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Capítulo 11. Las cosas claras

Carla no podía más con su vida. Habían pasado ya dos semanas desde el encuentro con Alejandro y no se habían dignado a llamarse ninguno de los dos. Violeta seguía en su piso. Carla tenía cada vez más estrés con el trabajo, lo que venía a ser que estaba hasta las mismísimas narices de todo. Violeta no paraba de molestar, la convivencia iba de mal en peor, no quería buscarse nada para vivir, con la excusa de que podría sentirse sola (si se iba a vivir ella sola a algún sitio), decía que necesitaba a su amiga.

Carla, necesita un apoyo, así que decidió quedar con Ana, a la que tenía abandonada, con todo el jaleo que era su vida.

Ana le comentó a Carla que necesitaba arreglar un mueble que le había dado su abuela, bastante vintage y bonito, pero que quería tirar ya que con el paso de los años había sufrido bastante y tenía algunos desperfectos, a Carla se le daba muy bien eso de insuflar vida a los muebles antiguos, el dicho de "lo que es basura para ti es un tesoro para mí", o algo así era, Carla no lo recordaba muy bien, le gustaba llevarlo a la práctica y obraba su magia, convirtiendo algo viejo, en un mueble que parecía recién salido de una tienda completamente nuevo.

Carla quedó en casa de Ana, para ayudarla con el mueble y así distraerse de todo. Mientras estaba arreglando unos desperfectos con masilla, lijando y viendo de qué color lo podían pintar, comenzaron a hablar.

Que bien se te da esto Carla, podrías dedicarte a ello.

Ganas no me faltan, estoy harta de escribir un montón de artículos sin sentido, por el mismo sueldo que hace años, esto es ridículo, y cada vez mi jefa me aprieta más las tuercas, espero que algún día pueda cambiar de trabajo ...

En algún momento podrás, no te preocupes. Por cierto, creo que había visto un anuncio en una carpintería cerca de mi casa, en el que estaban buscando a alguien para aprender. Por lo visto, el dueño es mayor, su hijo se dedica a otra cosa, y le daría pena cerrar por falta de personal. Le conozco, si quieres hablo con él para ver si sigue necesitando a alguien, no me acuerdo muy bien de si sigue el cartel ahí todavía la verdad ...

¿De verdad? Pues me haría bastante ilusión, necesito cambiar de aires profesionalmente hablando y personalmente hablando me vendría muy bien también.

Pues se lo diré, cuando sepa algo ya te lo comento.

¿Y por lo demás qué tal? ¿Sigue tu amiga en tu casa viviendo?

Sí, estoy bastante desquiciada, no entiendo como puede ser tan desordenada, metomentodo, no entiendo como en otro tiempo cogía y quedaba con ella para tomar un café pensando que me iba a relajar.

Entiendo ... Tiene que ser horrible, si es como comentas, no poder estar cómoda ni en tu propia casa.

Ni te lo imaginas, lo bueno es que hace compañía a Ron y Lula y se lleva bien con ellos, si no fuera por eso, ya la hubiera echado fuera.

Jajaja, o ellos le hacen compañía a ella.

Pues sí, mejor ellos a ella, a saber, lo que tienen que aguantar los pobres ...

Y por lo demás, ¿todo bien?

Depende, ¿me quieres sacar algo sobre el tema de Alejandro?, ¿os ha comentado algo? — dijo Carla a la defensiva.

Que va, no ha dicho nada, por eso tenía curiosidad, de ver si habíais vuelto a quedar o no, y que había pasado últimamente.

Bueno la última vez que quedamos, me tuve que ir a toda prisa, me estaba agobiando demasiado. Entre él y Violeta que en ese momento no paraba de enviarme mensajes, estresada por no saber que hacer de comer. El ultimo día que quedé con él, fue bastante caótico.

¿Alejandro te estaba agobiando? ¿Qué hizo?

Le comenté que tenía problemas con Violeta, que no paraba de insinuarme que tenía que tener hijos y él dijo que se ofrecía a tenerlos conmigo, en un modo que no sé ... Casi en serio, casi en broma.

