Capítulo 5. La traición
Otro día más, Carla estaba realizando sus artículos para poder entregarlos en el trabajo; cuando recibió una llamada, era Ana, quería contarle su cita con Mario. Hacía ya una semana que no hablaban, y Ana estaba ansiosa por contarle nuevas noticias; ambas habían estado muy ocupadas con sus respectivos trabajos y todavía no habían tenido tiempo de hablar.
Las dos amigas se dispusieron a tener una larga conversación por teléfono, ya que la verdad, acababan agotadas de trabajar al final de la semana, y no tenían ganas de quedar para hablar sobre el tema, cuando podían hacerlo por teléfono.
En el inicio de la conversación, Ana empieza a explicarle a Carla cómo se le había dado la cita con Mario. Carla escuchaba con una gran atención. Ana mostraba su emoción como si fuera una quinceañera explicando cómo era su primer amor.
—La cita con Mario fue alucinante. Mario se comportó muy agradable conmigo en todo momento, es todo un caballero, de los de abrirte la puerta, estar pendiente de la silla cuando te vas a sentar y todo eso ...— dijo Ana.
A Carla le chirriaba mucho ese tipo de comportamiento, ya que a ella esas cosas no le gustaban, le parecía todo lo que le contaba demasiado clásico o chapado a la antigua, eso de abrirte la puerta, la silla ... «solo faltaba ya que trajera alguna flor» pensó Carla.
Cuando de repente Ana dijo: —Me trajo hasta una flor—
A Carla, no se le pudo dejar de escapar hasta una risilla, pero por respeto a su amiga, acabó diciendo que era un gran detalle, ya que, si a Ana eso le ilusionaba, Carla no era nadie para decirle que no le tenía que entusiasmar. Aunque a Carla le gustaban más las flores en maceta, para que se iba a engañar, que una flor cortada y efímera; lo de la flor hasta le empezó a parecer bastante empalagoso, muy característico del típico "conquistador".
Carla empezó a ver que tenían gustos muy diferentes con respecto a los hombres, pero era algo que tenía que respetar; Carla pensaba que mientras no le hicieran daño a su amiga todo estaría bien, si a Ana le parecía correcto cierto tipo de detalles, Carla no se metería para criticarlo.
Ana estaba ilusionadísima, a pesar de que no quería contárselo a alguien por si no cuadraba luego del todo. La necesidad que tenía de contárselo a alguien que la escuchara como era el caso de Carla, la podía más que pensar que podía gafar su relación. Por lo que Ana continuó explicándole la cita a Carla con todo lujo de detalles. Comenzó a explicarle todo, de principio a fin, ya que cuando Ana se liaba a hablar, no paraba, parecía como si una vez que cogiese carrerilla, ya no podía frenar.
—Como te decía, estuvimos hablando de muchas cosas, estaba muy interesado en mí, en mis gustos, mis aficiones; me parece un chico maravilloso, creo que cuajamos muy bien los dos, tenemos muchas cosas en común, esto parece que va viento en popa la verdad. Es la primera cita, y ya estoy tan a gusto, como si le conociera de toda la vida, algo así como me paso contigo— dijo Ana.
Carla no pudo evitar echarse a reír, con la frase de: "algo así como me paso contigo".
—¿Pero conmigo no saldrías en serio? ¿O sí? Creo que tengo más posibilidades que el tal Mario— contestó Carla en tono jocoso.
—Jajaja, pues no, eres muy maja, físicamente no estás nada mal, pero no ...— replicó Ana.
Antes de terminar la conversación. Ana intentando hacer de celestina, y para allanar el terreno por lo que le contaría más tarde, quiso empezar con un pequeño aperitivo y contarle a Carla que Mario había comentado que Alejandro no paraba de hablar de ella.
Carla se quedó bastante sorprendida, y no le gustó mucho la idea, la verdad es que había tenido una semana tan ajetreada de trabajo, que no se había acordado si quiera de Alejandro, era la verdad. En su cabeza seguía rondando la idea de que él era más pequeño que ella, y eso no llegaría a ninguna parte, por mucho que se empeñara el chico. De hecho, ella, sin darse cuenta se infravaloraba, y pensaba que a la edad que tenía, él solo quería tener algo con ella por el morbo de tener algo con una persona mayor que él. La verdad, es que Carla se veía como un simple capricho para él y no le agradaba nada la idea.
—¿Qué quieres que te diga Ana?, no he tenido tiempo de pensar en mi vida personal, no he tenido mucho tiempo la verdad, cada vez me exigen más artículos y no tengo tiempo para pensar en otra cosa que no sea en mi trabajo, para pagar el alquiler y poder comer— comentó Carla.
—Si yo no te estoy obligando a nada, yo solo te digo que me hizo ese comentario, no quería ...— replicó Ana, viendo que después de eso, lo que le soltaría después a Carla le haría menos gracia aún.
—No, si no me siento obligada, solo que creo que no es el momento y no me apetece tampoco empezar algo que sé que probablemente me puede hacer daño. Creo que ahora mismo en mi vida tengo otro tipo de prioridades— continúo hablando Carla.
Ana, se quedó pensativa, después de lo que dijo Carla. Comenzó a poner una cara de culpabilidad, que no le resultó desapercibida a Carla.
—¿Qué pasa? — preguntó Carla.
—¿Qué va a pasar? — dijo Ana, haciéndose la sorprendida.
—Creo que me ocultas algo, no sé ... Me da a mí en la nariz, que sí me ocultas algo— insinuó Carla.
—No sé qué te voy a ocultar— replicó Ana, con bastante nerviosismo.
Ana ¿qué pasa?, venga ...— dijo Carla, bastante impaciente ya.
Ana se quedó en plan me han pillado, y ahora que puedo hacer ... Después de quedarse por un momento inmóvil al teléfono sin mediar palabra, y de ver que había metido la pata hasta el fondo, pensando que Carla reaccionaría de otra forma con lo que le dijo a Carla sobre Alejandro; cogió aire, soltó un suspiro y se dispuso a hablar con Carla.
—A ver Carla, Mario me comentó que Alejandro quería conocerte, no sé si te va a molestar, pero quería saber más de ti, y me permití la pequeña osadía de coger y darle tu número de móvil — balbuceo Ana como pudo.
Por un momento, se respiró una situación muy tensa, porque no estaban hablando en persona, sino sería uno de esos momentos en los que se mirarían las dos, tipo una película del oeste, en la que Carla estaría a punto de disparar y no iba a fallar como lo hiciera.
Ana no veía su mirada, pero por su voz, notaba que estaba bastante molesta, y antes de que dijera nada, continúo soltando una parrafada.
—A ver Carla, no lo hice con mala intención, el chico es de fiar, conoce a Mario, Mario me parece de fiar también, no le veo nada de malo. A Alejandro le conozco desde hace años, se desvive por los animales en la protectora, no le veo un psicópata, que te vaya a perseguir hasta el fin del mundo para matarte. Sé que me he tomado una libertad muy grande, pero también en el momento en el que te he conocido, te he visto muy agobiada, creo que algo así, como tener una relación con alguien podría ser un gran respiro para ti — dijo Ana, sintiéndose un poco absurda exponiendo lo que decía.
Carla estaba a punto de echar humo por las orejas, al mismo tiempo que sentía un agobio y una presión encima muy inmensa. No sabía que podía hacer en ese momento, estaba barajando todas las posibilidades en su cabeza. Si explotar y mandar a Ana más lejos de la luna, o ser positiva y pensar que lo había hecho por su bien, ya que estaba preocupada por ella y era su forma de mostrar su preocupación por su nueva amiga.
Pero, aun así, Carla pensaba: «¿Quién es ella para pensar que, en un momento de mi vida, en el que las cosas no me van del todo bien, la mejor solución sería tener pareja? ¡Como si una mujer necesitara tener pareja para sentirse completa!», todo esto de repente le volvía a sonar y no era para bien, no sabía si tener paciencia o mandar a su santa paciencia a tomar vientos.
Por otro lado, Ana había dado el móvil a Mario, una persona que acababa de conocer, así que no solo tenía su móvil Alejandro, si no también Mario.
Carla se quedó bastante perpleja con la situación, y no sabía que contestar, no le gustaban los conflictos, pero tampoco quería que se hiciera algo sin su permiso, y más algo tan personal como dar su teléfono a cualquiera, ya que por mucho que Ana dijera, a Mario no le conocía, y a Alejandro de haberse topado con él dos veces, nada más. Por lo que en ese momento prefirió estar callada, antes que soltar cualquier frase en frio que pudiera lastimar a Ana.
—Creo que voy a colgar— dijo Carla. La situación le estaba sobrepasando en ese momento, y lo peor se conocía lo bastante, para saber que si iba por ese camino diría algo malo de lo que se podría arrepentir luego. Fue en ese momento cuando empezó a pensar que su relación de amistad comenzaba a tambalearse demasiado.
—Lo siento Carla de verdad, ya sé que no tuve que dar tu número de móvil sin tu permiso, a mí me hubiera molestado mucho más que a ti que me hubieran hecho lo mismo. ¡Qué tonta he sido...! — dijo Ana, con intención de autocastigarse.
—Bueno, hablamos otro día, no te preocupes, simplemente estoy cansada— insinuó Carla.
La conversación que estaba siendo muy agradable, en la que Carla estaba escuchando todo lo que le contaba Ana con todo lujo de detalles, se estaba tornando un poco oscura.
Carla dio gracias a que, tras dos horas de teléfono, su móvil estaba pidiendo la jubilación anticipada y quedándose sin batería, que fue la excusa perfecta para que Carla dejara la conversación.
—Uff me va a explotar el móvil, Ana de verdad no te preocupes, ya hablaremos, tengo que cargar el móvil, hasta otro rato— dijo Carla.
—Bueno, hasta otro rato— dijo Ana, sintiéndose bastante mal y culpable por lo que había hecho.
Carla al terminar la conversación se desplomó en la cama de su habitación, se quedó tan pensativa ... No sabía si estaba saturada de tanto tiempo hablando por teléfono, o por el bombazo que le había soltado Ana de repente.
Ahora sí que no sabía qué hacer, si coger el móvil a Alejandro en el caso de que este se atreviera a llamarle, o dejarlo pasar y no contestar nunca, de tal enfado que tenía; ya que no sabía si él estaba al tanto de todo este plan, o si ocurrió todo sin más en una conversación fluida entre Ana y Mario, haciendo de celestinos de los demás.
Empezó a temer la llamada, porque no quería saber de momento nada del tema, se sentía traicionada por su amiga, y en todo caso también por Alejandro si había sido cómplice de todo aquello también.
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