Hamburguesas a la Lune
Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.
Advertencias: Fic no yaoi, humor negro, horrores de ortografía, descripciones sangrientas, personajes OoC, un posible trauma infantil y... algo más. En caso de que les genere una incomodidad algo de lo que leerán a continuación, denle en X para evitarse una mala experiencia :D
Aquí la lógica y lo canónico se sale por la ventana, me tome muchas licencias artísticas por el bien de la trama xD
Saga: 15 años
Afrodita, Ángelo, Shura: 10
Camus, Milo, Shura, Shaka, Mu y Alde: 7.
A ciertos santitos les cambie el nombre, espero no les moleste;
Emil- Afrodita
Ángelo- DeathMask
Sin mas que decir, empecemos :X
EN CASO DE QUE SE BAJE EL FIC DE ESTA CUENTA RECUERDEN QUE ME PUEDEN ENCONTRAR EN FANFICTION Y AO3 BAJO EN NICL DE Arkannos567. Igual en FANFICSLANDIA E INKITT. EN FACEBOOK ME PUEDEN ENCONTRAR COMO Arkannos Saint Seiya Fanfics
—Hamburguesas a la Lune—
Un repentino relámpago iluminó noche. Las nubes oscuras y pesadas dejaban caer sin tregua alguna una lluvia torrencial qué no demostraba indicios de parar pronto. El viento mecía con fuerza las ramas de los pequeños arbustos colindantes al camino que dirigía a Tauro.
"Posiblemente lloverá toda la noche y parte de la madrugada" Pensaba Saga, observando en dirección a los montes rodeaban el Santuario que apenas y se veían por el vendaval.
Estaba de pie al buen resguardo del techo de su casa, aunque no estaba solo. Ocho niños se encontraban a un lado de él.
Aioria y Milo trataban por todos los medios de ocultar su temor, pues nunca habían visto qué lloviera de esa manera en sus cortas vidas.
Shaka permanecía con sus ojitos cerrados, negándose a abrirlos pues temía que notarán sus ganas de llorar, tenía seis años y le asustaban los estruendosos truenos. Además, le traían recuerdos no muy gratos del tiempo que vivió en la India.
Aldebarán estaba tranquilo, pues ya estaba acostumbrado a las lluvias de su país natal qué eran muy seguidas. Camus a su lado observaba con anhelo los charcos que se formaban en el suelo. Le gustaba tanto brincar en ellos y crear ligeras capaz de hielo para patinar.
Ángelo estaba recargado en un pilar completamente fastidiado. Quería irse a su casa junto a Shura y Afrodita. Ya había tenido suficiente dosis de mocosos inquietos por un día.
Habían entrenado la mayor parte del día -siendo niñeras, más bien- al lado de Saga. Estar con Géminis era algo muy nutritivo para sus entrenamientos. Saga les ayudaba a perfeccionar sus técnicas muy a su manera, incluso les permitía que le atacaran y siempre salía bien librado de sus inexpertas manos. Jamás lo habían visto sangrar o soltar un gemido de cansancio, aunque entrenara con Kanon, Aioros o ellos tres al mismo tiempo.
Pero ya era hora de partir, estaban exhaustos y fastidiados de tener que lidiar con esos mocositos que parecían ranas saltando de aquí para allá.
El problema era que Saga no les permitiría emprender su huida. No hacía falta que preguntaran, lo sabían perfectamente. Aunque Saga se quejara mucho de tener que cuidar a los menores era demasiado sobreprotector con todos.
Era la mamá gallina del grupo.
—Vamos adentro. —Saga se dio la vuelta, mirándolos a todos su con habitual seriedad —Les preparare algo caliente. —sin esperarles empezó a caminar en dirección a los aposentos privados de Géminis. Algunos le siguieron con cierta prisa que trataban de ocultar inútilmente. En cuanto los menores partieron tras Saga, el trio de adolescentes les siguió a una prudente distancia.
Ángelo le dio un codazo al sueco a su lado cuando vio al futuro santo de Virgo temblar levemente al sonido de un relámpago. Afrodita sonrió de manera traviesa.
—Ni se les ocurra. —susurró la firme voz de Shura, interponiéndose entre el par de locos que tenía por amigos.
—Le quitas lo divertido a la vida. —bufó Ángelo, frunciendo la nariz con desagrado.
—Aprecio mi vida. —refutó, mirándolo de reojo —No quiero líos con Saga o Aioros.
—En eso tienes razón. —farfulló el peliceleste —Si mamá gallina es pesada —señaló con disimulo a Saga con un leve movimiento de cabeza —No quiero imaginarme a papá gallino. —y el par sabía que se refería al santo de Sagitario.
Lidiar con Saga era una cosa, pero Aioros era harina de otro costal. Y si tenían que enfrentar a esos dos juntos, mejor desertaban de una vez.
—Rápido, rápido. —les apresuró el mayor al verlos caminar a paso lento, abrió la puerta que daba directo a la sala.
Saga accionó el interruptor y soltó un gruñido al comprobar que no había luz. Sus planes de entretener a los niños con la televisión en lo que aminoraba la lluvia se fueron al demonio. Maldita fuera la hora en que Shion decidió llevar a Kanon y Aioros a llevarle un presente al maestro de los cinco picos.
Chasqueó la lengua y con un movimiento de su mano les indico que se adentraran a la sala.
En cuanto cruzaron el umbral, se dirigieron a los sillones, conocían a la perfección la estancia, aunque estuviera a oscuras. Casi siempre iban ahí a ver películas en un viejo televisor que Aioros pagó haciendo trabajos en Rodorio. Saga se había encargado de costearse una videocasetera y Kanon se encargó de conseguir los casets VHS -la mayoría de películas infantiles para disgusto de Saga-.
Entre sus manos una pequeña esfera de luz se formó hasta crecer poco a poco, iluminando la habitación. El pequeño Aioria al ver la acción del mayor le imitó, encendió su cosmos y conjuró una esfera. No era tan perfecta como la de Saga, pero iluminaba más, era como un pequeño rayo de sol. Géminis asintió con aprobación. No cabía duda que el arquero estaba haciendo bien su trabajo como maestro.
—Al fin Aioros está sirviendo de algo. —dijo, dándose la vuelta. Aioria le miró ofendido —Ángelo, ven conmigo para que traigas unas velas y cerillos. Aldebarán, ayúdame a preparar leche.
—¿Y yo por qué? —bufó el futuro santo de Cáncer, mirando con odio al de Piscis, que sonreía con burla mal disimulada.
—Por qué lo mando yo. —le respondió —Y ahora vienes tu conmigo, Emil. Alde, te quedas con Shura y los demás. —la sonrisa se borró de rostro de Afrodita en un parpadeo.
—No me digas Emil. —farfulló entre dientes el chico. Ángelo a su lado sonrió con suficiencia, caminando tras de Saga.
—Así te llamas. —Saga ignoró por completo como el mencionado le repetía por millonésima vez que le dijera "Afrodita" —Camina, no tengo toda la noche para estar esperándote.
—Si Nemo, ya deja de lloriquear. —se burló el peliazul, ganándose una palmada en la nuca de su parte.
Afrodita comenzó a caminar tras ellos, arrastrando los pies. El sonido de una puerta cerrándose y el movimiento de los utensilios de la cocina se escucharon poco después.
Shura tragó saliva al ver los seis pares de ojitos que se posaron en su figura. No tenía problemas con ellos, solo que no sabía cómo lidiar con una media docena de niños traviesos e inquietos. Con Aioria no había problema, pero con toda esa jauría ahí reunida le ponía los pelos de punta, aunque los otros tres estuvieran a escasos metros de distancia.
—¿Y qué hacemos? —le preguntó Alde al español, mirando en varias direcciones en búsqueda de algo en que entretenerse.
—¡Hay que dibujar! —gritó el inquieto de Milo, sacudiendo al pobre de Camus de los hombros. Aioria se apartó un poco de esos dos.
—No creo que eso sea posible. —dijo Aioria, mirando fijamente la esfera en sus manos, en escasos segundos perdía intensidad para luego brillar un poquito más. Tenía que estar bien concentrado y los brincos de Milo no ayudaban en nada —Todos los colores están en Sagitario.
—Si, recuerden que fuimos a una pijamada la semana pasada y nos llevamos todo de aquí. —respondió Mu, sentado junto a Shaka. El hindú asintió a sus palabras, ignorando a conciencia el sonido de los truenos que en momentos hacían estremecer las ventanas.
—Entonces... —antes de que terminara de hablar el escorpión, un rayo cayó más cerca de lo esperado, haciendo que todo temblara por un segundo —¡AH! —gritó, corriendo en dirección de Aioria, siendo seguido por Shaka, y Mu. Aldebarán les imito poco después. Los cinco se abrazaron con fuerza, provocando que la esfera de luz se esfumara de las pequeñas manos del León. El lugar termino sumido en la peor de las oscuridades. Shura no perdió tiempo y cogió a Camus del brazo, arrastrándolo junto a los otros chiquillos. Instintivamente los abrazo para protegerlos de cualquier amenaza del exterior.
—Nadie les hará daño, estoy aquí con ustedes. —les informó, apretando su agarre. Un par de manitas se aferraron a su cintura.
—Yo no tengo miedo. —respondió una voz con un toque aburrido. No hacía falta la luz para saber quién era.
—Cállate Camus, sé que tienes miedo. —replicó Milo —No puedes ser tan insensible.
—Camus es frío y duro como el hielo. —respondió Aioria —Apártense un poco para poder hacer otra esfera de luz...
—NIÑOS... —una voz ronca les hizo voltear lentamente en la dirección de donde se escuchó. Una llamarada azul se encendió de repente y lo que vieron provocó que soltaran un terrible grito, incluido Shura. Ángelo estaba de pie frente a ellos, su rostro se veía mortalmente blanco por la luz azul que le iluminaba, haciendo que se viese macabro. Se había volteado ambos parpados superiores y en su boca un líquido amarillento se deslizaba hasta su barbilla. Cuando volvió hablar, los niños gritaron más fuerte —VAN A MORIR.
—¡AH!
Antes de que se riera, una almohada se estampo en su cara. Seguido de un zapato y un rayo de luz proveniente de Mu. Camus cogió una lampara a su lado y se la lanzó. Aldebarán no tardó en correr en su dirección para irse de lleno contra su pecho, tirándolo al suelo. Milo y Aioria cargados de un frenesí siguieron al Tauro para ayudarle en su tarea de repartir golpes a diestra y siniestra. La llama azul se extinguió, dejándolos nuevamente a oscuras.
—¡Ah! ¡Soy yo! —volvió a decir Cáncer, luchando por quitarse al trio de niños de encima —¡Soy Ángelo!
—¡Ya sabemos! —chillo Aioria, dándole un puñetazo en el estómago, seguido de un jalón de pelo. Milo procedió a darle un par golpes, seguido de varias mordidas en los brazos. —¡Te mereces esto y más por asustarnos! ¡Mal Cangrejo, mal Cangrejo!
—¡Quítense de encima de mí, mocosos del... AHG!
Shaka, que había permanecido apartado de la situación, no tardó en ayudarles en su labor, repartiendo patadas. Algunas dieron en su objetivo otras fueron a parar en las piernas de Aldebarán. Mu se quedó en su lugar, mirando sus compañeros que yacían en el suelo frente a él. Camus formó una esfera de cosmos similar a la de Aioria, solo que esta era de un color azul plata. Shura se llevó una mano al pecho, sentía que el corazón se le saldría en cualquier momento.
—¿No lo vas ayudar? —preguntó Mu, tomándole de la mano. Mirando al golpeado Ángelo luchando por quitarse a los críos de encima.
—¿Crees qué no se lo merece? Yo digo que sí. —refutó Camus, mirando con odio al peliazul.
Antes de que Shura contestara, Saga apareció en la estancia. Traía una bandeja con galletas. Afrodita le seguía cargando una charola donde había diez tazas de leche tibia. Miró con desinterés al Cáncer en el suelo, los niños se apartaron para dejarle pasar. Dando un paso largo, atravesó el cuerpo del peliazul, siendo imitado por Afrodita. Los menores no tardaron en volver a lanzarse sobre el italiano.
Con calma, Saga se sentó en el único sillón individual y procedió a tomarse su café -el único que había en la bandeja-, dando ligeros sorbos. Su verde mirada no se despegó del grupo de niños y del "casi" adolescente. Shura abrió la boca, pero antes de que atinara a decir algo Saga le interrumpió con voz indiferente.
—Déjalos, ya se cansarán. —se encogió de hombros. Afrodita alzó una ceja al ver el semblante tan apacible del mayor. Saga sabía de sobra que esos niños se cansarían y era mejor para él, así dormirían más rápido —Y Ángie aprenderá una grata lección.
—X—
Cuando los ánimos se calmaron, los niños habían decidido tomarse su leche junto a sus galletas. Ángelo encendió las velas que Saga le dio y las puso estratégicamente por la sala para que tuvieran más iluminación. Cuando todos estuvieron sentados, Saga se llevó al Cáncer consigo para ir por las cobijas y almohadas para poder hacer sus camas improvisadas. En cuanto volvieron con lo necesario para esa inesperada pijamada no tardaron en acomodarse, moviendo la mesilla de centro junto a los sillones.
Después de unos minutos, todos se acostaron juntos, incluidos los tres mayores. Solamente Saga se quedó sobre el sillón grande. Sus ojos miraban fijamente el techo, respirando tranquilamente en espera de que el sueño no lo venciera, para eso había tomado café. Quería permanecer despierto en caso de que alguno de los pequeños quisiera ir al baño o fueran atacados -aunque eso era una nula probabilidad-.
A los pocos minutos, la infantil voz del leoncito le hizo sonreír. Sintió un gusto enorme al escuchar el bufido de Ángelo y Afrodita. Que esos dos aprendieran lo que era ser niñera de tiempo completo, además, no se olvidaba de la travesura del peliazul. Los niños ya habían tomado su venganza, solo faltaba la de él y Aioros.
—¿Y bien? —dijo Aioria, dando un bostezo, el usar a Ángelo como saco de boxeo si cansaba —¿Quién nos va a contar un cuento? —Milo se encogió de hombros a su lado, dio un par de golpes a su almohada y jalo lo más que pudo a Camus. El francés contuvo las ganas de patearlo, ya iban dos veces que se alejaba de él, pero el bicho o lo jalaba o se empeñaba en abrazarlo.
—¿No tienen botón de donde apagarse? —respondió Ángelo, ganándose un codazo por parte de Shura.
—El maestro siempre me cuenta un cuento antes de dormir. —dijo Mu, jugueteando con la manta. Alde a su lado sonrió, a él también le contaba cuentos.
—A mí me los cuenta Aio. —sonrió con ternura, recordando a su hermano mayor. Si el estuviera con ellos, estaría contándoles miles de historias de tierras lejanas y encantadas.
—A mi Buda me habla de la reencarnación, del amor que disipa el odio, me dice que la vida es sumamente corta y pelear es gastarla inútilmente, me enseña a ver más allá de los juicios, observar y comprender... Entre muchas cosas más. —un incómodo silencio se instaló por un par de momentos.
—Kanon es el que me cuenta historias geniales ¡Tiene una muy buena imaginación! ¡Es muy inteligente! —Saga alzó una ceja ante la afirmación del escorpión, él podría decir un par de cosas del porque dudaba de dicho cumplido a su rebelde hermano.
—Yo los leo por mi propia cuenta.
—Si, porque a ti nadie te quiere. —se río Ángelo, Camus suspiró. Lidiar con el Cangrejo era peor que tratar con un niño de 3 años.
—A ti tampoco quieren. —dijo Afrodita, deseando que esa conversación llegara a su fin.
—Como no... —habló Milo nuevamente —Tu lo quieres mucho, por eso siempre andas tras de él. Aunque huela a patas y sudor. —varios soltaron risas ante su comentario. El ofendido se cruzó de brazos, indignado.
—Para tu información, ese es el aroma de un verdadero hombre. —infló el pecho orgulloso.
—Es el olor de un nuevo pubert en desarrollo. —Afrodita y Shura tosieron, intentando no reírse. Los más pequeños no entendieron el comentario del mayor del grupo —Ya guarden silencio, quiero dormir.
Lo que Saga solicito duro solo un par de minutos, cuando de nueva cuando la voz de Milo se escuchó en la estancia, seguida de un trueno.
—Queremos un cuento. —dijo el peliazul. Miró de reojo a Saga, yacía recostado en el sillón, con el antebrazo de cubría los ojos para no ser molestado por la luz de la única vela encendida. Su cabello caía cual velo en el reposabrazos que fungía de almohada y su pierna derecha estaba apoyada en el suelo. Se veía relajado, apacible... Si no supiera que era el mayor de los gemelos, bien lo podría confundir con Kanon.
—Tu y Aioria quieren un cuento. —habló con voz pausada —No metas a los demás en esto, ya duérmete Bicho.
—Yo también quiero un cuento. —farfulló Mu.
—Yo igual. —corearon Shaka y Aldebarán con entusiasmo.
—A mí me da igual. —Camus se puso boca abajo, ya quería dormir.
—Yo quiero que se callen y me dejen dormir. —Ángelo se llevó ambas manos al rostro, restregándose los ojos. Ya los sentía arenosos y le dolía todo el cuerpo. Haber sufrido un ataque por parte de los niños era peor que entrenar nueve horas seguidas.
—Deja de ser aguafiestas Ángelo. —murmuró Shura.
—Ya dejen dormir por favor. —gimió falsamente Afrodita.
—Pero...
—Ya Milo, ya. —le interrumpió Saga, volteando a verle con seriedad. El pequeño se cubrió con la manta hasta la barbilla —Les contare un cuento. —volvió la vista al techo, intentando recordar una buena historia que Shion les haya contado de pequeños. Arrugó la nariz, quizá Milo tuvo razón al decir que su hermano era excelente narrador de historias.
—Estamos esperando... —masculló el Cáncer en voz baja.
—Se supone que tu ibas a dormir. —contestó Saga, pensando una y otra vez que sería bueno contarles. Lo único que recordaba era lo que Shion le había hecho estudiar una y otra vez esa semana; Los 108 espectros de Hades.
—Con sus vocecitas tan molestas quien va a dormir. —Aioria y Milo le sacaron la lengua al sueco, que les imitó en ese gesto tan infantil.
—Ya, niños, ya. —un suspiro cansado escapó de sus labios —Les contaré esta historia... —su voz adquirió un toque tétrico. Se escuchaba demasiado seria y grave, capturando la atención de los menores en cuestión de segundos —No es la usual historia de risas, canciones y finales felices. Esta es la historia del temible Espectro Lune de Barlog y su característico gusto por cierto tipo de carne prohibida. —un silencio dramático y continuo —Un día como cualquier otro, en el Inframundo...
En el Inframundo, lugar donde reina el temible Hades y el aroma a muerte se respira a cada paso que das...
—¿A que huele la muerte? —preguntó Milo.
—Mmm... —el mayor entrecerró la mirada, pensando cómo responder.
—Huele igual a Ángelo. —dijo Shura, ayudando al gemelo. Cáncer volteó a verle con ojos asesinos.
—¿A sudor? —Aioria arrugo la nariz.
—No, huele a patas, igual que la Jaiba. —varios soltaron risas jocosas.
—Que chistoso Nemo, que chistoso. —Ángelo le propino una patada, se cruzó de brazos y soltó un bufido.
—Ya, niños ya, déjenme continuar. —Saga se acomodó en el sillón y continuo.
... Los gritos de Pandora, fiel sirviente y hermana del Dios, se escuchaban por la primera prisión, haciendo temblar a todos ahí. Era por demás conocida la nula piedad que la hermosa mujer poseía y sus despiadados castigos con aquel que se atreviera a fallarle.
Mas de uno se lamentó por el pobre hombre que Pandora llamaba. El sonido de sus tacones resonaba contra el suelo del Tribunal de los Muertos, matando a cada paso el silencio que era considerado sagrado en ese lugar.
Saga hizo puño su mano y golpeó con los nudillos la mesilla que estaba por encima de su cabeza, no tenía más que estirar la mano hacia abajo para crear el sonido de unos pasos, aguardando unos segundos para volver a golpear la madera. El sonido de la lluvia arrecio, dándole un aire más misterioso a su voz.
—¡Lune! —gritó la mujer, recorriendo con su fría mirada la estancia en busca del peliplateado. Minos de Grifo se levantó de su asiento, para recibir con una reverencia a la mujer. Marchino de Skeleton se levantó asustado de su lugar, empuño con fuerza la guadaña y le ofreció un torpe saludo a la dirigente del ejército de Hades —¿Dónde está Lune? —preguntó, mirando de uno a otro con enojo.
—Señorita Pandora, el Espectro de Barlog se presentará ante usted en unos instantes.
—Pregunte donde esta. —replicó la bella dama.
—Esta...
—¡En el baño! ¡No ha salido porque esta estreñido! —Marchino se cubrió la boca, abriendo los ojos con visible espanto.
Las carcajadas de los niños no tardaron en sonar en la sala.
—¿Los espectros también se estriñen como mi hermano Aioros? El pasa mucho tiempo en el baño, me dice que es porque le cuesta peinarse, pero yo no le creo. —se rio Aioria. Saga soltó una tenue risa.
—Tu no le creas esa mentira de que es por peinarse sus rizos. Él se estriñe mucho. —en cuanto viera al Sagitario, no le faltaría tiempo para hacerle bromas.
Pandora cerró los ojos lentamente. Minos esbozó una sonrisa incomoda.
—Eso es demasiada información. —respondió, mirando al pobre soldado que no atinó más que a sonrojarse —Le esperaré aquí.
Diez minutos después, Lune salió del baño, alisándose la oscura sotana. Al ver a Pandora se hincó, bajando la cabeza en señal de sumisión.
—Señorita Pandora ¿Me estaba buscando? —buscó con la mirada a su superior, el cual se encogió levemente de hombros.
—Así es, Lune, mi señor Hades me ha enviado en persona para solicitarte lo siguiente. —una mueca de asco apareció en su rostro —Lo ha pedido de manera urgente, así que no hay tiempo que perder.
—Dígame Señorita, yo, Lune de Barlog, haré lo que el Señor Hades me pida sin dudarlo.
—Muy bien, el Señor Hades a pedido que seas tu quien le prepare una hamburguesa. —la joven apretó los puños con rabia —Escuchó a un par de Espectros alagar tus dotes para preparar esa comida mundana y pidió que seas tu quien se la prepare.
Lune abrió la boca, estupefacto ¿Era enserio lo que estaba pidiendo su señor? ¿No era una broma?
—¿El Señor Hades desea una hamburguesa? —balbuceó, parpadeando varias veces. Quizá había escuchado mal. En cuanto fuera a bañarse se lavaría bien los oídos.
—Así es. —Pandora intentó lucir tranquila, aunque por dentro estaba hecha una furia ¿Cómo era posible que su amado señor quisiera comer esa asquerosidad de los mortales? —Quiere que tú se las hagas.
—¿Yo? —se señaló así mismo, con incredulidad. Es que, simplemente, no se lo creía.
—¿Acaso te estas negando a los deseos de nuestro Señor, Barlog? —cuestionó la mujer, apretando los puños con fuerza. Su cosmos electrificante hizo vibrar el suelo bajo sus pies.
—¡No, por supuesto que no, Señorita! —se apresuró a responder —Es solo que aún no me la creo.
—Muy bien. Radamanthys, Aiacos, Minos y tu irán al mundo humano a conseguir todo lo necesario para preparar esa comida. —Barlog detectó el desprecio en las palabras de la hermana de Hades. Minos, tras de él, tosió un poco —Es una orden, Minos de Garuda, no estas en posición de decir que no. Partirán en este mismo momento. —Pandora se dio la vuelta para salir de ahí —Y, Lune, trata de comer más ciruela para que no te estriñas tan seguido.
—Aioria, dile a la Potra que digo yo que coma más ciruela. —dijo Saga, sonriendo con travesura. El león asintió con la cabeza.
—Tu cuento es muy largo y sin sentido. —habló Camus, antes de que Saga continuara —¿Por qué un Dios comería? Se supone que ellos son inmortales y no sufren hambre ni frío.
—Mira Camus, es mi cuento y mis inventos. Aquí la lógica no existe. —replicó el mayor —Así que guarda silencio y no me interrumpas. —el francés rodó los ojos y enterró su rostro en la almohada.
De mala gala los cuatro Espectros se dirigieron a la superficie, en busca de esos ingredientes necesarios para la hamburguesa que prepararía el noruego. Al salir a del castillo Heinstein y la barrera protectora desearon morir en ese instante.
—¿Qué hora es? —preguntó Radamanthys, mirando la noche estrellada y la luna.
—Las dos de la mañana. —informó Aiakos, sentándose sobre una roca.
—Y bien, Lune ¿Qué harás ahora? —Minos se apartó el flequillo y miró a su fiel ayudante.
—Vamos a un establecimiento comercial, hay lugares donde tienen abierto a estas horas. —respondió tranquilo —Hay que comprar todo lo que necesitamos.
Y así fue que nuestros cuatro asquerosos y repugnantes Espectros se sumergieron en la inmensidad de la noche en búsqueda de carne para las hamburguesas y demás ingredientes. Recorrieron toda Grecia en su incansable búsqueda, dando como resultado un crudo y fatal fracaso.
Dieron por finalizada su labor al alba, cuando apenas el sol estaba mostrando sus tímidos rayos de luz en las tierras griegas. Lune de Barlog regresó al mundo de los muertos con la derrota a cuestas, siendo seguido por sus indiferentes compañeros, que poco les importaba que hubiera fracasado en su tarea.
—Iremos a informarle a la señorita Pandora sobre tu fracaso. —dijo Radamanthys al arribar al Inframundo, sin delicadeza alguna dejo caer la bolsa de mandado que se le había asignado, eso sí, saco su preciado y costoso whisky antes de tirar lo demás.
—¿Mi fracaso? —espetó el espectro, mirando con odio al rubio ceja de azotador —En todo caso es nuestro fracaso, los cuatro nos embarcamos en esta aventura.
—Te equivocas, amigo mío. —dijo falsamente Aiacos, mirándole con condescendencia —Nosotros solo te acompañamos, fuiste tú el que falló estrepitosamente en la misión. Será tu cabeza la que reclamé el señor Hades, no la nuestra. —se burló.
Los tres jueces el Inframundo se dieron la vuelta y emprendieron el camino a Giudecca, dejando al espectro de Barlog a su suerte frente al portón del Inframundo.
—Esos son unos malos amigos. —le interrumpió Milo —No son como yo y Camus, yo a Camuchis lo apoyaré en cualquier misión que tenga.
—Milo... ¡Ya déjame respirar! ¡Me estas ahorcando! —exclamó dándole un empujón con todas sus fuerzas —Te juro que hay veces que me atosiga tu sola existencia ¿No te das cuenta que solo la gente te tolera? Y te aseguro que mi limite de tolerancia esta llegando a su límite, quítate o te quito.
Ángelo soltó una carcajada, seguido de Emil. Saga esbozo una media sonrisa y el ofendido de Milo solo atino a abrir y cerrar la boca.
—Continuo, niños...
Lune, una vez solo con su soledad, solo con sus sentimientos, se dejo caer de rodillas al suelo y cogió el jitomate que había salido de su bolsa, con rabia la apretó entre su puño, deseando que fuera la cabeza de alguno de esos desgraciados que tenía por superiores. Una desolación le inundo el pecho, haciendo que su respiración se volviera costosa a cada segundo que pasaba, quería hacerse bolita y quedarse ahí hasta el próximo inicio de la Guerra Santa, pero sabía que era imposible.
El hambre del señor Hades le impediría cumplir su deseo, el estomago del señor del Inframundo exigía ser saciado y él, Lune, no tenía ni un gramo de carne para hacerle una simple hamburguesa.
¿Porqué demonios no le pedía una comida de riquillos opulentos como las que a veces demandaba la señorita Pandora?
—Es imposible que no encuentren carne en el mundo humano Saga. —esta vez el que interrumpió fue Shaka —Si algo no puede faltar es la carne. Bien pudieron entrar a una carnicería y robar un poco. —más de uno soltó un sonido afirmativo ante las palabras del pequeño rubio —Porque es probable que ellos lo roben, no me los imagino siendo unas personas decentes y juiciosas. Por algo están en el Inframundo.
—¿Qué parte de que este es mi cuento y no tiene lógica no entienden? Si no les parece háganme el favor de callarse y dormir, déjenme a mi contar lo que yo quiera. No me interrumpan porque ya estoy inspirado. — "Mocosos latosos" espetó alzándose de su lugar, sinceramente ya estaba harto de ser interrumpido y quería terminar su cuento lo mas pronto posible. Porque una cosa si era cierta, ya estaba inspirado y era bien conocido que Saga de Géminis no podía dejar las cosas a medias -Señora ansiedad, ay, señora ansiedad-.
—Siendo francos, Saga. —resistió en impulso de poner los ojos en blanco ante la voz fastidiada de Camus —Eres muy creativo para inventar tonterías.
"Hijo de tu francesa madre"
—Y siendo francos, Camus, todas las personas que alguna vez te amaron estaban jodidamente equivocadas. —Mu soltó una exclamación de sorpresa ante la palabrota, pero decidió ignorarlo. Saga olía sangre, sangre con aroma a nieve de limón y croissant de chocolate —Bien podría explicarte lo que es libertad creativa, pero no puedo entenderlo por ti, mon amour.
Los tres mayores miraron de uno a otro, con las cejas alzadas.
"¡¿Qué está pasando señor Cabra?!" Shura se encogió de hombros ante la pregunta del italiano.
Pasaron escasos minutos de silencio donde no se escuchaba mas que el sonido de la lluvia golpeando el techo y una leve respiración que demostraba que buscaba por todos los medios hacerlo de manera moderada. Una risa corta -con aires de triunfo- se dejo oír después.
—Ahora si no tienes nada que discutir, mon amour, prosigo con esta historia...
Imagino de mil y un maneras su trágico desenlace, aunque solo uno le asustaba más que cualquier otro; Él, colgado de uno de los tantos arboles de la sexta prisión, con su piel de un tono verdoso por la descomposición, sus entrañas llenas de larvas de mosca y las aves devorando pedazo a pedazo lo poco que quedara de su carne. Y en su rostro un par de cuencas vacías, donde sus antes rebosantes ojos estaban llenos de vida y maldad.
Se llevó las manos al cuello, sintiendo como una soga invisible le envolvía, robándole segundo a segundo el aire que respiraba.
—Oye, Saga ¿Estás seguro que esto es un cuento para niños?
—Si, ahora cállate Emil.
Y como todo hombre que cae en la temible e implacable desesperación, una espantosa, pero buena idea -según su percepción- le llegó a la mente.
Alzó la vista y contemplo el imponente portan del Inframundo
"ΟΠΟΙΟΣ ΜΠΑΙΝΕΙ ΕΔΩ ΝΑ ΠΑΡΑΤΑ ΚΑΘΕ ΕΛΠΙΔΑ" ("Aquel que entré aquí deberá abandonar toda esperanza."
¿Abandonar la esperanza? Él, como ser humano con bonitos sentimientos que alguna vez fue, no haría caso a ese lema y entraría con toda la esperanza del mundo de salvar su pellejo y crear la hamburguesa perfecta para su señor Hades.
Recogió a toda velocidad su cargamento y salió disparado en dirección a la primera prisión, una vez que llego ahí le lanzó todo a Marchino el cual ni tiempo tuvo de preguntarle como le fue, pues Lune invoco rápidamente a su sapuri y salió corriendo nuevamente en dirección a la segunda prisión.
En la mente del espectro solo había una meta y un propósito, y la línea final para ello se encontraba al atravesar la puerta custodiada por las imponentes estatuas de faraones. Una vez que entró ahí, comprobó alzando su cosmos que Pharaoh no estuviera presente y se dirigió con pasos presurosos a donde los rugidos de Cerberos se escuchaban.
Al llegar a donde estaba el imponente perro de tres cabezas, sonrió; El animal estaba como siempre, despedazando a todo ser humano que entraba ahí y trataba de cruzar, despedazándolo con rudeza y sin piedad, alimentándose con alegre felicidad y ferocidad. Siempre tan insaciable, rodeado de cientos de personas que luchaban por entrar.
Lune desenfundo su látigo, en sus ojos violetas no había más que determinación ante lo que estaba a punto de hacer. Y ya tenía su objetivo a la vista, el cual se veía muy bien, la piel de un tono moreno y limpio, libre de tatuajes; Recién entrada al Inframundo.
¡Carne fresca señores! ¡Carne fresca!
—¡LATIGO DE FUEGO!
Atrapó por las piernas a una mujer que intentaba entrar al recinto, la cual cayó con un ruido seco al suelo. Los ojos miel de la chica se abrieron con espanto al contemplar al Espectro de cabellos plateados, soltó un alarido de dolor e intento zafarse del amarre.
—Mmm... —observó con detenimiento las vueltas que había hecho el látigo, no eran tantas como quería —Tendré que cortar tus bonitas piernas en trozos más pequeños para poder molerlos bien. —sentenció.
Lune alzó levemente su cosmos y su letal arma respondió, envolviéndose como una serpiente desde las rodillas hasta la entrepierna, saldría suficiente carne para las hamburguesas.
Los gruñidos de Cerberos y los llantos de sus victimas fueron opacados por los alaridos de la mujer cuando Lune le despedazo las piernas en varios trozos, los cuales no tardo en recoger y meterlos en una bolsa que traía consigo.
—Las lavare muy bien. —se decía a si mismo con voz calmada, como si nada malo estuviera pasando —Las condimentare muy bien, no creo que el sabor sea distinto, no se notara. —río, mientras una lagrima bajaba por su mejilla —No se notará. Entendiste, no se notará. —vociferó, mirando a la mujer.
La histeria disfrazada de calma era tan evidente, pero tan fácil de ignorar.
Salió del lugar con su trofeo en una mano, silbando Stalin Alive de los Bee Gees, sus pasos acompañaban el ritmo de la tonada y el movimiento de sus manos igual.
Dentro de la segunda prisión, Cerberos estaba devorando a una mujer sin piernas que no pudo llegar lejos al arrastrarse sobre su vientre.
Ni una mosca se escuchaba, la lluvia había aumentado, una que otra vela ya se había consumido. Los niños ya no estaban acostados, yacían sentados mirando con atención a Saga. Los tres mayores apenas y parpadeaban. Milo estaba casi encima de Camus y este no decía absolutamente nada.
Llegó la noche, y con ella la temible hora de la cena. Lune se arrodillo con sumo respeto ante Hades, la bandeja de hamburguesas fue arrebatada por Pandora desde el momento en que llego. Diez hamburguesas estaban perfectamente acomodadas en la charola de plata.
—Prueben tan excelente manjar. —se dejo oír la voz del imponente dios. Era una orden, no una petición.
Minos, Aiacos y Radamanthys cogieron una hamburguesa cada uno, guardándose una mueca de asco, hace tanto tiempo que habían dejado la comida humana.
Pandora subió hasta el trono y bajando la vista al suelo, dejo que su señor tomara su tan antojada hamburguesa, dejo la bandeja en una mesita y cogió la que comería, para ser algo humano, tenía buen aspecto y muy delicioso aroma. Solo esperaba que el sabor fuera igual y que su hermano la disfrutara.
Y el sabor, el delicioso sabor, era digno de todos los Dioses Olímpicos.
—¿De donde te has conseguido la carne? —bufó Radamanthys en voz baja, entre disgustado y encantado. Solo que lo último no lo diría y mucho menos lo demostraría.
—Es cierto, ¿De donde la sacaste? —Minos observo con disimulación a su señor Hades el cual ya iba por la segunda hamburguesa y Pandora apenas iba terminando la primera. Estaban buenas, muy buenas.
Y la carne, esa carne era de primera. No tenía grasa, ni nervio, la consistencia era excelente y el sabor, ah, ese bendito sabor.
—¿Fuiste al mundo humano? —preguntó Aiacos cubriéndose la boca con la mano, pues estaba masticando un pedazo de la hamburguesa, y deseaba poder comer otra, pero dudaba que le dieran una más.
Lune paseo su mirada por cada uno de los jueces. Observó como mordían la jugosa hamburguesa con entusiasmo y hasta dicha. La misma dicha que el experimento al probar su receta mejorada.
Con voz mortalmente seria y baja, dijo;
—Eso es un secreto.
—Fin. Ahora, duerman. —aplaudió y se frotó las manos, satisfecho consigo mismo y con su audiencia.
Los jóvenes solamente le miraron, con expresiones casi idénticas.
—Pero tu... ¿De que manicomio te escapaste? —preguntó Shura, dándose cuenta que se había mordido todas las uñas.
—De ninguno, además, no se de que te quejas, si en tus tiempos de ser católico comías el cuerpo de Cristo, ¿o me equivoco? —el español cerró la boca sin saber que decir.
—¿El cuerpo de quién? —la vocecita de Milo sonó muy a duras penas, se escuchaba ahogada y al borde del llanto.
—Santo dio. Estas enfermo Géminis.
—Ya, ya, Ángelo, dejen el drama. —Saga se recostó en el sillón, volviendo a su anterior posición. Ultimadamente, ya había contado su cuento y ya se iba a dormir —Y para que de una vez lo vayan sabiendo, mocosos, cuando ustedes mueran y lleguen al Inframundo no llegaran ni a la segunda prisión, pues Lune de Barlog adquirió un enfermizo gusto por la carne humana, y su favorita por sobre toda la carne que ha probado, es la carne de los Santos Dorados, mil veces más buena para él. Y, claro, mayormente aclamada por el señor Hades. Eso sí, no sabe de donde proviene.
Otra vez silencio.
Mortal silencio de los niños, sonido de la lluvia y un trueno a lo lejos.
—Tu... Tu dijiste que era invento tu cuento. —murmuró Camus dándole voz a sus pequeños amigos, los cuales ya estaban casi abrazados.
Saga suspiró y giró su cabeza, paseando su mirada por cada uno de ellos, esbozó una sonrisa la cual no genero ni un gramo de confianza.
—Pues mon amour, lo que no les dije es que a veces suelo mezclar realidades con ficción, ya es tarea de ustedes averiguar cuál es cual. O, en este caso, si me creerán esta verdad.
Y sin decir una cosa más, se puso de nuevo boca arriba y cerró los ojos, esperando que el sueño llegara a él.
Los tres adolescentes y los niños callados, pálidos y temblando de miedo y horror.
—X—
Trece años después. Inframundo, primera prisión.
Si Saga pensó que lo más asombroso de su muerte fue ver que la misma Pandora los recibió a él y sus compañeros al llegar era porque estaba tonto y desconocía el alcance que tenían sus palabras y los traumas que iba causando a su paso.
Frente a sus verdes ojos, estaba pasando la escena más dantesca que había visto en su vida... en su muerte, en su muerte más bien.
A pesar de que su poder estaba reducido en gran medida, Shura, Ángelo, Afrodita -Emil, para el siempre seria Emil- y Camus estaban dándole la golpiza de su vida - ¡Muerte, joder, muerte! ¿O vida? Meh, no se preocuparía por recordar enseñanzas de Shion en estos momentos- a Lune de Barlog. El pobre Espectro ni tiempo tuvo de abrir su libro cuando sus compañeros de armas lo atacaron sin contemplaciones una vez que decidió hacerles compañía.
Golpes, ataques, nieve, rosas y fuegos azules volaban por el lugar. Y Pandora los iba a detener con un solo chasquido de sus dedos, pero lo que escucho entre la batalla, le causo intriga.
—¡NO TE COMERAS NI UN TROZO DE MI CUERPO, MALDITO CANÍBAL! —gritó Afrodita con rabia lanzando una rosa sangrienta en dirección del espectro, el cual apenas y podía esquivar los ataques de Ángelo. Entretanto, Marchino intentaba ayudar a su señor, pero caía al suelo por el hielo que fungía de tapete de la primera prisión.
—¡NO COMERAS HAMBURGUESA DE SANTO DORADO, IMBÉCIL! —gritó Ángelo. Shura y Camus se limitaron a lanzar ataques sin descanso.
Pandora, protegida por su poderoso escudo, alzó ambas cejas, un tanto extrañada, volvió la vista a Saga, quien era el único que estaba tranquilo junto a ella. El Géminis atino a medio sonreír, incomodo.
—Creo que antes de que nos envié a donde nos corresponde, le debo cierta explicación.
—FIN—
—Tal y como lo oye mi señor. —Pandora se encontraba de rodillas en las escaleras, a escasos metros del Dios Hades, el cual estaba resguardado tras la enorme cortina de velo —El Santo se atrevió a mancillar la reputación de Barlog ante sus camaradas, dando pie a que se creyera que uno de sus Espectros era un practicante de tan abominable pecado de comer carne prohibida, involucrándolo a usted en el proceso. Así que me tomare el atrevimiento de ejecutar su castigo yo misma, y no seré piadosa.
—Pandora. —dijo Hades al cabo de unos minutos —Te prohíbo tocarle un solo cabello a ese hombre ¡¿Entendiste?! —la mujer de cabellos negros asintió, temerosa ante el tono de voz —Ahora, tráelo ante mí. Estoy seguro que tiene cosas mas interesantes y macabras que contar.
...
—¿FIN?—
No me queda mas que decir gracias por llegar hasta aquí y pedir perdón por mi ausencia, es solo que la vida adulta a veces me consume por completo :(
Y antes de irme -espero que sea por poco tiempo-...
Esta historia es para Nyan-mx y Eramaan Viimeinen... Chicas, gracias.
Nyan, de nuevo, gracias por cada comentario, cada palabra, por estos años en los que lees mis desparpajos y te sigues riendo como la primera vez, por motivarme a finalizar las historias que tengo pendientes y por escribir más, gracias por todo tu apoyo, por ser mi motivo para continuar y por estar presente en mi mente con cada fic. Gracias.
Eramaan, gracias por tanto, gracias por tus palabras, por estos años leyendo mis locuras, gracias por tu hermoso mensaje el cual me hizo llorar como no te imaginas, me dejaste con un nudo en la garganta y un abrazo quemando en mi pecho. Y gracias por darme la inspiración para terminar esta historia que tenía un año guardada. Me inspiras a sumergirme en el mundo del horror, la miseria humana y desencanto, pero en definitiva no te llego ni a los talones, tu talento es enorme y tu forma de narrar espectacular. Continua, no dejes de maravillarnos y horrorizarnos con cada historia la cual te deja con los pelos de punta y los sentimientos a flor de piel. Eres mi mayor inspiración.
Chicas, enserio, gracias por tanto tiempo leyéndome, las tengo siempre presentes cuando comienzo a escribir o imagino una historia nueva, siempre las tengo presentes en mi mente y ya tienen un lugar en mi corazón.
Gracias, gracias, gracias... Las quiero un montón :)
SafiroBipolar
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