¿En serio? ¿Cómo puede hacer eso si apenas os conocéis? Este muchacho tiene cada cosa ...

Pues es lo que pensaba yo, no sé por dónde iban los tiros, no sé si al ser más joven se está ilusionando antes conmigo y me parece demasiada responsabilidad, o precisamente por ser más joven solo piensa en lo que piensa, y esa era su manera de soltarlo de golpe.

¿Te quedarías a cuadros? ¿no?

No, si eso no fue lo peor, le dije que no aguantaba más viviendo con Violeta, y me ofreció irme a vivir con él a su casa, que por lo visto ahora solo vive él, su compañero se fue.

¿En serio? Yo también me hubiera agobiado, como puede hablar de esas cosas si no estáis ni saliendo formalmente — contestó Ana con los ojos como platos, bastante sorprendida, con todo lo que le estaba contando su amiga.

No sé, me pareció que, si se estaba tomando a broma todo, mis problemas le importaban poco. Me estaba sintiendo tan mal, que tuve que irme, y él no dijo nada, de hecho, llevamos ya como dos semanas desde que pasó esto sin hablar, y sin haber vuelto a quedar.

Pues sí que se lo tenía callado, lo vi hace unos días en la asociación y no nos contó nada, yo estaba con Mario, y de hecho Mario tampoco sabía nada.

Será por la bronca que le eché una vez, cuando le dije que no quería que contara nada ... En fin, Ana, me siento ahora mismo muy desubicada, no sé qué voy a hacer con mi vida, tal y como está, la verdad que no me gusta nada. Y con Alejandro me estaba ilusionando, pero veo que es más joven que yo, o es la excusa que le pongo, para que diga lo que dice.

Malas rachas las tiene cualquiera, ya mejorara, no te preocupes.

A los dos días después de haber hablado con Ana, Carla recibió una llamada del propietario de la carpintería, quería contratarla como aprendiz, si pasaba una entrevista. La esperaba la semana siguiente a ella y a otra persona que habían cogido para trabajar si también pasaba la entrevista, según informó a Carla.

Habían pasado los días, nada había cambiado. Pero Carla había quedado ya con el propietario de la carpintería, para empezar a trabajar cuanto antes, ya que había pasado la prueba.

El primer día de trabajo, Carla llegó antes al taller, y se quedó esperando en la puerta. A lo lejos vio aparecer al que sería su nuevo jefe, era un hombre mayor, bastante fornido, con una barba espesa y canosa, que le hacía parecer papa Noel. El taller olía de una forma muy especial, a madera, a muebles de hogar, además se dedicaban a reparar muebles, con lo que le gustaba a Carla reparar muebles ... Carla estaba muy ilusionada con su nuevo trabajo.

Cuando el jefe de la carpintería, llamado Hugo, le estaba explicando a Carla que hacían allí, los materiales que usaban, las herramientas ... Apareció por la puerta otro chico, con una sonrisa de oreja a oreja, rubio, ojos verdes, se notaba que hacía deporte y se presentó como el nuevo ayudante, su nombre era Pablo.

En el tiempo que tuvieron para hablar, Pablo mostró como le entusiasmaba la idea de poder trabajar con Carla, y aprender junto a ella un nuevo oficio. Por lo que le había contado a Carla estaba cansado de trabajar en su empleo y quería cambiar, aunque fuera un poco arriesgado.

Carla y Pablo tenían prácticamente la misma edad, él era cuatro años mayor que ella, pero Carla veía que se podía hablar con él tranquilamente desde el primer momento, esa sensación le sonaba. El primer día y los siguientes fueron increíbles. El jefe tenía la intención de contratarlos y se lo dijo a los dos.

Carla estaba ilusionadísima, se podía evadir por unas cuantas horas de lo que era el caos de su piso, y ganaba mucho más que escribiendo artículos trabajando a jornada continua de mañanas, luego tenía la tarde para ella sola, y para poder relajarse dentro de lo que le permitiera su vida.

Fue entonces cuando Carla decidió dejar su trabajo escribiendo artículos, cuando se lo contó a la jefa, se mostró bastante cabreada, le dijo que no encontraría nada mejor en su vida, en la que le pagaran tanto por tan poco. Carla no se lo podía creer, firmó los papeles necesarios para irse y no quiso saber nada más de ella y su empresa de tacaños.

Por fin Carla sentía que estaba encauzando su vida, y era algo muy agradable para ella.

Un día en el trabajo, Pablo no dejaba de coquetear con ella o eso pensaba Carla, de hecho, le dijo a Carla que, si quería quedar un día a tomar algo con él, después del trabajo. De repente Carla se acordó de Alejandro, y de cómo se tomaría él que ella quedara con otro, pero aun así pensó: «No estoy haciendo nada malo, llevamos sin hablar prácticamente un mes, no se ha dignado en llamarme para ver cómo estaba o porque me había ido así, parece que se ha olvidado de mí, además no estábamos saliendo, o por lo menos yo creía eso»

Carla y sus ganas de comerse la cabeza siempre.

Carla, entonces ... ¿Quieres que quedemos un día a tomar algo después del trabajo? — insistió Pablo.

Carla volvió en sí, y se dispuso a contestar.

Pues claro, me parece bien.

Vale, me alegro— dijo Pablo con una gran sonrisa.

Carla no estaba tan sonriente, su cabecita le decía que no estaba haciendo bien, que lo mismo Pablo quería algo con ella ... Ella no paraba de pensar en Alejandro y el por qué había desaparecido de repente de su vida desde que ella se fue ese día corriendo, la última vez que quedaron. Parecía que a él no le había importado para nada lo que pasó o como se podía sentir Carla, hasta el punto de no volver a tener ni una llamada de él en un mes.

Ella no podía evitar sentirse mal, uno de esos días por la tarde, en los que intentaba relajarse mientras veía una película, con mantita, palomitas, sus perros al lado y Violeta, que por lo visto ya se había convertido en otro miembro más de la familia sin quererlo. Muy digna, Carla cogió el móvil y se dispuso a escribir un mensaje a Alejandro.

CARLA_18.30

No sé nada de ti, ¿Qué te pasa? Sé que no me fui de buenas maneras, pero estaba muy agobiada con todo ...

Alejandro estuvo horas sin contestar. El cabreo de Carla iba en aumento, después de haberse rebajado así a escribirlo, cuando él había visto a Ana y a Mario y no se había dignado ni a preguntar por ella, la tenía demasiado mosqueada.

De repente, recibió un mensaje de Alejandro.

ALEJANDRO_22.00

Lo siento, quizás no sea bueno que nos volvamos a ver, no creo que estemos en el mismo punto, quizás si nos hubiera pillado en otro momento ...

A Carla, ese mensaje le partió el corazón en dos, no sabía si por la madurez que quizás estaba demostrando Alejandro en ese momento o por haber echado a perder algo que podía haberse convertido en algo bonito, si ella no hubiera estado pensando todo el rato en su edad. Ella no pudo volver a contestar, de repente le entró un bajón muy grande, se fue a su habitación y no pudo evitar echarse a llorar.

Violeta se dio cuenta, dejó de roncar, y fue corriendo detrás de Carla. Violeta ya sabía de la historia con Alejandro y parecía que empezaba a entender ciertas cosas, por un momento dejó de ser su enemiga número uno, para convertirse en la amiga de confianza a la que le puedes contar tus problemas.

Carla, ¿Qué te pasa? ¿Es Alejandro?

Ahora no Violeta, no me apetece hablar ...

No te apetece, pero creo que lo necesitas.

Después de tener una larga conversación con Violeta, Carla comenzó a relajarse, parecía mentira que, en ese momento, Violeta le estuviera ayudando a calmarse, y ver las cosas desde otro punto de vista.

Carla desde aquel día, después de mucho pensar, dejó de lado el mensaje de Alejandro y no quiso contestarle más. Ella siguió con su vida, que de momento estaba consiguiendo encaminar, aunque él no pudiera estar dentro de ella. Era una pena, pero Carla decidió aceptar la decisión de Alejandro.

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