puerta trasera en busca de aire fresco

Siento que me ahogo.

Abro la puerta esperando que el aire frio de la madrugada me golpee, en cambio un espeso y desagradable olor a sangre me saluda. Mis pies descalzos se mezcla con el charco de sangre. Un grito se escapa y los oficiales que hablaban con mi madre corrieron a mi ubicación, ahora se encuentran a mi lado observando con horror la sangrienta escena.

Un cadáver en el suelo rodeado por una piscina de sangre. El hombre estaba vestido de negro y tenía un pasamontañas que ocultaba su rostro. Lo realmente horrible era que podía ver sus intestinos. Le habían abierto el estómago, su garganta cortada. Sus manos estaban en un angulo incomodo, se las habían roto.

La imagen era tan brutal que hacia que la anterior escena del crimen pareciera un juego de niños en comparación. Los presentes examinaban el cadáver con horror, me observaban intentando averiguar como una adolescente era capaz de tan atroz acto.

Estaba claro que yo no he sido.

Mi vista se detiene una vez en el cadáver e intento buscar algo que indica alguna pista sobre el asesino. No hay nada, nada más que absoluta brutalidad y rabia.

La atención de todos se mantiene sobre la victima, mientras que la mía recae mas allá, entre los arbustos. Mi corazón late con fuerza, mi piel se eriza y un presentimiento se aferra a mis huesos. Achico los ojos, forzando mi vista para que llegue más lejos y logre distinguir entre las sombras de la oscuridad.

No veo nada pero no dejo de intentarlo, doy un paso y mis pies se manchan una vez mas de sangre.

Un oficial me grita y me saca de la escena. Me llevan hasta un asiento y los siguientes minutos pasan tan rápido que comienzo a ver la luz del amanecer filtrarse a través de las puertas y ventanas.

El interrogatorio a concluido, esta vez a quedado claro que yo soy la victima y no una sospechosa en esta ocasión.

Estoy en el auto de mi madre, no ha dicho una palabra desde que salimos de casa. Nuestro hogar ahora es la brutal escena de un crimen y dentro de un par de horas estará en todas las noticias del país. Mi madre no me mira o habla desde que salimos de la casa, no me ha dicho hacia donde nos dirigimos y apenas me dejo tomar algunas cosas de mi habitación.

Brrr...brrr...brrr...

Mi bolsillo vibra, busco extrañada. A penas son las seis de la mañana.

Maldigo al ver la pantalla rota de mi teléfono. Levanto la vista asustada y mi madre me devuelve una mirada de desaprobación a través del retrovisor.

Pero a diferencia de ocasiones anteriores no me reprocha o insulta, devuelve la vista a la carretera ignorando mi existencia en el asiento trasero de su auto.

Eso a sido raro. Ella siempre tiene algo que decir. Regreso la atención a mi desafortunado teléfono y busco el mensaje que me acaba de llegar. Leo y el tiempo se detienes.

Desconocido...

Un gracias estará bien

¿Gracias?

Por salvarte

¿Quién eres?

La sombra en tu ventana

¿Por que lo hiciste?

¿Hacer qué?

Matar a Viqui

¿Viqui?
¿Te refieres a tu niñera?
Si es eso, te equivocas, yo no la mate
Pensé que eras mas lista

¿De que hablas?

Mate a una sola persona

¿El hombre?

Si

¿Por que lo mataste?

No quería que dañara mi nuevo juguete favorito

¿Juguete?

Solo yo puedo matarte

No soy un juguete

Me encanta tu pijama
Te queda bien el blanco
Me encantaría ver como se tiñe de rojo mientras te lo quito

Eres asqueroso

Y tu hermosa

Bloqueado.

Me sudan las manos, observo mi alrededor nerviosa, es como si lo escuchara decir cada una de esas palabras a pesar de no conocer su voz. La sensación de su cuerpo aferrado al mío. El tacto húmedo y pegajoso de sus manos. Respirando su aliento cálido en mi nuca haciendo que sudara frio. El recorrido de sus manos por mi cuerpo.

Re leo los mensajes cientos de veces sin poder creer lo que estoy leyendo. Estuve hablando con un asesino. Esto me supera. Apago rápidamente el teléfono asustada.

