Capítulo 6. Un paso más
Carla estaba desayunando tranquilamente, llevaba dos días sin saber absolutamente nada de Ana, algo que le parecía extraño. Aunque la verdad, después del encontronazo que tuvieron por el móvil hablando la última vez, no le apetecía mucho llamarla. No sé quería poner en lo peor, quizás no la apetecía llamar, quizás se sentía mal por lo que había hecho, y por eso tampoco se atrevía a llamar... El caso, es que Carla pensaba que ella no sería la primera en dar señales de vida, o al menos de momento.
Carla seguía inmersa en su trabajo, cuando de repente, en una de sus muchas revisiones de sus artículos, mientras seguía desayunando y bebiendo su taza de café, sonó el móvil. En un principio no le hizo mucho caso, lo había escuchado, pero pensaba que o sería la pesada de su jefa o Ana pidiendo disculpas, y ninguna de las dos cosas le apetecía en ese momento. Siempre pensaba que hacía desayunando con el móvil al lado, ya que no podía disfrutar de un momento como ese, de desayunar tranquilamente sin ningún tipo de molestia.
El móvil volvió a sonar, ella le miraba de reojo echándole todo tipo de maldiciones y pensando: «no me dejará desayunar tranquila, seguro que no, que pesadilla» Se comió el último trocito de tostada con mermelada de fresa y se dispuso a mirarlo, había varios mensajes, de un número desconocido que no le sonaba.
El corazón se le empezó a poner a mil, leyó el primer mensaje y dio la vuelta al móvil, no quiso leer más. Solo alcanzó a leer un mensaje con un triste: «hola». Pero Carla siempre había sido demasiado curiosa para estas cosas, y tenía la necesidad de seguir curioseando, en el fondo sabía que seguramente sería Alejandro. Se puso la mano en la cara, como tapándose los ojos, y diciéndose a sí misma «no lo hagas, estás enfadada, lo que te han hecho no tiene perdón».
En el fondo deseaba saber más sobre los mensajes misteriosos que, si lo pensaba de verdad, para ella no lo eran tanto; ya que seguramente no, de seguro, sabía de quién procedían, aunque no le sonara el número para nada.
Carla cogió el móvil y siguió leyendo los mensajes.
CONTACTO MISTERIOSO_10:15
Hola
No sé cómo empezar, pero lo siento, sé que puedes estar enfadada, o eso me han dicho, se me ha ido quizás de las manos, pero tenía la necesidad de conocerte
Carla se quedó con la boca abierta, mientras sujetaba su cabeza con la mano con la que intentaba taparse los ojos. Se quedó inmóvil, mirando a través de sus dedos y releyendo una y otra vez el mensaje.
De nuevo, llegó un nuevo mensaje del mismo móvil misterioso.
CONTACTO MISTERIOSO_10:20
Sé que me estás leyendo ... Lo siento de verdad ...
Carla saltó en su silla pensando: «lo sabía, sabía que era un psicópata, está esperando a ver si lo leo o no, nada más escribir, que obseso del control, esto acabaría mal».
Otro mensaje llegó.
CONTACTO MISTERIOSO_10:25
Bueno lo siento, no era mi intención molestarte, las cosas pasaron así, entiendo que no me conoces de nada, no te molesto más.
Carla en ese momento solo pensaba en la típica película empalagosa que veía después de una ruptura, con una tarrina de helado enorme, y que siempre terminaban bien, y solo podía partirse de risa. Sabía que se había tragado muchas películas de ese tipo, y le parecía esta vez que se encontraba en una de ellas sumergida, y no creía que fuera a acabar bien. A Carla no le daba la sensación de que fuera a acabar como la típica película romántica en la que una pareja se conoce, hay unos amigos por medio que hacen todo lo posible para que estén juntos y de repente surge la chispa del amor, se casan, tienen hijos y bla bla bla bla ...
A ella le resultaba todo ridículo ...
Carla lo dejó estar, no sabía que responder, o no quería responder más bien, así que se dispuso a continuar el día, como si no hubiese pasado nada.
Al caer la noche, Carla empezó de nuevo a pensar en los mensajes que había recibido, en sus rencores por lo que había pasado ... Le rondaba en la cabeza sobre todo el comprobar si era cierto lo que pensaba, que era por supuesto que Alejandro estaba detrás de todos esos mensajes que había recibido. Así que después de añadirle a su lista de contactos como "chico misterioso", se dispuso a contestar a los mensajes, con cierto rencor en su tono (como actuaba ella en estos casos).
CARLA_ 22:00
No sé quién eres, no tengo tu móvil.
Le dio a enviar, sabiendo que sonaba todo como muy de niña pequeña, hasta se sintió estúpida contestando eso.
«Pero... ¿Qué haces Carla?» gritaba su vocecita interior.
En menos de diez segundos llegó un mensaje, todavía no sabía del todo a ciencia cierta, quién era esa persona, aunque se lo intuía; lo que si sabía es que estaba pendiente, o estuvo pendiente todo el día de que ella le escribiese (o eso quería pensar ella, resultaba bastante agradable que alguien le prestara ese tipo de atención, como para estar pendiente de un móvil de esa forma). Por otra parte, Carla, pensaba que seguramente no paraba de jugar con el móvil y estaba todo el rato pendiente de él por eso, y fue ahí cuando se cruzó su mensaje, y no le quedó otra que leerlo.
A Carla le gustaba analizar todo tanto (que quizás por eso se perdía tantas cosas), mientras ella seguía inmersa en su mundo interior, y sus paranoias mentales de lo que había pasado, recibió otro mensaje.
CONTACTO MISTERIOSO_22:16
Lo siento, suponía que ya sabias quién era, soy Alejandro, conozco a Ana...
Cuando Carla leyó que era Alejandro, sintió como se le salía el corazón del pecho, aunque el estilo de Carla más bien sería vomitar el corazón directamente, Carla no podía con las típicas frases ...
«Joder... es Alejandro. No sé de qué me sorprendo, ¿estoy sorprendida? Sabía quién era desde el principio, ¿y me sorprendo ahora?, en fin ... que triste ... ¿Y ahora qué digo? ¿Para qué lo habré escrito? ¿Tenía que haberlo dejado pasar? No sé para qué me meto en este tipo de historias que parecen de niños, yo misma me estoy sintiendo una niña ahora mismo, además ya se ve que es más joven que yo, yo nunca me hubiera acercado así a alguien, si no fuera claro porque estoy en la edad del pavo, como le pasa a él»
ALEJANDRO_22:23
¿Estás ahí?
«No estoy, ni quiero estarlo» pensaba Carla. Sin saber que la cosa se iba a poner peor o mejor, depende de cómo se mirase.
Mientras ella estaba con sus movidas mentales, sonó el móvil, esta vez no era un mensaje, era una llamada. Carla tenía el móvil en las manos, y apareció el número de teléfono de alguien "desconocido" al que ella había puesto ya el "chico misterioso" en sus contactos. En ese momento lo pensó, y no sabía que era más de psicópata sí que él le escribiera, o que ella le hubiera agregado y con ese nombre.
Carla en ese momento estaba sentada en el sofá, cuando volvió en sí misma, al seguir escuchando el móvil lo tiró al sofá, como si le quemara en las manos. «¿Pero ¿qué hace llamándome ahora? ¿A estas horas de la noche?» pensó ella.
La llamada se cortó. Y de seguido recibió otro mensaje.
ALEJANDRO_22:27
Carla, me puedes coger el móvil por favor.
Carla, leyó eso con la voz de Alejandro, y se derretía por dentro, al mismo tiempo que estaba bastante cabreada por todo lo que había hecho su amiga, el amigo de su amiga de momento (Mario) y sobre todo Alejandro. Pero no podía evitar fantasear con él.
Volvió a sonar el móvil.
Carla se empezó a poner cada vez más nerviosa, sabía que si lo cogía sería su perdición. Pero en aquel momento dejó su cordura a un lado, y le tuvo que dar al dichoso botoncito, porque no podía más.
Contestó Alejandro (con una voz muy sensual), a Carla le gustaba su voz más por teléfono que en persona, veía la voz de forma muy diferente.
—Hola Carla— dijo Alejandro, un poco nervioso.
—Hola— respondió Carla, más nerviosa aún.
—Gracias por cogerme el teléfono— respondió Alejandro con un tono amable a la par que aliviado.
Carla estaba de los nervios, no podía pensar, estaba sintiendo algo tan fuerte en ese momento que no podía controlar, lo de las mariposas era muy light para ella, era más bien una manada de rinocerontes que corrían por su estómago en estampida huyendo de algún peligro, y hacían retumbar todas sus entrañas.
—¿Carla? — Insistió Alejandro, al ver que se hacía un silencio incómodo.
«Que voz más bonita, que bien suena mi nombre a través de ella, nunca me había gustado mi nombre, pero él lo dice de una forma especial». Pensó Carla, mientras se disponía a contestar, pero algo se lo impedía, y colgó el teléfono.
«¿Pero insensata que has hecho?» Le gritaba su vocecita interior, al mismo tiempo que todo en su interior se derrumbaba.
Carla se quedó inmóvil, había colgado y había vuelto a tirar el móvil al sofá, aunque a ella le parecía que con lo que había hecho lo había tirado en algún tipo de agujero negro, en el que no sería ya tan fácil poder recuperarlo.
De repente se hizo el silencio, no sonaron más mensajes, ni más llamadas. Carla solo podía pensar en lo mal que lo tendría que estar pasando en ese momento Alejandro, después de que ella hubiera colgado. Y ni ella misma sabía porque lo había hecho, estaba empezando a sentir tanto en tan poco tiempo, que le daba miedo articular cualquier tipo de palabra, más bien parecía como si alguien le intentara coser la boca cada vez que intentaba hablar, de los nervios que le entraban sin sentido.
No sabía cómo podía solucionar lo que había hecho, en ese momento se veía como una niñata. Solo podía pensar en la estupidez que había hecho y en un ataque de valentía, cogió el móvil y le llamó.
Alejandro cogía el teléfono.
—Lo siento— dijo Carla bastante apenada.
—Lo siento yo, siento haber hecho estooo ...— (dijo Alejandro, poniéndose bastante nervioso, por un momento al escuchar a Carla, sintió que era real, y no podía evitar ponerse nervioso por ello).
—Bueno... ¿Y qué querías? — balbuceo Carla como pudo.
Carla estaba bastante nerviosa, y no podía dejar de fantasear con su voz, tenía una voz grave tan bonita, que por teléfono sonaba mucho más interesante que en persona. Pensaba en todas las cosas que le podría decir esa voz, y se empezó a poner roja como un tomate (menos mal que por teléfono no se notan esas cosas).
—Esto ... Puf ... — intentaba hablar Alejandro, bastante nervioso.
«Madre mía ... Él está igual de nervioso o incluso más que yo. En qué líos me meto, a saber, que va a decir» pensó Carla.
—¿Quieres que quedemos un día? — soltó de golpe Alejandro, tirándose a la piscina y sin saber si había agua o no.
Carla pensó: «Un día, dos, tres o los que quieras...» Pero volviendo a la realidad, de nuevo pensó: «Ay, pero no, no puedo quedar con él, me pone de los nervios, cada vez que le veo pasa algo, me echo algo encima y quedo fatal»
Pensando en que metía la pata cada vez que le veía, Carla no pudo evitar decir (intentando hacerse la interesante):
—Tengo mucho trabajo—
Alejandro se vino abajo en ese momento, y su tono de voz se empezó a apagar.
—Ok, entendido— dijo él (bastante apenado).
Se hizo el silencio, y Carla seguía pensando.
—Carla — dijo Alejandro, con una voz bastante sugerente, como si fuera su última baza para hacerle cambiar de opinión.
Carla no pudo evitar pensar en derretirse ahí mismo. «Pero que voz tiene, me vuelve loca, nunca nadie solo con su voz había conseguido hacerme sentir así»
—¿Carla? — volvió a repetir Alejandro.
Mientras, Carla seguía en su mundo sin darse cuenta de que Alejandro seguía ahí, solo pensaba en lo fácil que sería muchas veces poder leerse el pensamiento. Se veía bastante tonta intentando rechazar una cita con alguien con el qué sí quería tener una cita, y le encantaría que Alejandro le pudiera leer la mente en ese preciso instante.
—Carla, necesito quedar contigo— insistió Alejandro, con una voz muy melosa.
«¿Necesita dice? Joder, como me siga hablando así, con ese tono de voz, tendré que necesitar yo verlo a él urgentemente ahora mismo» Pensó Carla, mientras no podía evitar reírse por dentro con un ataque de nervios.
—¿Carla? Bueno, te dejo— dijo Alejandro, con su voz que decía más bien, dime que no lo haga.
—No parece que tengas muchas ganas de hablar, y bueno la verdad es que no tenía que haberte llamado— proseguía hablando Alejandro, con un tono de culpa y pena, volviendo a poner los pies en el suelo de golpe.
—Perdona, estaba pensando en mis cosas. No me dejes— dijo Carla, pensando «¿He dicho no me dejes? ¿En serio he dicho eso?» (más nerviosa que nada).
—¿No me estabas haciendo caso? ¡Jum!... — contestó Alejandro en un tono de enfadado, pero con la voz entrecortada y con una sonrisita, al escuchar lo que dijo Carla.
—No es eso ...— Balbuceó Carla.
—¿Qué es entonces? — insistía él, intentando picarle para escuchar algo que quería oír.
Carla no podía parar de pensar en ese momento en él, en su voz, en sus ojos, en todo su ser, no podía mediar palabra, y le daba tanta rabia no poder hacerlo.
—Nada, ya hablaremos— dijo Carla en un tono cortante.
—¿Ya hablaremos? — contestó él decepcionado.
—Si, si quieres ...— continuó Carla.
—Carla si no me has dicho nada, de hecho, ni me has contestado— dijo Alejandro con un tono de enfado.
—¿Qué quieres que te conteste? — dijo Carla, con tono de enfado también.
—¿Cómo que qué quiero que me contestes? Quería saber si podemos quedar un día, y te vas por las ramas diciendo que tienes mucho trabajo. Si quieres quedamos y si no, no quedamos, no pasa nada, si no quieres quedar no pongas excusas— explicó Alejandro, con un tono de enfado y decepción al mismo tiempo.
—Ah, ¿eso? — contestó Carla, sin poder evitar reírse un poco, pensando que podría ser su primera pelea antes de ser pareja y viendo como su cordura se le escapaba de las manos.
A Alejandro le pareció que Carla no le daba mucha importancia a quedar con él, no le parecía que mostrara el interés que mostraba él. Aunque, en realidad, es que no podía verle ya que se ponía demasiado nerviosa, y no quería fastidiarla otra vez, hasta que no consiguiera calmarse un poco.
—Carla ... Bueno ... Buenas noches— dijo él, intentando cortar la conversación.
—¿Te has enfadado? — Carla reaccionó ante el tono de enfado de Alejandro.
—No, no me he enfadado. Pienso que he hecho el idiota, ya está— dijo él, pensando en que se había delatado, o había delatado a él y a sus sentimientos por ella más bien.
Carla veía como la conversación se ponía cada vez más interesante, y no podía evitar poder picarlo; pero tampoco quería quedar con él y perder luego su atención con más rapidez.
—No has hecho el idiota Alejandro— prosiguió ella.
—Bueno, me siento así— siguió él con un tono está vez más amable después de escuchar la última frase de Carla.
—Pues no es así, ahora mismo tengo mucho trabajo, pero en cuanto pueda quedamos, ya te llamo yo— intentaba excusarse como podía Carla.
—Si tú lo dices, te tendré que creer— contestó él.
—Efectivamente, me tendrás que creer— dijo ella riéndose.
—Bueno te dejo, que es muy tarde— le dijo él riéndose también.
—Si, déjame dormir, que tengo que trabajar mañana— prosiguió diciendo ella, sabiendo que no iba a dormir para nada, después de esto.
—¿Carla? — dijo Alejandro, con el tono que solo él sabía usar, para captar la atención de Carla.
Carla, se puso bastante nerviosa, tenía el corazón en un puño. Esa forma de hablar que tenía Alejandro, el modo en el que pronunciaba su nombre, no podía traer nada bueno ... Aunque ella deseaba que le propusiera quedar en ese mismo instante, su imaginación no paraba de maquinar cosas con solo pronunciar su nombre.
—¿Qué quieres Alejandro? — dijo ella, esperando que él se atreviera a decir lo que realmente quería, en ese preciso instante.
—Nada, que pases buena noche— contestó Alejandro, sabiendo que tenía toda su atención, intentando picar a Carla, como si de un juego de niños se tratase.
—Ok, tú también— dijo Carla, intentando ocultar su pequeña decepción, esperando que le dijera algo más, en plan película romántica o erótica, no sabía muy bien que quería en ese preciso momento.
Ambos dejaron de hablar. Carla no pudo parar de sonreír después de hablar con él, sentía que podía salir algo bonito de todo esto, y se fue a dormir a su habitación pensando en Alejandro.
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