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Capítulo 19. Algo ha cambiado

Carla estaba pletórica después del fin de semana que había pasado, pero ahora quedaba lo peor, ir a trabajar, no sabía cómo podría mirar a Pablo después de lo que pasó el fin de semana. Aunque Carla sabía que Pablo era quien había querido dejar la relación por el tema de su divorcio, tampoco quería hacerle daño, y que se enterara de lo que había pasado el fin de semana no iba a ayudar en eso y quizás mucho menos para mantener una relación cordial en el trabajo. Carla se temía lo peor, poniéndose en el peor de los casos, Pablo seguramente se enfadaría al enterarse de lo que pasó; esperaba que no le preguntara nada sobre cómo había pasado el fin de semana.

Carla iba andando de camino al trabajo, cuando recibió un mensaje de Alejandro.

ALEJANDRO_8.45

Me ha encantado el fin de semana contigo, espero repetir muchos más así. Tenemos tantas cosas que hacer juntos ...

A Carla se le había olvidado lo empalagoso que llegaba a ser Alejandro, que era algo que le agobiaba bastante, no reconocía para nada al chico malo que le gustaba a ella cuando se ponía así. Cada vez que había algo entre los dos, parecía que se convertía de repente en una persona totalmente diferente, de malote pasaba a ser un chico formal, que lo que busca es una buena chica para casarse cuanto antes, irse a vivir juntos, y tener hijos; y por desgracia eso no entraba en los planes de Carla, o por lo menos no por el momento.

Carla al releer el mensaje, se estaba agobiando por momentos, «¿Repetir muchos más así? ¿Tantas cosas que hacer juntos? ... No sé si estoy preparada para algo serio con Alejandro, y no sé si quiero, no entiendo muy bien porque me preocupa tanto la reacción de Pablo. Estoy hecha un lio la verdad» pensó Carla.

Carla no pudo contestar a Alejandro, no sabía que decir, cuando Alejandro se ponía así, a ella no le gustaba nada. Así que pasó por completo del mensaje y se metió directamente al taller, dejó su móvil en la mochila en silencio, para evitar malos rollos. Ya habían llegado al taller su jefe y Pablo.

Carla se apresuró a llevar la mochila a la "habitación del relax", como la empezó a llamar el jefe, aunque para ella se había convertido en todo lo contrario, últimamente era la habitación del estrés. De repente detrás de ella, llegó Pablo (bastante contento).

Carla, ¿qué tal el fin de semana?

Pablo parecía más contento de lo normal, hasta Carla pensaba que podría haber conocido a alguien. Carla de repente, pensó en la pregunta que le había hecho y se dispuso a responder de la forma más normal que pudo.

Bien, como siempre dijo Carla temblorosa.

¿Cómo siempre? — preguntó Pablo, que parecía que sospechaba algo.

Sí, como siempre Pablo, como siempre, normal, muy normal ... — dijo Carla con cara de pocos amigos, para ver si así conseguía que Pablo dejara de preguntar más cosas.

¿Te ha pasado algo? — siguió preguntando Pablo, como mosqueado por la reacción de Carla.

¿Qué me va a pasar? Nada, nada ...

Carla no podía mirar a la cara a Pablo, y no sabía muy bien el por qué, ella era una mujer libre y podía hacer lo que quisiera, y él no quería nada con ella o por lo menos de momento, hasta que solucionara sus problemas ... Ella no sabía porque se ponía así, pero lo único que le rondaba en la cabeza es que Pablo quizás le importaba más de lo que ella pensaba.

Pablo se acercó a Carla muy contento, empezó a acorralar a Carla con sus brazos, acercando a Carla hacía la mesa, mientras ella sujetaba una taza de café en la mano.

Tengo algo que decirte Carla dijo Pablo sin apartar de ella la mirada.

Carla estaba bastante nerviosa, no le hacía mucha gracia la situación, por un momento estaba dudando de todo.

¿Te puedes apartar un poquito? Es agobiante ... dijo Carla, aunque sus palabras decían todo lo contrario a lo que sentía en ese momento.

¿Cómo? Lo siento ... Solo te quería decir que ya tengo el divorcio.

Carla se alejó de Pablo y pensó: «que romántico todo, ¿para decirme eso se acerca de esa forma? Alucinante...». Carla no sabía que decir, esperaba que fuera a decirle otra cosa la verdad, pero se vio obligada a contestar ...

¡Ah! Pues que bien Pablo, era lo que querías.

—Sí, claro ... ¿Te pasa algo? Estás muy rara...

—Algo ... ¿A mí? No que va .... No sé qué quieres que haga, me alegro por ti, pero no sé qué pensabas que íbamos a hacer, ¿celebrarlo encima de la mesa?

—Carla, ¿por qué estás tan antipática? ... Me hacía ilusión contártelo, nada más, en todo caso tenía ganas de besarte, y ver si ...

Carla le interrumpió para acabar ella la frase.

¿Ver si podemos tener una relación ahora que no estás tan ocupado? ¿Cuándo te surja otro problema la relación también la dejarías en un paréntesis? No sé Pablo, no lo veo ...

—Vas a degüello Carla.

—No, es que estoy harta de que me confundan la verdad, o mejor dicho estoy hartísima de que intenten jugar conmigo.

A Carla en ese momento le retumbaban las palabras de la última frase que había dicho en su cabeza, y al recordarlas se sintió engañada no solo por Pablo en su momento, ahora también por Alejandro. Alejandro cuando no tenía las ideas muy claras también podía mandarlo todo a la mierda y de llegar a ofrecerle la luna, llegaba a no darle ni la hora a Carla. Y ella necesitaba un poco de estabilidad en una relación.

Pablo vio pensativa a Carla, y decidió terminar con la conversación de su divorcio y de lo que quería con Carla ahora, después de haberse quitado ese peso de encima.

Bueno Carla, no te volveré a comentar nada del tema.

—¿De qué tema? — dijo Carla bastante despistada, pensando en Pablo y Alejandro a la vez.

De tener algo contigo, parece que no quieres, pues no te preocupes, no te vuelvo a molestar con el tema. Solo necesitaba un tiempo para aclararme las ideas y ya lo he conseguido o eso creo. Solo quería que lo supieras.

—¿Aclararte las ideas?

—Sí, quería saber que no estaba contigo por el simple hecho de que necesitaba un apoyo en estos momentos en los que lo estaba pasando mal con el tema del divorcio, no quería pensar que te estaba usando para no estar solo, y ya que he visto que no era por eso ...

—¡Ah! muy bien, Pues me alegra que te hayas aclarado Pablo, es muy importante en esta vida aclararse.

— Carla ... — dijo Pablo con una voz suave y tierna, viendo el tonito de voz de Carla, que parecía intentar vacilarle como si le hubiera hecho mucho daño lo que le había dicho.

Bueno, la que necesita aclararse las ideas ahora soy yo ...

—Entiendo que quizás te haya hecho daño, pero Carla ...

Pablo no quería cortar la conversación, viendo que Carla estaba dolida por todo lo que había pasado entre ellos, y él se sentía mal porque era parte del problema. Pero Carla no podía seguir con el tema, y menos ocultándole a Pablo que había estado con Alejandro el fin de semana. Así que antes de que Pablo siguiera hablando, Carla tuvo que explotar por su salud mental.

Mira Pablo me he acostado con Alejandro, ya está, ya lo he dicho.

—¿Qué has dicho? — dijo Pablo sorprendido.

Lo que he dicho ... No, si la culpa será mía ... Estaba libre, no sé ... Tú no querías nada conmigo ... Parece que ahora es culpa mía todo... — dijo Carla subiendo el tono de voz.

Carla, no te estoy echando la culpa de nada. Simplemente me duele oír eso — dijo Pablo en un tono bastante amable.

¿Y ahora quieres hacerme sentir mal?

—Carla, no es mi intención hacerte sentir mal.

Pablo se acercó a Carla, mirándole a los ojos. Estaba de pie delante de ella, la apartó un mechón que salía del moño desaliñado que llevaba, cogió su barbilla con una de sus manos y dijo:

Carla, yo solo quiero que seas feliz, si no es a mi lado mala suerte. Siento haberme portado así, y haberte apartado tanto, hasta este punto.

A Carla en ese momento le iba a explotar la cabeza. No esperaba que Pablo se lo fuera a tomar así, esperaba que se cogiera una rabieta de niño pequeño, para ponerle las cosas más fáciles y ver porque se había decantado por Alejandro en ese momento. Pablo se dispuso a salir de la habitación, Carla vio que él se encontraba mal.

Pablo, no ha sido mi intención hacerte daño ...

—Te aparté yo, no es tu culpa, en todo caso sería mía. Bueno, aunque en realidad, no creo que sea culpa de nadie, creo que las personas tienen un momento para conocerse y para que dos personas coincidan en ese momento exacto es muy complicado.

—Ya ... — dijo Carla sin poder decir nada más.

Carla, ¿eres feliz? Eso es lo que importa, al fin y al cabo

Carla se quedó pensando en la frase, era la primera vez que alguien se preocupaba por ella, hasta el punto de preguntar si era feliz. Todo en ese momento le venía grande.

Bueno, me voy a trabajar ...

Pablo salió de la habitación y más tarde Carla, y se pusieron a trabajar. Pablo no podía evitar mirar a Carla, como si hubiera perdido el tesoro más importante que hubiera encontrado en su vida, pero al mismo tiempo no quería ponerle las cosas difíciles en el taller, y estuvieron haciendo como si nada hubiera pasado.

El inicio de la semana no había empezado muy bien, pero a Carla le resultó reconfortante todo lo que estuvo hablando con Pablo. Aunque, por otra parte, se sentía como si nadara en un mar de dudas cada vez más inmenso.

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