¿Por qué tiene mi número?

¿Cómo lo consiguió?

¿Quién es?

¿Qué quiere de mi?

Paso mi mano por mi cuello hasta la marca que me dejo. El dolor me recuerda que todo esto no es un sueño.

-Por que apagas el teléfono?-pregunta curiosa mi madre deteniendo el auto.

Me asusto por un segundo, mi mente trabaja a toda velocidad en busca de una respuesta que no sea una mentira, pero tampoco la verdad, una respuesta convincente.

-El teléfono esta roto-es verdad.

Se me queda viendo esperando que diga algo mas, pero es a única respuesta que obtendrá de mi parte.

Su mirada me repasa de arriba abajo y una de sus cejas se eleva con cierta escepticismo. Luego de los segundos mas largos, regresa su vista al frente, desabrocha su cinturón, baja del auto.

-Llegamos, baja-dice abriéndome la puerta del auto. Me bajo con duda sin entender.

¿A donde se supones que llegamos?

Camina en dirección a una enorme casa. Es moderna, con grandes ventanas de cristal, se puede ver todo en su interior. Es la clase de casa que tendría un famoso o alguien muy importante.

-No te quedes ahí parada como estúpida, coge tus cosas y ven-reclama.

Agarro mis cosas, confundida y corro a su lado.

-Estúpida-murmura-Mantén la boca cerrada, no quiero escuchar tu opinión y si haces o dices algo para molestarlos te juro que duermes en la calle, tu decides.

Sus palabras cortan como cuchillo. Aprieto el agarre de ni mochila donde guardo las pocas cosas que conseguí guardar y asiento bajando la mirada.

Toca el comunicador que se encuentra en los muros que impiden el paso a la cas.

-¿Quien es?-después del pitido responde la voz de una mujer.

-Soy Tamara. Ábreme-habla con confianza, como si estuviera acostumbrada a dar esa respuesta.

Un minuto después la puerta se abre permitiendo el paso. Camino en silencio, observando cada detalle a mi alrededor. El enorme jardín de rosas blancas, los caros adornos. El césped húmedo debajo de mis pies descalzos. Las blancas paredes y grandes ventanales. La joven con traje de sirvienta que nos espera en la entrada de la casa. Creí que eso solo existía en las peliculas.

-Buenas tarde señora, no esperaba su visita hoy-dice con una fingida voz, esta claro que no le agrada mi madre.

-No sabia que tenia que informarte nada a ti-responde con voz seca. El desagrado es mutuo.

La chica baja la cabeza y observo como muerde sus labios intentando retener algún tipo de insulto. Levanta la vista con una sonrisa fingida.

-Lo decía porque no le prepare nada de desayuno.

-Pues hazlo.

-¿Para dos?-pregunta intentando mirando sobre su hombro. Me encojo y escondo.

Tamara bufa molesta, parece querer sacarle un ojo a la chica delante de ella.

-Si y avisale a Alistair que estoy aquí.

La muchacha hace un gesto para que pasemos. Un enorme recibidor nos saluda. Una combinación de moderno, rustico y sofisticado, se mezclan en el salón perfectamente.

Mi madre entra como si conociera cada rincón de la casa. No esta sorprendida por las enormes obras de artes que adornan las paredes. Ni los caros muebles que conforman la sala. O la ausencia de escaleras y el ascensor junto a el extraño cuadro dorado.

-Espera aquí-dice mi madre antes de entrar en el elevador.

La joven me hace un gesto para que me siente a esperar y hago lo que me indica.
Sentada dedicada a observar cada detalle a mi alrededor.

¿De quién es esta casa?

Mi mirada se cruzan con la muchacha quien me observa sorprendida. Me escanea de pies a cabeza como si no creyera lo que estaba viendo.

¿Qué le pasa?

¿Tengo algo en la cara?

A claro. Parezco recién salida de una película de terror. De hecho exactamente de ahí vengo.

Se marcha rápido en busca de quien sea ese Alistair. No hay señal de mi madre. Pasan unos minutos incómodos de silencio y soledad.

Mi aspecto no es el mejor en este momento. Descalza, con un corto y transparente pijama blanco manchado de sangre, con el cabello revuelto, sin lavarme, sin desayunar.

Me quedo viendo las manos escarlata marcadas en mi pecho y cintura. Recordando lo cerca que estuve de la muerte, asfixiándome entre sus brazos. Tocando mi cuerpo, dejando su huella en mi. Recordándome lo real que es y el peligro real que representa. Esto ya no es un juego de niños. Sabe quien soy, sabe donde vivo. Sabe como encontrarme. Estoy en desventaja yo solo se que me quiere como su juguete.

La puerta por la que se fue la joven se abre, mi vista esta en mis pies descalzos que aún están manchados de sangre ya seca.

-¿Qué te pasó? -es la voz más fría que he escuchado nunca.

Me asusta levantar la mirada.

¿Quién es?

-¿Estás enferma?-Su voz desbordante de frialdad tiene un ligero tono de preocupación.

No es la preocupación que tendrías por alguien enfermo, más bien suena como si te preocupara que esa persona vomitaba en tus muebles nuevos y seria una molestia tener que limpiarlo.

-Es...estoy bien-murmuro.

-No te escucho.

Responde autoritario. Es una demanda contundente como la de un monarca. Esta acostumbrado a que lo respeten y sigan sus ordenes. La seguridad y autoridad con la que habla es prueba de ello.

-Estoy bien-respondo con seguridad, sin despegar la vista del suelo.

-¿Por que estas manchando mis muebles de sangre?

Me levanta asustada y mi vista se detiene en su rostro.

-Hasta que me vez a los ojos.

El shock que me causa sus palabras no es tan grande como el que me provoca su rostro. Su voz como escarcha y la esquina de su labio se contra haciendo un movimiento extraño y forzado.

¿Esta intentando sonreír?

Su cabello negro carente de canas, bien peinado, su piel pálida, ojos verdes profundo a juego con los míos. Su nariz, boca, incluso cejas, todo es una versión mayor y masculina de mi. Una mirada severa. Un traje hecho a medida,Un rostro frio y sin emoción.

-Ahora lo entiendo.

Mi cerebro se apaga y mi boca se mueve sola.

-¿Qué entiendes?

Me observa y un casi inexistente tono de curiosidad se aferra a su voz.

-La parálisis facial la herede de ti.

Cambia la posición en la que esta sentado. Se inclina hacia delante poniendo una mano en su rostro, su cuerpo vibra y una fuerte carcajada escapa de sus labios sorprendiéndome.

Se pone de pie su para frente a mi. Le devuelvo la mirada y un extraño aire de familiaridad se aferra entre nosotros.

-Pareces salida de una escena de un crimen.

-De ahí vengo.

-¿Estas herida?

Pregunta observando las manchas de sangre en mi ropa.

-No es miá.

-Bien.

-Bien.

Lo imito sin saber que más decir, el silencio incomodo se queda entre los dos.

-Tienes hambre.

Camina y sin entender por completo lo sigo. Parece que no es una persona muy comunicativa. Una enorme mesa repleta de comida me recibe. Se sienta y me hace un gesto para que me siente a su lado. Devoro todo sin apenas espirar, el miedo da mucha hambre.

Cuando me siento satisfecha, apunto de reventar, levanto la vista y me encuentro con su mirada.

-¿Sabes quien soy?

-El donante de esperma.

Me encojo y cierro los ojos esperando los gritos e insultos. En cambio una carcajada se filtra entre el silencio.

-Si, esa es una forma de decirlo.

Una mueca que imita una sonrisa se forma. Sonreír no es lo suyo.

-¿Te molesta?

Pregunta y no tengo ni idea de que respuesta debería dar.

-No se.

-¿Me odias?

¿Odiarlo?

Su pregunta me toma por sorpresa, su penetrante mirada me dice que espera la respuesta. Es un hombre difícil de interpretar.

Es tan serio, frio y directo. Pero extrañamente parece imperturbable y ¿amable?

-No.

Dudo pero respondo. El no me ha hecho nada. Desearía que no fuera él. No puedo odiarlo por ser mi padre biológico.

-Bien.

-¿Qué?-lo observo confundida esperando una explicación.

-Saber que no me odias es suficiente para mi.

Es la primera vez que alguien me deja sin palabras.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro