Capítulo 16. Todo evoluciona
Después del fatídico fin de semana, en el que Carla se encontró con Alejandro, fueron pasando los días, hasta llegar el día de la mudanza, Violeta estaba muy ilusionada, Carla no tanto.
Carla no paraba de hablar sobre el tema de Alejandro con Ana, sin llegar a ningún tipo de conclusión. Con Pablo, todo se estaba estabilizando de tal forma, que parecía que la relación se estaba estancando. ¿Relación? Si se podía llamar relación, ya que Pablo y ella no habían hablado nunca de una relación como tal, y además solo se veían en el trabajo. Carla pensaba que se tenía que sincerar algún día con él, pero tampoco la importaba mucho dejar las cosas como estaban, no quería preocuparse demasiado por todo, quería que todo fluyera solo.
Violeta y Carla por fin se encontraban en la nueva casa, colocando cada caja con ayuda de Ana y Mario. Pablo para sorpresa de todos, no sabía nada del tema de la mudanza, Carla de momento quería tenerlo al margen de todo. Mientras sacaban cajas y cajas, parecía que, en aquel piso, tanto Carla como Violeta habían guardado minuciosamente cada recuerdo de su vida y todo era un no parar, sacando cajas y más cajas.
La mudanza para Carla estaba siendo muy estresante, era muy organizada, y quería tener cada cosa en su caja particular. Mientras que Violeta, era más caótica en ese aspecto, le daba igual colocar cosas de la cocina, en las cajas en las que tenía guardadas cosas de su habitación. Después de varios roces, y de vivir unas semanas entre cajas, por fin se mudaban a otra casa para vivir otras cuantas semanas entre cajas, hasta que pusieran orden al caos y pudieran considerar la nueva casa su nuevo hogar.
Menos mal que Carla tenía a Ana allí, apoyando en todo momento a Carla, si no, se hubiera vuelto loca.
Estuvieron un día entero metiendo cajas, que cargaba y descargaba un camión de mudanzas. Ana estaba preocupada por Carla y aprovechó todo ese caos para hablar con ella.
—Está muy bien la nueva casa Carla, tendrías que estar contentísima de mudarte aquí — dijo Ana, viendo a ver si podía sonsacarle algo a Carla.
—Sí, estoy muy contenta— contestó Carla con una cara que decía todo lo contario, entre cansancio y aburrimiento de la vida.
—Carla, ¿vas a querer hablar algún día?
—¿Para qué Ana? ¿Para qué? De lo único que tengo ganas en este momento, es de terminar la maldita mudanza, se está haciendo interminable, y después tendré que solucionar ciertas cosas.
Ana se sentó en una de las cajas, y agarró la mano de Carla y le invitó a sentarse en frente de ella en otra de las cajas.
—Para un poco Carla, cuéntame, ¿qué se te pasa por la cabeza? ¿Es Alejandro? ¿Es Pablo?
—Son los dos Ana. Estoy cansada de todo.
—Creo que te vendría bien desahogarte.
—Si me desahogo, no acabamos con las dichosas cajitas nunca. ¿Quieres que me desahogue? Me desahogo si quieres. ¿Por dónde empiezo? Bueno... Desde aquel dichoso fin de semana, no he vuelto a saber nada de Alejandro; vosotros no sé, como luego me ocultáis cierta información, como si lo habéis visto o no.
—Pues la verdad es que yo hablé con Mario, y no me ha vuelto a comentar nada del tema de Alejandro. Tampoco lo he visto. Nos hemos dedicado más tiempo Mario y yo, porque necesitábamos conectar de nuevo. ¿Es lo que te pasa con Pablo? ¿Necesitas volver a conectar con él?
—¿Conectar? Desde que pasó lo de Alejandro, no he vuelto a hablar con él en serio. Con Pablo es todo muy raro, tengo la sensación de que, si yo no tiro del carro de la "relación", nadie lo hace, y es muy frustrante. De hecho, lo de la mudanza, no se lo he comentado. Y eso que le estaba diciendo que nos cambiaríamos de casa Violeta y yo.
—¿No te ha preguntado?
—No, no me volvió a decir nada sobre el tema del cambio de casa, así que nada... Se está enfriando todo mucho, con verme en el trabajo tiene bastante, y tampoco hemos definido bien lo que tenemos. Mi vida personal es más caótica que esta casa, ahora mismo.
— Habla con Pablo, es fin de semana ... Llámalo, que nos ayude
—¿Qué dices Ana?
—Trae tu móvil
—Ana no, en serio ...
Ana agarró el móvil de Carla, y se lo quitó a ella de las manos, ya que en ese momento precisamente estaba mirando si tenía alguna llamada perdida de Pablo. Fue entonces, cuando Ana se dispuso a llamar a Pablo, todo ello, con el pasotismo de Carla, que le daba todo igual en ese momento.
—Hola Carla — contestó Pablo al móvil.
—No soy Carla, soy Ana, su amiga. He cogido su móvil. Oye, no te lo ha dicho, está de mudanza, es fin de semana, ¿te vienes a echarnos una mano? Es que ... Si no nos echas una mano, no vamos a terminar nunca, yo no sé qué tenían estas dos guardado en el piso
—No sabía lo de la mudanza ... Si me lo hubiera dicho Carla antes ... Ahora mismo no puedo ir ...
—¿Cómo que no puedes? — dijo Ana bastante sorprendida.
Carla arrebató el móvil a Ana y se dispuso a hablar con él, tras escuchar la última frase de Ana.
—¿No puedes venir? ¿Qué vas a hacer?
—Carla, ¿qué voy a hacer? Tengo vida, y parece que yo no entro mucho en tus planes
—¿Qué tú no entras en mis planes? ¿En serio me dices eso? Solo nos vemos en el trabajo ya, y parece que con eso te vale, ¿para qué te iba a decir lo de la mudanza? Si ni si quiera sé lo que tenemos, si tenemos algo o no, tampoco creo que verte solo en el trabajo sea tener una relación, por lo menos lo que es una relación sana no es— soltó Carla a gritos desbordada ya por todo.
Carla se estaba enfadando por momentos. Mario y Violeta no querían entrar y seguir metiendo cajas al escuchar los gritos. Ana se estaba quedando asombrada del cabreo y los gritos que estaba dando Carla, parecía que tenía que explotar y lo hizo. Ella seguía hablando con Pablo por teléfono.
—Carlaaa .... — dijo Pablo, como si estuviera regañándola.
—¿Qué? — contestó ella cabreada.
—¿Hablamos en otro momento?
—No, no hablamos en otro momento, este es el momento.
—Carla, en serio ... ¿Podemos hablar en otro momento?
—Bueno, gracias por la ayuda en la mudanza, me ha servido de mucho.
Carla sabía que quizás en ese momento se estaba portando como una niña pequeña, pero colgó el teléfono. Recibió varias llamadas de Pablo después, pero no las quiso coger, no sabía si era bueno o no cogerlas, pero en ese momento no quería hacerlo.
Ana seguía en la misma habitación que Carla, estaba a cuadros ante la situación.
—Carla, lo siento. He metido yo la pata, no tenía que haber llamado.
—No pasa nada Ana, es lo que hay ... Alucino en serio, no ha podido decirme ni porque no viene ...
—Lo mismo tenía algo importante que hacer ...
—¿Más importante que ayudarme en una mudanza? Sé que suena un poco mal, que no soy el centro del universo, pero no puedo más con esta relación, si se puede llamar relación.
—Carla, estás estresada con todo, están siendo muchos cambios, relájate por tu bien, todo volverá a estar en su sitio.
—Bueno ... Me voy a mirar a ver si nos hemos dejado algo en el piso, que parece que ya han venido los dos camiones que tenían que venir, por si se ha quedado algo perdido entre los muebles que ya tenía el casero antes de irme yo a vivir.
—Ok, vete a ver, yo seguiré ayudando a Violeta y a Mario, que están muy perdidos. Pero no te comas mucho la cabeza.
—Ok, gracias Ana.
Carla iba conduciendo en su coche, y llegando a su antiguo piso de alquiler, vio como en el portal estaba esperando Pablo, impaciente.
—¿Qué haces aquí? — dijo Carla sorprendida, ya que nunca le había dado la dirección.
—No me cogías el teléfono, y fui al taller, vi tu dirección y aquí estoy.
—¿No tenías que hacer algo importante o algo así?
—Carla ...
—Si, me dijiste que no podías venir, no entiendo que haces aquí, y mucho menos que le cojas al jefe mi dirección sin su permiso, no sé qué pensaría. En fin ...
Carla abrió la puerta del portal, y le siguió Pablo hasta entrar en el piso.
—¿Qué estás haciendo aquí Pablo?
Pablo cerró la puerta del piso. Y se dispuso a hablar con Carla.
—Carlaaa...
—Pablo en serio ... No sé ... No veo que esto funcione.
—¿Cómo?
—Sí, que no funciona, no puedo con todo esto, estoy lo suficientemente estresada ahora mismo, con tanto cambio ... Cambio de casa, cambio de trabajo y para colmo tú no me haces caso.
—Bueno, en fin ... Te lo voy a contar ... Te lo tenía que haber dicho antes, pero no sabía cómo hacerlo.
Carla, se quedó mirando a Pablo, sin saber que le iba a contar, parecía muy misterioso todo, no sabía ni por asomo que iba a contar Pablo, ella pensaba que se estaría viendo con alguien, o buscando algo mucho más retorcido que Pablo podía ser un amigo de Alejandro que quería solo fastidiarla ...
—Carla, me estoy divorciando, va todo muy lento ... Te pusiste en mi camino ... Y no sé, cada dos por tres estoy pendiente de llamadas del abogado, y tengo que quedar con él. Mi ex, a pesar de haberme sido infiel, no me lo está poniendo nada fácil, y la única forma de que no te enteraras era que no saliera la relación del trabajo. Y ahora mismo, estaba hablando con el abogado en su despacho.
—¿Y no has tenido la confianza suficiente como para comentármelo?
—No sé, te he notado distante estos días, yo tampoco estaba en mi mejor momento y no lo he visto oportuno.
—¿Estás divorciado?
—Estoy en ello Carla.
—No me lo esperaba.
—A mi edad creo que o estás casado, o divorciado y con hijos.
—¿Tienes hijos también?
—No, no tengo.
—¿No has querido tener hijos?
—No, ella no quería tener hijos.
—¡Ah!
—¿Se han acabado las preguntas, señora curiosa?
—Pues ...
—Carla, me gustaría tener algo contigo, pero no así, lo mismo no es el momento, quizás no te puedo prestar la atención que necesitas; supongo que estoy demasiado ocupado con esto, espero que acabe un día pronto y poder estar en condiciones contigo al 100%
Carla no sabía muy bien que quería decir Pablo, pero suponía que quería dejar la relación que tenían.
—¿Y eso qué significa? — preguntó Carla mosqueada.
—Pues ... Creo que tendríamos que hacer un paréntesis en lo que tenemos tú y yo, sé que me va a costar y más viéndote en el trabajo, pero entiendo que no te puedo dedicar todo el tiempo que necesitas con estos líos y tú te mereces a alguien que este siempre ahí.
—Bueno, si tú lo dices ...
—¿Lo entiendes Carla? No quiero hacerte daño, y sé que lo estoy haciendo ahora
—Sí ... Sí ... Bueno... Ya he visto que no nos hemos dejado nada más en el piso, me voy a casa a ayudar a Ana y a los demás, ya he estado bastante tiempo fuera.
—Carla, me encantas, que te quede claro.
—Mira Pablo, son muchas cosas que procesar, no me esperaba esto. Tienes razón, mejor que nos demos un tiempo, que no sé si es una excusa para decir que esto no funciona.
—Carla, ¿ya estás con tus líos en tu cabeza? Te estoy diciendo que ahora mismo no es el momento, pero no te estoy mandando a la mierda definitivamente.
—Ok, en fin, ¿salimos del piso ya? — dijo Carla bastante enfadada.
Pablo salió del piso, dio un beso a Carla en la mejilla, bastante tierno y se fue. Carla se quedó echa polvo, comenzaba a entender porque no funcionaba su relación, por una parte, se había quitado un peso de encima, viendo que la culpa de que no funcionara del todo la relación no era solo suya, para que algo funcione tiene que haber dos personas que lo hagan funcionar; y en este caso las dos personas se encontraban demasiado perdidas en ese momento, como para hacer que funcionara una relación entre ellas.
Carla respiró hondo, se subió en el coche y se fue a la nueva casa. Por el camino le dio la sensación de haberse cruzado con Alejandro, al fin y al cabo, vivían en una pequeña ciudad, que no dejaba de ser un pueblo grande. Pero no quería pensar en ello, ya bastante tenía con haber roto con Pablo.
Cuando llegó a la nueva casa, le contó todo a Ana, y como no a Mario y a Violeta. Violeta sabía cómo se podía sentir Pablo, sabía que, en un divorcio, se saca lo peor de las personas, aunque en un tiempo lejano dos personas hubieran sacado lo mejor de ellas el uno del otro, un divorcio era agotador y a veces una guerra encarnizada sin sentido; por eso le quiso dejar claro Violeta a Carla que lo mejor era esperar a que las aguas volvieran a su cauce, después del divorcio quizás podría tener algo en condiciones con Pablo.
Tras terminar de dejar las cajas cada una en su habitación y ordenar un poco lo esencial para vivir; Ana y Mario se fueron, y Violeta acabó rendida en su habitación al igual que Carla, que tras tantas emociones fuertes ese día cayó rendida en la cama, esperando poder adaptarse pronto a su nueva casa, y a su nueva vida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro